CK2- Sabotaje en la ciberteca del foro - Jilguero (3º)

[prófugo]

Sabotaje en la ciberteca del foro

La Luciérnaga Monarca arqueó las cejas con sorpresa y exclamó un «¡ya lo tengo!» que denotaba al mismo tiempo alegría y alivio. Luego cerró el libro y repitió en voz alta la frase de marras: «… ellos le pueden poner a uno a prueba desde el otro lado del péndulo, allí donde el tiempo siempre está parado.». Era una cita de una novela de Milorad Pavić que hacía referencia a las malas pasadas que los protagonistas de los libros pueden hacerles a los lectores. Por culpa de su mente cartesiana, los últimos incidentes la habían dejado fuera de juego. Pero creía haber dado por fin con la clave del misterio y esclarecer lo que estaba ocurriendo le parecía un reto fascinante.

La situación era la siguiente. Durante el último mes se habían recibido numerosas quejas de los usuarios de LFE porque, cuando intentaban entrar en el hilo de un texto, acababan entrando en el de otro. Casi siempre en alguno de los hilos de los relatos de Tolomew Dewhust, hecho que estaba propiciando la sospecha de trato de favor hacia ese forero ―un chico divertido y muy zalamero, lo cual favorecía la desconfianza―. Pero también habían llegado quejas de que desaparecían palabras de los comentarios publicados en LFE. En algunos casos, las mutilaciones tipográficas desvirtuaban el sentido original del texto, dando lugar a malentendidos incluso entre quienes se consideraban buenos amigos cibernéticos; estaban causando, además, crispación entre los escritores aficionados que, por tener un ego frágil, consideraban intocable todo lo que salía de sus plumas.

Garante suprema del buen funcionamiento de Ábrete libro, la Luciérnaga Monarca se había apresurado a trasmitir su malestar a los responsables del servidor en el que se hallaba alojado el foro. Pero los técnicos no habían encontrado ningún fallo en el soporte físico ni tampoco en los softwares del sistema y así se lo habían hecho saber. En realidad, salvo los problemas observados en LFE, el resto del foro funcionaba de maravilla. Después de casi un mes de mal dormir, la Luciérnaga Monarca lucía unas ojeras de plañidera. Su desconcierto había ido in crescendo hasta que la frase del escritor serbio le había abierto los ojos. Era de una lógica aplastante: alguien estaba llevando a cabo un sabotaje en el foro, pero en sus dependencias del otro lado del «péndulo». Por desgracia, una cosa era sospechar que el fallo se encontraba en ese otro lado, y otra muy distinta poder cruzar la frontera para ponerle remedio. Tenía toda la pinta de ser un nudo gordiano y, en tal caso, sería necesario adoptar soluciones creativas que estaban fuera del alcance de una mente cartesiana como la suya. Gracias a Dios, contaba con una fiel colaboradora, cuya fama de «bruja buena» la convertía en la candidata perfecta para ocuparse de averiguar qué estaba ocurriendo en el lado oscuro del foro.

Tras la reunión con la jefa suprema, Happy Kassio sintió sobre sus hombros el peso de la responsabilidad. Que la Luciérnaga Monarca confiara en ella era por supuesto un halago, pero su encargo representaba un reto tremendo que amenazaba con quitarle el sueño, justo cuando perder el sueño era lo peor que le podía ocurrir. Los foreros solían bromear sobre la supuesta bola de cristal a la que debía sus dotes adivinatorias. Pero la realidad era otra bien distinta: su arte radicaba en la destreza que tenía para programar sus sueños. Bastaba con que antes de dormir pensara en aquello con lo que deseaba soñar para que, en cuanto entraba en la fase REM del sueño, consiguiera aparecer en el lugar elegido. De acuerdo con las sospechas de la Luciérnaga Monarca, el destino del viaje astral sería esta vez la zona de la ciberteca dedicada a los textos de LFE. Nunca había estado allí y, aunque solo fuera en sueños, le hacía mucha ilusión visitarla.

Esa noche, cuando llegó la hora de acostarse, Happy Kassio recitó los mantras de rigor ―esos que abren caminos donde no los hay― y luego se durmió... ¡Qué agradable era la luz nocturna del foro! Cálida y palpitante, como si la estuviera bombeando un corazón; y de una tonalidad caprichosa, que lo mismo viraba del verde al amarillo que del amarillo al naranja, dando la impresión de ser una especie de aurora boreal. Según el croquis del distribuidor de la entrada, la ciberteca de LFE se hallaba justo detrás de aquel enorme portalón mudéjar que aparentaba ser muy pesado. Aspiró hondo para coger impulso y luego empujó con todas sus fuerzas. Pero la puerta no opuso ninguna resistencia y estuvo en un tris de entrar a cuatro patas en el sanctasanctórum de los escritores aficionados.

¡Qué puerta tan extraña!, pensó mientras trataba de recuperar el equilibrio. Pero lo que vio a su alrededor le hizo olvidarse de todo lo demás. Se encontraba en el interior de una habitación de dimensiones bastante reducidas, pero cuyas paredes estaban tapizadas hasta el techo con anaqueles llenos de libros. La única excepción eran las baldas más próximas al suelo, en las que había montones de folios apilados con una perfección milimétrica. Dejándose llevar por la curiosidad, se acuclilló al lado de una de las baldas inferiores y comprobó que en aquellos pliegos estaban impresos los comentarios con mutilaciones tipográficas. Los otros estantes eran de un diseño muy rompedor, con una ligera curvatura hacia arriba, y estaban repletos de libros perfectamente alineados y con bandas de colores en los cantos. En el espacio que quedaba libre delante, había una multitud de figuritas que parecían estar soleándose. La luz era tan agradable que, al verlas, Happy Kassio sintió envidia. Cuando se aproximó más a los estantes, se llevó la grata sorpresa de comprobar que eran personajes conocidos: en un extremo, el hombre sin boca mirándose en un espejo y, a su espalda, la señora Olvido mostrándole a don Eristiardo un plato hondo en el que flotaba una barquita azul con rayas; un poco más allá, Akili, Asiri y Lengua de Viento contemplando a la Hechicera Blanca; a continuación, Innana, Sembeya y el poeta de Mondragón presenciando un combate de armadillos bípedos; y al final de la balda, Anselmo y Hades aullando a dúo, mientras el burrito Capitán, la niumphy Erith, el pingüino Marcelino y el gato de Santa Marta interpretaban una pieza de jazz…

Happy Kassio retrocedió para ver mejor el conjunto. Cuando se miraban los libros desde cierta distancia, las franjas de colores de sus cantos hacían que las baldas parecieran arcoíris superpuestos. ¡Qué lástima que el resto de los foreros no pudiera ver aquel espectáculo!, pensó. Una mancha verde, que desentonaba en medio de tanta armonía, atrajo su atención. Era un libro parcialmente tapado por el follaje de un geranio. Los tallos de la planta asomaban por la parte superior del canto, mientras que una maraña blancuzca de raicillas brotaba por debajo. Tras serpentear por la superficie de la balda, las raíces se perdían entre los libros colindantes. El fenómeno se repetía en varios de los estantes y, según pudo comprobar, los ejemplares afectados eran siempre textos de Tolomew Dewhust. Con aquel entramado de raíces, ¡cómo no iba a terminar uno entrando siempre en sus hilos…! «¡La que ha liado santa catalina con los geranios! », exclamó Happy Kassio. En medio del silencio reinante, su voz retumbó en las estanterías y produjo una estampida de pequeñas criaturas plateadas en las baldas inferiores. ¡Pececillos de plata! ¡Cómo no se les habría ocurrido antes…!

No había tiempo que perder. Primero podaría las raíces y luego limpiaría a fondo los estantes infectados, se dijo mientras le metía mano a los bajos de uno de los geranios. Pero sus dedos atravesaron la maraña de raíces sin que estas sufrieran el más mínimo daño. Recordó entonces que ya le había pasado eso mismo con el portón mudéjar y, después de una breve reflexión, lo vio claro: ella era allí una extraña y solo podría solucionar los problemas contando con la complicidad de los moradores de la ciberteca. Necesitaba, pues, encontrar un jardinero que podara las raíces de los geranios. ¿Por dónde andaría el que turbó los sueños de Sor Ariadna disfrazado de Teseo?, pero recordó su «¡eh toro!» chulesco incitando al minotauro y concluyó que era poco serio. Pensó entonces en ese otro jardinero, tímido y romántico, que había escrito en el tronco de un olmo el nombre de su amada. Era el tipo de persona, sensata y comedida, que necesitaba para que les enseñara buenos modales a los geranios ―una cosa era dar color a la ciberteca y otra muy distinta agotar la paciencia de los usuarios―. Happy Kassio fue pasando revista a las figuritas de las baldas hasta que encontró a Benito Roca. Lo miró con ojos suplicantes y, en cuanto él comprendió lo que le estaba pidiendo, corrió en busca de los aperos.

Resuelto el tema de los geranios, tocaba ocuparse de los pececillos de plata. Aunque el primero que se le vino a la cabeza fue el rey negro, su método de exterminio le parecía de una crueldad excesiva y lo descartó enseguida. Luego pensó en el Benito de Jilguero, capaz con su «quiá, quiá, quiá» de poner en formación a un ejército de pavos, pero el joven no estaba del todo en sus cabales y prefirió no correr riesgos innecesarios. Se acordó, entonces, de don Paco y de su «¡a bailar, a bailar y a bailar!» tan efectivo. Lo encontró en una de las baldas intermedias con un corro de mariquitas bailando unas sevillanas en la palma de la mano. Se le aproximó también con gesto suplicante y a don Paco no le quedó otra que aceptar el encargo. Pero la denominación de «pececillos» debió crearle cierta confusión, pues el criador de insectos acabó entonando un «¡a nadar, a nadar y a nadar!» que hizo que los pececillos de plata se desplazaran por las baldas con una torpeza inusitada.

Happy Kassio deseaba asegurarse de que sus ayudantes desempeñaran bien su cometido y decidió quedarse un rato más en aquel rincón de la utopía. ¡Qué pena no tener en casa una luz como aquella!, se lamentó en más de una ocasión a lo largo de aquella noche interminable. Como era de esperar, a la mañana siguiente se despertó cansadísima y pasó todo el día como una sonámbula. Pero su tesón era encomiable y, en cuanto regresó a casa, elaboró un detallado informe y se lo mandó a la Luciérnaga Monarca. Aprovechó, también, para proponerle que en adelante, como muestra de gratitud, los nombres de sus dos colaboradores aparecieran en verde en los hilos de Ábrete Libro. Antes irse a dormir, volvió a conectarse al foro y se llevó una grata sorpresa: la jefa le había mandado un mensaje privado en el que, además de darle las gracias, le comunicaba que Benito Roca y don Paco iban a formar parte del equipo de moderación que iba a crear en el otro lado del foro.

Esa misma noche, después de comprobar que todo estaba ya en orden, la Luciérnaga Monarca redactó un nuevo edicto: «Cualquier usuario de LFE que incluya en el futuro animales o plantas en sus textos será responsable subsidiario de los daños y perjuicios que los mismos ocasionen en el foro. Al primer incidente que causen sus criaturas, el autor recibirá un aviso; de producirse una segunda incidencia, los hilos de sus textos serán cerrados con carácter permanente. En el caso de ser un reincidente, no podrá colgar nunca más sus perniciosas creaciones en LFE.». Apretó el botón de enviar y apagó el ordenador. Al otro lado del péndulo, las dependencias del foro se quedaron ipso facto a oscuras. Pero luego, en cuanto la Luciérnaga Monarca se metió en la cama y se durmió, aunque su mente cartesiana le impidiera recordarlo al día siguiente, recorrió de extremo a extremo el lado oculto de su reino y, al igual que cualquier otra noche, la luz cálida y pulsátil de sus glándulas disipó las tinieblas.

[Shigella]

Me gusta que las referencias a foreros sean a través de sus obras. También me gusta lo de "Happy Kassio".

[Ratpenat]

Muy de acuerdo. Me ha faltado algo, algo ya sabes, Shige, lo que tenías que poner.

En todo caso, muy bello.

Nota final: coca de pimiento y tomate.

[Gavalia]

Una forma original de presentar la kekada. El argumento no tropieza y tiende a lo poético sin dejar de ser prosa bastante refinada en algunos pasajes de la historia. Creo que hila estupendamente cada situación que nos va proponiendo a medida que vas avanzando en la lectura y como homenaje a kass, no tiene desperdicio. Me ha encantado claro

[Isma]

Me ha parecido gracioso y muy bien hilvanado. Además el lenguaje es muy rico, que es algo que siempre me enamora. El toque del otro lado del péndulo me ha gustado, y es una manera elegante de referirse a los personajes, a las creaciones que tienen también una vida propia, porque a menudo los consideramos nuestros hijos.

Esta frase en particular, por lo acertada, me ha sacado una buena sonrisa:

[...] estaban causando, además, crispación entre los escritores aficionados que, por tener un ego frágil, consideraban intocable todo lo que salía de sus plumas.

Muy bien, muy bonito y entrañable. No se puede pedir más.

[IrisCornegie]

Muy bonito y muy original la forma de referirse a los kekos

[jilguero]

Otro con nuestra Kassio a la cabeza.
Veo que en lugar de por la risa te has decantado, autor, por la crítica cariñosa.
Y me gusta que te hayas acordado de nuestras criaturitas.
Volveré.

[Sinkim]

Me ha gustado el relato, muy bien escrito y con una idea muy original Me ha recordado, en cierto modo, a las historias de Thursday Next

Yo también prefiero los relatos con los kekos de protagonistas porque recordar los personajes de todos los relatos que se han presentado a los concursos se me hace muy difícil, casi no he recordado ni al mío

Me ha encantado el edicto de la Luciérnaga

[Lifen]

Bueno, yo he pillado a los que daba pistas, incluido el nombre del autor Es una forma muy original de relato kekuno, desde luego, con los personajes y no los autores. Formalmente está muy bien escrito y juega de maravilla con las palabras y eso siempre me gana.

[Han O. Nhimuss]

Mi nombre es Han, señor, bueno días.

Me ha prestado una historia muy bonita y me ha enrabado completamente y solo quiero enrabarle yo a usted porque me siento en deuda por habérmelo hecho usted antes y de esta manera canalla.

Gustándome el fondo, destaco la forma y le explicó el por qué. Pasa en Normandía que somos poco amigos de los diálogos y muy amigos, por el contrario, de las historias escritas como lo está esta, con frases largas y unas puestas detrás de otras (que parce un chiste normando pero no lo es). La historia avanza muy lentamente y da tiempo al lector a meterse dentro, no hay saltos ni trompicones y parece que nos van meciendo. En Normandía esa manera de narrar gusta mucho a muchos normandos y también a Han. Decirle también , prófugo, que además de disfrutar de la lectura, aun perdiéndome en las referencias a personas que no conozco todavía, destaca mucho porque transmite sentimiento cálido y eso no es fácil siendo yo normando y porque me llamo Han.

Ahora interpreto que hay personajes repetidos en varias historias que ha prestado el señor Prófugo (señor, buenos días o buenas tardes según cuando lea esto), y que son ustedes mismos los que salen. Y he leído aquí a Santa Catalina y en otro sitio a la Isla Catalina y ya me pregunto quién de ustedes es Catalina porque quiero decirle que su nieto quiere que le haga un bizcocho.

[Lifen]

Cada vez que leo lo de me enrabo...

[jilguero]

Cada vez que leo lo de me enrabo...

Pero según la RAE es "arrimar un carro por la rabera para carga o descarga" o "Sujetar con cuerdas la carga que va en la trasera de un carro.". Con lo cual...
Creo que el diccionario que usa Han es uno especial.

[Han O. Nhimuss]

Buenas tardes, señor. Discúlpenme si no me equivoco mi castellano es de una fábrica, y se junta que trabajo con un teclado predilecto que me corrige las instantáneas. Como ya aclaré en mi anterior vez yo quise decir que el señor Prófugo me ha enamorado, y no me ha enrabado.

De lo que dice el señor Jilguero, también de acuerdo pues hasta hace poco yo mismo tenía un carro en la puerta de Normandía, pero me lo robaron anoche, cuando dormía. Si lo ven den parte a la policía tiene matrícula de Normandía señor (Nr).

[Estrella de mar]

No me diga que estaba usted de romería.

[Estrella de mar]

¡Qué bien me lo he pasado, plumita! Ha sido todo un viaje.
Me parece una idea de lo más original. Y todo un curro meter tantas referencias.
Me he reído un montón con lo del nuevo edicto. Aunque yo creo que nos lo vamos a saltar a la torera.

El detalle de meter mi barquita me ha llegao profundo.

El personaje de Ismita el barquero me ha encantao.
Un gran homenaje a nuestras criaturitas.

Gracias por kekunear, valiente.