CP X - TREINTA PASOS - Nínive (3º Popular)

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CP X - TREINTA PASOS - Nínive (3º Popular)

Mensaje por lucia »

TREINTA PASOS


—¿Una copa, cariño? —Acercó el cuerpo hacia el hombre que se había sentado a su lado en la barra del bar y cruzó las piernas. La tela de la falda no pudo abarcar por completo el movimiento de sus curvas y se subió hasta dejar ver el comienzo de un liguero de encaje—. Estoy sola y aburrida. Y tú... podrías hacerme compañía.
—Claro, me gustaría charlar contigo. Tenemos tiempo aún —contestó él mientras hacía una seña al camarero. 
—Para ti, tengo todo el tiempo del mundo. —Se inclinó dejando ver el estrecho camino que separaba sus pechos a través del escote —. Y si te cansas de hablar, tengo una habitación preciosa justo en el piso de arriba. —La melena ondulada acarició suavemente sus hombros desnudos al ladear la cabeza. Pestañeó un par de veces esperando respuesta.
—¿Sabes que he venido a por ti, Eloise? Es la hora.
El rostro maquillado compuso una mueca de extrañeza. Luego, por primera vez, miró a los ojos del hombre y se perdió en aquella oscuridad antigua que le llenó la boca con el sabor del cieno y le quemó las pestañas con la visión de roca fundida y lenguas de fuego lamiendo sus tobillos. Tomó el último sorbo de la bebida ambarina que tenía delante y los hielos tintinearon como si se alegraran de que todo hubiera terminado. 
—Entonces... ¿Ya está?
—Bueno, no te puedes quejar. No todo el mundo tiene una segunda oportunidad.
—Sí, claro... Pero se ha hecho tan corto...
—Lo sé, muñeca, lo sé... Cuando uno disfruta, el tiempo pasa volando. ¿Quieres otra? —preguntó al reparar en el vaso vacío y alzó las cejas en un gesto de invitación.
Eloise asintió mientras observaba con detenimiento a su interlocutor. Era bastante atractivo, con un aire a galán de cine de los cincuenta, la línea del mentón bien definida y una promesa de peligro en la comisura de los labios.
—No imaginaba que vinieras a buscarme con este aspecto. Tienes un buen polvo —sentenció con una mirada apreciativa que recorrió la figura trajeada.
—Lo sé —contestó el hombre sin afectación alguna—. Antes de marcharnos, quizá. Ha pasado una eternidad desde la última vez, pero ahora me gustaría charlar con una de mis mejores alumnas. He seguido tu carrera durante estos años, ya sabes, para controlar si cumplías mis expectativas, y estoy impresionado. —La obsequió con una inclinación de cabeza—. Desde lo de Thomas, tu mejoría ha sido notable y se puede apreciar que disfrutas con ello. Muchos podrían aprender de ti, de tus métodos y entusiasmo.
—Gracias. Aprendí del mejor, aquella clase magistral en el abismo al que me llevaste cuando solicité tu presencia fue reveladora, y el precio no me parece tan elevado. Habría acabado en tus dominios por otros medios, eso casi seguro. —Alzó el vaso que el camarero acababa de rellenar y brindaron. Bebió casi la mitad de un trago y se limpió los labios rojos con el dorso de la mano hasta que la pintura se corrió por las comisuras dándole un aspecto descuidado.
—Aún te puedo ver esa primera vez, tan frágil... Casi te desmayas cuando aparecí ante ti, ¿verdad? No pensabas que el conjuro surtiera efecto. Veo que aún llevas la cruz de tu madre al cuello. —Señaló con el dedo y después acarició la clavícula de Eloise con suavidad. Esta se estremeció.
—A los tíos les pone tirarse a una beata. Sobre todo si me arrodillo frente a ellos y les abro la bragueta cantando sus alabanzas al mismo tiempo. 
—¿Sigues rezándole a Él?
Eloise rió abiertamente y se pasó la mano por el cabello. 
—¿Para qué? ¿Me ayudó cuando le pedí un milagro para librarme de Thomas? —Endureció el gesto y añadió—: Que se quede con sus cánticos y sus buenas obras. Yo elegí mi camino.
—Sí, me llamaste a mí.
—Y tú respondiste y me diste la fuerza necesaria para enfrentarme a él, compartiste conmigo parte de tu poder. Thomas fue el primero y el más... pasional. —Sonrió con un deje de nostalgia y luego continuó—: Era un simple aficionado. ¡Y yo que le temí durante tanto tiempo! Nunca olvidaré la cara que puso cuando se volvieron las tornas. —Gorjeó con placer—. ¡Ah! ¡Qué lejano me parece ahora todo eso! Incluso al final, justo antes del último latido, no podía dejar de mirarme sorprendido. Puse muchas ganas, pero poca imaginación. Los demás fueron más creativos. Bueno, si me has estado vigilando, ya lo sabes ¿no?
—Sexo, dolor... muerte. ¿Qué más se le puede pedir a una alumna aventajada? ¿Disfrutaste tanto como parecía con cada asesinato?
—¿Tú que crees? —Rió abiertamente—. Al principio solo me corría si imaginaba que era a Thomas a quien ataba a la cama y torturaba de nuevo. Luego, algo cambió. Podía distinguir las peculiaridades de cada uno de ellos y disfruté del juego de forma distinta. Aprendí a utilizar sus miedos y eso me hizo más poderosa cada vez, no solo decidía sobre sus cuerpos, también manipulaba sus mentes. ¡Ese poder! Podía sentirte dentro de mí, ¿sabes? Y al final, con su voluntad rendida, el momento en que podía sentir que la vida se apagaba en sus pupilas que se dilataban y se oscurecían bajo mis manos, ese último destello de reconocimiento en el que sabían que lo estaban perdiendo todo, que incluso el dolor se esfumaba ya dejando paso al vacío, ese estertor mostrándome que yo había ganado una vez más... eso... ¡Sí! El éxtasis. —Puso los ojos en blanco y de sus labios escapó un gemido.
—Nena... creo que aceptaré ahora la invitación a tu cama —suspiró el hombre tomándola del brazo.
—¿Has adoptado esta forma porque me gustan las pelis de Rock Hudson? 
—Eres una de mis chicas favoritas. Quería darte el gusto.
—¿Me dolerá? —preguntó algo preocupada de repente.
—Disfruta del momento. La muerte no es final. —Y le acarició la espalda bajando hasta las nalgas. Acercó entonces su cuerpo hacia el de ella y se restregó sin pudor. Luego añadió—: ¿Alguna pregunta más, nena?
—¿Me encontraré con Thomas en el infierno?
—Sí, pero no te preocupes. Estarás en la zona VIP, él bailará para ti durante toda la eternidad.
—Entonces no perdamos el tiempo. Tenemos un pacto que cumplir —sentenció y, mientras avanzaba hacia la salida, se preguntaba por qué, en ese instante, acudió a su mente la imagen de aquel templo veinte años atrás como un filo acerado abriéndole el pecho. Esa primera vida quedaba muy lejos. ¿Por qué aún sentía el dolor de cada paso?

Treinta.

Eloise se detiene bajo el arco de medio punto que marca la entrada a la pequeña iglesia. El brazo, cubierto por la manga blanca hasta la muñeca como mandan los cánones ortodoxos de su madre, engarzado con el codo del padrino que la sujeta con firmeza, como lo debiera haber hecho durante la infancia. Ahora ya es tarde para darle su apoyo. La mujer piensa que debe estar contento por librarse del problema, aunque el rostro anodino no lo demuestra. Una voz menos que escuchar en casa. No lo culpa. Es difícil convivir con su madre y tener que escuchar las continuas plegarias, los ruegos por sus almas pecadoras... «Hija de Satanás, arderás en el infierno eterno», la amenazaba al bajar las escaleras con una falda que dejaba ver sus rodillas huesudas de adolescente.

Veinticinco.

Thomas la observa avanzar por el pasillo cubierto de pétalos. Está muy hermosa. Justo como se la imaginaba. El vestido cubre casi por completo su piel pálida y solo deja ver las manos de dedos largos y el cuello esbelto. Los rizos de su cabello cobrizo domados y recogidos sobre la nuca. Un velo bordado cubre su rostro, pero puede entrever los labios carnosos y la línea recta de la nariz. Pronto descubrirá cada curva oculta y solo sus manos recorrerán todos sus recovecos. Lleva esperando mucho tiempo para hacerlo. 
Ha sido su reto, su prueba, el desvelo de cada noche pensando en cómo hacerla suya. Desde el primer momento en que se enfrentaron de niños, se dio cuenta de que era especial, pero fue con aquel encuentro fallido en la fiesta de fin de curso del instituto cuando lo decidió. Ha trabajado muy duro para conseguirla y ahí está, casi al alcance de su mano. Cuando el viejo la suelte y se la ofrezca, el círculo se cerrará y podrá disfrutar de su premio. Se lo ha ganado.

Dieciocho.

Eloise contempla con un estremecimiento, a medio camino del altar, el Cristo en la cruz que lo preside. Siente que la mira acusador, pero ahora está haciendo las cosas bien, ya no tiene motivos para ello. Siempre ha esperado que Dios estuviera demasiado ocupado como para reparar en el fuego que la devora por dentro.
La primera vez se asustó. Fue durante un sueño: su profesor de matemáticas la castigaba al terminar las clases. A solas, la ordenaba que se levantara la falda del uniforme y acariciaba los suaves rizos a través de la braguita de algodón. Luego apartaba la tela hacia un lado y hundía los dedos en la humedad. Se despertó sudorosa y gimiendo con la mano frotando su sexo. Estuvo todo el día sin ser capaz de mirar a su madre a los ojos, esperando que el mismo demonio se la llevara entre lenguas ardientes. Pero no pasó nada.
Luego vinieron las noches en vela, tocándose y jadeando. Una vez se introdujo el mango del cepillo del pelo mientras se imaginaba que el padre Santos, su párroco, la tomaba contra una de las paredes de la sacristía. Cada vez que la mirada escrutadora de su madre recorría su rostro durante el desayuno, temía que descubriera alguna marca del pecado sobre su piel.

Diez.

Thomas se frota las manos con impaciencia. Tiene los músculos tensos de la noche anterior: su despedida de soltero. La puta que habían contratado sus amigos se asustó un poco y eso que no le había demostrado todas sus habilidades. Descubrió su peculiar tendencia durante la infancia. Por casualidad. Un pajarillo nuevo se había caído de un nido en el bosque que bordeaba la parte trasera de su casa. Él lo encontró y lo sostuvo entre sus palmas para darle calor. Era tan suave que cerró los dedos sobre él disfrutando del golpeteo enloquecido de su pecho sedoso. Y entonces... apretó y apretó... El cuerpecillo se estremecía y luchaba por escapar, los latidos agónicos se apagaban bajo sus yemas hasta que se quedó quieto. Aún templado y tan frágil en la muerte, sintió el crujido de los huesecillos y un líquido viscoso que le mojaba el puño de la camisa de los domingos. Se sintió poderoso. Ya no era el crío que se encogía ante las bofetadas de su padre, era un dios. No bajó la vista cuando su madre lo miró horrorizada desde la ventana de la cocina, incluso le ofreció su mejor sonrisa cuando se dio cuenta de que aquellos ojos cansados se velaban con una nueva sombra. Comenzó a observar el mundo desde otra perspectiva. Lo que deseaba, lo cogía, lo que no podía controlar, lo aplastaba. Hasta que se topó con ella.

Siete.

Eloise evitó el rostro de su madre —aunque se imaginó el rictus sobrio— y se encontró con la mirada de su prometido. Parecía algo nervioso, aunque mantenía ese orgullo de ganador en el porte. Era lo que le había atraído de él: confianza, seguridad, respeto. Él calmaba sus ansias como ningún otro. No la había tocado aún, le había dicho que iban a hacer las cosas bien, que tendrían un largo camino juntos para cumplir sus respectivas fantasías, pero en paz ante los ojos de Dios. Era lo que necesitaba escuchar su conciencia torturada desde que había dado el paso definitivo hacia el pecado.
Ocurrió a la salida del instituto. Era una tarde de invierno y los pasillos estaban en penumbra. Cruzó por delante del despacho en el que el profesor Olssen, el protagonista de aquel sueño perturbador, corregía los exámenes del día. No debería haber entrado sin llamar, no debería haberse desabrochado la camisa mientras le miraba con los labios entreabiertos, ni se tenía que haber quitado las bragas, ni haberse acercado a la silla en la que el hombre la miraba con un hilillo de saliva colgando de una boca que pronto estaría lamiendo sus partes más íntimas. Pero lo hizo. Y sintió el dolor de la penetración y el sabor agrio de su esencia en la garganta, y cómo la piel ardía bajo sus dedos. Siente cómo se ruboriza ahora al recordarlo. La tomó como le dio la gana hasta que la oscuridad se adueño de la sala y, tan solo la luz temblorosa de una vieja farola iluminaba el cuerpo reluciente de sudor del hombre sobre el de ella. Se marchó sin mirarle a los ojos y con un peso sordo en el vientre. Tampoco pudo sostener la mirada acusadora de su madre durante la cena. El castigo por llegar tarde a cenar marcó su espalda con una docena de líneas ardientes que el cinturón abrió en la carne mancillada y casi sintió alivio al cambiar un dolor por otro. Casi. 
Pensó que podría librarse de aquel fuego impuro que devoraba su piel e intentó resistirse todo lo que pudo. En la fiesta del instituto lo consiguió a duras penas. La figura envuelta en sombras la abordó en las escaleras y la empujó contra la pared dejando claro lo que quería de ella. Estuvo a punto de abrirse de piernas y guiar ella misma los dedos por debajo de su falda, pero los sintió como una tenaza hendiendo su carne sin permiso y un frío seco recorrió su espalda. Logró zafarse con un golpe de rodilla y huyó, aunque el recuerdo de aquellas manos desconocidas protagonizaron sus pesadillas durante unos días. ¿Sería un aviso? ¿Un anticipo de su castigo?
Con él todo será distinto, piensa, los votos sagrados ante Dios la protegerán de todo mal.

Cuatro.

Thomas tiene muchos planes para su futura esposa. Los había comenzado a trazar tras su primer encuentro: primero había sido un camino recto y una meta. Luego, con el tiempo, el deseo de hacerse con ella se había convertido en una red de objetivos por cumplir, medidos hasta la saciedad en su mente cada noche desde aquel día. Ella era una cría escuálida que le había empujado para reclamar su derecho sobre el tobogán y él, el rey destronado ante el resto de los niños con los que compartían juegos. La rabia inicial se convirtió en sed. Desde ese momento, la había seguido de cerca. Sabía de su problemas en casa, de cómo la miraban los chicos cuando las líneas de su cuerpo se convirtieron en curvas, de su encuentro con aquel viejo profesor pervertido. No podía negar que había disfrutado viéndola a cuatro patas y gimiendo de dolor, pero la envidia le corroía. En sus sueños, era él el que la sometía de mil maneras  —su cara perfecta contra el suelo, el pómulo abriéndose bajo un golpe de su mano, el cuerpo a su merced en cualquier momento... en cualquier lugar— y amanecía con una erección que aliviaba imaginando cómo aquel cuello delgado cedía con un crujido ante el apretón de sus dedos. 
Se precipitó, intentó tomarla en la fiesta del instituto, encendido por las imágenes que había visto por la ventana del despacho, pero se le escapó. ¡A él! El recuerdo de la piel cálida bajo sus dedos, la respiración agitada sobre su cuello, el cuerpo a su merced en aquella escalera aún le produce escalofríos de placer. Pero el dolor que le infringió se lo devolvería con creces. Ahora, por fin, tendría todo el tiempo del mundo para aplastar a su pajarillo más ansiado. Se bebería la fuerza, la altivez, el orgullo y la vida hasta dejarla seca. Ella era suya.

Uno.

Eloise se estremece de nuevo y no es por la mirada pétrea de la imagen del altar. Un soplo helado la paraliza. Thomas alarga el brazo, la agarra de la muñeca bruscamente mientras la evalúa con gesto posesivo y la acerca hacia él. Algo se ha oscurecido en sus ojos y en su sonrisa de triunfo. Duda, pero no hay marcha atrás. Intentará ser una buena esposa. Todo irá bien a partir de ahora... todo... irá...

Cero.
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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blinder
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Re: CP X - TREINTA PASOS

Mensaje por blinder »

Me gusta este relato, ese aire de "se acabó". El título me llamó la atención y fue uno de los primeros que leí, además su estructura creo que es uno de los que me guardo para volver a releer. Nos vemos en la siguiente lectura.

PD. No sé bien quién es el primer personaje masculino.
:batman:
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Sinkim
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Re: CP X - TREINTA PASOS

Mensaje por Sinkim »

Me ha gustado mucho esta historia. Me ha gustado mucho la forma que has elegido para contarla y sobre todo la parte de los pasos hasta el altar. Un detalle que me hubiera gustado conocer es ¿cuánto tiempo aguanta ella a Thomas antes de hacer su pacto? :twisted: :lol:

Me ha chirriado cuando hablas de “pájaro nuevo” para referirte al pájaro que cae del nido :D

Blinder, si te refieres al hombre de la barra es el Diablo, Lucifer o cómo quieras llamarlo :lol:
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

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ACLIAMANTA
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Re: CP X - TREINTA PASOS

Mensaje por ACLIAMANTA »

A pesar de que el tema es algo sórdido, me gustó mucho. Me pareció muy bien escrito.
Lo leí dos veces para confirmar con la segunda lectura la impresión que tuve en la primera.
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Topito
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Re: CP X - TREINTA PASOS

Mensaje por Topito »

Ejecución: correcta. Lo leí bien y de forma amena. Me gusta la psicología de los personajes y me quedo con ganas de saber más. Son grandes personajes, autor. Prometen mucho.

El punto fuerte: la estructura, el esqueleto del relato y los personajes de él y ella.
El punto flaco: la escasez de información para llegar al pacto con el diablo y demasiado contenido el tema maso.
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Leticiamc
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Re: CP X - TREINTA PASOS

Mensaje por Leticiamc »

Me ha encantado todo: la manera de redactar, como se va enlazando, el tema, el desenlace.
De tanto que me gustó lo leí dos veces.
¡Enhorabuena por tu trabajo!
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Shigella
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Re: CP X - TREINTA PASOS

Mensaje por Shigella »

Me ha gustado bastante este relato. Lo de los pasos está muy bien encontrado.

Lo de Thomas está claro que le mata para librarse de él, pero luego ¿se hace asesina en serie por trauma o porque le ha vendido el alma al diablo? Jo, mira que estoy espesita en este concurso, leñe.
1, 2... 1, 2... probando...
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Sinkim
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Re: CP X - TREINTA PASOS

Mensaje por Sinkim »

Shigella, tal y como lo entendí yo tras el pacto ella se convierte en una especie de súcubo :D
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:101:
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Gavalia
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Re: CP X - TREINTA PASOS

Mensaje por Gavalia »

Lo encuentro bien escrito. El tema es interesante y se presta a querer seguir leyendo con la idea de por fin verle el rabo al diablo. Las escenas calenturientas las veo bien llevadas. No caes en el exceso y tampoco en la simpleza de lo soez. Me ha gustado, aunque no tanto como a Topito :60:
Gracias por compartir tu trabajo. Bien hecho!
En paz descanses, amigo.
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Shigella
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Re: CP X - TREINTA PASOS

Mensaje por Shigella »

Sinkim escribió:Shigella, tal y como lo entendí yo tras el pacto ella se convierte en una especie de súcubo :D
Pero hay dos momentos con el diablo: cuando le pide que se lleve a Thomas y la libera y en el momento que transcurre la acción en el bar, que parece que es este último cuando va a por ella a cobrarse el favor. Por eso no me quedan muy claras las muertes post-Thomas. Pero puede ser lo que tú dices, sí.
1, 2... 1, 2... probando...
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noramu
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Re: CP X - TREINTA PASOS

Mensaje por noramu »

Lo he leído ya dos veces. Me parece de una ejecución litararia estupenda tanto por estructura como por redacción. Tiene una tensión enorme y te lleva a una lectura desbocada para saber el desenlace. Cierto es que mi lectura inicual quedó un poco coja porque me perdí e la vorágine del cuento y del querer saber. Y no ha sido hasta leer comentarios de otros lectores y una segunda aproximación que creo haberlo entendido. De todos modo, de los 10 que he leído hasta ahora el más impactante.
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stradivarius
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Re: CP X - TREINTA PASOS

Mensaje por stradivarius »

Me ha gustado pero no me ha entusiasmado.
Creo que el papel del diablo es un poco bufo. Bien escrito pero poco aprovechado un tema que puede dar mucho más de si.
:|
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Gisso
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Re: CP X - TREINTA PASOS

Mensaje por Gisso »

Un plato oscuro, de salsa picante y caliente donde debajo se esconden los ingredientes y que poco a poco vamos descubriendo y degustando. Parece una buena idea, pero la forma que has tenido de contarla me ha dejado la mente un poco líada, no porque no lo entienda, sino por los saltos. Pienso, como ya te han dicho, que podía dar para más. Es buena, sí, pero no del todo de mi gusto.

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PD: A Thomas le podría presentar un personaje mío femenino, Eris, que también le gustan los pajaritos :twisted:
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Emisario
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Re: CP X - TREINTA PASOS

Mensaje por Emisario »

Hay que tener buena pluma para soltar una historia tan bien escrita como esta. Me ha gustado mucho su calidad. Me ha quedado clara la historia y los personajes adquieren fuerza e individualidad suficiente para tan breve espacio. El tema no me trastorna, pero me atrajo su calidad literaria.
Enhorabuena por eso, mi estimada
ya sé quien eres, bueno, creo saberlo :mrgreen:
:hola:

Emisario
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Ororo
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Re: CP X - TREINTA PASOS

Mensaje por Ororo »

Muy bien escrito.

Me ha gustado mucho este relato.
Para empezar, me ha gustado el planteamiento: empieza por el final para luego retroceder e ir aclarando la historia. Y está muy bien llevado.

Me ha parecido que está escrito de forma magistral. Las frases, el lenguaje, todo es apropiado.

El argumento, sordidísimo, también me ha gustado. Personalidades extremas, malignas. Quizá sería la única pega que veo, el extremismo de los dos personajes. Uno más que otro, claro. Y la conversación con el propio Maligno… qué bueno. Y también que haya sido él quien haya escuchado a Eloise y no Dios.

Me ha gustado. Enhorabuena.
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