CT II - “El grito” - Megan

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CT II - “El grito” - Megan

Mensaje por lucia »

“El grito”

Era de madrugada, una terrible tormenta azotaba la región, los relámpagos iluminaban mi salón a través de las persianas, el viento arreciaba y, junto con el estruendo de los truenos, componían una melodía macabra. No podía dormir, me levanté y entreabrí una de las ventanas, parecía que la tierra había enloquecido. Los árboles eran como pequeñas plantas arrancadas sin piedad, volaban carteles, techos, autos y todo lo que el viento embravecido golpeaba con su furia salvaje.

Estaba absorta en la tormenta cuando escuché un grito aterrador, quedé paralizada por el miedo. Cuando logré recuperarme, me di cuenta de que era mi vecina. Corrí en medio de la tormenta y, pese a mis más de sesenta años, llegué a su casa bastante rápido. La encontré gritando y llorando arrodillaba al lado de su perro muerto. Las tejas que el viento arrancó del tejado habían caído sobre él destrozándole la cabeza.

Intenté consolarla y le rogué que entrara a su casa, recordándole que no podía hacer nada en ese momento y lo peligroso que era estar allí con ese clima. Entramos y me preguntó cómo había podido oír sus gritos si era casi imposible por el rugir del viento y los truenos. No le contesté, sólo le sugerí que se acostara e intentara dormir, para que, por la mañana, pudiera ocuparse de su perro.

Ya en casa, me serví un té y me senté en el salón, el grito de mi vecina hizo que una parte de mi vida, la más horrorosa que debí soportar y en la que no quería pensar, volviera a mi mente. Las lágrimas corrían por mis mejillas mientras recordaba los espantosos acontecimientos ocurridos treinta y dos años atrás…

“Llevábamos casados un año, Enrique era un buen esposo, con buen carácter, aunque tomaba medicación psiquiátrica por sus frecuentes depresiones. Trabajaba en la reparación de motores en el garaje de la casa de su madre a unos kilómetros de la nuestra.

Yo trabajaba en una empresa de bienes raíces, ganaba bastante dinero, pero tenía mucha presión, lo que hacía que viviera con gran estrés. Enrique me decía que buscara otro trabajo, pero yo quería esperar un poco más, porque ese dinero nos venía muy bien para comprar las cosas que aún nos faltaban para amueblar la casa.

Al año y medio de casados, la madre de Enrique falleció y él me propuso que nos mudáramos para la casa de ella, porque no pagaríamos renta y la casa tenía todo el confort que necesitábamos. El trabajaría allí como siempre y quizás yo pudiera encontrar otro trabajo menos agotador. Me pareció razonable, por lo que al mes de su muerte, ya estábamos viviendo en la casa.

Recuerdo el primer día que lo oí, ya hacía tres meses que nos habíamos mudado, estaba a punto de acostarme, cuando escuché algo que me pareció un grito lejano. Me quedé esperando por si oía algo más y, de repente, se abrió la puerta del dormitorio, me asusté, pero era Enrique, le pregunté si había escuchado algún grito y me dijo que no.
Pensé que sería el cansancio que me hacía escuchar cosas y no le di más importancia.
Al día siguiente llegué a casa temprano, como hacía calor, era un momento perfecto para ponerme cómoda con un fresco albornoz y unas sandalias. Luego me serví una copa de vino y me tumbé en un sillón a escuchar música.

Disfrutaba de mi soledad, cuando escuché claramente:
¡Ayuda por favor! ¡Que alguien me ayude!

Del susto, tiré la copa pensando que un vecino pedía ayuda salí al jardín a ver qué pasaba. No había nada extraño, excepto que era la única persona que estaba afuera, nadie más había salido, no entendía qué pasaba. Después de un rato Enrique vino del garaje y le dije:
—¿Lo escuchaste esta vez?
—No Isabel, no escuché nada, acabo de llegar y ajustaba una de las luces del coche.
—No puede ser Enrique, fue un grito espantoso, no entiendo como no lo escuchaste.
—Cariño, te entiendo, pero no escuché ningún grito.


Al ver mi rostro de desesperación me habló muy serio:

—Cielo, ¿Qué te parece si hacemos una visita a mi psiquiatra? ¿No será que estás muy cansada y necesitas unas vacaciones en el trabajo?
—Puede ser, me duele la cabeza
—dije y me puse a llorar, él me abrazó con ternura—gracias por ayudarme, te quiero.
También yo mi amor, estoy un poco nervioso, vamos a dormir.

Estaba tan agotada y dolorida que me dormí de inmediato.

Al otro día era sábado, aunque estaba muy cansada, limpié la casa y después salí al jardín a regar las flores, cuando observé que venía la vecina de enfrente.

—Hola Elsa, ¿Cómo estás? ¿Y Julio? —le dije sonriendo.
—Nada bien Isabel, cuando se llega a los ochenta, la vida duele bastante, pero uno se acostumbra. En realidad, venía a comentarte algo—expresó con tono preocupado.
Dime Elsa, ¿Qué pasó?
—Nada especial, o sí, no lo sé. Tú sabes que, desde hace más de diez años, Julio está ajeno a las cosas diarias debido a su enfermedad. Pero hace dos días que, de pronto, se asusta, cuando le pregunto qué pasa, no dice nada. Ayer se llevó una gran impresión, le pregunté qué pasaba y me señaló la ventana. Me acerqué y te vi ¿Qué hacías en el jardín vestida así a esa hora?
—Elsa, hace dos días que siento los gritos que creo son de una mujer, el de ayer por la tarde fue algo horrible. Enrique no lo escuchó, salí al jardín a ver si pasaba algo, pero todo estaba normal, estaba sola, ningún vecino salió y yo me siento extenuada Elsa.
—¿Si yo te pidiera que intentaras hablar con Julio? Porque fue a la misma hora que él se sobresaltó, quizás pueda decirte algo que tú entiendas, ¿Podrías hacerlo Isabel?


Fuimos a su casa, Julio estaba sentado en el sofá frente a la ventana del jardín, lo saludé, pero no me respondió, entonces le dije:
—Julio soy tu vecina Isabel, ¿Me reconoces?
—Sí, ayer estabas en el jardín.
—Es cierto, ¿Y tú sabes por qué?
—Sí, por los gritos de la chica.


Lo miré impactada, no podía creer que alguien más lo hubiera escuchado y le pregunté con mucha ansiedad:
— ¿Los escuchaste? ¿Entonces hay más personas que pueden oírlos, Julio?
—Supongo que sí, pero deben tener el mismo don que nosotros, el tercer oído que nos permite percibir todo sonido distinto del cotidiano, por más lejano que esté, nada lo detiene. A veces es bueno tenerlo, pero en otras ocasiones es muy malo, como ahora.

—Julio, ¿De qué tercer oído me estás hablando?
—Está en el cuello detrás de la oreja del lado izquierdo, no es muy visible, mi médico me lo descubrió por mis constantes dolores de cabeza en ese lado. ¿A ti te duele?
—Sí, desde que lo oí por primera vez hace dos días, nunca me dolió así. ¿Estás seguro de que eso existe? ¿Por qué no escuché nada antes?
—Porque depende de tu estado anímico, si estás muy tensa aflora, es evidente que estás muy nerviosa, entonces apareció. Existe, mírate en un espejo o visita al médico…
—de pronto se quedó mirando la ventana y no me habló más.

Elsa me miró y negó con la cabeza, Julio ya había vuelto a su mundo.
¿Qué sabes de esto Elsa? ¿Te ha contado algo?
—Lo que te dije, hace diez años tuvo un episodio así, comenzó con estas actitudes, pero como estaba mejor de salud, decidió investigar de dónde venían “el grito” como él lo llamaba.
—¿Y qué pasó? ¿Qué descubrió?
—Cuando volvió, su rostro estaba desencajado, me miró con ojos llenos de espanto y comenzó a llorar desesperado. Le pregunté qué había visto, y sólo atinó a exclamar:
—¡Qué horror! ¡Nunca más iré tras el grito, cuánta maldad por favor!
—A partir de eso, comenzó con el Alzheimer, no quiso salir más a la calle. Nunca me contó lo que vio, pensé que a ti te lo contaría. Ahora está en su mundo, pero hace dos días que dice que “el grito” ha vuelto, y yo tengo mucho miedo de que algo malo esté ocurriendo Isabel.


Estaba perpleja y extenuada, saludé a Elsa pero antes de abrir la puerta, me volví a mirar a Julio y pensé qué pudo haber visto para que volviera en esas condiciones.

Llegué a casa y fui directo al baño, miré mi cuello en el espejo y lo vi, cubierto por algo de cabello era casi imperceptible, pero no había duda, lo tenía. Pensé por qué nunca se mencionó en mi casa, quizás no lo sabían.

De noche me acosté a mirar televisión y al cambiar al canal de noticias, me enteré de algo horrible. Una chica había desaparecido hacía tres días y los padres pedían por favor que quién supiera algo lo informara al 911. Quedé petrificada, ¿Y si esa era la chica que gritaba? ¿Yo no iba a hacer nada? Me vestí con ropa muy cómoda, calzado deportivo y me senté en el salón. De pronto se me congeló la sangre, un grito despavorido desgarró la tranquila noche de nuestra calle:
¡Por favor, necesito ayuda, por favor!

Salí al jardín, miraba para todos los lados, no sabía hacia dónde correr, cuando observé que Julio me miraba desde la ventana, me dijo “Si” con la cabeza y entonces corrí por la calle gritando,
¡Hola!! ¿Quién necesita ayuda? ¿Me escucha? ¡Grite otra vez para saber dónde está por favor!

Algunos vecinos me miraban por las ventanas y otros salían a ver qué me pasaba, Enrique, que estaba en el garaje, escuchó mis gritos, me alcanzó, me tomó del brazo y me dijo que debíamos ir a casa. Le dije que no y le conté sobre la chica del noticiero, estaba segura que era ella a quien escuchaba, tenía que ayudarla. Pero Enrique me pidió por favor que entráramos, le hice caso, me senté y comencé a hablar en medio de un llanto desconsolado:

No puedo dejar de escucharlos Enrique, no importa el porqué de que sólo Julio y yo los escuchemos y los demás no, importa que hay una chica desaparecida y es probable que esté encerrada en nuestro vecindario y grita de terror. Creo que lo mejor será llamar a la policía y que haga un registro en el barrio.
—¡Isabel, estás loca! ¡¿Qué le dirás a la policía, que tienes un tercer oído y escuchas gritar a la chica desaparecida?! ¿Supones que te creerán? ¿No te das cuenta de que es disparatado?
— ¡No me hables así, tú también estás muy nervioso y no sé qué te pasa, no quiero peleas, sólo saber qué está pasando!
—le grité y me fui a la cama.

Al otro día, domingo, me levanté tarde, almorzamos y Enrique me invitó a ir de pesca, le dije que fuera con algún amigo, en realidad estaba muy disgustada con él. Después de que se fuera, puse ropa a lavar y noté que algunas de sus prendas tenían manchas de sangre. No recordaba que me hubiera dicho que se hubiera cortado o algo por el estilo.

Luego me tumbé en la cama con los ojos cerrados, cuando un estruendo a vidrios rotos me hizo saltar fuera de la cama, era el portarretrato de nuestra boda que estaba sobre una mesa y que la cortina, movida por el viento, había tirado. Fui a buscar la escoba y el balde de basura para recoger los vidrios, pero no estaban en su lugar, los busqué en el patio sin éxito y, por fin, los encontré en el garaje.

Cuando ya me iba con ellos, un grito ensordecedor me hizo tirar todo, correr, entrar a la casa y cerrar la puerta con llave. Temblaba de puro miedo, por primera vez en mi vida creí que el corazón se me salía del pecho. Me apoyé en una pared de la cocina, comencé a temblar y a llorar y rogué que llegara Enrique. No me atrevía a moverme. No podía dar crédito a lo que había escuchado, creo que hasta me oriné de miedo, no me atrevía a ir por el teléfono, o cruzar la casa y salir de allí. No, no podía moverme y menos hablar. Al pasar los minutos, intenté respirar suavemente y pensé: “querías ayudarla, ve y hazlo”, pero el miedo me paralizaba. Me era imposible creer que la chica estuviese en mi propia casa, no entendía cómo había llegado allí, no lograba pensar con claridad debido al espanto que sentía, además estaba absolutamente exhausta.

Comencé a respirar profundamente y con todo el esfuerzo del mundo abrí la puerta con mucho cuidado de no hacer ruido. Salí pero no me animaba a acercarme. Seguía temblando y no paraba de llorar, era tal el horror que pensé que moriría. Caminé dando pequeños pasos, sin hacer ruido y con todo el miedo del mundo me acerqué para mirar por el vidrio de la puerta, todo estaba en su lugar, no veía a ninguna persona, ni nada extraño. No sabía qué hacer, estaba con los ojos nublados por las lágrimas y no vi una piedra que pisé sin querer, reaccioné y exclamé: ¡Ay! Entonces otra vez, pero como si viniese del mismísimo infierno, una voz de mujer chilló con todas sus fuerzas:

¡Por el amor de Dios, sáquenme de aquí, por favor, lo suplico!

Me quedé tiesa como una estatua, comencé a sudar frío, pero con un extremo esfuerzo, hice a un lado el terror y logré decir lo más alto posible:

¡¿Dónde estás?!¿¡Sabes dónde estás?!
—¡Por favor sáqueme de aquí, por favor! ¡Estoy en una especie de habitación, no sé dónde! ¡Por amor de Dios sálveme antes de que venga ese psicópata, por favor!
—¡Es que no encuentro una puerta o un lugar que se abra, te juro que voy a sacarte, pero tengo que seguir buscando!
—le dije desesperada.

Miraba por todos lados y nada, pero al mover unas tablas que estaban detrás de una motocicleta que no se usaba pude ver una especie de tapa redonda con un gancho en el suelo. Lo agarré con ambas manos, tiré hacia arriba con todas mis fuerzas y se abrió lo que parecía un agujero. Me asomé pero no veía nada. Sólo dije:

¡¿Hola, estás ahí?!
En medio del llanto, escuché:¡Sí, ayúdeme, se lo ruego! por lo que rápidamente comencé a tocar los bordes, hasta que reconocí el peldaño de una escalera.

¡Voy a bajar, no te asustes que no te haré daño, sólo quiero ayudarte!
—¡Por favor, sáqueme de aquí!
—¡Ya voy bajando, no sé hasta dónde llega esto, necesito una luz!


Entonces en medio de la oscuridad, mientras bajaba tocando la pared sin querer hallé el interruptor de la luz y la prendí. Enseguida bajé y me paré en medio de una habitación cuyas paredes estaban cubiertas con goma espuma y colchones al igual que la tapa de entrada. Estaba sucia y olía muy mal, observé en una esquina, una mesa con instrumental quirúrgico y algunas herramientas. Una cortina separaba la habitación en dos, por lo que después de ver todo aquello, la descorrí.

El horror que vi está mucho más allá de lo que una persona normal pueda soportar, a tal punto que me arrodillé frente a la joven y llorando con las manos en la cara, creí que me iba a ser imposible ayudarla. La escena era espeluznante, ni siquiera en una película del más puro gore había visto algo así. Recordé las palabras que Julio dijo a Elsa cuando llegó de ver, seguramente, algo parecido.

La chica, que en realidad era una niña, estaba desnuda y colgaba de pies y manos con unas cuerdas que salían de una máquina que al parecer servía para desmembrar el cuerpo mediante el estiramiento de brazos y piernas. Observé horrorizada que todo su cuerpo estaba lacerado, la habían cortado y quemado, su cara estaba desfigurada y ensangrentada. Tenía un trozo de tela en la boca que rodeaba toda su cabeza, supuse que, con mucho esfuerzo, a pesar del aislamiento, ella lograba quitarlo y colocarlo debajo de la barbilla, por eso cuando gritaba, personas como Julio o yo, con nuestro tercer oído, podíamos escucharla.

Después del espanto inicial, aún no sé cómo, conseguí calmarme, dejé el miedo de lado, me levanté, fui a la máquina infernal, la maniobré y suavemente pude bajarla. Me acerqué a ella y le desaté las manos y los pies y le quité la tela del cuello. La tomé en brazos, y noté que estaba casi desmayada. Con mucha dificultad subí la escalera con ella en brazos y la llevé a casa, la tendí en el sofá y la envolví con una manta bien abrigada. Entre llantos me contó que la habían secuestrado a la salida del colegio, le pedí que no hablara, que descansara, que después nos ocuparíamos de eso.

Mientras la arropaba, armaba el rompecabezas, Enrique viniendo del garaje sofocado, las manchas de sangre en su ropa, sus grandes depresiones nerviosas, todo cuadraba. Entonces, tomé las llaves del coche, puse dentro de un bolso mis documentos, dinero y algo de ropa.

En ese momento, escuché llegar su coche, era increíble, jamás llegaba tan temprano, parecía que el horror que vivía no iba a tener fin. Con desesperación tomé a la niña en brazos y mis pertenencias y salí por la puerta del fondo hacia la casa de mi vecina. Teníamos una gran enredadera que limitaba las fincas, pero recordé que su perro fallecido siempre pasaba a mi casa por un lugar de allí, entonces con los nervios a punto de estallar, comencé a buscar ese lugar y lo encontré.

Era un agujero muy pequeño entre los alambres, por lo que tuve que pasar primero a la niña, después mis cosas y por último yo. Luego tapé el lugar con las ramas de la enredadera y con la niña en brazos toqué suavemente la puerta del fondo de mi vecina que por suerte estaba en la cocina y me vio. Abrió la puerta con expresión de horror y me iba a hablar cuando le tapé la boca y le dije “no” con la cabeza, le señalé mis cosas, las trajo y entramos a la casa. Nos encerramos en el baño y le conté todo, después de su espanto inicial, le dije que me trajera un teléfono, pero que no se asomara, porque Enrique podría verla. Lo hizo así y me dio el móvil, marqué el 911 y hablando muy despacito informé lo que sucedía, me dijeron que de inmediato vendrían los coches policiales junto con una ambulancia. Luego llamé al número de teléfono que dieron los padres por la televisión y les avisé.

Pudimos oír cuando Enrique gritaba groserías y comenzaba a tirar cosas primero dentro del garaje y luego en casa, yo no podía dejar de temblar, nunca pensé que el miedo pudiera llegar a ese punto.

Mi vecina me abrazaba mientras yo tenía a la niña en mis brazos, acaricié su carita, le dije que iba a estar bien, que yo estaba allí para ayudarla, ella no dejaba de sollozar, pobrecita lo que habría pasado era espeluznante. La miré con dulzura, y le besé la frente. Por suerte en unos minutos escuchamos las sirenas de la policía y de la ambulancia. En breve estaría en brazos de sus padres y con personas que la ayudarían. En ese momento agradecí infinitamente tener ese tercer oído que Julio me enseñó y que Dios o quién sea me dio.”
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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rubisco
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Re: CT II - “El grito”

Mensaje por rubisco »

Querido autor, querida autora:

Tengo sensaciones encontradas con tu relato. Por una parte me parece muy bien escrito, y creo que cuentas con capacidad suficiente para escribir prácticamente lo que te apetezca, pero, por otro lado, me temo que el elemento de terror, más que ser el género del relato, es un recurso para un relato de suspense.

También es cierto que nadie prohíbe que un relato de terror termine con un final feliz, pero igualmente el final me ha resultado previsible. Hubiera esperado que Ernesto las hubiera sorprendido y hubiera hecho sus artimañas con la protagonista... Pero claro, entonces el inicio no tendría sentido, porque toda la historia es un flash-back.

Por cierto, ese inicio me parece insustancial. Si el grito de la vecina no se hubiera producido, no habría cambiado nada de la historia.

Pasando a los aspectos técnicos, hay dos cosas que habría corregido:

La primera es no poner cursivas por sistema en los diálogos. Quizá sea tu forma de escribir diálogos, pero a mí, particularmente, me gusta mantenerlos con letra normal y reservar la cursiva para casos particulares.

La segunda es el flash-back. No hace falta entrecomillarlo. Es más, los flash-back siempre son parte "continua" de la historia.

Por otra parte, hay un diálogo que me parece erróneo y quisiera compartirlo contigo:
El grito escribió:Elsa me miró y negó con la cabeza, Julio ya había vuelto a su mundo.
—¿Qué sabes de esto Elsa? ¿Te ha contado algo?
—Lo que te dije, hace diez años tuvo un episodio así, comenzó con estas actitudes, pero como estaba mejor de salud, decidió investigar de dónde venían “el grito” como él lo llamaba.
—¿Y qué pasó? ¿Qué descubrió?
Cuando volvió, su rostro estaba desencajado, me miró con ojos llenos de espanto y comenzó a llorar desesperado. Le pregunté qué había visto, y sólo atinó a exclamar:
—¡Qué horror! ¡Nunca más iré tras el grito, cuánta maldad por favor!
—A partir de eso, comenzó con el Alzheimer, no quiso salir más a la calle. Nunca me contó lo que vio, pensé que a ti te lo contaría. Ahora está en su mundo, pero hace dos días que dice que “el grito” ha vuelto, y yo tengo mucho miedo de que algo malo esté ocurriendo Isabel.
El diálogo se produce únicamente entre las personas que intervienen en él. Si una de ellas menciona lo que dijo otra persona en otro tiempo hay que citarlo dentro del turno de la persona que lo cuenta. Por ejemplo:
El grito escribió:Elsa me miró y negó con la cabeza, Julio ya había vuelto a su mundo.
—¿Qué sabes de esto Elsa? ¿Te ha contado algo?
—Lo que te dije, hace diez años tuvo un episodio así, comenzó con estas actitudes, pero como estaba mejor de salud, decidió investigar de dónde venían “el grito” como él lo llamaba.
—¿Y qué pasó? ¿Qué descubrió?
Cuando volvió, su rostro estaba desencajado, me miró con ojos llenos de espanto y comenzó a llorar desesperado. Le pregunté qué había visto, y sólo atinó a exclamar: «¡Qué horror! ¡Nunca más iré tras el grito, cuánta maldad por favor!». A partir de eso, comenzó con el Alzheimer, no quiso salir más a la calle. Nunca me contó lo que vio, pensé que a ti te lo contaría. Ahora está en su mundo, pero hace dos días que dice que “el grito” ha vuelto, y yo tengo mucho miedo de que algo malo esté ocurriendo Isabel
Por cierto, me pareció tan macabra la forma de actuar de Ernesto como el de la protagonista con el perro:
El grito escribió:Intenté consolarla y le rogué que entrara a su casa, recordándole que no podía hacer nada en ese momento y lo peligroso que era estar allí con ese clima. Entramos y me preguntó cómo había podido oír sus gritos si era casi imposible por el rugir del viento y los truenos. No le contesté, sólo le sugerí que se acostara e intentara dormir, para que, por la mañana, pudiera ocuparse de su perro.
El perro recién muerto y que aconsejen a la propietaria dejarlo ahí para resolver el problema al día siguiente me parece lo último que yo haría en esa situación :roll:.

¡Mucha suerte y gracias por compartirlo :60: !
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iliada
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Re: CT II - “El grito”

Mensaje por iliada »

Me ha gustado la idea del tercer oído que sólo algunos parecen tener. Me queda la duda de si Julio, el vecino anciano había visitado la misma habitación en el sótano 10 años antes y Enrique llevaba haciendo lo mismo durante una década.

Algunas expresiones y palabras delatan el origen del autor o autora.

Miedo? No, no me ha dado nada de miedo.
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konchyp
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Re: CT II - “El grito”

Mensaje por konchyp »

Hola aut@r :hola:

Vaya imaginación! Creo que has tenido una buena idea para una gran historia. Ese tercer oído tras la oreja y cubierto de pelos me ha dado grima, un poco de repugnancia y eso es difícil conseguirlo a través de una lectura. La historia en sí ha estado original, bien elaborada, aunque con más de una cosilla que, personalmente, a mi me sobra. Por ejemplo en el momento en el que describes que se sienta en la cama o que se cambia la ropa para ponerse algo más deportivo. Pensé que aportaría algo más a la historia pero no he visto esa conexión. Aún así, son pequeños detalles que pueden pulirse más tarde.

Con respecto a lo que han mencionado anteriormente sobre la introducción, yo no lo he visto tan mal. Has elegido una escena inquietante para presentar a tu personaje en un panorama típico de miedo con la tormenta del exterior. Si que se echa en falta saber algo más de ese perro y su dueña, pero luego te das cuenta de que por ahí no van los tiros.

Quizá, esperaba algo más sangriento, por ejemplo, que el marido las descubriera o que la protagonista acabara terminando el trabajo de su marido, etc. Pero yo soy muy sangrienta, es algo personal, no quiere decir que lo necesite.

Sí es verdad que cuando llega el marido en el coche me has creado un poco de desasosiego y tensión, había sido la oportunidad perfecta para relatar una persecución al estilo El Resplandor, la tensión la has dejado plasmada pero ha faltado un poco más de presión, por ejemplo, con el marido detrás casi cogiéndole del tobillo al pasar bajo la verja. Eso le hubiera dado ese toque de terror y agobio que le falta a tu relato.

Lenguaje sencillo, directo y bien enfocado. Los fallitos formales y demás yo no te lo tengo en cuenta porque yo misma los cometo en mis escritos y es algo que se mejora con la práctica y la ayuda de este foro, así que no te desanimes por eso, la historia ha tenido un elemento original que conecta con el resto de la historia y eso es lo importante.

Gracias por compartir un relato tan ensordecedor! :D
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Sinkim
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Re: CT II - “El grito”

Mensaje por Sinkim »

Me ha gustado mucho la historia, me parece muy original y que transmites muy bien la incertidumbre y las dudas de la protagonista :D Me ha sorprendido que el asesino fuera el marido y me ha gustado que el final sea feliz, sobre todo porque este es un genero muy dado a asesinar a los protagonistas :lol: :lol:

La historia podría ser, perfectamente, un capítulo de "Más allá del límite" :lol:
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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Gavalia
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Re: CT II - “El grito”

Mensaje por Gavalia »

Una historia sin alardes y más o menos bien redactada, aunque con fallos en cuanto a tiempos verbales y alguna que otra minucia ortográfica que ya será corregida más adelante en la oportuna revisión antes de ser publicado en el recopilatorio.
Quizá adolece de ese punto de miedo necesario en el género. El final feliz le quita fuerza, por mucho que quiera como persona el bien antes que el mal. Sin embargo, como lector que quiere disfrutar del miedo y/o terror, hubiese preferido un final fatal. De hecho, pensé en lo obvio, por poco original que fuera, es decir, Enrique acaba con las dos en plan carnicero. El psicópata que mata lo que más ama y esas cosas propias de la maldad. En fin, miedo no he pasado, agobio tampoco, pero entretenerme si que lo ha conseguido.
Entiendo lo que me cuentas, y apruebo el modo de hacerlo, en cuanto a la originalidad, diría que poca o nada.
Te doy un 7 sobre diez, aunque no es definitivo. Te releeré.
Un saludo y buena suerte.
--- Pareces atribulado!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
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Onomatopeya
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Re: CT II - “El grito”

Mensaje por Onomatopeya »

Coincido con muchos en que la idea del tercer oído es buena, pero la historia me ha parecido precipitada.
La prosa no es mala, pero no es perfecta, y me transmite ansiedad por las frases cortas y no por la historia
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Nínive
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Re: CT II - “El grito”

Mensaje por Nínive »

Te voy a hacer una sugerencia, autor. Reescribe la historia en presente y eliminando la historia del perro. Esta idea no necesita un flashback, de hecho, le sienta fatal. ¿Por qué? Pues porque nos lo cuenta la protagonista y entonces sabemos que está bien, que fuera lo que fuera lo que le pasó, ella sobrevivió. Y eso le resta tensión.

La idea del tercer oído me parece magnífica, pero no la has sabido sacar partido según está planteado el texto. Con los recuerdos, solo por el hecho de ser pasado, se diluyen los sentimientos y las emociones expresadas. La protagonista ha tomado distancia de lo que le sucedió y eso se nota en el texto.

Un abrazo, autor. :60:
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Tessia
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Re: CT II - “El grito”

Mensaje por Tessia »

La historia en su conjunto me gusta. Lo que no tanto son varias cosas. Primero me sobra la historia del perro. Segundo las descripciones que haces sobre el miedo que siente la protagonista se me quedan flojas y no inquietan, me faltan esas imágenes terroríficas. (Decir que siente un miedo aterrador a mi no me da miedo...)

El tema del tercer oído podría ser más interesante si le hubieses dado un poco más de consistencia a la conversación con el vecino.

Y por último me queda flojito que el grito inicial de la vecina sea la chispa de inicio del recuerdo.

Mucha suerte, autor/ra.
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Dulcineaa
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Re: CT II - “El grito”

Mensaje por Dulcineaa »

Querido autor/ora, lo lamento mucho pero no me gustó tu relato. Inicialmente creo que hay algunas incoherencias y dudas: El hecho inicial está muy forzado para contar la otra historia; ¿tenía Julio momentos de lucidez? ¿por qué no denunció al vecino?; ¿cómo puede resultar ese final feliz con terrible psicópata al otro lado de un alambre?. Coincido con Rubisco que el encomillado es inadecuado y hay muchas imágenes repetidas. Es difícil manejar diálogos en una narración, casi siempre parecen forzados, suenan falsos. Lo del tercer oído tampoco me convence. Lo siento. Suerte con otras opiniones. Gracias por compartir tu trabajo.
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Re: CT II - “El grito”

Mensaje por Paraná »

Estimad@ autor/a: veo buena madera de narrador en tu relato. La historia está bien compuesta y resulta interesante como para leerla de corrido. No obstante, creo que hay que reescribirla y pulir algunos fallos: la introducción está "descolgada" del resto y en vez de sumar, resta. Hay un marcado problema en el uso de la puntuación y los caracteres auxiliares (comillas donde no corresponde y donde sí hacen falta no están). Los diálogos resultan artificiales; la forma como de "recitado" gramatical con que hablan los personajes y esa manera de nombrar innecesariamente al interlocutor le quitan credibilidad.
Me ha gustado mucho el misterio que emana de escuchar gritos que otros no escuchan; pero el asunto del tercer oído nunca antes descubierto por la protagonista, es muy difícil de creer: ¿nunca lo advirtió al peinarse o lavarse el cabello? ¿O le ha salido de repente?
En fin, escibidor/a: tenés buenas dotes e imaginación suficiente. Sólo me parece que hay que pulir el estilo y afilar los detalles.
¡Suerte!
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Re: CT II - “El grito”

Mensaje por Spicata »

Querido autor/a:

Debo de decir que los gritos en un primer momento me han dado escalofríos. Todo apuntaba a terror del bueno, de ese paranormal que me hiela las entrañas ... y que descubriría un cadáver tras las paredes de la casa esperando ser desvelado. El final es lo que me ha dejado un poquito "plof" ... culpa mía por haber creado otro final en mi subconsciente, soy de lo que no hay. También hay algo que me chirría... ¿por qué Julio no denunció al vecino cuando lo vio? Dejo mi pregunta en el aire, por si cuando salgan las autorías te animas a desvelarme los secretos de esta escalofriante historia.

Mucha suerte :60:
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Gisso
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Re: CT II - “El grito”

Mensaje por Gisso »

La historia aunque no esté mal del todo y pinte interesante y con algo de pontencial la veo un flojilla en su forma de contarla. Tantas comas hacen que pierda la concentración en la historia, el comienzo lo veo innecesario y hay algún fallito que otro, no entiendo porque los diálogos están en cursiva. También me falla un poco que el marido haga eso en su casa tan cerca de su mujer... y alguna cosilla más. A esta historia le falta un buen pulido y darle algo más de terror que de suspense.
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Iliria
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Re: CT II - “El grito”

Mensaje por Iliria »

Hay algo en este relato que engancha y es el argumento. Veo en ese grito algo a lo que se le puede sacar mucho partido, y en efecto, lo haces :D
Me ha gustado ese detalle del tercer oído, pero esperaba algo más sensorial que físico (lo que tenían tras del cuello, no sería una oreja? :roll: )

Cositas que no me convencen tanto... Creo que la forma de narrar. He echado de menos más mostrar que decir; los diálogos hay que trabajarlos un poco mas y hay algún fallito en la puntuación que necesita algún repaso.

Dicho todo esto, suerte y gracias por participar :hola:
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-Mejor.
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Megan
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Re: CT II - “El grito”

Mensaje por Megan »

Hola autor/a.

Me gustó la idea de tu relato, no está mal, pero se me hace un poco largo, creo que hay cosas que podrían pasar, que no son necesarias. Hay miedo, pero no hay terror, quizás el marido tendría que haberla visto pasar a la casa de la vecina, lograr agarrarlas y el final fuera una verdadera carnicería, eso me hubiera gustado más.

Gracias por compartirlo y mucho suerte :D
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