NH1 Entre luces y sombras - Kassiopea

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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NH1 Entre luces y sombras - Kassiopea

Mensaje por lucia »

ENTRE LUCES Y SOMBRAS
- 1 -

La carpa central del circo, descolorida y adornada con numerosas banderitas raídas, se alzaba orgullosa hacia el cielo brumoso y ceniciento de Londres. A pesar de que un tufo pestilente proveniente del río impregnaba el ambiente, eran muchos quienes se apiñaban alrededor de las taquillas, ansiosos por presenciar con sus propios ojos las increíbles maravillas que los carteles anunciadores prometían.
De entre la muchedumbre, formada por una variopinta diversidad de individuos que abarcaba todas las clases sociales, una niña surgió a la carrera. Había escapado, traviesa y anhelante, de las férreas garras de la institutriz, que en aquellos momentos andaría buscándola a gritos por todo el recinto.
La niña agitó sus bucles de oro y ahogó un gritito, sorprendida y fascinada al mismo tiempo, cuando un grupo de enanos, cargados con desproporcionados tambores y platillos y ataviados con trajes de vivos colores, pasó a su lado. Uno de ellos, el que llevaba una enorme pipa colgando de entre los gruesos labios, guiñó un ojo al pasar junto a ella.
No obstante, la pequeña enseguida reaccionó, encaminándose con más vigor si cabe hacia su objetivo: las jaulas donde se exhibían “los fenómenos” tan anunciados. Alcanzó la primera y pudo atisbar en su interior la silueta de una desvalida criatura que la observó, a su vez, con una lánguida mirada. Se trataba de un ternero de dos cabezas, rodeado de sus propios excrementos.
Conteniendo el aliento, la niñita se acercó a la siguiente jaula. Curiosa, rodeó con sus manitas los barrotes de hierro e, inesperadamente, sintió sobre sus níveos nudillos la caricia de una mano velluda. Dio un respingo, aunque no se apartó; unos brillantes ojos negros la contemplaban con infinita ternura.

—¡Eres la mujer barbuda!
—Eso dice el cartel —respondió Julia en un correctísimo inglés. Estaba sentada sobre una bala de paja y un libro abierto, Les liaisons dangereuses, reposaba sobre su gastado vestido floreado—. También me llaman la mujer mono.
—¿Y por qué eres así? —inquirió la niña, con los ojos muy abiertos.
—Nadie lo sabe... Pero así soy.
—¿Puedo tocarte? —preguntó de nuevo, haciendo un mohín encantador.
—Pues claro. Puedes estar tranquila, no contagio.

La niña acarició con su manita el brazo cubierto de vello negro, largo y espeso. A continuación Julia se inclinó, acercándole el rostro, y aquellos deditos curiosos de la pequeña se enredaron en los pelos aún más largos y lacios de las abundantes barbas.

—¡Qué suaves! —exclamó la niña, y Julia sonrió complacida. Al hacerlo, sus protuberantes maxilares parecieron prolongarse hacia fuera todavía más. Al atisbar la doble hilera de dientes grandes e irregulares, la pequeña se apresuró a retirar la mano, un tanto inquieta.
—No temas, nunca muerdo a los niños bien educados.
—¡Oh! —exclamó la niña, estallando luego en risas—. ¿Y entonces por qué estás encerrada en una jaula? —soltó.
—¡Ay, cielo! En este mundo todos tenemos nuestras jaulas...
—¡Pues yo no! —Se apresuró a comentar la niña, agitando su cabecita de ángel.
—Un día lo comprenderás, cariño.

- 2 -

Aquella misma noche, tras la última función, Julia se encaminó hacia la ribera del río. Espesos jirones de niebla lo cubrían todo, fundiéndose con las oscuras aguas del Támesis. A lo lejos se escucharon unos pitidos que, poco a poco, aumentaron de intensidad; alguna embarcación se acercaba, remontando el río.
De improviso, una mano grande y fuerte se cerró sobre la capa de Julia.

—Una jovencita no debería andar sola por aquí a estas horas —dijo una voz tan profunda como familiar. Julia, tras el sobresalto inicial, se descubrió correspondiendo a la amplia sonrisa del hombre.
—Pero ya nadie me atacará estando acompañada de un rufián como tú —respondió ella, extrayendo un saquito de cuero de entre los pliegues de la capa. Desanudó el cordón que lo cerraba y tomó, al azar, una de las semillas que contenía—. Es algo que prometí a mi madre en su lecho de muerte. Le aseguré que no me quedaría encerrada en casa, que visitaría muchos lugares y conocería gente alrededor de todo el mundo... Que dejaría mi huella.
—Y la dejas, puedes estar segura —afirmó él, tomando asiento sobre una piedra—. ¿Qué son esas semillas?
—Son árboles, según aseguró el buhonero que me las vendió. Aunque no sé de qué especie, ni si llegarán a arraigar o no...

Amir el faquir, que en realidad se llamaba Fernando y era español y de ascendencia gitana, observó atentamente cómo Julia escarbaba la tierra, ayudándose de un palito, y depositaba luego la semilla en el hoyo, acariciándola. Los protuberantes labios de la chica se movieron, como si susurraran una oración. Cuando ella hubo terminado con su particular ritual, él se decidió a comunicarle la decisión que había tomado.

—He decidido dejar el circo —anunció de sopetón, lanzando una piedrecita a las aguas negras. Ella clavó sus pupilas en aquellos ojos verdes que tanto la atraían, perpleja.
—¿Lo has pensado bien? —inquirió, procurando ocultar la desolación que, de repente, la había embargado.
—Sí, lo tengo claro —aseguró Amir, lanzando con más fuerza otra piedra, que se hundió en el río. Julia, por un momento, sintió que se hundía con ella—. He ahorrado dinero, el suficiente como para establecerme. Además, añoro mi tierra.
—Lo comprendo —comentó simplemente ella, ocultando su pena—. Echaré de menos poder hablar con alguien en español.

Los dos se alejaron del río, caminando uno junto al otro pero a kilómetros de distancia. Sus siluetas se recortaron caprichosamente en la niebla, el metro con ochenta y cinco centímetros de él contrastando con el metro con treinta y siete de ella.
Si Amir le hubiese pedido aquella noche que se marchara con él... Tal vez todo podría haber sido diferente. Pero, ¿por qué tenía que habérselo pedido? Entre ellos no existía más que una simple amistad.

- 3 -

El dolor que le provocaban las encías inflamadas no la dejaba dormir. Hasta altas horas de la madrugada estuvo removiéndose sobre el jergón. El vello no le causaba molestia alguna, pero aquella doble hilera de dientes con las que la naturaleza la había dotado sí resultaba sumamente irritante. Tras tomar la dosis de láudano que el matasanos le había aconsejado empezó a sumirse, al fin, en un agradable sopor.
Era de nuevo una niña y corría hacia los brazos de su añorada madre. Estaban en la pequeña aldea del estado mexicano de Sinaloa donde había crecido. Aunque en realidad no se trataba de su madre biológica, era la mujer que la había criado con total entrega y amor.
Julia la llamaba y, en el sueño, corría entre la espesura, buscándola. Una jungla verde la rodeaba, misteriosa e infinita, fascinante y peligrosa, tan verde esmeralda como los ojos de Amir. Se detuvo, cansada y jadeante, y miró hacia arriba. Una impenetrable techumbre formada por las ramas de los enormes árboles la rodeaban y apresaban. Comprendió que no conseguiría escapar de allí y lloró. Las lágrimas humedecieron el suave vello que le cubría el rostro.
Despertó angustiada, pero el dolor en las encías había remitido. Aquel sueño le había traído recuerdos de su madre y de la propia infancia. Evocó algunas escenas que permanecían muy vívidas en su memoria, como cuando las dos solían bañarse juntas en el riachuelo, junto a las rocas, o como aquella vez que su madre le enseñó a afeitarse la barba con la única navaja que tenían. Y escuchó de nuevo las sabias palabras que pronunció, contemplándola con esos ojos serenos y rebosantes de amor: “eres diferente, mi niña, ya sabes que eres especial. La gente desconfía e incluso siente temor ante lo que es distinto, ¿sabes? En su ignorancia y soberbia pueden ser muy crueles, a veces. Deberás ser siempre muy fuerte, cariño”.
Luego sus recuerdos volaron hacia la época, ya tras la muerte de su madre, durante la que estuvo trabajando como sirvienta en la casa del gobernador. La esposa del prohombre, católica devota, no había dudado en ofrecerle trabajo, a cambio de techo y sustento, en un acto de profunda generosidad. Adinerados comensales acudían a las frecuentes cenas ataviados con sus mejores galas y, expectantes, aguardaban el momento en el que Julia entraba en el lujoso salón para servir la sopa. Todas las miradas confluían sobre su menudo cuerpo mientras exclamaciones y murmullos recorrían la vasta habitación. Fue durante esos días cuando Julia llegó a la conclusión de que si había quiénes deseaban contemplarla con semejante avidez, a fin de satisfacer la curiosidad y el morbo, bien podría ella aprovecharse de ello obteniendo incluso un beneficio propio... Y así fue; la admitieron encantados en el primer circo con el que se cruzó.

- 4 -

Theodore Lent, empresario estadounidense frío y calculador y flamante dueño del circo, se topó aquella mañana con una curiosa e inesperada estampa: la mujer barbuda estaba cepillando las crines de uno de los ponis mientras entonaba una dulce canción francesa. Aquella voz tan melodiosa proveniente de un cuerpo tan repulsivo le llamó poderosamente la atención. La escena quedó grabada a fuego en su mente y estuvo pulsándole resortes dentro de la cabeza hasta que tomó una decisión; propondría a la mujer simio su participación en un nuevo número, con el que ganaría más dinero. Lent lo visualizó en un santiamén: como contrapunto del espectáculo de las bellas amazonas, Julia aparecería en escena, tras surgir de las sombras, haciendo cabriolas con uno de los pequeños caballos. Después, con el sumiso animal entre sus peludas piernas y bajo el foco de luz (que nadie dejara de apreciar sus particularidades físicas), sorprendería a todos con aquella hermosa voz de mezzosoprano.
A Julia le entusiasmó la propuesta, pues ya se le hacía muy tedioso tener que permanecer siempre en la jaula, en espera de que los curiosos se acercaran. Enseguida se lanzó a practicar con el caballo, con el arrojo de una auténtica amazona. Todos los compañeros se sorprendieron ante su empeño y por la rapidez con la que era capaz de aprender.
El nuevo número fue un éxito rotundo. Tanto que el espectáculo principal pronto pasó a ser el de Julia, que ante todo pronóstico eclipsó a las atractivas e intrépidas amazonas. A Lent, que no dejaba de felicitarse a sí mismo por tan genial idea, empezaron a lloverle las invitaciones y propuestas. ¡El mundo entero deseaba conocer a aquella extraña criatura! Incluso algunos de los más prestigiosos teatros abrieron sus puertas por ella. Grandes titulares en la prensa de la época la denominaron “la mujer más fea del mundo”, “la indescriptible”, “el híbrido maravilloso” o “el eslabón perdido”.
Tras actuar en el Teatro de la Opéra-Comique, en París, Julia estaba exultante. Ataviada con un elegante vestido de gasa blanca y luciendo un collar de perlas alrededor del cuello, dio vueltas como una niña por la lujosa habitación. Nunca se había atrevido a imaginar que llegaría a estar un día en semejante suite de tan prestigioso hotel de París; ni que pasearía por los Campos Elíseos cómodamente recostada en un carruaje tirado por caballos blancos y acompañada de un elegante caballero que, a ratos, tomara con delicadeza su mano enguantada.
Pero no todo era perfecto, por supuesto. El caballero que la acompañaba no era otro que Lent. Y ella era perfectamente consciente de que lo único que brillaba en los ojos de su manager era una ambición desmesurada. Julia se había convertido en una estrella y, por lo tanto, en su mayor inversión: para Lent, ella valía ahora su peso en oro. Le convenía tratarla bien.
Julia tomó asiento ante un magnífico escritorio rococó y avivó la llama del quinqué. Tal vez la mismísima María Antonieta había acariciado aquel objeto, pensó, puesto que frecuentó aquel lugar con otros miembros de la alta sociedad. Los labios de Julia conformaron una expresión melancólica. Decidiéndose, tomó una hoja de papel con membrete del hotel, Le Crillon, y empezó a redactar una carta:

Mi querido Amir, ahora mismo estoy en la ciudad de las luces. Leo mi propio nombre en panfletos, marquesinas y titulares de la prensa, pero... ¡No sabes cúanto te echo de menos!

He actuado en importantes teatros, nos invitan a lujosas recepciones e incluso a bailes de gala en los que he podido danzar con distinguidos caballeros y militares. ¡Nos alojamos en hoteles de ensueño! Lent incluso ha contratado a una modista que confecciona sin cesar vestidos y complementos preciosos para mí. Me he convertido en su niña mimada, ¿te lo puedes creer?

Además, hace pocos meses sucedió otro hecho sorprendente. Un respetado erudito nos expresó repetidas veces su deseo de conocerme a través de varias misivas que recibió Lent. Finalmente fuimos a visitarle, puesto que el hombre es ya un anciano y acarrea varios problemas de salud que le impiden viajar. El ama de llaves nos abrió la puerta y nos condujo, mirándome sin disimulado horror, al despacho del docto caballero, llamado Charles Darwin. Quiso examinarme y pidió mi consentimiento para hacerlo en privado. A Lent no le quedó más remedio que esperar en el salón. Darwin y yo conversamos animadamente mientras tomamos el té y... ¿te puedes creer que aquel hombre me miraba con admiración? Y, cuando me examinó, sus manos finas y delicadas me tocaron con reverencia y diríase que hasta con devoción. “Eres el eslabón perdido”, me dijo. Y yo le respondí: “todos ven algo en mí, pero soy Julia, simplemente una mujer”.

Después de aquello, Lent me ha propuesto que nos casemos. Y estoy pensando en acceder. Creo que es lo mejor, puesto que le conviene cuidar de mí...

Y sin embargo... Las luces pueden cegarnos. Estoy inmersa en un torbellino de luz y color que me arrastra y engulle sin control. Tras las luces, siempre nos acechan las sombras. ¿Recuerdas aquella noche cuando hablamos de ello junto al río? Ahora mismo, en esta lujosa habitación, percibo el fantasma descabezado de la que un día fue reina de Francia.

Sería importante para mí conocer tu opinión al respecto. Siempre tuya, Julia.

- 5 -

Estando de gira por Viena, después de sufrir un leve desvanecimiento en plena actuación, Julia descubrió que estaba embarazada. Su manager y ya esposo Theodore Lent la sometió a numerosos exámenes fisiológicos y llegó a prohibirle que saliera sola a la calle.
Cansada de esperar en balde una respuesta de Amir, Julia había accedido a casarse con Lent. En un principio ni siquiera la tocó, pero una noche él se presentó en el dormitorio apestando a alcohol. Aunque enseguida intuyó sus intenciones, ella no se resistió. La hizo ponerse a cuatro patas y, sin preámbulo alguno, le levantó el camisón hasta las caderas y la penetró desde atrás. Mientras oía sus resoplidos y sentía las furiosas embestidas, la mirada de Julia se perdió aquella noche entre los eslabones verdes del papel pintado de la pared.
A pesar de la estrecha vigilancia que Lent le imponía, Julia salió a pasear sola días después, tras conseguir dar esquinazo a todos. Enterró otra de sus semillas junto al río y luego permaneció sentada durante horas en un pintoresco banco de hierro forjado. Contempló cómo descendía el sol en el horizonte, detrás de las copas de los árboles, allí donde se perdían las aguas del Danubio azul entre ambarinos destellos de luz.
Julia no podía saberlo, por supuesto, pero Amir jamás llegó a leer la carta que ella le envió desde París. A causa del lodo acumulado tras una intensa noche de tormenta, el caballo que transportaba el correo sobre sus ancas resbaló en un recodo del camino y se despeñó por el precipicio que bordeaba, junto con la carga y su montura. La misiva de Julia terminó pues olvidada en el fondo de aquel barranco, con todos los sueños y esperanzas que contenía, como tantas otras cartas de amor desesperado.
Pero el mundo siguió dando vueltas, tan impasible como tenaz, y la gira circense continuó. Tras permanecer unos meses en San Petersburgo llegaron a Moscú. A pesar del avanzado estado de gestación de su esposa, Lent había programado en aquella ciudad numerosas actuaciones que supondrían unas más que cuantiosas ganancias.
Desnuda ante el ornamentado espejo de cuerpo entero que presidía la alcoba digna de un zar, Julia contemplaba su peculiar cuerpo. Se acariciaba el hinchado y desproporcionado vientre con expresión taciturna. De repente sonrió levemente y susurró unas palabras para el hijo que esperaba: “te quiero, mi vida, ¡estoy deseando poder verte y abrazarte! Pero también temo por ti, porque... ¡Tengo tanto miedo de que seas como yo!”.

- 6 -

Poco después, una fría noche en la que el frío atenazaba sin piedad cuerpos y almas, Julia rompió aguas encontrándose entre bambalinas, bastante antes de lo esperado. La actuación tuvo que cancelarse y el numeroso público vociferó en el patio de butacas, contrariado. Julia perdió en semejante trance su aplomo habitual y, presa de una crisis de ansiedad, fue trasladada de regreso al hotel mientras Lent procuraba calmar los ánimos de los prohombres descontentos prometiendo, previo pago de una módica cantidad extra, un “espectáculo privado especial”.
El parto se prolongó durante horas. Un matasanos borracho y una oronda matrona asistieron a Julia lo mejor que supieron. Tras perder una considerable cantidad de sangre, la madre se encontraba muy débil y, medio narcotizada por el láudano que le habían administrado, deliraba.

—¿Qué quiere toda esta gente? —preguntaba Julia con un hilillo de voz. Sus pupilas dilatadas trataban de enfocar las sombras que se movían alrededor de la habitación.
—Tranquila, solo estamos nosotros —aseguró la comadrona, refrescando a continuación el rostro de Julia con un paño húmedo.
—¿Y mi bebé? ¿Dónde está mi bebé? —gritó, debatiéndose sobre la sucia cama. Incluso intentó incorporarse, pero la estancia entera empezó a dar vueltas a su alrededor y cayó exhausta de nuevo sobre las mantas enredadas—. ¿Qué habéis hecho con mi hijo?
—Es el recién nacido más feo que he visto jamás —susurró el matasanos. Y añadió, bajando todavía más la voz—: ni siquiera ha llorado al nacer... Este niño no sobrevivirá.

Depositaron a su hijo entre los brazos de Julia. Todos los presentes se estremecieron, algunos de horror y otros de genuina emoción. Ninguno pensó que el dinero desembolsado para presenciar aquello había estado mal empleado. Incluso hubo quien, propinándole unas sonoras palmaditas en la espalda y esbozando una sonrisa socarrona, felicitó a Lent, el poco escrupuloso padre de la singular criatura.
Julia, que tiritaba al sentir cómo el frío tomaba posesión de su cuerpo, acabó por sumirse en un bendito sopor mientras abrazaba suavemente a su niñito. Sintió que se alejaba, elevándose ingrávida entre espesos jirones de bruma que la rodeaban. Escuchó el llanto de un bebé en la distancia, pero por más que lo intentó no consiguió orientarse ni avanzar en aquel mar de algodón.
La niebla comenzó a disiparse, de improviso, y Julia percibió que había un suelo bajo sus pies. Completamente desorientada miró alrededor, dando vueltas sobre sí misma, y descubrió que se encontraba rodeada de espejos. Vio multiplicado su propio reflejo centenares de veces y desde todos los ángulos posibles. En aquel instante unas carcajadas resonaron en la extraña estancia, sobresaltándola. Entonces lo vio: era el fantasma de María Antonieta que, sujetando su propia cabeza bajo el brazo, se burlaba de ella.

—¡Monstruo, monstruo! —exclamaba la testa cercenada de la que un día fue reina de Francia, con la risa entrecortada—. ¡Que le corten la cabeza, que le corten la cabeeeeeza!

Un cúmulo de sentimientos encontrados embargó a Julia y, arremetiendo con los puños en alto, se lanzó contra uno de los espejos, rompiéndolo en pedazos. Luego golpeó otro, y otro... Pero había demasiados. Además, las crueles carcajadas seguían resonando. Ríos de sangre brotaron desde sus manos y brazos lacerados, aunque siguió golpeando.
Justo cuando empezaba a sentir que alcanzaba el límite de sus fuerzas, contempló los contornos de una figura familiar en el espejo que se disponía a destrozar. Reconoció con gran estupor a su añorada madre. Su reflejo avanzó, sonriendo y tendiéndole los brazos, acercándose cada vez más a la superficie del cristal. Una de las manos surgió del interior, seguida del resto del cuerpo. Se encontraron los ojos negros de las dos mujeres, brillantes de emoción.
Fue entonces cuando las risotadas del espectro, los fragmentos de cristales rotos y hasta los mismos espejos desaparecieron, disolviéndose en la nada. Julia advirtió que en su interior renacía la esperanza y una increíble sensación de paz la colmó. Reparó de repente en una cálida luz iridiscente que las acariciaba; era una luz que reconfortaba y no cegaba. Bajó la vista hacia sus extremidades magulladas y, sorprendentemente, se encontró con la límpida mirada de su hijo. Ahí estaba el pequeño, acurrucado contra su corazón, que la miraba con curiosidad. Sus labios dibujaban la más maravillosa de las sonrisas.
Julia lo besó tantas veces que humedeció la carita velluda con sus lágrimas de felicidad.

—Es tu nieto, madre —dijo, mostrándole el niño.
—Lo sé, he venido a buscaros —explicó la mujer—. Ahora estaremos juntos, no temas. Ya has sufrido demasiado, mi niña.
—Lo siento, madre. Las luces me cegaron...
—Has sido muy fuerte, querida mía —aseguró, acariciándole los enredados cabellos—. Ninguna madre se habrá sentido nunca más orgullosa de su hija que yo.

Se abrazaron y, envueltas de luz, se alejaron hasta desaparecer en el infinito.




Nota del autor :

El hijo de Julia Pastrana sobrevivió apenas 35 horas tras su nacimiento. El pequeño había heredado sus particularidades físicas. Ella falleció poco después, el 25 de marzo de 1860, como consecuencia de unas complicaciones posparto. Tenía 26 años.

El estadounidense Theodore Lent, en su avidez por seguir ganando dinero, hizo embalsamar ambos cuerpos, el de su esposa e hijo, que fueron expuestos al público durante años y alrededor del mundo entero.

Un siglo y medio después, al fin, los restos mortales de Julia regresaron a su tierra natal, Sinaloa, donde fue homenajeada y sepultada en un ataúd blanco cubierto de flores el 13 de febrero del 2013.

La realidad, lamentablemente, suele superar la ficción.
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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ciro
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Re: NH1 Entre luces y sombras

Mensaje por ciro »

Y lo duro de estas historias es que fue aún peor que lo narrado. Pero bueno, gracias al autor por acercarnos a esta historia para mí desconocida y tan humana o inhumana, según se vea. Hay alguna cosilla que yo cambiaría en el relato, pero este es tu relato, así que nada más que decirte que muy bien.
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jilguero
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Re: NH1 Entre luces y sombras

Mensaje por jilguero »

Me estreno contigo, autor, para agradecerte el haber despertado mi interés por Julia Pastrana. En general, el relato me ha gustado y lo veo bastante bien escrito. Lo malo es que el personaje me ha interesado tanto que hubiera deseado enterarme de más, que me lo hubieras contado desde más distancia, no tan pegado a a su oreja. Pero, ya te digo, has conseguido lo que más agradezco en un relato histórico (en este caso biográfico, más bien): despertar mi deseo de leer más sobre el personaje. Un buen relato y mejor personaje. Gracias :60:
Todavía no he leído suficientes relatos como para saber en que posición colocarlo, pero seguro que no será mala.


¿Qué me está pasando? :party: Las cavilaciones de Juan Mute

El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
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Berlín
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Re: NH1 Entre luces y sombras

Mensaje por Berlín »

Joder, pues parece ser que el viudo se casó de nuevo con una mujer de características similares a Julia (hipertricosis) y bautizándola como Zenora Pastrana, para hacerla pasar por hermana de Julia, se la llevó de gira junto con los cadáveres de su anterior esposa e hijo. Terror del bueno, y real que es peor.

La codicia ya se sabe.

La historia es muy chula; luego ya la cotejo adecuadamente, pero de momento reciba usted, autor, mi bendición.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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David P. González
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Re: NH1 Entre luces y sombras

Mensaje por David P. González »

Bueno, ni gusta ni me disgusta.
Está bien, es interesante, pero la historia no me cautiva.
Le falta algo. Drama, intensidad.
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RAOUL
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Re: NH1 Entre luces y sombras

Mensaje por RAOUL »

Es una historia tremendamente sórdida y cruel que está tratada como un cuento infantil. El estilo me parece demasiado delicado, con exceso de palabras. Lo siento, pero Amir es un personaje que me sobra por completo. Luego hay un flashback que despista mucho porque no sabemos cuando acaba, al final debe deducirse. En efecto, el enfoque es muy tierno y lleno de caricias hacia la pobre Julia. Coincido con Jilguero en encontrar la narración demasiado pegada al personaje. Y con una perspectiva distinta... saliendo fuera del personaje... acotando el tiempo... Pero como bien ha dicho Ciro la historia es tuya y tú decides cómo la cuentas. :D

La he leído con mucho interés. Tampoco conocía a Julia Pastrana. Enhorabuena y gracias :D
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Sinkim
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Re: NH1 Entre luces y sombras

Mensaje por Sinkim »

Una historia muy dura y más aún viendo que fue real :shock: Me ha gustado mucho y me ha parecido muy bien escrito, felicidades al autor :D :D
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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albatross
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Re: NH1 Entre luces y sombras

Mensaje por albatross »

En efecto, la realidad supera muchas veces la ficción. Tremenda historia y a mi modo de ver narrada con corrección. En mi caso has sabido transmitirme la congoja. Coincido con Raoul en que la aparición de Amir es accesoria y no aporta nada. Enhorabuena.
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Miss Darcy
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Re: NH1 Entre luces y sombras

Mensaje por Miss Darcy »

Es durísima la historia que cuentas, autor. Pero aún así la tratas con el respeto que se merece y una narración estupenda. Sólo puedo decirte que me ha gustado mucho y que lo he disfrutado, a pesar de que hables de estos aspectos oscuros del alma humana.

Enhorabuena :60:
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Isma
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Re: NH1 Entre luces y sombras

Mensaje por Isma »

Un relato muy interesante. Me ha recordado en su enfoque y tratamiento, tan dulce, a un cuadro expuesto en el museo del Prado con una historia muy curiosa. Me permito reflejarlo aquí, aunque no tiene nada que ver con Julia Pastrana. Se trata de La mujer barbuda, de Diego de Ribera:

Imagen

Resulta que Diego de Ribera, como pintor del duque de Alcalá, fue enviado a retratar a un fenómeno inusual de la época, una mujer barbuda. El propósito de los nobles era disponer de la rara imagen de un ser deforme con el que sorprender a conocidos y extraños. Diego de Ribera encontró a la mujer y la retrató con su habitual maestría, pero sin dejar de lado el aspecto humano y el respeto, que se puede encontrar en lo adusto de los colores, en el acompañante serio, en la pose digna de la mujer y su mirada franca y abierta hacia el observador.

En fin, pasado el inciso (que creo relevante por lo que me ha evocado), vuelvo al relato. Me ha gustado mucho. Creo que sitúa con mucho acierto al lector en la época y lugar en el que transcurre la historia, reflejando el carácter del personaje a través de sus actos. La niña que habla con ella en la jaula; sus charlas con Amir; sus recuerdos de infancia; sus miedos, reflejados en el título del relato. Así es como se perfila un personaje, sin prisas, con detalles. Muy bien.

No le encuentro ninguna pega, salvo que por alguna razón que no sé describir no llega a emocionarme. Quizás es que este tema, en el que es imposible la rebeldía frente a un destino implacable, no consigue que el lector se implique tanto. No lo sé. El tema puede gustar más o menos, pero es un buen relato.

¡Gracias!
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elultimo
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Re: NH1 Entre luces y sombras

Mensaje por elultimo »

Un relato correcto en todos los aspectos pero que no me ha llamado mucho la atención. La historia que cuentas, que más que ser un hecho histórico es una anécdota, no me llega a llamar demasiado la atención (de esto no tienes la culpa, claro), pero es que al leer tampoco es que sienta mucha curiosidad por saber que va a pasar a continuación. Eso sí, trasmites muy bien el dramatismo e incluso haces que se pueda sentir empatía hacia Julia.

La frase final me sobra.
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kassiopea
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Re: NH1 Entre luces y sombras

Mensaje por kassiopea »

Berlín escribió:Joder, pues parece ser que el viudo se casó de nuevo con una mujer de características similares a Julia (hipertricosis) y bautizándola como Zenora Pastrana, para hacerla pasar por hermana de Julia, se la llevó de gira junto con los cadáveres de su anterior esposa e hijo. Terror del bueno, y real que es peor.
¡Increíble que toda la historia sea real! :shock: :shock: También yo he consultado en la wiki y he alucinado al leer que el viudo se casara con otra mujer de características similares ¡y que luego se fueran de gira con los cadáveres embalsamados! De aquí podría salir un buen relato de terror, en efecto :boese040:

A mí no me parece que en el relato se enfoque esta historia como un cuento infantil, como ha comentado alguien, lo que ocurre es que lo hace desde la ternura hacia la protagonista, con mucho respeto y humanidad. Me parece un acierto, según mi modo de ver, que el autor se haya acercado tanto a Julia, porque de esta forma el lector puede sentir más fácilmente empatía hacia el personaje. He sufrido mucho al leer la historia, y lo más terrible es saber que todo fue real !!!!!!!!! :noooo: :noooo:

Me parece un buen trabajo, autor. Gracias por acercarnos a Julia :60: :60:

elultimo escribió: La historia que cuentas, que más que ser un hecho histórico es una anécdota,
Una anécdota histórica, Ulti :wink:
De tus decisiones dependerá tu destino.


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Nínive
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Re: NH1 Entre luces y sombras

Mensaje por Nínive »

¡Hola compañero! :hola:
Me ha gustado mucho el personaje real en el que está basado el relato. La verdad es que enseguida he ido a la wiki a curiosear. ¡Pobre mujer!
Sobre el desarrollo, no me ha gustado tanto. Quizá por ese vaivén de narradores que se intercalan. A veces te acercas mucho a Julia para luego meter en una frase un narrador omnisciente. (Por ejemplo, nos cuentas cómo la carta nunca llegó a su destino).
Quizá, perdona mi atrevimento autor, me hubiera llegado más si estuviera narrado por un testigo, alguien cercano y a la vez más objetivo. Pero como el relato es tuyo, es solo una idea.
Por lo demás, se lee fácil y la historia engancha. Muy bien. :60:
Siempre contra el viento
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Tanisfer
Lector voraz
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Re: NH1 Entre luces y sombras

Mensaje por Tanisfer »

Una historia dura y triste que me ha dejado un mal sabor en la boca. No por cómo está contada sino por lo qué ha contado, y lo peor es que según Wikipedia la historia es real.
La ambientación me parece muy lograda y la narración es buena. Quizás, y esto es subjetivo, he sentido que tenía mucha más fuerza al principio que al final. En los últimos párrafos no logré “conectar” como si lo hice en la primera mitad de la historia. No sé, debo ser yo el culpable, pero luego del momento en que se pierde la carta he tenido la impresión de estar leyendo una crónica histórica más que un cuento. De todos modos, insisto, es puramente subjetivo.
Como crítica lo único que puedo mencionar es que algunas oraciones son demasiadas largas, con frases muy cargadas. Por ejemplo, cuando dices: “ansiosos por presenciar con sus propios ojos las increíbles maravillas que los carteles anunciadores prometían”, creo que podrías haber omitido el “anunciadores”, sobre todo porque en el párrafo siguiente vuelves a repetir “anunciaban”, por lo demás tu pluma me ha conquistado. Las descripciones son muy buenas y hay una carga melancólica-opresiva que está muy lograda. Mis más sinceras felicitaciones por ello; soy fanático de los relatos grises, nostálgicos y brumosos como los crepúsculos londinenses, y este ha conseguido recrear a la perfección esa sensación.
Sin embargo, lo mejor de todo es la conversación inicial entre Julia y la niña. Sólo por eso ya merece puntos extras. La frase “ay cielo, en este mundo todos tenemos nuestras jaulas” es, sencillamente, magnífica.
En fin autor, que tu historia me ha gustado mucho, aunque decae algo en su segunda parte. No puedo prometerte puntos, porque aún me falta mucho por leer, pero por ahora estas entre los que más me han gustado. Gracias por tu trabajo.
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Ororo
Diosa de ébano
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Re: NH1 Entre luces y sombras

Mensaje por Ororo »

¡Níveos! -No podía faltar esa palabra en un concurso del foro :P
¡Julia! -Como la jurado.
¡He aquí el terrorista que buscaba Arregi en el Apolo! -Por destensar :cunao:

Un relato muy bien escrito. Buen ritmo, fluido, con gancho. Pese a ser extenso -dentro de lo permitido en este concurso- se lee en un plis. He visto alguna coma de más, exceso de adjetivos en algún momento... pero en general está muy bien contada esta tierna historia que -gracias- no se convierte en ñoña.

El final me sobra porque ya es bastante triste el relato como para remarcarnos que fue embalsamada y expuesta hasta el 2013 :(

Lo que he echado en falta es más ambientación de la época. Hay referencias a París, al circo, a María Antonieta (muy bueno el momento de los espejos y su aparición)... pero me ha faltado verlo más real. Ponerme más en situación, más datos reales en el texto.

Me ha gustado, aunque no sé... :boese040:
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