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Calle Carlos de Maicena, nº 57.
Hacia allí me dirijo. Debo darme prisa ya que tengo otros dos trabajos después de este, je je, hoy estoy de suerte, me sacaré unas buenas pelas. Ya he llegado a la calle. Buff, para la próxima cojo un taxi, que tener que patearme la ciudad con la maleta y todo mi kit de trabajo llega a ser agotador, pero bueno, ¡los músculos de mis brazos lo agradecerán! Esta calle pertenece a uno de los barrios más ricos de la ciudad, y se nota. Frondosos árboles por todo y muy bien cuidados, bancos tallados que dan ganas de quedarse dormido en ellos, y ni un papel tirado por el suelo. No se por qué pero suelo tener mucho trabajo por este tipo de zonas…
Zzzzz! Zzzz!
Es un mensaje de Lorena, una chica con la que salgo hace poco menos de un mes.
Hola wapeton! Como yevas
el dia? Yo stoy aqi aburrida en
la tienda, menos mal q a ti la
crisis no tafecta XD Nos vemos luego!
Un besito cariñoo!!
Pues no, la verdad es que a mi la crisis económica no me estaba afectando para nada, sino todo lo contrario… Contesto a Lorena mientras ando la larga y lujosa calle…
Ola nena! Debes star muy muy
aburrida como pa escribirm un sms XD
Coloca cosas vaga! Jajajaja Yo ya stoy
yegando a la casa, qando acabe
t digo cosas. A2!! Un besazo de xocolate!!
Lorena no conoce nada de mi trabajo, sólo que hago de fontanero, pero más allá de la etiqueta, nada de nada. Y mejor que sea así, porque con lo buena niña que es no comprendería nada por mucho que se lo explicara. Ni ganas que tengo, a otras chicas que les he contado cosas sobre mi trabajo no entendían nada, ni siquiera lo han intentado y al final me acaban dejando… y no se por qué, la verdad. ¿Se creen que un tío contable o ejecutivo es mejor y más honrado que yo? ¡Anda hombre! ¡Ellas se lo pierden!
Ya he llegado. Toco el timbre del portero de la puerta que pone Saturnino Díaz Polilla. ¡Menuda niñez debió pasar este hombre con estos nombres! Es la tercera vez ya que vengo a esta casa y a este señor no lo he visto nunca (¡menos mal!), pero espero que por lo menos no sea feo, ¡porque sino ya lo tendría todo! Me abren el portal, subo las escaleras con la súper barandilla de madera tallada de roble, y llego a la puerta. La señora Aurelia Páez me atiende, tan elegante como siempre y con sus inmejorables 52 añazos. No es que sea un creído, pero soy un tío con buena percha y bien plantado, incluso con el mono de fontanero, pero el hecho de que las señoras a las que atiendo me esperen tan bien arregladitas es algo que siempre me ha alagado y me hecho gracia a la vez.
-¡Hola Alex! – Me llamo Alejandro, pero en el trabajo me llaman Alex, digamos que queda más simpático y cercano.
-¡Hola señora Aurelia! ¿Cómo está usted?
-Muy bien, muy bien. ¿Has tenido mucho trabajo hoy? – Me pregunta de manera teatral y ensayada. ¡Que pronto se les pilla a estas mujercitas!
-Pues la verdad es que sí – Contesto yo también de una manera teatral y rascándome un poco la nuca, aprovechando todo el potencial de chico bueno y guapo que tengo. Estos detalles siempre hacen que las propinas aumenten y debo aprovecharlos ahora que aún soy joven, ya que cuando pase los 30 seguramente ya no cuelen. – Esta mañana he pasado por tres casas y estoy un poco cansado, aunque usted no se preocupe, ¡un buen vaso de agua y este hombre le hace el trabajo de fontanería que le pida!
-De acuerdo, ven a la cocina – Contestó con una risilla nerviosa.
Me guía por ese pasillo enmoquetado que tan bien conocido tengo ya, con un color violeta intenso que no puede dejar indiferente a nadie. Ya entrados en la enorme cocina la señora me acerca un vaso y una jarra de la nevera.
-Te daría agua del grifo, que tiene un sistema de filtrado por osmosis y está más buena, pero como sabes, la tubería está rota y no sale ni gota. – Me dice mientras me llena el vaso.
-No se preocupe, que se lo arreglaré muy rápido.
Me llevo el vaso a la boca y doy unos cuantos tragos, dejando que “accidentalmente” se me caiga un poco de agua por la comisura de los labios y me moje un poco la camiseta.
-¡Vaya! Soy un poco desastre, menos mal que traigo camisetas limpias en la mochila.
Veo como a la señorita Aurelia se le abren los ojos y me mira la parte mojada con gran interés. ¡Como me gusta provocar esta reacción en las señoras! Verdaderamente me lo paso como un niño pequeño. Entonces, me quito la camiseta y dejo el pecho al descubierto y veo como la señora empieza a mirar de lado a lado nerviosamente. Sé que esto ya es pasarse, pero disfruto un montón de su reacción… y sé que ellas también lo hacen.
-¿Detrás de qué mueble están las tuberías del agua? – Le pregunto
-Detrás de esta puerta. – Me contesta señalándome con la mano los cajones que están detrás suya. Me acerco y me agacho justo enfrente de Aurelia esperando que se aparte, cosa que sé ciertamente que no va a hacer. Entonces acerco mi boca a su muslo derecho y suavemente bajo la cremallera de su falda… y empieza el trabajo.
**********
El aroma del tabaco me embriaga mientras estoy en la cama acostado. ¡Qué bien sienta un trabajo bien hecho! Y más con mujeres como Aurelia, con la que el trabajo se vuelve un puro placer. Después de la faena solemos hablar poco, bueno, más bien yo hablo poco, ya que es ella a la que me cuenta como le va la vida desde el último día que la vi, cómo se comporta su marido con ella, y bla bla bla, mientras yo me fumo un cigarro. Aparte de ser su fuente salvaje de sexo, parece que soy su psicólogo. Mientras me cuenta como llegó su marido borracho a las tantas hace tres días, escuchamos asustados como unas llaves giran en la puerta.
-¡Mierda! ¡Mi marido!
-¿Pero no estaba de negocios? ¿Qué coño hace aquí? – Le pregunto asustado. Aunque seguramente menos que ella, ya que, si nos pillan, la única que tiene algo que perder es ella. A mí cómo mucho me caerán una sarta de insultos, algún golpe y poco más, porque saldré por patas. Nunca me habían pillado, y aunque algún compañero me ha contado alguna experiencia con los maridos de sus “chicas”, como cariñosamente las llamamos, mi momento “pillados en la masa” había llegado.
Rápidamente, Aurelia me esconde debajo de la cama. Qué típico, con lo fácil que sería meterme en el baño, vestirme otra vez de fontanero y hacer como que arreglaba algo. La situación no dejaría de ser rara, ya que Aurelia se tendría que poner un camisón, pero al menos su marido no llegaría a pensar que se estaba tirando al fontanero. ¿Cómo iba a salir ahora yo de debajo de la cama y en cueros?
-¡Mamá soy yo! ¡Hemos cerrado antes en la tienda y te he venido a ver!
¿Hola mamá?...¡¡¿Hola mamá?!! Estaba preparado para encontrarme al marido, ¡pero no a su hija! ¡De esta situación nadie me había hablado antes!
-¡Hola hija! ¡Espera, que estoy en el cuarto vistiéndome, que me acabo de levantar de la cama!
¡Pero como dices eso mujer! Son las seis de la tarde y… ¿te acabas de levantar de la cama?…
-¡Joder mamá! ¡Tus siestas de cada vez son más largas!
Menos mal que la hija se lo toma con humor… No me había dado cuenta de que la voz de la hija me sonaba mucho, tenía la sensación de que la conocía… no se… supongo que será una chica joven, y cómo muchas tienen tonos de voz similares…
-¡Ja ja ja! Es que me he tirado en la cama a ver una película con el DVD que me regaló tu padre, y me he quedado frita. ¿Y qué dices Lorena, que has cerrado antes? ¿Y eso?
-Pues que…
-¡¿Lorena?!
¡Mierda! ¡Se me ha escapado en voz alta! Espero que no me haya oído ¿Pero cómo es posible que esta Lorena sea mi Lorena? A ver que mire un poco. ¡Pues sí que es Lorena! No puede ser… ¡No puede ser que me esté tirando a mi suegra! Bueno, formalmente hablando, ya que hace sólo un mes que salimos y no me ha hablado mucho de sus padres, ni siquiera el nombre, cosa que ya me hubiera ahorrado este marrón.
-Mamá, ¿qué a sido eso?
-¿El qué hija?
-Alguien ha dicho mi nombre. Y parecía un tío.
-Debo haber sido yo, que cuando me levanto de dormir ya sabes que se me pone la voz un poco ronca.
Menos mal. Ojala esto ya se acabe pronto. ¿Es qué no se la puede llevar a hablar a la cocina o al salón? No, tiene que quedarse en el cuarto haciendo el paripé.
¡Miau!
¿Un gato? ¿Desde cuándo Aurelia tiene gato?
-¡Hola guapo! ¿Cómo está mi nene?
Veo como Lorena lo acaricia, pero el puñetero gato parece que no está para mimos y pasa de ella. ¿A dónde va tan decidido? ¡No! ¡No vengas a olisquear debajo de la cama! ¡Qué me dan alergia los gatos! ¡Por favor! ¿Alguien puede cogerlo? Como me pillen yo no se qué cara voy a poner…
-¡¿Dónde vas tú?! - Aurelia le corta el camino con la pierna - ¡Lorena te tengo dicho que no dejes pasear al gato por toda la casa! Que luego me llena toda la moqueta de pelos.
-Jolín mamá, pobre animal, déjalo que estire un poco las patas, ¿no ves que se pasa todo el día metido en la galería? Debe de estar cansado de ver a la vecina de enfrente pelando patatas.
-Venga Lorena, coge el gato y vámonos de aquí. Vayamos al salón, y dejemos que la habitación se airee un poco y salgan los malos espíritus.
Esto último lo ha dicho con un rintintín que no importa ser filósofo para pillarla. Aurelia me está allanando el camino para que me vaya de esta casa pitando.
-¿Qué me estás contando de malos espíritus mamá? ¿Otra vez mirando los DVDs de Cuarto Milenio? Mira que te tengo dicho que ese programa es basura. Que el Iker ese está un poco grillado y ya ve fantasmas hasta en los congelados del súper.
Lorena dice algo más mientras coge el gato y sale por la puerta, seguida de Aurelia que mira un poco de reojo hacia la cama. Ya han salido. Espero un poco para oír que se asientan en alguna parte de la casa y poder ir saliendo… Creo que ya está. Oigo una televisión de fondo y a ellas dos hablando. Deben estar en el salón, así que empezaré a salir de aquí sin hacer ningún ruido.
Ya estoy de pie. ¡Qué incómodo es estar ahí debajo, todo lleno de pelusas! Antes que nada voy a mirar en el armario si hay alguna ropa del marido porque paso de salir a la calle desnudo. A ver qué hay… pues un montón de trajes negros y camisas blancas. Este Saturno Polilla debe ser más soso… Me pongo un pantalón y una camisa y salgo de la habitación un poco agachado. Paso por delante de la puerta del baño y sigo por el pasillo. Ya me encuentro en la parte más crítica, tengo que pasar por delante de la puerta del salón donde están ellas dos hablando. Me agacho del todo para poder observar un poco como están situadas, no sea cosa que ahora me pillen. A ver… perfecto, están sentadas en el sofá, y como da la espalda a la puerta puedo pasar sin problemas, y la puerta está aquí, justo delante mía. ¡Allá voy!
¡Cabum!
¡Mierda! ¡Me acabo de tropezar con el bolso de Lorena! ¿Por qué siempre dejará las cosas por el suelo esta tía?
-¡Mamá! ¡Hay un tío ahí tirado! ¡¿Qué hacemos?!
-Tranquila hija, es el fontanero.
Ya me habían visto, ya está, todo a tomar viento. Creo que lo mejor va a ser levantarme y salir corriendo de allí.
-¿Qué me estás contando de qué es el fontanero? ¡Si va de traje!
-Es que es un fontanero de los que hacen inspecciones.
-¡¿Qué?! ¿Y entonces qué hacías tirada en la cama durmiendo la siesta? Espera…
Nuestras miradas se acaban de encontrar y veo la sorpresa en su cara. Estoy acostumbrado a que las chicas me miren con otro tipo de sorpresa en su cara pero esta…
-¡¿Alex?! ¿¡Eres tú Alex!?
-Hija, ¡no me digas que tú también llamas a este tipo de gente!
-¿¡Pero qué me estás contando mamá!? ¡¿Alguien me puede explicar que está pasando?! ¡Alex! ¡Habla de una puñetera vez!
Nunca había sentido tanta vergüenza. No sé qué decirle a Lorena.. No puedo ahora mismo ni mirarla a la cara. Y Aurelia está más roja que una señal de Stop. Después de esto creo que será hora de hacer una ficha con los datos de todas mis clientas, incluyendo datos de los familiares y mapas de las casas… ¡y de saber cómo se llaman las madres de mis novias!
El trono maldito - Antonio Piñero y José Luis Corral
que sólo con el título me estaba esperando este final 
