CP XI Bronco - Iliria

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CP XI Bronco - Iliria

Mensaje por lucia »

BRONCO

Habían pasado ya tres horas desde el alba. La luz de un gris lechoso incidía sobre un terreno de suaves ondulaciones y bosquecillos aislados. Hubiese sido una hermosa mañana de primavera sin los truenos ni la neblina. Y sin el tumulto.
Apostados en la espesura, los hombres observaban cuanto acontecía en la pradera. Uno de ellos, el más distinguido, se inclinó y susurró:
—Bien, muchacho. Ahora mostrarás de nuevo tu valor.
Bronco se puso rígido. Llevaban días de marcha forzada, de fatiga e incertidumbre. Los hombres podían engañarse a sí mismos y a los demás fingiendo un arrojo que no poseían. Un olor, el del miedo, era inequívoco para el olfato de un caballo. Sin embargo había algo peor que un efluvio siniestro, y era lo que intuyó en la voz del capitán, su jinete: la temeridad. Hizo un amago de revolverse, pero un tirón de riendas y el hierro punzante del bocado le hicieron desistir. El capitán empuñó su fusil y dio una orden a sus soldados:
— ¡Adelante!
No era esta la primera incursión para Bronco. Confiscado por las tropas Unionistas en una plantación sureña, aquel capricho de la hija de un terrateniente había mostrado grandes cualidades tras el adiestramiento bajo el látigo del capitán, quien solía jactarse de no haber dejado del carácter de la bestia más que su nombre.
En otras circunstancias los hombres hubiesen admirado la estampa del caballo. Tenía mucho de frisón en su gran alzada y en el pelaje y las espesas crines de color negro. Sólo delataba su naturaleza mestiza la estrella blanca en su frente y las patas más ágiles, también blancas hasta media caña. Pero en la guerra era sólo una bestia más.
Respondió de mala gana a la espuela y avanzó al trote hacia los truenos y la neblina de explosiones y disparos. En pleno campo de batalla el hedor del miedo lo impregnaba todo hasta la náusea. Ahora el oficial lo había lanzado al galope en auxilio de las tropas del Norte, sorprendidas por el embate de los Confederados. Los hombres de uno y otro bando gritaban, aullaban, rugían forzados a avanzar en medio de cañonazos que hacían temblar el suelo y barrían filas enteras de soldados a su paso, sepultándolas bajo montones de tierra. Las balas que silbaban en el aire acababan de segar la vida de aquellos que milagrosamente quedaban en pie. El capitán disparaba sobre las orejas de su montura y vociferaba a su tropa, instigándole a seguir adelante sin romper la formación. Junto a Bronco cayó el muchacho que portaba el estandarte de la Unión, reemplazado de inmediato por otro, a su vez derribado por los disparos enemigos. No muy lejos, paralelo a él, galopaba un caballo blanco cuyo jinete, muerto de un balazo en el rostro, era arrastrado por su montura de manera grotesca con un pie enganchado del estribo. Un proyectil de cañón derribó al níveo corcel, y la onda expansiva hizo trastabillar a Bronco, quien sin embargo logró recobrar el equilibrio. El capitán lo espoleaba sin piedad hacia una unidad enemiga atrincherada tras una hilera de piedras mal apiladas y apenas visibles por el humo.
Bronco nada sabía de la ambición humana, ni del anhelo de gloria que empujaba a su jinete a un acto casi suicida. Tan solo buscaba alejarse del estruendo de las armas, de los lamentos de los hombres y los relinchos de los caballos agonizantes. En su carrera se abría paso a mordiscos y pateaba a cuantos Confederados trataban de detenerlo, a pesar de los cortes y pinchazos que recibía de las bayonetas. Uno de aquellos soldados de infantería arrancó el fusil de la mano del capitán, pero este desenvainó su sable. En ese momento, una bala “minié” atravesó uno de los muslos del jinete de parte a parte, haciendo el hueso astillas; a pesar de ello siguió defendiéndose con la espada. El muro estaba muy cerca, y ordenó al caballo saltarlo. Pero antes de tomar impulso algo se quebró en el interior de Bronco. Rehusó y frenó en seco. El oficial salió despedido por encima de la cabeza del corcel, y su cuerpo fue a estrellarse contra los toscos cantos que formaban la defensa.
— ¡Maldito animal! ¿Qué haces?
Debido a su pierna herida no pudo ponerse en pie y Bronco se abalanzó sobre él con las orejas aplastadas y bufando furioso. Alzado sobre los cuartos traseros comenzó a patearlo con las pezuñas delanteras.
— ¡Bronco! ¡No!
Tras la trinchera, los enemigos con los rifles cargados y prestos a disparar, bajaron las armas ante el espectáculo de un caballo machacando el cráneo de su propio jinete contra las piedras. Uno de los pocos soldados del Norte que quedaban en pie hizo un rápido gesto para apartar al corcel del cadáver del capitán, y Bronco corcovó para alejarse al galope, esfumándose entre la humareda.

Se detuvo con el sol en lo alto. Hacía calor, y la sombra del bosque ofrecía algo de alivio. Los flancos de Bronco se agitaban con la fatiga y el sudor hacía que las heridas le escocieran. Además, se había aflojado la cincha y la oscilación de la silla comenzaba a provocarle una llaga. Al menos ningún jinete tiraba ya de las riendas hasta provocarle dolor en las encías, ni le gritaba, ni sentía las espuelas clavarse en sus costados.
Descubrió un riachuelo entre los árboles y trotó hacia él. Necesitaba refrescar su cuerpo y calmar la sed. Deseaba también desprenderse del olor a pólvora y a sangre. Y sobre todo eliminar toda fetidez humana. Pero el río era poco profundo. Con el agua a la altura de las rodillas dejaba que sus sentidos fuesen cambiando el recuerdo de su ruda vida por sensaciones más puras y primigenias: el sonido del agua y el canto de los pájaros, la brisa entre los árboles, el olor a hierba fresca.
De pronto, su instinto le puso sobre aviso. Estaba solo y herido, algo peligroso para un caballo. Comenzó a anhelar la protección de la manada, pero allí no había olor alguno que revelara la presencia de sus congéneres. Posiblemente hubiesen muerto en el campo de batalla o quizá quedasen algunos dispersos y perdidos en algún lugar. Quería encontrarlos.
Se puso en marcha sin apenas haber descansado. Su paso se convirtió en trote y resoplaba con la cabeza enhiesta y las orejas erguidas. El bosque estaba vivo, sin duda, pero también parecía acecharlo desde todas partes. Pronto supo por qué.
De la espesura surgió un gran lobo gris seguido de su compañera. Bronco saltó a un lado. Pronto acudirían más. En efecto, la pareja de cazadores emitió un par de gruñidos y unos cinco o seis cánidos hicieron su aparición casi cercándolo. Emprendió una rápida huida, con la manada tras él, sintiendo cómo volvía a invadirle el olor del miedo, esta vez el suyo propio, del que no podía escapar. Los lobos líderes se situaron cada uno a un lado del caballo. Rugían en un amago de echarse a su cuello para forzarlo a correr más deprisa. Los demás cerraban el grupo y envolvían el cuerpo del corcel a cierta distancia de sus cascos. Habían advertido que era una presa demasiado grande y quizá fuerte para intentar un ataque directo. Al menos en un principio. Ahora debían hacerle galopar y agotarlo más.
El bosque era un mal terreno para las patas de Bronco. Dos veces estuvo a punto de caer por una pendiente, y su cuerpo se movía con dificultad entre los troncos y la maleza. Uno de los lobos de la retaguardia, joven e impetuoso, no pudo reprimirse y lanzó una dentellada a un muslo. Bronco relinchó al sentir su carne desgarrarse. Trató de ignorar el dolor y desprenderse del lobo que, animado por su hazaña volvió a intentarlo, pero esta vez lo derribó una potente coz. El resto de la manada se mostró prudente y dejó que la presa se alejase un trecho.
Transcurrieron así varias horas. Bronco se encaraba con los lobos, que se apartaban unos metros para reanudar la persecución. Resoplaba empapado en sudor. Nuevos ataques habían abierto más heridas en sus cuartos traseros tiñéndolos de sangre. El sol comenzaba su descenso cuando el caballo alcanzó la linde del bosque. Vio una posibilidad de huir en campo abierto y a pesar de su cansancio aceleró el galope por la llanura. Los lobos parecieron dudar unos segundos, pero volvieron a lanzarse tras él. Si alguno de ellos trataba de saltar de nuevo sobre sus ancas, coceaba en plena carrera. Al hacerlo el dolor era insufrible, pero lograba mantenerlos a raya.
De súbito, la manada interrumpió la caza. Haciendo acopio de sus últimas fuerzas, Bronco llegó hasta el final del llano y atravesó un riachuelo. Los calambres en las patas lo obligaron a ir aminorando el paso. Trató de ventear el aire, pero una súbita hemorragia en sus ollares le hacía difícil detectar cualquier olor. Su oído, sin embargo, no le engañaba; los lobos habían quedado atrás. Descendió por la pendiente de una pequeña hondonada hasta una arboleda no muy frondosa donde enfrente, contra el crepúsculo, se recortaba la silueta de una granja.
Dominios humanos. Quizá por eso los lobos habían renunciado. Irguió sus orejas, atento a cualquier sonido. De haber algún otro caballo cerca, ya hubiese anunciado su presencia con un relincho, pero todo parecía en silencio. En las haciendas esquilmadas por la guerra no quedaban animales ni granjeros que los cuidasen. Si acaso algunas mujeres y sus chicuelos, quién sabía si escondidos en alguna parte, esperando que no apareciesen más soldados de la facción contraria.
Lejos de este razonamiento, el instinto de Bronco le impulsaba a aborrecer el lugar. Sacudió sus crines y su lomo, deseando desprenderse de toda señal humana tanto como de los arreos que llevaba encima. Ahora más que nunca anhelaba encontrar una manada en la que integrarse. Tenía que seguir buscando.
Caminó un buen trecho casi arrastrando las patas. Pasó cerca de varias fuentes, pero de manera insólita no sentía sed. Tan solo un extraño aletargamiento. Las heridas también se iban haciendo más soportables y la respiración más sostenida. Se dejaba llevar por los sonidos de la noche, los roedores saliendo de sus madrigueras, el ulular de alguna lechuza en un árbol cercano. Muy cerca crujió una rama. Bronco piafó y se apartó de las sombras, de las que emergió una figura humana.
—Shhh… quieto, bonito, quieto… ven aquí…
Tras una larga barba se ocultaba un rostro de aspecto cadavérico. El hombre vestía un uniforme de soldado raso, hecho jirones y de un color muy lejano del añil Unionista. Estaba desprovisto de gorra y fusil. Su voz trataba de sonar apaciguadora, a la vez que extendía una mano hacia las riendas. Ambos desertores comenzaron a observarse bajo una luna rojiza, a moverse en círculo uno en torno al otro. De pronto, el caballo retrocedió ante la expresión de aquella mirada dura, fija, astuta. Los ojos de un depredador.
— ¡Ven aquí, cabrón!
El hombre saltó sobre su lomo. Bronco trató de erguirse al máximo para dejarse caer de espaldas y aplastar bajo él a su oponente. Sintió el filo de un cuchillo penetrar su cuello cuando se desprendió la silla y el soldado cayó por la grupa. Se escuchó un crujido, el del esternón roto por las coces. El hombre emitió un hondo gemido y expiró.
Trastabillando, Bronco se alejó hasta alcanzar un camino entre maizales. Intentó avanzar en busca de sus congéneres, pero quizá la manada no existiese más que en su anhelo por encontrarla. Justo en el momento de rendirse y doblar las manos sobre el barro del sendero le llegó un aroma. Podía oler de nuevo. Inspiró profundamente, y a la vez que su olfato descomponía el olor su mente perfilaba imágenes: un semental, machos solteros como él, potrillos y el excitante olor de las yeguas. Sin saber cómo, se halló siguiendo una pista, que le llevó esta vez a sonidos limpios y diáfanos: pezuñas volando sobre praderas, relinchos de júbilo que emitían los potros en sus juegos, madres llamando a sus pequeños. Podía incluso sentir en su hocico el pasto impregnado de rocío. Y sobre él, y sobre todos ellos, la caricia del sol de la mañana.
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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MomoEnSilencio
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Re: CP XI Bronco

Mensaje por MomoEnSilencio »

Bueno. Acabo de empezar con la lectura de relatos presentados a concurso, y veo que ya se pueden comentar.
Bien, lo que me ha gustado de este relato y puedo valorar de manera objetiva es que está correctamente escrito. No le sobra ni le falta nada en cuanto a estructura, vocabulario, descripciones, etc
Lo que me falta, y esto ya es muy personal y es la parte subjetiva del comentario, es algo más de pasión, de alma, aunque el tema que tratas me parece precioso y me emociona ponerme en la piel de un animal tan bellamente salvaje como es el caballo.

En fin, enhorabuena y a seguir escribiendo :)
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Fernweh
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Re: CP XI Bronco

Mensaje por Fernweh »

:hola:
Lo primero de todo decir que tienes mucho talento para escribir. Me ha parecido fluido, con buen ritmo, con buenas descripciones sin llegar a hacerse pesado, y las escenas de acción en las que suelo perderme, están tan bien hechas, que en esta ocasión no me ha pasado. Bravo por eso.
Por otro lado, la idea me ha gustado mucho tambien. Siempre me han dado muchísima pena y me ha generado mucha rabia, ver cómo usan a los caballos, o cualquier otro animal, para las guerras entre humanos, pobres, ellos qué tendrán que ver con eso. Y cuando, en una película, los veo en medio de la batalla, cayendo inertes al suelo, tengo que mirar para otro lado ( soy de las que sufre más cuando muere un animal que un humano en una peli, y en estos casos más aún).
Pero pobre Bronco, que final tan triste, aunque al final pudo gozar un poco de la libertad, y aunque sea en el cielo de los caballos pudo encontrar una manada con la que poder disfrutar de su descanso eterno... :cry:
:60:
«El futuro es más ligero que el pasado, y los sueños pesan menos que la experiencia porque la vida no vivida es más leve, tan leve.»
Marie Luise Kaschnitz
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Isma
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Re: CP XI Bronco

Mensaje por Isma »

Muy bonito, muy bien escrito. Me ha gustado mucho. Me ha chocado un poco la rebeldía contra su jinete. Es muy posible que el entorno bélico, con las explosiones, sangre y miedo, hubiera podido alterar hasta el extremo al animal, pero en ese caso quizás habría sido necesario mostrar un punto mayor de locura. La persecución de los lobos me ha gustado y el final me ha encantado, recordándome un poco al paseo de aquel gladiador -con el que comparto perfección de nalgas- por los campos de trigo justo antes de fallecer.

En resumidas cuentas, muy buen relato, limpio, intenso y ameno. ¡Suerte!
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Mister_Sogad
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Re: CP XI Bronco

Mensaje por Mister_Sogad »

Tremendo relato autor/a, lo reconozco, me ha gustado más de lo que, si hubiera leído una sinopsis de la historia, podía haber previsto, y eso solo significa que has hecho un gran trabajo. Me gusta, sin duda. El escenario magnífico, siento cierta inclinacion por la etapa de la guerra civil norteamericana, algo curioso pues tampoco es que me haya informado lo suficiente al respecto, pero igual me pasa con otros escenarios de la Historia (cosas de la carrera que hice claro) que me gustan y sin embargo no reuno información al respecto. Decidirte como protagonista de tu historia a un caballo me ha encantado, no es original quizá, pero me encanta, en serio, además has sabido dotarle de verosimilitud, aunque de vez en cuando la inclusión de algún párrafo explicativo me ha chirriado (cosas que no pensaba el caballo me refiero, aunque era necesario para la ambientación), pero sus pensamientos y motivaciones se me han hecho creíbles, así como las dificultades que pasa.

Me ha encantado galopar con Bronco autor/a. :60:
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Leticiamc
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Re: CP XI Bronco

Mensaje por Leticiamc »

Buena redacción que resulta bastante amena de leer, me ha gustado tanto el tema como la forma.
Enhorabuena y suerte
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mariomc
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Re: CP XI Bronco

Mensaje por mariomc »

Me ha gustado mucho. Muy bien escrito y con una historia muy amena y entretenida.
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Sinkim
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Re: CP XI Bronco

Mensaje por Sinkim »

Me ha gustado mucho, me parece que está muy bien escrito y se lee con mucha facilidad :D Toda la parte de la batalla está genial, aunque hecho un poco en falta ahondar un poco más en los medios que usó el jinete para domeñar el espíritu de Bronco y justificar su rebeldía final.

El mayor pero que le pongo al relato es que me ha recordado a otras historias ya vistas como la de Spirit :lol:

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"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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indigeitor
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Re: CP XI Bronco

Mensaje por indigeitor »

Muy bien escrito y muy bien estructurado. Sin embargo, personalmente, la historia no me ha dicho mucho y sobre todo el final me ha defraudado. Pero lo que digo: es una opinión totalmente subjetiva.
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ACLIAMANTA
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Re: CP XI Bronco

Mensaje por ACLIAMANTA »

Me gusta tu relato y me encanta la rebeldía de Bronco. La historia es interesante y me parece que está bien escrita y es de fácil lectura.
Y los caballos son animales que me parecen atractivos, no he vivido muy cerca de ellos pero muchas veces los he imaginado un poco altaneros y bastante rebeldes.
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IrisCornegie
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Re: CP XI Bronco

Mensaje por IrisCornegie »

Me ha gustado mucho. Me ha recordado a cuando montaba a caballo y a mi maravilloso Lucero, que era bueno, pero también tenía sus cosas :cunao:

Una historia muy bonita. Muy buen trabajo, autor :D

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Ratpenat
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Re: CP XI Bronco

Mensaje por Ratpenat »

La historia en si no me ha dicho nada, pero está tan bien escrita que me da igual, me ha tenido enganchado todo el relato. Enhorabuena, escribes de maravilla autor.
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Estrella de mar
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Re: CP XI Bronco

Mensaje por Estrella de mar »

Formalmente ninguna pega, pero la historia no me ha acabado de gustar. Tanto sufrimiento del caballo me ha saturado. Problema mío. :wink:

Gracias por atreverte a saltar al abismo. :boese040:
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
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Frigg
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Re: CP XI Bronco

Mensaje por Frigg »

Hola autor/a:

Me presentas un texto al que pocas pegas puedo sacar. Un gran ejercicio. Haces una recreación histórica desde el punto de vista del animal en vez de la del humano. Hasta ahí perfecto. El problema, al que también aluden otros comentarios, es la falta de sorpresa, de emoción, de tocar la patata o la mente y de dejar al lector con sensación de "uff, me lo he creído". Creo que tienes un talentazo para escribir pero que necesitas desatar más las emociones en vez de las descripciones.
Pero repito, siempre desde mi punto de vista personal, luego llegará alguien y te dirá lo contrario...
No obstante me ha gustado, porque envidia me da como juegas con las palabras como si piezas de un puzzle se trataran.
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zilum
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Re: CP XI Bronco

Mensaje por zilum »

Me ha gustado la historia de Bronco y, en general, cómo la cuentas. Quizá lo que comenta algún compañero, le falta impregnarle un poco más de pasión a alguna frase que sacuda al lector! :colleja:

Ya conocía alguna historia protagonizada por caballos, pero me gusta el carácter indomable de Bronco y su aversión a los humanos. Por ello, me quedé con ganas de que ahondarás en los orígenes del odio de Bronco a nuestra especie. Tal vez fue maltratado, su madre sacrificada o que simplemente le repugnaba ser montado por un "superior".

También, destacaría en lo positivo la secuencia de la batalla, excelente, y en lo negativo que no me gustó tanto la persecución de los lobos, que creo que es mejorable, sobre todo en realismo. Ya es difícil que un caballo aguante dos horas galopando a pleno rendimiento como para hacerlo herido.

Dicho todo esto, te felicito y te agradezco que me hayas contado la historia de Bronco! Escribes de maravilla, con un amplio vocabulario!

Mucha suerte! Grande Bronco! :vb_493:
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