CONFIDENCIAS DE UN OCTOGENARIO
(Me adelanto a mí mismo, por si la vida no me diera opción)
Ocurrió durante esa hora incierta de la tarde
en la que el cielo pasa, de un azul intenso, al amarillo (o dorado,
según la refracción de la luz del ocaso por un lejano abril
allá por los setenta). Fue durante esas circunstancias, digo,
cuando ella cruzó ante mí sobre una bicicleta negra (o gris,
según la sutileza de mi ojo en ese tiempo, más propenso
a escudriñar muchachas y anatomías que a evaluar
matices inestables de un crepúsculo).
Cambian tanto las formas de afrontar
el arte del cortejo en cada época
que puede que esta historia no logre conmover a nadie.
Pero estarán de acuerdo en que no es fácil,
común, ni suele darse (y menos en aquella generación
perdida en otro siglo) que una mujer responda
a un joven que la mira sin esperanzas de obtener
nada a cambio.
Tan grande el mundo, tantos hombres
sobre la tierra, tantas las mujeres
que van de un lado a otro a sus asuntos… y, aquel atardecer
una de ellas, al verme, se detuvo, me miró y dio la vuelta.
Llegados a este punto, me van a perdonar ustedes
que esta historia, que ahora comienza a ser interesante
(ya que instintivamente una cosa llevó a la otra), no la cuente
cargada de detalles.
Pues, a pesar del tiempo transcurrido, y de haber perdido el rastro
de su huella en mi memoria, todavía hoy recuerdo
su bicicleta negra, su piel morena y, sobre todo,
esa transpiración orgánica, que debido a su contexto,
la juzgué más sensual que deportiva.
A veces, en abril, sobrellevando
mi humana ancianidad por este umbral
abierto al nuevo siglo,
con el corazón ya cansado
y el alma resignada a no esperar, del azar,
otro prodigio,
regreso con mi mente y mi espíritu a ese espacio
allá por los setenta.
Y, aunque sigue habiendo más mujeres
que van de un lado a otro solas
y libres como entonces,
es tanto el tiempo, y tanto es el olvido,
que mis ojos se han vuelto más sensibles
a las gamas cromáticas e inestables de un crepúsculo
que a la sensual imagen de una hermosa
muchacha en bicicleta,
es decir, a las cosas que realmente
importan en la vida.
--oOo--
Confidencias de un octogenario
- jose manuel saiz
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- Registrado: 20 Sep 2013 17:53
Confidencias de un octogenario
Última edición por jose manuel saiz el 10 Ene 2017 16:18, editado 1 vez en total.
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Re: Confidencias de un octogenario
¿Y entre la chica y el crepúsculo vas y te fijas en el color de la bici, que además a esa hora tenía que ser complicado identificar?
Por cierto, me sonaría mejor
Por cierto, me sonaría mejor
La adición no cambia el conteo de sílabas.Pero estarán de acuerdo en que no es fácil,
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- jose manuel saiz
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Re: Confidencias de un octogenario
Sí... creo que queda mejor. Cambiado. Gracias por el apunte.lucia escribió:¿Y entre la chica y el crepúsculo vas y te fijas en el color de la bici, que además a esa hora tenía que ser complicado identificar?
Por cierto, me sonaría mejorLa adición no cambia el conteo de sílabas.Pero estarán de acuerdo en que no es fácil,
En cuanto a lo del color de la bici... ya expreso en el mismo verso que no recuerdo si era negra... o gris.
Un abrazo. Y gracias de nuevo.
J. Manuel
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Re: Confidencias de un octogenario
Ya sabes, de noche todas las bicis son pardas
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