CV4 - Así se templó el acero - Isma

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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Lifen
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CV4 - Así se templó el acero - Isma

Mensaje por Lifen »

Así se templó el acero

La primera vez fue una tarde soleada en una terraza en pleno centro de Madrid. Alentado por su novia, había salido de su madriguera un poco a regañadientes para ver una obra de teatro. La pieza, un enredo de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, le había impresionado por el ingenio del texto y por el desparpajo de los actores. A la salida se había dejado llevar por el entusiasmo y había acompañado a su novia y a su grupo de amigos a un café, a sabiendas de que las reuniones sociales no eran su fuerte. Se encontraba en una esquina de la mesa, mirando por encima de las cabezas los espejos gastados y el techo abombado del local. Apenas si participaba de la conversación. Se sentía tonto por no saber integrarse y sorbía a pequeños tragos el café para que le durara más. Fue entonces cuando escuchó la frase por vez primera:

—Así se templó el acero.

—¿Qué? —respondió sin pensar.

—Perdona ¿qué dices, cariño? —Su novia se volvió hacia él, cogiéndole una mano. Él buscó en sus ojos marrones y cálidos. No encontró respuesta.

—Nada —dijo. Y sin embargo había escuchado las palabras con claridad meridiana. ¿Quién las había pronunciado?

—¿Te lo estás pasando bien?

—Bueno —respondió. Entre los dos no había falta decir más. Ella le miró de soslayo, reprobadora. Un rato más tarde dejaron el grupo y volvieron a casa.
Por la noche no pudo dormir. La frase de marras daba vueltas y vueltas en su cabeza. Enumeró, como quien cuenta ovejas saltando por encima de una valla, las caras de las personas que recordaba del café, agobiado al comprobar que los rasgos se difuminaban poco a poco, a cada paso del minutero que de manera implacable levantaba el velo de la noche.

En una suerte de venganza fue su novia la que le despertó.

—Vaya coñazo me has dado esta noche —gruñó malhumorada. El portazo que dio al salir de casa, mientras él aún buscaba sus calcetines, fue un anticipo del día que le esperaba.

Los párpados le pesaban de camino al trabajo. En la oficina había demasiado ruido y sin embargo las voces de sus compañeros le llegaban lejanas, como amortiguadas por una distancia imposible. No consiguió terminar ni uno solo de los informes pendientes. El reloj frente a su mesa marcaba minutos que duraban horas. Pero el ocaso de la jornada llegó y se arrastró de vuelta a casa. Su novia aún no había llegado así que, en compensación por la noche anterior, se obligó a preparar la cena.
Troceaba calabacines en la cocina con la televisión de fondo cuando volvió a escuchar la frase maldita. Otra vez. Tardó unos segundos en desgranar las palabras: Así, se, templó, el, acero, como si cada una fuera una frase suelta; la última palabra se reflejó en el cuchillo que mantenía en el aire. Dejó el calabacín a medio cortar y limpiándose las manos en el delantal corrió hacia el salón.

Tarde. La noticia había terminado. Solo alcanzó a ver la imagen de un edificio grande, quizás una nave industrial, antes de que la sonriente presentadora diera paso a los deportes.

El ordenador estaba en el otro cuarto. Con delantal y todo fue para allá, abrió un navegador y tecleó la frase de búsqueda «Así se templó el acero». Descubrió que se trataba de un libro. La wikipedia fue tajante; el autor era un tal Nikolái Ostrovski, ciudadano de la antigua unión soviética. Leyó el artículo completo, impresionado al descubrir que escribió su obra siendo ciego y paralítico. Lo único que sacó en claro fue que el texto en cuestión era comunista.

El libro estaba colgado en internet. Pinchó en el enlace y comenzó a leerlo.

—Has podido hacer la cena. —La voz de su novia le cogió desprevenido. Había llegado a casa sin que él se diera cuenta, tan inmerso se encontraba en la lectura.

—Lo siento, cariño.

—Con la tele puesta y la cocina patas arriba, y tú te vienes a navegar por internet.

—Lo siento —replicó de nuevo, sin separar la vista de la pantalla.

Su novia salió de la habitación. Él continuó con la lectura, absorto con aquel cuento inocente e imposible. La historia era autobiográfica y narraba las visicitudes del joven Nikolái en una sociedad corrupta, manchada por la influencia perniciosa del clero y de los ricos sin escrúpulos, ante los cuales el protagonista se alzaba como un paladín de la calle, un héroe trabajador. De tan inocente era una historia extraordinaria, aunque su calidad literaria era más que discutible. Su novia volvió y se fue, y unas horas después la escuchó refunfuñar por el pasillo camino del dormitorio, mientras él continuaba leyendo sin interrupción aquellas páginas salpicadas de la épica de la revolución soviética.
Al llegar la nueva mañana no fue ella quien le despertó, sino el sol entrando por la ventana. Y no se encontraba en la cama, sino en la butaca, dormido frente a la pantalla encendida. Se sentía mucho más descansado y también imbuído de una nueva fuerza, quizás debida al extraño misterio de aquella frase y de su libro. Sin tiempo para ducharse y con las arrugas de la manga de la camisa tatuadas en la cara se cambió y salió disparado hacia su trabajo.

En el ordenador de la oficina volvió a investigar y en esta ocasión otro de los resultados de la búsqueda llamó su atención. Se trataba de un foro comunista y el libro se citaba como referencia en una discusión. Decidió responder y publicó una larga entrada donde enlazaba los conceptos que había leído con algunas de las cuestiones planteadas.
Antes de una hora, nuevas respuestas se habían acumulado tras la suya. Los comentarios mostraban asombro. Al parecer su respuesta había sido bien valorada. Algunos incluso le lanzaban nuevas preguntas sobre el tema. Alentado por el éxito, y olvidando la incipiente pila de informes pendientes, se lanzó a responderlas utilizando aquel conocimiento recién adquirido.

Al final de la jornada encontró un mensaje inesperado en su buzón. Uno de los participantes de aquel foro socialista le invitaba a darse a conocer al grupo en una manifestación, esa misma tarde. El tono del mensaje era afable y la manifestación, según pudo comprobar, era verídica y benigna; otra de las muchas para protestar contra los recortes en educación. Le pareció una buena manera de ponerse en contacto con aquellas personas y de este modo resolver con prontitud aquella cuestión que no hacía más que latir de manera incesante en su cabeza. Se puso la chaqueta y salió para el centro de la ciudad.

El ambiente revolucionario se palpaba en el aire, en la tensión reprimida de los viandantes y en las miradas contenidas. Las personas que caminaban a su lado se le antojaban disconformes, inquietas por una situación injusta. Una anciana pasó a su lado murmurando en voz baja, con la vista perdida en el horizonte. La basura se amontonaba junto a los contenedores debido a la huelga de limpieza; pisó un espejo, que se rompió en pedazos, y un periódico voló hasta enredarse con sus pies. Leyó de refilón las palabras que ya esperaba encontrar: «Así se templó el acero». Cuando intentó recuperar la hoja ésta salió volando. Hasta los animales domésticos de paseo con sus dueños le parecieron hostiles y alterados, rebeldes ante la correa que les apretaba el cuello.

Alcanzó al grupo comunista cuando la manifestación ya había comenzado. Eran todos jóvenes. Había monos impregnados de pintura, botas manchadas por grasa de garaje, camisetas ceñidas de reponedores, cabellos recogidos en redecilla. Olían a pescado, a aceite, a colonia barata. Se presentó y de inmediato se sintió a gusto. No eran, aun a sus ojos inexpertos, alborotadores ni folloneros. Aquellos hombres y mujeres estaban cansados tras una larga jornada de trabajo y la manifestación era tan solo una más de otras muchas a las que habían asistido. Mientras la protesta avanzaba por las calles de la ciudad volvieron a hablar sobre el tema que había iniciado la discusión en el foro, y pronto saltaron a otros muchos; política, sanidad, economía, sociedad, gobierno. Sorprendido por su propio descaro, él hablaba mucho más de lo que había imaginado con solo la base de aquel libro que había leído en una sola noche. Aquellos chicos parecían tener su opinión en gran estima y las palabras fluían por sus labios en una embriaguez que le era desconocida. Hubo incluso otros manifestantes cercanos que se unieron a la charla, atraídos por su inesperada elocuencia.

Un petardazo resonó en la cabecera de la marcha y los silbidos y gritos se elevaron como respuesta. Las personas que había a su alrededor se alzaban de puntillas intentando atisbar lo que ocurría entre las pancartas y banderas multicolores. Otro petardazo se elevó por encima de todos los sonidos y en ese momento descubrió asustado humo; un humo blanco y denso que manaba de entre la misma columna de manifestantes. El pánico estalló como un globo y se vio empujado por los cuerpos de personas que corrían y escapaban. Sin saber cómo se encontró pisando proclamas caídas y esquivando vallas. Le escocían los ojos y el humo estaba ahora a su alrededor como una niebla fantasmagórica. Se encontraba solo; había visto correr, igual que él, a los recién conocidos compañeros del foro comunista, tan asustados y sorprendidos como cualquier otro. En la calle de repente desierta los ruidos eran tan densos como el humo blanco.

Era difícil orientarse en esa sopa lechosa. Le pareció ver banderas rojas que se esfumaban tan rápido como aparecían, o quizás fueran antorchas. No podía estar seguro de lo que veía pues las lágrimas amenazaban con anegar sus ojos. Creyó oír, entre el barullo, el fuerte resoplar de ollares de caballos e incluso el imposible traqueteo de una locomotora. Olía a pólvora. De improviso unos cuerpos negros salieron de entre los jirones blancos con las porras en alto. Ni tan siquiera pudo darse la vuelta para correr. Las figuras saltaron sobre él y le golpearon con dureza. Sintió impactos contundentes en el cuello, en la espalda y en las piernas, y cayó como un muñeco de trapo. Se encogió, cerró los ojos y gimió hasta que los golpes cesaron, y ni aun entonces se levantó, sino que permaneció en el suelo, inmóvil.

Pasaron unos minutos eternos hasta que sintió el contacto de unas manos.

—¡Aquí! —Reconoció la voz de uno de los muchachos del foro. Fue alzado del suelo entre tirones de ropa, roces de rodillas a la carrera y jadeos entrecortados. Estaba siendo transportado en volandas. Le dolía todo el cuerpo pero al mismo tiempo no sentía nada, a medias entre el mundo real y el onírico.

Una puerta se abrió y por el eco en las paredes dedujo que estaba en un lugar cubierto. Las manos cambiaron el agarre y un momento después sintió el vaivén de la bajada por unas escaleras. Escuchaba un murmullo de voces.

—¿Dónde estamos? —articuló con lentitud.

Alguien respondió, pero no fue capaz de entender las palabras. Su cuerpo cayó en un colchón y las manos le abandonaron. Oía a varias personas a su alrededor, recuperando el aliento. Una de ellas habló:

—¿Cómo te encuentras?

Intentó estirarse. No veía nada.

—No veo nada —respondió.

Hubo un corto silencio. Olía a carbón.

Skol'ko pal'tsev vy vidite zdes'? —Le pareció escuchar a la primera voz.

—No veo nada —repitió asustado. Comprendió, sin saber cómo, que aquel lenguaje era ruso.

Otra voz.

—¿Puedes moverte al menos? Mozhete li vy?

Intentó moverse. No supo si había tenido éxito. La angustia atenazó su garganta.

—No.

Ahora escuchó con claridad murmullos en el silencio de aquel espacio cerrado.

—Está bien, no te preocupes. Pomozhem. ¿Cómo te llamas?

—Nicolás —Se escuchó pronunciar, a punto de llorar—. Menya zovut Nikolái.
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jilguero
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Re: CV4 - Así se templó el acero

Mensaje por jilguero »

:hola:


¿Qué me está pasando? :party: Las cavilaciones de Juan Mute

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Landra
Me estoy empezando a viciar
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Re: CV4 - Así se templó el acero

Mensaje por Landra »

A medida que estaba leyendo pensaba que esto iba del resultado electoral de estos últimos comicios...

Lo más interesante es cuando "se transforma", tanto en el inicio de la lectura en internet como luego en la mani...
Estoy muy perdido, era más fácil intentar adivinar de quien era qué en el oficial...
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noramu
Dina
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Re: CV4 - Así se templó el acero

Mensaje por noramu »

:alegria:
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prófugo
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Re: CV4 - Así se templó el acero

Mensaje por prófugo »

Estimado autor:

Lo siento...no me ha terminado de convencer :-(

Está bien escrito pero no lo veo nada kafkiano salvo el final.

También quizás influya un poco que soy "anti-comunista" pero eso es lo de menos...en un relato de estos concursos no pienso dar mejor o peor puntuación por mis gustos políticos. Además...confieso que me encanta leer todo lo relacionado con la antigua Unión Soviética a pesar de no comulgar con muchas cosas sobre ellos...y, de paso, admitir que uno de mis libros favoritos que tengo en mi Top Ten es "Rusos" de Edward Rutherfurd ;)

Simplemente no terminé de verlo como un relato adaptado a la temática, más si como un trabajo que busca realzar una ideología...una pequeña-gran revolución.

Como dije en otro relato, seguramente a otros lectores gustarás mucho más :oops:

Espero sepas perdonar. Un abrazo :60:
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ACLIAMANTA
No puedo vivir sin este foro
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Re: CV4 - Así se templó el acero

Mensaje por ACLIAMANTA »

Me entretuve leyéndote, autor, y el relato me pareció bien escrito y fácil de leer.

Sin embargo no me resultó especialmente impactante y de kafkiano (hasta donde yo he logrado entender) me parece que tiene más bien poco :)

Igual, gracias por atreverte y por hacerme pasar un buen rato :hola:
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Ororo
Diosa de ébano
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Re: CV4 - Así se templó el acero

Mensaje por Ororo »

Pues, vamos a ver..., kafkiano, kafkiano no es.
No está mal, nos hablas sobre una situación extraña que avanza poco a poco hasta convertirse en algo fantástico, mezclando tiempos, mezclando personas e historia. Eso me gusta.
Me parece que está bien el argumento aunque no sea del todo original.

Quizá lo que más me falla es el principio demasiado extenso y la parte importante, la que te dice "uy, aquí está pasando algo raro" se me ha quedado corta.
La puntuación y la redacción poco fluida en algunos momentos no me ha ayudado.

Aunque tengo que decir que el personaje está bien dibujado: su carácter taciturno, es poco sociable..., pero he echado de menos el agobio tan característico de Kafka, más oscuridad y mugre. Algo que llegue más hondo.

Andas cerca del R. Dependiendo de tus competidores, subirás o bajarás, camarada :cunao:
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Ororo
Diosa de ébano
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Ubicación: En África

Re: CV4 - Así se templó el acero

Mensaje por Ororo »

Voy a decir algo más.

He encontrado ciertas cositas que no me gustan nada a la hora de redactar. Bueno, a la hora de leer.
Seguramente es cosa mía pero, como suele decir Isma, el lenguaje es tan rico, tan rico..., que no veo necesario decir que escucha con "claridad meridiana", que da vueltas a "la frase de marras", que el minutero del reloj es "implacable", que "hasta los animales domésticos de paseo" también estaban alterados ni que "el pánico estalló como un globo".

Estoy leyendo un texto, metiéndome en él, y al leer esas frases hechas o tan utilizadas en tantos otros ámbitos me sacan de la lectura y dejo de creérmelo.

Perdona la crítica, autor. Te lo digo por si hay más lectores a los que también les molesta y puede solucionarse -si tú quieres- de otra manera.
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Mister_Sogad
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Re: CV4 - Así se templó el acero

Mensaje por Mister_Sogad »

Autor/a tengo sensaciones extrañas con tu relato, de un lado no me convence la historia en sí, lo siento, pero sí me gustan las escenas que planteas, de hecho al acabar me he quedado con ganas de seguir sabiendo a dónde va tu protagonista. La idea también me gusta, la que actúa de inicio de cambio o metamorfosis, esa frase que al protagonista se le mete en la cabeza y acaba "templándole", en el sentido de hacerle moverse, salir de su rutina, que ya avanzas en el relato que no iba nada bien.

De todas formas en mi segunda vuelta espero comentar algo más, porque me da la impresión que algo me he perdido.

Volveré pues autor/a. :60:
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zilum
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Re: CV4 - Así se templó el acero

Mensaje por zilum »

:hola:

La historia en sí no me ha enganchado demasiado, pero el final sí que hace pensar y eso es un punto a favor. Yo lo interpreto como que esa frase activó un "chip" en el cerebro del protagonista que poco a poco lo fue transportando en un viaje en el espacio y tiempo. El relato no llega a transmitirme agobio, pero sí irracionalidad hasta la paranoia.

Escribes muy bien y la idea es buena, y tal vez me quedé con ganas de que te explayaras más en el final que en todo el camino.

Enhorabuena y mucha suerte!!
:60: :60: :60:
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Gavalia
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Re: CV4 - Así se templó el acero

Mensaje por Gavalia »

Me quedo con lo bueno de tu redacción, por lo demás no sé a donde quieres ir. No me he enterado muy bien creo. Hasta poco antes del final, leo un relato correcto que espera un desenlace que haga entender toda esa exposición anterior sobre los amaneceres de un señor que navega por internet a cuenta de una frase de origen político, y desconocido emisor, para terminar ejerciendo de comunista en una manifestación. Recibe un golpe serio y de repente se emcuentra en la madre Rusia.
Se ha reencarnado en un señor ruso?
Es un caso claro de esquizofrenia?
Si de repente hablas un idioma que no conoces estaríamos hablando de posesión?
Tomar más de la cuenta te da sorpresas?

La verdad, todo esto es bastante kafkiano.
Un saludo y suerte
Madre mía como están las cabezas... :cunao:
En paz descanses, amigo.
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jilguero
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Re: CV4 - Así se templó el acero

Mensaje por jilguero »

Sentimientos encontrados tengo, autor ( :hola: edito para decirte que cada vez están menos encontrados, que ha ganado la batalla la intriga y eso es bueno :D ). Empiezas muy despacio, dando muchos detalles, cierto es que el amigo Kafka también era a veces muy meticuloso. Pero luego, cuando la cosa se pone más interesante, se acaba. He tenido la sensación de cuando crea uno un texto pensando en ese golpe de efecto final. Y no sé yo si me he enterado bien, pero creo que el protagonista lo que descubre al final es que él es el autor de ese libro que había encontrado en internet, pues se dice que Nikolai lo escribió estando ciego y paralítico, que es justo lo que le ha pasado a él durante la manifestación. Pero, de ser eso cierto, lo que no queda muy claro es como lo leyó en internet, ¿hemos viajado al pasado? :roll:

Con todo, hay algo en tu historia que me atrae. Así, pues, volveré e igual entonces la entiendo mejor. :60:

En cuanto a lo que te comenta Ororo, tiene razón. A mi me pasa (me pasaba todavía más) que me sale espontáneamente poner esos "lugares comunes", pero gracias a que Albatross es implacable a la hora de criticarlos, ahora soy más consciente y procuro evitarlos. Ellos tienen razón, vulgarizan demasiado los textos, es mejor evitarlos, o al menos no abusar de ellos, tú sabes, si alguno te gusta mucho, pues te das el gusto pero sin abusar. :wink:
Última edición por jilguero el 07 Jul 2016 08:57, editado 1 vez en total.


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jilguero
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Re: CV4 - Así se templó el acero

Mensaje por jilguero »

La verdad es que me tienes intrigada, autor :cunao:.
Hoy me he levantado pensando si no será esto una metamorfosis regresiva. :roll:
Tiene su aquel tu historia. :60:


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Topito
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Re: CV4 - Así se templó el acero

Mensaje por Topito »

Un inicio tímido, casi escondido, para después, como una oruga que se arrastra por el fango, se aovilla, crea su capullo y, por último, florece en mariposa, salir de tu escondrijo y mostrarnos lo que eres capaz de hacer.

Al final dejas que avance el relato de forma fluida. A mí me ha ocurrido muchas veces, muchas, muchas veces, que una vez avanzo en la escritura la mano deja de estar entumecida y me permite crear algo digno de ser leído.

Por ello... te llevas en mi ranking, aún no definitivo:

2 kafas y 1/2 on the beach y, además, un comodín "cucaracha feliz"
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Topito
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Re: CV4 - Así se templó el acero

Mensaje por Topito »

prófugo escribió:Estimado autor:

Lo siento...no me ha terminado de convencer :-(

Está bien escrito pero no lo veo nada kafkiano salvo el final.

También quizás influya un poco que soy "anti-comunista" pero eso es lo de menos...en un relato de estos concursos no pienso dar mejor o peor puntuación por mis gustos políticos. Además...confieso que me encanta leer todo lo relacionado con la antigua Unión Soviética a pesar de no comulgar con muchas cosas sobre ellos...y, de paso, admitir que uno de mis libros favoritos que tengo en mi Top Ten es "Rusos" de Edward Rutherfurd ;)

Simplemente no terminé de verlo como un relato adaptado a la temática, más si como un trabajo que busca realzar una ideología...una pequeña-gran revolución.

Como dije en otro relato, seguramente a otros lectores gustarás mucho más :oops:

Espero sepas perdonar. Un abrazo :60:
Lo malo del comunismo es que siempre será una utopía por culpa del ser humano. Y ya sabes mis ideales por el facebook.
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