CPVII: El viento y las palabras - Nínive

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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Eyre
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CPVII: El viento y las palabras - Nínive

Mensaje por Eyre »

El viento y las palabras

El viento mistral cogió fuerza mientras atravesaba la meseta castellana, ondulando los campos de trigo dorado a su paso. Barrió las calles casi desiertas de un pueblecito empedrado, desordenando cabelleras y batiendo contraventanas mal aseguradas.
Llegó hasta los pinares de tierra arenosa, notando aún el sabor a sal marina en los retazos que iba abandonando mientras perdía intensidad.
Poco a poco fue prestando más atención a las criaturas a las que envolvía. Conocía bien a los árboles centenarios que se dejaban mecer a su voluntad, y a los pequeños animales que correteaban a su paso. No habían cambiado demasiado en su memoria.
Sin embargo, los humanos le intrigaban. Ruidosos y volubles. Evolucionaban tan rápido que no había tenido mucho tiempo de estudiarlos detenidamente.
Se escondían en casas donde él no podía entrar y cubrían sus cabezas con esmero para que no pudiera tocarlos cuando estaba en plena ebullición de energía.
Mistral recordó que internándose más al sur se podría encontrar con Levante. Su calidez hacía que hubiera tenido más contacto con los humanos que él. Quizá podría preguntarle un par de cosas para saciar su curiosidad.
Soplando apenas para impulsarse, ya tan lejos de la costa, se internó poco a poco buscando terrenos más templados.
Sí, allí estaba, notaba la presencia húmeda de un mar que él poco frecuentaba, la calidez de otras tierras en sus ondulaciones.
Levante se alegró de verle. Era raro que los dos vientos se encontraran en aquellos tiempos, y se enlazaron ávidos de noticias.
En la quietud de un valle, amansados por un momento, Mistral expuso su curiosidad sobre los humanos.
- Una especie interesante, la verdad- repuso Levante. – En mis viajes he visto y oído muchas cosas sobre ellos. Pero, sinceramente, me desconciertan. Aunque sus palabras me resultan divertidas.
- ¿Divertidas?- Se asombró el viento del Norte.
- Es como un juego. Los humanos viven a través de ellas, a veces capto una conversación y luego sigo a los protagonistas a través del tiempo. Es curioso cómo cambian su historia dependiendo de sus intereses…
- Vaya! Has picado más mi curiosidad. ¿Y cómo atrapo una conversación?- Se interesó Mistral.
- Con una palabra que te llame la atención basta. Una que no comprendas, o que te suene bien….o mal….
- Levante, me has dado algo con lo que entretenerme. Ya te contaré, hermano mío.
Giraron entonces, intercambiando soplos de olores diversos, de arena y madera seca, de cereal y piedras de río, despidiéndose de nuevo con un ligero pesar en su abrazo.
Deambuló entonces nuestro frío viento entre los humanos y sus pueblos, desde la costa hacia el interior, saboreando palabras, manteniéndolas suspendidas unos segundos hasta encontrarles significado.
Siguió a los gobernantes de los hombres. Y se maravilló de su elocuencia. Atrapó miles de discursos que conjuraban torbellinos de pasiones. Pero pronto advirtió que sus palabras no se mantenían en el tiempo. Morían con cada vuelta del destino, se desdecían mientras él terminaba un remolino.
Aprendió a temer la palabra “Guerra”. Siempre seguida de dolor y muerte, y cenizas que le entorpecían el paso y una sensación de vacío por todas partes. Siguiera a quien siguiera que hubiera pronunciado esa palabra, la desgracia le acompañaba.
Un día, mientras viajaba ligero en pos de unos caballos de batalla, oyó a lo lejos un eco de campanas y cascabeles. Se acercó para ver cómo el sonido de una risa cristalina como un arroyo salía de la boca una niña de cabellos oscuros y grandes ojos de sol.
Absorto, revoloteó a su alrededor y sopló, haciéndole entrecerrar los ojillos y sujetarse el vestido firmemente. La niña reía divertida mientras jugaba con otro niño a perseguirse, haciendo quiebros con sus pequeñas piernas para despistar a su oponente. De pronto, el niño tropezó y cayó de rodillas. Los sollozos no se hicieron esperar, desgarraron el oído de Mistral, y éste ya se alejaba cuando cesaron de repente. La niña estaba abrazando al herido, y le daba un beso en la rodilla lastimada, calmando su dolor, consolando su pena.
El viento se maravilló de la facilidad en que había desaparecido el dolor, y siguió su camino.
Siguió entonces los versos de los poetas enamorados, espió a los amantes, acunó las promesas de amor que se dedicaban, aprendiendo el significado de “para siempre” y “eterno”. Aunque al seguir en sus vidas, también supo de los celos, y el engaño, de las palabras que hieren y del vacío de la ausencia. Y se entristeció por ello.
Pensó entonces en aquella niña de la risa de plata y recorrió la estepa buscándola. No sabía exactamente por qué quería verla, pero la frustración de no comprender la palabra “amor” le producía cierta picazón en sus corrientes y añoró la paz que había sentido en el corto momento en que la conoció. ¿Habría encontrado ella el amor? ¿Lo habría perdido?
Y de pronto allí estaba. Enmarcada en una ventana levemente iluminada. Con las mejillas arreboladas, poco quedaba de aquella niña que corría jugando. La mujer aún mantenía la dulzura de aquellos ojos color miel que ahora se perdían en un bulto que se removía en su regazo.
Mistral observó la escena hechizado. La caricia leve de la mano de la madre en la suave piel pálida del recién nacido, la búsqueda innata de su boca hacia el pecho descubierto del que manará el alimento. Y la mirada de íntima comunión con el hombre sentado a su lado, de esperanza, de miedo, de confianza.
El viento se escabulló sin ruido para no despertar al bebé, con la sensación de haber observado algo demasiado privado incluso para él. Y continuó su búsqueda de nuevas palabras.
Estudió a los creadores de grandes historias, intrigado por su búsqueda de la “inmortalidad”. Les observó en su trabajo y les sostuvo en sus esperanzas. Fue su aliento y a veces trasladó veloz a las musas en su grupa. Esperó agradecimiento, pero se dio cuenta de que sólo tenían lealtad para con sus letras.
Mistral estaba un poco decepcionado. Tanto tiempo tratando con los hombres y poco sabía de ellos. Seguían siendo impredecibles y volubles. Sus pasiones se inflamaban y apagaban a más velocidad de lo que él llegaba a comprender. Lo único que era inamovible es que la muerte, inexorable, se llevaba al final a todos los hombres, sabios o no.
El viento inició el camino de vuelta hacia la costa, cansado de tratar de entender. Subió las colinas y se dejó caer por las laderas, arrastrando cualquier cosa que no estuviera anclada a la tierra.
Volvía a ser libre para recorrer los caminos y mecer los campos en flor, para levantar espuma en las olas y remolinos de arena en la playa.
Pero antes, se quiso despedir de la mujer de los ojos de sol. Había sido la que le había regalado los únicos momentos de certidumbre en ese mundo tan confuso.
Pero cuando llegó a su lado, ya era tarde. Aquella mirada luminosa se había apagado para siempre. Una multitud se congregaba alrededor de su cuerpo sin vida. Todos la lloraban, y él se enfureció por un momento y quiso convertirse en huracán para acabar de una vez. Porque sentía que había perdido algo antes siquiera de empezar a conocerlo. Porque ya no oiría aquella risa de plata, ni vería esas manos de suaves caricias. Y mientras su vida transcurría, él corría detrás de las palabras de otros hombres, cuando ni siquiera había podido escuchar el sonido de su voz.
Empezaba a desatar su furia, cuando se encontró con unos iris dorados que contemplaban tranquilos los primeros embates de su poder.
Recordó entonces al niño que vio nacer y cómo ella lo había acunado en su regazo. Y el huracán se tornó en brisa para acariciar sus cabellos con ternura.
Mistral renunció a volver a su frío mar un tiempo, y se quedó entre la gente del pequeño pueblo. Jugó con sus niños, meció las cosechas, ahuyentó las plagas de insectos y refrescó los duros veranos.
Pasaron los años y aprendió a amar a aquellos hombres sencillos, herederos de la mujer de la mirada brillante. Su historia se entrelazó con la de ellos y se volvió húmedo y templado con los años. “Abrego” le llamaban los lugareños y a él le gustó su nuevo nombre.
Un día, Levante fue a su encuentro. Tanto tiempo sin saber de su hermano le había preocupado.
Le encontró colocando con un soplo unos pétalos rosáceos sobre un montículo de tierra.
- ¡Mistral! Por fin te encuentro. ¿Qué estás haciendo?- Preguntó con curiosidad.
- Una ofrenda para alguien que me enseñó mucho.- Repuso aquel.
- Te noto cambiado. Ya no eres aquel terrible viento del norte.
- Abrego me llaman los humanos de estas tierras ahora. Llevo un tiempo entre ellos.
- ¿Encontraste lo que buscabas?- Levante estaba cada vez más asombrado.
- Busqué las palabras y recorrí grandes distancias. Seguí a los gobernantes, poetas, guerreros y enamorados. Conocí grandes historias, grandes guerras y mentiras. Llevé discursos importantes sobre mis hombros.
- ¡Vaya! Has conseguido más de lo que querías.- Se admiró el viento del sur.
- No. No quería nada de eso. Me dejé arrastrar por las palabras, y descuidé lo verdaderamente importante. Eso es lo que me enseño ella -Mistral señaló al montículo.- Que los hombres están hechos de luces y de sombras, que lo que perdura es lo que sienten y lo que hacen sentir, que la inmortalidad se alcanza con un legado que no está hecho de palabras, sino de actos, porque, amigo mío, las palabras, al fin al cabo, se las lleva el viento.
Levante se alejó entonces y dejó a su hermano colocando suavemente las últimas flores sobre la tumba.
Con un último soplo que inundó todo de sabor a sal, desapareció mientras la tarde caía sobre la meseta castellana.
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xabeltrán
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Re: CPVII: El viento y las palabras

Mensaje por xabeltrán »

¡Muy bueno! Me ha gustado mucho. :D De momento, mi preferido. (Sólo he leído 6, pero bueno. :lol: )

Me parece un completo acierto la personificación de los vientos, que hace posible la interacción entre éstos y los humanos. Es una relación muy tierna y fugaz, pero harto interesante.

Sólo me ha fallado la puntuación de los diálogos y algún error tonto que es, seguro, un despiste. A pesar de estos pequeños fallos, es un relato muy bien escrito y cuidado. ¡Enhorabuena! :60:
Katia
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Re: CPVII: El viento y las palabras

Mensaje por Katia »

El viento y las palabras.

Jooo, ¡me ha encantado! :128: Delicioso cuento que aúna filosofía, belleza y dulzura. Romántico, casi impresionista (hecho de pinceladas más que de trazos firmes). Pues sí, voto ganador por ahora, porque además transmite muy buenos valores, y sí, la Psicología (he empezado en dicha Carrera universitaria) nos confirma que las palabras son quizá lo menos importante a la hora de comunicarnos. Muchas gracias por esta pequeña-gran joya literaria. Muchísimas felicidades :D Para ti:


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Saber
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Re: CPVII: El viento y las palabras

Mensaje por Saber »

Mientras leía los relatos, iba anotando un pequeño resumen del mismo, de modo que pudiera recordarlo perfectamente a la hora de comentar, junto con la valoración que hacía del mismo. En esas notas no tengo ningún resumen del tuyo, ya que sabía que no lo olvidaría. Sólo tengo escrito: "Tremendo, por ahora el mejor" xD. Muchas gracias por el relato, lo disfruté muchísimo.
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Berlín
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Re: CPVII: El viento y las palabras

Mensaje por Berlín »

A mi este relato me hace sentirme muy humilde en las letras. Sólo tengo una palabra para definirlo: hermoso.

A tus pies. Felicidades y un abrazo.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Desierto
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Re: CPVII: El viento y las palabras

Mensaje por Desierto »

Un relato de belleza innegable y formalmente correcto. Se lee con facilidad y tiene una estructura adecuada para la historia que pretende contar. A mi, de todos modos, me falta una cosa: personaje. El viento como protagonista me resulta un tanto impersonal. Supongo que en estos relatos alegóricos es muy difícil conseguir lo contrario, no se puede tener todo.

Buen trabajo.
Es el terreno resbaladizo de los sueños lo que convierte el dormir en un deporte de riesgo.
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andres451
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Re: CPVII: El viento y las palabras

Mensaje por andres451 »

Justo leí el relato de la personificación del mar. Tengo que decir que entre esos dos, me quedo con el otro. Aún así este me gustó.
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elultimo
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Re: CPVII: El viento y las palabras

Mensaje por elultimo »

Menos mal que ya empieza a vislumbrarse alguna joyita como esta. :60:. Sólo puedo decir que me ha encantado. Se me ha hecho tan agradable de leer, los vientos parecen tan humanos, cada uno con las características propias del clima que provocan... que me he quedado con ganas de más.

Lo del viento y las palabras y que las palabras se las lleva el viento, no lo he pillado hasta el final y cuando se explica he podido entender mucho mejor el significado del relato.

Después de leer esto, uno se cuestiona por qué ha decidido presentarse al concurso y aceptar un reto que, mientras sigan presentándose relatos como este, es muy difícil vencer. Esto me anima a esforzarme más en mis próximas historias.
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sergiocossa
Me estoy empezando a viciar
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Re: CPVII: El viento y las palabras

Mensaje por sergiocossa »

La personificación de objetos o elementos no es fácil de llevar. Creo que el autor lo logra en este relato, el cual como cualquier otro, puede ser mejorado.
Yo revisaría el uso de algún lugar común: “cristalina como un arroyo” y algún cambio de tiempo verbal. También, si no interpreto mal, hay una contradicción con eso de acunó las promesas de amor y la frustración de no comprender la palabra “amor”.
El resto, de muy buen gusto y bien narrado.

Un saludo.
Sergio Cossa
De lo que escribimos hace años también se vive.
https://sergiocossa.blogspot.com/
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jarri el sucio
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Re: CPVII: El viento y las palabras

Mensaje por jarri el sucio »

Relato que deja buen sabor de boca pero que a mi personalmente no me ha enganchado. Reconozco que es ameno de leer y admiro el trabajo y cariño que hay puesto en él. Lo mejor: La personificación, muy acertada, de los vientos con sus características intrínsecas. Lo peor: Quizás intenta abarcar demasiado y sacar conclusiones en exceso importantes.
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Gavalia
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Re: CPVII: El viento y las palabras

Mensaje por Gavalia »

EL VIENTO Y LAS PALABRAS Lo he visto como un enorme poema. una oda al viento y a los sentimientos. Es una belleza por entero además de estar bien escrito. Enhorabuena comp@
En paz descanses, amigo.
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imation
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Re: CPVII: El viento y las palabras

Mensaje por imation »

Bonito, poético, delicado, sensible, tierno, quizás demasiado en alguna ocasión, igual es por lo etéreo del protagonista, pero se me venían a la cabeza nubes de algodón de azucar. Recuerda una fábula. Lo único que me ha chirriado un poquito son las partes de los diálogos, como metidas un poco con calzador.

Pero tiene algunas imágenes con el viento paseándose muy bonitas, dan ganas de que te roce el viento en la cara y te alborote el pelo :D .
Leyendo: Ensayos, George Orwell.


"Se dispersa y se reúne, viene y va", Heráclito.
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Nínive
Arquera
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Re: CPVII: El viento y las palabras

Mensaje por Nínive »

Necesita una revisión por algún fallo y estoy deacuerdo con Imation en que los diálogos podrían haberse escrito de otra manera.
Por lo demás, el relato me ha gustado.
Sigue trabajando :60:
Siempre contra el viento
Gisso
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Re: CPVII: El viento y las palabras

Mensaje por Gisso »

Si antes ha sido el mar, ahora le toca al viento :o . Me encantan esta clase de historias, tan mágicas, tan extrañas, dando ser y alma. Es un hermoso cuento de palabras y vientos, de búsquedas. Me ha encantado esa frase de Mistral al final. Un hermoso relato, gracias por compartirlo :60: . Imagen
Última edición por Gisso el 28 Abr 2012 19:00, editado 1 vez en total.
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joserc
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Re: CPVII: El viento y las palabras

Mensaje por joserc »

Impresionante relato. Me ha emocionado como hacía mucho que no me emocionaba leyendo. La verdad que no sé qué decir, no tengo palabras. Una maravilla que merece una relectura tras de otra.

Autor, lo siento, pero no puedo encontrar nada que pueda decirte para que lo mejores, porque es inmejorable. Me rindo absolutamente ante este relato, un claro, clarísimo ganador. Lo de mejor de lo mejor, solo por este escrito ya merecerá la pena pedir el recopilatorio.

Gracias, de verdad.
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