CP IX - La misión de Yekhar - Sinkim

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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julia
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CP IX - La misión de Yekhar - Sinkim

Mensaje por julia »

La misión de Yekhar

El frío y cortante viento azotaba, sin descanso, a Yekhar mientras se enfrentaba a la furiosa ventisca.

El bárbaro tiraba de Sombra, su agotado percherón cuyo pelaje negro azabache se encontraba blanco por la nieve. Hacía tiempo que se había visto obligado a descabalgar y empezar a tirar de las riendas del noble animal que se encontraba al borde de extenuación. Llevaban luchando contra la tormenta durante días, avanzando paso a paso, sufriendo por cada metro conquistado, sin detenerse a dormir por miedo a no volver a despertarse y comiendo raciones frías ante la absoluta imposibilidad de hacer fuego.

Afortunadamente Yekhar había salido de su aldea preparado para lo que pudiera encontrarse y la pieles que llevaba le protegían de lo peor de la tormenta, y las raquetas le permitían desplazarse sobre la nieve, aunque seguía siendo un trabajo agotador. Hacía horas que caminaba sin saber por donde iba, simplemente avanzado, ciego a todo excepto a su deseo de seguir adelante, de no rendirse, de no fallar donde tantos otros habían caído antes.

Él era Yekhar, de la aldea del Bisonte, con diferencia el mejor guerrero de la aldea. Por fin, después de tantos años, su pequeña aldea había sido elegida para cumplir la trascendental misión.

Otras cinco aldeas habían sido seleccionadas previamente pero sus campeones habían sido derrotados y ahora era el turno de los Bisontes. Yekhar llevaba toda su vida preparándose para este momento; aún era joven pero era fuerte y ágil y había sido duramente entrenado por Khuntal, el sacerdote ciego de la aldea, que le había asegurado que estaba preparado, que él triunfaría donde otros habían fracasado.

Yekhar abrió lo ojos y miró sorprendido a su alrededor, algo había cambiado, el viento ya no le golpeaba con su furia. Habían encontrado una cueva, sin saber como sus pasos les habían conducido a un refugio. Sin perder tiempo se acercó a las alforjas y sacó el material para encender fuego y con unas ramas que encontró en lo más profundo de la cueva ambos pudieron calentarse por primera vez en días. Tras quitarle la silla de montar y las alforjas hombre y caballo se tumbaron cerca del fuego y durmieron.


Empezaba a anochecer y la tormenta estaba en pleno apogeo, los rayos golpeaban el suelo y su resplandor iluminaba el oscuro torreón de cuatro pisos en cuyas almenas se podía distinguir una amenazante silueta recortada contra el negro cielo.

En lo alto del torreón un anciano encorvado, calvo y con una larga barba blanca, que llegaba hasta su cintura, acariciaba la cabeza de un gran lobo níveo, cuya cabeza, incluso sentado como estaba, llegaba a la altura de los hombros del hombre.

El viento y la lluvia le golpeaban con furia pero, aunque únicamente cubría su viejo cuerpo con una fina túnica blanca de seda, él se mostraba impasible ante la fuerza de los elementos. Ajeno a todo, su mirada se encontraba enfocada en un punto en la distancia.

El lobo alzó la cabeza, miró a la luna llena que dominaba el cielo y lanzó un desgarrador aullido.

—Sí, Noche, lo sé. Nuestro amigo ha llegado a la cueva. Parece que la tormenta no ha sido suficiente para detenerle, pero bueno, no te preocupes, aún nos quedan unos cuantos trucos en la manga —dijo el anciano dirigiéndose al enorme lobo que, de alguna manera, parecía entender todo lo que éste le decía.

El majestuoso lobo blanco se puso en pie y se giró hacía las escaleras mientras un funesto gruñido salía de su garganta.
—No, Noche. Tranquilo, viejo amigo, aún no ha llegado tu momento. Sabes que tú siempre eres mi última opción.

El gran lobo se volvió y le dirigió una mirada en la que se podía leer la resignación y las ganas de entrar en acción.
—Noche, siempre tan impaciente. No te preocupes, este hombre es diferente al resto, me parece que esta vez sí que vas a tener que luchar —le dijo mientras le acariciaba detrás de las orejas y el lobo ronroneaba de placer restregándose contra sus piernas—. ¡Anda, vamos a cenar que ya es tarde! Nuestro invitado está durmiendo y nosotros podemos hacer lo mismo. De todas formas aún está lejos y mañana será otro día.


Yekhar despertó para encontrarse que la hoguera se había apagado pero la tormenta también había cesado y un suave sol calentaba la entrada de la cueva. Tras comer algunas raciones de viaje, alimentar y ensillar a Sombra, se colocó a la espalda su hacha de doble filo, Jareg la Cortacabezas; confirmó que la daga, regalo de su padre, seguía en su cinturón y salió de la cueva dispuesto a proseguir con su sagrada misión.

Después de la furiosa nevada de los días anteriores andar bajo el sol de la mañana era un descanso revitalizante para Yekhar y Sombra que sentían como, poco a poco, iban recuperando las fuerzas perdidas.

Ahora que la tormenta había pasado volvía a ser capaz de ver la Montaña Blanca, su destino final. Un gran alivio le inundó, pues no estaba del todo seguro de no haberse desviado de su rumbo durante la ventisca. A la vista de su objetivo sus pasos se aceleraron, estaba deseando llegar y poder rescatar a la princesa.
A media mañana el calor, que tanto había agradecido antes, empezó a hacer efecto en Yekhar. El sudor cubría todo su cuerpo y el reflejo del sol en la nieve estaba empezando a marearlo.

El bárbaro no tardó en descubrir que el resto del trayecto hasta la Montaña Blanca no iba ser un camino de rosas. Frente a él se encontraba un profundo barranco que cortaba el camino a lo largo de varios kilómetros. El desanimo se apoderó de él pues intentar rodear el obstáculo le iba a suponer mucho tiempo, tiempo que no estaba seguro de poseer.

Afortunadamente para él a unos pocos cientos de metros pudo distinguir un puente blanco que cruzaba la quebrada, pero cuando se acercó sintió que el mundo se hundía bajos sus pies al darse cuenta de que el puente era en realidad un puente de nieve de unos veinte metros de largo y escasos dos metros de ancho.

Estaba claro que, si quería continuar, ese era el único camino posible así que desmontó y se acercó despacio mientras tiraba de las riendas de un reacio Sombra. Yekhar pisó con cuidado comprobando la consistencia del puente que parecía aguantar sin problemas.

Paso a paso, con mucho esfuerzo y animándolo con palabras tranquilizadoras consiguió que Sombra se adentrara en el puente y fueron avanzado. Cuando ya habían llegado a la mitad del puente una de las patas de Sombras se hundió en la nieve haciendo que el caballo perdiera pie y cayera de golpe sobre el puente.
El puente tembló y el fuerte ruido indicó a Yekhar que estaba empezando a agrietarse; el caliente sol debía haber derretido la nieve debilitando la estructura. Desesperado tiró con fuerza de Sombra pero el pobre animal estaba completamente dominado por el pánico y era incapaz de volver a ponerse en pie.
Aún peor, sus movimientos estaban acelerando el derrumbe del puente así que Yekhar se vio obligado a abandonar a su amado Sombra y a correr con todas sus fuerzas para evitar caer él también. Un prodigioso salto, que puso a prueba la fuerza de sus músculos, fue lo único que impidió que acompañara a Sombra en su caída al olvido.


En la ventana del último piso del torreón el anciano miraba por la ventana mientras, sentado en un cómodo sofá, acariciaba el hocico de Noche que disfrutaba de las caricias de su amo.
—¡Ha conseguido sobrevivir al puente de nieve! ¿No te había dicho que tenía un palpito con éste, Noche? De todas formas ahora ha perdido todo su equipo y casi no tiene armas.

El lobo levantó la cabeza y sus ojos, uno azul y otro amarillo, miraron al hombre con el que compartía algo más que el color de ojos.
—Relájate, aunque haya superado el puente aún queda el tercer guardián y sabes tan bien como yo que Ryuakl es un hueso duro de roer. ¡Un hueso duro de roer! ¿Lo coges? ¡Un hueso duro! —se rió el anciano mientras Noche lo observaba completamente hierático.

Un par de minutos después, cuando el ataque de risa había cesado, el viejo volvió a hablar:
—Tendrías que aprender a reírte, Noche, no tienes que ser tan serio. De todas formas es una pena que el puente haya fallado hubiera sido irónico derrotar a su campeón utilizando el sol para ello —suspiró mientras volvía a acariciar la cabeza de Noche.


Yekhar avanzaba imparable en dirección a la montaña que marcaba su destino. Ya hacía varios días que había perdido a su caballo y se había visto obligado a sobrevivir con lo poco que conseguía cazar y a dormir a la intemperie como mejor pudiera. Únicamente la importancia de su misión y el hecho de ver la montaña cada vez más cerca insuflaba energía a sus piernas y le permitía continuar.

Por fin una mañana llegó a la base de la Montaña Blanca, lo había conseguido, y, para su sorpresa, la gran puerta de hielo que permitía el acceso a la misma se encontraba abierta esperándole. El tamaño de la puerta era intimidante, era una puerta hecha por y para gigantes, el guerrero tuvo que inclinarse hacia atrás para poder verla en todo su esplendor.

Por lo que pudo entender los intrincados grabados de la puerta contaban la historia de una raza ya extinta de gigantes de hielo que había llegado del Norte hace siglos huyendo de alguna especie de enorme monstruo submarino con tentáculos que les diezmaba.

Repentinamente una sacudida sacó a Yekhar de su ensimismamiento. El suelo temblaba, algo estaba surgiendo del suelo justo en el quicio de la puerta. Lentamente, hueso a hueso, Ryuakl, el último de los gigantes de hielo fue alzándose ante él.

Un enorme esqueleto de no menos de cinco metros de alto, portando una enorme espada y vestido únicamente con jirones de lo que antaño debió ser un túnica y unas destrozadas botas de cuero, se alzaba en su camino bloqueando el único acceso a la montaña.

Yekhar estaba congelado, no podía creer lo que estaba viendo, y ese momento de asombro y de duda estuvo a punto de costarle la vida cuando Ryuakl blandió su espada. El embotado filo de la gran espada descendió y solo los reflejos felinos de Yekhar le permitieron esquivar la espada en el último momento. Afortunadamente para él, debido a su tamaño, el gigante era bastante lento y al joven guerrero no le costaba demasiado trabajo esquivar los golpes que descargaba contra él. Aunque tenía bien claro que, con la fuerza del gigante y el peso de la vieja espada, un único golpe sería suficiente para acabar con su vida.

Unos cuantos golpes tentativos de su hacha, lanzados mientras esquivaba los ataques de Ryuakl, le habían demostrado que los huesos eran demasiado duros para partirlos; así que intentó otra cosa. En el siguiente ataque se deslizó entre sus piernas y, desde atrás, golpeó con todas sus fuerzas la rotula de una de sus piernas. Repitió la maniobra varias veces, concentrando los hachazos en el mismo punto, hasta que consiguió agrietarlo. Varios minutos y golpes después el propio peso del gigante hizo que la rotula terminara por romperse poniéndolo de rodillas, momento que Yekhar aprovechó para golpear salvaje y repetidamente el cuello del gigante hasta que su cabeza rodó por la nieve.


—¿Ves como yo tenía razón, Noche? Te había dicho que este guerrero era especial, ha conseguido derrotar a Ryuakl sin problemas. Ahora sí que ha llegado tu momento, compañero —indicó el anciano mientras rebuscaba en un gran armario—. ¡Por fin lo he encontrado! —exclamó mientras se giraba mostrando a Noche un collar de cuero tachonado con largas y afiliadas púas.

Noche entrecerró los ojos y gruñó mostrando sus temibles dientes.

—Sí, ya sé que no te gusta, que no te parece honorable, pero ya sabes que tu cuello es un punto muy vulnerable y ese guerrero no necesita ventajas adicionales. ¡Deja de mirarme así, sabes que tengo razón! ¡No me seas cabezota, claro que recuerdo que las veces anteriores no te ha hecho falta! ¿Acaso no estaba yo también aquí? ¡Vale, como tú quieras, hay que ver que testarudo eres! —claudicó el anciano ante la impertérrita mirada de Noche que no se había movido en ningún momento.

Volvió a dejar el collar en el armario, se acercó a donde estaba el gran lobo y poniéndole las manos en la cabeza lo hizo desaparecer en medio de una luz blanca.

—Mucha suerte, viejo amigo —dijo con una nota de orgullo en su voz.


Yekhar por fin había llegado a su destino, tras subir la interminable escalera que llevaba a la cima de la Montaña Blanca se encontraba en una gran habitación de hielo; completamente vacía excepto por un sarcófago de cristal que se alzaba verticalmente en medio de la misma. La princesa, con un vaporoso vestido verde, permanecía placidamente dormida en su interior, Por alguna extraña característica del cristal su cara se encontraba velada y, únicamente, parte de su larga melena dorada era visible. Delante del sarcófago, vigilante, Noche esperaba paciente.

El bárbaro avanzó blandiendo su gran hacha de combate y el gran lobo blanco se movió, raudo, más rápido que el pensamiento. Antes de que supiera que había pasado Yekhar se encontraba en el suelo, su hacha rodaba por el suelo y las mandíbulas de Noche se cerraban sobre su brazo izquierdo que era lo único que había impedido que llegaran a su cuello. El peso del lobo estaba poniendo a prueba la resistencia de sus costillas y las afiladas uñas de su pata izquierda se habían clavado en su cara, hasta el hueso, haciéndole perder su ojo derecho.
Gritando de rabia y de dolor el guerrero tanteó en su cinturón hasta que consiguió extraer su cuchillo y clavarlo repetidamente en el costado de Noche. El lobo esquivó el cuchillo bajándose del cuerpo de Yekhar sin soltar su brazo y ese fue su gran error. Libre del peso de Noche el guerrero hizo acopio de sus últimas fuerzas y tensado todos sus músculos se puso de pie mientras el lobo colgaba aún de su brazo y trataba de arañar su pecho. Antes de que Noche decidiera soltar su presa Yekhar atravesó con su cuchillo el corazón del noble animal.

Sangrando por sus múltiples heridas el guerrero se arrastró hasta llegar a los pies del sarcófago de cristal, estiro la mano y, en cuando lo tocó, una brillante luz explotó delante de su ojos. Frente a él se alzaba la princesa.
Tumbado en el suelo, Yekhar solo podía ver los delicados tobillos de la princesa y, antes de que pudiera alzarse, vio que ésta se arrodillaba ante él y poniéndole las manos en su cabeza impedía que levantara su mirada. Un calor sanador recorrió su cuerpo, llevándose con él todas las heridas y el cansancio acumulado.

—No te muevas, guerrero. Ahora estás completamente curado pero antes de que te pongas de pie tengo que advertirte que, bajo ningún concepto, debes mirarme a la cara. La belleza de los dioses no está hecha para ojos mortales y si me ves quedarás ciego para siempre —la dulce y armoniosa voz de la princesa cautivó y reconfortó a Yekhar.
—¡Así que eso es lo que le pasó a Khuntal! Nunca nos quiso decir como perdió la vista pero todos supusimos que fue por alguno de los peligros que encontró en el camino —exclamó Yekhar.
—Khuntal, sí, lo recuerdo. Fue advertido, igual que tú, pero su curiosidad pudo más que su cautela. Espero que por lo menos haya sido feliz con su decisión —suspiró la diosa.
—Sí, creo que lo ha sido, siempre dice que no le importa ser ciego porque ya ha visto lo más hermoso que puede verse en este mundo —respondió el guerrero.

La princesa sonrió mientras sus labios se acercaban y besaban la frente de Yekhar.

—Ahora cuentas con mi bendición. Tu cuerpo nunca envejecerá ni enfermará. La muerte solo podrá alcanzarte desde el exterior. Vuelve con los tuyos, mi paladín —Mientras decía esto el cuerpo de Yekhar comenzó a brillar y desapareció.

La diosa se alzó y caminó hasta el cuerpo de Noche.

—Pobre Noche, ha tenido que dolerte mucho, aunque, visto como le habías dejado a él, está claro que ha sido una lucha muy igualada.

Mientras hablaba la diosa le extrajo el cuchillo y puso su mano sobre la herida. Un momento después Noche estaba de pie, lamiendo la mano que le había sanado.


El anciano se encontraba sentado observándolo todo a través de su espejo de visión cuando una luz apareció en el centro de su habitación y la diosa y Noche surgieron de ella.

—¡Hola, Sabio Invierno, aquí te traigo a un amigo! —dijo la diosa Primavera mientras Noche corría feliz al encuentro de Invierno.
—¡Bienvenida otro año más, Princesa Primavera! —contestó el anciano mientras abrazaba al gran lobo—. Creo que ya va siendo hora de que vuelva a dormir, de todas formas empezaba a notarme cansado, me estoy haciendo viejo para esto.
—¡Todos los años dices lo mismo, suegro, ya no me lo creo! —rió la princesa mientras veía como el lobo desaparecía para volver al colgante con forma de cabeza de lobo que llevaba Invierno en su cuello.

Invierno dio dos cariñosos besos a la princesa, entró en el sarcófago de cristal que había aparecido en la habitación y se dispuso a dormir hasta que volviera a llegar su momento.
Primavera silbó y un grácil y hermoso halcón surgió de su colgante y voló dando vueltas a su alrededor. Tras salir de la habitación la diosa bajó al tercer piso de la torre y entró en una habitación idéntica a todas las demás.

—¡Hola, hermana Otoño! Veo que sigues tan bella y serena como siempre. Algún día tendrás que prestarme uno de tus trajes, los contrastes entre el rojo, el amarillo y el marrón te sientan divinamente —dijo la diosa mientras recorría con una mano la superficie del sarcófago donde Otoño descansaba y cogía las cartas que había en la mesa y que ésta, como todos los años, le había escrito antes de irse a dormir.

Un piso más abajo la diosa se paró a saludar a su esposo Verano.

—¡Amado mío, cuanto tiempo sin verte! Estoy deseando volver a estar contigo, aunque esta vez no me vas a sorprender como hiciste el año pasado. Esta vez estaré preparada aunque mandes a tu paladín cuando aún casi no he acabado de despertarme —rió Primavera mientras admiraba la apostura de su marido, vestido con un traje dorado y naranja, tan brillante que casi deslumbraba.

Tras despedirse del rey Verano la princesa llegó a su habitación y se asomó a la ventana desde donde pudo ver como, alrededor de la torre, la nieve se derretía, los árboles florecían y la verde hierba empezaba a crecer.
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Isma
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CP IX - La misión de Yekhar

Mensaje por Isma »

Jeje. Es gracioseta la historia, sobre todo el final. Me gusta. La conversación de Primavera con las demás, mmm, personificaciones, me parece original, y también el hecho de que sean los seres humanos quienes tienen que despertar a la estación correspondiente. Supongo que lo tendrán más fácil los paladines primaverales o veraniegos, quienes pueden aventurarse con bermudas y chanclas.

La lectura me ha recordado a las aventuras de Atreyu en La historia interminable. Un relato simple y directo, con un final ingenioso. Algunas cosas formales a retocar son las tildes en los adverbios y algunas repeticiones:
Él era Yekhar, de la aldea del Bisonte, con diferencia el mejor guerrero de la aldea. Por fin, después de tantos años, su pequeña aldea había sido elegida para cumplir la trascendental misión.
(Aldea)

Buen trabajo, felicidades.
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ciro
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Re: CP IX - La misión de Yekhar

Mensaje por ciro »

Es un género que no me gusta. A pesar de todo, lo he leído con detenimiento y cierta sorpresa final por enlazar la mitologia estacional con el género épico-fantástico. Ya digo que no soy imparcial. La redacción, especialmente en la primera parte es mejorable (yo utilizaría más comas). El resto, pues bueno, sin ser sobresaliente.
La forma segura de ser infeliz es buscar permanentemente la felicidad
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doctorkauffman
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Re: CP IX - La misión de Yekhar

Mensaje por doctorkauffman »

me lo he pasado bien leyéndolo.
una sorpresa agradable el final.
sin embargo, veo alguna pega. la idea es que el guerrero del cuento es diferente y porque es diferente vencerá al invierno. Pero después de todo, no es tan diferente. quiero decir, ya otros guerreros derrotaron al invierno; sin ir más lejos, el que se quedó ciego y al principio se nos cuenta que otras tribus habían fracasado. también está claro que va a ir derrotando todos los obstáculos finales.
la sorpresa final me compensa estas pegas.

felicidades.
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Isma
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Re: CP IX - La misión de Yekhar

Mensaje por Isma »

doctorkauffman escribió:[...] veo alguna pega. la idea es que el guerrero del cuento es diferente y porque es diferente vencerá al invierno. Pero después de todo, no es tan diferente. quiero decir, ya otros guerreros derrotaron al invierno; sin ir más lejos, el que se quedó ciego
El guerrero que derrotó al invierno y se quedó ciego jugaba con ventaja, porque fue el maestro de Yekhar... :wink:
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Tolomew Dewhust
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Re: CP IX - La misión de Yekhar

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Me ha encantado. Me parece un alarde de imaginación escribir este relato en el mes escaso que tuvimos de margen.

Me quedo con ganas de más. Tal vez un cuento breve...
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Topito
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Re: CP IX - La misión de Yekhar

Mensaje por Topito »

Un bello cuento para leer en primavera.

Me lo he pasado muy bien, y, para mí, lo mejor es el final. No me esperaba que fuera la primavera. :mrgreen:

No le veo muchas pegas a la historia, alguna cosa que se puede atar mejor, o no indicar tanto para que sea más sorpresivo (como bien nos dice el doctor), aunque no me ha molestado porque el final te deja muy buen sabor de boca.
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Yuyu
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Re: CP IX - La misión de Yekhar

Mensaje por Yuyu »

Qué bonito, me ha encantado. Tiene algún fallo de revisión pero no le veo nada más. Buen relato. :60: :hola:
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El asombroso Mauricio y sus roedores sabios. Mundo disco 28. Terry Pratchett
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jilguero
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Re: CP IX - La misión de Yekhar

Mensaje por jilguero »

:164nyu: :palomitas:


¿Qué me está pasando? :party: Las cavilaciones de Juan Mute

El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
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Sinkim
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Re: CP IX - La misión de Yekhar

Mensaje por Sinkim »

Genial, otro relato de pura Fantasía :alegria: Como era de suponer a mí me tenías ganado de antemano :lol: :lol:

Me ha gustado la idea de que todos los años alguien tenga que despertar a las estaciones y que de eso dependa lo que dura cada estación, a ver si los campeones de Otoño e Invierno pierden más a menudo :cunao: :cunao:
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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Re: CP IX - La misión de Yekhar

Mensaje por Emisario »

Bueno, ya he dicho que no me pondré a detallar lo formal, así que me sumo en general a alguna opinión que te ha recomendado revisar algunos detalles. Por otra parte, en cuanto a la acción, hay ciertas contradicciones, como cuando, estando la tormenta en pleno apogeo, el lobo, junto al anciano, mira a la luna llena que domina el cielo.
O cuando dice que el lobo "ronroneaba". Cosas así, que se pueden detectar con un buen repaso de concordancias. Revisando eso, y un poco la redacción, que es perfectible, podría ganar mucho. A no desfallecer, y a continuar, que la historia me ha gustado mucho, y tu sabes contarla muy bien. Escribir es un camino, no una meta per se. Nadie llega nunca a la meta, pues siempre compite contra sí mismo. Lo importante es seguir caminando. Tienes una prolífica imaginación, y eso es ideal para internarse en este mundillo de las letras.

Saludos, y mucha suerte :hola:

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prófugo
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Re: CP IX - La misión de Yekhar

Mensaje por prófugo »

:hola:

:lol: :lol:

Estimado(a) autor(a): me ha emocionado tu relato :D

Narras de manera sencilla, sin muchos adornos, lo que quieres dar a conocer sin que eso signifique tener un nivel más bajo que otros con más adjetivos rimbombantes. Por ello, veo en tu criatura algo fresco, fácil y cautivante para el lector, donde la ambientación esta mostrada de manera correcta y es sencillo imaginarse el escenario al que nos quieres trasladar.

De resto, história muy divertida...donde no me esperaba que aparecieran "Dioses Estacionarios" :lol: Por cierto...ni siquiera en este relato quieren al Invierno
mientras los otros tres son Dioses que se presumen hermosos y jóvenes...a éste lo ponen como un viejo sin muchas ganas de fiesta :cunao:
No se por que pero...
:dragon: :dragon:
yo me entiendo..o eso creo :roll: 8)

Enhorabuena ..me ha encantado :60:
Última edición por prófugo el 20 Abr 2014 16:52, editado 1 vez en total.
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Ratpenat
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Re: CP IX - La misión de Yekhar

Mensaje por Ratpenat »

Hola, autor/a :hola:

La idea del relato me ha gustado y la historia me ha enganchado, especialmente al principio. El protagonista me lo he imaginado como Conan, pero bien abrigado. :D Además tengo que subirte puntos extra por lo bien que has desarrollado el frío. Molt bé!

Hay pocas ideas que te hayan comentado, que no comparta. Como algo negativo, sin duda, el aspecto formal. Principalmente tildes y puntuación que no me ha cuadrado bien, pero no quiero enumerar, ni tampoco lo voy a tener muy en cuenta, en todo caso. Si al terminar el concurso quieres, puedo mirar de decirte algunas.

Suerte :60:
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albatross
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Re: CP IX - La misión de Yekhar

Mensaje por albatross »

Siento ser yo quien ponga la nota discordante, pero creo que el autor tiene suficiente nivel como para que pueda encajarlo sin que seamos condescendientes.
No encuentro este relato muy conseguido.
Es verdad que el género me aburre, que no puedo con los guerreros, los magos y las princesas. No obstante, he intentado quitarme esos prejuicios antes de hacer mi valoración para que fuese lo más objetiva posible.
Juzgando solamente lo formal, el comienzo me ha puesto directamente contra el relato, debido a una reiteración grave:
autor escribió:El frío y cortante viento azotaba, sin descanso, a Yekhar mientras se enfrentaba a la furiosa ventisca.
Eso es como decir esto:
El frío y cortante viento azotaba, sin descanso, a Yekhar mientras se enfrentaba al frío y cortante viento.
o esto:
La furiosa ventisca azotaba, sin descanso, a Yekhar mientras se enfrentaba a la furiosa ventisca.
No se puede comenzar un relato así. El comienzo ha de ser redondo, pulcro, impactante; es la primera impresión la que marca la predisposición del lector. Me extraña que no lo haya visto nadie.

No voy a enumerarlos, pero más adelante he visto otros ejemplos de errores de estilo que han hecho que el relato me resultase largo y que no haya conseguido engancharme.

No obstante, le veo actitudes al autor, pero creo que debe ser joven y que aún tiene que trabajar mucho. Espero no equivocarme y que no se tome a mal mi comentario. En este caso he optado por la sinceridad antes que por la condescendencia porque creo que le haríamos un flaco favor al autor abundando en los elogios, que ya los ha tenido, y que por otra parte es lo más fácil porque es la forma de quedar como un señor.
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Emisario
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Re: CP IX - La misión de Yekhar

Mensaje por Emisario »

albatross escribió:Siento ser yo quien ponga la nota discordante, pero creo que el autor tiene suficiente nivel como para que pueda encajarlo sin que seamos condescendientes.
No encuentro este relato muy conseguido.
No obstante, le veo actitudes al autor, pero creo que debe ser joven y que aún tiene que trabajar mucho.
Totalmente de acuerdo, Albatross. Y espero que el autor, por joven que sea, o quizá principiante más que joven, sepa valorar que vemos luz en sus escritos, pero que hay que trabajarlos más. La redacción como te he dicho yo y explicado con ejemplo Albatross, es la quinta esencia de un relato, o novela. Cada parte tiene que hilar con la siguiente, y con la anterior. Y no puede ser impoluta, distractiva o reiterativa sin variación en el léxico,

Un abrazo
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