CN4 - Junto a la chimenea - Ororo

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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Lifen
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CN4 - Junto a la chimenea - Ororo

Mensaje por Lifen »

JUNTO A LA CHIMENEA


«No se sabe exactamente cómo, un día, la mujer desapareció. Estaba ahí, donde todos la podían ver; ahí mismo, donde solía sentarse a cantar. De un zarpazo lento y no poco doloroso, algo negro con aroma a canela se la llevó. Quedaron reposando en el aire jirones de niebla negra y un humo opaco que languidecía para deshilacharse sobre la madera del suelo como polvo de carbón. El tiempo se detuvo, eso ya os lo imaginabais, y tres segundos transcurrieron de la forma más lenta imaginable. Serpientes de cascabel susurraron por la estancia.

»Tic, el inmenso reloj de pie bramó haciendo suyo por fin el territorio que tanto tiempo había estado reclamando. Cada día, cada hora, pretendiendo con insistencia su lugar en aquella morada sin varón. Tac, una mariposa azul sobrevoló la estancia como tantas otras veces, deteniéndose por un instante en la cuna de pino para, después, buscar un farol y huir de aquella cámara sin apenas luz. Tic, el último rayo de sol murió con el ocaso y la noche llegó despacio pero con su habitual paso firme. En silencio, como siempre, para no despertar a la criatura. Sentándose como la señora que es con su largo vestido negro de encaje y dejando caer las innumerables capas de su falda sobre la casona.

»No pregunteis por qué, no le deis más importancia. Es lo que debía suceder, es lo que suele suceder. Y así ocurrió. Algo tan natural como que, al entrar la noche, las sombras se arrastraran hacia el lugar. Al principio siendo sombras oblicuas, planas, temerosas de alzarse antes que la luna en el firmamento. Después, una vez en el cénit el astro de plata, las sombras se enderezan, cobran formas y caminan, canturrean e incluso discuten entre ellas. Es algo natural, habreis oído hablar de ello. Sin luna, no hay sombras. Sin sombras no hay identidad. Sin identidad, mejor morir.

»Y, así, en mitad de la alta noche, un ser formado por escamas marinas y labios de lapislázuli se despega de las sombras de un rincón de la pared y olfatea con los brazos caídos. Avanza despacio hasta ponerse en cuclillas y es entonces cuando señala con una de sus garras hacia un extremo de la habitación. En menos de un segundo, el ser está asomando sus curiosos ojos de tigre entre los barrotes de la cuna donde, tum-tum, el latido de un corazón le atrae. Un corazón pequeño, diminuto, casi de recién nacido, pero de una potencia inconmensurable. Tum-tum, el ente paralizado, hipnotizado, siente el calor. Un calor húmedo, blando; un calor que hiede a miel y a flores muertas y que se le adhiere por todo el cuerpo.

»No, de nada sirve asustarse, no mireis hacia otro lado, no cerreis los ojos. No hay escapatoria. Una vez, en esa sala, habitó una mujer; puede verlo en los ojos del niño. El engendro de la noche mira fijamente a esa criaturita tierna y rosada clavando sus ojos afilados en ella. Adivina en su iris grisáceo y húmedo un sinfín de historias, de pesadillas, de deseos. Cara a cara, el íncubo ve lo que el bebé muestra.

»Es un valle, sí…, un valle de la-lágrimas, un valle verde de lágrimas donde cada peque-pequeñi-pequeña, sí, pequeña colina esconde una tra-trampa —balbucea el monstruo—, un agujero sin-sin salida-sin. ¡No! No pises ahí —chilla de pronto—, ¡cuidado con ellos! Los labios azulados del ser de la noche comienzan a temblar. Su lengua se paraliza y cierra los ojos para no ver más allá. Él es un engendro, un ser de sombras nocturno y débil y, por eso, la verdadera oscuridad le asusta. Está acostumbrado a vagar por rincones de telarañas y a arrastrarse con sus hermanos por las sombras buscando alimento, cobijo o algo con lo que entretenerse. Ha morado en cementerios y ha mantenido conversaciones de lo más increíbles con los muertos. Ha reído con los cuervos, ha libado huesos jóvenes y ha carcajeado al ver descomponerse un esqueleto al caminar por el camposanto…, pero no recuerda algo así.

»El ser alza la vista y, en medio de la oscuridad de la sala, ve lo que el bebé le muestra. Ve figuras que se esfuman, voces sin alma que gritan, y nada. La nada más absoluta. Estertores y arcadas al sentir el miedo más intenso se apoderan de su deforme cuerpo pero, espera, la criatura ve una figura blanca al fondo. Es una figura de mujer, una figura voluptuosa y sensual. Entre la desolación de un vacío de vértigo, surge un cuerpo de formas redondeadas y blancas. Sus labios se calman, mu-mujer, mujer, bonita —sonríe levemente—, carne, calor, sí…, ahhh, dulce-sí —dirige su brazo hacia la silueta de la mujer—, a mí, a mí, ven-ven a mí, mujer. Es capaz de sentir la armonía y sensualidad que desprende.

»Os preguntareis, por supuesto, por qué a un ser degenerado y carroñero se le muestra la esencia del placer. Pero eso se escapa a nuestro conocimiento. Quizá para que esta historia llegara viva a nosotros. Quizá porque fue afortunado. Lo único que importa es que así sucedió y seguirá sucediendo una vez tras otra. La mujer original, la carne que dio a luz a ese bebé lleva a la máxima desesperación al engendro que, embelesado, cubre con la mirada la desnudez de la joven. Alarga un poco más el brazo y consigue casi, casi tocarla. Al borde de la locura y del desenfreno, cree que consigue llegar a su delicada piel blanca con su garra. Siente la caricia, el calor que emana la hembra y el olor que dispara sus sentidos. También cree que ha conseguido yacer a su lado, pero es un mero espectador. Las imágenes que presencia ganan vivacidad y la hermosa mujer, cuyos cabellos plateados caen sobre sus hombros y se deslizan sobre sus pechos, abre los labios. Unos labios púrpura carnosos y brillantes, mojados de saliva que dejan entrever unos dientes juguetones que esperan algo.

»Todos sabeis lo que esperan, es cierto. Quizá lo que no sepais es que ella comienza a acariciarse el cabello mientras el pequeño demonio la observa extasiado. Ajena a su presencia, mira hacia el cielo mientras sigue con los dedos los mechones ondulados hasta sus pechos. Llenos de vida, llenos de lujuria. Mientras con una mano busca el placer presionando sus pezones erizados, la otra baja por su vientre y desaparece entre las piernas. Las abre con ganas, ansiando calmar la palpitación que ha comenzado y que no puede controlar. Aunque no querais, tengo que hablaros del íncubo que, presa del delirio, ha comenzado a masturbarse violentamente a su lado. Ella no le ve y continúa su ritual lanzando gemidos al aire. Él la ve, y se vuelve loco, cuando en realidad está en mitad de la alcoba asomado a la visión que el bebé le está mostrando.

»Una corriente de aire caliente y pesado rompe el juego de la mujer, que abre los ojos para buscar de dónde sale ese aliento cálido pero amenazador que se cuela en su placer. A su espalda, un ser que es más que un ser, un hombre que es más que un hombre la llama. Está formado por músculos, piel, carne, formas perfectas y una sensualidad ineludible. Algunas ramas de árbol viejo emergen de su espalda formando una especie de escudo o de coraza. La figura, perfectamente formada, exhibe un miembro de proporciones formidables que alertan y al mismo tiempo atraen a la mujer. La mezcla del color blanco de la piel de ese hombre con el negro del deseo, con el rojo de la pasión…, de nuevo el negro, el blanco…, crea un juego que la hipnotiza hasta levantarse y acercarse a él sin ningún tipo de duda. ¿Qué hace el pequeño demonio?, os preguntareis. Seguir mirando mientras descansa entre una y otra eyaculación.

»Lo que sucede a continuación es la naturaleza en sí misma, es la búsqueda del placer más puro. Es calmar un ansia y una inquietud con la entrega carnal más absoluta. Todo deja de existir, se crea un vacío alrededor de los amantes que comienza a asustar al engendro de las sombras. Ahí está el vacío de nuevo, rodeando a los amantes que, furiosos, frotan sus cuerpos sin piedad y sin dejar un ápice sin probar, sin morder, sin arañar. La mujer se arquea en un espasmo sobrenatural todavía unida al hombre. Todo comienza a detenerse. A apagarse. El súcubo es ahora consciente de que es un mero espectador, de que se le está mostrando algo que él ha estado considerando como real y, consciente en ese momento de la situación, da un paso atrás.

»La unión se ha completado, se ha forjado un destino y, desde el primer momento, la mujer sentirá en su interior crecer una nueva vida. A partir de ahí, irá muriendo. Desde ese mismo momento se alimentará por él, vivirá por él y morirá por él. No os echéis las manos a la cabeza, ¿qué esperabais? Una vida se paga con otra. Pero, tranquilos. Al principio no se dará ni cuenta. Simplemente, esta hermosa mujer de tez de alabastro, comenzará a ampliar su campo de visión y ya no contemplará solamente lo que a ella le interesa, lo que a ella le complace. A las pocas semanas, unos apéndices con ojos brotarán de su frente para discernir con más claridad qué sí y qué no.

»Ja, ja, ja…, no la llaméis monstruo, no seais crueles. Sólo quiere lo mejor para su bebé y renunciará a su belleza, a su mirada seductora y su sensualidad. El deseo continuará en ella, pero el vientre hinchado no le dejará ver un pubis anhelante de caricias. Todos los sentidos se intensificarán y pabellones auditivos y fosas nasales cubrirán su rostro y parte de su cuello. Dejará de lado los caprichos, nimiedades, fantochadas, ¡madurará!, hasta el día en que se rompa en dos y culmine su obra de autodestrucción.

»Nacerá rosado, feo, gritón y le entrarán ganas de engullirlo de un solo bocado. Cuando lo coja entre sus brazos por primera vez y lo amamante, comprobará que su cuerpo va emborronándose, como si fuera transparente. Está desapareciendo. Ya no podrá moverse del lecho y del lado de su bebé. No podrá atusarse el pelo mientras se mira en el espejo y decir: lo importante soy yo. El bebé bollito, bola de nata, cuchi-cuchi mamá te querrá siempre, irá creciendo con ganas y precipitación. Desbordantes carnes rosadas harán las delicias de los parientes y amigos de la mujer, que la olvidarán en una esquina llena de telarañas hasta que nadie, nadie, la recuerde.

»Un sol brillante en el centro, un niño Jesús más siendo adorado, mientras la que fue titánica y mujer yace en un rincón oscuro lleno de excrementos. Ya no reconoce a nadie, ya no sabe ni quién es ella misma sin él, sin el bebé, que sonríe inocentemente mientras mueve los bracitos y las piernecitas en el aire. Se convertirá en una sombra pegada a la pared, su piel se cubrirá de escamas y se le amoratarán los labios. La transformación la llevará a ser un ente más del mundo de la noche y las sombras, uno más de los seres solitarios y taciturnos que ansían desear y ser deseados pero que no conocen más que el olvido. Íncubos deformes aullando en la noche».

***

La lluvia arreciaba afuera, pero la verdadera tormenta se desataba en su interior. Cada estruendo hacía temblar las paredes de la habitación, pero el dulce niño dormía ajeno al festival de luces y sombras, de lamentos y aullidos. Pero no dormía plácidamente. Ingenuo, qué más quisieras. Dormía entre fiebres, sudores, espasmos y quejidos. Dormía sin dormir, como sintiéndose culpable de algo que pudo no suceder. Pero esto es el comienzo de otra historia…
:101: La hora de los hipócritas, Petros Markaris


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Lifen
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Re: CN4 - Junto a la chimenea

Mensaje por Lifen »

He editado el primer mensaje para poner el texto con los bbcodes.

Lo siento, autor/a. Espero que no lo haya leído mucha gente todavía :?
:101: La hora de los hipócritas, Petros Markaris


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Gavalia
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Re: CN4 - Junto a la chimenea

Mensaje por Gavalia »

Es complicado darte una opinión. El caso es que se nota tu habilidad en el manejo de las palabras. Quiero decir que en eso no chirría nada. Es lo mejor que puedo decir de tu trabajo con respecto a mi gusto por tu historia. Sin embargo lo encuentro demasiado denso y difícil de entender o de seguir. Estáis evolucionando, eso esta claro. Un saludo
En paz descanses, amigo.
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Ratpenat
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Re: CN4 - Junto a la chimenea

Mensaje por Ratpenat »

Este lo releeré. No sé, el relato me pinta bien, pero no me engancha. Volveré, autor/a. :60:
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jilguero
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Re: CN4 - Junto a la chimenea

Mensaje por jilguero »

Buena pluma para una historia que me ha dejado un tanto indiferente, en parte porque no me he enterado bien. :wink:
Igual es que estoy torpona o igual es que esta, la dificultad para entender, va a ser la tónica general,.
Me da, autor, que eso mismo estarán diciendo otros lectores del relato de jilguero, así que tú tranquilo :cunao:


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Mister_Sogad
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Re: CN4 - Junto a la chimenea

Mensaje por Mister_Sogad »

Maldita sea autor/a, tu relato se me ha antojado una montaña rusa, a veces he logrado introducirme en él mientras en otras casi me despeño. No sé si lo he pillado todo o si algo se me ha escapado, pero oscuro es desde luego y contar cuenta mucho, o eso quiero yo pensar. Tu apuesta por el sueño que se le muestra a un súcubo que bien podría haber sido otra cosa en sus inicios me parece una gran idea, luego ya las escenas me han atrapado, aunque ya digo que no sé si lo he pillado bien todo.

Así que solo me queda decir que volveré, no te quepa duda. :mrgreen:
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Yuyu
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Re: CN4 - Junto a la chimenea

Mensaje por Yuyu »

No me ha gustado esa visión de la madre desahuciada al nacer el bebé, me ha resultado muy desagradable, que por otra parte era lo que se pretendía :lol:
Tampoco veo la conexión entre el bebé en la cuna, el demonio, la escena sexual y el resto. Vamos que no he pillado la idea en conjunto.
Como punto bueno, que manejas muy bien las palabras, juegas con ellas y haces unas frases cojonudas, me falta la conexión entre unos párrafos y otros, que no la pillo, no digo que no exista.
Feliz maldita navidad. :60: :hola:
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Shigella
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Re: CN4 - Junto a la chimenea

Mensaje por Shigella »

Pues otra que no se ha enterado de nada. Podría ser una crítica a que la sociedad deja de ver a las mujeres como seres humanos completos cuando pasan a ser madres, pero me da que no van por ahí los tiros.

No sé, oscuro es un rato. Pero no me ha terminado de convencer.
1, 2... 1, 2... probando...
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kassiopea
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Re: CN4 - Junto a la chimenea

Mensaje por kassiopea »

A mí me ha parecido escalofriante. Y muy triste, también. La madre es anulada tras el nacimiento del retoño adorado por todos (exactamente como en la representación del portal de Belén, yo diría que el relato es una representación oscura del mismo :boese040: ). Ella "se autodestruye" al ser madre, y lo sabe, pero lo hace igualmente. Luego, anulada y olvidada por todos, incluso pierde su identidad. Se olvida de ella misma y se transforma en ese ser cubierto de escamas, un súcubo, un ser que ansía contacto carnal, contacto humano. La verdad es que me ha dado mucha penita, porque el niño es su propio hijo pero ella no lo recuerda :cry:

Me ha encantado tu prosa, autor/a. También me ha gustado mucho el recurso de que el narrador se dirija directamente al lector. Y el detalle de que el mismo súcubo sienta temor ante la Oscuridad con mayúscula que ve a través de los sueños del niño, muy bueno y escalofriante eso.

En conjunto es un texto bastante críptico, aunque comprendo que es una idea complicada de desarrollar.

No acabo de encontrarle sentido al título, es porque la mujer solía estar junto a la chimenea antes de "desaparecer"? También me intriga que el hercúleo amante de la mujer esté representado con unas ramas en la espalda...
De tus decisiones dependerá tu destino.


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jilguero
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Re: CN4 - Junto a la chimenea

Mensaje por jilguero »

De que escribes muy bien no me cabe la menor duda. Pero mi sensación es que la belleza de la prosa y su densidad me distraen, me producen pereza como lectora, me echan para atrás. Lo siento, autora (creo que eres mujer), no sé explicártelo mejor. Igual vuelvo en otro momento, a ver si es más una desgana mía que algo provocado por tu texto. :60:


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Nínive
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Re: CN4 - Junto a la chimenea

Mensaje por Nínive »

Una alegoría a la pérdida de identidad que sucede con la maternidad. El vivir a través del nuevo ser. No tener tiempo de arreglarte, no tener tiempo para ti, contemplar la vida desde un punto de vista que antes no tenías. El sentirte relegada, no deseada...
Curiosa historia... Hay partes que me han parecido geniales. Otras, creo que te has recreado demasiado en el cómo y eso hace que pierdas un poco la perspectiva de la historia y esas partes flojean un poco.
Creo que lo volveré a leer... Pero me gusta. :60:
Un tono ceniza no le viene mal...
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noramu
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Re: CN4 - Junto a la chimenea

Mensaje por noramu »

Me he perdido totalmente en esa prosa sin duda hermosa pero cuyo significado se me escapa. Voy a leer los comentarios a ver si me preparan un poco para la relectura. Volveré ...
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Berlín
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Re: CN4 - Junto a la chimenea

Mensaje por Berlín »

Lo siento, me he perdido. Habla de íncubos y súcubos, de la mujer original y entonces he pensado en Lilith, la que fue anterior esposa de Adán. Y como Lilith abandonó el edén y luego se convirtió en súcubo y raptaba niños en las cunas pues he pensado que tenía algo que ver con el bebé del relato, pero luego me he vuelto a perder.

Me da que la historia va por ahí, pero no he conseguido enrollar el ovillo y mira que me jode, porque tiene momentos muy bellos.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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noramu
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Re: CN4 - Junto a la chimenea

Mensaje por noramu »

Lo he intentado con un par de re-lecturas más. Sigo desconcertada. Lo único que me parece claro es el mensaje de que la madre se va "perdiendo" como ser tras el nacimiento del bebé. Pero al meollo : El mero espectador del apareamiento de la mujer con el ser de las ramas en la espalda no puede ser un súcubo ya que estas son criaturas femeninas y este se supone que es un pequeño demonio masculino. No se. Me supera tanto lío de íncubos y súcubos.
Por otro lado al principio hay varias repeticiones que desvirtúan la preciosa prosa y, esto ya es una cuestión de gustos personales, no me gustan los textos que interpelan al lector.
Lo siento, autor, pero me pones demasiadas trabas para estar entre mi favoritos, a pesar de lo evocativo e inquietante de tu relato. :60:
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Ororo
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Re: CN4 - Junto a la chimenea

Mensaje por Ororo »

:shock: Estais rematadamente mal. No dejo de sorprenderme con vuestras ideas.

Me ha gustado esta especie de metáfora de la pérdida de identidad tras la maternidad. Cruda. Has sido cruel, autor, pues me has dejado un regusto algo amargo por la condicición del monstruo.
Me parece original plasmar esta idea y también me ha gustado el lenguaje oscuro y algo recargado. Es lo que le va.

Sin embargo, creo que la primera parte pesa mucho más que la segunda, lo cual desequilibra el relato. Quiero decir que al principio te has recreado mucho en el ambiente de sombras y luego, la descripción de los cambios de la mujer, no me parece muy lograda.

El párrafo final también me gusta, pasando a otro punto de vista.

Me atrae pero me repele. Y eso de dirigirse al lector... es que tengo manías...
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