CRI: Melodía para dos -Minea
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CRI: Melodía para dos -Minea
Melodía para dos
Caminaba en la oscuridad. La música del piano iba dibujando el paisaje a su alrededor. Se dejaba llevar. Ahora se imaginaba un salón barroco repleto de mujeres enfundadas en aparatosos vestidos, esperando a sus parejas para salir a danzar. Empezó a bailar junto a ellos, notaba su corazón galopar al ritmo de las notas, cada vez más deprisa, y entonces un repentino silencio le envolvió.
Abrió los ojos y volvió a la habitación de paredes amarillas, se incorporó en la cama y pegó la oreja a la pared. Oía su voz, hablaba con alguien. Quizás había sonado el teléfono, no podía decirlo con seguridad, pero lamentó el silencio.
Alfonso no sabía nada de música, apenas sabía distinguir entre las famosas sinfonías de Beethoven y Las cuatro estaciones de Vivaldi, el resto se le escapaba, entonces ella apareció en su vida. Se había mudado hacía pocos días y Alfonso conoció a su piano antes que a ella. Ni siquiera sabía cómo se llamaba. La había visto una vez, al cruzarse en la puerta del ascensor, y tras un escueto saludo, cada uno siguió su camino. Pero sin quererlo se había instalado en su vida a través de su música.
La primera vez que la oyó tocar, tenía una cerveza en la mano y la angustia en el pecho. Le acababan de despedir del trabajo, la crisis, le dijeron, había que reducir puestos y le tocó a él. Pensaba, y su cabeza siempre volvía a que sería difícil encontrar otro trabajo con rapidez y entonces las notas llegaron a él, graves, tristes, o eso le pareció. Cuando terminó la melodía, las lágrimas bañaban su cara, pero se sentía más tranquilo, el nudo del estómago se había disuelto en sus mejillas.
A los pocos días Elena, su novia, lo dejó. La rutina, le dijo, las mariposas en el estómago se habían convertido en dolores de cabeza, la casa se le caía encima, era joven, quería vivir y sentía que él le ahogaba.
En dos días recogió su ropa y se marchó. Sentado en el sofá, Alfonso la miró, y en cuanto se cerró la puerta que le separaría de Elena, la música empezó a sonar, trágica pero al mismo tiempo balsámica.
A partir de ese momento la música fue su consuelo, su vía de escape y su momento favorito del día, porque ella solo tocaba durante una hora al final de la tarde, seguramente para no molestar a los vecinos.
Alfonso miró la hora, no sabía por qué se había detenido tan bruscamente, ni si en verdad había sido a causa del teléfono, pero ya no tocaría más ese día.
Se levantó y encendió el ordenador en busca de una melodía que al menos se pareciera a la que ella tocaba, pero no la encontró. Decidió intentarlo con otra diferente. Cerró los ojos dispuesto a dejarse llevar… No funcionaba. No sabía decir lo que estaba mal, pero no era lo mismo, probó otras canciones, todas con el mismo resultado.
¿Sería ella la diferencia? Se preguntó. La magia debía desprenderse de sus dedos, se contestó al día siguiente mientras la escuchaba de nuevo. Acarició la pared con la palma de la mano, deseando verla además de escucharla.
Intentaba recordarla, el pelo castaño por debajo de los hombros, la piel clara llena de penas, los ojos… No recordaba el color de sus ojos, así que la imaginó con los ojos cerrados, dejándose llevar por la música como solía hacer él, y entonces se le ocurrió que tenía que conocerla. Una persona que era capaz de conmoverle de esa manera debía ser una persona muy especial, inteligente y con una gran sensibilidad.
Alfonso le escribió en una tarjeta “eres una gran artista” y la tiró inmediatamente, eso no era lo que quería expresar, escribió otra “tú música cura mi alma” que fue a acompañar a la primera al cubo de la basura. La tercera escribió “mi momento favorito del día es cuando te escucho tocar”. Pasó la tarjeta por debajo de la puerta y cuando llegó la hora en que ella solía volver de trabajar, se asomó por la mirilla. Esperó mientras abría la puerta, cogió la tarjeta y cerró tras ella. Alfonso no pudo ver la expresión de sorpresa en su rostro, pero se regocijaba en pensar que tarde o temprano llamaría a su puerta para agradecerle el gesto, hasta que unos minutos más tarde se dio cuenta de que no había firmado la nota. Sonrió a pesar de todo. Eso le daba un aspecto misterioso y romántico al asunto.
Poco a poco se fue ilusionando. Empezó a buscar trabajo con ahínco, quería ser mejor persona, sentía mariposas en el estómago, se sorprendía sonriendo sin saber la razón. Se enamoró de ella a través de su música. Se imaginó una vida junto a ella, una vida llena de melodía, pero antes tenía que conocerla.
Eligió una partitura para dejársela frente a su puerta, pero esa vez Alfonso quería estar presente cuando la interpretara, ese día llamaría a su puerta.
Observó por la mirilla como recogía los papeles, y la vio sonreír antes de cerrar la puerta. Alfonso se alisó la camisa lo mejor que pudo y salió al descansillo, respiró profundamente antes de apretar el timbre con dedos sudorosos. Esperó. En su mente se repetían una y otra vez las palabras que le diría cuando abriera la puerta, y se imaginaba que ella le sonreiría, tal como la había visto hace un rato. Le dejaría pasar, por fin la vería además de escucharla. Continuó esperando mientras sentía que perdía la serenidad.
Iba a apretar el timbre de nuevo cuando sonó el teléfono de su propia casa. Miró la puerta cerrada y con un gesto de desesperación volvió a la habitación de paredes amarillas. Si ella hubiera abierto la puerta, Alfonso nunca habría cogido el teléfono, y no hubiera escuchado la voz de Elena al otro lado.
-¿Alfonso? Soy yo. Me preguntaba cómo estabas… Bueno, en realidad, tengo que hablar contigo, ¿podríamos ir a tomar un café?
Alfonso guardó silencio, pensando en negarse, hasta que Elena le dijo que era importante y le rogó con un por favor.
Una hora más tarde Alfonso no estaba en la habitación de paredes amarillas, y no escuchó el piano que tocaba para él. El Claro de Luna de Debussy, esa era la partitura que había dejado en su puerta, y que estuvo sonando durante una hora, esperando, quizá, ser interrumpida por el sonido del timbre.
Mientras tanto, Alfonso y Elena estaban sentados en una cafetería, ella lloraba, arrepentida por haberse marchado. Lo echaba de menos. Él cogió su mano y la apretó suavemente. La perdonó. No podía negarle la vuelta a su vida, aunque eso significara dejar atrás la melodía.
Caminaba en la oscuridad. La música del piano iba dibujando el paisaje a su alrededor. Se dejaba llevar. Ahora se imaginaba un salón barroco repleto de mujeres enfundadas en aparatosos vestidos, esperando a sus parejas para salir a danzar. Empezó a bailar junto a ellos, notaba su corazón galopar al ritmo de las notas, cada vez más deprisa, y entonces un repentino silencio le envolvió.
Abrió los ojos y volvió a la habitación de paredes amarillas, se incorporó en la cama y pegó la oreja a la pared. Oía su voz, hablaba con alguien. Quizás había sonado el teléfono, no podía decirlo con seguridad, pero lamentó el silencio.
Alfonso no sabía nada de música, apenas sabía distinguir entre las famosas sinfonías de Beethoven y Las cuatro estaciones de Vivaldi, el resto se le escapaba, entonces ella apareció en su vida. Se había mudado hacía pocos días y Alfonso conoció a su piano antes que a ella. Ni siquiera sabía cómo se llamaba. La había visto una vez, al cruzarse en la puerta del ascensor, y tras un escueto saludo, cada uno siguió su camino. Pero sin quererlo se había instalado en su vida a través de su música.
La primera vez que la oyó tocar, tenía una cerveza en la mano y la angustia en el pecho. Le acababan de despedir del trabajo, la crisis, le dijeron, había que reducir puestos y le tocó a él. Pensaba, y su cabeza siempre volvía a que sería difícil encontrar otro trabajo con rapidez y entonces las notas llegaron a él, graves, tristes, o eso le pareció. Cuando terminó la melodía, las lágrimas bañaban su cara, pero se sentía más tranquilo, el nudo del estómago se había disuelto en sus mejillas.
A los pocos días Elena, su novia, lo dejó. La rutina, le dijo, las mariposas en el estómago se habían convertido en dolores de cabeza, la casa se le caía encima, era joven, quería vivir y sentía que él le ahogaba.
En dos días recogió su ropa y se marchó. Sentado en el sofá, Alfonso la miró, y en cuanto se cerró la puerta que le separaría de Elena, la música empezó a sonar, trágica pero al mismo tiempo balsámica.
A partir de ese momento la música fue su consuelo, su vía de escape y su momento favorito del día, porque ella solo tocaba durante una hora al final de la tarde, seguramente para no molestar a los vecinos.
Alfonso miró la hora, no sabía por qué se había detenido tan bruscamente, ni si en verdad había sido a causa del teléfono, pero ya no tocaría más ese día.
Se levantó y encendió el ordenador en busca de una melodía que al menos se pareciera a la que ella tocaba, pero no la encontró. Decidió intentarlo con otra diferente. Cerró los ojos dispuesto a dejarse llevar… No funcionaba. No sabía decir lo que estaba mal, pero no era lo mismo, probó otras canciones, todas con el mismo resultado.
¿Sería ella la diferencia? Se preguntó. La magia debía desprenderse de sus dedos, se contestó al día siguiente mientras la escuchaba de nuevo. Acarició la pared con la palma de la mano, deseando verla además de escucharla.
Intentaba recordarla, el pelo castaño por debajo de los hombros, la piel clara llena de penas, los ojos… No recordaba el color de sus ojos, así que la imaginó con los ojos cerrados, dejándose llevar por la música como solía hacer él, y entonces se le ocurrió que tenía que conocerla. Una persona que era capaz de conmoverle de esa manera debía ser una persona muy especial, inteligente y con una gran sensibilidad.
Alfonso le escribió en una tarjeta “eres una gran artista” y la tiró inmediatamente, eso no era lo que quería expresar, escribió otra “tú música cura mi alma” que fue a acompañar a la primera al cubo de la basura. La tercera escribió “mi momento favorito del día es cuando te escucho tocar”. Pasó la tarjeta por debajo de la puerta y cuando llegó la hora en que ella solía volver de trabajar, se asomó por la mirilla. Esperó mientras abría la puerta, cogió la tarjeta y cerró tras ella. Alfonso no pudo ver la expresión de sorpresa en su rostro, pero se regocijaba en pensar que tarde o temprano llamaría a su puerta para agradecerle el gesto, hasta que unos minutos más tarde se dio cuenta de que no había firmado la nota. Sonrió a pesar de todo. Eso le daba un aspecto misterioso y romántico al asunto.
Poco a poco se fue ilusionando. Empezó a buscar trabajo con ahínco, quería ser mejor persona, sentía mariposas en el estómago, se sorprendía sonriendo sin saber la razón. Se enamoró de ella a través de su música. Se imaginó una vida junto a ella, una vida llena de melodía, pero antes tenía que conocerla.
Eligió una partitura para dejársela frente a su puerta, pero esa vez Alfonso quería estar presente cuando la interpretara, ese día llamaría a su puerta.
Observó por la mirilla como recogía los papeles, y la vio sonreír antes de cerrar la puerta. Alfonso se alisó la camisa lo mejor que pudo y salió al descansillo, respiró profundamente antes de apretar el timbre con dedos sudorosos. Esperó. En su mente se repetían una y otra vez las palabras que le diría cuando abriera la puerta, y se imaginaba que ella le sonreiría, tal como la había visto hace un rato. Le dejaría pasar, por fin la vería además de escucharla. Continuó esperando mientras sentía que perdía la serenidad.
Iba a apretar el timbre de nuevo cuando sonó el teléfono de su propia casa. Miró la puerta cerrada y con un gesto de desesperación volvió a la habitación de paredes amarillas. Si ella hubiera abierto la puerta, Alfonso nunca habría cogido el teléfono, y no hubiera escuchado la voz de Elena al otro lado.
-¿Alfonso? Soy yo. Me preguntaba cómo estabas… Bueno, en realidad, tengo que hablar contigo, ¿podríamos ir a tomar un café?
Alfonso guardó silencio, pensando en negarse, hasta que Elena le dijo que era importante y le rogó con un por favor.
Una hora más tarde Alfonso no estaba en la habitación de paredes amarillas, y no escuchó el piano que tocaba para él. El Claro de Luna de Debussy, esa era la partitura que había dejado en su puerta, y que estuvo sonando durante una hora, esperando, quizá, ser interrumpida por el sonido del timbre.
Mientras tanto, Alfonso y Elena estaban sentados en una cafetería, ella lloraba, arrepentida por haberse marchado. Lo echaba de menos. Él cogió su mano y la apretó suavemente. La perdonó. No podía negarle la vuelta a su vida, aunque eso significara dejar atrás la melodía.
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.
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- Emisario
- No tengo vida social
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- Ubicación: Perdido en una nebulosa, en busca de un quásar, cualquiera en realidad...
Re: CRI - Melodía para dos
Éste es uno de los que me ha encantado, la imagen tras la muralla, (la imagen mental, por supuesto), el imaginarse lo que ocurre, el enamorarse sin haberla visto, no realmente. Me duele que la terminase de ésa manera, daba para más, me hubiese encantado que no la cortaras tan abruptamente.
Te felicidades al autor/a. me ha gustado mucho.
Te felicidades al autor/a. me ha gustado mucho.
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Re: CRI - Melodía para dos
Lo único que no me ha gustado es el final, porque no se entiende que la ex vuelva y mucho menos que el protagonista decida irse con ella. Pero es un detalle menor.
- joserc
- GANADOR del IV Concurso de relatos
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- Ubicación: Madrid
Re: CRI - Melodía para dos
Está bien escrito y totalmente dirigido a la temática del concurso. El final es, para mí al menos, previsible. Será porque los hombres somos enamoradizos y volátiles.
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Re: CRI - Melodía para dos
Bueno...
¿La verdad? No me lo creo, lo siento. Es que una no es romántica ya, no es por otra cosa, ojo. Lo declaro "sin ambages", o al menos no a este nivel de romanticismo.
El final sí es altamente predecible, real como la vida misma y verosímil, en mi opinión.
El lenguaje está bien, cuidado. Está hecho el relato con esmero y pulcritud, lo que es plausible y meritorio. Le faltan diálogos, en mi opinión, y algo más de movimiento, es muy estática. Me recuerda a "Sueños eléctricos", si bien, en esta película, es ella la que teniendo novio se enamora de la música de él, y... se va con él. Final también creíble, pues las mujeres sí que arriesgamos de este modo...
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¿La verdad? No me lo creo, lo siento. Es que una no es romántica ya, no es por otra cosa, ojo. Lo declaro "sin ambages", o al menos no a este nivel de romanticismo.
El final sí es altamente predecible, real como la vida misma y verosímil, en mi opinión.
El lenguaje está bien, cuidado. Está hecho el relato con esmero y pulcritud, lo que es plausible y meritorio. Le faltan diálogos, en mi opinión, y algo más de movimiento, es muy estática. Me recuerda a "Sueños eléctricos", si bien, en esta película, es ella la que teniendo novio se enamora de la música de él, y... se va con él. Final también creíble, pues las mujeres sí que arriesgamos de este modo...
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Re: CRI - Melodía para dos
Recién leído mientras me cocino unas lentejas nocturnas.
Me ha parecido muy breve y muy intenso. Quizás así se acentúa más la sensación de ruptura. Me ha gustado, aunque no me ha dado tiempo de labrar una sensación más duradera. Pero me gusta el enfoque y lo que cuenta. Es un relato de amor, o de desamor, o de actualidad pura y dura, donde no hay respuestas fáciles y nadie nos dice a la oreja lo que debemos hacer. Los cuentos de magia siempre están al otro lado de una puerta que no abrimos.
Enhorabuena.
Me ha parecido muy breve y muy intenso. Quizás así se acentúa más la sensación de ruptura. Me ha gustado, aunque no me ha dado tiempo de labrar una sensación más duradera. Pero me gusta el enfoque y lo que cuenta. Es un relato de amor, o de desamor, o de actualidad pura y dura, donde no hay respuestas fáciles y nadie nos dice a la oreja lo que debemos hacer. Los cuentos de magia siempre están al otro lado de una puerta que no abrimos.
Enhorabuena.
Re: CRI - Melodía para dos
Katia, qué curioso el vídeo, aunque no he entendido el papel que juega el pez..
Re: CRI - Melodía para dos
A mi me ha gustado mucho. En estos temas siempre le dejo la iniciativa a mi estómago, si el sabor del relato permanece tiempo en mi boca y de vez en cuando vuelve a mi mente, ya no le doy más vueltas, tiene algo que me ha atrapado.
Imagino al personaje masculino escuchando tras la pared esa melodía, siempre a la misma hora, esperándola, dejándose invadir por ese bálsamo curativo, y pienso que es posible enamorarse de esa forma. El amor tiene muchos caminos.
El final también lo encuentro acertado, ya digo que en la vida los finales no siempre son felices. Pero seguramente ella y su melodía permanecerán siempre en algún lugar de la memoria de él.
Pues eso, felicidades.
Humilde opinión.
Imagino al personaje masculino escuchando tras la pared esa melodía, siempre a la misma hora, esperándola, dejándose invadir por ese bálsamo curativo, y pienso que es posible enamorarse de esa forma. El amor tiene muchos caminos.
El final también lo encuentro acertado, ya digo que en la vida los finales no siempre son felices. Pero seguramente ella y su melodía permanecerán siempre en algún lugar de la memoria de él.
Pues eso, felicidades.
Humilde opinión.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
Re: CRI - Melodía para dos
Es muy bonita, aunque quizá demasiado breve, no se entretiene en describir demasiado, es como si pasase muy por encima de la historia y los sentimientos.
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Re: CRI - Melodía para dos
Éste, sin llegarme a entusiasmar, me ha gustado bastante.
La atmosfera que crea la música está lograda y el final me ha parecido genial. Es como si después de hacernos volar con la magia de la música nos hiciera volver al mundo real. La imagen de ella tocando el piano mientras él está en la cafetería con su ex novia me ha parecido lo mejor del relato. (Además, el tema que toca me ha parecido un gran acierto).
Quizás técnicamente sea mejorable, pero transmite lo que quiere transmitir.
Enhorabuena al autor
La atmosfera que crea la música está lograda y el final me ha parecido genial. Es como si después de hacernos volar con la magia de la música nos hiciera volver al mundo real. La imagen de ella tocando el piano mientras él está en la cafetería con su ex novia me ha parecido lo mejor del relato. (Además, el tema que toca me ha parecido un gran acierto).
Quizás técnicamente sea mejorable, pero transmite lo que quiere transmitir.
Enhorabuena al autor
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Re: CRI - Melodía para dos
Jaja, huy, pues yo no me he fijado en el pez, Isma. Jaja. Mira, esta película, "Sueños eléctricos", muy ochentera, aprovecho para recomendártela, Isma. Me ha recordado este texto vagamente a ella porque en la misma la música también juega un papel "celestino" importante. Además, mira que canción más bonita:Isma escribió:Katia, qué curioso el vídeo, aunque no he entendido el papel que juega el pez..
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Re: CRI - Melodía para dos
Me ha gustado el papel que el autor da a la pianista por encima de las piezas musicales que ella toca. El hecho de que Alfonso no sepa (casi) nada de música, que haya escuchado las piezas antes pero que haya sido la interpretación de esa persona determinada la que le haya tocado. A mí me cuesta mucho apreciar y distinguir el trabajo de los intérpretes en la música clásica cosa que no me pasa con la ópera así que este punto me ha llamado la atención.
También me gusta como se puede mantener una interacción entre dos personas que no se conocen a través de los objetos: un piano, una partitura, una nota... Yo hubiera querido un desarrollo más lento y largo de ese punto, pero eso es potestad del autor.
El final también me parece un acierto. De alguna manera el relato empieza con un despertar de Alfonso y acaba con uno del lector.
También me gusta como se puede mantener una interacción entre dos personas que no se conocen a través de los objetos: un piano, una partitura, una nota... Yo hubiera querido un desarrollo más lento y largo de ese punto, pero eso es potestad del autor.
El final también me parece un acierto. De alguna manera el relato empieza con un despertar de Alfonso y acaba con uno del lector.
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Re: CRI - Melodía para dos
Si verás que me voy a poner tierno y todo. La verdad es que esa década, la de los ochenta, tuvo una magia que nos marcó a todos.Katia escribió:Jaja, huy, pues yo no me he fijado en el pez, Isma. Jaja. Mira, esta película, "Sueños eléctricos", muy ochentera, aprovecho para recomendártela, Isma. Me ha recordado este texto vagamente a ella porque en la misma la música también juega un papel "celestino" importante. Además, mira que canción más bonita:Isma escribió:Katia, qué curioso el vídeo, aunque no he entendido el papel que juega el pez..
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Gracias por el vídeo
Re: CRI - Melodía para dos
Me ha gustado bastante este relato. Es tierno, emotivo y con un final tan triste...
Tengo que decir que me ha emocionado algo y, con el final, se me han revuelto las tripas. Esa manera de sentir la magia rota, la ilusión perdida... Tremendo golpe.
Eso sí, resulta algo lento y he echado en falta algo más de demostración de sentimientos. En ese aspecto se queda un poco corto. Pero claro, si ya me ha emocionado así, no quiero ni pensar qué me hubiera sucedido con más pasión!
Enhorabuena
Tengo que decir que me ha emocionado algo y, con el final, se me han revuelto las tripas. Esa manera de sentir la magia rota, la ilusión perdida... Tremendo golpe.
Eso sí, resulta algo lento y he echado en falta algo más de demostración de sentimientos. En ese aspecto se queda un poco corto. Pero claro, si ya me ha emocionado así, no quiero ni pensar qué me hubiera sucedido con más pasión!
Enhorabuena
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- jilguero
- Vivo aquí
- Mensajes: 22365
- Registrado: 05 Abr 2010 21:35
- Ubicación: En las ramas del jacarandá...
Re: CRI - Melodía para dos
Un relato muy agradable, que se lee bien, absolutamente creíble y con un final parcialmente magnifico. Y digo lo de parcial porque lo que me parece muy bueno y muy adecuado a un relato romántico es esa melodía sonando una y otra vez para él, cuando él ya no está. Lo otro, lo de la novia lloriqueando, ya no me parece tan magnífico. Y bueno, como virtudes, que me lo he creído, que me ha emocionado en algunos momentos, que se lee fácil, que es una historia nada pretenciosa pero que tiene su aquel. Como fallos, quizás que va demasiado rápido, que las mariposas empiezan a revolotear demasiado pronto en su estómago.
Y puestos a elegir, mejor que haya seguido con su novia y al menos le quede siempre la ilusión de que en la vida existen mejores partituras para tocar. Y le agradezco al autor que no nos haya hecho entrar en el piso de al lado para escuchar las frases de todos ya conocidas. ¡Muy bien! Nos has dejado también a nosotros con la ilusión...
Y puestos a elegir, mejor que haya seguido con su novia y al menos le quede siempre la ilusión de que en la vida existen mejores partituras para tocar. Y le agradezco al autor que no nos haya hecho entrar en el piso de al lado para escuchar las frases de todos ya conocidas. ¡Muy bien! Nos has dejado también a nosotros con la ilusión...
Última edición por jilguero el 16 Oct 2011 20:54, editado 1 vez en total.
¿Qué me está pasando? Las cavilaciones de Juan Mute
El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)