El Malentendido - Proust-Gide

Aquellas maravillosas cartas.

Moderador: natura

Avatar de Usuario
madison
La dama misteriosa
Mensajes: 41128
Registrado: 15 May 2005 21:51

El Malentendido - Proust-Gide

Mensaje por madison »

Imagen
Imagen


CORRESPONDENCIA PROUST-GIDE
El malentendido

Marcel Proust
El arrepentimiento y la confesión de Gide (con fecha de 1914) es la escena que abre la compilación Cartas a André Gide. Es una correspondencia asimétrica: de la dirigida por Gide a Proust sólo aparecen las dos cartas de 1914 y una de 1922. Al parecer el autor de A la sombra de las muchachas en flor no guardó las cartas recibidas durante todos esos años, de modo que la mayor parte del libro nos muestra las que él fue enviando a Gide hasta poco antes de morir.En el prólogo de esta edición Luis Gusmán habla de un malentendido. Si por un lado es el desencadenante de la relación epistolar en la que se pueden ver miserias y grandezas del ambiente literario parisino a comienzos del siglo XX, por otra parte el malentendido persiste a lo largo de toda la serie como una constante de múltiples facetas. Las cartas conforman un breve y tenaz relato, a través de una escritura que confirma la idea de Proust: Nuestra vida no está separada de nuestras obras. La referencia a personas como Gaston Gallimard o Jean Paulhan se entremezcla con conjeturas acerca del Swan de Proust del Lafcadio de Gide, lo cual habla de los sinuosos caminos por los que transcurre el hecho literario, de los tiempos y modos de la lectura y de la escritura, postergaciones y recuperaciones que aluden a lo mismo en Jean Santeuil, que Proust abandonó en 1899 y se publicó recién en 1952. Los ritmos y personajes, el juicio estético, el ejercicio angustiante de escribir mezclado con la enfermedad, los temores y la soledad dan sentido profundo a esa frase de Proust en su conciencia de la elaboración artística y genuina preocupación por la palabra, porque surgen del lugar donde el cuerpo y la letra adquieren una máxima aproximación, muy lejos de la banal idea de la mera transposición de lo vivido o sentido al texto literario.La trama de las cartas incorpora con igual intensidad aquellos episodios que refieren los manejos de editoriales y fundaciones, las penurias de la publicación y la concesión de becas. La última carta de Gide y la Nota a Angela ponen de manifiesto, con visibles diferencias, el conflicto que Proust despertaba en Gide. La primera es una justificación por los manejos de la Fundación Blumenthal, que desdeña la opinión de Proust y soslaya a su candidato a la beca. En cierto modo, Gide aparece como implicado, aunque más no fuera por omisión, pero necesita escribirle a Proust y, nuevamente, disculparse. La Nota... es una fuerte defensa de Proust al que coteja con Valéry, Mallarmé y Montaigne. Y es, junto con el artículo Releyendo Los placeres y los días tras la muerte de Proust (1927), algo así como el reverso del malentendido inicial, de su mal entender a Proust, porque en esas valoraciones destaca lo que de él hay que entender, lo que por fin Gide ha entendido en esa prosa que le resultaba entre desmesurada y caprichosa. El tiempo le hizo comprender el tejido del tiempo en la escritura, tanto que Gide profetiza sin equivocarse el lugar de Proust y Valéry en la literatura francesa.Los protagonistas de esta historia escribieron muchísimas cartas; las de Proust no todas han sido encontradas o publicadas; las que sí lo están de Gide conforman un grueso tomo de 500 páginas. Como habitual medio de comunicación, la temática va desde mensajes ocasionales hasta las reflexiones más complejas. En las que Proust dirige a Gide encontramos esa variación en el interior de cada una de ellas. Una invitación a cenar puede incluir comentarios sobre el trabajo artístico, confesiones, opiniones sobre personas y hechos, quejas o ironías admirablemente ensambladas en la prosa proustiana. Como si combinara en una composición única diversos tonos, las palabras fluyen y pasan del elogio al reproche, de la humildad al orgullo, de la amabilidad a la admonición: una carta nos traslada de la sonrisa a la pesadumbre, de la rabia a la exasperación.Proust habla de sí largamente y después se excusa por haberlo hecho; critica a Gide mientras lo alaba; se muestra comprensivo y exige. La sutileza de estos contrastes se advierte en una frase: Para mi gusto es la composición más hábil (Las cuevas del Vaticano, de Gide), pero tal vez no tengo derecho a decirlo, porque, habiendo puesto todo mi esfuerzo en componer mi libro y luego en borrar las huellas demasiado groseras de composición, los mejores jueces no han visto en esto más que abandono, negligencia, verborragia. queda algo más en esta edición. Céleste, la criada de Proust, la ignorante que no sabía que Napoleón y Bonaparte eran la misma persona pero que pudo leer y repetir párrafos de Los alimentos terrestres, dejó también una nota que atestigua la última y esperanzada invitación que Proust hizo a Gide para que acudiera a su casa. Con la mención de este episodio, Gusmán culmina su prólogo. La alusión no deja de subrayar lo dificultoso de un diálogo que nunca terminó de resolver el malentendido.

http://www.clarin.com/suplementos/cultu ... libros.htm
Responder