CH 1 Bajo la luz de la razón pura, con bom... -Ukiah (3ºJur)

[lucia]

Bajo la luz de la razón pura, con bombillas de bajo consumo

Antes que nada, y dado que mi relato pretende ser autobiográfico (intentaré no dejar volar mi imaginación en exceso, pero no prometo nada), creo que corresponde una presentación en toda regla.

Me llamo Andrés, y soy filósofo existente.
Sí, sí. No lo he dicho mal. No quería decir ni existencial ni existencialista (entre nosotros, el existencialismo no deja de ser una aburrida pantomima chauvinista), sino existente. Es decir, un filósofo que busca existir aunque, la verdad, en los últimos tiempos casi me conformo con subsistir.

La de filósofo es, sin duda, la condición que me define en todos los aspectos, tanto en el plano intelectual, como en el plano físico. Porque sin duda, como personas inteligentes que os supongo, basta con decir que soy realmente licenciado en filosofía, con doctorado y dos masters para más señas, para que vuestra fértil imaginación dibuje una muy certera semblanza de mí, ahorrándome de paso mucha palabrería y buenas dosis de autoconmiseración. No es que no sea una persona de buen ver, todo lo contrario. Ver, veo bastante bien; lo que no llevo tan bien es “ser visto”.

Analizándolo con la perspectiva que da el tiempo, puede que la elección de estudios no haya sido la más apropiada desde un punto de vista laboral; quizás ni siquiera fuera una decisión adecuada. ¡Que demonios!. Aquel al que se le ocurrió llamar piedra “filosofal” a la transformación del plomo en oro tenia un sentido del humor de lo más retorcido o, más probable aún, era un verdadero canalla.

No obstante, hay que reconocer que mis años de estudiante en la facultad han sido los más felices de mi vida. Todos ellos. Los dieciséis. Y ello a pesar de mi opinión de que para ser filósofo bastaba con cultivar ideas y conceptos en tu propia mente, sin necesidad de aprender las cultivadas por otras mentes anteriores. Opinión muchas veces manifestada y celebrada con mis compañeros y en alguna ocasión, para mi desgracia, con algunos profesores a los que no parecía tan digno de celebración.

Pero no vayáis a tener una idea equivocada de mí, ¿eh?. Cuando digo que esos años fueron felices, no me refiero a que estuviera todo el día de fiesta con los amigotes, aunque muchos ellos si lo estuvieran, entregado al desenfreno y el libertinaje; que tampoco hubiera estado mal, por otra parte. No. Mi dicha provenía de cosas más sencillas, y de placeres más sutiles: de tener un objetivo aunque fuera lejano, de formar parte de un grupo de alguna clase, de no destacar en exceso de mis compañeros, de no ser el más raro de la clase, o al menos de no serlo de manera tan notable como hasta entonces. Pequeños detalles que suponían una tranquilizadora diferencia en mi vida. Incluso había chicas. A mi alrededor. Sin huir y sin hacerme huir. Hasta me hablaban. No es que el tema fuera nunca más allá con ninguna, pero para mí ya era suficiente.

Pero todas las cosas tienen su final y llegó el momento de dejar atrás mi vida de estudiante, de poner en practica todo lo que la vida me había enseñado, de ser útil. Al menos eso decían mis padres, entre multitud de referencias a alubias ganadas, sopas bobas, y otras similares. Que le vamos a hacer; mis padres no tendrán una amplia cultura y recurren en exceso a un reducido número de frases hechas, pero hay que reconocerles que lo que les falta en variedad lo compensan, y con creces, con cantidad y frecuencia.

Así que cogí la maleta, del rellano donde mi bienintencionada madre la había dejado, y marché de casa, dejando atrás mi propio proceso de autoconstrucción para ayudar a construir nuestro mundo. Y vaya si lo construí. Lo construí con dos habitaciones y terraza, con tres habitaciones y dos baños, lo construí amplio y soleado, lo construí recogido e interior, lo construí con vistas a todo aquello que pudiera ser visto. Lo construí de tantas formas y colores que creo que lo construí demasiado, y a veces tengo la impresión de haber sido yo mismo quien sopló la famosa burbuja esa. No es que construyera yo sólo La Manga, es que construí El Chorro, media Manga y Formentera.

De este periodo de mi vida, aparte de dos hernias y cierto enladrillamiento del juicio, guardo un fuerte y sorprendente sentimiento de confraternidad y camaradería. La verdad es que al principio no las tenía todas conmigo, ya que mi experiencia social fuera del ámbito universitario venía marcada por una clara tendencia a quedar aislado nada más abrir la boca, y yo esperaba que en un entorno tan rudo y, visto desde fuera, zafio, no tardaría en quedar señalado como el objetivo prioritario de bromas, chanzas, y alguna que otra perrería.

No obstante, desarrollando una calculada estrategia de antropología cultural, cuajada de silencios, de recursos al tópico, de exabruptos, y de banalidades diversas, no tardé en ser aceptado como un miembro más de la manada, lo que supuso un importante refuerzo moral y una gran inyección de autoestima social. No dudo que el hecho de que todos mis compañeros fueran rumanos, marroquíes y senegaleses que no hablaban ni papa de castellano tuvo algún tipo de influencia positiva pero, y digo esto con modestia, fue algo digno de ver; en pocos meses dominaba a la perfección el hermético código comunicacional propio del gremio, quien sabe si transmitido de generación en generación desde las propias logias que levantaron pirámides y catedrales, y compuesto en gran parte por gruñidos, signos, silbidos, y fuertes palmadas en la espalda.

No puedo decir que este periodo fuera muy edificante y constructivo, paradojas de la vida, pero desde luego la experiencia resultó mucho más gratificante que la obtenida en entornos más civilizados a priori. Y es que las diferencias entre una cuadrilla de albañiles y los niños en un patio de recreo se asemejan de forma preocupante a las existentes entre una reunión de “Gentelmen” en el White’s Club y una manada de babuinos en época de celo.

En este caso no puedo decir que llegado el momento dejara el sector, sino que fue el sector el que me dejó a mí. A mí, y a otros cientos de miles, aprovechando el viaje para dejar unos buenos agujeros en los bolsillos de ciudadanos, empresas, bancos y administraciones, y por el mismo precio dejar hecha unos zorros la economía mundial. Un ladrillazo en toda la cara.

Así que recogí llana y paleta, casco y plomada, la cartilla del paro y un par de mudas, y me volví a casa de mis padres, a recompensarles sus desvelos con cariño filial, y fastidiándoles de paso el plan de arrendar mi habitación a una familia de ecuatorianos. Ella al menos tenía trabajo.

En esta ocasión, y habiendo aprendido la lección de empezar carrera en nuevos oficios, decidí buscar salida laboral en un sector de garantía y futuro y donde mi formación académica sería, no sólo apreciada, sino de extrema utilidad. Y me metí a camarero.

He de decir que en esta ocasión me fue de gran utilidad el dominio de idiomas porque yo, aquí donde me ven, hablo de manera fluida inglés, francés y ruso, chapurreo el alemán y pego patadas a la gramática china. Pero, y que esto quede bastante claro si queremos llevarnos bien, “eu não falo portuges”. La razón de mi poliglotía no es sino una decisión práctica de mi etapa universitaria: habiendo asumido la posibilidad de no estar capacitado para concebir ideas verdaderamente elevadas, decidí ser capaz al menos de concebirlas en varios idiomas. Aunque he de decir que más tarde he dudado si esta decisión no ha sido el desencadenante de una profecía autocumplida, y que el no haber tenido tales ideas elevadas no ha sido sino una consecuencia de la confusión de tenerlas en varios idiomas a la vez.

Empecé mi nueva y actual carrera allí donde se separa el grano de la paja, donde uno demuestra su valía, y donde empieza a forjarse el carácter de un verdadero profesional: en un chiringuito playero de un hotel de la costa malagueña. Cuando uno es capaz de cruzar la arena con traje y corbata, con cuarenta grados y un sol de justicia, con una bandeja con calamares, pescaito y cervezas, esquivando con gesto impertérrito hordas de acangrejados y vociferantes turistas ingleses, para entregar la comanda con una sonrisa y la frase “su pedido, caballero”, entonces uno sabe que está graduado “magna cum laude” en la universidad de la barra.

Uno sabe que esta preparado; que no tiene limites, que cuando años después alguien le pida “un descafeinado con leche, sin nata, corto de leche y corto de café.. ah!, y con sacarina, si es tan amable”, con gesto serio y porte hierático preguntará de manera profesional: “¿De sobre o de máquina, caballero”. Y luego, con el paso calmado de un “garycooper”, se dirigirá hacia la cafetera mientras piensa para sí mismo: “Atrévete a venir por aquí, James Bond”

Pero ahora, antes de continuar con mi historia, díganme:

— ¿Desean tomar algo más los señores?

[Sinkim]

Un relato entretenido y con humor. Es curioso porque me ha gustado todo el cuento excepto la frase final, no me parece que sea un cierre que haga justicia a la historia. Creo que tal y como iba se merecía un cierre más redondo

[Isma]

Relato en primera persona. Representa algo que temía a la hora de afrontar un relato de humor: un personaje ridículo como objeto central. No me convence mucho. La verdad es que después de la Propuesta Editorial de Albatross me he quedado con el listón por las nubes con este tipo de relatos. Me he formado un juicio previo, lo digo para que atemperes, autor, mis palabras, al conocer mis debilidades.

El humor está presente en la crítica social y en el protagonista, por supuesto, descerebrado filósofo que surfea la cresta de la ola constructora para acabar divagando frente a la mesa de un bar.

Hay algunos fallos formales (tildes) y un párrafo que creo mal hilvanado:

Y es que las diferencias entre una cuadrilla de albañiles y los niños en un patio de recreo se asemejan de forma preocupante a las existentes entre una reunión de “Gentelmen” en el White’s Club y una manada de babuinos en época de celo.

Lo que está diciendo aquí (o lo que yo interpreto) es que una cuadrilla de albañiles no se parece a los niños del patio de recreo. No estoy seguro de que esa fuera tu intención, autor.

El final está muy bien y me gusta que se presente al lector la situación con una pregunta, aunque se anticipa en el penúltimo párrafo.

[IrisCornegie]

El primero que he leído y me ha dejado buen sabor de boca. He pillado alguna que otra falta, pero como es el tipo de humor que más me gusta no me ha importado mucho Me ha recordado al Azcárate de Jorge Magano, lo que para mí es algo bueno

Lo volveré a leer más adelante, pero ha sido un buen comienzo.

[jilguero]

A tu favor, no recurres a los tópicos del humor que más me desagradan, sino que has elegido tema y tono más bien “blancos” y que he tolerado bien. Por otro lado, me has hecho sonreír con tu última frase y me has parecido ocurrente cuando el filósofo cuenta eso de que es políglota porque dudando de ser capaz de gestar una idea elevada ha decidido al menos gestarlas en muchos idiomas.
Lo negativo, pues que no me has cautivado con tu prosa ni tampoco he conectado del todo con el prota. Pero, como es el primero que leo, tampoco sé cómo quedarás en mi listín final.

[albatross]

Un relato bien construido, que va desvelando facetas del personaje poco a poco y con un buen remate final. Se encuadra a la perfección dentro del género de humor. No me ha hecho reír, la verdad, aunque le he visto algunos golpes buenos como por ejemplo:
“No obstante, hay que reconocer que mis años de estudiante en la facultad han sido los más felices de mi vida. Todos ellos. Los dieciséis.”

[elultimo]

A mí me ha aburrido un poco, tanto por la historia como por el estilo. Creo que recurre demasiado a usar un lenguaje complejo para contar cosas banales, y eso me ha cansado. Además, la gracia está en la frase final, pues hasta entonces no tiene nada de humor, y me ha parecido un recurso muy típico.

[Verditia]

Relato simpático y muy ameno, no para reírse, pero sí para sonreír durante toda su lectura. De los que más me han gustado por ahora.

Lo que más me ha gustado: el aire de monólogo de la comedia.

El "pero": creo que soy de humor facilón, y la frase final no la he pillado... y me ha dejado fría. En la segunda lectura la he entendido .

¡Suerte!

[Gavalia]

Partirme el pecho de la risa no ha sido el resultado de tu trabajo, al menos en mi caso, pero reconozco que te lo has currado. No sé si tocar de pasada tantos remas de actualidad ha sido buena idea, pero creo que te has esforzado por cuadrarlo todo, y eso supone horas de darle vueltas a frases, parrafos, etc para que todo encaje como tu quieres. Me ha faltado algún diálogo o alguna escena a modo de ejemplo que le diera más fuerza al relato, y creo que en la obra (construcción) se puden dar situaciones muy divertidas, por no hablar del tema hostelería, otro buen filón que solo tocas de pasada. Observé algún error como el de (bienintencionada) y algún que otro adjetivo de tu propia cosecha. (acangrejados) no digo que no sea adecuado pero me chirría un poco
Lo que más me ha gustado ha sido el final y reconozco que has cirrado así que te doy..

755

[IrisCornegie]

Creo que me ha pasado como a Verditia. Todos habláis de la frase final y o no la he pillado o no me ha parecido para tanto...

[ukiahaprasim]

ea, que no habia dicho que el maestro de las banderas ha decidido seguir el ejemplo de su plumifero padawan y comentar los relatos segun los vaya leyendo..

Ya veremos donde nos lleva esto..

Voy leyendo por orden de publicacion en el epub, garcias pesadilla, y compaginando con la lectura CERO del amigo Kharonte... Asi que aun estais a tiempo de ir buscando un escondite..

Veamos, como empezamos con esto que aqui tenemos...

la verdad es que el relato me parece bien intencionado, pero no tan bien puesto en practica ...

Un personaje estrambotico (bastante visto por estos lares), aunque no excesivo (algo de agradecer... me han temblado las canillas con los primeros parrafos pensando en los posibles excesos pseudohumoristicos) , que nos cuenta sus vivencias un poco sin ton ni son...

El humor esta presente en el tono general, y en algun puntilo un poco salao, pero desde luego, no es el festival del humor esto...

Me ha hecho gracia ese "cogi la maleta, del rellano donde la habia dejado mi madre" y poco mas...

EL final.... bien... que todo el relato sea el chapon que les suelta el tio a unos clientes del bar tiene su gracia, pero no se, me parece que corta la narracion de una manera excesivamente brusca....

En lo formal... nada dstacable, algun que otro desliz aqui y allá, y las siempre opinables decisiones sobre comas, puntos y demas zarandajas...

Se deja leer. Ya veremos como queda comparativamente con el resto..

Ukiah

[ukiahaprasim]

leyendo los demas comentarios, me queda algo por añadir:

isma... Tal y como yo entiendo ese parrafo, hace una metafora comparativa Albañil=gentleman, niño=babuino.. a mi si me parece intencionado..

O al menos coincide con la imagen que transmite del prota que lo ha pasado mejor en la obra que en la escuela, donde seguro que le han zurrao de lo lindo...


Ukiah

[IrisCornegie]

EL final.... bien... que todo el relato sea el chapon que les suelta el tio a unos clientes del bar tiene su gracia, pero no se, me parece que corta la narracion de una manera excesivamente brusca....

Si era eso lo que todos habláis del final, lo había medio intuído, pero pensé que no podía ser porque no encaja del todo con el principio. No veo a alguien empezando a contarle algo en un bar a otra persona empezando con un "Antes que nada, y dado que mi relato pretende ser autobiográfico (intentaré no dejar volar mi imaginación en exceso, pero no prometo nada), creo que corresponde una presentación en toda regla.". No sé... no lo veo

[Isma]

leyendo los demas comentarios, me queda algo por añadir:

isma... Tal y como yo entiendo ese parrafo, hace una metafora comparativa Albañil=gentleman, niño=babuino.. a mi si me parece intencionado..

O al menos coincide con la imagen que transmite del prota que lo ha pasado mejor en la obra que en la escuela, donde seguro que le han zurrao de lo lindo...

Te agradezco que me eches un cable, y creo que capto el sentido general de lo que se quiere decir, pero pienso que la construcción del párrafo no ha sido muy afortunada. Decir que diferencias se asemejan a algo... O la comparación misma, si es como tú señalas, es en paralelo y no en horizontal: lo que yo leo es que se relaciona de manera explícita albañil-niño y gentleman-babuíno.

Vamos, en cualquier caso, es una sugerencia de mejora.

[Larús]

Me ha parecido un relato desenfadado y divertido. No hilarante, pero de tener la sonrisa de principio a fin. En mi cabeza sonaba como un monólogo, aunque creo que te has esforzado en que tuviese la suficiente enjundia como para que no fuese un monólogo al uso, sino que estuviese elaborado y sonase como algo redondo. El final me ha gustado mucho. Gracias y felicidades

Y edito: El título me encanta