Destino escribió:El paso de la hélice
Santiago Pajares (Madrid, 1979) compaginó durante casi una década su trabajo como informático con la escritura. A los 23 años, apenas un chaval, escribió El paso de la hélice. Lo hizo para saber si era capaz de llevar a buen término una novela, con un nivel de inconsciencia que todavía hoy asombra al autor. La primera editorial que lo leyó decidió publicarlo en 2004. A partir de ahí, a su paso, los lectores empezaron a reaccionar y a compartirla. El paso de la Hélice sí cambió la vida de Santiago Pajares: tras su buena recepción fue traducida al japonés y le valió ser seleccionado en el Festival Europeo de Autores Noveles Budapest 2006. Diez años después de su primera edición, El paso de la hélice ha despertado gran interés en el panorama literario internacional y se será editado en ocho países.
La novela
Un escritor secreto, una novela que cambia la vida de quien la lee,
un descubrimiento editorial.
David Peralta se considera un hombre muy afortunado por trabajar en una editorial como Khoan, sello en el que publica sus libros Thomas Maud, escritor tan misterioso como mundialmente reconocido desde hace años. Oculto tras ese pseudónimo, el autor ha creado una de las sagas más brillantes y exitosas de la literatura contemporánea, La hélice, ya leída por millones de personas. Pero el oficio de editor también acarrea a veces funciones inesperadas como la que se le plantea a David: ante el hecho de que la editorial aún no haya recibido el nuevo y esperado volumen de la serie, deberá localizar –siempre bajo el más estricto secreto– a Maud y conseguir ese libro tan decisivo para el futuro de la empresa.
«La hélice era El señor de los Anillos del siglo XXI. Thomas Maud era a la literatura de ciencia ficción lo que Agatha Christie a las novelas de detectives; incluso más, pues a Thomas Maud le leía gente que jamás había sido aficionada al género. David había conocido personas que se habían enganchado a la saga sin ser ni siquiera aficionada a la lectura. No había mucha gente capaz de escribir obras maestras. Thomas Maud era uno de ellos».
Pero nadie conoce a Thomas Maud. ¿Cómo encontrar a alguien que no desea ser encontrado, que aparentemente no existe? Tirando del único hilo del que dispone y siguiendo una pista esencial –el enigmático autor tiene seis dedos en su mano derecha–, las pesquisas parecen indicar que David deberá iniciar su búsqueda en un pequeño pueblo del Valle de Arán, lugar habitado por un elenco de peculiares y extravagantes personajes.
Paralelamente a esa delirante búsqueda, en la que David se juega su matrimonio, su trabajo y su futura felicidad, uno de los millones de ejemplares de La hélice circula de mano en mano por Madrid transformando a todos aquellos con los que se encuentra, hasta el punto de devolverles por fin el protagonismo de sus propias vidas y encauzando éstas hacia nuevos rumbos. Una retraída y solitaria secretaria, la sobrina convaleciente de ésta tras un atropello; un yonqui que se mueve por los arrabales y un antiguo amigo al que traicionó años atrás y con quien ahora se reencuentra... Personajes que se verán afectados por la potencia de La hélice, que se entrelaza asombrosamente a su destino y termina removiendo sin dilación los aquejados cimientos de su existencia.
¿Que es más importante, una obra maestra de la literatura o el autor que se esconde tras ella?
Como el mismo manuscrito cuyo autor busca identificar el protagonista, esta novela alcanza un grado de magnetismo tan poderoso, que difícilmente puede interrumpirse su lectura una vez iniciada. A través de un sencillo pero estudiado lenguaje y una estructura que con gran tino, alterna los escenarios donde simultáneamente transcurre la trama, Santiago Pajares combina intriga, humor, realismo, amor y grandes dosis de ternura para embarcar al lector en un optimista viaje a los recovecos más íntimos del ser humano.
«Sabía que debía empezar a colocar sus enseres, a poner cortinas, a comprar los muebles que le hicieran falta, pero una parte dentro de ella se negaba, como si esa casa fuera una nueva parada de metro en espera de un destino más amable y más feliz».
El lector no solo se involucra en la búsqueda que David hace del misterioso y desconocido Maud, sino que comparte la evolución de los personajes “tocados” por la fuerza de La hélice. Cuando menos se lo espera, se encuentra analizando con verdadera curiosidad el comportamiento y la personalidad de los posibles candidatos, participando de los delirantes momentos que vive el improvisado investigador, así como de sus reflexiones, miedos y aflicciones. Un ingenioso juego donde las sospechas mutan de objetivo con la misma presteza que las dudas del protagonista.
Si la diversión se dispara desde el primer momento que el editor pisa el pueblo y entra en contacto con sus habitantes, el amor se respira con ansia en casi todos los personajes que pueblan las dos tramas paralelas. Un amor que puede ser muy sensato o romántico, llegar a rozar lo sublime, e incluso funcionar como principio redentor y de lucha contra la soledad. Pero la desesperación y la enfermedad también hacen acto de presencia en una novela cuyo principal motor es un libro con una tremenda carga de ilusión y esperanza, un texto que transmite buenas vibraciones, autenticidad, que recupera el idealismo clave para seguir luchando.
«Las palabras tienen fuerza, todo el que trabaja en una editorial sabe eso, y el buen uso de ellas puede ser determinante cuando quieres conseguir algo. Si lograba sonsacárselo a Thomas Maud y hacerle entrar en razón para llegar a un acuerdo, todo se acabaría felizmente».