Romance de la orilla

[Paraná]

El niño mendigo viene
con la cara embetunada.
No le debe nada a nadie
y no conoce la lástima.
Tiene un pan en los bolsillos:
el hambre está derrotada,
su estómago agradecido
le da tregua hasta mañana.
Ha encontrado también
coca cola en una lata:
de sólo ver que la tiene
la boca se le hace agua,
y silba de puro gusto
una canción inventada.

Con pupilas de cristal
derrota la madrugada;
errando por las callejas,
mueve el aire a carcajadas
que suenan a vidrios rotos
al filo frío del alba.
Se mueve con la cadencia
propia de sangre profana,
meciendo el cuerpo de trapo,
tan magro como una araña.
No hay luna que lo ilumine
pero las estrellas bastan
para ponerle el camino
bajo las huellas descalzas.

No sabe rezar. No importa:
la Virgen está de espaldas.
Su mirada lleva el signo
de una soledad sin tachas.

[Edgardo Benitez]

Muy buen poema social. Nuestra niñez.

Paraná

[Paraná]

Sí, nuestros niños. Tanta pena, Edgardo.
Gracias

[nosequé]

Con pupilas de cristal
derrota la madrugada;
errando por las callejas,
mueve el aire a carcajadas
que suenan a vidrios rotos
al filo frío del alba.

Niños de allá y acá y de más lejos también. Niños sirios, niños filipinos.......
Precioso por la realidad escrita. Me falta la denuncia a los Hombres que mandan y me sobra la denuncia al Cielo, que siempre esta muy sorda.

[Paraná]

¡Bien dicho, Nosequé! Se me quedaron los malos en el tintero... Gracias por eso y por leer.

[Fernando Vidal]

Me agradó leer el poema. Saludos.

[Paraná]

Qué bueno, Fernando. Gracias

[lucia]

Desde luego, ritmo tiene esta denuncia social que no cae ni en ñoñerías ni en compasión estéril.

[rubisco]

Un tema profundo y bien tratado por tu parte. Tengo un poema en cuarentena que gira por los mismos derroteros, así que me alegra mucho ver que hemos tratado de enfocar el mismo tema. Eso sí, el tuyo está mucho mejor tratado

Enhorabuena