El heraldo de Occidente escribió:Frontera franco-suiza, 20.30 horas post meridian del 20 de julio del año 2021 después de Cristo. Ciencia: arte de lo posible. "Ich darf" kantiano sin límites, omnímodo. Lo decisivo es: "podemos hacerlo". Vamos a jugar a ser dioses-piensan los expertos-. Sí, van a recrear el big bang que alumbró este Universo en constante expansión. Las consecuencias no cuentan.El gran arcano de la Creación va a ser descubierto, en esa lucha infatigable del hombre por dominar la salvaje naturaleza.
Del mismo modo que ni Dios podría hundir el Titanic, y el mismo fue engullido por las aguas, el acelerador, al poco de ser puesto en marcha, ha provocado...
Una extraña distorsión en el continuo espacio-tiempo, y un vacío de materia oscura está arrasandolo todo, lentamente.
Dos superhéroes lo han advertido. Son mutantes. Una avanzadilla de lo que será la especie humana dentro de cinco siglos (si sobreviviera...). Hombre y mujer, ying y yang, ella es un ángel rubio y él parece un diablo travieso de ojos de acero. Son más fuertes y más inteligentes que el resto, y advirtieron con su precognición antes que nadie la destrucción que se estaba abiendo paso en el planeta. Parecía un terrible castigo a la soberbia humana. En cuestión de minutos, no quedará nada. Queda muy poco tiempo, están haciendo complicados cálculos para invertir el proceso, las ecuaciones se resisten. Las personas, los lugares, desaparecen como si nunca hubieran existido. Los ojos del mundo están puestos en ellos. Se les ha pasado por la cabeza destruir la máquina, pero no están seguros de si eso podría ser aun peor.
Están trabajando ambos a pleno rendimiento, y...
Ven la sombra acercarse a ellos...
Sí, el tiempo se ha acabado del todo. En su condición de héroes casi de Cómic, se miran a los ojos sin el menor atisbo de miedo, y...
Ellos, la última esperanza de salvar el mundo, se deshacen como papel de fumar bajo el fuego...
Werner tenía una gran capacidad de convicción. Él fue el que impulsó el proyecto. Las probabilidades de que fallara eran, como se dice en Física, "despreciables", por infinitesimales. Lo que podía ganarse a cambio era de un valor incalculable, y no sólo en lo personal (el premio Nobel y la gloria: pasar a la Historia y no morir en la conciencia colectiva jamás), sino también en lo social. Descubrir cómo se pasó de la explosión primigenia a la construcción de todo lo demás, a una escala diminuta e inocua, y así saber cómo eran las primeras partículas que llenaron todo el espacio de vida. Crear antimateria para descubrir el surgimiento de la materia.
Lisa no compartía su optimismo. Mantenía un secreto "affaire" con el apuesto director de investigaciones científicas, pero pese a ello, era toda una profesional y no perdía la objetividad. Lisa creía casi supersticiosamente en "la mala suerte", y no veía ninguna posibilidad de fracaso como "descartable". Ella, ni alta ni baja, ni gruesa ni esbelta, un modelo de normalidad en todo, hasta en sus ojos oscuros como una noche sin fin y en su cabello castaño de rojizos reflejos producidos por el secador de pelo, creía en Dios. Años de misterios que el Universo exhibía ante sus inquisitivos ojos racionalistas, la habían conducido al más acendrado y no fanático catolicismo:
-¿Por qué la religión católica, Lisa? -inquirió el agnóstico Werner-
-Primero he de contestarte que porqué Dios, Werner. Tengo ya casi cuarenta años, y toda una existencia dedicada a estudiar los arcanos del mundo. Y Einstein tenía razón, Werner: "Dios no está jugando a los dados con el Universo". Hay un orden racional en todo increíble: que hace que los planetas no colisionen entre sí ni varíen sus órbitas... Y hay más: Como decía Kant, vemos la realidad con el prisma de nuestra limitada mente. Aplicamos a la naturaleza conceptos dicotómicos, reduccionistas, encorsetadores: vida-muerte, creación-destrucción, etc. Bien, el Universo no entiende de estas nociones: nacimiento y muerte se confunden, Werner, son la misma energía. Nada nace o muere estrictamente, sino que todo se transforma. Todo es energía fluyendo. Dios existe.
-Bien razonado, pero... ¿Por qué la Iglesia católica?
-Sólo es una intermediaria con lo insondable, y puestos a escoger, qué mejor que escoger la historia más bella de todas
Y Lisa, guapa en su absoluta normalidad, se asió la cruz cristiana que llevaba al cuello desde que se convirtió con inusitada fuerza.
Tenía miedo. El ser humano-pensaba-, se cree, cuando traza un plan, que todas las variables están bajo control, que todo está calculado, y... La Naturaleza misma lleva milenios desmintiéndole... Lisa piensa, pero no se atreve ni a decírselo a sí misma, que jugar a ser como Dios no sólo es peligroso, sino materialmente imposible... Lisa, como Kant, cree que la mente humana puede conocer muy poco "el noúmeno" o lo que es lo mismo, "la realidad en sí misma"
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El acelerador de partículas se puso en marcha tal como estaba previsto. Al principio, Werner sonrió, parecía que todo iba bien. Incluido el pequeño agujero negro que se formó.
Pero Lisa, en su intuición femenina, entrevio algo que él no. Y se quedó mirando como hipnotizada, con sus ojos espantados, el micro-agujero. Y es que todo lo que no es sólido tiene más tendencia a la entropía, meditó la avispada científica. Y no vio en el agujero creado por el hombre el mismo orden que intuía en el Universo. Sí: estaba tendiendo al caos. Luego se tranquilizó a sí misma: "no pasa nada, Lisa, el desorden será igual de pequeño que el propio vacío de antimateria, proporcional a sus dimensiones, no puede ser de otra manera"
Pero la humilde Lisa era mucho más sabia en su humildad que su compañero, el soberbio director del proyecto. Y no hay caos pequeño ni vacío despreciable...
Pues...
El caos creado por el ser humano empezó a crecer
Lisa tembló. Pensaba que era una alucinación suya. Las partículas, aparte de haber sido aceleradas, estaban entrando en una especie de caos... ¿creativo? Sí, pero... ¿qué crearían? No se sabía lo que podía pasar hasta que no se experimentaba, y ya su profesor de la Universidad decía siempre (¡ah, el viejo profesor!), que los experimentos siempre habían de hacerse con gaseosa... Nunca con champán del caro.
Ella sabía que en el espacio exterior creación y destrucción se confundían de un modo que ninguna mente humana podía asimilar...
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Cuando Julen y Astrid eran tan sólo unos niños, fueron tomados inicialmente por superdotados. Él, austríaco, y ella, francesa, fueron llevados en sus respectivos países a escuelas de educación especial. Bien era cierto que sus cocientes intelectuales eran muy superiores a la media, pero había aun más.
Las teorías de Jurgen Arden sobre la evolución humana fueron en un principio motivo de burla, como le pasó a Darwin. Pero ellos dos las corroboraron "de facto". Por fin habían nacido "dos mutantes". Sí, ellos dos encarnaban un nuevo prototipo de ser humano. Se dio a conocer la noticia al mundo. Y dejaron de estudiar en países separados y fueron, con todo pagado, a Nueva York, quedando bajo la tutela de los EEUU de América. Sí, esos dos chicos representaban el futuro de toda la Humanidad. Según el evolucionismo ardeniano, en aproximadamente 500 años toda la especie humana sería como ellos dos.
Bien pronto descubrieron su propia soledad. Nadie era como ellos. Ellos tenían capacidades casi de superhéroe y heroína de cómic, respectivamente. Bien es sabido que el ser humano utiliza una pequeña parte de su cerebro, y ellos utillizaban casi la mitad del mismo. Tenían precognición, podían anticiparse a algo antes de que sucediera. Según la complejidad del texto que se les diera, podían leerlo y estudiarlo casi simultáneamente. Su sistema inmunitario era taumatúrgicamente perfecto: se recuperaban dos veces antes que cualquier otro humano, y enfermaban mucho menos. Podían hacer gimnasia incluso 6 horas seguidas y sus cuerpos se cansaban como si sólo hubieran hecho hora y media. Sí, eran especiales. El Gobierno estadounidense los mimaba a ambos con celo.
Y descubrieron la sexualidad juntos.
Ambos eran unas fieras sexuales. Hasta en el terreno instintivo eran distintos al resto. Pero Astrid, clavaba sus ojos de aguamarina en los castaños desvaídos de él con romanticismo y dulzura. Él, se limitaba a disfrutar de su amistad y a desearla, pero despreciaba toda efusividad romántica o todo vuelo de la fantasía.
Ellos supieron antes que todos los demás habitantes de la Tierra la distorsión en el continuo espacio-tiempo que había creado el acelerador. Con su capacidad sensorial percibieron el principio del caos con anticipación. Una vez que se destruyeron Francia y Suiza, como si nunca hubieran existido, el presidente del gobierno, un hombre de raza negra, salió en televisión enviando a todo el planeta un mensaje de esperanza. Astrid y Julen podían lograrlo. Sí, eran ambos como esa encarnación en la realidad de los héroes de Cómic a los que tan afectos eran los americanos.
¡Tenían que lograrlo!
Los demás países de la vieja Europa estaban empezando a desaparecer.
Astrid y Julen tenían ¿minutos? para salvar el mundo. Todas las miradas estaban puestas en ellos. Ecuaciones que se resistían. No sabían si detener la máquina podía ser aún peor.
Pero ambos detectaron también por adelantado algo en lo que nadie reparó. No sólo se estaba expandiendo el vacío flameante y destructor... También estaba...
Creciendo el propio sol.
Astrid, un ángel francés rubio de mirada infinitamente dulce, y Julen, un diavolo austríaco de expresión sempiternamente acerada e indiferente en su exorbitante realismo, se miraron sin el más mínimo temor. Y como azúcar y sal, respectivamente, se deshicieron bajo el fuego serenamente...