Novísimas aventuras de Sherlock Holmes - E. Jardiel Poncela

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salvatraca
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Novísimas aventuras de Sherlock Holmes - E. Jardiel Poncela

Mensaje por salvatraca »

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Tapa blanda: 96 páginas
Formato: 12,7x18,5
Editor: REY LEAR, S.L.
Edición: 2 (1 de febrero de 2010)
Colección: Breviarios
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salvatraca
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Re: Novísimas aventuras de Sherlock Holmes - E. Jardiel Ponc

Mensaje por salvatraca »

Me ha gustado bastante esta recopilación de cuentos en el que el propio Poncela, haciendo de Dr. Watson, resuelve junto al famoso Sherlock Holmes, que es capaz de parar diecisiete veces en el camino para pincharse morfina, siete casos a cada cual más idiota.

El humor del autor que puede ir desde lo más inspirado, esa tarde que caía sin hacerse daño, hasta lo más ridículo, llena cada párrafo del libro. A quien les haga gracia ese sentido del humor les encantará y a los que no, les horrorizará; y no hay más.
HOLMES AVERIGUA QUIÉN ES CRAIG

A LAS SIETE EN PUNTO , y de la tarde, cuando los primeros voceadores del Times se refugiaban en los bares de Upper Tames Street a jugar al marro, Sherlock Holmes me llamó a su habitación. Comparecí rápidamente suponiendo que sucedía algo grave; y, en efecto, el problema era de alivio:
Sherlock se había roto en seis trozos los cordones de sus zapatos.
Durante varios minutos le ayudé a luchar contra el Destino, pero ambos fracasamos visiblemente, y, de no haber acudido la señora Padmore en nuestro auxilio, brindándonos la brillante idea de pegar el zapato al calcetín, es posible que Sherlock no hubiera figurado nunca en el tomo de la H de la Enciclopedia Espasa.
Se retiraba la señora Padmore hacia el pasillo, cuando se abrió de súbito una de las ventanas y un personaje ignoto irrumpió en la estancia, como irrumpen los clavos en la tela de los pantalones el día que estrenamos traje. Era un caballero de unos cincuenta años bisiestos, con aire de perro de trineo.
Nada más entrar, gritó con voz fuerte y derrumbándose en un sillón:
—¡Soy Craig!
Y agregó ya más débilmente:
—¡Soy Craig!
Y dijo, por fin, con acento desfallecido:
—Soy Craig, señor Holmes… Soy Craig. Craig… ¿Sabe usted? Craig…
A continuación se puso amarillo, luego verde, luego morado y, desplomándose del todo, se desmayó lo mejor que pudo.
Holmes me cogió por un brazo, señaló al visitante, y me dijo gravemente:
—Harry… Este señor es Craig.
Pero la cosa no me extrañó lo más mínimo; estaba yo muy habituado a la continua perspicacia de Sherlock.
Holmes y yo entramos, temblorosos.
Después de atravesar unos pasillos oscuros, como quien atraviesa un pastel de hojaldre, nos hallamos en un vastísimo salón. Allí había hasta un centenar de damas y caballeros de la más alta aristocracia. Como eran de la alta aristocracia, les extrañó un poco que yo fuera tan bajito. Pero no dijeron nada.
Disimulados dentro de nuestros disfraces de canallas, nos preparamos a asistir a la Misa Negra.
Esta comenzó al punto con una serie de ceremonias repugnantes.
Un pastor protestante y dos empleados de Aduanas situados frente a una mesa de tresillo, que hacía las veces de altar, ejecutaron juegos malabares con tres bisoñés de otros miembros de la Cámara de los Comunes. Por fin a uno de ellos le falló la mano y se le cayeron al suelo los bisoñés. Entonces los otros dos individuos se arrojaron sobre él y le dieron de bofetadas. Los infieles que asistían a la Misa Negra rugieron con entusiasmo irreverente.
Cuando el abofeteado logró rehacerse, exclamó por tres veces:
—¡Támesis! ¡Támesis! ¡Támesis!
Y, cual si aquello fuera una orden inapelable, el desenfreno más inaudito se apoderó de la muchedumbre que llenaba el salón. Mujeres y hombres, olvidando sus orígenes aristocráticos, se entregaron a toda clase de terribles y odiosos excesos: se daban la mano, se preguntaban por la familia, se jugaban los peniques a cara o cruz, chupaban caramelos, sacaban virutas de sus bastones, se limpiaban los dientes, se depilaban las cejas, se ponían en cuclillas y daban saltos gritando «¡cuá, cuá!», se arrancaban los botones de los trajes, se apretaban los nudos de las corbatas; en fin, el disloque en el idioma de Shakespeare.
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runs
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Re: Novísimas aventuras de Sherlock Holmes - E. Jardiel Ponc

Mensaje por runs »

Recién he descubierto a este autor y es una maravilla. Es de los años 30, pero su humor no está pasado de moda, y su español es sencillo, así que tempoco pasó de moda (de hecho me extraño que úsase la palabra "tío" con el significado de colega).

Su humor lo clasificaría como amable, burgués y absurdo. Muy parecido al de Dennis Patrick en "La Tía Mame". Es atemporal y elegante, mismo se podía haber escrito hoy en día.

Mi nota: 9/10
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