jilguero escribió:Venía, Cata, a deciros que acabo de ver bostezar a Vela.
Toda la vida (yo) rodeado de pájaros, y sin saberlo; pero, sí, los pájaros bostezan. Por lo que he leído, bostezan todos los animales vertebrados. Es cierto que nunca te acostarás sin saber una cosa más.
jilguero escribió:Imagino que conoces su obra. ¿Qué me recomendarías leer?
Celebro que el haber escuchado a don Gonzalo te haya despertado la curiosidad por conocer su obra. Si no te parece mal, mañana te cuento algo sobre eso. Digo que te cuento porque yo no soy quién para recomendarte nada. Principalmente, porque no te conozco y no sé de tus afinidades lectoras. Y secundariamente, porque ya te he dicho en alguna otra ocasión que a mí las cosas me gustan o no me gustan y no me paro a pensar por qué sí o por qué no, aunque te digo desde ya mismo que a mí de Torrente me gustaban hasta los andares y me embelesaba escucharle cuando conversaba. Con todo ello, será un placer darte cuatro pinceladas sobre alguno de sus títulos.
jilguero escribió:... ¿lareira es la cocina o solo la zona del fuego, del hogar?
Es el conjunto del hogar y todo lo que lo rodea inmediatamente,
jilguero, que dependiendo del poderío económico del propietario estaba compuesto por más o menos elementos, de una calidad u otra: cambota (chimenea) o ausencia de ella; banco corrido para sentarse, de madera noble, madera de pino o granito, sillas con respaldo o simples escabeles (taburetes); potes de ferro o de cobre; chourizos, tociño, xamóns e lacóns (estos últimos, siempre pares, porque en Galicia, desde tiempos inmemoriables, los cerdos han tenido cuatro extremidades) ahumándose sobre la lareira; suelo de piedra o de tierra prensada; con forno (horno) en la pared o sin él;...
En mi anterior labor profesional conocí de todo. Desde la casa con lareira dotada de chimenea, piedra como base, banco de granito cubierto de almohadones, potas de cobre, horno en un lateral y una sinfín de chorizos y jamones goteando grasa sobre las cabezas, hasta la cocina más humilde en la que los habitantes se sentaban sobre cajas, el humo se colaba por entre las tejas después de inundar toda la cocina y al calor de la casa contribuía más el aliento y la fermentación del estiércol de las dos vacas y los dos becerros que los cuatro palos que ardían en el hogar. Y no te estoy hablando de mediados del siglo pasado. Esto lo viví yo en el año 2000 por última vez.
En la zona donde vivo, a la estancia en sí se le llama cociña.