CPXII - Condición especial - Prófugo

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CPXII - Condición especial - Prófugo

Mensaje por lucia »

Condición especial

El príncipe de ojos hermosos y amplia sonrisa nívea vendrá hacia mí. Acelera los latidos de mi corazón. Pronto, más temprano que tarde, seré su compañera incondicional amándole por siempre. Si el destino lo permite, le daré muchos hijos rubios de ojos claros, así, parecidos a él. Espero también con ilusión que llegue el día en que todas ellas me tratarán con respeto e igualdad, a pesar de la envidia que toda mi felicidad les ocasionará.

Y cuando eso suceda dejaré de ser la niña gordita con gafas, blanco de las burlas de niños tontos que se creen superhéroes. He aquí la futura princesa de estas tierras. Preparaos para rendirme pleitesía. Va por vosotras, malvadas hechiceras, como también por vosotros, bufones sin gracia.


¿Cómo será dar y recibir un beso de esos que se dan los señores grandes? Mamá y papá a veces se los dan -a escondidillas- y cuando me ven se separan y quedan un poquito sonrojados. No entiendo su comportamiento ¡con lo hermoso que es dar cariño y recibirlo! A mí me encanta tocar, abrazar y besar a todas esas personas que me regalan la mejor de sus sonrisas, a mis padres, a los demás chicos que, al igual que yo, se sienten débiles al ser objeto de burla por parte de otros que se creen superiores. No hay nada que cure mejor sus angustias y derrotas que una buena dosis de afecto y unas palabras de aliento.

Papá es un hombre grande, inteligente y, por encima de todo, un ser muy bondadoso. Muero por verlo a todas las horas. Es mi mejor amigo. Me coge en sus fuertes brazos, me alza hasta la altura de su cara mirándome con esos ojos brillantes llenos de dulzura y me regala un beso siempre en mi frente. Soy su niña adorada. Yo no me quedo atrás y le abrazo acaloradamente mientras le como a besos toda la cara. Es un amor infinito.

Mi madre es bajita, un poquito «General de la Patria», como dice papá. Le gusta dar órdenes y que todos inmediatamente le obedezcamos. A mí me quiere con locura a pesar de no darme tantos achuchones. Creo que a ella le da algo de celos que papá y yo nos queramos tanto. Dice que somos unos pesados, que desprendemos azúcar por todos lados. Soy amante de lo dulce, aunque entiendo que para muchos todo esto llegue a empalagar.

Lo que peor llevo es la hora fatídica de ir al cole. Me gusta mi profe, Doña Clara. Me emociona leer, escribir y realizar algunas actividades individuales. También me gustan los números y pintar. En mates no tengo rival, las cuentas salen por sí solas. Creo paisajes y retratos que causan admiración en algunos y envidia en otros. Pero ahora viene lo malo. Soy muy despistada, me cuesta concentrarme. Me es fácil retener imágenes más no oír y captar en el momento la información que me suministran verbalmente.

Las relaciones sociales son mi auténtico karma. Me cuesta adaptarme. Llego a sentirme a veces inferior y rechazada. No soporto la risa burlona de Iris, Claudia y Julia, tres brujas malas que se mofan de mis gafas, de mis kilos extra en algunas partes de mi cuerpo y de que me guste Manuel, el niño más guapo del salón. Tampoco tolero fácilmente que me consideren diferente. ¿Acaso para ser aceptada tengo que ser traste, floja y decir tacos? Lo siento, no me gusta la idea.

Dibujaba una enorme mansión llena de flores, cuadros y espejos inmensos, en los cuales se reflejaba mi cara, mi cuerpo. Me veía hermosa, con esos rizos dorados, una pequeña nariz perfilada, grandes y vivos ojos grises acompañados de unas preciosas pestañas largas. Eso sí, sin gafas. Era alta, esbelta y elegante. Toda una chica admirable y sin complejos. Me sentía plena y terriblemente feliz.

Mientras le daba los últimos retoques a mi pequeña obra maestra empecé a sentir su olor, su presencia. Acariciaba de forma suave y delicada mis hombros. Acudieron las cosquillas a mi vientre. A pesar de los nervios logré controlarlos y tuve la valentía de voltear mi rostro despacio, muy despacio. Quería vivir esa emoción pasito a pasito hasta ver su aspecto risueño y perfecto. Esperaba que me tomara de las manos hasta conseguir levantarme y luego dar un largo paseo por los jardines del colegio. Contemplaba, a la vez, con cierta alegría y sensación de venganza, mientras me giraba, las caras de las tres brujas llenas de rencor al verme feliz y aceptada por mi Manuel, príncipe de príncipes. Morirían envenenadas con su propia saliva. ¡Yupi!

Y así pasaban esos segundos eternos hipnotizada, ya estaba a punto de contemplar su rostro, hasta que oí a la señorita Clara exclamando mi nombre en voz alta -¡Rosa!, ¡Rosa!- exigiendo con firmeza que le prestara atención.

Bajé de la nube y se esfumó momentáneamente la ilusión. Ya volvería a tener la oportunidad de que llegara ese momento y vivirlo a plenitud. Mientras tanto, casi toda la clase se reía de mí y algunos de ellos me señalaban con el dedo. Manuel afortunadamente nunca era uno de ellos.


A mis padres les encanta la televisión, en cambio a mí no tanto. Mi padre es fan incondicional de «La ruleta de la suerte». Le gusta deleitarse con la chica que ejerce de azafata, Paloma creo que le llaman. ¡Cómo me hubiese gustado ser como ella! No para de resaltar y exclamar lo hermosas que son sus piernas, además de su cara angelical. Mamá se lo recrimina y deja de hablarle por un buen rato. Así son ellos. Luego dicen que lo resuelven todo a la hora de dormir. No entiendo muy bien por qué dejar todo hasta tan tarde, a última hora. Supongo que esperarán a que me duerma para así no enterarme de cosas que ellos piensan que desconozco, pero tonta no soy a pesar de tener doce años. Seguro que hablarán, se abrazarán y darán muchos besos para dormir felices. Lo mismo hago yo con mi peluche de la suerte. Es un tiranosaurio al que le llamo Manu, en honor a mi compañero de clases, y le doy todo el amor que tengo dentro de mí hasta quedar rendida durmiendo abrazada a él, siempre con una sonrisa en el rostro.

Es la hora del recreo. Saco de mi mochila un libro hermoso que me tiene totalmente enganchada «La mecánica del corazón». Prefiero leer una buena historia que intentar participar en los juegos de mis compañeros o buscar incluirme en los cotilleos de las demás chicas. Mientras camino hacia mi árbol favorito para leer plácidamente bajo la sombra que me brindan sus ramas, oigo a las brujas de nuevo con sus ofensas

—Cerdita gordita ¡oink!¡oink! —reía Iris
—Friki cuatro ojos —gritaba Claudia
—Tonta culo —me espetaba Julia mientras me hacía una peineta.

Intento ignorar todo este acoso, pero soy incapaz de evadir este dolor y tristeza. Nunca he sido muy valiente y confieso tener miedo de enfrentarlas. La situación cada vez me resulta más tensa y angustiosa.


Es sábado y hace un día espléndido. Se nota que ha llegado la primavera y con ella el canto de los pájaros y el verdor de los campos. Me encuentro sentada respirando este aire fresco que me transmite paz y armonía. He decidido pintar con mis acuarelas este hermoso paisaje mientras a lo lejos oigo y veo a niños correr, jugar, ser felices interactuando entre ellos. Siento un halo de nostalgia e impotencia considerable, pero se me pasa al rato. Me concentro y empiezo a captar las imágenes que voy a plasmar en mi obra.

Esta tarde viene a visitarme Ofelia, mi psicóloga. Al principio la vi como la heroína que me libraría de todos mis males, mi tabla de salvación. A menudo intento, a duras penas, concentrarme en sus consejos, pero siento que ya no son de gran valor. De todas formas, su presencia me agrada. La siento como una amiga que me acepta tal como soy. Para otros chicos es más fácil relacionarse con los de su edad, en cambio para mí es todo lo contrario, me siento más a gusto y a salvo con las personas adultas y maduras. Aún es el día en que Ofelia queda asombrada con mi léxico. No le parece normal que a mi edad tenga esta forma tan madura de expresarme. Dice que soy una viejita en el cuerpo de una niña que comienza la adolescencia. Esta es otra de las razones por las que no gozo de afecto entre mis compañeros de clase. Quizás use este tipo de lenguaje y comunicación como un arma de defensa sin darme cuenta de ello. Y es que para ciertas cosas parece que tengo un don innato, pero para otras soy un total desastre.

Otro día terrible en el cole. Hoy el acoso ha sido persistente. Ya no soy capaz de soportarlo. Además, mi adorado Manuel lleva semanas sin aparecer. Me tiene preocupada y lo extraño demasiado, ahora más que nunca. Sigo sin saber nada de él.

Me dirijo caminando a casa tapándome los oídos con mis manos. No quiero oírlas, tampoco verlas.

—¡Fea!¡Mira como se le mueve el culo gordo de un lado para el otro! ja, ja, ja —exclamaba Iris mientras las otras dos no paraban de reír a carcajadas.
—¡Cállense ya! ¡Las odio! —alcancé a gritar desesperada con lágrimas en los ojos.

Quería llegar cuanto antes a mi casa. Empecé a correr y a correr mientras ellas me perseguían. No me daban tregua. Me lanzaban piedras y todo lo que iban encontrando en el camino. Nadie me ayudaba ni salía a mi rescate.

Ante mi desesperación crucé una calle poco transitada. Se me olvidó algo tan básico y necesario como mirar antes de hacerlo. Solo tenía en mente zafarme de ellas de inmediato. La imprudencia la pagué muy cara. Ocurrió un terrible accidente que me dejó marcada para el resto de mi vida. Una moto no pudo frenar a tiempo y me llevó por delante. No recuerdo nada más.

Desde entonces, las tres brujas dejaron de atacarme. Les ha entrado el fuerte remordimiento de lo que han ocasionado. Mi columna vertebral ha sido afectada y dependo, de por vida, de una silla de ruedas. No volveré a caminar.

A media tarde, en el calor de mi hogar, llegó mi padre todo exultante. Me ha alzado en brazos, con sumo esfuerzo, hasta que nuestros rostros han quedado a la misma altura y me ha colmado de besos. Me ha bajado con sumo cuidado, como siempre, a la silla y me ha entregado un paquete forrado en papel de regalo. Era mi cumpleaños número trece y me ha obsequiado una hermosa colección de libros de poesía moderna. Me conoce perfectamente, sabe que adoro la literatura desde que aprendí a leer y escribir. Mi pequeña biblioteca personal, al igual que yo, empieza poco a poco a crecer cada día más. Ofelia me ha comparado con «Matilda» de Roald Dahl, lo que para mí es un orgullo, aunque su valentía y carisma siempre ha sido superior a la mía.

Al cabo de un rato ha aparecido mi madre y me ha dado una sorpresa mayor. Detrás de ella se encontraba Manuel y su tierna abuela. Nada me hacía más feliz que volver a verlo después de tanto tiempo. Se encontraba más delgado y pálido. Vestía ropa de mucho abrigo y un gorro en la cabeza. Había sufrido una fuerte enfermedad que le había dejado calvo -será solo temporalmente, decía- pero en sus ojos continuaba ese brillo que pronosticaba alegría y optimismo.
Con timidez me preguntó si podíamos salir y dar un breve paseo, algo que evidentemente acepté muy feliz. Se puso detrás mío mientras empujaba la silla y empezamos a contar chistes, a reírnos de todo y hasta nos atrevimos a cantar.

Pasaron las horas y hablamos de muchas cosas. Me confesó que siempre me quiso a pesar de no haber tenido nunca el valor de salir en mi defensa. Él era otro cobarde como yo. Sufría con mi dolor. Nos prometimos ser unos buenos amigos y, en un futuro, quién sabe, quizás algo más. Sin duda, había sido el cumpleaños más feliz de mi vida.


Han pasado seis meses desde entonces. Esa terrible enfermedad acabó con la vida de Manuel. Su optimismo y lucha no fueron suficientes para vencer y seguir adelante. Su figura, belleza y ternura las llevaré marcadas como un tatuaje siempre en mi recuerdo. Al igual que ese primer y único beso en la boca que nos dimos a escondidas. Mi pequeño tiranosaurio es ahora el portador de su alma. Nadie le sustituirá. Pienso cuidarlo y quererlo hasta el último de mis días. Siempre tuya, Manuel.


“Podrá nublarse el sol eternamente;
podrá secarse en un instante el mar;
podrá romperse el eje de la tierra
como un débil cristal.

¡Todo sucederá! Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón;
pero jamás en mi podrá apagarse
la llama de tu amor.”

Gustavo Adolfo Becquer.
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Frigg
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Re: CPXII - Condición especial

Mensaje por Frigg »

Nunca me han gustado demasiado los diarios de jóvenes o adolescentes que cuentan sus miserias. Es algo muy personal, pero este tipo de lecturas me ponen de mal humor, supongo que porque mi madre me daba lecturas así en mi adolescencia y más que ayudarme me daban ganas de tirarme por un puente.

Por lo tanto, me cuesta ser objetiva con tu criatura, lo siento.
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Escritoradesueños
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Re: CPXII - Condición especial

Mensaje por Escritoradesueños »

Madre mía, madre míaaa, te encontré.
Este relato ha removido todo dentro de mí. Me ha emocionado y conmovido hasta la médula.
¡He encontrado la joya, es este relato! Sin miedo a ser azúcar, sin miedo a dejar rastros de un dolor muy real.
Me ha desarmado totalmente la historia de la pequeña Rosa (al principio, por su vocabulario de Yupi y esas cosas, se me hacía más niña. Aunque yo me recuerdo a los 12 años y siento que era igual de niña).
No sabes en cuantos puntos me he identificado, he sonreido enternecida, en otros nostálgica, en otros con tristeza. ¡El final ha sido tremendo!
La vida cumple el deseo de esa tierna pequeña, de ser amada, pero queda en una silla de ruedas y el niño...no hace falta ni decir cual es la enfermedad que lo aquejaba, esa que "queda calvo", me ha roto el corazón.
Este relato me ha mecido en un vaivén de sentimientos increibles. Me ha conquistado completamente, porque esta escrito con alma.
Ole al autor, le deseo suerte en este concurso con todo mi corazón y estaré muy pendiente de como es comentado y seguido este precioso relato.
La mecánica del corazón, vi la película, pero no leí el libro ¡Preciosa historia!
Que dulzura de niña, cuanta sensibilidad y que gran fortaleza para aceptar como le cambia la vida y encima decir que el cumpleaños más hermoso lo tiene estando en su silla de ruedas ¡Es una gran luchadora!
Por eso lo terrible está en los ojos de los que miramos algo como tal, no en un hecho. Esa niña no ha terribilizado su situación y sigue siendo feliz y aún agradecida con la vida.
Me encantó el verso final.
Me ha enamorado de principio a fin.
Te has ganado mi corazón, autor. ( Guardaré a Rosa por siempre en él, para que florezca allí y me enseñe unas cuantas lecciones de vida).

Pd: Lo que parecía un sencillo relato, me ha hecho bucear en mi interior y llegar hasta mi niña interior. Quitar capas y capas. Rememorar, sonreir,sentir tristeza...Los despistes, los maestros llamando la atención, el estar en las nubes en medio de la clase,los grandes sueños, el acoso, etc...me has hecho viajar a mi pasado, tocando cada tecla de forma muy especial. Gracias por este relato, que llevando la mitad leídos, para mí opta a estar en lo más alto y entre mis ganadores.

Pd2: Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia...¡Es muy fuerte!
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prófugo
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Re: CPXII - Condición especial

Mensaje por prófugo »

Estimado(a) autor(a):

Hermoso y, a la vez, triste relato de una chica que supongo que es Asperger y que ha sufrido una discriminación y bullying tremendo :cry:

El final es muy duro...tanto para ella como para el chico, evidentemente. Hay personas que ante tal acoso llegan a cometer cualquier tipo de locura..como el propio suicidio.

Me ha gustado como lo has tratado y el sentimiento que has plasmado. Te has puesto en la piel de una chica de esas características..que tienden a ser algo «infantiles» , muy desarrollados en ciertos puntos y muy poco en otros.

El tema me atrapa y preocupa..porque en cierta manera me afecta..mi hijo es Asperger y no sé como actuaría este prófugo si viera a mi hijo ser atacado de esa manera.

Un abrazo autor(a) y gracias por compartir :60:

Pd: otro abrazo para ti también, Escri...no sabia que este tema te había marcado desde niña. Se te quiere :beso:

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Ratpenat
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Re: CPXII - Condición especial

Mensaje por Ratpenat »

:roll:

No me ha gustado mucho. La narración no me ha metido en el personaje para nada. El tema del acoso escolar está bien tratarlo pero está todo contado de forma muy poco creíble: A un acosado que sufre mucho se le olvida pensar en que en casa le dan besitos, está acosado en el colegio y luego cuando sale solo piensa en lo malo de volver a clase. Tanto beso y tanto amor en casa se me ha hecho pesado de tragar. Y el cáncer lo veo un poco metido con calzador.

Siento esta crítica tan dura, mucha suerte.
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Gavalia
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Re: CPXII - Condición especial

Mensaje por Gavalia »

Este relato es de alguien muy especial. Alguien que grita su bondad con palabras dulces cargadas de amor y diría que también de frustración. El trabajo, estando bien escrito, y salvo alguna coseja propia de aquello de dejarse llevar sin tomar precauciones, no es candidato a nada y sin embargo cumple sobradamente con su propósito. Habla de amor sin perder de vista la amargura. Habla de dolor y de restañar heridas y habla de superación sin olvidar lo mucho que cuesta conseguirlo. No es mi relato preferido pero debo darte la enhorabuena
Eres una valiente. Si, eres una chica
--- Pareces atribulado!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
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Mario Cavara
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Re: CPXII - Condición especial

Mensaje por Mario Cavara »

Un buen relato, aunque no destaca precisamente por su calidad literaria. Al leerlo me he sentido un poco como si leyese un telegrama: "Fulanito es esto. Stop. Menganito esto otro. Stop. Yo me fijo en tal. Stop. En mi casa hacen cual", y así casi todo el relato. Le hubiese venido bien un poquito más de desarrollo sintáctico, habría sin duda ahondado en el dramatismo, sobre todo teniendo en cuenta que toca un tema duro.
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jilguero
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Re: CPXII - Condición especial

Mensaje por jilguero »

Un realato romántico, bonito, bien intencionado. Con una prosa desenfadada que le va bien a este tipo de textos.

No me ha entusiasmado la historia, tal vez por estar hecha con ingredientes muy habituales, pero reconozco que se lee con suma facilidad.

Como pega menor, pondría que la niña parece un poco infantil para los 12-13 años que tiene.

Conclusión, un relato que, sin destacar, es muy digno y agradable de leer. Suerte, autor. :60:


¿Qué me está pasando? :party: Las cavilaciones de Juan Mute

El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
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Sagaz
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Re: CPXII - Condición especial

Mensaje por Sagaz »

Escritura y estilo: Correcta sin muchos aspavientos. Algún desliz muy puntual, redacción buena, poco más que decir aquí.

Mensaje, verosimilitud e ideas exploradas: Pues a mí me ha emocionado. Vale que a ratos la narración me parece demasiado madura y analítica para tratarse de alguien que está sufriendo un acoso constante, pero ya he visto que intentas solucionarlo dejando caer que es una niña "bastante avanzada" para su edad. Por otro lado, no veo que aquí el autor/a haya querido hacer un retrato fidedigno y pormenorizado del problema del bullying, sino transmitir un mensaje de optimismo y superación (así lo interpreto yo, al menos). Por eso no se ceba con los momentos desgraciados y los intercala constantemente con otros momentos muy felices, para hacer ver no solo que hay luz al final del túnel, sino que hay luz en todas partes, solo que a veces una situación determinada puede hundirnos y hacer que dejemos de ver todo lo demás. Me hubiera gustado un final feliz para los dos chicos, pero así es la vida.

Conclusión: Supongo que es de ese tipo de relatos que pueden tocarte la fibra sensible o no dependiendo del día o momento en que estés. Conmigo lo has conseguido, autor/a, enhorabuena. Gracias por compartir :60:
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Ororo
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Re: CPXII - Condición especial

Mensaje por Ororo »

No soy tu lectora, autor.

Saliendo de mi cuerpo en un esfuerzo que cada vez me cuesta menos, puedo decir que creo que está bastante bien escrito y que intercalar fragmentos de diario con narración ha sido buena idea. También creo que podrías haber dado un toque algo más fantástico a todo esto para aliviar el drama. La primera persona todavía hace que el lector se meta más en el papel.

Siendo de nuevo yo misma, no soy capaz de apreciar valor literario en lo que parece una historia real y, tal cual, así como es, contada. Además, choca con mi gusto personal, que huye lisérgicamente de leer/escuchar/ver más drama del necesario.
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Gabi
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Re: CPXII - Condición especial

Mensaje por Gabi »

Ay no me gustan los dramas, me ponen mal.
Mi hermana de 18 tiene su biblioteca llena de libros juveniles sobre suicidios, enfermedades, accidentes, etc. Y yo no puedo con ellos.
Tu relato lo leí de un tirón porque no sabía de qué trataba. Al momento de elegir evito estas lecturas... es que después me quedo mal.
Autor escribís muy bien.

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Paraná
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Re: CPXII - Condición especial

Mensaje por Paraná »

Lo he encontrado más del gusto de lo que se considera literatura infanto-juvenil; aunque yo no le daría a leer tanta tristeza a un hijo o hija... Ya con el bullying estaba bien, pero lo de Manuel es demasiado para mí. Lo siento, autor/a; está bien escrito, la prosa es correcta, pero no me llega. Obviamente, la limitación es mía y no tuya.
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Dama Luna
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Re: CPXII - Condición especial

Mensaje por Dama Luna »

Trataré de centrarme únicamente en el valor del relato, porque con este tipo de lecturas que denuncian cosas como el bullying es difícil no sentir empatía por el mensaje transmitido. Pero eso no hace que un relato sea mejor o peor.

Este en concreto no me convence. El narrador no parece aclararse con el registro a utilizar; el texto comienza con estructuras muy sencillas y directas, y en algunos conceptos, suena hasta infantil. Esos "señores grandes" en vez de decir "adultos", por ejemplo. Pero un poco más adelante el estilo es más elaborado, a veces, demasiado ampuloso. No parece la forma de expresarse de una adolescente, por muy avanzada que sea, sino de una persona mayor.

Por otro lado, falta cierta coherencia a la hora de contar la historia, alternando descripciones muy precisas del presente con una visión muy rápida del accidente, y de la enfermedad del amigo, todo es tan vertiginoso que no da tiempo a ahondar en el sufrimiento. A pesar del tema, no provoca la reacción airada del lector.

No me ha gustado cómo se desarrolla el personaje; no "crece", simplemente deja de sufrir el acoso porque las malvadas compañeras se sienten culpables, pero no hay lucha de la protagonista, no hay superación. Y la muerte del chico por cáncer me parece un final muy desafortunado. Es recrearse en el dolor para provocar la lágrima fácil (entiéndaseme), de película tragicona de domingo por la tarde. Es algo personal, pero como recurso para conmover, no me gusta.

Y en un aparte solo quiero decir que entiendo que esto no es más que un relato, y que imagino que el autor no está narrando una serie de desgracias que le hayan tocado personalmente, o de forma muy cercana. Pero como existe una mínima posibilidad de que así fuera (a veces pasa con este tipo de relato), por si el texto fuera fruto de una catarsis, que no lo tome como un menosprecio al tema del acoso (jamás), sino como una crítica puramente literaria. Suerte.
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Nínive
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Re: CPXII - Condición especial

Mensaje por Nínive »

Idea: Vida dramática en la que se mezcla el acoso escolar con la pérdida del primer amor por una enfermedad. Vamos, que este relato es la alegría de la huerta.

Desarrollo: Debería empatizar con la protagonista, pero no lo hago. Lo cuenta como si ella no lo viviera en primera persona, como si fuera un resumen de alguien ajeno y ya está. No siento lo trágico de su accidente, que pasa como quien baja a comprar leche. Ni la muerte del chico, que es tres cuartas partes de lo mismo. Si quieres dramatizar, y más en primera persona, debes erizarme la piel y eso no lo has conseguido.

Ejecución: El lenguaje no es apropiado para una niña. O lo cuenta un adulto con su lenguaje de adulto o lo cuenta una niña con el suyo. No se pueden intercambiar papeles. Luego lo aclaras, pero la aclaración llega tarde para mi gusto porque hasta la mitad del relato no lo dices y me he pasado todo el rato sin saber quién hablaba, si una adulta o una niña. Y más con los pensamientos que expresa: sentimientos infantiles con palabras muy cultas.
Mezclas tiempos verbales en pasado y en presente. Y las cursivas a veces son con lo que ocurre en el colegio y otras en casa… no me aclaro cómo las utilizas.

En definitiva, mucho trabajo falta con este relato...

Ten en cuenta, autor, que estas son mis impresiones para mejorar el relato. :60:
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Berlín
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Re: CPXII - Condición especial

Mensaje por Berlín »

Me da la sensación de tener entre mis manos un pequeño y frágil pajarillo que si intento tocarlo se marchará volando. Mi curtido corazón de alemana me dice que detrás de estas letras hay alguien que se ha dejado el corazón y las tripas. Pero autor, a veces derramar la sangre no es suficiente, no cuando los demás no tienen ese pajarillo entre las manos. Me da que lo que escribo no lo va a entender nadie, solo tú, autor, que eres el padre de esa pequeña avecilla indefensa.

Verás, al relato le falla la forma a mi entender, y me da que tenías en la boca mil cosas que decir y que no has sabido expresarlas. A veces es difícil aunar las dos cosas y que el dolor tome la forma que le queremos dar. No sufras, ya saldrá ¿entendido?

Vayan mil besos para el dueño de esta obra. ¿Me preguntas si me gusta? Me gusta el amor que le has puesto, la forma falla, ya te lo he dicho. Mucha suerte y ánimo.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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