Arte efímero - Reb Copdo

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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Arte efímero - Reb Copdo

Mensaje por lucia »

Arte efímero

Se conocían desde hace muchos años.
Desde que ambos eran jóvenes habían estado juntos. Habían compartido las mismas cosas, los mismos espacios, los mismos problemas.
Habían descubierto juntos los mismos gustos y los mismos placeres.
Y el arte.

Daniel Hart era alto y atlético. De cabello rubio y facciones agradables, estaba siempre en el centro de todas las conversaciones, le gustaba hablar y opinar sobre todos los temas. Su voz sonaba siempre fuerte y clara, y cuando hablaba todos lo escuchaban.

Michael Dubló no tenía las características de Daniel. No es que fuera exactamente lo opuesto, sino que era tan terriblemente común que junto a su amigo pasaba directamente desapercibido. Tenía una alta capacidad tanto matemática como artística, pero no le gustaba opinar, y prefería escuchar a los otros, incluido a Daniel.

Pese a sus diferencias eran amigos desde primer año en la Facultad de Artes, en las clases de Pintura I e Historia del Arte. Sus gustos por el arte eran muy diferentes pero eso les permitía discutir las distintas opiniones. Y a partir de ello se habían hecho amigos.

A medida que avanzaban en la carrera su forma de ver el arte fue cambiando. Daniel se interesó por el uso de computadoras para realizar pinturas, a fin de cuentas desde la mitad del siglo 21, cien años atrás, se utilizaban en forma casi exclusiva. Basados en los fractales, los programas de diseño artísticos utilizaban fórmulas matemáticas para obtener imágenes pictóricas. Daniel se hizo un experto en el uso del software que permitían obtener un cuadro a partir de la programación matemática.

—Michael –explicaba Daniel cuando se reunían a preparar algún trabajo– estos programas han superado los de diseño gráfico, ahora podemos obtener una pintura de un árbol por ejemplo a partir de ecuaciones matemáticas.
—No me interesa ese tipo de pintura –aclaraba Michael. Pero Daniel insistía
—Tienes que probarlo. Es fantástico, puedes programar como quieres que se vea tu árbol.
—Pero entonces no es tuyo –le respondía invariablemente Michael.
Michael también se dedicaba a la pintura, pero sobre telas y con acuarelas. El sentía que sus manos tenían que crear la imagen del árbol que veía dentro de él.
—Pero es lo mismo Michael –insistía Daniel cuando su amigo exponía sus argumentos–. Son mis manos las que introducen las ecuaciones para obtener la imagen que tengo en mi cabeza.
—Las ecuaciones matemáticas responden a tu cerebro –sostenía Michael–, mis pinturas salen de mi corazón.
Las discusiones no se resolvieron porque ninguno de los dos estaba dispuesto a cambiar su opinión. Fueron avanzando en la facultad, cátedra a cátedra, sosteniendo cada uno en forma más fuerte su punto de vista. Daniel se especializaba cada vez más en el uso de ecuaciones de fractales; el conjunto de Mandelbrot, sucesiones, las funciones holomorfas y los conjuntos de Julia significaban más para él que conceptos como estética, luz y espacio. Los resultados de sus trabajos eran espectaculares, y era capaz de crear muchas obras distintas y de alta calidad en poco tiempo. Sus profesores alentaban sus esfuerzos, inmensamente orgullosos del genio matemático de su alumno.
Mientras tanto, día a día, Michael dejaba las matemáticas de lado y se afanaba con sus pinceles para producir las obras exigidas en las cátedras.
Y las discusiones continuaban cada vez que se encontraban.
—La matemáticas de fractales es muy sencilla Michael –insistía Daniel–, deberías probar. Tú sabes mucho de matemática. Podrías hacer muchas más obras de arte.
—Lo siento Daniel, pero mi respuesta es no. Las imágenes que obtienes con matemática son solo eso, imágenes. No son arte.

Pero la realidad parecía darle la razón a Daniel. Una vez recibidos ambos Daniel fue contratado por una empresa de publicidad que había quedado impresionada por su habilidad para crear imágenes a partir de las ecuaciones matemáticas que introducía en la computadora. Pronto sus imágenes fueron famosas, reconocidas en todo el mundo y disponibles a través de Internet para cualquiera que quisiera descargarlas.

Michael en cambio tuvo que contentarse con un cargo de vendedor ya que su especialización en pintura sobre tela no le interesó a ninguna firma. Trabajaba doce horas por día y en sus ratos libres seguía pintando. En un mundo sumamente tecnificado, en donde las computadoras y los robots eran parte normal y activa de la vida laboral y social, las pinturas sobre tela de Michael eran casi un anacronismo.

Sin embargo ambos eran felices, cada uno en su realidad. Se mantenían en contacto en forma permanente, y casi todos las semanas se juntaban a conversar, y siempre el arte y la pintura era su tema de conversación.
—Tienes que aceptarlo Michael –decía Daniel– mis pinturas son aclamadas por todos y soy famoso.
—Eres famoso –respondía Michael–, pero no son tus pinturas. Son de la computadora
—Cuando aprenderás –insistía Daniel – que la máquina no pinta, soy yo. Ella es solo una herramienta, como tu pincel.
—No Daniel, yo sostengo el pincel y puedo ir viendo como se va perfilando la imagen. Tú introduces un conjunto de ecuaciones que mágicamente la computadora transforma en una imagen ya terminada. ¿Como puedes creer que esa imagen es tuya y no de ella?
La discusión se repetía siempre, y no había forma que ninguno pudiera convencer al otro acerca de las razones que esgrimía.

En otro momento que se vieron Daniel intentó mostrar otros argumentos a favor de su arte.
—Michael, tu trabajo es muy artesanal, pintas un árbol en el tiempo en que yo puedo hacer cien árboles distintos.
Como una repetición de la primera discusión, siempre el ejemplo era un árbol
—Es cierto Daniel –respondía Michael –yo solo hago un árbol, pero lo veo surgir de la nada. Es mío.
—Al mundo no le sirve que hagas un árbol en el tiempo que podrías hacer cien imágenes diferentes. Eso se llama productividad
—A mí me interesa –respondía Michael–, eso se llama arte

Los años pasaban, seguían siendo amigos, se seguían viendo, y seguían discutiendo. Daniel era cada vez más famoso y más rico. Tenía su propia agencia de publicidad y cientos de empleados trabajando en las matemáticas fractales. Mucho de ellos eran robots diseñados específicamente para programar ecuaciones fractales. Sin embargo nadie, humano o robots, podía siquiera parecerse a él. Era el genio y el artista más famoso. Y Michael seguía siendo un simple vendedor que pintaba por hobby.

Pero la fama y el dinero no le servían ya a Daniel. El necesita convencer a Michael. No le bastaba saber que su trabajo era lo más aclamado en todo el mundo. Necesitaba que su amigo reconociese que su arte era tal, por lo que enfocó el tema no desde la imagen sino del conocimiento matemático.
—El arte está en conocer que fórmulas usar y cuales no –le decía a Michael la siguiente vez que se reunieron–, por eso algunas imágenes son mejores que otras, dependiendo de la calidad de las fórmulas
—No Daniel –respondía Michael– no puedes considerar arte a un conjunto de fórmulas. Es matemática, no arte, no la puedes colgar en una pared, solo la puedes ver en la computadora.
—Si la puedes colgar Michael –sostenía Daniel–, ahora puedes tener cuadros digitales, no son impresiones sino el mismo programa montado sobre un i-folio.
—También puedes colgar el monitor de la computadora, pero sigue sin ser arte.

Y la discusión se continuaba manteniendo, cada argumento que Daniel expresaba era invariablemente rechazado por Michael, que no podía ver ni entender lo producido por una computadora. Y su conclusión sobre el tema siempre dejaba a Daniel furioso.
—Cualquier persona que aprecie la belleza –decía Michael– compraría un cuadro hecho con un pincel, no un cuadro de ecuaciones matemáticas.

Y allí terminaba siempre la discusión: no importaba ni la fama de Daniel ni sus millones, la belleza y el arte estaban en el pincel. De hecho, en ninguno de los grandes museos se exhibían pinturas basadas en fractales, y la gente aún hacía cola para ver la Mona Lisa en el Louvre o la Capilla Sixtina en el Vaticano. Y aunque Michael no utilizaba esos datos como parte de su argumento, Daniel lo sabía y sentía que nunca iba a poder ser reconocido por su amigo. Tenía que hacer algo para cambiar eso.

Utilizó sus influencias, gastó parte de sus millones y logró organizar en Nueva York una exposición de arte digital. Alquiló la galería de arte más grande de la ciudad, invitó a los artistas más conocidos, muchos de ellos sus empleados, utilizó todo el poder de su agencia de publicidad para promocionar el evento, contrató el mejor servicio para hacer de la inauguración lo más recordado del año y anunció la venta de todas las obras exhibidas.
E invitó a Michael a presentar también sus obras.
Michael aceptó agradecido la oportunidad. Tenías tres obras que creía eran buenas y las envío a la Galería para su exhibición. Solo tres, entre cientos y cientos de los otros artistas.

El evento fue realmente espectacular. El público respondió a la invitación en un número mayor de lo esperado. Personalidades famosas y gente común se presentaban ansiosas de ver lo último en arte. Recorrían las salas, comentaban los diferentes estilos, opinaban sobre uno u otro cuadro. Bebían champagne y comían caviar y analizaban las distintas obras.
Daniel estaba eufórico. Todos lo saludaban y le felicitaban. Su fama aumentaba a cada segundo. Pero esperaba algo más. Esperaba que compraran sus cuadros. Habían establecido un sistema en donde quien quisiera comprar alguna de las obras expuestas debía dejar indicado cuanto deseaba pagar por ella, y luego se les entregaría al que más ofreciera. Daniel estaba seguro que este sistema de compra-remate mostraría la calidad de su arte. Sabía que sus cuadros eran los mejores de todos los exhibidos. Mientras paseaba por la galería, aceptando cumplidos y alabanzas, sus ojos recorrían las diferentes obras expuestas, catalogándolas en forma inmediata en superiores o inferiores a las suyas. Todas eran inferiores.
En un rincón de una de las salas vio las pinturas de Michael. Eran pequeñas y casi pasaban desapercibidas entre las otras. Daniel se acercó a verlas y no pudo dejar de sonreír. Una de las pinturas era de un árbol. Se veía sereno, apacible, pero vivo. Sin embargo su mente no tardó en catalogarla: inferior.

Las horas fueron pasando, el público fue cambiando pero lentamente el caudal de personas fue disminuyendo. Cerca de las dos de la mañana los últimos visitantes se retiraron y era hora de cerrar la exposición. Daniel le pidió a su amigo que se quedase, era el momento de analizar las ventas y disfrutar el triunfo de su larga discusión. Nadie más quedaba en la galería ya que hasta los empleados del servicio se había retirado. Juntos se acercaron a la computadora donde estaban registrados los pedidos.
—Y bien Michael –dijo Daniel mientras corría el programa para mostrar la obra más pedida – creo que deberás aceptar la calidad de mi arte.
Giró la pantalla para que tanto él como su amigo pudieran ver los resultados. Sin embargo al verlos pensó que sus ojos le estaban engañando. El cuadro más solicitado era “Árbol” de Michael Dubló. Y los precios que ofrecían eran la mayoría superiores al millón de dólares.
—No puede ser –murmuró Daniel – es imposible, debe haber un error.
Michael no dijo nada. Estaba contento, feliz, pero también entendía lo que sentía Daniel.
—No puede ser –gritó ahora Daniel, furioso.
Arrojó el monitor al piso donde se estrelló resonando en el silencio de la galería. Daniel se puso de pie y dando alaridos empezó a recorrer la galería.
—No puede ser –gritaba– ese árbol no es nada, mis pinturas son mejores
Michael lo seguía sin intentar calmarlo. Entendía que cualquier cosa que digiera sólo haría que su amigo se exaltase más. Fueron recorriendo las salas hasta detenerse frente a los cuadros de Michael.
—Estos cuadros son nada –exclamó Daniel mirando las obras de su amigo– son un chispazo, una gota en un mar, no existen.
—Parece que para algunos sí –no pudo contenerse Michael– no sólo existen sino que el árbol vale varios millones
Las palabras de su amigo parecieron romper algo dentro de Daniel. Se acercó a la pintura del árbol, la arrancó de la pared, le quitó el marco y desgarró la tela gritando:
—¡Esta obra es efímera, mis obras son eternas, las puedo hacer tantas veces como quiera, son eternas, estarán siempre en el mundo!
Se volvió hacia Michael y le gritó arrojando a sus pies los restos del cuadro:
—Tus obras son efímeras, tú eres efímero, mis obras y yo existiremos para SIEMPRE…
Mientras Daniel aún hablaba Michael se movió en forma rápida, rodeó a su amigo, lo tomó del cuello e introduciendo una mano por debajo de su cabello arrancó una plaqueta, introdujo sus dedos en el cerebro positrónico de Daniel, retiró unos circuitos y lo desconectó.
El robot Daniel Hart se detuvo.
Michael lo miró de frente
—Te equivocas Daniel, tu obra puede ser eterna, pero tu no.
Arrojó al piso los circuitos, los pisoteó cuidadosamente y se alejó hacia la salida de la galería dejando atrás sus dos obras maestras destruidas.
Tenía trabajo por delante, debía volver a pintar un árbol. Y tal vez, sólo tal vez, construir de nuevo un robot.
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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ciro
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Re: Arte efímero

Mensaje por ciro »

Ya que estoy aquí voy a ir abriendo fuego.
La discursión, que podría ser interesante es muy repetitiva para mi gusto. El final, que supongo, pretende impactar, lo veo poco congruente con el resto del relato. Por lo demás bien.
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Topito
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Re: Arte efímero

Mensaje por Topito »

Este es uno de los relatos que me han gustado bastante. Me ha gustado el tema y el desarrollo de éste. La forma de escribirlo me ha enganchado desde el principio hasta el final. Va a estar entre los que seleccione para ir mirando a cuales doy mi voto.

Por lo que veo mis gustos y los de ciro son opuestos en cuanto a los relatos, jajaja. Así que este ya tiene una crítica favorable y otra no tanto, jejeje.

Gracias por dejarme un buen sabor de boca, autor/a.
Última edición por Topito el 17 Oct 2012 23:33, editado 1 vez en total.
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ciro
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Re: Arte efímero

Mensaje por ciro »

Topito escribió:Este es uno de los relatos que me han gustado bastante. Me ha gustado el tema y el desarrollo de éste. La forma de escribirlo me ha enganchado desde el principio hasta el final. Va a estar entre los que seleccione para ir mirando a cuales doy mi voto.

Por lo que veo mis gustos y los de ciro son opuestos en cuanto a los relatos, jajaja. Así que este ya tiene una crítica favorable y otra no tanto, jejeje.

Gracias por dejarme un buen sabor de boca una ves terminado de leer el relato autor/a.
El primer comentario no es negativo. He hecho dos puntualizaciones y he dicho que por lo demás bien. Es decir de 101 cosas que podría decir solo dos no me gustan. Eso no es una mala critica. :wink:
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Ororo
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Re: Arte efímero

Mensaje por Ororo »

Lo bueno de este relato es la idea que intenta transmitir sobre el alma de lo humano.
Lo malo es que está escrito con frases cortas y demasiado sencillas. Se podría mejorar la redacción y la expresividad de los personajes. Además, durante las primeras dos páginas se repite mucho el debate entre los dos amigos, lo cual ralentiza la lectura y decae el interés lector. Un poco más adelante, por fin, cambia un poco el desarrollo con el evento que plantea Daniel y al final me ha gustado que ganara lo humano (aunque resulta predecible) y que el amigo sea un robot creado por él.
No he visto muchos factores de ciencia ficción a excepción del robot, por lo que también debería estar mejor ambientado.
En general, un relato que necesita mejorar tanto en fondo como en forma.
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Elisel
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Re: Arte efímero

Mensaje por Elisel »

A mí me ha gustado. Creo que los diálogos le dan vueltas a lo mismo una y otra vez, pero no me resulta especialmente molesto. Se supone que los dos amigos discuten con frecuencia sobre el tema. El final ha estado bien.

Como opinión personal, creo que la historia habría resultado más bonita si el pintor hubiera sido el robot y el de las computadoras, humano. Con otro final, claro :mrgreen:
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Berlín
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Re: Arte efímero

Mensaje por Berlín »

Fijaos que a mi lo que me ha quedado bailando en la cabeza tras leer este relato es: la envidia. La eterna e invariable envidia. En este caso la que siente un robot hacia su creador, envidia su sensibilidad, su alma, y creo que lo único que busca es su aprobación, su reconocimiento.
Podría ser una versión de Abel Sanchez del gran Unamuno pero en cifi.
Me gustan los diálogos, el debate constante que mantienen sobre el arte, al final son dos artistas defendiendo su postura.

No me ha gustado enterarme que Daniel es una obra de Michael, puesto que al comienzo del relato el autor nos cuenta que hace tiempo que se conocen, jugando al despiste con el lector.
Creo que está bien escrito, no he encontrado faltas ortográficas, y en definitiva ha sido agradable leerlo.
Gracias al autor.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Nínive
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Re: Arte efímero

Mensaje por Nínive »

Buen giro el del final, consigues un momento dramático dejando de lado tanta discusión entre los amigos (que ya comenzaba a cansar).
El tema en sí no me ha ido mucho, quizá porque me resisto a creer que el arte admite definiciones y formas correctas de hacerlo y mucho menos que sea valorado económicamente.
Una cosa que me ha chocado: Sé que lo has escrito así para la sorpresa del final, cuando se descubre que es un robot, pero ¿pueden aprender juntos el creador y el creado?
Enhorabuena por el relato. :60:
Última edición por Nínive el 18 Oct 2012 16:34, editado 1 vez en total.
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joserc
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Re: Arte efímero

Mensaje por joserc »

Parece que los robots son mayoría en este concurso. En este relato veo un desarrollo científico demasiado largo. En mi opinión, cuando llegamos al punto en el que hay algo de acción estamos un pelín cansados. Creo que se tarda mucho tiempo en que pase algo.

Es solo mi opinión.
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ukiahaprasim
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Re: Arte efímero

Mensaje por ukiahaprasim »

Me ha gustado el tema y su resolucion...

No es muy trascendente en el plano "cientifico", pero se le perdona porque este factor queda en segundo plano pero bien presente, dando ambientación, y se centra más bien en su tema: la naturaleza del arte... (buen recurso para, seguramente, no entrar en terrenos pantanosos no conocidos)

No comparto con Ciro la opinión de que el debate se hace repetitivo....
Es repetido, pero no repetitivo, ya que me parece intencionado: va acumulando carga de previsibilidad para que luego el efecto final sea mas fuerte aún...
Conduce al lector a una conclusión errorea: el artista digital es humano, y el artista clasico un robot... una aparente paradoja que se explica por la atraccion de lo contrario, pero las personalidades dibujan a los personajes haciendote llegar a esa conclusion

La gracia de esa finta y regate al lector, hace que para mi sea perdonable la poca credibilidad de tales roles
Dificilmente un joven puede desarrollar un robot, creativo y personalidad además, sin ser un enamorado de las computadoras y de la faceta artistica que este tipo de creatividad requiere.... lo que hace dificilmente creible su apostasia al arte digital..

Claro que todo esto lo piensas despues... una vez que el relato ya ha cumplido su cometido...
Por cierto que la personalidad de los personajes me vuelve suspicaz hacia su autoria :boese040:
Ukiah
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elultimo
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Re: Arte efímero

Mensaje por elultimo »

Me ha gustado pero sin entusiasmarme. Al final no sé si lo he entendido bien: el humano es el que usa el pincel y el robot las fórmulas para dibujar ¿no? Es que esperaba que fuera al revés, me hubiera parecido un buen giro y hubiese invitado a la reflexión... pero claro, yo no soy quién para rescribir la historia.

En cuanto a lo formal, parece que falten algunas comas y no estoy muy seguro de que algún tiempo verbal sea correcto.
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Topito
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Re: Arte efímero

Mensaje por Topito »

ciro escribió:
Topito escribió:Este es uno de los relatos que me han gustado bastante. Me ha gustado el tema y el desarrollo de éste. La forma de escribirlo me ha enganchado desde el principio hasta el final. Va a estar entre los que seleccione para ir mirando a cuales doy mi voto.

Por lo que veo mis gustos y los de ciro son opuestos en cuanto a los relatos, jajaja. Así que este ya tiene una crítica favorable y otra no tanto, jejeje.

Gracias por dejarme un buen sabor de boca, autor/a.
El primer comentario no es negativo. He hecho dos puntualizaciones y he dicho que por lo demás bien. Es decir de 101 cosas que podría decir solo dos no me gustan. Eso no es una mala critica. :wink:
Bueno... :( no he dicho que sea mala o negativa, sino que no es tan favorable a la mía, pero era por meterme un poco contigo nada más, Jajaja.
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Gisso
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Re: Arte efímero

Mensaje por Gisso »

Opinión personal:

Pues a mí también se me hace repetitiva y algo cansina esa “eterna” discusión. La historia no está mal, pero ese giro final, en vez de sorprender me ha hecho el efecto contrario y tal como empieza, no se me hace muy creíble. No le pillo el gustillo al relato.

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Estrella de mar
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Re: Arte efímero

Mensaje por Estrella de mar »

Pues a mí no me ha resultado cansino en ningún momento. Es más, me ha sorprendido por su dinamismo. :roll:
El final me ha pillao en bragas. :mrgreen: No me lo esperaba para nada, veo que me las cuelan todas. :lol:
Aunque también he de decir que me ha dejado una sensación agridulce, como si estuviera poco trabajado. :roll:
En general, me ha gustado. :402:
Autor/a: gracias por enseñarnos un trocito de tu alma literaria. Que espero que no sea efímera. :lol:
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
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Shimoda
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Re: Arte efímero

Mensaje por Shimoda »

Si bien la propuesta es interesante, no me termina de gustar. Se me hizo largo y tiene algunos fallos de tiempos verbales. Rescato, eso sí, el final inesperado.
Cariños y :60:
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