CV1 Tormenta de verano - Ratpenat
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CV1 Tormenta de verano - Ratpenat
Tormenta de verano
Sandra tamborileaba los dedos sobre el volante de su coche. Conducía algo nerviosa, con la música alta, el aire acondicionado al máximo y pisando con ganas el acelerador. Murmuraba maldiciones contra sus clientes, tratando de desahogarse de un terrible mes de agosto en que le habían denegado las vacaciones. Con menos compañeros, más peticiones y un jefe apremiándola porque no podía ir tan despacio, había conseguido hartarse del trabajo.
Ya era septiembre y justo aquel día empezaban sus vacaciones. Las ganas de llegar se denotaban en aquellos ojos, relucientes de impaciencia y marcados por un mal descanso durante las noches veraniegas, en que el calor y los mosquitos daban buena cuenta de ella. La música terminó y, al mirar la radio subconscientemente, vio que habían pasado veinte minutos desde que saliera de casa. Estaba a mitad de camino y, justo en aquel momento, comenzaba un programa de conversación.
Aunque tenía ganas de música, escuchó un rato, decidiendo si cambiaba o no de emisora. Mientras tanto se rascaba la piel, ausente del sol veraniego de agosto, donde tenía una picadura. Luego llevó su mano a la radio con intención de cambiar. Pero justo cuando tenía el dedo a un milímetro del botón, el tono que tomaba el programa le hizo parar. Hablaban de un concurso de cuentos en el que se enfatizaban las circunstancias geográficas de las diferentes regiones del país. Ella, aficionada a este tipo de literatura, decidió dejar el programa.
Sandra levantó las cejas, sorprendida de la calidad de los relatos. Hablaban del sol de Sevilla, del frío de Salamanca, de la huerta valenciana, del delta del Ebro… Algunos eran divertidos, otros melancólicos. Le encantó uno que trataba la lluvia de Galicia. Por lo que relataba el autor, el buen humor que la gente exteriorizaba se elevaba hasta las nubes, que se cargaban de él. Cuando las nubes tenían suficiente, lo concentraban todo en una única gota, imposible de distinguir de las demás en la precipitación. Si aquella peculiar gota caía sobre un árbol, este florecía; si lo hacía sobre el mar, los peces se volvían más fértiles; y si algún día le cayese una gota de estas a una persona, podría curar su depresión.
No había sonreído en todo el mes de agosto excepto delante de los clientes, con los que tenía que enarbolar falsas sonrisas que terminaban haciéndole sentir molestias en la boca cuando terminaba el día. Aunque creía haberse vuelto huraña, incapaz de mostrarse agradable si no era por obligación, echó una mirada a la radio al terminar aquel relato y, sin darse cuenta, soltó una risita.
El programa finalizó mientras entraba con el coche en la pequeña alquería que había heredado. Respirando con fuerza, aquella región montañosa le resultaba más agradable que la eterna sensación pegajosa de humedad propia de las ciudades costeras. Sin embargo el calor era aplastante, el sol pegaba con fuerza y las chicharras no callaban. Cansada y estresada, decidió meterse en la casa y comer lo primero que encontrara en la despensa.
La casa era antigua y las paredes gruesas, por lo que dentro la temperatura era mucho más agradable. Se sentó en un sillón muy desgastado, con el cojín hundido, y encendió la televisión. Mientras comía almendras, suspiró largamente porque la programación no le gustaba y, girando el cuello, echó un vistazo a la estantería. Buscaba algún libro que no hubiese leído aún, pero se le notaba en la cara un gesto, al torcer el labio, que indicaba la pereza que le daba empezar uno en aquel momento.
La tarde continuaba, mientras Sandra seguía tirada en aquel sofá, mirando aburrida la pantalla. Seguía desinteresada en la televisión, pero era incapaz de levantarse. Las noticias anunciaban lluvias y miró por la ventana. Al ver las nubes, una sonrisita volvió a dibujarse en su cara. Le vino a la mente el relato que había oído por la radio ¿Y si aquello que se había inventado aquel autor era cierto? Recapacitando, pensaba que no siendo gallega, incluso si aquella historia fuera cierta, no funcionaría.
Al esconderse el sol debajo de la capa de nubes resolvió dar un paseo y quitarse el estrés de encima. El aire que venía con aquella cobertura era más fresco y Sandra empezó a pasear tranquilamente. La vista era muy bonita, con las montañas en el horizonte. Más feo era el paisaje a sus espaldas: una carretera, un polígono industrial y algunas casas aquí y allá, que corrompían la visión.
La luz descendía más y más, las nubes se ennegrecían, pero no llovía. Sandra esperaba poder notar la lluvia, tener una mínima posibilidad de que una gota de agua llena de felicidad la tocara. Los campos, los almendros, los pinos, todos estaban ahí, esperando que se les regara. Mirando al cielo, esperaba ver caer alguna gota, pero nada.
—¡Quiero lluvia! —gritó.
Nada. Sandra bajó la cabeza, mirando el suelo blanquecino, adornado con la innumerable hoja de pino, y suspiró. Justo entonces le cayó la primera gota, que recibió justo en su cabeza. La lluvia cogía ritmo y lo notaba en su piel desabrigada. Apenas había empezado a precipitar y cayó una tromba, dejándola tan mojada, que ya no importaba si llegaba a la casa antes o después. Empezó a reír, notando cómo aquel agua le lavaba el estrés que tenía. Gritó. Otro grito y unas risas. Levantó los brazos y trotó por los campos como si estuviera loca. Alzó la cabeza, abriendo la boca, dejando que entrara algo de agua.
Al entrar en la casa, toda empapada, tuvo que secarse y cambiarse de ropa. La sonrisa que mostraba ahora era plena. Lo que hubiera acontecido ya no tenía importancia, ahora empezaban sus vacaciones. Fue a la estantería y eligió un libro.
Sandra tamborileaba los dedos sobre el volante de su coche. Conducía algo nerviosa, con la música alta, el aire acondicionado al máximo y pisando con ganas el acelerador. Murmuraba maldiciones contra sus clientes, tratando de desahogarse de un terrible mes de agosto en que le habían denegado las vacaciones. Con menos compañeros, más peticiones y un jefe apremiándola porque no podía ir tan despacio, había conseguido hartarse del trabajo.
Ya era septiembre y justo aquel día empezaban sus vacaciones. Las ganas de llegar se denotaban en aquellos ojos, relucientes de impaciencia y marcados por un mal descanso durante las noches veraniegas, en que el calor y los mosquitos daban buena cuenta de ella. La música terminó y, al mirar la radio subconscientemente, vio que habían pasado veinte minutos desde que saliera de casa. Estaba a mitad de camino y, justo en aquel momento, comenzaba un programa de conversación.
Aunque tenía ganas de música, escuchó un rato, decidiendo si cambiaba o no de emisora. Mientras tanto se rascaba la piel, ausente del sol veraniego de agosto, donde tenía una picadura. Luego llevó su mano a la radio con intención de cambiar. Pero justo cuando tenía el dedo a un milímetro del botón, el tono que tomaba el programa le hizo parar. Hablaban de un concurso de cuentos en el que se enfatizaban las circunstancias geográficas de las diferentes regiones del país. Ella, aficionada a este tipo de literatura, decidió dejar el programa.
Sandra levantó las cejas, sorprendida de la calidad de los relatos. Hablaban del sol de Sevilla, del frío de Salamanca, de la huerta valenciana, del delta del Ebro… Algunos eran divertidos, otros melancólicos. Le encantó uno que trataba la lluvia de Galicia. Por lo que relataba el autor, el buen humor que la gente exteriorizaba se elevaba hasta las nubes, que se cargaban de él. Cuando las nubes tenían suficiente, lo concentraban todo en una única gota, imposible de distinguir de las demás en la precipitación. Si aquella peculiar gota caía sobre un árbol, este florecía; si lo hacía sobre el mar, los peces se volvían más fértiles; y si algún día le cayese una gota de estas a una persona, podría curar su depresión.
No había sonreído en todo el mes de agosto excepto delante de los clientes, con los que tenía que enarbolar falsas sonrisas que terminaban haciéndole sentir molestias en la boca cuando terminaba el día. Aunque creía haberse vuelto huraña, incapaz de mostrarse agradable si no era por obligación, echó una mirada a la radio al terminar aquel relato y, sin darse cuenta, soltó una risita.
El programa finalizó mientras entraba con el coche en la pequeña alquería que había heredado. Respirando con fuerza, aquella región montañosa le resultaba más agradable que la eterna sensación pegajosa de humedad propia de las ciudades costeras. Sin embargo el calor era aplastante, el sol pegaba con fuerza y las chicharras no callaban. Cansada y estresada, decidió meterse en la casa y comer lo primero que encontrara en la despensa.
La casa era antigua y las paredes gruesas, por lo que dentro la temperatura era mucho más agradable. Se sentó en un sillón muy desgastado, con el cojín hundido, y encendió la televisión. Mientras comía almendras, suspiró largamente porque la programación no le gustaba y, girando el cuello, echó un vistazo a la estantería. Buscaba algún libro que no hubiese leído aún, pero se le notaba en la cara un gesto, al torcer el labio, que indicaba la pereza que le daba empezar uno en aquel momento.
La tarde continuaba, mientras Sandra seguía tirada en aquel sofá, mirando aburrida la pantalla. Seguía desinteresada en la televisión, pero era incapaz de levantarse. Las noticias anunciaban lluvias y miró por la ventana. Al ver las nubes, una sonrisita volvió a dibujarse en su cara. Le vino a la mente el relato que había oído por la radio ¿Y si aquello que se había inventado aquel autor era cierto? Recapacitando, pensaba que no siendo gallega, incluso si aquella historia fuera cierta, no funcionaría.
Al esconderse el sol debajo de la capa de nubes resolvió dar un paseo y quitarse el estrés de encima. El aire que venía con aquella cobertura era más fresco y Sandra empezó a pasear tranquilamente. La vista era muy bonita, con las montañas en el horizonte. Más feo era el paisaje a sus espaldas: una carretera, un polígono industrial y algunas casas aquí y allá, que corrompían la visión.
La luz descendía más y más, las nubes se ennegrecían, pero no llovía. Sandra esperaba poder notar la lluvia, tener una mínima posibilidad de que una gota de agua llena de felicidad la tocara. Los campos, los almendros, los pinos, todos estaban ahí, esperando que se les regara. Mirando al cielo, esperaba ver caer alguna gota, pero nada.
—¡Quiero lluvia! —gritó.
Nada. Sandra bajó la cabeza, mirando el suelo blanquecino, adornado con la innumerable hoja de pino, y suspiró. Justo entonces le cayó la primera gota, que recibió justo en su cabeza. La lluvia cogía ritmo y lo notaba en su piel desabrigada. Apenas había empezado a precipitar y cayó una tromba, dejándola tan mojada, que ya no importaba si llegaba a la casa antes o después. Empezó a reír, notando cómo aquel agua le lavaba el estrés que tenía. Gritó. Otro grito y unas risas. Levantó los brazos y trotó por los campos como si estuviera loca. Alzó la cabeza, abriendo la boca, dejando que entrara algo de agua.
Al entrar en la casa, toda empapada, tuvo que secarse y cambiarse de ropa. La sonrisa que mostraba ahora era plena. Lo que hubiera acontecido ya no tenía importancia, ahora empezaban sus vacaciones. Fue a la estantería y eligió un libro.
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Última edición por Lifen el 16 Jul 2013 08:54, editado 1 vez en total.
Re: CV1 Tormenta de verano
Otro relato con un fondo positivo.
Me pareció echar un falta alguna coma. Creo que una por ejemplo, detrás de un "sin embargo".
Hay un pequeño error en esta parte:
marcados por un mal descanso durante las noches veraniegas, en "las" que el calor y los mosquitos daban buena cuenta de ella.
Debo decir que en algunas descripciones de los acontecimientos usaste palabras que me sorprendieron porque quizás no me parecieron las más naturales, pero tampoco erróneas... y por otra parte, cada uno tiene su forma de expresarse.
Pues nada, buen relato, con buen ritmo, sobre todo en la primera parte del mismo, y fabuloso fondo.
Suerte en el concurso.
Me pareció echar un falta alguna coma. Creo que una por ejemplo, detrás de un "sin embargo".
Hay un pequeño error en esta parte:
marcados por un mal descanso durante las noches veraniegas, en "las" que el calor y los mosquitos daban buena cuenta de ella.
Debo decir que en algunas descripciones de los acontecimientos usaste palabras que me sorprendieron porque quizás no me parecieron las más naturales, pero tampoco erróneas... y por otra parte, cada uno tiene su forma de expresarse.
Pues nada, buen relato, con buen ritmo, sobre todo en la primera parte del mismo, y fabuloso fondo.
Suerte en el concurso.
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Re: CV1 Tormenta de verano
Me ha gustado mucho. Me parece bien escrito, ágil de leer. Es un relato reconfortante que te hace pensar que la próxima vez que llueva vas a salir a purificarte un poco bajo la lluvia .
Ronda de noche. Mundodisco 29. Terry pratchett
La sombra de Ender (Ender 5) - Orson Scott Card
El asombroso Mauricio y sus roedores sabios. Mundo disco 28. Terry Pratchett
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Re: CV1 Tormenta de verano
Otro relato de los que llevo leídos hoy que me ha gustado mucho (espero no dejarme los que menos me guste para el final ), tanto que me ha sabido a poco. La verdad es que he sentido un poco de envidia de Sandra, de su posibilidad de alejarse así de todo lo cotidiano y de sentirse libre, sin las ataduras del trabajo y los quehaceres de la vida ordinaria... aunque solo sea durante las vacaciones. Felicidades.
- Tadeus Nim
- No tengo vida social
- Mensajes: 1314
- Registrado: 13 Nov 2012 13:55
- Ubicación: Eso ¿Donde estoy?
Re: CV1 Tormenta de verano
Siento cierta identificación con el personaje. Cotidianía vacua en estado puro. Un poco mas epifánica la lluvia y la tormenta me hubiera gustado mas.
Buen trabajo.
Buen trabajo.
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Re: CV1 Tormenta de verano
Qué bonito relato. Leí varios en el iPad y ahora que vengo a comentarlos (y releo algunas partes) encuentro este mucho más interesante que hace un rato.
Creo que hasta ahora es mi favorito junto con un par más. Felicidades, autor@.
Qué agradable fue leer eso.
Creo que hasta ahora es mi favorito junto con un par más. Felicidades, autor@.
Cuando las nubes tenían suficiente, lo concentraban todo en una única gota, imposible de distinguir de las demás en la precipitación. Si aquella peculiar gota caía sobre un árbol, este florecía; si lo hacía sobre el mar, los peces se volvían más fértiles; y si algún día le cayese una gota de estas a una persona, podría curar su depresión.
Qué agradable fue leer eso.
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- albatross
- No puedo vivir sin este foro
- Mensajes: 818
- Registrado: 04 Dic 2012 19:56
- Ubicación: La mayor de las islas Gimnesias
Re: CV1 Tormenta de verano
Pues yo tengo que discrepar con la mayoría.
No es que no me haya gustado, está bien escrito, pero es muy... ¿blandito? No pasa gran cosa: una empleada comienza sus vacaciones y recibe la lluvia como una liberación del estrés.
A lo mejor son mis gustos personales, pero espero de la lectura de un relato que me remueva algo dentro, que me produzca emociones.
No es que no me haya gustado, está bien escrito, pero es muy... ¿blandito? No pasa gran cosa: una empleada comienza sus vacaciones y recibe la lluvia como una liberación del estrés.
A lo mejor son mis gustos personales, pero espero de la lectura de un relato que me remueva algo dentro, que me produzca emociones.
Re: CV1 Tormenta de verano
Pues opino lo mismo que Albatros, es que no me dice nada
Re: CV1 Tormenta de verano
Por un lado opino como Albatross y la Ranita pero por otro me alegra leer un relato de vida cotidiana, sin muertes y sin enfermedades, simplemente evocando la alegría de una tormenta de verano que purifica y permite a Sandra empezar a disfrutar de sus vacaciones. He disfrutado con ella de esa sensacón y ya me parece bien.
Me molesta en la frase inicial "Sandra tamborileaba * los dedos sobre el volante". ¿No falta un "con"?
Suerte y que disfrutes las vacaciones. Creo que te hacen falta.
Me molesta en la frase inicial "Sandra tamborileaba * los dedos sobre el volante". ¿No falta un "con"?
Suerte y que disfrutes las vacaciones. Creo que te hacen falta.
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Re: CV1 Tormenta de verano
Me parece que la redacción está muy trabajada, con frases largas en un relato bastante descriptivo. Aunque has escrito dos "justo" en la misma frase (perdóname, Ciro ahora me estoy portando bien y le saco el jugo a las historias). Pero no te lo tendré en cuenta, yo también lo hago.
Este no es mi tipo de relato, autor, yo suelo gustar de relatos con más acción, pero creo que está muy bien. Noto un poquitín de tristeza en algunas líneas ¿Estás estresado? ¡Ánimo!
Este no es mi tipo de relato, autor, yo suelo gustar de relatos con más acción, pero creo que está muy bien. Noto un poquitín de tristeza en algunas líneas ¿Estás estresado? ¡Ánimo!
Re: CV1 Tormenta de verano
Me ha gustado bastante. Muy bien desarrollado y creo que perfectamente escrito. Algún adjetivo me rechinó, pero eso es cosa mía, subconscientemente hablando claro. Un simple ritual nos predispone al cambio, exorcizamos lo que nos aturde y a correr, humanos jajajajaja
Gracias
Gracias
En paz descanses, amigo.
Re: CV1 Tormenta de verano
Uno de los cuentos que más me ha gustado, me parece una historia sencilla pero muy bonita y positiva
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)
- blinder
- No puedo vivir sin este foro
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Re: CV1 Tormenta de verano
Un cuento sobre lo cotidiano y bastante positivo. Me ha gustado su forma de contar las cosas.
Suerte y gracias.
Suerte y gracias.
Re: CV1 Tormenta de verano
Pues no sé, parece que os ha gustado bastante a la mayoría y yo lo he leído de un tirón pero no es de ese tipo de relatos que se quedarán grabados en mi memoria; me ha resultado entretenido, fresco y simpático, también correcto porque no ha habido ningún error que me haya sacado de la lectura, pero debo reconocer que no me ha gustado demasiado.
Pero gracias, autor, por esa inyección de optimismo.
Pero gracias, autor, por esa inyección de optimismo.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
Re: CV1 Tormenta de verano
Me ha parecido un relato bien redactado, con buen ritmo pero bastante blandito...le falta pegada. A mi no me ha calado a pesar de tratar sobre la lluvia
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