CN6 - El corazón del invierno - Iliria (1°)

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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kassiopea
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CN6 - El corazón del invierno - Iliria (1°)

Mensaje por kassiopea »

EL CORAZÓN DEL INVIERNO


En una ciudad próspera y cercana al palacio del zar vivía la princesa Yekaterina Petrovna. Al igual que muchas jóvenes de su rango, había crecido en la riqueza, colmada de privilegios hasta convertirse en una muchacha bella y caprichosa.
Cierto día, como todos los años al acabar el otoño, los zares daban en su palacio una fastuosa fiesta para dar la bienvenida al invierno. Aunque la princesa había acudido con sus padres desde niña, aquel año sería especial al coincidir con su decimosexto cumpleaños y ser presentada oficialmente a los soberanos, quienes accederían a desposarla con el heredero.
—¡Katia! Por supuesto que irás— exclamó su madre ante la negativa de la joven.
Y así, en vísperas de tan importante evento, se hallaba la joven princesa en la soledad de su alcoba. Su mirada iba y venía desde la ventana al vestido de corte que debería lucir. Por un momento encontró la tela rosa pastel apagada; tampoco le impresionó la filigrana del brocado de oro que serpenteaba por las mangas abiertas y desde el delicado pecho hasta los pies de la falda abotonada. Le pareció que todo iba acorde con el paisaje de abedules de troncos mojados bajo un cielo gris y frío que presagiaba ya la llegada de las nieves. Incluso el crujido de la madera de la casa parecía un lamento…
La sola idea de acudir a la fiesta parecía restarle fuerzas. Su ánimo se vino abajo al pensar en los hijos del zar. ¿De veras la desposarían con el príncipe heredero Aliosha, marcado como estaba de viruela? Por otro lado Misha era demasiado bajito y de piernas torcidas. Eso sin contar con cualquiera de los gemelos Dima y Serguei, a cuál de los dos más necio… Del zarévich Román no habían vuelto a saber desde que desapareció.
—¡Condenada fiesta! ¡Ojalá nunca llegase el invierno!
—Cuidado con lo que deseas, jovencita.
Katia dio un salto. Creyó haber estado todo el tiempo a solas, pero de las sombras surgió una huesuda anciana vestida de harapos. Su aspecto era del todo repulsivo, con su nariz azulada, sus greñas sucias y sus dientes afilados como los de una rata. Y al igual que los roedores, sus ojillos eran negros y astutos. Tal era el aspecto de la Bruja Baba-Yaga, ante el cual Katia comenzó a temblar.
—Tranquila, no vengo a comerte. Ya estás demasiado dura para mi gusto. ¿Acaso no sabes que los deseos más espontáneos son los más sinceros? También pueden ser los más peligrosos… Pero sea como quieras.
Al momento todo en torno a Katia estalló en una poderosa y cálida luz. Apenas pudo abrir los ojos vio cómo toda suerte de plantas trepadoras comenzaba a germinar y a extender sus aromáticas flores por las paredes, hasta adquirir la estancia la apariencia de un vergel. En el exterior el día gris y frío se había vuelto radiante y luminoso, el sol brillaba en un cielo despejado, los caminos llenos de fango ahora surcaban praderas de un verde infinito y los abedules volvían a exhibir sus tupidas y cimbreantes copas. Katia contemplaba sin aliento todo aquel prodigio.
—Es… increíble.
La bruja Baba-Yaga sonreía maliciosa mientras tomaba gentilmente la mano de la joven.
—Ahora debes salir, querida Katia. Vamos, sal… sal fuera. Contempla tu obra.
Las palabras de la hechicera flotaron en el aire después de que ésta desapareciera. Katia, encantada de verse de nuevo inmersa en plena primavera, comenzó a caminar y a sentir la caricia de la brisa, recogió tiernas flores y se zambulló en el mar esmeralda de los prados. No advirtió que los pájaros del cielo, las ranas de los estanques, el viento entre las arboledas y todo a su alrededor susurraba su nombre, hasta que una abeja zumbó junto a ella:
—Buena la has hecho, Yekaterina Petrovna. Sin invierno no podremos dejar de polinizar hasta morir exhaustas, dejando para siempre estériles los campos.
Katia siguió su camino, y le salió al paso Medved, el oso:
—Buena la has hecho, Yekaterina Petrovna. Sin invierno no podré irme a mi cueva a hibernar, y todo lo que he comido hasta ahora para afrontar el frío me hará daño.
No se había alejado Katia una decena de pasos cuando un mujik le interpeló:
—Buena la has hecho, Yekaterina Petrovna. Sin invierno todas nuestras plantas florecerán a deshora y se echarán a perder las cosechas.
Katia huyó a toda prisa del lugar y, apartándose del camino, se adentró en el bosque. Se sentó a descansar sobre una piedra y se lamentó por todo cuanto había acontecido. Sí, sin duda su deseo de que no llegara el invierno tenía consecuencias nefastas para los demás. Pero, ¿qué hacer?
—Yekaterina Petrovna, si tanto te aflige tu problema, ¿por qué no te levantas y lo solucionas?
Quien así le había hablado era un pequeño zorro de color pardo claro. El animal parecía escrutarla con sus ojos ambarinos.
—Ojalá pudiera, zorrito, pero me temo que el embrujo de Baba-Yaga es demasiado fuerte.
—No creo que la hechicera tenga mucho que ver. Todo se debe a un deseo tuyo, ¿recuerdas? —Antes de que una sorprendida Katia fuese capaz de responderle se alejó, agitando su vistosa cola—. Sígueme. Quizá podamos hacer algo.
La joven se levantó de la piedra, aunque dudó por unos momentos. Quien sabía si no sería otro de los trucos de la bruja. Ya a cierta distancia, el zorrito se volvió hacia ella:
—Apresúrate. No nos queda mucho tiempo.
Y así caminaron y caminaron sin descanso. Se adentraron en la espesura del bosque, salieron a una llanura despejada y comenzaron a subir por una montaña de afilados riscos. El trayecto para Katia era cada vez más penoso, y en el momento en que la joven se dejaba caer, el zorrito la apremiaba. Continuaron el agotador ascenso hasta llegar casi a la cima. En uno de los salientes se encontraba una cueva. De pronto, Katia exclamó:
—¡Oh, zorrito! Mira tu pelaje.
La parda piel del raposo había adquirido un gran espesor y un color blanco tan puro que a Katia casi le hizo daño en los ojos. Pensó que jamás había visto una criatura más hermosa.
—Eso es porque vamos en la dirección adecuada. Sígueme, Katia.
De la entrada de la cueva pendían hileras de carámbanos, afilados como temibles estacas. Conforme avanzaban hacia el interior, una capa de hielo cada vez más gruesa abombaba las paredes de roca que iba revistiendo. El zorrito avanzaba resuelto por un mundo de afilados tonos blancos y turquesas, pero Katia temía resbalar a cada momento con el hielo del suelo. Además la respiración del aire por momentos más gélido le quemaba el pecho, la sangre parecía congelarse en sus venas y se sintió incapaz de controlar el castañeteo de sus dientes. Entonces el pequeño animal saltó sobre la joven y a modo de estola se enroscó en su cuello. A ella le maravilló no sólo lo liviano de su peso, sino la suavidad del pelo y el calor que desprendía el cuerpecillo que acariciaba, y agradeció profundamente el gesto. Como respuesta, el zorrito le lamió las manos.
—¿A dónde me has llevado?
—Al corazón del invierno. Si tocas sus más profundos sentimientos podrás hacer que vuelva al mundo. Pero eres tú quien debe hacerlo; yo sólo soy el guía.
—Pero, ¿cómo…?
Katia se interrumpió dando un grito y un brinco. Alrededor de ellos comenzaron a emerger del suelo helado tallos a modo de estalagmitas. Conforme alcanzaban medio metro de altura sus puntas se bifurcaban y crecían en forma de lóbulos que encerraban una hilera de dientes de escarcha. A pesar de parecer congelados, los tallos se cimbreaban con rapidez. Especialmente al olor de la sangre caliente. El zorrito saltó con celeridad al suelo y trató de poner a prueba a uno de los seres que les cerraban el paso. Aquella especie de planta carnívora se lanzó a apresarlo, pero logró esquivarla con una ágil finta. Por casualidad, su rabo fue a parar a las fauces de otra de las plantas, la cual, al cerrarse sin atrapar nada más que pelo, emitió un agudo grito y estalló en pedazos. Katia comprendió al momento la estrategia y siguió al zorrito, que le abría el paso haciendo ondular a izquierda y derecha su cola, haciendo que las mismas plantas se destrozasen al morder en vano. Ambos amigos alcanzaron una cornisa de piedra, pero no vieron a una planta más pequeña estirarse para morder una pierna de Katia. De un salto el zorrito descargó su peso sobre el lóbulo de la planta, que se partió por la mitad. Continuaron su carrera por un lóbrego corredor que desembocaba en una nueva cueva de hielo. En ella se mezclaban gélidas tonalidades azules con sombras negras. No sólo reinaba un frío paralizante, sino también un olor a tierra helada y sucia.
—Esto no me gusta nada— susurró el zorro, cuyo pelo se erizó.
Algo más llamó su atención. Katia había reparado en lo mismo. En el centro de una de las paredes de la cueva resaltaba una profunda huella: la de una mano humana. La joven comenzó a dirigirse hacia la marca en la piedra, alargó una mano para encajarla dentro cuando el zorrito exclamó:
—¡Katia, cuidado!
Ella se hizo a un lado. Al darse la vuelta, vio las sombras oscuras de las paredes compactarse hasta formar un monstruo negro con cabeza de dragón y cuerpo de lobo. Sus ojos, de un azul glacial sin pupila, se clavaron malévolos en la joven. Antes de que aquella quimera se lanzara sobre Katia, el zorrito, emitiendo un sorprendente rugido, se arrojó a la yugular. Esta vez sí que se trataba de un ser de carne y hueso, aunque su olor y su carne fuesen repugnantes. El monstruo aulló y se revolvió hasta arrojar al zorrito contra el suelo. Éste, lejos de acobardarse, volvió a clavarle los colmillos. Ambos se enzarzaron en una pelea tan desigual como cruenta. Katia, horrorizada, veía con impotencia cómo las fauces del monstruo negro destrozaban la blanca piel del zorro hasta hacerla sangrar. En su pelea ambos animales le cerraban el paso a la huella de la pared. De algún modo, su instinto le decía que todo acabaría si llegaba allí. En todo caso, su corazón se desgarraba con cada herida que sufría su amigo. Sin saber cómo, logró pasar por debajo de las patas del monstruo y correr hacia la marca. Éste se dio cuenta y trató de detenerla de una dentellada, pero el zorrito, en un último esfuerzo, cerró sus fauces en torno a las del monstruo, que agitó su poderoso cuello hacia el suelo, estrellando el cuerpo de su oponente. Entonces, toda la cueva pareció estallar en un enorme haz de luz. La mano de Katia encajaba a la perfección en la huella. El monstruo dio un alarido a la vez que era arrastrado por las tinieblas de la cueva, mientras que en la parte más exterior, el hielo se fundía y el frío salía de nuevo al mundo.
Pero todo esto era ajeno a Katia. Cuando se atrevió a mirar, vio en el suelo el cuerpo ensangrentado de un hermoso joven, y se acercó corriendo.
—Claro, no puedes recordar al zarévich Román— la bruja Baba-Yaga apareció para sostener el cuerpo—. Lo secuestré de niño para devorarlo, pero una maga benévola le ayudó a escapar convirtiéndolo en zorro…
—Baba-Yaga, ¿puedes hacer algo por él?— imploró Katia.
Ésta se encogió de hombros.
—¿Por qué no? Al fin y al cabo, los deseos más espontáneos son los más sinceros.
Y así fue cómo gracias a una poción mágica y a los tiernos cuidados de Katia, el zarévich Román, ahora ya con su forma humana, logró restablecerse y regresar al palacio de los zares quienes, locos de alegría, no tardaron en celebrar la boda de ambos jóvenes.
De tus decisiones dependerá tu destino.


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Iliria
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Re: CN6 - El corazón del invierno

Mensaje por Iliria »

Otro de rusos :D

A diferencia del relato de los Romanov (más histórico), te has decantado por el folclore, por lo que veo bien documentado y de tu gusto :mrgreen: A destacar el personaje del zorro.
No ha estado mal el desarrollo, aunque es una pena que no le hayas sacado más partido a las luchas dentro de la gruta. Este relato hubiese estado mejor con un límite de hojas mayor :60:
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón :101:
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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raumat
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Re: CN6 - El corazón del invierno

Mensaje por raumat »

Pues un cuentecito precioso.
Excelentemente escrito, su lectura se hace muy fácil y agradable.
Los personajes, deliciosos. La bruja, los animales que hablan, el zorrito guía, las plantas carnívoras, el monstruo dragón y lobo...
Y el final... pues tenía que ser ése :lol: lo pedía el cuentecito...
Me ha gustado mucho.
Gracias al autor por compartirlo y suerte en el concurso.
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Berlín
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Re: CN6 - El corazón del invierno

Mensaje por Berlín »

No sé si fue Wilde el que dijo "cuidado con lo que sueñas no vaya a ser que se cumpla". Un cuentito precioso, bien escrito, muy musical en esas repeticiones "Buena la has hecho, Yekaterina Petrovna. Sin invierno...", con un final previsible, pero delicioso.

Feliz año nuevo, plumilla.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Gavalia
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Re: CN6 - El corazón del invierno

Mensaje por Gavalia »

Un magnífico cuento, felicidades. Creo que tiene todo lo necesario para gustar a muchos más que a muchos menos. Figuras clásicas de cuentos y fábulas mezcladas de forma excelente por una pluma que me encanta. Se entiende y lee perfectamente. Un saludo y suerte.
En paz descanses, amigo.
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konchyp
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Re: CN6 - El corazón del invierno

Mensaje por konchyp »

Un cuento muy tierno, de los que se deja querer por todos. No conocía a la baba-yaga y me ha gustado esa forma de presentarlo. Cuidado con lo que sueñas! Bien escrito, fácil de leer, muy visual, acción y redondo con el tema del concurso.
También me han gustado esas repeticiones de los animalillos.
Buen trabajo y mucha suerte! :60:
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Megan
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Re: CN6 - El corazón del invierno

Mensaje por Megan »

El primero que leo :D

Encantador cuento, desde el principio al fin, con una narración exquisita
y descripciones excelentemente trabajadas.

Me gustó mucho, escribís precioso autor/a.

Mucha suerte y gracias por compartirlo, seguramente estés entre mis favoritos :60:
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Isma
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Re: CN6 - El corazón del invierno

Mensaje por Isma »

Un relato muy redondo y un cuento clásico que podría interpretarse como un mito o una leyenda: el ciclo de las estaciones, en este caso, la vuelta del invierno. La Baba Yaga es la bruja más malvada que existe, una figura poderosa en el folklore ruso (¿qué pasa con los rusos en esta edición?) y en esta la ha hecho buena. Me gustan las repeticiones del oso, de las abejas y tal que van haciendo entender a la princesa. Todo ello le termina dando al relato ese aroma a clásico. La figura del zorrito como acompañante también está muy bien lograda, y supera los retos con inteligencia y bondad más que con fuerza bruta. Otra lección de los cuentos. Cómo se nota que quienes escriben se defienden con la pluma más que con la espada…

Me ha gustado porque me apetecía leer un cuento. Reconozco que está planteado con inteligencia y oculta bien el desenlace. Por ahí perfecto aunque obviamente no asombra.

Tres cosas que he apuntado para corregir:
- “Bruja Baba-Yaga”, debería ir bruja en minúsculas
- “Quien sabía si no sería otro de”, falta la tilde en el adverbio
- “helado tallos”, error tipográfico

Mucha suerte.
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Paraná
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Re: CN6 - El corazón del invierno

Mensaje por Paraná »

¡Bonito cuento! Tiene la belleza y la magia de los cuentos tradicionales, para colmo con una bruja tan prestigiosa y príncipes encantados en el medio. A pesar de que toma prestados los elementos de cuentos conocidos, configura una historia deliciosa y narrada con excelente pluma. ¡Te deseo suerte, cuentista!
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ACLIAMANTA
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Re: CN6 - El corazón del invierno

Mensaje por ACLIAMANTA »

Un relato interesante, bonito, bien escrito.
Sin que la idea central sea la más original, el argumento y la forma de contar brindan momentos gratos al lector.
Suerte al autor!
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Sinkim
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Re: CN6 - El corazón del invierno

Mensaje por Sinkim »

Esta historia me ha gustado mucho, el personaje de Baba Yaga siempre me ha parecido muy interesante y toda la mitología que le rodea es muy curiosa :D

Una cosa que no me ha convencido del todo es que si Baba Yaga al principio es la "mala", cumpliendo el deseo de Yekaterina simplemente por hacer el mal, ¿por qué al final es buena cumpliendo su deseo para que puedan casarse? :meditando: Creo que hubiera tenido más sentido que fuera la maga benévola la que apareciera para curar al principe y explicara el origen de su maldición :lol:

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Clic para ver en grande :lol:
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

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Isma
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Re: CN6 - El corazón del invierno

Mensaje por Isma »

La casa de patas de pollo de la Baba Yaga: eso sí que es mítico :D.
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Ratpenat
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Re: CN6 - El corazón del invierno

Mensaje por Ratpenat »

Está muy bien, aunque me quedé con ganas de más. El final parece recortadísimo.
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Gweedore
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Re: CN6 - El corazón del invierno

Mensaje por Gweedore »

Este cuento tiene bastantes descripciones, el autor se expresa muy bien y el relato resulta entretenido. Lo que no me ha convencido es el final de la historia, lo de la bruja malvada que salve al chico, yo lo veo raro. De todas formas me ha gustado y deseo mucha suerte al autor. :) :alegria:
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Meiko
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Re: CN6 - El corazón del invierno

Mensaje por Meiko »

A mí este me ha encantado. Me gusta tu prosa, tu forma de narrar la historia, el sabor a Rusia y a cuento clásico, a leyenda, con todas sus repeticiones del invierno, del Yekaterina Petrovna y de los deseos espontáneos tan sinceros. Me gusta que aparezca la Baba Yaga. Coincido en que el final queda algo corto y que con más espacio hubiera ganado la historia, pero tal y como está es preciosa. El final feliz a mí me hace preguntarme qué exigirá la Baba Yaga a la pareja en el futuro por haberle salvado a él la vida en el pasado. O si es que Katia tiene algo realmente especial que puede dulcificar incluso a la bruja, y qué será. En fin, me abre nuevas interrogantes.

Que me ha gustado mucho, gracias por compartirlo :60: :60:
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