CF 2 - La sepulturera de la inocencia - Topito

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CF 2 - La sepulturera de la inocencia - Topito

Mensaje por lucia »

La sepulturera de la inocencia
   
Permanecía acomodada en el sillón junto al gran ventanal de la biblioteca con la cabeza ladeada y un libro entre las manos, cuando la llama del quinqué tembló anunciando su presencia.
Él nunca pensó que volvería a verla, a sentir su voz, a escuchar su risa de nuevo en el hogar que abandonó hacía ya un lustro; el hogar donde creció, jugó y rio, y donde la felicidad siempre les había acompañado. Sin embargo, ahora se encontraba de nuevo allí, a varios pasos de ella, percibiendo el calor del fuego traspasar su cristalino cuerpo mientras la observaba de soslayo. Se sentía turbado, inquieto, y permanecía paralizado frente a la chimenea sin valor para moverse. Lo cierto es que temía acercarse a ella, encontrar ante sí a esa mujer lasciva de la que todos hablaban, y no a la dulce e inocente joven que dejó desvalida tras ser seducido por la muerte.
Todo comenzó apenas unas semanas atrás, cuando escuchó mancillar el nombre de su hermana, convertirlo en nombre de ramera. Al principio se negó a creerlo. Después, se atrincheró tras una posible coincidencia, pues conocía bien a su hermana y era imposible que fuera ella. Luego, con el pasar de los días, no tuvo más remedio que claudicar, resignarse a lo evidente y aceptar lo que ya era indiscutible para todos. Entonces, en ese preciso momento, el tormento cayó sobre él oprimiéndole el alma, torturándole hasta dejarle sin aliento, sin el aliento etéreo de los muertos, y haciéndole desfallecer en aquel lugar donde moraba.
Por fin, tras aquel largo rato de indecisión, aunó fuerzas y levitó hasta ella. El fuego de la chimenea crepitó al sentir la excitación del aire. Ella alzó la vista, abandonando por un instante la lectura, y escrutó la chimenea. Él se acuclilló sobre el aire e intentó ver el rostro de su hermana, pero no lo consiguió, pues se ocultaba tras un velo de mechones azabache. Ella bajo la vista y regresó a la lectura. Él se quedó inmóvil, a la espera, frente a ella. Pasó el rato. El reloj de péndulo marcó la media. La quietud de la estancia, tan distante del cada vez más bullicioso y alterado viento del exterior, comenzó a angustiarle. Cerró los ojos, aquellos que abiertos traspasaban el alma de los vivos, y dejó correr el tiempo.
Luego, de pronto, un suave gemido rompió la quietud de la habitación. Él abrió los ojos y la miró, después exhaló un suspiro de recelo. Ella se estremeció al sentir el gélido aliento acariciarle la piel. Él ya no pudo esperar más y avanzó hacia ella musitando su nombre; anhelando que lo escuchara, que elevara la cabeza y mostrara su rostro. Ella detuvo la lectura y arqueó las cejas, extrañada, pues era demasiado pronto para que hubiera llegado Dorian, y levantó la cabeza para otear la procedencia de aquel murmullo. Él, entonces, ahogó un grito de horror, ya que ante sí se descubría una mujer de sonrisa ladina, de pómulos turgentes y desvergonzada mirada, confirmando sus peores temores. Desolado, se apartó de ella, elevó su etéreo cuerpo hasta lo más alto de la estancia y emprendió un camino sin rumbo en torno al lienzo situado en el techo, culpándose por haber errado, por abandonarla y permitir así que la lujuria sepultara su inocencia convirtiéndola en ramera.
Un trueno sonó en el exterior y la lluvia comenzó a repiquetear la ventana. Ella, sin embargo, no lo advirtió, pues continuaba abstraída en la lectura, sintiendo cómo las palabras acariciaban su sexo, humedeciéndolo, haciéndola desear la llegada de Dorian cuanto antes para convertirse por unas horas en la protagonista de todos y cada uno de los recreos carnales que el libro le había revelado.
Entonces, de súbito, mientras él cavilaba la mejor forma de exhumar la inocencia de su hermana, el reloj de péndulo marcó la una, y acto seguido una decena de gemidos y suspiros colmaron la habitación, abofeteándolo una y otra vez, como si quisieran castigarle con ellos por su infame y cobarde suicidio. De inmediato miró hacia abajo, descubriendo que su hermana sucumbía al placer del orgasmo, aquel que llega con el ensueño, sin necesidad de besos y caricias, y aún menos de penetración. Él no pudo reprimir por más tiempo la angustia, la culpa y el tormento en su interior, y voló hacia ella estallando en un haz de luz que alumbró la habitación con la intensidad del sol, y cuya onda expansiva agitó las estanterías y batió las cortinas. Ella lo vio ante sí como un ser alabastrino y espectral, y gritó aterrorizada, mientras aferraba el libro entre sus manos y se lo llevaba hacia el pecho, como si aquel acto pudiera protegerla de algún modo. Él abrió la boca. Ella volvió a gritar al contemplar la cavidad oscura y profunda del infierno, y acto seguido él escupió un único reproche con voz hosca y sombría.  
—Hermana, ¿cómo has podido?
Ella cerró los ojos negando aquella realidad con la cabeza. Él, a su vez, se acercó aún más a ella y volvió a increparla.
—Hermana, ¿cómo has podido?
Ella se plegó sobre el sillón y comenzó a chillar, mientras él posaba su mano sobre ella para increparla por tercera y última vez.
—Hermana, ¿cómo has podido?
Ella notó la mano sobre su cabeza y, como si él hubiera accionado un resorte, saltó del sillón, liberando el libro de entre sus manos, y huyó hacia el lado opuesto de la habitación. Él, entonces, cuando cayó el libro a sus pies, leyó el título, Justine y los infortunios de la virtud, aquel libro maldito que incitaba al libertinaje, que él mismo compró y que ahora se arrepentía de haberlo adquirido, y exhaló un grito inhumano, devastador e infernal, colmando la habitación con su dolor y alterando los sentidos de su hermana hasta hacerla desfallecer.
Cuando se despertó, ella se sentía aturdida, por lo que no se percató de que yacía sobre un lecho demasiado rígido y estrecho, nada que ver con su amplia cama de sábanas de seda y colchón de plumas. Un liguero dolor de cabeza le repiqueteaba las sienes y los ojos le ardían. Se tocó la frente, pues apreció un paño húmedo sobre ella, aunque no recordaba habérselo puesto, y se lo quitó. Permaneció tumbada largo rato, hasta que se disipó el malestar general que sentía. Entonces se incorporó, se frotó los ojos y oteó a su alrededor. La estancia era austera, apenas un par de muebles, en concreto un pequeño tocador y una butaca de terciopelo. Las paredes eran de hierro con remaches en las juntas, sin tapices que las proveyeran de color. La luz que iluminaba aquel lugar provenía de un globo de cristal incrustado en el techo y cincelado con exquisitos grabados, muy semejante a todos aquellos que alumbraban los elegantes restaurantes que frecuentaba con Dorian. Extrañada, se levantó y caminó hacia la puerta, deseando averiguar el lugar donde se encontraba. De inmediato se percató que camina con ligereza, sin sentir la opresión del corsé ni el peso del polisón en cada uno de sus pasos. Se detuvo y bajo la mirada, descubriendo que su elegante vestido de seda había sido sustituido por un ceñido traje de biso que trazaba las líneas rectas de una joven y no las curvas propias de una mujer. Entonces, de súbito, mientras intentaba comprender, la puerta se abrió. Ella dio un paso hacia atrás, por instinto, y acto seguido contempló atónita al hombre que tenía frente a ella. 
 —Ya veo que te encuentras mejor. —Ella abrió la boca, pero sus labios se negaron a emitir palabras. Él avanzó hacia ella y la abrazó con ternura—. Ayer nos distes un buen susto, hermana, cuando te desmayaste.
Ella permaneció un instante con los brazos inertes, descansando la cabeza sobre el pecho de su hermano y apreciando su respiración, para después abrazarle y llorar desconsoladamente.
Él la calmó, besándola en la frente, como siempre lo había hecho, y luego le dijo:
—Convendría que tomaras algo para recobrar las fuerzas.
—Hermano, ¿realmente eres tú?
—¿Quién si no? —le dijo sonriendo.
—No entiendo…
—¿Qué no entiendes, lagartija?
Ella sintió un vuelco en el corazón, pues hacía más de un lustro que no escuchaba aquel apodo, aquel que le confirió su hermano.
—Tú… tú estabas muerto…
—¿Muerto?
Él le asió la barbilla y la izó para que cruzaran las miradas.
—Sí. Tú habías muerto. Y yo… yo estaba a punto de convertirme en mujer.
Él no pudo contenerse y se le escapó una carcajada.
—No quieras crecer tan rápido, hermanita.
Ella se ruborizó, sin saber muy bien por qué, pues en el fondo se sentía mujer aunque ahora tuviera un cuerpo de niña.
—Debiste tener un mal sueño a causa del desmayo. Solo es eso: un mal sueño.
—Pero, ¡era tan real!
—Los malos sueños nos alteran la conciencia, todo el mundo lo sabe, tú misma lo sabes, no es el primero que tienes, y al despertar creemos que son reales, pues aún persisten en nuestro interior hasta que trascurre el tiempo y lo disipa.
Ella volvió a descansar la cabeza sobre él.
—¿Tú crees?
—Claro —contestó abrazándola de nuevo—. ¿Alguna vez te he mentido?
—No. Nunca lo has hecho.
—Pues ahí tienes tu respuesta.
Poco después, y tras haber hablado un rato, salieron del camarote, giraron a la izquierda y caminaron a lo largo de un corredor en penumbra hasta que se toparon de frente con una puerta estanca cerrada herméticamente por medio de obturadores de caucho. Él, entonces, giró la manivela circular hasta que se escuchó un sonido sordo. Luego empujó con brío y la puerta se abrió, permitiéndoles la entrada a un amplio comedor. Se sentaron a la mesa y ella admiró el elegante mantel de lino, después dirigió la vista hacia el sinfín de viandas de los mares que se disponían a lo largo de la mesa en bandejas de plata y, por último, se quedó embelesada contemplando la exquisita vajilla y la cubertería que la franqueaba, que nada tenía que envidiar a la del recién inaugurado Hotel Savoy. Él carraspeo y ella elevó la mirada, después pronunció una pequeña oración, como sus padres les habían enseñado, y comenzaron a almorzar. Lo hicieron en silencio, sonriéndose cada vez que cruzaban las miradas, mientras él sentía la euforia del reencuentro y ella el incipiente nacer de su inocencia. Ella devoró los platos con gusto, pues todos y cada uno de aquellos alimentos eran un mangar para el paladar. Sin embargo, ella percibía a cada bocado que algo no concordaba, pues no llegaba a entender cómo era posible que reconociera los sabores cuando estaba segura que nunca antes había degustado aquellos alimentos.
Una vez terminaron, ella comenzó a tamborilear con los dos dedos en la mesa.
—¿Te ocurre algo, hermana?
—No, nada.
Él receló.
—¿Te ha gustado el almuerzo?
—Sí. Todo estaba muy rico.
—Ordené que nos sirvieran tus platos favoritos.
Ella lo miró fijamente, azorada, sin llegar a comprender.
—¿Seguro que todo va bien?
—Sí, sí. Todo bien —respondió, intentando controlar el movimiento cada vez más compulsivo de sus dedos.
—Puedes confiar en mí tus preocupaciones. Lo sabes, ¿verdad? Sabes que siempre has podido.
Aquella afirmación era muy cierta, pues ella nunca tuvo reparos en confesar sus inquietudes, sus anhelos o sus secretos ante su hermano.
—Es que… La verdad… la verdad es que no sé cómo decirlo.
—Hazlo con sinceridad, como siempre lo has hecho conmigo.
—Es que… No sé. Lo cierto es que… este comedor, esta vajilla, estos cubiertos…
Silencio.
—No temas, confía en mí.
—No sé por qué me siento así, pero todo me resulta tan familiar, pero al mismo tiempo tan distante… que me perturba.
Él asintió mientras le mostraba su cara más afable.
—Aún estás desorientada por el desmayo. Tan solo es eso. No debes preocuparte por ello. Ya verás que ahora, tras haber almorzado, comenzarás a encontrarte mejor. —Él se levantó de la mesa y caminó hasta ella. Luego se acuclillo a su lado, le acarició la mejilla y añadió —: Creo que lo mejor será que pasemos al salón y que te distraigas contemplando el fondo del mar, como siempre te gusta hacer cuando te estás preocupada.
Lo cierto es que su turbación iba en aumento, pues el sueño y la realidad se combinaban en su mente de tal manera que ante ella se erigían como una única existencia, sin poder distinguir lo falso de lo real.
Salieron del comedor por la puerta estanca opuesta a la de ingreso desde el corredor, accediendo a una espléndida y solemne biblioteca, antesala del el salón.  
Entonces, de pronto, tras cruzar la puerta, ella exclamó:
—¡Qué maravilla!
Él se detuvo en seco, se giró y preguntó apocado:
—¿No la recuerdas? Esta es tu habitación favorita.
Ella lo miró interrogante.
—Todos los días, tras la cena, siempre te tumbas en los divanes a leer, y yo siempre tengo que venir a buscarte para llevarte a la cama, porque por ti… por ti te quedarías leyendo toda la noche.
Ella comenzó a explorar la sala con interés. Todas las paredes estaban revestidas de estanterías que contenían miles de libros dispuestos sin un orden aparente, y en su parte inferior se ubicaban cómodos divanes tapizados de cuero marrón, donde uno podía abstraerse cómodamente en la lectura. En el centro se situaba una pequeña mesa de roble labrada con gran maestría y sobre ella se extendía una decena de periódicos, desordenados, como si alguien hubiera estado buscando alguno en particular, junto a publicaciones científicas que ella reconoció de su hermano. Lo cierto era que tenía un vago recuerdo de aquella estancia, o al menos así lo sentía. Sin embargo, no podía afirmarlo con claridad.
—¿No lo recuerdas? —preguntó él.
—No sé. Creo…—Ella comenzó a temblar; él se acercó y la abrazó—. ¿Por qué no lo recuerdo? ¿Por qué no recuerdo lo que tú dices que debo recordar?
—No temas, lagartija. Todo es fruto del desmayo. Los recuerdos regresaran a ti. ¡Ya lo verás! Regresarán.
Luego, la instó a seguirle hasta el salón, pues allí disiparía sus temores contemplando el fondo del mar, olvidando los viejos recuerdos y avivando los nuevos. Sin embargo, de pronto, justo antes de abandonar la habitación, un libro cayó de la nada y se estampó contra el suelo, quedando abierto por su página central frente a ellos. Ella se sobresaltó. Él en cambio se alarmó, pues no llegaba a entender de dónde había salido. Se agachó y lo recogió. Entonces, en ese preciso momento, leyó el título del libro, Justice y los infortunios de la virtud, y con furia lo lanzó al otro extremo de la sala. Ella se quedó boquiabierta, sin comprender aquel acto. Él, sin mediar palabra, la azuzó para marcharse, y ella le obedeció.
 El salón era extraordinario, una sala para el deleite de los amantes del arte pictórico, pues de las paredes colgaban una treintena de cuadros de los pintores más relevantes de la época, y otros tanto de las anteriores. Ella los recorrió con la mirada, embelesada, sin percatarse de la inmensa claraboya situada al otro extremo del salón y que permitía descubrir los secretos que escondía el fondo del mar sin necesidad de tener agallas para respirar.
—¡Sabía que te gustarían!
Ella asintió sin apartar la vista de los cuadros.
—Yo nunca he tenido inquietudes por el arte, como lo tienes tú o como lo tuvo nuestra madre. Tú te pareces tanto a ella.
Ella lo miró interesada, ya que siempre le gustó que le hablaran de su madre, pues nunca la conoció, ya que tuvo la desgracia de expirar a las pocas horas de nacer ella.  
Él se apartó de ella y, mientras cavilaba los posibles motivos que habían provocado la aparición de aquel libro desde la nada, fue a cerrar la puerta estanca que daba acceso a la biblioteca, pero cuando estaba girando la manivela circular, un súbito grito de ella le sobresaltó. Se giró presto y corrió hacia su hermana, hallándola  temblando, con el rostro albo y las pupilas contraídas de pavor mientras señalaba el cuadro que tenía frente a ella. Entonces, giró la vista y lo contempló, horrorizado.
¿Por qué estaba ahí?
¿Por qué estaba su retrato?
Era imposible, no podía ser, él sabía que cuadros debían estar, pues aquel lugar lo edificó a semejanza del Nautilus, aquel navío hermético que surcaba los fondos del mar y que a su hermana tanto le fascinaba, aquel que imaginaban en sus juegos bajo la mesa del comedor, aquel que les describió Julio Verne en persona tras ser invitado por su padre a un banquete en la mansión.
De repente, los cuadros comenzaron a desdibujarse y la claraboya desapareció.
—¡Es él! El hombre que aparecía en mi sueño.
Él comenzó a desvanecerse.
—¡Hermana, no! ¡Deja de mirarlo!
Él comenzó a gritar, pero su voz era ya apenas un susurro, una pequeña brisa enfrentada al huracán de emociones de su hermana.
—¡Es Dorian, hermano, es Dorian!
Entonces, ella le vio desaparecer, y acto seguido su cuerpo osciló y cayó desmallado sobre la alfombra persa que se extendía a lo largo y ancho de la biblioteca de mansión, aquella que la madre de ambos compró en la India  semanas antes de regresar al hogar donde ella había nacido.  
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Berlín
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Re: CF 2 - La sepulturera de la inocencia

Mensaje por Berlín »

1)Es Justine o los infortunios de la virtud. Marqués de Sade.
2)Luego hay un liguero en lugar de ligero. “un liguero dolor de cabeza le repiqueteaba las sienes”. ¿Qué estarías pensando, pillín?
3)“De inmediato se percató que camina con ligereza”, debería ser “caminaba”.
4)Falta la tilde en “bajo la mirada”.
5)¿Biso? Con B significa: Secreción producida por algunos moluscos que se endurece con el agua y toma la forma de filamentos con los que se fijan a las rocas u otras superficies. Así que seguramente será Viso. Digo yo.
6)Donde se lee “mangar” debería poner “manjar”. Mangar es otra cosa y para eso ya están los que lo hacen.
7)¿Desmallado? ¿Se quitó las mallas?

"Justine es una adolescente que recurre a todos los estamentos sociales para preservar su virtud, y en todos los casos, en lugar de recibir ayuda, lo que encuentra es incitaciones al vicio. Justine simboliza la virtud que con una escasa inteligencia debe enfrentarse a las añagazas del vicio y, contrariamente a lo que cabría esperar, en lugar de ser recompensada por mantener su virtud, lo que recibe es toda clase de agravios".

Vamos a ver. Primero decir que me viene un ligero tufo a incesto, pero no importa cuando hay una obra de Sade por medio, es incluso apropiado si es que le quieres rendir un homenaje al autor. Luego añadir que ese hermano es un merluzo ¿Cómo se le puede regalar una obra así a una joven a la que se quiere mantener inocente? Y supongo que la historia va de que su hermano no aguanta el dolor de que ella se haya vuelto casquivana por su culpa y se suicida. Luego vuelve para repararlo y se la encuentra en mitad de un orgasmo (tracatrá), se escandaliza y se muestra ante ella. Ella se desmaya y aparecen en un tiempo pasado y en otro lugar. En una especie de Nautilus. Luego a partir de aquí me pierdo. ¿Quién es Dorian?
En cuanto a la forma no está mal, un poco recargado, pero a este tipo de relatos le va muy bien.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Landra
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Re: CF 2 - La sepulturera de la inocencia

Mensaje por Landra »

Este relato se escapa a mi entendimiento. No voy a empezar a hacer preguntas porque ya sé que tú, autor, sabes de sobra que has querido decir con tus palabras. Por lo tanto esperaré a que algún compañero me lo explique o que tú mismo nos hagas un resumen, sobre todo del final.

Suerte Autor!
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Escritoradesueños
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Re: CF 2 - La sepulturera de la inocencia

Mensaje por Escritoradesueños »

Berlín, yo me he dado cuenta también de varios fallos a los que haces alusión. :lol: :lol:
Tras este inciso, decir que yo he tenido una visión muy diferente de la historia a la que ha tenido Berlín. Siento que no hubiésemos leido la misma obra, ya que yo no veo nada que me de pie a pensar que hay un incesto, además, hay un tal Dorian de por medio.
En fin, aquí va lo que anoté en word, mis impresiones al leer este relato;
Más que de fantasía, este relato tiene un estilo gótico, justo a lo El retrato de Dorian Gray.
La narración tiene buen ritmo, es muy correcta en su redacción y con un vocabulario extenso que sabe dejarnos imágenes vívidas. He logrado introducirme en la trama. La historia se relata con tal fluidez que logra atraparte en sus vericuetos. Autor, has logrado mantener vivo mi interés casi hasta el final, donde todo se me ha desdibujado al igual que a los hermanos los cuadros.
A nivel técnico vi algunos errores o gazapos, tiempos verbales equivocados y erratas. Pero nada que no sea corregible.(los señaló con maestría Berlín ;) )
El principio de la historia es muy interesante con todo lo que viene después, que te llena de intriga y piensas; ¿Qué será real y que sueño? Y sospechas en lo profundo de ti que el hermano sigue siendo el espíritu atormentado y que se ha valido de alguna estrategia para lograr tal confusión en su hermana, para devolverla a su estado de inocencia.
Lo que no logro comprender bien (o yo estoy espesa), es que tiene que ver Dorian en todo esto ¿Es el mismo de El retrato de Dorian Gray? Digo, como hay un retrato en el salón de él. No entiendo bien el final y eso es lo peor de todo.
Esta es mi interpretación sobre el desenlace; Creo que la clave que trae a la realidad a la hermana, es ver a Dorian retratado y Dorian es su amor y el primero que la hace perder la inocencia ¿no? Por eso, los intentos y engaños por parte del hermano de la chica por restaurar la inocencia de su hermana le juegan una mala pasada a él, que fracasa en su escenario inventado.
Dicen que una historia no se mide por como empieza, sino por cómo termina. Yo la mido por todos lados, pero el final ha de dejarme una conclusión certera, un saborcillo bueno y este me dejó un interrogante que no se si en realidad resolví y el pensar que no he comprendido el relato en sí,
pues no entiendo que tienen que ver el tal Dorian que ella espera y el hermano, que se evapora cuando el cuadro de Dorian se desdibuja.
Vamos ¡Que o estoy muy espesa o no lo he cogido del todo!
Para mí lo malo es que esta historia, con lo bien que empezó y con el buen nivel que tiene, al final me quedó sin pies ni cabeza.
Lo del suicidio del hermano también era un punto de interés. Se podía haber visto más sobre ello (sonaba interesante, ya que era el espíritu de un suicida que quiere restañar una inocencia perdida. Si la hubieses enfocado desde su suicidio y profundizado, creo que hubiera quedado una historia que podría haber alcanzado lo sublime) y no repetitivas escenas de los hermanos abrazándose y abrazándose.
La verdad creo que este relato está escrito por una pluma cualificada, que sabe guiarnos a donde quiere y sabe jugar con las palabras para lograr el efecto deseado. El fallo está a nivel argumental en todo el trozo final, para mi gusto. (Me repito más que el ajo) y los errores técnicos a corregir, que son unos cuantos que saltan a la vista.
Gracias autor por plasmar esta obra donde solo había una hoja en blanco que nada nos podía decir :60: . Tú la llenaste de significado, confuso, pero significado (válgame la redundancia) al fin y al cabo.
Pd; Esta historia tiene buena tela para cortarle y un título estupendo, podría haber dado tanto de sí…
Pd 2; Al leer el comentario de Berlín me encuentro más confusa aún, ya que ni se si entendí la parte que creí haber entendido. Vamos, que la historia atrapaba pero después se iba desdibujando en una maraña confusa, esa es mi conclusión final.
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Topito
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Re: CF 2 - La sepulturera de la inocencia

Mensaje por Topito »

Lo reconozco, si no llega a ser por Berlín, tendría que haber buscado lo de Justina o como se llame el libro. Las otras referencias si las sabía: 20000 leguas de viaje submarino y El retrato de Dorian Gray.

Me gusta el inicio, luego se nota las prisas por terminarlo y creo que por ello se queda cojo el relato. No sé, me da que se podría escribir dos páginas de word más para meter el motivo del suicidio. Y ya puestos me lo invento: Dorian y el hermano se lo montaban juntos (ya se sabe que Dorian es muy sensual y lascivo) y además se lo presenta Oscar Wilde, que era homosexual. Pues si quieres autor te dejo los derechos de autor de esta «mi idea» que no la tuya. Así se entendería aún más el cabreo de él: hermana casquivana y encima con su examante por el cual se suicida ( que eso de ser homosexual en esa época en Inglaterra era motivo de carcel).

En fin, se me va la pinza.

Yo he entendido que lo del Nautilus lo crea el hermano para incitar a su hermana a volver a la inocencia, que las hermanas tienen que ser puras y castas, leñe. Y lo de Biso que he leído a Berlín, es con be, eso me queda claro, pues el traje es el mismo que leí en el libro de Julio Verne, al menos creo que lo debistes sacar de ahí.

En fin, otro que me gusta el inicio pero me falta más información al final.

Lo del incesto de Berlín, pues no sé, yo no lo he visto, pero puede que un punto de amor fraternal casi rozando el enamoramiento puede haber... si ella lo ve :mrgreen:

Suerte en el concurso.
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Gabi
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Re: CF 2 - La sepulturera de la inocencia

Mensaje por Gabi »

No entendí del todo el final. Cuando vuelva a leerlo comento.
Por lo pronto, me gusta cómo está escrito.
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Megan
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Re: CF 2 - La sepulturera de la inocencia

Mensaje por Megan »

Se me hizo un tanto complicado leerlo.
Quizás es porque faltan algunas explicaciones de porqué esto o aquello.
De todas formas, que tengas mucha suerte :60:
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Re: CF 2 - La sepulturera de la inocencia

Mensaje por jilguero »

Bueno, autor, no te puedo decir que esté entre mis favoritos, pero sí que empecé leyéndolo con curiosidad y así seguí hasta que se ha acabado. Lo malo es que iba buscando una explicación a la situación y me he quedado sin ella porque no he entendido bien lo que ha ocurrido.

Formalmente, tiene algunos fallos ortográficos pero eso tiene arreglo.La prosa es muy plana y muy detallista. Eso hace que vea la escena a cámara lenta y con distancia. Si es lo que pretendía, lo has logrado. A mi me ha resultado un poco lenta.

En resumen, un relato que ha despertado mi curiosidad pero que luego no me la ha satisfecho. Igual es que estoy espesa. Mucha suerte. A ver si los demás se enteran mejor. :wink:


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El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
Gisso
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Re: CF 2 - La sepulturera de la inocencia

Mensaje por Gisso »

Lo siento autor/a, no digo que esté mal, pero se me ha hecho cuesta arriba. También han habido momentos donde he perdido el hilo de la historia y se me ha hecho confusa. Creo que se debería mejora un poco la fluidez del relato. No está mal, pero no es muy de mi gusto.
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Re: CF 2 - La sepulturera de la inocencia

Mensaje por Sinkim »

A ver, igual me equivoco mucho pero yo veo la historia muy simple:

El chico se suicida cuando su hermana aún era pura, tras un tiempo su espíritu coge fuerzas para regresar y se encuentra que su hermana ya no es la que recordaba. Además descubré que ella está leyendo el libro de Justine, un libro que él había comprado para leer y que, por lo visto, su hermana descubrió tras su muerte (en ningún sitio pone que se lo regalara).

Para intentar solucionarlo crea la ilusión del Nautilus con la mente de su hermana en un cuerpo más juvenil para volverla pura, pero su mente adulta se rebela y va haciendo que en la ilusión aparezcan cosas del mundo real como el libro de Justine o el retrato de su amado. Ante esos recordatorios él pierde el control de la ilusión y su hermana despierta.

Me ha gustado la idea aunque no me ha parecido demasiado de fantasía, me ha recordado más a alguna historia de terror gótico :D

Por cierto, la 2ª vez que nombras el libro pones "Justice y los infortunios de la virtud" en vez de Justine, no sé si es un fallo o un guiño a la justicia de que ese libro rompa el control del hermano :lol:
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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Re: CF 2 - La sepulturera de la inocencia

Mensaje por Berlín »

...aquel libro maldito que incitaba al libertinaje, que él mismo compró y que ahora se arrepentía de haberlo adquirido...

Vale, no se lo regaló pero lo dejó sobre la mesita antes de suicidarse. Me sigue viniendo un ligero tufo a incesto.

Muy bien la explicación Sin, creo que la cosa va por ahí. Si da tiempo lo vuelvo a leer con más calma.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Re: CF 2 - La sepulturera de la inocencia

Mensaje por Isma »

Este... me hallo tan confuso que no me podido pergeñar mi pequeña escena fantástica.

Me ha parecido bien narrado salvo por los fallitos que ya te han comentado y sobre los que no voy a incidir. Pero más que eso, me resulta fascinante en su misterio. En la primera escena hay un fantasma, el hermano de una dama. La dama no parece mala persona sino más bien es el hermano el que parece un poco puritano y obsesionado. Prueba de ello es que se mantenga acechando a su hermana, que no puede ni tener un orgasmo en paz. Deduzco también que ella es la prometida o enamorada de Dorian (¿Gray?). Bueno. La segunda escena nos lleva, parece ser, al Nautilus, navío chulo donde los haya. A mi modo de ver se trata de un ensueño o fabulación que teje el fastidioso fantasma para intentar retornar a la muchacha a un "buen camino". Como es un sueño, salen a flote elementos que se resisten, supongo que de la psique de ella: el libro de Justine, y el retrato de Dorian.

Lo que me mata es el final de la historia: "Entonces, ella le vio desaparecer, y acto seguido su cuerpo osciló y cayó desmallado sobre la alfombra persa que se extendía a lo largo y ancho de la biblioteca de mansión, aquella que la madre de ambos compró en la India semanas antes de regresar al hogar donde ella había nacido. ". Deduzco que aquí hay algún tipo de clave para desentrañar el misterio. Pero no doy con ello. En El retrato de Dorian Gray salen dos hermanos... pero no se parece en nada a todo esto. No sé. No lo consigo encajar.

Me ha conseguido enganchar y eso es bueno. De lo demás tendré que enterarme al final, cuando se revelen las autorías, si nos lo cuentas.
Gabi
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Re: CF 2 - La sepulturera de la inocencia

Mensaje por Gabi »

Gabi escribió:No entendí del todo el final. Cuando vuelva a leerlo comento.
Por lo pronto, me gusta cómo está escrito.
Gracias a la segunda lectura y la explicación del dragoncito un par de mensajes más arriba, pude comprender mejor el final :D
El resto de las dudas ya nos ayudará el autor :60:
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rubisco
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Re: CF 2 - La sepulturera de la inocencia

Mensaje por rubisco »

Enhorabuena. Lo digo sin dudarlo. Es el relato que más ha conseguido engancharme. Desde el primer párrafo he leído sin pausa cada frase.

Tienes la capacidad de describir muy bien las escenas, los sentimientos y la ambientación, y encajas muy bien los diálogos. Sabes usarlo y consigues generar el efecto deseado en los cambios de ritmo.

Dicho esto, las dos pegas que quiero mencionar:

La primera la considero menor, y es que el texto necesita un repaso concienzudo a la ortografía y gramática. Algunos compañeros ya te han comentado algo, pero yo traigo una cosa que me chocó:
lucia escribió:Ella lo miró interesada, ya que siempre le gustó que le hablaran de su madre, pues nunca la conoció, ya que tuvo la desgracia de expirar a las pocas horas de nacer ella.
Aparte de la repetición del ya que, aquí hay dos frases completamente separadas; por tanto, un punto y coma o un punto le habría ido mejor:

Ella lo miró interesada, ya que siempre le gustó que le hablaran de su madre. Nunca la conoció porque tuvo la desgracia de expirar a las pocas horas de nacer ella.

Ella lo miró interesada, ya que siempre le gustó que le hablaran de su madre; nunca la conoció porque tuvo la desgracia de expirar a las pocas horas de nacer ella.


La segunda, que me parece más importante, es que el final lo veo demasiado precipitado y no terminé de leerlo. Y es una pena; en un relato corto no pasa nada porque todo es brevedad y un final abrupto no hace demasiado daño, pero una novela de ciento y pico páginas que termine de forma abrupta significa que, posiblemente, vete a ese autor. No sé si tu intención, autor o autora, era terminar así o si te has visto con falta de espacio, pero me quedé con ganas de más o, al menos, de un final algo más nítido.

De todos modos, es de lo mejorcito que he leído (y mira que hay relatos muy buenos), y tiene muchas posibilidades de que lo puntúe entre los mejores.
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zilum
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Re: CF 2 - La sepulturera de la inocencia

Mensaje por zilum »

:hola:

Bueno, la interpretación que le había dado al relato es la misma que Sinkim, así que trabajo que me ha ahorrado (se ve que es una persona superinteligente... :cunao: ). Autor/a, creo que tendrías que haberlo repasado más, porque hay erratas que con un par de lecturas hubieras corregido :colleja: pero... es admirable la calidad del texto si, como me parece, apenas ha sido repasado (y aunque no lo fuera). Muy bien escrito. La parte que más me enganchó fue el principio, hasta que la hermana se desmaya y el hermano entra en su mente tratando de llevarla al mundo que diseña. Luego se me hace demasiado largo o no consigues mantener mi interés. Sin embargo, el final me parece muy bueno, porque en la cabeza de la hermana van surgiendo recuerdos contra los que el fantasma no puede luchar...

En general me ha gustado el relato, pero no me parece de género fantasía...

Al margen de lo que te han comentado, creo que abusas del "él" y "ella". Pienso que podías haber omitido unos cuantos. Te pongo un ejemplo del final:

"Ella lo miró interesada (me sobra ese "ella", con el "lo miró interesada" es evidente de quien se trata), ya que siempre le gustó que le hablaran de su madre, pues nunca la conoció, ya que tuvo la desgracia de expirar a las pocas horas de nacer ella (este ella también se puede suprimir y poner.. "a las pocas horas de que naciera").

Pues eso, que escribes de maravilla autor, la primera parte me enganchó, luego se me fue haciendo un poco más lento, para culminar con un gran final de un relato que no me encaja en fantasía.

Enhorabuena y mucha suerte!!!
:60: :60: :60:
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