CN2 - Langosta para Navidad - Elearah

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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Lifen
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CN2 - Langosta para Navidad - Elearah

Mensaje por Lifen »

Langosta para Navidad


Las mujeres actúan con los hombres como si estuvieran cocinando langosta, los meten en la olla con el agua fría y suben el fuego despacito. Cuando quieren saltar, ya no les dan los músculos.
Jorge.



La primera vez que lo vi, casi me pisa con el auto. Iba cruzando una avenida con luz verde y él dobló. Yo tenía puesta una mini de cuero infartante, así que seguí caminando, con el paso majestuoso que uso para ocasiones especiales, y que aprendí después de infatigables horas haciendo surcos en la alfombra de mi habitación. Lo usual en hombres de más de ocho años es que paren para mirarme, salvo los remiseros, pero esos no son hombres. Él, en cambio, me tiró el coche encima. Seguí como si nada contando con que frenara, y lo hizo, pero a cinco centímetros de mi culo, casi me lo toca con el paragolpes, el muy hijo de puta. Cuando lo miré sobresaltada, se estaba riendo.
Ese día me quedé con una calentura terrible, calentura a dos puntas. Por un lado estaba indignada, pero, por otro, intrigada. No todos los días se conoce a un tipo no manejable por la baba. Pasaron los meses y yo seguí con mi vida, pero de vez en cuando, sobre todo en la ducha, me acordaba de él.
La segunda vez que lo vi, estaba parado del otro lado de una puerta... la de mi departamento. Era el arquitecto contratado por la administración para supervisar los arreglos en el edificio. Hacía unos días se había caído el revoque del baño por un caño roto en el piso superior, y venía a chequear el daño. Los dos nos quedamos helados, él también me había reconocido. Sin embargo se recuperó rápido, mucho más rápido que yo. Él ya estaba perfectamente repuesto de la sorpresa y yo todavía seguía boqueando. Sonrió con un deje de sorna. Por alguna razón, su sonrisa me descolocó todavía más. Me sentí humillada.
―Vos sos el que me tiró el auto encima.
―El auto fue solo atrás de la mini. Es baboso el pobre.
―Menos mal que no podés subirlo hasta acá.―Que diga que el auto era baboso, como si a él no le hubiera hecho nada mi falda, era el colmo. Y encima la cara que puso, el muy cretino se estaba riendo de mí de nuevo.
―¿Todavía estás enojada por lo que te hizo mi auto? Pensé que ya se te habría pasado.
―No me conocés.―Estaba furiosa, así que acompañé la frase con una de esas miradas que reservo para asustar tigres.
Sonrió todavía más y me clavó la mirada. Me estaba diciendo que ya me iba a conocer. Se me erizaron los pelos de la nuca y un escalofrío me recorrió la médula. Me había hecho jaque mate en dos jugadas. Tiré el rey y respiré, tratando de juntar lo que quedaba de mi dignidad.
Revisó el techo del baño, y arreglamos un horario en el que pudiera volver con un albañil. Se portó con una caballerosidad fuera de época, lo normal hubiera sido que tratara de sacar ventaja, dado que había quedado bastante desvalida después del cruce de palabras, pero, sin embargo, no hizo nada. Una vez que claudiqué, se replegó y no volvió a la carga. Me dejó terriblemente perturbada y no pude dejar de pensar en él durante los días que siguieron. Repasé la conversación al derecho y al revés cientos de veces buscando el punto en el que tendría que haber actuado diferente para ganar, pero siempre sobrevolaba la sensación de que él hubiera reaccionado con la misma velocidad ante cualquier variante. Estaba frente a alguien más rápido que yo, eso era todo. Y, encima, era atractivo y parecía buena persona; se trataba de una combinación muy difícil de encontrar. Decidí que era el tipo que quería tener al lado.
Solamente había un par de detalles a ajustar. Él también estaba casado, le había visto el anillo. El juicio era lo de menos, soy abogada especializada en familia. Los divorcios pagan el colegio de mis hijas.


No estaba disconforme con mi marido, y todavía lo quería, pero había dejado de fascinarme. Me enamoré de Ernesto una de las primeras veces que salimos, cuando sumó la cuenta de la confitería mentalmente y le dijo al mozo, con toda corrección, pero en forma inflexible que creía que había un error. El mozo fue a chequearlo, y efectivamente había un error. En esa época era fácil de impresionar, y yo siempre fui bastante burra para las matemáticas. Además, me demostró que era un hombre al que no se le podía pasar por encima con facilidad, y que no era un pendenciero. En fin, esas cualidades alcanzaron para mantener viva la pareja durante los primeros dos años de matrimonio. Más o menos para esa época nació Juliana, la nena más grande, y yo empecé a preocuparme por el futuro. Ernesto reaccionó muy bien ante mi cambio de intereses y consiguió otro trabajo.
Pero después, cuando fui avanzando en la vida y el ejercicio de mi profesión tuve que enfrentarme de igual a igual con otros abogados, y a los golpes me hice muy dura. Se trata de un sistema donde vence el que argumenta mejor, no el que tiene razón, si es que alguien tiene razón cuando se trata de problemas de familia. A esa evolución, él no pudo acomodarse; así que terminé ganando todas las batallas que son la esencia de la vida conyugal. Claro que, con cada batalla que ganaba, perdíamos los dos. Los matrimonios donde es la mujer la que lleva los pantalones no son matrimonios felices. Las mujeres somos más machistas que los hombres, pero hacemos una lectura ligeramente diferente, el hombre no es superior, debe ser superior.
Así estaba mi vida cuando irrumpió Hernán, exhibiendo con elegancia y naturalidad todo lo que buscaba en un hombre en ese momento, y que ya sabía que Ernesto no iba a poder darme.


Los hechos se sucedieron con rapidez. Yo histeriquié lo mínimo indispensable, y él se la bancó como un señor. Se notaba que conocía los pasos de la danza a la perfección, los cuernos de la mujer debían llegar hasta Marte. Hubo una parte del ritual, sin embargo, en la que no quiso participar, la de destrozar al destronado. Me aclaró desde el principio que quería a su mujer, que estaba bien con ella y que no pensaba dejarla. Era obviamente cierto, pero se suponía que tenía que sacrificarla, yo estaba dispuesta a mentir pestes sobre el pobre Ernesto. Pero él no transó, así que me encapriché todavía más.
Los hombres son fáciles de contentar. Solamente hay que darles un buen cuerpo, algo de incoherencia como para que no se aburran, y bastante adulación. Aún en el caso de tipos inteligentes y rápidos como Hernán, hay fórmulas infalibles, al menos por un tiempo. Y yo, para este caso en particular, usé todas las armas que tenía. Pintura y minifaldas por un lado, aderezadas con la apropiada cara de tonta mechada con fascinación. Ingenio y cultura por el otro, alternadas con algunas frases feministas como para generar un interesante intercambio de piropos. Gritos en la cama… y, sobre todo, mucha, pero mucha paciencia. Lo aceché durante meses en los que fui conociendo sus hábitos, sus gustos, y sus debilidades. Él, claro está, sabía qué me traía entre manos, pero cometió el grave error de suponer que podía manejarlo.
En realidad, podía manejarlo. Podía aguantar todos mis avances, y tenía bastante habilidad para ceder cuando la situación se enturbiaba, y mantenerse firme cuando yo tiraba un poco demás de la cuerda. Pero mi víctima no era él, sino su mujer. Ya sabía que no iba a dejarla, lo que tenía que conseguir era que ella lo deje a él. Hay estadísticas que muestran que el noventa por ciento de los divorcios iniciados por mujeres se hacen efectivos; los hombres, en cambio, son bastante menos confiables.
Me deshice de Ernesto, usando una aventura sin importancia que él había tenido el año anterior. Y, con las manos libres, me dispuse a esperar mi oportunidad. Mientras tanto fui socavando despacio su relación con la esposa. Me dediqué a cansarlo en la cama todo lo que podía para que no le queden ganas de acostarse con ella, e hice que vuelva tarde la mayor cantidad de veces posible. Decidí no usar métodos más groseros, como el lápiz de labios en la ropa interior, para que ella no se distraiga enojándose conmigo. Solamente aumenté, desde las sombras, el desgaste que ya había entre ellos. Pero no podía contar con que alcance, hay parejas que siguen en estados meta-estables durante años, y no me interesaba esperar tanto. Necesitaba algo especial para darles el golpe de gracia.
Y la oportunidad llegó, por fin, el día de Navidad.


Yo estaba completamente sola. Mis hijas estaban con el padre. Las muy cretinas se habían dado cuenta de lo que estaba haciendo, y pasaban la mayor parte del tiempo con él. Podría haber peleado más, pero la verdad es que no me interesaba. Ernesto era un buen tipo y un mejor padre. Que no me fascinara no era culpa suya. Además, ya estaban prácticamente criadas, y tenían un lengua muy larga. Y estaba cansada de que me robaban la ropa. Que se arreglen.
Pero esa noche me estaba sintiendo muy mal. Nunca había pasado la Navidad así. Era una sensación desgarradora, como si estuviera completamente sola en el mundo y a nadie le importara. Miré las luces del arbolito por mucho rato, mientras liquidaba media botella de ron. Me faltaba Hernán, lo necesitaba. Yo estaba sola porque él había entrado en mi vida sin permiso. Y él estaba con su familia. Su mujer, sus hijos, los abuelos y unos primos. Familias grandes, con matrimonios para toda la vida.
Simplemente, no era aceptable para mí.
Lo llamé por teléfono a eso de las doce y media de la noche, justo después de brindar. La fiesta estaba avanzada y todos estaban un poco alegres. Le dije llorando que estaba desesperada y que si no venía a verme, aunque sea cinco minutos, me tiraba por el balcón. Con otro tipo no hubiera exagerado tanto porque podía asustarse, pero con él podía darme ciertos lujos. Obviamente me mandó al carajo, pero estaba un poco borracho, así que no tenía todos los reflejos funcionando bien. Aumenté la apuesta, diciendo que me había bajado media botella de ron, así que hablaba en serio, y que estaba desesperada de celos. Nada mejor para mentir que la verdad. Por fin accedió.
Cuando llegó, me encargué de tenerlo bien ocupado hasta las cinco de la mañana. Lloré, grité, nos peleamos, nos reconciliamos. Hicimos el amor en el piso de la sala, justo delante del Cristo recién nacido... Le guiñé un ojo y le agradecí por el regalo de Navidad. ¿Qué diría la monja del colegio que siempre me perseguía por no rezar? Estaba celebrando la Navidad y recordando que era el día del nacimiento del Cristo. Me reí entre dientes mientras mis espasmos subsidian.
Cuando por fin volvió a la casa, la esposa había tenido tiempo suficiente para prepararle la valija. Hay cosas que las mujeres no podemos perdonar, y que nos humillen delante de toda la familia es una de ellas.

Así que como no tenía dónde ir y era Navidad, le hice el favor de dejarlo vivir conmigo. Le impuse una sola condición: nada de mujeres.
.
:101: La hora de los hipócritas, Petros Markaris


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Sinkim
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Re: CN2 - Langosta para Navidad

Mensaje por Sinkim »

Una historia muy curiosa, me ha parecido muy interesante como está contada y como el autor consigue que la protagonista no acabe cayendo tan mal como podría visto lo fría y calculadora que es :D
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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elultimo
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Re: CN2 - Langosta para Navidad

Mensaje por elultimo »

Me ha gustado mucho. Desde el principio está muy bien logrado el personaje de la protagonista. Te cae mal casi desde la primera frase y estás deseando que todo le salga mal. :cunao: :cunao:
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albatross
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Re: CN2 - Langosta para Navidad

Mensaje por albatross »

El primer párrafo crea una expectativas muy altas que según se avanza en el texto comienzan a decaer.

Creo que la Navidad está metida con calzador y que el relato no cambiaría nada si no se hubiese mencionado esa fecha.

Esta frase me chirría mucho:
Lifen escribió: Yo histeriquié lo mínimo indispensable
Pero puede que la culpa sea mía, ya que tenía las expectativas muy altas tras el magnífico retrato que se hace de la protagonista al principio del relato entrelazando con habilidad varias pinceladas y consiguiendo un efecto muy logrado. Creo que es lo más destacable de este relato y que demuestra una gran maestría por parte del autor. En ese punto te tengo que dar la enhorabuena.
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elultimo
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Re: CN2 - Langosta para Navidad

Mensaje por elultimo »

Histeriquear es hacerse la estrecha, no tiene nada con volverse histérico.
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Dori25
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Re: CN2 - Langosta para Navidad

Mensaje por Dori25 »

¿la niña se llama Juliana?
En serio!???

¿Lo ha leido ya berlín?
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Berlín
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Re: CN2 - Langosta para Navidad

Mensaje por Berlín »

Dori25 escribió:¿la niña se llama Juliana?
En serio!???

¿Lo ha leido ya berlín?

Si, hija sí...
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Berlín
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Re: CN2 - Langosta para Navidad

Mensaje por Berlín »

Abogados y Juliana... me huele a chucho por aquí. :silbando:
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Ratpenat
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Re: CN2 - Langosta para Navidad

Mensaje por Ratpenat »

Yo habría dicho que es de Berlín, si no fuera por el argentino.

Está muy chulo, autor/a. Aunque no sea un tema que me guste, el relato anima a leer más y eso tiene mérito. :hola:
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Yuyu
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Re: CN2 - Langosta para Navidad

Mensaje por Yuyu »

No me ha gustado mucho. Me parece absurda la actitud de una abogada adulta con un matrimonio y dos hijas a la espalda. Parece más una adolescente encaprichada. No digo que no pueda ser real, que en esta vida hay de todo, pero no me lo creí. No me gustó la protagonista y se me atragantó el resto. No quita para que esté bien escrito, es la trama la que no me convenció. :60: :hola:
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Shigella
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Re: CN2 - Langosta para Navidad

Mensaje por Shigella »

albatross escribió: Creo que la Navidad está metida con calzador y que el relato no cambiaría nada si no se hubiese mencionado esa fecha.
Estoy de acuerdo, en varios de los relatos el tema navideño está un poco por los pelos, pero ya que es concurso extraoficial no le doy mucha importancia.

El relato me ha parecido muy bien escrito. Lo he leído del tirón a una velocidad vertiginosa hasta el final. La protagonista cae mal, pero el amante tampoco es la nobleza personificada, que digamos. Yo creo que son tal para cual.

Lo de la Langosta del título se me escapa. Es algún juego de palabras?
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Isma
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Re: CN2 - Langosta para Navidad

Mensaje por Isma »

Lo mejor de este relato es, a mi entender, la clarividencia con la que el autor desgrana los pensamientos de una mujer temible. La lectura es ágil y fresca y muy, muy natural. ¿Hay algo que no cuadre en esta historia de caza y captura? Yo no lo encuentro. Creo que escribir un buen relato no es sólo encontrar una idea y desarrollarla con estilo, sino también encontrar la manera de expresar esas complejidades que no son visibles a simple vista. Y este relato lo consigue. Se comulgue o no con el modo de ver la vida de esa bruja despiadada / mujer hiperpráctica, hay que reconocer que se nos muestra su pensamiento y decisiones de manera coherente y lógica.

Muy buen relato, felicidades.
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Isma
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Re: CN2 - Langosta para Navidad

Mensaje por Isma »

Shigella escribió:Lo de la Langosta del título se me escapa. Es algún juego de palabras?
Hernán es la langosta. Cree que no caerá en las redes, pero al final es servido en el plato de la protagonista, tal y como augura el dicho inicial.
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Shigella
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Re: CN2 - Langosta para Navidad

Mensaje por Shigella »

Isma escribió:
Shigella escribió:Lo de la Langosta del título se me escapa. Es algún juego de palabras?
Hernán es la langosta. Cree que no caerá en las redes, pero al final es servido en el plato de la protagonista, tal y como augura el dicho inicial.
Es verdad, si es que estoy empanada ya, con tanto relato :lol:
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ciro
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Re: CN2 - Langosta para Navidad

Mensaje por ciro »

Vaya racha llevo. Tampoco me gusta, lo siento. Lo de la Navidad no es con calzador, es con escoplo y martillo.
Me parece una historia de manejo de sexos más que de sentimientos, un poco irreal. Nadie es tan frío (en este caso fría) en la vida real. Opino casi igual que yuyu.
La forma segura de ser infeliz es buscar permanentemente la felicidad
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