CP XIII - Alas de sangre - Zilum

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CP XIII - Alas de sangre - Zilum

Mensaje por lucia »

ALAS DE SANGRE


Una ira interior luchaba por salir sin que pudiera controlarla y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de hallar qué era lo que la originaba. Una sensación de rabia que no alcanzaba a comprender y que le reconcomía por dentro.

Branadel había llegado hasta la ciudad de los dioses, Ístam, tras un largo viaje cuyo único equipaje era su espada, un viejo fardo y el lastre de una dolorosa cicatriz que atravesaba su espalda a la izquierda de la columna, desde la cintura hasta casi llegar al cuello. Nada más, pues ni tan siquiera le pesaba la carga de su pasado. Antes de alcanzar Ístam, había recorrido de norte a sur Tierra Eterna tratando de indagar sobre su identidad, sobre su origen, familia, algo a lo que aferrarse, pero tan solo un posadero le desveló su nombre tras revisar el registro de clientes. Aquel viaje comenzó inducido por un confuso sueño en el que emergió con claridad el rostro más bello, con una mirada tan real como intensa que, sin palabras, clamó que buscase la verdad. Podría haber empezado una nueva vida, hubiera sido más sencillo, pero aquella mirada caló en lo más profundo de su ser hasta al punto de obsesionarlo.

Próximo a su destino, una mendiga abrazada a su hija alzó la mano implorando caridad, lo que despertó compasión en el guerrero Branadel. Rebuscó en su desgastado fardo y le entregó un par de monedas.

Unos pasos más adelante y allí estaba. Por fin había alcanzado el Templo de Troma, con sus columnas circulares de grafeno que se elevaban más allá de su techo abovedado de cristales multicolor hasta perderse entre las nubes borrascosas. No había lugar en Tierra Eterna mejor custodiado que el hogar de la semidiosa. Se decía que Troma albergaba todo el conocimiento desde el principio de los tiempos, por ello fue elegida como fuente de información por el Dios Gavalión, el mismísimo Hacedor que a cambio de su fidelidad le otorgó la vida eterna y aquel templo inexpugnable para salvaguardarla de todo mal.

Justo cuando llegó a las escaleras que conducían al santuario, una anciana se interpuso en el camino de Branadel. Lo escudriñó reparando en su poderosa complexión, su imponente altura, su cabeza afeitada, pero sobre todo en su semblante decidido. El guerrero cruzó la mirada con la anciana de ojos turbios y rojizos.

—Te esperaré a tu regreso —le susurró la anciana—. Estaré aquí mismo.
—No hago tratos con demonios, escoria —le replicó con desprecio—. Apártate de inmediato.
—Solo recuerda, tengo la aguja y el hilo que necesitas.

El guerrero la apartó agitando el brazo izquierdo, sorprendiéndose por la debilidad de aquel demonio cuando la vio caer y golpearse contra el primer peldaño de piedra. No había cruzado Tierra Eterna para que, precisamente ahora, le hiciesen perder el tiempo. Branadel inició el ascenso a través de los cientos de escalones que lo llevarían hasta la entrada del templo. Dos soldados con el emblema de Ístam custodiaban un portón de hierro, con sus cuerpos acorazados de pies a cabeza y armados con alabardas cuyas cuchillas en forma de media luna desprendían vapor helado.

—Vengo a hablar con Troma —anunció el guerrero sin pasado, lo que despertó las carcajadas de los guardas que resonaron contra el acero de sus yelmos.
—¿Eres el mismísimo Gavalión encarnado? —preguntó el de la izquierda, antes de añadir amenazante—. Entonces lárgate de aquí antes de que te arranque la cabeza.

El guerrero no se planteó insistir en su petición, mucho menos rogar. Apretó los dientes y los puños, sintiendo que la cicatriz de su espalda le quemaba, algo que siempre le sucedía cuando no era capaz de dominar su furia. Sus ojos irradiaron un fulgor semejante al del magma de un volcán, pero en ningún momento perdió la visión. Desenvainó su espada y, pese a su gruesa armadura, abrió en canal al soldado antes de que le diese tiempo a reaccionar. Su compañero trató de ensartar a Branadel con su alabarda, combinando su golpe con una imprecación, sin embargo, el guerrero giró sobre sí mismo evadiendo la ofensiva y contraatacando con un espadazo letal que terminó con la cabeza del guarda precipitándose escaleras abajo.

A continuación abrió de una patada el portón y, sin más prolegómenos, gritó el nombre de la semidiosa reclamando su presencia. La ira instalada en el interior de Branadel estaba desatada, una ira que despertaba en él una fuerza y un poder cuyos límites desconocía. Descubrir su pasado y quién era la mujer de aquel sueño, ¡eso aplacaría aquel odio que crecía sin que pudiese hacer nada por contenerlo!

Diez caballeros de armadura dorada salieron a su paso, como si estuvieran esperando su llegada. El guerrero era conocedor de que todos ellos se habían ganado su lugar en el santuario tras haber logrado proezas legendarias. Diez héroes, los Paladines del la Verdad que garantizaban la seguridad de la fuente de sabiduría del Dios Gavalión.

—¡Troma! —insistió Branadel—. ¡Vas a recibirme y me darás respuestas! ¡En tu mano está que tu templo no acabe bañado en sangre!

Pero la semidiosa no acudió a recibirle y tampoco alcanzó a escuchar respuesta alguna. Fue uno de los diez paladines, el único que tenía fijado a la espalda un arco y un carcaj con flechas cristalinas, el que tomó la iniciativa. Se despojó de un yelmo con cuernos de toro para revelar su rostro de tez oscura, con un largo flequillo plateado que ocultaba la mitad de su cara.

—¿Cuál es tu nombre, intruso? —le preguntó reposando una mano sobre la empuñadura de la espada que colgaba de un cinto. Su voz delató que se trataba de una mujer más que su constitución o sus facciones.
—Mi nombre es Branadel, pero no es contigo con quién he venido a hablar.
—¿Has recordado por ti mismo tu nombre? —preguntó la Paladín de la Verdad.
—Lo he averiguado —respondió el guerrero, moderando el tono—. Me conoces. Sabes que he perdido mis recuerdos.
—Así es. Fuimos compañeros. Amigos.
Branadel la miró con desconfianza.
—¿Puedes darme tú todas las respuestas que he venido a buscar? —le preguntó señalándola con su espada teñida de escarlata—. ¿Cuál es mi historia?
—Tu historia… Tu historia no es grata, Branadel, pero te daré lo que buscas. Tu pueblo fue devastado por saqueadores. Tus padres, tu mujer y tus hijos torturados y asesinados. Años después consumaste tu venganza, pero el dolor nunca se fue. Aquel sufrimiento te destrozaba por dentro hasta el punto de que decidiste acabar con tu vida. Sin embargo, el Dios Gavalión se apiadó de ti. —La mujer se mordió el labio y se manchó los dientes de sangre—. Te dio la oportunidad de volver a nacer. Borró de tu mente todo recuerdo.
—Mientes —aseguró Branadel con serenidad.
—Borró todos tus recuerdos para arrancarte de aquel infierno —reafirmó alzando la voz—. No desprecies la oportunidad de volver a empezar, libre de dolor. Márchate de aquí y no regreses jamás.
—Borraría mis recuerdos, pero no la ira que me corroe por dentro. ¡He venido a por la verdad, no a escuchar mentiras!

La paladín cruzó la mirada con sus nueve compañeros, como si asumiera que no había logrado disuadirlo. Se colocó el yelmo, desenvainó la espada y dio la orden de atacar. Cuatro de los guardianes del templo avanzaron blandiendo poderosos mandobles, ante lo que Branadel no se mostró intimidado. De nuevo refulgieron sus ojos y sintió aquel intenso ardor atravesando su cicatriz. Su espada, en cuya hoja había grabadas las siglas «A.L.», se incendió desde la empuñadura, lo que provocó que sus cuatro oponentes titubearan por un instante. El guerrero inició su ofensiva antes de que los Paladines de la Verdad hubiesen retomado su paso, sin embargo, la primera colisión entre espadas se resolvió con Branadel repelido. Apenas había clavado la punta de la bota en la tierra para levantarse, cuando ya estaba rodeado por los otros tres adversarios. Alzaron sus espadas dispuestos a matarlo sin más miramientos, cuando el hombre se irguió con vehemencia extendiendo sus brazos hacia los lados.

—¡Quiero la verdad! —rugió al tiempo que su cuerpo comenzó a arder como si fuese una antorcha humana y el fuego se propagaba a su alrededor.

Los tres paladines aullaron mientras se consumían por las llamas, cuando Branadel atravesó la propia cortina ígnea que había generado para hundir su espada en el pecho del que había sido su primer adversario.

—¡Matadlo! —ordenó la mujer al resto de los guardianes del templo.

Cinco leyendas de Tierra Eterna enfrentándose a un solo hombre sin armadura, tal vez demasiada adversidad para cualquier combatiente, pero no para Branadel. Mientras bloqueaba los ataques de sus contrincantes, sin tener margen para descargar contra el enemigo, el guerrero se preguntaba quién era realmente para luchar de aquella manera tan salvaje. El fuego que lo envolvía por momentos, lejos de quemarle, le reconfortaba y, cuanto más combatía, su técnica se acrecentaba como si recuperara las nociones que ya había aprendido en el pasado.
Sin embargo, los cinco Paladines de la Verdad lograron rodearlo de nuevo, con la mujer que decía ser su amiga observando sin intervenir. Entonces, el guerrero sintió el frío acero penetrar en su muslo e hincó la rodilla. En un acto desesperado apuntó con la palma de la mano hacia la cabeza del guardián que lo hirió y de ella surgió una llamarada que fundió el yelmo con su cabeza.

—¡Muere, maldito! —gritó otro paladín a su espalda.

Al girarse Branadel vislumbró un ataque ante el que no cabía defensa posible. La lanza del guardián lo atravesaría, consumando su fracaso, y solo le quedaría buscar respuestas vagando por los Tres Infiernos. Cerró los ojos apretando los dientes, pero el ataque mortal nunca llegó. Antes de que pudiera culminar la ejecución, el Paladín de la Verdad se desplomó sin vida, víctima de una flecha que había logrado atravesar su armadura como si fuera un saco de grano.

—¿Calabria, es que te has vuelto loca? —reprochó otro de los paladines, refiriéndose a la mujer del cabello plateado—. ¡Pagarás por esto, sucia traidora!

Branadel aprovechó el desconcierto y recuperó la verticalidad ignorando el dolor en su pierna herida. Acto seguido descargó su espada incendiaria contra sus enemigos. Si la mujer a la que había nombrado como Calabria pasaba a ser su aliada, el enfrentamiento se tornaba mucho más equilibrado: dos contra tres. La mujer disparó una nueva flecha, pero en esta ocasión los paladines lograron evadirla, sin embargo, Branadel aprovechó la distracción para hendir su espada en la pierna de uno de sus adversarios y destrozar la coraza de un segundo. El tercero se alejó dispuesto a encarar a Calabria y ambos se encontraron para batirse en un duelo de espadas.

—Aún estáis a tiempo de apartaros de mi camino —les concedió el guerrero, sabedor de que el poder que albergaba en su interior le hacía superior a sus rivales por muchas hazañas que hubieran alcanzado en el pasado.
La respuesta de los dos paladines fue blandir sus mandobles pese a estar heridos, uno en la pierna y el otro en el pecho. Branadel asintió justo antes de embestirlos en un solo ataque, una vorágine de acero y llamas que arrasó a los guardianes.
—¿Aún no has terminado? —preguntó a Calabria, inmersa en el combate.

Los dos paladines tenían un nivel similar y se conocían bien. El hombre demostraba más potencia en los golpes, mientras que Calabria era más ágil y de técnica más depurada. Sus movimientos fluían mientras su oponente enviaba espadazos que, al errarlos, hacían que se desequilibrara ligeramente, lo suficiente como para que la paladín acertase con un primer golpe que apenas hizo mella en la armadura de su rival.

—¡Me haces cosquillas! —gruñó.

El Paladín de la Verdad avanzó hacia Calabria, pero tan solo un par de pasos. Se detuvo y bajó la mirada. La punta de una hoja de acero llameante le sobresalía por el pecho. Branadel lo empujó de una patada para arrancarle la espada.

—¿Por qué me has ayudado? —le preguntó a la mujer mientras hacía jirones el pantalón de uno de los caídos para vendarse su muslo herido.
—Estoy en deuda contigo, Branadel. No mentí cuando te dije que fuimos amigos. Tampoco en que si descubres tu pasado, si descubres la verdad, tu vida se sumirá en un tormento que te acompañará el resto de tus días. Es tu elección. La semidiosa Troma está en la planta de arriba.

El guerrero reflexionó durante unos breves instantes. Si había llegado hasta allí era para conocer su pasado y averiguar qué había detrás de aquel sueño. Después de haber profanado aquel santuario, estaba sentenciado a muerte. Gavalión no tendría piedad. Ya no había vuelta atrás.

—Espérame aquí —dijo—. Los dos juntos tendremos más opciones de sobrevivir. Seremos perseguidos por un dios.

Branadel se dirigió hacia las escaleras sin que Calabria le diese respuesta. En su ascenso reparó en el reluciente suelo de mármol, las paredes esculpidas hasta el último rincón y las barandillas de oro. Una vulgar decoración en comparación a lo que se le presentó al llegar a la primera planta. El suelo era como un lago de plata donde se abría un camino adoquinado con lingotes de rodio y, desde el techo acristalado, pendían como si levitasen pañuelos de seda que danzaban al son de la brisa que entraba por las ventanas. El guerrero sintió como si pasease por el mismísimo cielo, con la caricia de los tejidos entremezclada con aromas marinos que le evocaron sensaciones que le resultaron familiares. Escuchó un llanto apagado que lo guió, hasta que por fin se dibujó la silueta desnuda de Troma. Apartó el último velo y allí, flotando en un estanque de aguas que adoptaban el brillo de un fondo de diamantes, flotaba la semidiosa. Su cuerpo pálido reposaba inmóvil, con un rostro transfigurado en un rictus de muerte, con sus ojos completamente blancos abiertos de par en par y anegados en lágrimas. A pesar de su aspecto mortecino, albergaba una belleza intimidante, con unos largos cabellos dorados que se expandían por la superficie completando aquel cuadro celestial. Más allá, una gran puerta de oro.

—He venido a…
—Sé a lo que has venido —lo interrumpió la atronadora voz de Troma. Era como si hablara dentro de su cabeza—. Conozco todo lo que sucede y ha sucedido a lo largo de la historia de Tierra Eterna, incluso hasta el último pensamiento. Quieres conocer tu pasado, pese a que la advertencia de Calabria es veraz. Descubrirlo te volverá a atormentar, incluso más, porque yo puedo revelarte cosas que nunca has conocido.
—Pensaba que eras una sierva del Dios Gavalión —dijo Branadel, sorprendido porque la semidiosa no se lo pusiera más difícil.
—Soy su esclava, jamás le juré lealtad. Estoy condenada a permanecer aquí durante toda la eternidad presenciando la depravación humana sin poder evitarlo. Los crímenes más escalofriantes y repudiables… ¡yo los presencio día tras día!
—¿Cuál es mi historia, Troma? —preguntó con vehemencia.
—Fuisteis arcángeles con una sola ala, tanto ella como tú. Nacisteis y vivisteis separados, pero el destino unió vuestros caminos y juntos pudisteis volar, tocar el cielo. Me mostrasteis el amor más puro, erais el uno para el otro hasta que todo se quebró. El Hacedor ordenó asesinar a Lucrecia, tu amada.
—¿Por qué? —preguntó preso de la ira—. ¿Ella está muerta?
—Detrás del portón de oro el Dios Gavalión atesora su más preciada reliquia, la que le confiere la paz: el cadáver de Lucrecia.

Branadel bramó con todas sus fuerzas.

—¡Cuéntamelo todo! —exigió, tras caer de rodillas.
—Existe un escrito sagrado en el que se describe una profecía: «El arcángel de alas de sangre iniciará la era sin dioses».
—Nosotros solo teníamos un ala. ¡Tú lo has dicho!
—Lucrecia estaba embarazada de un varón con dos alas —reveló la semidiosa—. Gavalión lo sabía, por eso le entregó a Calabria el arco y las flechas más letales jamás creados y le ordenó asesinar a Lucrecia. De un flechazo atravesó su corazón y con ella apagó su vida y la de tu hijo. Cuando lo supiste, fue Calabria la que trató de consolarte, te dio bebida que te sumió en un sueño profundo y entonces te cortó el ala, de tal forma que perdiste todo recuerdo. —La semidiosa hizo una breve pausa—. Y ahora, bebe de mis lágrimas si quieres recordar absolutamente todo.

El guerrero, incapaz de articular palabra alguna, juntó las manos para recoger agua del estanque y beberla. Al instante recordó hasta el último detalle de su pasado y sus alaridos desgarradores se pudieron escuchar más allá del templo. Permaneció arrodillado, derramando lágrimas, agonizando por dentro.

Transcurrida una hora Branadel se secó los ojos y se irguió. Su semblante era el del odio más profundo, sentimiento al que había decidido aferrarse para soportar aquella carga durante el resto de su vida. Caminó hacia la gran puerta de oro y la derribó de una patada para descubrir una sala decorada por cientos de reliquias, trofeos, armas milenarias y, en el centro, un ataúd formado por dos alas. Se situó frente a él y, tras un suspiro, separó las alas para descubrir el cadáver de su amada, inmaculado. Lucrecia se conservaba tal y como la recordaba la última vez que la vio en persona o como cuando lo había visitado en su sueño, sin embargo, pese a que la estaba contemplando por última vez ya no quedaban lágrimas que derramar. Apartó las pesadas alas, de un tamaño superior a su larga estatura, extendió sus manos hacia el cuerpo de Lucrecia y la envolvió en llamas hasta que solo quedaron cenizas. No iba a permitir que el Dios Gavalión conservase el cadáver de su amada como una reliquia. Branadel sería el último en disfrutar de su belleza, nadie jamás podría volver a hacerlo.

Abandonó la sala arrastrando las dos alas, las posó en el suelo de plata y se dirigió al estanque en silencio. Cruzó la mirada con Troma, consciente de que le estaba leyendo la mente, y sumergió sus piernas en las lágrimas de la semidiosa para arrancarla de su prisión. Cargó con el cuerpo de Troma, desvalida por sus debilitados músculos, y lo acomodó sobre las alas. A continuación, Branadel le rebanó el cuello con su espada y, una vez muerta, la rasgó por todo el cuerpo para desangrarla.

Cuando Branadel descendió por las escaleras cargando con las alas bañadas en la sangre de la semidiosa Troma, Calabria ya había huido, pero no le preocupó. Ya habría tiempo para perseguirla. Dejó atrás el templo y no fue necesario que buscase a la anciana. El demonio lo esperaba señalando a la puerta de una humilde casa. Allí fue donde la anciana cosió las dos alas a la espalda de Branadel, la suya y la de su amada, a cambio de que el arcángel consagrara su vida a destruir todo lo que el Hacedor había creado, poniendo fin a su pacto el día que lograse arrebatarle la inmortalidad.

Nada más salir de la casa, el arcángel clavó la mirada en la mendiga a la que había entregado las dos monedas. Continuaba pidiendo limosna con su pequeña dormida en su regazo. Branadel desplegó sus alas de sangre para sumirlas bajo una sombra que las devoró con sus llamas.

—Nadie estará a salvo de mi venganza. ¡Nadie!
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Onomatopeya
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Re: CP XIII - Alas de sangre

Mensaje por Onomatopeya »

Segundo relato leído.

Está bien, aunque no me va mucho la fantasía de guerreros todopoderosos y la historia de la amada muerta y tal ya está más que trillada. Así que originalidad poca; pero a cambio le dotas con una buena ambientación y tu propio mundo de fantasía, difícil de crear en tas pocas palabras.
Está bien escrito, y aunque no creo que sea mi ganador, si que se llevará algo.
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Gavalia
Chucho
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Re: CP XIII - Alas de sangre

Mensaje por Gavalia »

Eso del dios Gavalión, me ha gustado :cunao:
No es el cuento más original del mundo, pero es que la fantasía épica es así, todo está inventado. La historia se entiende, aunque tanta información podría dar lugar a confusión si no eres amante del género. Está claro que te gusta la fantasía y la conoces bien como para transmitir lo que quieres contar con la debida coherencia fantástica.
La poca o mucha originalidad de un relato puede ser envuelta en una buena redacción. Yo creo, y no descubro nada, que una historia puede ser contada de muchas formas con un resultado a veces sorprendente e inesperado. No has arriesgado mucho. te has ceñido al formato y me ha parecido estar leyendo una historia más de fantasía clásica.
Lo de gustar es lo de siempre, cada género tiene su público. Yo fui en su momento un ávido lector de este género, pero hace tiempo que me dejó de apasionar. Gustarme me ha gustado ¿Cómo no? pero hasta ahí. Un trabajo digno en el que se nota que has disfrutado. De eso se trata soci@. Suerte y un saludo.
7-5-6
En paz descanses, amigo.
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ACLIAMANTA
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Re: CP XIII - Alas de sangre

Mensaje por ACLIAMANTA »

Un relato de esos que me supera por su temática y sin embargo logré leerlo hasta el final, sin dificultad. Sin duda el autor tiene una imaginación envidiable y escribe bastante bien.

Pocos personajes y con nombres fáciles de recordar, lo que se agradece, por lo menos por mi parte, ya que al no ser uno de los géneros que prefiero, a veces me encuentro con relatos de temáticas similares en los que el exceso de personajes y lo extraño de los nombres me dificultan enormemente la lectura y por ende la comprensión y el disfrute.
reconcomía es una palabra que no conocía y prolegómenos tampoco
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Sinkim
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Re: CP XIII - Alas de sangre

Mensaje por Sinkim »

Me ha encantado este relato, la fantasía mitológica que desborda es impresionante :alegria: Creo que la historia da para un libro tranquilamente, sobre todo porque lo dejas en lo mejor :lol: :lol: El detalle de que al final mate a la mendiga es buenísimo y da una idea de la orgía de sangre y destrucción que se avecina :twisted: :twisted:

Los personajes están muy bien retratados y definidos :D ¡Felicidades, autor! :lol: :60:
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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Fernweh
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Re: CP XIII - Alas de sangre

Mensaje por Fernweh »

¡Hola, autor/a!

Cuanto más leo, más me doy cuenta de que muchas veces la originalidad no radica tanto en la historia en sí misma sino más bien en la forma de exponerla y en los detalles que la rodean, y tu relato creo que derrocha imaginación y originalidad por los cuatro costados. Es cierto que hay millones de historias sobre profecías y seres amados a los que vengar, pero de la misma forma que hay millones de historias sobre abusos sexuales, sobre venganzas por despecho, o que narran hechos históricos, o sobre el amor de una madre a su hijo y viceversa, sobre la locura, sobre la vida... (sólo por mencionar más o menos las temáticas de los relatos del concurso que llevo leídos hasta ahora).

Me parece que te has currado una historia buenísima a la que un relato corto se le queda demasiado pequeño, porque me has dejado con las ganas de saber más sobre ese mundo, sobre esa historia de amor, sobre el Dios Gavalión, sobre el por qué tenía encerrada a Troma. Me gustaría conocer mejor a Calabria, saber qué se le pasa por la mente cuando salva la vida a Branadel aún a sabiendas de que él querrá matarla después... Y, como dice Sinkim, me quedo con las ganas de ver cómo este ángel ensangrentado continúa llevando a cabo su venganza.
Me quedo con las ganas de saber muchas cosas, pero saber condensar todo un mundo en tan pocas líneas sin que sólo parezca una sinopsis de algo más grande es algo muy complicado, y tú lo has superado con creces. Como relato me encanta, y como novela sería "la hostia".

Mientras leía me lo imaginaba como si fuera una obra de teatro al estilo de los clásicos griegos, y es que tiene ese toque mitológico y ese aire de profecía tipo Edipo rey (siempre me han encantado esas historias donde se actúa de determinada forma para evitar que algo ocurra, y son precisamente esos actos los que desencadenan el desenlace que tanto se evitaba).

Tiene escenas brutales, como esa cabeza bajando por las escaleras, ese ataúd hecho con las dos alas, el momento cuando Branadel baja las escaleras arrastrando las dos alas ensangrentadas...

También me han gustado mucho algunos detalles como por ejemplo cuando decide fulminar el cadáver de su amada porque le parece una ofensa que aquel que la mandó destruir lo tenga como trofeo y símbolo de paz.

Y terminar matando a la mendiga y su hija me parece brutal.

En cuanto a la narración, me gusta, es muy fluida, dinámica, y has conseguido que no me pierda durante la lucha, cosa que me suele ocurrir y suele ser la parte que menos me gusta de la fantasía épica.

Resumiendo:
Gran historia, muy bien contada y que se expande en la imaginación mucho más allá de las pocas páginas que la delimitan.

Y así me hallo tras leer tu relato :eusa_clap: :palomitas: :malandrin: :palomitas: :eusa_clap:. Y si escribieras el libro... :101: :alegria:
¡Mucha suerte en las votaciones!
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prófugo
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Re: CP XIII - Alas de sangre

Mensaje por prófugo »

Estimado autor:

Relato de fantasía épica escrito por una pluma experta en estas lides.

Lo del Dios Gavalión es un puntazo...y lo de la brujita bajita también...me recuerda mucho a una gata catalana-alemana que siempre gana los concursos :cunao:

Me imagino quien eres...y si no me equivoco, tengo que decirte que me lo he pasado bien leyendo tu trabajo..eso es evidente, pero también tengo que reconocer que otros trabajos tuyos me han llegado más.

Un abrazo...seguro que algún punto fugitivo del sur te caerá :-) :60:
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Isma
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Re: CP XIII - Alas de sangre

Mensaje por Isma »

Te tengo garabateado: en cuanto pueda lo subo para que te rías de mis paridas...

Entre tanto: la espada A.L. ¿no será la espada ÁbreteLibro? ¿Representará la ira de Lucía? :cunao:
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Isma
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Re: CP XIII - Alas de sangre

Mensaje por Isma »

:hola:

De lectura fluida a la par que trepidante, este relato es perfecto dentro de su género, que son las aventuras fantásticas. Mira qué arranque de crítica: ni Félix Rodríguez de la Fuente. Por lo bueno, eso quiere decir que la acción nunca cesa, que todo el desarrollo es rico en lo visual, que el mundo es coherente, vistoso, aguerrido, mágico y colorido.

Los personajes tienen su intríngulis, sobre todo el principal con ese misterio y ese aura flamígera. Además de esa afición desmedida a derribar las cosas a patadas. Pero también la arquera Calabria tiene su historia oculta. Nos queda la intriga adicional acerca de si hubo rollo entre el imprudente Branadel y Calabria pero el autor, sabiamente, no ha querido dar la menor pista. Muy bien ahí.

Por la parte negativa, se trata solo de algo subjetivo. La venganza no me conmueve. Necesito y busco otro tipo de motivaciones morales, otro tipo de dilemas, algún tipo de reflexión o conflicto interno. Calabria parece el personaje adecuado, pero se escabulle antes del fin.

En resumidas cuentas, disculpa mi verborrea. ¡Suerte!

Aquí te pongo el relato comentado de mi puño y letra (con estas reglas de interpretación que comentaba en el foro general).
-> Alas de sangre (comentarios Isma)
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Nínive
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Re: CP XIII - Alas de sangre

Mensaje por Nínive »

Mmmmmm... Este párrafo resumen no lo veo:
Branadel había llegado hasta la ciudad de los dioses, Ístam, tras un largo viaje cuyo único equipaje era su espada, un viejo fardo y el lastre de una dolorosa cicatriz que atravesaba su espalda a la izquierda de la columna, desde la cintura hasta casi llegar al cuello. Nada más, pues ni tan siquiera le pesaba la carga de su pasado. Antes de alcanzar Ístam, había recorrido de norte a sur Tierra Eterna tratando de indagar sobre su identidad, sobre su origen, familia, algo a lo que aferrarse, pero tan solo un posadero le desveló su nombre tras revisar el registro de clientes. Aquel viaje comenzó inducido por un confuso sueño en el que emergió con claridad el rostro más bello, con una mirada tan real como intensa que, sin palabras, clamó que buscase la verdad. Podría haber empezado una nueva vida, hubiera sido más sencillo, pero aquella mirada caló en lo más profundo de su ser hasta al punto de obsesionarlo.

Me resulta muy confuso y deja tantos flecos que desluce el conjunto final. Algo más corto, sin meterte en berenjenales como lo del posadero (suscita preguntas que no se responden) y incluso lo del sueño, que queda metido como con calzador porque no se cuenta dónde soñó, cómo se despertó...

Pero es que en general las explicaciones me parecen confusas. El origen de la semidiosa, de la ciudad, de la guardia... Creo que no está suficientemente trabajados los motivos de unos y de otros, y que el argumento se te ha ido de las manos para un relato tan corto. Sé que es complicado escribir un relato de fantasía e introducir al lector en un mundo nuevo, pero debes hacerlo sin que se note que se lo estás explicando, y sin enrollarte demasiado (porque eso suscitará más preguntas a las que no podrás responder por la extensión).
La idea me parece buena. Los elementos de resolución, como la mendiga, pues bueno... bien. Pero por ejemplo, dices que el guerrero la repudia por ser un demonio, pero... no se acordaba de nada... ¿O sí?
Otro punto débil es tanta explicación mediante los diálogos. Igual podrías haber jugado con otros recursos narrativos.

En fin, que necesita un poco más de trabajo.

¡Ala! ¡A seguir escribiendo! :60:
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konchyp
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Re: CP XIII - Alas de sangre

Mensaje por konchyp »

:hola:

Me ha gustado bastante. Por ponerle algún pego creo que está un poco saturado de acontecimientos e información para un relato de esa extensión, aunque he de confesar que lo he disfrutado, sobretodo el final. Me ha parecido original y muy impactante visualmente. ¿Qué pasará después? Me encantaría descrubirlo. Uno de mis favoritos desde luego.

:60:
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XIII - Alas de sangre

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Lo leí el otro día y me gustó bastante, dentro de que no sea un género que yo consuma. Mañana le doy otro repaso y vuelvo, que ya está bien por hoy, :hola:.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XIII - Alas de sangre

Mensaje por Tolomew Dewhust »

A ver si es posible que en la futura revisión del texto cambies el nombre de Lucrecia, la amada del prota, por Tolomea, please.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XIII - Alas de sangre

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Otro relato que me gusta bastante, o bastante-mucho.

Este es el prota, ¿verdad?

Imagen

Al menos yo me lo he imaginado todo el tiempo como el del videojuego este, :cunao:.

Buena historia (trama y ambientación más que correcta) + bien contado = buen relato. Por poner alguna peguilla te diré que los nombres no me terminan de cuajar, ni Troma ni la inscripción en la espada. Bueno, de Lucrecia ya ni hablamos, suena muchísimo mejor Tolomea. Piénsatelo para cuando haya que publicarlo, :wink:.
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XIII - Alas de sangre

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Tampoco puedo dejar de resaltar que las escenas de acción están muuuuuy bien recreadas. Bravo. Otro chino para ti, :chino:.
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