CH1 Doña Margarita y el equipo Ñ:Operación Mesías - Nínive

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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julia
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CH1 Doña Margarita y el equipo Ñ:Operación Mesías - Nínive

Mensaje por julia »

Apuró los restos del anís que aún cubrían el fondo del vaso y pasó otra página del libro. Inclinó la cabeza hacia un lado y hacia el otro. Debería sentirse decepcionada, triste, tal vez utilizada, pensó. Pero no era el caso. Miró el reloj de la cocina y puso el marcapáginas de ganchillo para separar las hojas. Por esa noche era suficiente. Estaba al llegar y ella no estaba preparada. Entró en el pequeño invernadero que había habilitado en el cuarto sobrante y colgó el libro junto a los otros. Esa edición estaba un poco cruda. Aún no se podía cosechar. Era una lástima que los vendieran tan pronto. Abrió el armario de su habitación y sacó un corsé con liguero incluido. Se quitó la ropa e intentó metérselo. Le quedaba un poco apretado y las ligas se le clavaban en la carne blanda, pero así levantaba todo lo que debía ser levantado, por ambas partes. Deslizó el batín de seda por los hombros y sentó en el sofá. Mientras esperaba, recapituló los hechos del día anterior.

—Buenos días, doña Margarita ¿Otra vez de paseo por mi línea? —El conductor meneó la cabeza y esbozó una media sonrisa.
—Manolillo... no me toques las narices que te conozco desde que te sorbías los mocos y aún puedo darte una colleja. —Guardó la tarjeta del bus, que la acreditaba como usuaria jubilada, en el bolso y avanzó por el pasillo con pasitos de bailarina.
Paseó la mirada verde por los viajeros, indecisa. Al fondo, el parloteo de una chiquilla al teléfono llamó su atención y se dirigió hacia el asiento vacío que había a su lado.
—Buenos días, jovencita. Creo que voy a ser tu compañera de viaje durante un rato —exclamó con voz amable y se sentó con un crujido de rodillas. No le pasó desapercibido el alzamiento de cejas y el fruncir de labios con los que le respondió su interlocutora.
—Joer, Vane, ahora se me ha sentado una vieja al lado y ya verás cómo me intenta dar la chapa. Bueno, volviendo a lo de antes, no le entiendo. ¡Te lo juro! Yo creo que se está aburriendo o algo. ¡Tía, no puedo perderlo! Es el amor de mi vida, lo sé. Lo siento muy dentro, Vane. ¿Y que hago? Cualquier día se le pone la Sandra a huevo y me lo roba, que sé que a mi churri le pone; el otro día me dijo que tenía buen culo. ¿Te lo puedes creer? ¡La Sandra! ¡Que por lo menos gasta una cuarenta de tanga y bien apretado! Y va y me lo dice el muy cabrón, ¡claro! Para que yo me ponga celosa. Pero este algún día me la arma si no hago algo... ¿Tú crees que lo hablamos funcionaría?... Lo tengo....Vale, tía... Chaíto. —Lanzó el móvil al fondo de la mochila y se ahuecó los rizos negros chasqueando la lengua. Los pendientes largos tintinearon con el movimiento.
—¡Hombres! Son tan predecibles... Una vez les pillas el truco, puedes manejarles sin dificultad. —Doña Margarita sonrió al ver cómo la chiquilla miraba por la ventana rehuyendo la conversación y, entrecerrando los ojillos que se hundieron en un millar de arrugas, continuó—: A varios a la vez es más complicado, pero también se puede.
El rostro de la muchacha se volvió hacia ella con algo más de interés. La anciana se inclinó, acercándose, y le susurró al oído: —Es que yo fui puta, ¿sabes?
—¡No joda! —Los labios rosa fucsia se abrieron para no volver a cerrarse. Y repasó de arriba a abajo a doña Margarita con una mirada crítica.
—¡Uy, bonita! El tiempo no perdona, pero yo era una mujer de rompe y rasga. No era un puta cualquiera, no. Los hombres más pudientes hacían cola para pasar una noche conmigo. Y eso que mis honorarios eran elevados, pero yo lo valía. Les hacía cosas que jamás habrían soñado con practicar. Enganchaditos a mí les dejaba.
—Pero... ¿Qué cosas eran esas? ¿Sexo y tal...?
—¡Pues claro, hija! ¿Qué va a ser? Yo follaba como los ángeles, bueno, mejor dicho... como el mismísimo demonio, porque mi nombre de trabajo era La Diablesa. En los cincuenta era la reina del cotarro. Nunca tenía a menos de cinco o seis clientes rondando por el piso que tenía en la calle Alcalá, suplicando para que les diera cita esa noche. Se presentaban con cajas cerradas de la joyería Suárez, que sabían que me encantaba, y las abrían cuando me veían bajar la escaleras. El portero tenía que pararles los pies de vez en cuando. ¡Ay, que tiempos, chiquilla, qué tiempos!
—¡Joder! ¡Qué fuerte! ¿Y no me podía contar algún truquillo de esos que le hacía a los tíos? Para engancharlos y eso... Mire, es que yo tengo novio, mi churri, que está buenísmo... Pero es que yo creo que está un poco... cómo lo digo... Pues eso, que el sexo conmigo le aburre un poco. Es que... —Bajó la voz aún más y continuó—: Ha sido el primero, ¿sabe? ¡Y el único! Que yo soy muy fiel... Pero hay una puta por ahí, con perdón, que no quiero faltarle, abuela; una puta de las de verdad, no de las de trabajar y eso: la Sandra. Y está detrás de mi churri, que se lo come con los ojos en la disco y él tampoco le hace ascos, ¿sabe? Que no soy tonta. ¡Mierda! Me tengo que bajar en la siguiente parada. ¿Y ahora qué hago?
Doña Margarita miró de soslayo al conductor que las observaba por el espejo retrovisor y palmeó con afecto la pierna embutida en los vaqueros rotos.
—No te preocupes, chiquilla, mañana me encontrarás en esta línea a la misma hora y te podré contar alguna de mis especialidades. —Luego le sonrió con complicidad y añadió—: Le vas a dejar anonadado.
—Ano... ¿qué?
—Flipando en colores, querida, flipando en colores.
La muchacha asintió con la cabeza mientras se levantaba y se sujetaba a una de las barras centrales, esperando que el autobús se detuviera del todo. Las puertas se abrieron con un soplido y las cruzó de un salto.
—¡Hasta mañana entonces, Diablesa!
Doña Margarita la saludó con la mano y el vehículo se movió de nuevo.
—¿Diablesa? ¿Pero que trola ha contado esta vez, mujer? —El conductor habló con ella sin volver la cabeza.
—No te importa, Manolillo. ¿Qué quieres que haga para no aburrirme por las mañanas? Desde que me jubilé de la biblioteca no sé qué hacer con el tiempo, hijo. Por cierto, ¿aprobó tu chico para el ejército?
—Sí, sí... Ya le tengo en Torrejón —contestó el hombre irguiendo los hombros.
—Me alegro mucho. Salúdale de mi parte cuando le veas. Otra pregunta, Manolillo... ¿Tú crees que en la librería del barrio tendrán el Kamasutra?
La mujer frunció el ceño cuando el conductor frenó de forma brusca al momento de ponerse en marcha.
—Pues sí que te escandalizas por poca cosa, Manolillo. —Doña Margarita vio desde la ventanilla cómo la chica se paraba en la acera para colocar las cosas que llevaba en la mochila. Enarcó las cejas por el asombro—. Pero tienes razón, esto necesita otro tipo de... mmm... intervención.
Doña Margarita pulsó el botón de parada solicitada y se levantó cuando abrieron las puertas. De un salto, bajó a la acera y se acomodó la falda que se le había ladeado un poco. Sacó el móvil del bolso y abrió la tapa de la funda.
—¡Julita! —ordenó a la pantalla y el aparato marcó el número solicitado. —¡Juliii! ¿Cómo estás de lo tuyo, reina?... Bueno, pues ahí, tirando. ¿Estás ocupada esta tarde?... Bien. Tenemos algo gordo para el equipo eñe... Y otra cosa, me tienes que averiguar algo... Sí, sí... Mira, todo lo que puedas de una chica que probablemente vaya al instituto Delicias y que tiene un novio que se la pega con una tal Sandra... eso mismo... y su mejor amiga se llama Vanessa... ¡Bah! Eso está chupado para ti. ¡Ala, un besito! Adios... Adios.
La anciana dedicó una encantadora sonrisa al policía municipal que la estaba mirando con los ojos como platos y se fue caminando con el vaivén de las caderas septuagenarias hacia su pisito de soltera por elección.
Cuatro horas más tarde, cocido mediante con copita de vino tinto para pasar los garbanzos, doña Margarita se dirigió al centro de reunión.
Cuando entró en el edificio, el sonido de las fichas de dominó repiqueteando en las mesas y las exclamaciones de los jugadores de cartas, la aturdieron un poco, como era habitual.
—¡Me apuesto un mes entero de Indasec!
—No, no, no ¡Eso no es treintaiuno! ¡Límpiate las gafas, coño!
—¡Lo veo y diez más! ¡Agapito... la dentadura para adentro!
La sala se quedó en silencio cuando los parroquianos advirtieron la entrada de la mujer. Como una reina, avanzó con paso majestuoso y el mentón levantado entre las sillas de formica blanca, atusándose el cabello cano con la mano libre.
—Señores y señoras, muy lamentablemente les tengo que abandonar, la jefa me reclama. —Un anciano de traje negro almidonado y corbata granate se levantó de su asiento haciendo una inclinación y la siguió hacia la cafetería. Se pararon entorno a una mesa donde les esperaba una mujer, tan oronda que no se podía apoyar en el respaldo, tomando un café y una tostada de jamón.
—¡Margarita, miarma! ¡Qué alegría tan grande cuando me has llamado! Aburridita perdía estaba ya. Fíjate que hasta había empezado a hacer dieta. ¡Yo! ¿Te lo puedes creer? Menos mal que me has rescatado de las garras del Dunkan y me he dado una vuelta por el barrio renovando mis contactos y claro, entre caña y caña, me ha entrado un hambre... Ainsss... un sinvivir, miarma, un sinvivir...
—¡Exacto, querida Julia! Usted será siempre un colibrí —piropeó el caballero tomándole la mano engrasada por el aceite de la tostada y besándole el dorso antes de sentarse a su lado.
Julita se rió coqueta intentando que los trozos de tocino no se le cayeran de la boca.
—¡Uy, quillo! ¡Mire que es zalamero, Pepiño! ¡Cómo se nota que es letrado!
—¡Castrado! ¿Pero cómo se le ocurre? Mi Gran Bala está dispuesta para acertar en su diana a la mínima expresión de aquiescencia por su parte, señora mía. —Las carnes desparramadas de la mujer temblaron por el ataque de tos.
—¡Bueno, bueno! Al grano, eso lo dejáis para la pensión de la Paca, que no tengo mucho tiempo —cortó doña Margarita con un golpe en la mesa, hizo un gesto a Pepiño para que se ajustara el audífono y continuó—: Cuéntame lo que has averiguado.
—Ejem... bueno, no es por alardear, pero mis dotes siguen intactas. Ya sabes que, desde que mi madre me dijo que Julia era nombre de reina y Julita de portera, he cultivado el noble arte del chismorreo, miarma. Y tantos años de correveidile y de interrogatorios de grado...
—¡Julita, corta el rollo, mujer!
—¡Ojú! Cómo te pones por nada. Bueno, el caso es que la chica esta es la prima de la amiga de la novia del carnicero que le lleva la carne al restaurante de mi sobrino Fito. ¿Tú te acuerdas de Fito, verdad? Ese que se separó porque la mujer conoció en internet a una funambulista que hacía el salto del tigre y se chupaba el dedo gordo del pie cuando... Y bueno, luego pasó lo del asunto ese de la cama y el pescao... ¿Te acuerdas?
—¡Ay, Julita, mira que eres cansina!
—Vale, vale... Que la zagala tiene unos cuernos más grandes que los del Vitorino ese de los del Río. No solo se la pega con la Sandra, también con la amiga, miarma. Mira que los hay muy cabrones por ahí, ¿ehe? No lo digo por usted, Pepiño, que es de lo mejorcito que ha parido la patria. —Pestañeó con rapidez y le dio un bocado a la tostada. Masticó con fruición y continuó —:El caso es que... —se limpió con la servilleta dejando un rastro de carmín—, el cabronazo este trapichea con todo lo que se pueda esnifar, chupar, tragar y beber. Y según me ha contado Fito, la niña está atontada y no se entera de la misa a la media. Margarita, reina, ¿merece la pena un trabajito para ella?
—¿Sabéis qué sacó de la mochila cuando se bajó del bus? —Los dos acercaron las cabezas con curiosidad. La anciana sostuvo el silencio durante un instante.— «Crimen y castigo». ¡En papel!
—¡Alabado sea Dostochescky bendito! —exclamó Pepiño llevando las manos al cielo. —Es para lo que nos hemos preparado durante tanto tiempo. Ella es la elegida, la esperanza de la humanidad. ¡Una lectora adolescente de los clásicos! ¡Tiene que ser ella!
—¡Exacto! La mesías de la nueva era, la que predicará las palabras de tinta y derrocará a la nube. ¡Tenemos que alejarla de las malas influencias! Estos últimos años la cosecha ha sido tan escasa... Las nuevas adquisiciones de la Gran Biblioteca son demasiado blandas. ¡Y la plaga Belén Esteban está corrompiendo los ejemplares recién nacidos! Esta niña es nuestra esperanza. Tengo un plan. Necesitamos a La Pelaje.
—Mi estimada Margarita, nuestros ruegos a tamaña hembra serán desoídos. La Pelaje es mucha Pelaje... Tenemos que comunicar esta operación a Eustaquio. —Pepiño miró de soslayo a Julita, que le sonrió con complicidad.
—¡Ni hablar! Eustaquio es un inmaduro rufián sin beneficio que se pone farruco en cuando ve dos piernas sin medias de compresión y un camorrista que piensa que cualquier sesentona que llene el corsé va a tener una apoplejía si la mira con esos ojos negros de bandolero y que van a quitarse la faja para que él recorra con sus manos delicadas las carnes prietas y suspirarán cuando el viento ondule el pelo que se recoge en esa coleta como... como... ¡como el maldito Sean Connery en Los Inmortales! —Cogió aire—. Pero yo, Margarita Jimena Avellán López, primera sacerdotisa de la Sagrada Biblioteca Pública, yo jamás recurriré a tan masculino efebo derrochador y maleante.
—¡Ay, miarma, lo que te pone El Eustaquio!
Doña Margarita resopló mientras el color grana cubría sus mejillas.

Julita la tuvo que llevar a rastras. No le fue difícil, ya que su cuerpecillo enjuto tenía la misma circunferencia que uno de los muslos de su amiga. Simplemente la cogió del brazo y comenzó a andar. Dejó las huellas de los zapatos de ortopedia tatuadas en la salida del centro de reunión, pero luego se dejó llevar. Mejor conservar las fuerzas. El efecto vigorizante del cocido no le iba a durar todo el día.
No tuvieron problema en dar con él. Sabían que estaría en la sala de espera del médico de cabecera. En cuanto les vio llegar, se repantigó en la silla y esbozó una sonrisita de suficiencia. Doña Margarita giró medio cuerpo para marcharse, pero la garra inmensa de Julita se lo impidió. Hizo una seña a Pepiño para que hablara él.
—¡Mi buen amigo Eustaquio! Es un maravilloso placer encontrarte en estos lares.
—¡El mismísimo lord lameculos! ¿Qué tal te va, hombre? ¿Ya has podido liberar... ya sabes... tu arma secreta? —El anciano se rió dejando ver una dentadura perfecta. La camisa desabotonada en la parte alta, dejaba al descubierto los rizos grises que se sacudían con movimientos espasmódicos. Tosió, atragantándose y tuvo que incorporarse un poco. En cuanto pudo, continuó—: Y le acompañan dos de las mujeres más hermosas del barrio, una en su inmensidad y la otra... bueno, la otra no sé cómo no se ha ahogado aún con la mala baba que tiene.
—¡Serás cabr...! —La mano enjoyada de Julita tapó oportunamente la boca de doña Margarita. Y ésta a punto estuvo de cumplir literalmente la frase de Eustaquio.
—Observo que continuas con tus... negocios —siguió conversando Pepiño, imperturbable. —¿Qué vas a solicitar esta vez, Valium, Rohipnol, Tranxilium...?
—¡Pprrrffff! Eso está anticuado. Los jóvenes ahora se pirran por el Metrazol, se ve que necesitan estimular su mundo aburrido. Mi médica es un encanto y yo un pobre viejo achacoso que está solo en el mundo. ¿No te doy pena, Margarita? —Sonrió con un mohín inocente y las susodicha abrió los ojos intentando fulminarlo con la mirada.
—Tenemos una propuesta que plantearte, sólo hay que negociar las condiciones.

Un talonario de recetas más tarde, el plan estaba listo y los participantes, confiados en su éxito. Eustaquio, al que no se volvió a borrar la sonrisa tras negociar el acuerdo, afirmó que no tendría ningún problema en convencer a «La pelaje». Le debía unos cuantos favores de cuando era jugadora profesional de Ritch; él le suministraba lo necesario para aguantar las interminables partidas sin que el resto de los jugadores lo notara. Tuvo que dejarlo cuando la pillaron vendiendo países por un buen francés en el baño. Sus alegaciones de que estaba siendo fiel a la historia y al espíritu del juego no le sirvieron de mucho. Perdió dinero y Eustaquio le perdonó la deuda a cambio de tenerla como colaboradora puntual. Tenía mucho potencial. Julita se marchó presurosa para aprovechar la caída de esa tarde calurosa. Los bares estarían a reventar y ella tenía que comenzar con la primera parte del tinglado: difundir el rumor de que Eustaquio «El farmacia» buscaba un sucesor para su imperio pastillil. La sacerdotisa salió del centro de salud acalorada, furiosa y con cierta sensación de desasosiego. Como una letanía, se repitió durante el camino de vuelta a casa que todo era por la causa, hasta que el cosquilleo que crecía en su interior fue ahogado por una copita de anís y un Orfidal.

A la mañana siguiente, doña Margarita, se retorcía las manos nerviosa en la parada del bús. Todo estaba en marcha, la joven no tardaría en aparecer y la profecía, a punto de cumplirse. ¿Qué era un pequeño sacrificio en aras del bien común? La nueva era llegaría y barrería las pantallas de tinta electrónica, se volverían a pasar las hojas de los libros con ese crujido que indicaba que la obra estaba madura y lista para recolectar. Se volverían a leer los clásicos y los santos escritores volverían al lugar al que pertenecían; sembradores de palabras, recolectores de historias. ¡Oh, dioses de la inmortalidad!
Miró el reloj. Tres paradas más atrás, Pepiño debía estar entreteniendo a la Vane con alguna de sus estratagemas. El potencial que aún guardaba por debajo del cinturón era... impresionante. Se le imaginó con su traje recién planchado, la corbata con el alfiler de oro bien anudada al cuello y el rólex centellando por fuera del puño de la camisa. A la Vane le chispearían los ojos y sacaría pecho, apretaría las caderas y se dejaría piropear por ese caballero maduro. Con un peluco como ese ya no sería un anciano, no. Las arrugas se rellenan de pan de oro y las carnes fláccidas se tersan con el brillo de la Visa. Y luego la llevaría a la pensión de la Paca y dispararía toda la artillería, la dejaría dormir un rato para luego volver una y otra vez hasta dejarla estrujada cual uva pasa. No en vano su nombre de guerra era «El viagra». La pobre chica nunca volvería a ser la misma después tan potentes cañonazos. Y él se pavonearía un par de días colgado de su brazo y luego volvería a tirarle los tejos a Julita. Lo de siempre.
A ella le tocaba captar y convencer a la elegida de que le esperaba un destino superior.
El autobús se detuvo y se abrieron las puertas con un suspiro. La anciana dedicó una inclinación de cabeza a Manolillo que torció el gesto al verla subir.
Allí estaba, con sus pantalones-braga deshilachados, el top de leopardo por el que sobresalía parte de la puntilla violeta del sujetador y los pendientes como lámparas de araña balanceándose peligrosamente al ras de los hombros tostados.
—¡Ayyy! ¡Mi Diablesa! ¡Qué largo se me ha hecho el día! He traído un cuaderno para apuntar todo, todo lo que me diga usted. ¿Habrá que hacer dibujos? Se me han olvidado las ceras de colores, pero tengo mi estuche de maquillaje super-plus especial.
—Buenos días , querida. ¿Qué tal con tu... churri? ¿Alguna novedad?
—Joer, abue, no sé... Ayer por la noche estaba como súper alegre y estuvo un millón de horas hablando con un tío de no sé qué imperio. ¡Si ya hemos visto las pelis esas! ¡Son como del siglo pasado! Y hoy tenía una cita con alguien que le iba a enseñar a ser catamita. ¿Usted sabe qué es eso? Ay, bueno... me dijo que era para la distribución de medicamentos y que ganaría mucho dinero. ¡Mi churri es tan bueno! ¡Fíjese, repartiendo medicinas para curar a la gente! —Se llevó la mano con la uñas azules al pecho y suspiró—. Por eso tengo que quedármelo.
Doña Margarita casi se atraganta de la risa. En esos momentos, La Pelaje estaría inmovilizando a su «Churri» con las correas de cuero. Se podía imaginar la cara del chico cuando se diera cuenta que la «sesión» para la distribución era en realidad una clase magistral de sodomía a manos de la maestra en ese arte. La Pelaje, mujer por vocación, hombre por biología, bisexual por elección y amo por trabajo, poseía el aparato más impresionante de la ciudad. Su apodo hacía referencia a el recubrimiento espeso de toda la piel de su cuerpo musculado. Con un poco de suerte, el chaval estaría fuera de la circulación el tiempo necesario para que la niña aceptara su destino como cabeza de la Gran Iglesia de la Biblioteca Pública.
—Si, querida, sí... Pero antes de enseñarte mis secretos... ¿Podría ver el libro que llevas en tu mochila?
—¡Uy! ¿Cómo sabe eso? Me da un poco de vergüenza enseñarlo, ¿sabe? Pero como usted es la experta... —Hurgó en la bolsa de tela fucsia y sacó el libro forrado de plástico transparente.
Doña Margarita aceleró la respiración, vibraron las aletas de su nariz. Ahí estaba la prueba que necesitaba. Cogió entre sus manos temblorosas el libro en tapa dura y acarició con reverencia el lomo. Abrió la boca, los ojos se dilataron como pozos inmensos, sonó un crujido cuando la mandíbula se desencajó.
Soltó el libro como si quemara. Sacó su teléfono móvil y ordenó con un ladrido: «¡Julita!».
—¡Abortad la operación! ¿Me oyes, Juli? ¡Nos hemos equivocado! ¡Abortad!
El rostro de doña Margarita reproducía el espanto más absoluto. En su retina se reflejaban las letras del título que adornaba la portada: «Crimen y castigo: cómo ser dominatriz en diez lecciones».

Sonó el timbre con una melodía intermitente. Doña Margarita se levantó de un salto, se acomodó el batín y se hecho hacia atrás un mechón rebelde de sus rizos blancos. Cerró la puerta del invernadero de novelas. Seguiría esperando la aparición de su mesías y, mientras tanto, cuidaría con mimo de los ejemplares hasta su maduración para luego donarlos a su templo: La Gran Biblioteca Pública, donde esperarían en las estanterías para predicar su mensaje entintado.
Al final, la cosa no había acabado tan mal. Seguro que los dos churris se entenderían bien después de las lecciones de La Pelaje. Y ella, ella cumpliría su parte del trato con Eustaquio como una buena mártir.
Abrió la puerta y el anciano apareció con una rosa roja en la mano. Sonrió mientras la miraba con admiración.
«Espero que siga en buena forma», pensó, «algunas posturas del librito que he leído son realmente complicadas»
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Sinkim
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Re: CH1 Doña Margarita y el equipo Ñ:Operación Mesías

Mensaje por Sinkim »

Un relato muy divertido y gracioso con una historia muy original y loca y unos protagonistas geniales que has logrado describir perfectamente en cuatro brochazos. ¡Muchas felicidades, autor! :lol:
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Nínive
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Re: CH1 Doña Margarita y el equipo Ñ:Operación Mesías

Mensaje por Nínive »

¿Y qué hago yo contigo, autor? :lol:
No sé si me quieres hablar de poligoneras, del libro electrónico o hacer una parodia sobre el equipo A. La historia tiene un punto absurdo con ese invernadero de libros que me gusta, aunque en alguna ocasión también has buscado el chiste fácil.
Algún fallito he visto y una falta de ortografía al final que me ha dañado los ojillos. Sí, querido autor, por tu culpa tengo que llevar un parche. :twisted:
En general me ha gustado. La historia es cerrada y la presentación de personajes correcta.
¿Nos veremos en una próxima cita? Quizá...
:60:
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Tolomew Dewhust
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Re: CH1 Doña Margarita y el equipo Ñ:Operación Mesías

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Ay, Nínive, no sabes lo que me ha pasado esta mañana. Pues no que he salido de casa y llegando al trabajo me he dado cuenta de que no llevaba el teléfono móvil. No quiero ni imaginar si hubieras marcado mi número para cualquier emergencia y yo no hubiera estado disponible al otro lado para arrullarte, para consolarte, para lo que quisieras... Así que me di media vuelta y en la mano lo llevo por si en cualquier momento suena. LLama, llama y comprobarás lo rápido que descuelgo.

Venga, llama.

Pero no, no es ese el motivo de que te mande este mp; es para responderte a tu petición de que le eche un ojo al relato que pretendes enviar al concurso de humor.

Mira, no soy quién para juzgarlo, aún así te diré que el título no me convence, no me preguntes por qué. Tal vez "Equipo Ñ" a secas sí, pero eso de mesías lleva a confusión. O seré yo, que estoy obnubilado contigo.

El relato en sí lo dividiría en tres partes. La primera me ha encantado, Margarita en el autobús, entrometiéndose en la vida de su joven partener, el lenguaje algo forzado de esta última, demasiadas licencias "juveniles" que creo innecesarias, pero Margarita lo suple con creces. Haces que los diálogos no se hagan pesados y eso es muy difícil. Enhorabuena. Cuando descubro que es mentira todo lo que ella le dice me quedo anonadado, me digo: ojo, aquí hay una buena historia.

En el segundo tramo la historia se me viene abajo, te me pierdes en descripción del resto de personajes que tienen mucha menos importancia en la historia y en diálogos superfluos. Ahí me he aburrido un poco.

El desenlace, la tercera parte, pues no me ha gustado. Pese a que el relato es bajo mi modesta opinión demasiado largo, el final es precipitado y le falta algo de chispa.

Nínive, está muy bien escrito, es fresco y los diálogos los dominas. Recórtale un par de folios antes de enviarlo y te auguro éxito relativo.

Además, si no fuera así, para mí, sabiendo que es tuyo, será el favorito...
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Re: CH1 Doña Margarita y el equipo Ñ:Operación Mesías

Mensaje por Verditia »

Relato simpático, que me recuerda a Eduardo Mendoza y sus locas novelas policíacas.

La historia es muy buena, y los personajes muy carismáticos, y aunque no me ha hecho reír, sí sonreír.

Lo que más me ha gustado: Los personajes ancianos y sus salidas. Delirantes.

El "pero": Algo larga para mi gusto, o al revés, demasiado corta para tanto contenido, demasiada acción tras acción.

¡Suerte!
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Re: CH1 Doña Margarita y el equipo Ñ:Operación Mesías

Mensaje por Shigella »

Uno de los que me ha parecido más graciosos. Los abueletes de la historia muy salaos y el principio me ha encantado.
Los peros: la segunda parte me ha resultado más flojilla y los diálogos son poco creíbles, especialmente puestos en boca de la Vane. Leer que una choni dice "Bueno, volviendo a lo de antes..." me saca un poco de la historia. Pero bueno, como la historia es bastante loca de por sí y no intenta tener ninguna credibilidad, lo dejo pasar.
Me ha gustado.
1, 2... 1, 2... probando...
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Wintermute
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Re: CH1 Doña Margarita y el equipo Ñ:Operación Mesías

Mensaje por Wintermute »

Coñe, había escrito mi mensaje, juraría que lo he enviado y ahora no lo veo por ninguna parte.

Igual los del asilo me han pegado algo (no hagáis caso a Shigella si os habla de mis aptitudes mentales. Todo mentiras).

El arranque me ha cautivado. El discurso de la protagonista me ha recordado uno de Juego de Tronos con mamá Tyrell, pero el giro de que era todo mentira me ha parecido sublime y muy prometedor. Sin embargo, luego ha decaído un poco y finalmente se me ha hecho un poco largo.

No tiene grandes defectos, pero en mi opinión está muy diseñado en torno a un argumento que, la verdad, no me ha convencido. El trasfondo del equipo Ñ y la búsqueda de su mesías es original, pero ni se elabora ni se aprovecha (algo que desde luego me parece harto complicado en forma de relato corto)- creo que podría dar para más y aprovecharse mejor.

En fin, que no me parece mal... pero no me ha hecho tilín.
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Re: CH1 Doña Margarita y el equipo Ñ:Operación Mesías

Mensaje por Sinkim »

Winter, es posible que en vez de a "Enviar" le hayas dado a "Vista previa" y luego hayas cerrado la pestaña pensando que ya lo habías mandado :D Es algo que suele pasar :lol:
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Wintermute
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Re: CH1 Doña Margarita y el equipo Ñ:Operación Mesías

Mensaje por Wintermute »

Eso... es bastante probable. :-p
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Re: CH1 Doña Margarita y el equipo Ñ:Operación Mesías

Mensaje por jilguero »

¡Con lo bien que empezaba con esa viejecita y su invernadero de libros! ¡Con lo bien que seguía dejando a la chavala anonadada! La parte del autobús me ha parecido muy divertida. Pero luego, cuando llega al club y empiezan a crecer los personajes como las setas, mi atención se ha dispersado y mi interés decaído. Me da que lo de meter tantos personajes en un relato corto no es buena idea o al menos esa sensación he tenido con el tuyo.
Pero ya te digo, en el arranque me lo estaba pasando muy bien contigo. :D
Y de imaginación, por cierto, vas bien servido. :wink:


¿Qué me está pasando? :party: Las cavilaciones de Juan Mute

El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
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Re: CH1 Doña Margarita y el equipo Ñ:Operación Mesías

Mensaje por Wintermute »

Hmmm, ahora que lo dice Jilguero, sí, eso puede ser algo de lo que me ha despistado. Han comenzado a salir personajes y sinceramente, me ha resultado bastante confuso.
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Gavalia
Chucho
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Re: CH1 Doña Margarita y el equipo Ñ:Operación Mesías

Mensaje por Gavalia »

Los abuelitos siempre dan juego jajaja. No hace mucho leí ese del abuelo que saltó por el balcón y disfruté mucho con él. Con esa misma actitud me puse a leer tu trabajo y aunque hay un par de cosas que no entiendo muy bien, la verdad es que la historia me entretuvo y lo pasé bastante bien. Me gustó la escena del autobús sobre todo y no tanto la operación en si que me pareció algo liosa o confusa. Buen trabajo
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:P
En paz descanses, amigo.
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Orr
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Re: CH1 Doña Margarita y el equipo Ñ:Operación Mesías

Mensaje por Orr »

Ji.

Me ha gustado mucho esta versión anciana del Equipo A, buscando a la elegida. No hay duda de que es original. El relato me parece muy bueno. Quizá sobran algunas frases que ralentizan el relato, como la verborrea de Julita. Las descripciones de los personajes me parecen sensacionales, así como el giro que dan los acontecimientos al descubrir Doña Margarita el título completo del libro. Un relato muy divertido, bien escrito e ingenioso. De los que llevo leídos es de los que más me han gustado.

Saludos.
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Orr
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Re: CH1 Doña Margarita y el equipo Ñ:Operación Mesías

Mensaje por Orr »

jilguero escribió:Pero luego, cuando llega al club y empiezan a crecer los personajes como las setas, mi atención se ha dispersado y mi interés decaído. Me da que lo de meter tantos personajes en un relato corto no es buena idea o al menos esa sensación he tenido con el tuyo.
En mi opinión, lo que ha fallado es detenerse tanto en describir esos personajes secundarios. Creo que no era necesario conocerles tanto.
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Estrella de mar
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Re: CH1 Doña Margarita y el equipo Ñ:Operación Mesías

Mensaje por Estrella de mar »

Te lo voy a a decir sin paños calientes. Me encantas. :lol: Creo que es una de las historias que más gracia me han hecho. Los abueletes son lo más. ¡Margarita for president! :boese040: El momento de Crimen y Castigo me ha matao. :cunao: En cuanto a la forma lo he visto bien escrito. :wink: La única pega que le he visto es que el título me parece demasiado largo. :roll: Pero es una chuminá de ná. :boese040:

¡Gracias por atreverte con el dichosito humor, plumita! :lol:
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
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