CF 2 - Tras la ciudad de hierro - Nínive (1° Popular)

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CF 2 - Tras la ciudad de hierro - Nínive (1° Popular)

Mensaje por lucia »

Tras la ciudad de hierro
Se decía que ese distrito había germinado de las semillas de magia. Las leyendas contaban que los ke´mbu habían dejado la tierra preñada de su esencia cuando cayeron, antes de la llegada de los humanos. La ciudad de los hombres emergió a golpe de fuego y martillo, apropiándose para sí un terreno que les era tóxico. Así que tuvieron que amontonar las semillas más allá del perímetro sobre el que se levantarían sus edificios.
El laberinto de callejuelas y guaridas grises había nacido sobre el muro de hierro que los hombres construyeron para protegerse de las criaturas mágicas que ya habitaban allí. Creció a su alrededor alimentado por el barro que escupía la ciudad humana y por los desperdicios de los bosques de las hadas, absorbiendo las gotas de líquido que desechaban los ventos desde su cielo de sangre y sobre los huesos de los obscuros que reinaban bajo tierra: una enredadera que trepaba aferrándose a los salientes de los muros; grupúsculos de hongos que se multiplicaban alrededor del cenagal de los hombres. Así había surgido Distrito Sombra, como un parásito que no formaba parte de la ciudad, pero del que no podían desprenderse.
Más tarde, cuando algunos comenzaron a buscar los conocimientos que los ke´mbu habían dejado atrás, colonizaron los huecos que horadaban sus muros para practicar los hechizos y rituales. El polvo que se desprendía del esqueleto de Distrito Sombra aún estaba impregnado de la magia que le había dado vida y eso era lo que buscaban los carroñeros de lo sobrenatural: restos del poder, retazos de su magnificencia sin las interferencias del hierro. Al fin y al cabo, en aquel mundo todos eran adictos a algo: magia, historias, emociones, y para sobrevivir en la ciudad de los hombres, se debía cruzar la barrera.
Dyr recordaba todo lo que había oído sobre Distrito Sombra, todas las historias de locos y perdidos, de los que nunca habían regresado de la oscuridad de sus callejones y de los que habían vuelto cambiados o rotos. Dudó durante un momento y volvió a consultar una tarjeta con las indicaciones garabateadas al dorso. Al otro lado, un triángulo isósceles invertido y el arco sobre él. La marca del Brujo. ¿A qué esperaba?
La noche anterior había tocado fondo: cinco noches sin dormir frente a los papeles en blanco, ni una sola línea que rompiera su quietud. Los gemelos habían abandonado su cama y su apartamento mientras entrelazaban sus lenguas en la boca del otro, no sin antes advertirle de que nadie en la ciudad volvería a tocar su «culo de cuarentona fracasada». No podía reprochárselo. Era incapaz de seguir manteniéndolos y sus cuerpos jóvenes ya no la hacían sentir nada. Ese era el problema, que era incapaz de sentir. ¿Cómo podía escribir así? Tomy la había echado cuando fue a suplicarle. Ella había sido la diosa de ese garito cuando sus novelas eran las más cotizadas, la más buscada, la más deseada, la que tomaba todo lo que quería sin dar explicaciones. Y la habían empujado al barro sin contemplaciones. Solo le quedaba Distrito Sombra.
Se pasó los dedos por el cabello de un rabioso amarillo, tan corto que ni siquiera un mechón se enredó en ellos. Observó los contenedores de basura verdosos por el moho, contra la pared de ladrillo y las pintadas soeces dibujadas en la pared de enfrente. Al fondo del callejón, el muro metálico se elevaba hacia el cielo rojo y sobre él, a su altura, la marca del Brujo. Apoyó la palma de la mano sobre ella, cerró los ojos y tomó aire como si fuera a sumergirse en el agua. En cierto modo, así fue. Al abrirlos de nuevo, la luz había disminuido un par de lúmenes y el sol había desparecido de su campo de visión. Una niebla espesa comenzó a lamerle los tobillos, tironeando de ellos hacia atrás, hacia el camino de vuelta. Los zarcillos blanquecinos rozaban las paredes y parecían susurrar: «No hay marcha atrás». Le costaba avanzar. Sacudió la cabeza y supo que no, que ya no podía volver. Inmediatamente, la niebla se disolvió y vio la puerta. Deslizó la yema de los dedos por la marca del Brujo tallada en la madera y se sorprendió con su tacto. Le pareció tocar piel viva que se erizaba bajo su contacto y le recorrió un estremecimiento que no supo descifrar.
Los goznes giraron en silencio. De la oscuridad surgió una mano grande con la palma hacia arriba; no tenía líneas marcadas en la piel, ni uñas en los dedos. Sacó la tarjeta del bolsillo y la colocó cuidadosamente sobre la mano que esperaba. De pronto, una nariz sin rostro que la acompañara, tan solo un halo de oscuridad, apareció junto a la mano y sus aletas se abrieron como las velas de un barco contra el viento. Aspiró algún aroma inapreciable en el papel, olfateó luego el cuerpo de Dyr y desapareció. Al momento, se iluminó un pasillo que se adentraba en el viejo edificio. La puerta se cerró a su espalda y las luces de los apliques que jalonaban las paredes se fueron apagando mientras avanzaba.
El hombre la esperaba en el centro de una sala que se abrió de improviso como si hubiera surgido de la nada. Se envolvía en un manto de la misma niebla que había encontrado en el callejón, volutas de humo que ocultaban su cuerpo y parte de su rostro. Mantuvo los brazos cruzados sobre el pecho mientras su voz rota recorría la estancia hasta llegar a ella, saludándola por su nombre. La envolvió sin pudor. Sintió cómo sus palabras registraban cada fibra de su ser, comprobando escondites e intenciones ocultas. Se dejó hacer. 
—No es nada personal, señorita Dyr Óþekkt, es el procedimiento habitual.
—Lo entiendo, no se preocupe. Es su casa, son sus reglas.
El Brujo apartó un poco el velo de su rostro y Dyr se quedó sin respiración. Unos ojos verdes, como las túnicas trenzadas de hierba tierna y brillante de las hadas recién llegadas a la ciudad, la miraban con una chispa de diversión. Las líneas de su rostro eran duras, pero tenía unos labios carnosos que le mostraban una sonrisa complaciente. Cuando los abrió un poco más, se convirtió en una mueca de cazador. Por un instante, le pareció que sus rasgos se transmutaban en los de un lobo.
—Creo que nos llevaremos bien… Dyr. Vayamos al grano, dígame para qué requiere mis servicios.
Antes de contestar, atisbó una línea negra que se enroscaba sobre una de las mejillas del hombre y luego se retiraba detrás de la oreja, como la cola de una serpiente. Sacudió la cabeza, confusa, y se aclaró la voz.
—Necesito todas las dosis de emocs que pueda comprar.
El brujo se removió en su capa de niebla, incómodo. El verde de su mirada se oscureció hasta tomar la tonalidad del musgo.
—Entonces ha perdido el tiempo viniendo a Distrito Sombra. No vendo emocs a humanos.
La sala comenzaba a difuminarse a su alrededor y volvió a ver el pasillo con los apliques encendidos. Dyr tembló. No podía permitirse perder su última oportunidad. Por su cabeza pasaron las imágenes de lo que ocurriría si no presentaba la novela a tiempo, si no era lo suficientemente buena como para que el resto de la ciudad la consumiera y se alimentara de lo que transmitía. Llevaba dos intentos de novela sin alma. Uno más y sería expulsada de su apartamento en el barrio de los escritores, sin poder volver a pisar los garitos nocturnos donde era admirada y halagada, invitada a los baños para probar a qué sabía la última adquisición de Tomy, el tratante de hadas. Hasta llegar al barrio de los escritores, nunca había podido permitirse follarse a un hada auténtica. Jamás volvería a tener a dos jóvenes en su cama por las mañanas, como los gemelos, ni podría pasear libremente por el distrito de los creadores para embeberse de la belleza de esa parte de la ciudad que crecía salvaje. Tendría que volver a trabajar en las fundiciones de hierro bajo tierra, esclavizada como los desahuciados y los descastados, sin salir a la superficie hasta el descanso mensual. Una repudiada de su especie al igual que aquellas hadas que pasaban por sus manos, adictas que soportaban el dolor del hierro para entrar en la ciudad de los hombres y ofrecer su cuerpo y su magia a cambio de una dosis de emocs, aunque ella prostituiría trabajo en bruto por un plato de comida. Porque allí nadie quería nada de una escritora incapaz de trasmitir con lo que escribe. Había perdido su magia, se había enfrentado al síndrome del folio en blanco y había perdido. Si no podía convencer al Brujo de que le vendiera unas dosis para terminar su última novela y empaparla de emociones, aunque fueran sintéticas, sería mejor que estuviera muerta. De hecho, se mataría antes que volver a las fundiciones. El problema era que eso al Brujo le daba igual.
—¡Pídame cualquier cosa! ¡Estoy dispuesta a pagar lo que sea! Tengo… —Rebuscó en el fondo de su bolso—. Tengo algo de mis padres. Algo muy valioso. ¡Mire! —Agitó un trozo de papel amarillento y el Brujo paladeó el aire, saboreando el polvo que se desprendió.
—¿Y qué quiere que haga con un poema de amor antiguo? Eso ya no existe en este mundo. Ya no hay ninguna emoción encerrada entre sus letras. Lo siento, señorita, pero no me sirve.
Cuanto el manto de niebla volvía a cubrir sus facciones, el Brujo comenzó a temblar. Se contorsionaba en lucha con algo invisible. Susurraba órdenes que Dyr era incapaz de escuchar, discutía en un diálogo a una sola voz, hasta que cerró los ojos y bajó la cabeza en un gesto de derrota.
—Siempre tienes que salirte con la tuya, ¡maldito seas! —Y la niebla se disipó por completo dejando a la vista el cuerpo desnudo del hombre. Sobre su piel, como un tatuaje vivo, líneas negras se deslizaban creando dibujos imposibles. Una marea que rompía contra sus articulaciones y luego se retiraba para cubrir los músculos ondulantes.
Dyr se llevó la mano a la boca para ahogar una exclamación. Las historias eran ciertas. Aún había ke´mbu sobre la tierra. Les habían enseñado que aquellos seres primigenios se habían extinguido, dejando paso a la proliferación de los hombres, pero las leyendas contaban que algunos habían sobrevivido al cataclismo al encontrar un hospedador humano. Ahora entendía el porqué del poder que ostentaba y le temió aún más.
Escuchó una risa ahogada en su mente, pero los labios del Brujo estaban cerrados en una línea recta y su ceño, fruncido.
¿Sorprendida? Ah, no… Asustada. —La voz vibró dentro de su cuerpo como una tela que ondeara al viento—. Sacúdete tus miedos si realmente deseas lo que has venido a buscar, o no lo conseguirás.
Dyr escrutó de nuevo el rostro de su interlocutor y pudo ver al hombre con los rasgos de lobo, pero también la otra presencia que serpenteaba sobre su piel desnuda y tomaba la forma de una sombra. También la miraba a ella. Dos pares de ojos clavados en su reacción: unos, humanos, los otros, no.
—Tan solo temo perder mi estatus. Haré lo necesario para llevarme las dosis suficientes para que eso no suceda. —La barbilla le tembló ligeramente, pero esperaba que la oscuridad que les rodeaba lo ocultara.
No sabes lo que me complace escuchar eso… Nuestro código nos impide comerciar con los humanos, ¿recuerdas?… Toda norma es susceptible de cambiar si eso nos conviene… Tú me advertiste sobre las dosis de emocs y los hombres… Lo sé, querido, ¿de verdad quieres que nos enfrentemos delante de la señorita? Confía en mí, como siempre… —Las dos voces cesaron en su cabeza. La tinta de los tatuajes se enroscó en el cuello del Brujo y alcanzó sus sienes, bajando luego por los pómulos y oscureciendo sus labios. El hombre los abrió un poco, permitiendo que la sombra explorara el interior de su boca e invadiera su lengua en un beso obsceno que provocó un calor inesperado en el vientre de la mujer. Los ojos inexistentes sonrieron en una mueca extraña. El lobo, también.
Siento tu fuego, Dyr Óþekkt, aunque tú aún no y me gusta. Desnúdate… Desnúdate, queremos verte… Obedécenos y nosotros te complaceremos… Acércate despacio.
—¿Me daréis lo que pido? —Los dedos le temblaban mientras manipulaba los botones delanteros de la blusa, sin atreverse aún a seguirles el juego. Su pregunta le recordaba a las súplicas balbuceantes de las hadas que Tomy desnudaba delante del grupo que se hubiera reunido esa noche en el local. Las túnicas de las nuevas aún refulgían, verdes y primaverales; las de las otras se mostraban ajadas y secas, hechas jirones, dejando ver los sexos nacarados. «No eres nadie en el barrio de los escritores si no te follas a un hada», le había dicho la primera vez aquel poeta en un pub de moda. «Ellas te dan una claridad mental que no puedes conseguir con nada más, ni esnifando polvo de huesos de dragón, ni inyectándote la mierda que fabrican con la sangre de los obscuros. Una noche con un hada y escribirás lo que quieras». Y así era, si lograbas dejar de escuchar esas preguntas que hacían con sus vocecitas de campanas enloquecidas: «¿Luego tendré mi dosis? Por favor…, por favor». Dyr las había oído las primeras veces, pero luego, con el ansia de quien necesita de las musas para retocar un párrafo o para deslumbrar con una descripción, les abría las piernas sedosas sin contemplaciones y lamía hasta saciarse esa humedad argéntea que desprendían hasta agotarla, hasta que el silencio le contaba que las hadas estaban desfallecidas o, en el peor de los casos, se habían convertido en pellejos resecos desprovistos de luz. En aquellas ocasiones, Dyr se decía que las hadas eran conscientes de lo que les podía pasar, pero cuando llegó su crisis y no era capaz de escribir ni una letra, fueron muchas las que se secaron en su boca. Tantas, que Tomy no quiso venderle más. ¿Qué le pedirían a cambio el brujo y el ke´mbu a ella? Solo sabía que estaba dispuesta a todo, aunque su cuerpo tembló cuando terminó de desabrocharse los botones, la blusa se deslizó por sus hombros y desapareció en la oscuridad. El Brujo y la sombra asintieron. Dyr se desprendió de la falda y de la ropa interior.
Ven... Te queremos aquí… ¿Harás todo lo que te digamos? ¿Te someterás a nosotros? —La mujer asintió en silencio. Le castañeaban los dientes, no sabía si por el frío o por el orgullo perdido.
Avanzó hasta que pudo sentir el rubor de la piel del Brujo contra la suya y el aliento espeso y picante en sus fosas nasales. Tras ello llegaron las manos acariciando la parte baja de su espalda, recorriendo sus glúteos. Los tatuajes se concentraron en las yemas de los dedos masculinos. No los veía, pero los podía sentir: una corriente de energía que absorbía el calor que ella generaba. Pasó por sus muslos, su vientre, rodeó sus pezones y uno de los dedos traspasó su boca. En un gesto instintivo, Dyr los chupó y la sombra se adentró en su garganta hasta hacerla gemir, aunque su voz también desapareció en el agujero negro de la sombra. La otra mano le separó las piernas y acarició la vulva, que se hinchó al contacto. Dyr sintió cómo el tatuaje se separaba de la piel del Brujo y se introducía en ella como una aguja helada. Era placentero y extraño a la vez. La humedad se deslizó por sus muslos y desapareció en la sombra, como si esta fuera una esponja. Hacía mucho tiempo que no se excitaba así.
La mujer cerró los ojos. La boca del Brujo succionaba sus pechos y ella le sujetó la cabeza rapada contra ellos arqueando la espalda mientras sus manos exploraban el cuerpo masculino y percibía la textura oleosa del ke´mbu que se adhería a su piel tanteando cada poro. Los jadeos de Dyr subían de intensidad al mismo tiempo que las caricias se volvían más intensas, casi salvajes.
El Brujo la sujetó por los hombros, la giró y la obligó a ponerse de rodillas. La palma del hombre recorrió su espina dorsal hasta que se perdió entre los glúteos y los abrió sin contemplaciones. Dyr ahogó un quejido cuando sintió el pene del Brujo introduciéndose en ella y al ke´mbu un poco más allá, rodeándola, succionándola, frotándola en uno y mil sitios a la vez. Un orgasmo sacudió su cuerpo y, cuando parecía que la liberación era completa, otra ola de excitación surgió de su vientre y le erizó la piel. El grito de éxtasis le abrió los labios, pero no llegó a salir, perdido en la misma fuerza que había succionado su calor. Temblaba. Un hilo de saliva cayó al suelo justo antes de que el Brujo saliera de ella y Dyr se desplomara, exhausta.
El frío de la superficie la espabiló lo suficiente como para darse cuenta de que él no se había corrido.
—Aún no hemos terminado, señorita. —La voz del Brujo fue la única que habló esta vez. Le acercó la erección a la boca—. Termina lo que hemos empezado.
El hombre sabía a herrumbre y a tinta, aunque no le desagradó. Le acarició la piel suave de los testículos y los tatuajes se arremolinaron en torno a ellos y subieron por el pene hasta cubrir el glande y contactar con su lengua. Dyr tuvo un escalofrío de reconocimiento cuando llegó hasta ella y volvió a sentir un hormigueo entre las piernas. Aumentó el ritmo y la profundidad. Las manos del Brujo le sujetaban la nuca hasta que, con un gruñido, la separó con un gesto brusco y comenzó a eyacular en un recipiente de piedra que no había visto antes. El chorro, de un color negruzco, como el petróleo que utilizaban en la fundición, desapareció en él. El Brujo suspiró al terminar y le sonrió con su gesto lobuno.
Dyr se limpió la boca con el dorso de la mano. La escena le había dado nauseas. Jamás había tenido sexo de esa intensidad. Ni siquiera con los gemelos se había sentido tan expuesta y utilizada, y sin embargo había sentido placer. Era una mezcla extraña.
El recipiente se movió de pronto y la mujer encogió las rodillas por el sobresalto. Tenía los rasgos del Brujo, pero tallados en la piedra: la mandíbula cuadrada, la nariz poderosa, los ojos intensos y el cráneo descubierto. Era un golem. Se bamboleó hacia ella y Dyr no pudo pensar en otra cosa que no fuera el semen denso y oscuro que se mantenía en su interior. Intentó arrastrarse lejos de él.
—No se asuste, señorita Óþekkt. Mi ayudante le va a acercar lo acordado. Su pequeña actuación le ha valido dos dosis.—El manto de niebla volvía a cubrir los tatuajes.
La mujer tembló y alargó la mano. El golem dejó caer dos píldoras de color negro, dos círculos que parecían absorber la poca luz que emitían las antorchas situadas a su alrededor. Cerró el puño y los sintió, se revolvían contra su palma.
Mientras se vestía, el Brujo estiraba los músculos dándole la espalda. Dyr quería irse lo antes posible para tomarse una dosis y ponerse a escribir.
—¿Tendré lo suficiente? ¿Puedo…? ¿Puedo volver a por más? ¿El mismo precio? —La cabeza le daba vueltas y las rodillas apenas la sostenían. Estaba extrañamente vacía, apática.
—Mi… socio no se muestra a cualquiera. Cuando necesite más dosis, visítenos, aunque el precio puede cambiar.
Dyr asintió, humedeciéndose los labios. Aunque tuvo una cierta inquietud al escuchar que el precio podía cambiar, aceptaría todo lo que le pidieran si así podía presentar a tiempo su novela. No volvería al subsuelo. Antes, cruzaría el muro de hierro y saldría de los límites de la ciudad para entregarse a las criaturas mágicas. Sería un final más agradable. Justicia poética.
Cuando terminó de vestirse, estaba sola. El Brujo y el golem habían desaparecido y ante a ella se volvía a abrir el pasillo iluminado con la puerta al fondo. Sus tacones resonaron con violencia y se perdieron en el callejón. Abandonaba Distrito Sombra.
En el salón del Brujo, el golem se acercó a su amo para que inspeccionara su contenido. El manto de niebla había desaparecido de nuevo y los tatuajes serpenteaban alrededor de su pecho.
—Así que quieres fabricar emocs con las emociones que guarda, ¿no? Parece que hay una cantidad muy buena en el golem. ¿Sabías que ella contenía todo esto?… Es una escritora con un bloqueo. Piensa que no tiene nada que transmitir, pero está a punto de estallar… Entiendo. La liberación sexual baja las barreras mentales… Exacto, eso nos beneficia a nosotros. Nos va a comprar sus propias emociones y sobrará para fabricar una buena partida… ¿Y cuando se vuelva incontrolable? Tú me enseñaste que las dosis de emocs con las que traficamos son peligrosas para los humanos… No te preocupes, querido, para ella tengo otros planes. Nos servirá de este modo durante un tiempo y luego… ¿Luego, qué?…La vuelta de mi especie… ¿Ella será…? Quizá, pero debo prepararla… ¿Y yo?… Serás su maestro y juntos, nuestros portales. El agradecimiento será… eterno.
El Brujo vendería a su propia especie si era preciso. Pensó que la señorita Óþekkt sería una buena compañera, ella tampoco pondría reparos. Sonrió entre las sombras y el golem calcó su mueca con las líneas que se marcaron en la piedra: frías, rígidas, lobunas. Siempre se había tratado de eso: poder. Reinaría sobre todas las criaturas, humanas… o no.
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Frigg
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Re: CF 2 - Tras la ciudad de hierro

Mensaje por Frigg »

Bueno, bueno, bueno...

Me quito el sombrero con la pluma de la autora. (Que se nota que eres mujer, pillina).
Tengo muchas cosas que decirte y no se ni como empezar. Lo básico; tu relato me ha gustado mucho, pero eso no es lo más importante, sino que me ha asombrado, me ha hecho pensar en él después imaginando ese mundo futurista, oscuro y obsceno que nos planteas.
Pensé un poco en Las crónicas de Riddick, por aquello de un paisaje futurista lleno de déspotas y humanos corrompidos. Pero, desde luego, tu historia no tiene nada que ver.
He de confesar que las historias que se salen de lo tradicional me conquistan , por eso me tienes bastante ganada.
Me ha producido escalofríos en momentos...
Imaginarme el pobre destino de las hadas ha podido conmigo
, me ha mantenido en una lectura constante y emocionada... Ufff, tengo que volver a leerlo y te contaré más cosas. Tengo que madurarlo en mi cabeza y regresar.

Y por cierto, lo tuyo con la literatura erótica es todo un arte, no como otros que tienen fama pero escriben como el culo.
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Landra
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Re: CF 2 - Tras la ciudad de hierro

Mensaje por Landra »

Es el cuarto relato que leo y me parece toda una lección de como se debe escribir FANTASÍA.

Tiene de todo, futuro con antiguas razas, leyendas hechas realidad, oscuridad. Crudo, ha conseguido revolverme el estómago en algunos momentos, sucio y crudo.

Me ha encantado, por ahora el mejor valorado. Quien tuviera tu pluma para escribir todo tipo de mundos y extrenticidades alocadas.
F: 9 H:9 E:10 G: 9
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Gisso
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Re: CF 2 - Tras la ciudad de hierro

Mensaje por Gisso »

Buff, lo siento autor/a, pero no he congeniado con este relato. Tiene puntos de fantasía interesantes, como lo que le mueve a Dyr, el mundo que has creado con seres incluídos, pero se me ha hecho un poco tediosa la lectura. La prosa es muy buena y descriptiva (me quito el sombrero), igual que los diálogos, pero no me termina de enganchar el contenido. Por cierto, en vez de una lucha épica, hemos tenido una escena de sexo épica y que no ha estado nada mal :cunao: .
Última edición por Gisso el 21 Oct 2016 22:26, editado 2 veces en total.
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Ororo
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Re: CF 2 - Tras la ciudad de hierro

Mensaje por Ororo »

Vaya, una historia interesante. ¿A alguien le suena de algo? :cunao:

Tengo que decir que el principio no me ha gustado nada. Me parece caótico en cuanto a la ordenación de la información que se da. No he conseguido hacerme una idea de cómo es el muro de hierro ni el resto de la ciudad. Admito que no tengo visión espacial, pero creo que está muy liado. Lo cual es una pena, porque parece muy interesante la idea de un barrio parásito de una ciudad.

Menos mal que luego te he visto más suelto, autor, y al traspasar el muro todo ha cambiado. Tanto la fluidez en la narración como la descripción de lugares. He visto perfectamente al Brujo y me ha gustado mucho. Las imágenes que transmite son muy potentes y la escena erótica es realmente erótica. Bravo!

La falta de inspiración como leitmotiv es muy mona. Me ha gustado y disgustado a partes iguales. Me explico: me gusta la originalidad de buscar inspiración para escribir a través del sexo, buscar emocs para poder “llegar” al público y hacer lo necesario por seguir así. Atrevido y original. Me gusta. La parte negativa es que me ha sacado de la historia, puesto que esa mezcla de fantasía en una ciudad con un brujo, hadas, sórdida… con el hecho de escribir… no me “llega”. Veo fantasía pura y veo un problema que todos aquí hemos sufrido y esos dos conceptos juntos han restado credibilidad a la historia.

Sin duda, es una idea estupenda. He sonreído en cuanto he leído “Llevaba dos intentos de novela sin alma” :lol:

Para acabar, la moralejita final de que no estaba “seca”, sino que es un bloqueo y que en el fondo tiene muchísimo que ofrecer y que está a punto de “estallar”, me sobra un poco. La otra moraleja, tú ya sabes, la de f... más... pues oye, nunca está mal recordarlo :lol:

Pero, en resumen, un buen relato que no acaba de cuajar pero del que envidio la trama y puesta en el papel. Veo saber hacer aunque no sea al 100% de mi gusto.
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Nínive
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Re: CF 2 - Tras la ciudad de hierro

Mensaje por Nínive »

Hola... :hola:

Una de cal y otra de arena, compañero...

Historia

No veo una historia cerrada, de hecho no se cierra y eso le resta puntos por mi parte. Se quedan muchas incógnitas en el aire como para que la historia tenga sentido por sí misma. No es falta de coherencia, porque de lo que se nos muestra, está todo bien hilado, pero son solo retazos de algo más grande.
Me parece original el argumento, aunque creo que lo del motivo de la protagonista solo lo entenderemos en toda su dimensión los que escribimos, y eso también es un handicap.
Por fin veo algo que se parece a otro tipo de fantasía, más cruda y adulta.
El mundo es demasiado caótico. Creo que te queda demasiado grande y no has sabido explicarlo.

Personajes

Me parecen bastante potentes. Sobre todo el del brujo. Me gusta la idea de una protagonista femenina que se salga de la edad reglamentaria en fantasía, aunque me parece que le falta mucho por definir para conseguir lo que se intenta. Hay que trabajar más las capas de los personajes.
Lo que no me ha terminado de convencer es la forma de hablar del tatuaje. No sé por qué me lo imaginaba más... distante o más extraño. Se expresa con demasiada familiaridad.

Narración

El comienzo es un poco difícil de seguir. Quizá con frases más cortas hubieras aportado fluidez. El ritmo es más lento al principio, pero en cuanto empieza la escena de sexo, está bien medido. El final me parece un poco precipitado, pero es lo que te decía, está inconcluso.
Técnicamente no he visto nada reseñable.

Curioso experimento, autor.
Un... :60:
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Re: CF 2 - Tras la ciudad de hierro

Mensaje por jilguero »

Muy buena ambientación.
Muy buena prosa aunque al principio me resultó un poco premiosa por ser algunas frases muy largaas.
Una grana alegría ver que te habías decantado por Fantasía a lo Mieville y, justo por eso, me creé unas expectativas respecto al contenido de la historia que luego no se han cumplido. Pero es tu historia y es lógico que la llenes con las cosas que creas más convenientes. :wink:
Ya sabes que no soy lectora de Fantasía y qué desconozco los requisitos que se esperan en el género.
Conclusión: un buen trabajo, sin duda, que no he sabido valorar tal cual se merece. :60:
Última edición por jilguero el 20 Oct 2016 16:56, editado 3 veces en total.


¿Qué me está pasando? :party: Las cavilaciones de Juan Mute

El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
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Landra
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Re: CF 2 - Tras la ciudad de hierro

Mensaje por Landra »

Pero luego poco a poco mis expectativas se han ido desinflando porque justo te has ido por los derroteros que menos me interesan. Voy a coger fama de monjita de clausura y de anti-ego de escritores pero es que esos dos temas me resultan demasiado tópicos. :dragon:
Hablamos de Sexo? El sexo es tópico? El amor y el sexo es el motor de la vida. Gracias a dios que es tópico si no no habría vida alguna...

Es más, he leído multitud de libros de fantasía y de lo que menos trata es el sexo, asique de tópico no tiene nada.
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Ororo
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Re: CF 2 - Tras la ciudad de hierro

Mensaje por Ororo »

Landra escribió: Es más, he leído multitud de libros de fantasía y de lo que menos trata es el sexo, asique de tópico no tiene nada.
Opino lo mismo, aunque yo he leído pocos :cunao:
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Re: CF 2 - Tras la ciudad de hierro

Mensaje por Landra »

Ororo escribió:
Landra escribió: Es más, he leído multitud de libros de fantasía y de lo que menos trata es el sexo, asique de tópico no tiene nada.
Opino lo mismo, aunque yo he leído pocos :cunao:
Arigato.
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Re: CF 2 - Tras la ciudad de hierro

Mensaje por Verditia »

Fantasía moderna, ¡me encanta!

Marco: la descripción del Distrito Sombra y su creación me ha gustado mucho. Se nota que el autor tiene soltura escribiendo, porque la verdad es que todo, desde las descripciones, hasta las situaciones, pasando por los personajes, están trabajadísimos. De ahí que sea un relato "profesional" :wink: Un detalle que me ha gustado es que las hadas se debiliten por el hierro de la ciudad, el autor ha aplicado la "sabiduría popular" a un relato de tintes modernos (o futuristas, que también podría ser). Me gustaría saber más sobre los diferentes distritos, pero eso supone una novela entera... ¡que me encantaría leer!

Personajes: Todo el relato está muy cuidado, y sus personajes destilan mucha fuerza. Desde debilidades a ansias de poder, en tan corto relato ha sido capaz de hacerme sentir como Dyr, entender su miedo al fracaso y rememorar un pasado de penurias sin expayarse en explicaciones. El Brujo es un personaje magnífico, con esa tinta móvil que le recorre el cuerpo, con un "síndrome Gollum" muy bien definido (vale, no es síndrome Gollum, que en este caso son dos seres en un mismo cuerpo). He visualizado perfectamente todo el recorrido de la tinta por su cuerpo, y he de decir que es ¡hipnótico!

Historia: Muy fluida, muy bien escrita y original, con eso de los distritos, las diferentes razas y ese trasfondo tan SinCity. En realidad es una historia de lo qué estaría dispuesto a hacer un personaje por no perder su estatus y/o poder, pero el planteamiento y el desarrollo es tan original (y atrevido), que cuando lo he acabado me he dicho: "¿ya, ya se ha acabado?".

Nivel de fantasía: Somoza.

Me recuerda a: Clara y la penumbra, o cualquier otro libro de José Carlos Somoza.
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Gabi
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Re: CF 2 - Tras la ciudad de hierro

Mensaje por Gabi »

Me encantó :128: :128: :128:
Felicitaciones autor/a :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap: por tu forma de escribir y por tu imaginación.
Tu relato es de los más originales hasta ahora y me quedé con ganas de más.
¿Qué voy a hacer ahora? Pasaste al frente con mi otro favorito :lol: :lol:
Muchas gracias por compartirlo y suerte! :60: :60:
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Berlín
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Re: CF 2 - Tras la ciudad de hierro

Mensaje por Berlín »

Uf, por un momento mientras lo leia pensaba que si me sacabas las hadas de por medio me recordaba más a Blade Runner que a otra cualquier cosa que haya visto de fantasia, fíjate que mal estoy en este género. No sé, creo que lo que más me ha llamado la atención ha sido la suciedad obscena del relato, ese ambiente malsano, casi me ha parecido ver caer esa lluvia ácida de la peli. Me parece que has apostado por la escena de sexo, que para mi es lo mejor del relato, el plato fuerte. El tema de la sequia literaria y lo que ella tiene que hacer para conseguir inspiración no está mal.
Y todo junto forma un relato extraño que a mi me ha dejado bastante fria.

En cuanto al aspecto formal, pues sí, creo que detrás hay una gran pluma, y ella lo sabe, sólo es que yo para estas cosas soy muy rancia. Conclusión: el relato me parece bueno, pero no me ha entusiasmado.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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David P. González
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Re: CF 2 - Tras la ciudad de hierro

Mensaje por David P. González »

En cuestión de técnica es sobresaliente, con excepción del principio, enhorabuena por eso.
El principio he tenido que leerlo tres veces y, aun así, no he terminado de enterarme bien. Después gana mucho, mucho.
Quiero decir que las historias en las que el protagonista es escritor me tiran para atrás ya de entrada. Esta no es una excepción. No sé por qué y, desde luego, no es culpa tuya.
En cuanto a fantasía, la verdad, la hay, pero a mí no me basta con que se nombren lugares o razas, tiene que haber interacción. Quiero ser sincero, pero no quiero herirte autor, por favor, no te lo tomes a mal: yo he visto a una drogadicta que acude a los suburbios a por su dosis y se prostituye para conseguirla. No me malinterpretes, la escena es increible, espectacular, y el brujo me encanta, pero no he podido ver más allá de eso.
El final me ha gustado mucho.
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ukiahaprasim
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Re: CF 2 - Tras la ciudad de hierro

Mensaje por ukiahaprasim »

Bufff. Que fuerte...
Desde luego, rompiendo mitos de la fantasia, te bastas y te sobras...

Brutal la intro, ese lenguaje recargado hasta el exceso transmite perfectamente el pulso de un mundo oscuro, opresivo, cruel y sucio... Aunque creo que la extensión se te queda pequeña para tanto como quieres contar... Se te apelotonan las ideas y las imágenes..

Brutal la prostitución de las hadas /musas, y brutal el tatuaje.. aunque ahí, me ha descolocado por momentos.. a un personaje arcano uno se lo imagina siempre más grandilocuente, menos mundano.

La metáfora final, de la escritora entregando su cuerpo a cambio de un poco de su propio talento, es demoledora... Me ha descolocado sin embargo que sea el semen del propio mago la esencia del emoc... Al principio, ha colado bien, pero a medida que se asienta la idea, me chirría un poco.. ¿su semen, la inspiración de ella?

Eso sí, lo que no te voy a perdonar es ese " síndrome del folio en blanco".... Anda que... :Colleja:

Lo del dominio del mundo, eso no me acaba de convencer... A estas alturas de la peli, seguro que esos dos se han apareado con una gran multitud, regando de emoc la ciudad, ya tendría que haber tatuajes y hasta calcamunias repartidas por medio mundo..

Dejame que insista:
Un folio... Grrrrr :Colleja:

Ukiah
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