CN1 - R.I.P. Navidad - Estrella de mar

[lucia]

R.I.P. Navidad

Siempre he pensado que las Navidades son unas fiestas entrañables, donde sale a relucir todo lo mejor de nuestra condición humana. La afectuosa familia se reúne alrededor de una mesa compartiendo suculentos manjares al calor de las risas y los villancicos, se disfruta de las anécdotas familiares como si fuera la primera vez que se escuchan. Es, sin duda, una época maravillosa, que proporciona instantes de placer y deliciosas vivencias, dejando sus huellecitas imborrables en la memoria.



Por ejemplo, es un momento cautivador cuando tu tía abuela comienza a narrar con su característico lenguaje las veces que ha conseguido burlar a la muerte ese año. Las últimas Navidades la tía abuela nos contó que creía tener varios módulos en el pulmón, sumándole que se le había desplazado el esternón varias veces pero se le había vuelto a colocar él solito en su sitio, debido a que siempre ha tenido una contribución resistente. También dijo estar convencida de que no tenía bien la circulación de la vena cariátide, aparte de salir imberbe cuando dos jovencitos del barrio quisieron asaltarla en su casa para, según ella, robarle la caja de las pastillas. No creo que los simpáticos chavaletes, de haber podido con mi tía abuela, fueran capaces de salir corriendo fácilmente con la cajita de doscientas cuarenta y seis pastillas que se toma al mes.

Mi prima aprovechó la anécdota para intentar convencerla de que se fueran a cualquier discoteca prometiéndole que se sacarían para hacer tres cruceros al año. Mi tía abuela rehusó la oferta asegurando que gracias a los medicamentos ella ya viajaba lo suficiente.



Lo más encantador de toda la Navidad es cuando a un familiar payasete le da por amenizarte las Navidades con sus hilarantes bromas.

Imagínate por un momento, lector, a tu primo sirviéndote para cenar vichyssoise de mocos, producidos y expectorados por el benjamín de la familia exclusivamente para ti. O agasajándote el día de Nochevieja con doce ojos de cochinillo de cerdo en lugar de las tradicionales uvas.

Después de esta cena tan apetecible como tronchante, que a mi primo le pareció ingeniosísima, la familia puso el grito en el cielo y le conminaron a que contuviera el instinto de sus chispeantes ocurrencias o se quedaría sin Reyes.

¡Gracias al cielo!, clamé interiormente. ¡Por fin se acabó la desazón de Navidad!

Pero no, si se acabó es que yo soy una osa amorosa. Mi primo eliminó el comportamiento que le hacía disfrutar con la asquerosidad de sus bromas malignas, pero no renunció a su singular manera de mimarme y continuó obsequiándome con su peculiar tradición Navideña. Sólo que, esta vez, en vez de producirme náuseas, lo que anhelaba era ridiculizarme amorosamente para regocijo de toda la familia.



Comenzó con Dirty Dancing, el muy cachondo.

Cuando todo el mundo estaba viendo el mensaje del rey se adueñó del televisor y puso un video de mi infancia en el que se me veía bailando la famosa canción junto al Patrick Swayze de mi colegio. En el momento estelar del baile, cuando yo me aupaba grácilmente apoyándome en sus hombros y mi Patrick me elevaba sobre su cabeza, vino el cachondeíto, pues a sus dos debiluchos brazos no les pareció liviano mi peso. Las carcajadas de mis dulces familiares cuando vieron la descomunal caída y oyeron los consiguientes lamentos del Patrick en miniatura fueron atronadoras. Todos excepto la abuela, todo hay que decirlo. Ella, haciendo alarde de una gran sensibilidad, se quejó porque no había podido ver el mensaje de su Juan Carlitos.

Gracias al entrañable video recordé que mi Patrick estuvo fusilándome con la mirada durante unos cuantos meses en los recreos por haberle luxado las dos muñecas. Es otra cosa buena que tiene la Navidad, te trae a la memoria tiernas anécdotas de la infancia.



Mi primo continuó con su personal demostración de cariño una Nochevieja. Ese año se aprovechó de que mi novio y unas amigas vinieron a cenar con toda la familia para torturarme impunemente ante ellos sin misericordia alguna. (A veces me pregunto si mi primo no será el Vlad Tepes del siglo veintiuno). Estando a la mitad de la cena cambió el cd de villancicos que había estado sonando por otro que dijo haber grabado especialmente para mí. Tragué saliva, siendo consciente de que se estaba fraguando uno de esos momentos en la vida que uno no olvida fácilmente. Y así fue. Mi entrañable primo había grabado una selección de las canciones más vergonzantes que yo escuchaba en mi adolescencia, además de narrar con numerosos y detallados ejemplos las veces que me daba por vociferarlas por todas partes como si nunca hubiera conocido el pudor. La ridiculización fue generalizada y duró toda la velada.

Piensas que la familia te protegerá de las tragedias, que ocultará tus inmundicias, sobre todo en Navidad, pero no siempre es así.



Sin embargo, la tortura de las Navidades pasadas fue la más terrorífica de todas, sin lugar a dudas. La crueldad de su espíritu navideño alcanzó cotas repugnantes. Después de meses y meses, tras una recuperación larga y penosa, logré salir a la calle para visitar a mi abogado y poder desheredarle ipso facto.

Aún hoy me cuesta contar lo que sucedió, pero mi psiquiatra dice que hay que hablarlo para evacuarlo. Aquella noche, sin poder imaginarme yo la magnitud de su maquiavelismo, me pide que lo acompañe a su habitación para escuchar un cd nuevo. Insiste en que si no lo escuchas no puedes estar in. A mí, sinceramente, me importa una mierda si estoy in o estoy out, pero es Navidad y hay que ser amable con los parientes. Nada más entrar en su cuarto recuerdo que mi primo es un ser celosísimo de su intimidad. Cuando era adolescente le añadió una cerradura a la puerta para estar seguro de que sus posesiones no acabaran mancilladas por las zarpas inquisitivas de mi tía, por lo que temo que me encierre con su colosal pitbull, que en vez de un perro, el pobre parece una máquina hecha para odiar extraños.

Pero no, respiro aliviada cuando veo que cierra la puerta sin más, aunque todavía mantengo los dispositivos de alerta encendidos y mi mirada rastrea por toda la habitación en busca de posibles regalitos jocosos.



Mi primo enciende su súper cadena musical, de la que podría estar hablando milenio tras milenio, y si le dejaras sería capaz de enumerarte sin tomar aire todas las increíbles chorraditas que la maquinita es capaz de hacer. En ese momento estamos hablando como dos seres humanos sensatos y racionales, tanto es así que me replanteo si mi primo es de verdad un Neandertal o no. Introduce un cd en la disquetera y coge el mando de la cadena musical. No pude prever la tragedia. Salió precipitadamente de la habitación cerrando la puerta tras él y encerrándome con llave sin que me diera a tiempo a pestañear. Si se hubiera volatilizado, desmaterializándose de golpe y porrazo, no habría podido hacerlo tan rápido. En cuanto me vi sola en su cuarto mi sexto sentido supo que se mascaba mi infortunio. Pero nunca habría podido vislumbrar tal horror. Ni encontrarme al pitbull hambriento de lucha debajo de la cama, o ver salir del armario al abuelo de mi primo con la pandereta hubieran podido igualar lo que ocurrió a continuación.



Nada más salir mi amado pariente oigo una voz femenina recitar un título que me eriza todos los pelos del cuerpo y de la cabeza: “Audiolibro 50 sombras de Grey, por E.L. James”. Mi cerebro, al escuchar ese título, no puede procesar la información que le envía el sentido auditivo. Sin embargo la mujer, ajena a mi bloqueo, ya ha empezado a leer. Tiene una voz parecida a la de Amparo Baró, y lo peor es que intenta imprimirle un torrente de seducción, con lo que la mezcla se convierte en un coctel molotov. Empiezo a no poder pensar con claridad pero soy consciente de que tengo en mis manos una bomba de relojería. Mi mente sólo es capaz de albergar un pensamiento: apaga esa maldita aberración literaria, apaga esa maldita aberración literaria… ¡o te matará! Me dirijo volando hacia la súper cadena, mis manos aterrizan de forma que parecen tener treinta dedos, pulsando todo botón que se les pone por delante. Pero el sonido infernal no cesa. De repente, un recuerdo cruza por mi mente estrepitosamente, veo a mi primo diciéndome: “mira, si aprieto este botón, sólo se puede controlar la cadena con el mando”. Ahora entiendo por qué se ha fugado de esa manera. Con el hilillo de raciocinio que me queda me doy cuenta de que está vengándose de mí porque en su día cuestioné la utilidad de esa función. Está resarciendo a su súper cadena por haberla injuriado con mi estulticia.

Me abalanzo hacia la ventana para pedir ayuda, necesito sacar la cabeza aunque sea y evitar oír más de ese suplicio, no sé si son los nervios o es que mi adorado e ingenioso primo ha manipulado la ventana pero no hay forma humana de poderla abrir.

Me desespero. Me acuesto en el rincón más alejado de la súper cadena de los demonios, tapándome los oídos y acurrucándome como un ovillo. No lo soporto más, esto es una auténtica crucifixión de mente. Comienzo a gritar hasta desgañitarme.



Mientras oigo sus luciferinas carcajadas, disfrutando como nunca, a mí me falta poco para ponerme a llorar como un bebé, clamando por que me den el tiro de gracia.

No sé cuánto tiempo pasa, pero al final la familia le obliga a abrir pensando que alguien me está asesinando, en lo cual no andan errados.



A punto de que me dé una apoplejía irreversible mi primo abre la puerta y desconecta la tortura. Salgo de la habitación en una camilla humana de brazos familiares con el rostro desencajado, moribunda. Y aunque estoy semiconsciente a causa de la tortura, ya tengo la absoluta convicción de que desde ese día en adelante huiré de las Navidades como alma que lleva a mil Satanes juntos.

[ukiahaprasim]

Esta navidad es cruel pero no sangrienta....

No entiendo como ha pasado, como has dejado la oportunidad de empalar al empalador, de torturar al torturador, de filetear - poco a poco, como si de hacer carpaccio se tratara - al primo en cuestion...

Yo hubiera escrito una sonata al son de cuchillas de acero y timbales, con rascar de hojas serradas en huesos al descubierto, para finalizar bailando como un Fred Aster enloquecido chapoteando en los charcos de sangre...

si, yo también he tenido un "familiar gracioso"... y puedo asegurar que quien no lo ha tenido, no conoce en toda su extensión el significado de la palabra odio...

me gusta la ironia del uso del lenguaje de la abuela, la contribucion resistente, la vena cariatide, salir imberbe de un asalto (supongo que con con navaja de afeitar) , y las cincuenta sombras contadas a 50 watios de potencia en cada canal...

De momento tienes mi voto al relato simpatico del concurso...


Ukiah

[Gavalia]

La prota es demasiado buena diría yo. Estaba esperando ver el momento de la venganza, pero no llegó...
No se como se escapó viva la cadena de música. Bueno tampoco tengo muy claro por qué le gusta tanto a la peña el tal Grey. Los conozco peores jajajajaja
Un relato de miedo

[Ratpenat]

¡Qué bien mantienes la atención! Todo muy bien expresado, aunque he visto un paréntesis entre dos puntos, que queda un poco raro. En todo caso enhorabuena en ese punto.
La verdad es que me ha decepcionado un poco, todo hay que decirlo. Aunque comparto el miedo por esa novela, esperaba algo que diera miedo de verdad, pues lo que parecía algo terrible termina pareciendo más un chiste que un relato de miedo. Este habría sido mi preferido, de lejos, si no fuera por eso.
Supongo que habría sido poco creíble que la descuartizaran

[Nínive]

¡Hola amiga de la crueldad!
Un terror un tanto distinto ¿no?
Sobre la redacción nada que objetar. Pero el relato me ha dejado fría. Ya sé que has intentado hacer algo diferente, pero ya sabes, esto es cuestión de gustos.
Sí, es simpático, pero no me resulta hilarante, y de miedo (del miedo que a mi me gusta), no hay nada.
Pero es una cuestión personal, y seguro que otros lectores lo apreciarán mejor que yo.
Enhorabuena socia...

[Berlín]

Anónimo concursante torturado por un primo irreverente y canalla:

Bueno, la verdad es que las navidades de tu prota son de pesadilla, pero ¿en que dulce hogar no hay una abuela enajenada, con la mirada dispersa, carente de dientes, fluida en el verbo, de malos modos dotada y sabedora de todas las frases desafortunadas del mundo?
¿Y en que mesa que se precie no se sienta un cuñado pesado, fanfarrón, que no es de tu equipo de fútbol sino del rival, que además de feo es chafardero y escupe cuando habla? ¡uy! ¿Y quien no tiene una suegra que cuando abre la boca sube el pan de precio? jaja
Bueno ahora en serio, paciente concursante, tu relato me ha resultado entretenido, porque lo que me cuentas me resulta terriblemente familiar. Una cita con la familia que cada año se repite y ¡no hay posible escapatoria!

bien redactado, simpático y agradable de leer, pero de terror sólo he visto lo mucho que se está vendiendo esas "cincuenta sombras de Grey".

un abrazo.

[Yuyu]

Bueno, ,está muy bien escrito y me ha hecho muuuuuucha gracia.Además estoy totalmente de acuerdo con la definición del terror más absoluto planteada en la historia.Fuera de la coña los personajes me parecen muy bien definidos,en poco tiempo ya quieres ponerle una bomba al famoso primo .Felicidades!!!!!!!!

[Lifen]

Este me suena a alguien, a ver si acierto

Y, claro, como estoy pensando de quién puede ser, no me atrevo a juzgar mucho. Sólo diré que no acaba de cuajar lo divertido, es como si le faltara un empujoncillo, todo lo que se cuenta está destinado a que nos haga reír pero conmigo no lo ha conseguido del todo. Quizá la que más gracia me ha hecho haya sido la abuela y sus historias.

Y yo también me esperaba que el primo acabara convertido en chopped o, por lo menos, una pequeña o gran venganza por la bromita, que tampoco está muy al nivel de lo que anteriormente le había hecho. O será que no he leído las sombras de grey y no se calcular bien la gravedad de la situación

[jilguero]

Que el autor tiene prosa de sobra para hacer un buen relato de terror no me cabe duda, pero este le salió más chistoso que asustón. Empecé leyéndolo con interés y una sonrisa permanente, pero tanto el uno como la otra fueron disminuyendo poco a poco. No sé qué esperaba, pero esperaba algo que no llegó.
Pero bueno, lo positivo es que escribes bien y, si la historia me hubiera llegado más, habrias podido estar entre mis relatos a votar.

[Isma]

No, lo siento, no me ha gustado.

Puede ser buena, una narración contada como una confidencia, al estilo chick-lit, como si estuviéramos los dos sentados el uno al lado del otro, el narrador y el lector. Pero se queda corto. Recomiendo el relato de otro forero del concurso del año pasado, Jornada laboral de Arwen_77, para un buen ejemplo de este tipo de estilo.

Y lo que no me convence no sólo está en los fallos que comenta Ukiah, sino en otros detalles. Empezando por el principio, creo que no es buena idea hacerlo con un ejemplo. El relato arranca como una colección de anécdotas y yo, como lector, no sé a dónde se dirigen; bueno, sé que se dirigen vagamente al terror sangriento porque de eso trata el concurso, pero el relato no me da ni pizca de idea. No sé nada del narrador, a pesar de que es el protagonista principal, y tampoco lo veo reflejado en los comportamientos de los demás familiares, salvo como contrapartida a la enfermiza insistencia de ese primo pesado. Si quieres contarme una historia sentados codo con codo tengo que poder ver algo más de ti.

Tiempos verbales. La encerrona transcurre en pasado -hablamos de las navidades pasadas- pero durante el encierro se pasa a narrar en presente. No me cuadra bien, autor, lo siento. Hubiera preferido que hablaras de esta navidad o que lo dejaras todo en pasado. Sin ser un error, el salto me resulta artificial y me saca de la historia. Historia, por otro lado, que es graciosa, y con un enfoque que le podría haber dicho bien pero cuya ejecución a mí no me ha convencido.

Es un buen esfuerzo de relato y creo que con una revisión habría quedado mejor, aunque sólo fuera por las palabras que ya te han indicado. Ojalá que con la próxima historia que lea tuya pueda recostarme en la silla, cerrar los ojos y disfrutar de la historia como si estuvieras contándomela al oído.

Gracias por el esfuerzo y espero que el primo de marras sea inventado.

[Dori25]

Bueno, ha sido divertido, aunque no entiendo porque la prota no desconecta el aparato quitándolo de la corriente eléctrica por ejemplo.
Indudablemente también han sido para ella unas Navidades terroríficas!!!

[David P. González]

El relato está bien escrito y entretiene, pero no me termina de llegar.
Está claro que no da miedo, y más en mi caso, que no he leído el libro y no puedo valorar el alcance de la tortura. Supongo que el autor ha pretendido hacer algo cómico, pero se queda en simpático.
Coincido con Dori: el cable. Seguro que todos hemos pensado en ello. Una idea es usar un equipo Dock para el iPhone o el iPod. Funcionan con batería y se conectan a distancia por AirPlay, es perfecto autor

[kharonte]

Lo siento, no me convence la estructura ni el desarrollo... Isma ya le ha hecho una disección bastante exhaustiva, así que no creo que pueda aportar gran cosa.



Saludos y buena suerte para las votaciones.

[kassiopea]

Bufff... espero que este relato no esté basado en hechos reales, nadie merece un primo así

Pues lo siento, pero no he llegado a conectar del todo con la protagonista, no he logrado meterme en su piel, y eso que el relato está escrito en primera persona... La historia nos hace recordar a todos ciertos episodios parecidos que hemos vivido (siempre hay el familiar cansino y plasta que se sienta a nuestro lado en Navidad y explica chistes que no tienen ninguna gracia), y gracias a eso empatizamos con la protagonista, pero no he logrado sufrir con ella... No sé si me explico... he echado en falta fuerza, emoción, auténtica desesperación que me involucrara de verdad en la historia.

Eso sí, la redacción me parece buena. Escribes bien y creo que está en tu mano hacerlo mucho mejor, autor Tal vez si hubieses escrito un relato en el que te vengaras de ese primo insoportable, como una especie de terapia, habrías llegado a transmitir esa fuerza que sin duda llevas dentro... No sé, tampoco me hagas mucho caso, que a veces se me va la olla
Tan solo es mi humilde opinión

Gracias por compartir esas anécdotas y en especial las de la abuela, que ésas me han gustado mucho Felices fiestas y un cariñoso abrazo navideño

[ciro]

El relato me recuerda muchisimo a cuando leía a Mortadelo y Filemón y en uno de los finales típicos de Ibáñez, acababan torturándolos haciéndoles escuchar atados la última canción del verano. Pues era un final gracioso, pero no muy terrorífico, la verdad. El querido autor@ de este relato no ha tenido ni la precaución de atar a la protagonista. Yo, ante un aparato que no se para, además de desconectarlo de la luz, le pego una patada que me destrozo el pie, pero te aseguro que lo paro . Creo que no va con el concurso.