Cuando pares un instante
en tu labor incesante
de arbitrar noches y días;
díme, destino insondable,
que con rigor implacable
destruyes mis fantasías,
¿por qué a esto me condenas:
ser las dichas siempre ajenas
y las penas siempre mías?
Guillermo Doi
Cuando pares un instante
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- Lector
- Mensajes: 76
- Registrado: 05 Jul 2016 07:10
Re: Cuando pares un instante
Muy bueno¿por qué a esto me condenas:
ser las dichas siempre ajenas
y las penas siempre mías?
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- Lector
- Mensajes: 76
- Registrado: 05 Jul 2016 07:10
Re: Cuando pares un instante
Me alegra que te haya gustado el remate. Gracias, Megan, una vez más.
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- Edgardo Benitez
- No tengo vida social
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- Ubicación: El Salvador
- Contactar:
Re: Cuando pares un instante
No son de mi agrado los poemas con rima, pero este suena bien.
Guillermogustavo
Guillermogustavo
¡Hay vida antes de la muerte!
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
- Paraná
- No tengo vida social
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- Ubicación: Tucumán - Argentina
Re: Cuando pares un instante
Hermosos tercetillos para interpelar al destino. Suenan a nostalgia, a sencillez, a dolor sereno. A generación del 98.
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Re: Cuando pares un instante
Otro de los que me gustan al leerlos en voz alta, aunque no esté de acuerdo con el narrador. Me ha recordado a este cuento zen:
¿Buena suerte o mala suerte?
Había una vez un hombre que vivía con su hijo en una casita del campo. Se dedicaba a trabajar la tierra y tenía un caballo para la labranza y para cargar los productos de la cosecha, era su bien más preciado. Un día el caballo se escapó saltando por encima de las bardas que hacían de cuadra. El vecino que se percató de este hecho corrió a la puerta de nuestro hombre diciéndole:
-Tu caballo se escapó, ¿qué harás ahora para trabajar el campo sin él? Se te avecina un invierno muy duro, ¡qué mala suerte has tenido!
El hombre lo miró y le dijo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Quien sabe.
Pasó algún tiempo y el caballo volvió a su redil con diez caballos salvajes con los que se había unido. El vecino al observar esto, otra vez llamó al hombre y le dijo:
-No solo recuperaste tu caballo, sino que ahora tienes diez caballos más, podrás vender y criar. ¡Qué buena suerte has tenido!
El hombre lo miró y le dijo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Quien sabe.
Más adelante el hijo de nuestro hombre montaba uno de los caballos salvajes para domarlo y calló al suelo partiéndose una pierna. Otra vez el vecino fue a decirle:
-¡Qué mala suerte has tenido! Tu hijo se accidentó y no podrá ayudarte, tú eres ya viejo y sin su ayuda tendrás muchos problemas para realizar todos los trabajos.
El hombre, otra vez lo miró y dijo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Quien sabe.
Pasó el tiempo y en ese país estalló la guerra con el país vecino de manera que el ejército iba por los campos reclutando a los jóvenes para llevarlos al campo de batalla. Al hijo del vecino se lo llevaron por estar sano y al de nuestro hombre se le declaró no apto por estar imposibilitado. Nuevamente el vecino corrió diciendo:
-Se llevaron a mi hijo por estar sano y al tuyo lo rechazaron por su pierna rota. ¡Qué buena suerte has tenido!
Otra vez el hombre lo miró diciendo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Quien sabe.
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