CP X - Salitre y oro - Desierto

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CP X - Salitre y oro - Desierto

Mensaje por lucia »

Salitre y oro


Las vacaciones que pasamos en Matalascañas, en la Costa de la Luz, en Huelva, quedaron marcadas para siempre por un suceso trágico: un niño de apenas siete años murió electrocutado al tocar una farola en la que había un cable pelado. Sus padres no pudieron hacer nada aparte de asistir, impotentes, al espectáculo de ver cómo el chico se retorcía adherido al poste de metal hasta perder la vida ante sus ojos espantados.
Al menos, eso es lo que nos contaron. Hoy, al pensar otra vez sobre aquel acontecimiento, creo que también pudo haber sido una de esas leyendas urbanas que nacen en los meses ociosos de verano y mueren por su propio peso bajo el calor pegajoso, pero cuando mi mente vuela en busca de las sensaciones de aquel año, todavía puedo imaginar el olor a carne quemada flotando como una niebla hedionda sobre el paseo marítimo del pueblo.
Sucediese en realidad o no, carece ahora de importancia. Lo importante de aquella anécdota es que yo lo sentí como algo tan real que no me atreví a tocar una farola en todo el verano. Emanaban un aura fétida y terrible como si hubieran sido poseídas por el mismísimo Diablo.
Las primeras noches después de que uno de los muchachos mayores del pueblo me lo contara, no pude pegar ojo. Los gritos de aquel pobre niño, no por imaginados dejaban de sonar llenos de angustia y desesperación en mis desvelos, y me sorprendía a mí mismo gritando a oscuras y sudando. Cuando me tocaba ir a pasear por las calles peatonales a la orilla del mar, me alejaba de aquellos monstruos luminosos, aterrado ante la posibilidad de que algún miembro de mi familia, quienes hacían oídos a mis advertencias, ignorara mis avisos y fuera víctima de aquellos silenciosos asesinos disfrazados de objetos cotidianos.
Tenía diez años.
Poco a poco, después de la primera semana de playa, aprendí, si no a ignorarlas, al menos a evitar que las farolas del paseo marítimo absorbieran por completo todo mi pensamiento. El miedo seguía allí, pero no como una obsesión aguda, sino que fue dando paso a una molestia tolerable que me permitió volver a jugar y a disfrutar del verano. Eso sí, como el resto de los niños, evitaba con tozudez cualquier contacto con los funestos postes de metal.
Mis padres habían tenido que regresar al trabajo y me habían dejado con mis tíos y mis primos. A pesar de la cercanía que sentía hacia ellos, la sensación de estar alejado de la autoridad paterna me proporcionó entonces esa atmósfera de campamento de verano en la que todo está permitido.
Begoña estaba en la misma situación. Sus padres trabajaban durante el verano y se había quedado con su tío para disfrutar de las piscinas y el deporte del club de tenis. La diferencia era que el suyo —su tío, quiero decir—, era famoso. Muy famoso, en realidad. Se trataba de Rafael Gordillo, en aquel entonces jugador de la Selección Española de Fútbol y lateral izquierdo del Real Madrid.
Era delgada y grácil como un junco, tenía la piel del color del bronce bruñido y unos ojos negros e inmensos como dos pozos de noche llenos de estrellas.
Ella tenía once años.
Quizá fuera porque en aquel entonces a mí no me importaba el fútbol y pasaba más tiempo concentrado en las novelas de Emilio Salgari que en los parques dando patadas a un balón. Quizá porque ella sintió mis preguntas más sinceras que las del resto. Lo más probable es que la razón fuera tan simple como que yo era diez veces más tímido que cualquiera de los chicos que la rondaban día y noche, hijos de familias bien de Sevilla con más cara y desparpajo que sensatez, y no me atrevía a atosigarla con la habitual petición de un autógrafo de su tío.
Fuera por el motivo que fuera, una tarde, mientras jugábamos a guardias y ladrones entre las casas del club de golf, ella me cogió de la mano.
No creo que lo hiciera como gesto de desafío hacia los demás, pero es cierto que lo hizo delante de todos: mis primos y los chicos de Sevilla; y a pesar de que ninguno de ellos hizo el menor comentario, no dejé de comprobar las miradas de soslayo hacia ese gesto sencillo que me marcaba como elegido.
Nunca antes en toda mi vida me había sentido tan grande. Mi pecho era inmenso, estallaba lleno de brisa marina. El sol se ponía frente a nosotros, calentando la piel morena cubierta de salitre picante, y yo podía mirarlo de frente, sin pestañear.
—El primero que llegue a la farola y la toque, gana —dijo Ángel, el cabecilla de los chicos de Sevilla, un muchacho de doce años con un flequillo aclarado por el sol que provocaba los suspiros de mi prima mayor.
Tardé un poco en darme cuenta de que aquellas palabras iban dirigidas a mí. Ensimismado en mi propia contemplación, no podía dar crédito al hecho de que ahora, de buenas a primeras, hubiese alcanzado categoría dentro del grupo como para recibir los desafíos de los más aguerridos.
Salimos todos corriendo espoleados por la adrenalina de la emoción que se avecinaba, pero a medida que nos acercamos al paseo marítimo, nuestras zancadas se hicieron más pausadas, desconfiadas. No se trataba de una prueba de velocidad, no era de ese tipo.
Nadie había preguntado a qué farola se refería Ángel. No hizo falta. Llegamos todos hasta la que había sido señalada como la asesina en los rumores del pueblo, sin que importara quién lo había hecho primero. Nos quedamos clavados frente a la funesta farola después de una carrera alocada que había pretendido, sin éxito, dejar nuestros miedos atrás. Su mástil de hierro negro y sucio parecía mirarme como si fueran los ojos de una bestia de las profundidades del mar.
—Vamos —dijo ella.
No necesité más. Contuve la respiración y alargué mi mano. Sentí el calor que emanaba del metal acariciando mis dedos antes de llegar a tocarla. Después, cerré los ojos y di un paso al frente.
Una descarga de energía me sacudió desde los costados y dejó el aire congelado en el interior de mis pulmones. Después, nada; oscuridad.
Cuando abrí los ojos de nuevo, seguía en el paseo marítimo. No había despertado en un hospital ni en las puertas del cielo. Las carcajadas de los demás se mezclaban con el cacareo disonante de las gaviotas.
—¿Qué ha pasado?
—Te has desmayado, bobo.
No sé quién contestó. Pudo haber sido cualquiera. Lo que más me dolía era la nota de revancha malvada, de envidia satisfecha.
Ángel, el mismo chico que había lanzado el desafío, había aprovechado el momento en que cerraba los ojos frente a la farola. Sin hacer ruido se me había acercado y, justo en el momento en que había dado un paso hacia delante para tocar el metal maldito, me había golpeado con sus dedos bajo las costillas.
Aquello lo supe por boca de Begoña. Solo ella se había quedado a mi lado. Los demás habían tenido bastante con mi vergüenza —no necesitaban ver mis lágrimas para darme por vencido—, y se habían alejado en pos de la siguiente gamberrada.
—No le hagas caso. Es idiota. Lleva todo el verano tratando de quedar por encima de los demás.
Yo no podía contestar. Si pronunciaba una sola palabra podría echarme a llorar, así que me alejé despacio hasta el borde del paseo y me senté sobre el pretil, las piernas cruzadas bajo mis pies. Dejé que mis ojos vagaran más allá del horizonte. El sol se estaba poniendo y las nubes se alzaban amenazantes, presagiando la última tormenta del verano. Ella se sentó a mi lado y atrapó una de mis manos entre las suyas. No llegué a resistirme a tiempo. Si no fuera por aquel veneno que me escocía en el centro del pecho podría haber reconocido que aquel lugar y aquel momento eran lo que había estado esperando todo el verano.
—Mírame, tonto.
Tomó mi cara entre sus manos y, con la suavidad de un pájaro que bebe en un estanque, me besó en los labios.
—¿Sabes? Ninguno más la tocó, después de ti.
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Sinkim
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Re: CP X - Salitre y oro

Mensaje por Sinkim »

Una historia sencilla y cotidiana, un instante concreto de unas vacaciones, un momento para el recuerdo en la vida del protagonista. Me ha gustado, me ha parecido muy bien escrito pero me ha faltado un puntito de chispa en la historia :D
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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Isma
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Re: CP X - Salitre y oro

Mensaje por Isma »

Muy bien. Agradable de leer y entretenido. Se transmite la inocencia de la infancia como un recuerdo luminoso. Sencillo y sin florituras innecesarias.
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Iliria
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Re: CP X - Salitre y oro

Mensaje por Iliria »

A mí también me ha gustado. Imprime una imagen bastante nostálgica de los largos veranos, y esas aventuras preadolescentes que tanto marcan, los temores de las leyendas urbanas, el primer amor...
Lo lees y te deja una buena sensación. Muy fresco :60:
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón :101:
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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ACLIAMANTA
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Re: CP X - Salitre y oro

Mensaje por ACLIAMANTA »

Qué lindo relato! Me encantó :D
Dulzura y ternura sin mucho adorno. Felicitaciones!
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imation
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Re: CP X - Salitre y oro

Mensaje por imation »

Bonito, bonito, quizás el final con el beso demasiado tierno, creo que no hacía falta. Me ha encantado en conjunto, además la electrocución por farolas es uno de mis miedos, así que tenía que ver que pasaba sí o sí, me ha enganchado.
Sencillito pero bueno.

El título me suena de algo pero no caigo, quizás una canción ...
Leyendo: Ensayos, George Orwell.


"Se dispersa y se reúne, viene y va", Heráclito.
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Berlín
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Re: CP X - Salitre y oro

Mensaje por Berlín »

Un trabajito tierno y muy bien escrito. Y con un final muy muy dulce. Cuando este chico sea mayor no podrá recordar esa farola asesina sin recordar también ese dulce beso. Cosas de la vida.

Muy chulo. :60:
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Leticiamc
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Re: CP X - Salitre y oro

Mensaje por Leticiamc »

Leí ayer este relato, mi primer comentario iba a ser que me fue gustando el relato pero el final me dejo un poco fría, quizá esperaba otra cosa. Sin embargo por algún motivo preferí no comentar y hoy me levanto con la sensación de este relato, imágenes en mi cabeza. Por lo que mi segundo comentario es que me ha encantado la redacción porque he podido ir imaginando las escenas y lo mejor es que han quedado grabadas en mi memoria. Y ahora veo el conjunto y ese final que ayer me pareció un poco soso, hoy me parece el ideal para esta historia.
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noramu
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Re: CP X - Salitre y oro

Mensaje por noramu »

Creo que ya no miraré las farolas como antes. Nunca se me había ocurrido que pudieran ser asesinas :evil:
Bonito relato que mezcla la nostalgia de esos veranos pasados en pandillas y la iniciación al amor. Muy buena redacción, muy gráfico. Por ello me ha chocado "las piernas cruzadas bajo mis pies". ¿Cómo se hace eso? :60:
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Shigella
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Re: CP X - Salitre y oro

Mensaje por Shigella »

Yo también procuro no apoyarme en farolas ni semáforos, no por leyendas urbanas, sino porque alguna vez han salido electrocutados en las noticias. :shock:

Es un cuento mono, un recuerdo de infancia con regustillo a verano. No es de mis favoritos del concurso, pero es agradable de leer y veo que ha gustado mucho. Enhorabuena.
1, 2... 1, 2... probando...
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Gavalia
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Re: CP X - Salitre y oro

Mensaje por Gavalia »

Sencillo y bien redactado. Como relato no me entusiasma demasiado porque no acabo de verle mucho la sustancia. Me gustó la escena final del beso pero no sé si orientar la historia alrededor de una farola maligna fue buena idea.
Un saludo y gracias por compartir.
En paz descanses, amigo.
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Ororo
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Re: CP X - Salitre y oro

Mensaje por Ororo »

Tampoco.

No me ha gustado este relato. La idea es buena, pero no la veo bien desarrollada.

La historia, pudiendo ser interesante por estar basada en un hecho real, me ha parecido sosa y la redacción tampoco me ha convencido. Creo que das muchas vueltas a las frases y te haces un poco un lío.

Es una pena, porque seguro que puedes dar más fuerza a los personajes en los diálogos y utilizar menos tiempo en divagaciones repetitivas.
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stradivarius
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Re: CP X - Salitre y oro

Mensaje por stradivarius »

Una historia sencilla y bien contada, quizás le falte un poco de descripción para hacer llegar al lector el ambiente de unas vacaciones de verano de un adolescente. Sobra el comentario de última tormenta del verano. Con todo me ha gustado :)
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jilguero
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Re: CP X - Salitre y oro

Mensaje por jilguero »

Un rato agradable, un volver a la infancia de tu mano, autor.
Prosa correcta para narrarnos un recuerdo, quizás real (ya nso contarás), una historia casi anécdotica...
Aunque sin destacar demasiado, ¡no está mal! :60:
El titulo me gusta mucho. :wink:


¿Qué me está pasando? :party: Las cavilaciones de Juan Mute

El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
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barrikada
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Re: CP X - Salitre y oro

Mensaje por barrikada »

stradivarius escribió:Una historia sencilla y bien contada, quizás le falte un poco de descripción para hacer llegar al lector el ambiente de unas vacaciones de verano de un adolescente. Sobra el comentario de última tormenta del verano. Con todo me ha gustado :)
Pues, discrepo mucho... Creo que si hay algo que tiene el relato es esa descripción de las vacaciones de un joven de aquella época. No sé si será real (porque por ejemplo el detalle de Gordillo es de sobras innecesario) pero aun así, todos me han parecido muy coherentes y me creo que alguien pueda haber hecho un ejercicio de memoria aquí. El problema es que todo lo que propone está bien hecho, pero me parece corto, falto para emocionar, me parece todo muy ideal y con poca fuerza. Eso sí, escribes bastante bien (aunque a veces te haga falta concretar un poco más) Buen trabajo, pero es complicado arrancar a alguien así.
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