CP XIII - Condenado - Gavalia

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CP XIII - Condenado - Gavalia

Mensaje por lucia »

Condenado

Perdido en mis pensamientos. Observaba a través de la sucia ventanilla del bus que nos transportaba el oscuro cielo que reinaba aquella triste tarde de finales de enero. Las nubes, preñadas de agua vaticinaban tormenta. El frío del invierno nos acompañaba, y sin embargo, mi cuerpo sudaba sin cesar. Cada kilómetro recorrido era un paso más hacia el peor de los destinos que la vida pueda deparar a un hombre vacío por completo de esperanza. Un cartel en el arcén de la calzada pintado con letras rojas sobre fondo blanco anunciaba la proximidad del centro penitenciario. La resignación había terminado por instalarse definitivamente en la parte más íntima de mi ser.

Por mucho que me pesara, me habían sentenciado a siete años de prisión por homicidio involuntario, y aunque siempre tuve la esperanza de la llegada de una solución de última hora, esta nunca llegó, y es que cuando la fatalidad te acecha, aun siendo consciente de ello, como la presa que se sabe observada por el depredador y siempre guarda cierto grado de ilusión de que logrará huir a tiempo del peligro. Lo cierto era, que desde el momento en que me ordenaron subir al autobús. Sentí que la vida me golpeaba con su mejor gancho y que en esta ocasión era del todo imposible esquivarlo.

La verja de entrada al centro chirrío como si fuera un grito desgarrador anunciando que habíamos llegado al infierno. Las puertas del autocar se abrieron de golpe mientras la feroz voz de un guardián nos ordenaba que bajásemos. Los grilletes en los tobillos me impedían andar con naturalidad, y las manos aprisionadas por las esposas, culminaban la sensación de impotencia que me invadió al mirar el inmenso edificio de granito gris que sería mi obligada residencia durante mucho tiempo.

Caminábamos como una fila de patos directos al matadero. Una charla, falta de toda empatía, fue lo primero que nos recibió en nuestro nuevo hogar. Horarios, normas y amenazas, eran la biblia del lugar. Ducha rápida con agua fría y un severo corte de pelo nos hicieron ser aún más conscientes de la abrumadora realidad a la que nos enfrentábamos. Un mono de color naranja y unos pocos productos de higiene personal fueron el último capítulo del ritual de bienvenida.

La galería por la que nos conducían culminaba en una gran sala, refugio de los cientos de almas que allí se afinaban. Un murmullo general invadió la atmósfera a modo de saludo. El miedo entre los que acabábamos de llegar era patente, sobre todo en Will. Un muchacho de unos veinte años condenado por estafa que no paraba de temblar y que esa misma noche sería violado por cuatro indeseables. Según mi abogado, mostrar debilidad, era lo único que un preso no se podía permitir en un ambiente tan hostil como el que reina en un correccional de clase especial.

“La única moneda válida allí dentro es el respeto, Mike. Aguanta y planta cara o te comerán vivo” —Me aconsejó como si tal cosa fuera fácil, pero tenía razón. Tampoco estaba dispuesto a ser la merienda de nadie.

—Mirad qué bonito grupo de damitas nos han traído —dijo alguien entre el tumulto que nos esperaba en la galería tras una carcajada entrecortada— Me pido al muchachito. Es mío, oís.

—Vale Trump. Nos queda claro. ¡Yo me pido al morenito! —replicó alguien con sorna. El morenito se llamaba Fredy, según supe después, un hombre de color con rasgos suaves.

Un tipo de raza negra, grande como un armario, calvo, y lleno de tatuajes, se situó delante de mí como si fuera una montaña imposible de franquear. Me aparté con toda la dignidad que pude para evitarlo, pero este se movió amenazante cortándome de nuevo el paso.

—¡Apártate Johnson! Ya tendrás tiempo más tarde de hacer amigos —ordenó el guardia que abría la comitiva.

Poco a poco, los recién llegados fuimos entrando en los cubículos que nos habían asignado. A mí me tocó compartirlo con tres tipos que llevaban allí años encerrados. En ese momento la celda estaba vacía, pero no tardaría en tener compañía. Una litera libre en la parte superior de una de las paredes de la pieza señalaba con claridad que ese sería mi camastro.

—¡Oye, tío! —Escuché detrás de mí mientras dejaba mis cosas encima del mugriento colchón— ¿Quién te ha dado permiso para ponerte ahí? —preguntó el recién llegado con cara de pocos amigos.

—Pues lo cierto es que nadie —dije con la voz más dura que pude modular cuando enfrenté su mirada— pero tranquilo, amigo. Si tienes alguna sugerencia que hacerme. Estaré encantado de oírla. ¿Eres tú el que manda aquí?

—¡Vaya! Parece que nos ha tocado el listillo del grupo —dijo con voz carrasposa a la vez que apoyaba su raquítico brazo tatuado en el quicio de la entrada. No le había gustado mucho mi respuesta al parecer. Incluso noté que titubeaba ante la cuestión.

—¿Qué pasa aquí, George? —Un segundo hombre con el pelo al cero, barba rala y gafas de sol, hizo su aparición. Empezábamos a ser multitud en tan pequeño espacio. No quería ni pensar en cuando estuviéramos al completo.

—Nada Griff, el mierda este, que se está haciendo dueño de la choza al parecer.

—¡Apártate imbécil! ¿Dónde están tus modales? —Le espetó con prepotencia al tal George. Parecía que había llegado el jefe.

—¿Cómo te llamas muchacho? —preguntó el recién llegado alargando su mano diestra a modo de saludo.

—Mike. Encantado de conocerte —respondí con educación estrechándosela sin titubear.

—Así que tú eres el abogado que se cargó a la niña. —Esas pocas palabras me hicieron recordar una vez más el porqué de mi condena.

Aquel nefasto día, había estado trabajando hasta tarde en el despacho, al salir, me fui a tomar unas copas con los compañeros para relajarme del estresante día que habíamos tenido. Como siempre solía pasarme con las cosas domésticas, se me había olvidado por completo que tenía que pasar a recoger a mi hija que se encontraba en la fiesta de cumpleaños de una amiga del colegio. Cuando me di cuenta, miré el reloj y pensé que si me daba prisa, todavía llegaría a tiempo de recogerla y llevarla a casa. Así que cogí el coche después de despedirme con prisas y me puse en marcha —No quería otro reproche de mi mujer por culpa del trabajo.

Iba de camino, quizá más rápido de lo prudente, cuando el timbre del teléfono emitió su característico sonido de llamada, no sabía muy bien cómo, pero el puñetero aparato había ido a parar a la guantera, cosas del bourbon de quince años, supongo. “El manos libre” estaba estropeado desde hacía tiempo y nunca encontré el momento de llevarlo a arreglar. Me incliné para abrir la tapa y sacarlo de allí para contestar. Solo aparté unos segundos la vista de la calzada, el suficiente para saltarme un semáforo en rojo. De repente, sentí un fuerte golpe en la parte delantera. Acababa de atropellar a una adolescente que cruzaba en ese momento.
No dudé un momento. La subí al coche y la trasladé al hospital más cercano. Pocas horas después, moriría en el quirófano. Allí me reprocharon no haber esperado una ambulancia. Algo que agravaría mi condena finalmente. Me hicieron la prueba del alcohol, y claro está, di positivo. Después de mucho negociar con la fiscalía, me condenaron a siete años con posibilidad de reducirlo a cinco si aceptaba el trato y me declaraba culpable de homicidio involuntario. Con suerte se convertirían en tres, máximo cuatro, gracias a los posibles beneficios penitenciarios.

Hasta ese momento de mi vida, siempre fui lo que todo el mundo entiende por una persona útil y provechosa para la sociedad. Buena gente por lo general, trabajador, y amante del orden. A pesar de mi trabajo y de las muchas horas que le dedicaba, mi prioridad siempre fue mi familia. Amaba a mi mujer y adoraba a mi pequeña. De hecho, abandoné las fuerzas especiales para dedicarles más tiempo. Las diferentes misiones en las que me veía involucrado por mi trabajo como marine en el ejército, me obligaban a viajar durante largas temporadas. Mi niña crecía y apenas la veía, así opté por terminar la carrera de derecho que había dejado a medias y abandonar la milicia.

No había excusas. Aquel hombre que acababa de saludarme decía la verdad, y yo era consciente de ello. Aunque de forma involuntaria, había segado la vida de una chica con todo un futuro por delante por culpa de mi irresponsabilidad.

—Mira Mike. Te voy a ser lo más sincero posible —continuó el tipo— en este lugar puedes estar solo, o currar en equipo. Pareces un tipo duro a pesar de tu profesión de lechuguino. Tu actitud me dice que puedes sernos de utilidad. Aquí todos trabajamos para intentar sobrevivir, si decides unirte a la hermandad, serás bienvenido. Si por el contrario, decides pasar de todo para ir de «solateras», no tendrás protección, y te aseguro que aquí dentro te hará falta. Son muchos los hijos de puta de color que intentarán hacerte daño.

—¿Y qué se supone que tengo que hacer para conseguir esa protección?

—De momento nada. No necesitas saber más. Tú decides. Acabas de aterrizar y necesitas hacerte a la idea de donde estás. Instálate, y mañana te presentaré a los chicos en el patio.

No me podía creer que fuera todo tan fácil en mi primer día. Mi intuición me decía que no debía bajar la guardia. No me conocían de nada, salvo mi historial, y ya me estaban ofreciendo un puesto entre los suyos “La hermandad blanca”. Una organización supremacista que se ramificaba como un cáncer en fase de metástasis por todo el país. Algo no olía bien. El cuarto tipo que completaba el cupo de la celda había aparecido muerto en los servicios de la gran galería con varias puñaladas en el vientre. Quizá buscaran reemplazarlo.

Al día siguiente, nada más salir al patio, me di de bruces con el tío de color que me corto el paso la tarde anterior en la galería. Se puso como una fiera sin venir a cuento. Todos los presentes se centraron en la escena. Aquel hombre soltaba tacos contra mi persona como si no hubiera mañana intentando intimidarme. Así que, recordando las palabras de mi abogado y sin darle tiempo a reaccionar, le solté varios puñetazos directos al plexo solar dejándolo sin respiración y boqueando como una sardina recién sacada del agua. Supuse que era lo que se esperaba de mí entre los componentes de la hermandad, así que actué en consecuencia. Enseguida aparecieron los guardias y me arrastraron semiinconsciente, a cuenta de la paliza que me dieron con sus porras eléctricas, a una celda de aislamiento. Me sacaron de mi temporal reclusión una buena mañana cuando ya había perdido la cuenta de los días que llevaba allí dentro.

—Bien hecho chaval –espetó Griff una vez entré en la celda— sabía que tenías agallas. El gran jefe quiere conocerte. Mañana te lo presentaré. Ten en cuenta una cosa cuando hables con él. Mírale todo el tiempo a los ojos, pero con respeto. Se supone que eres un tipo duro, así que no titubees. Por cierto ¿Dónde has aprendido a luchar así? Menuda somanta de hostias se llevó ese puto negrata en un momento ¡Cojonudo tío!

Al día siguiente nadie se interpuso en mi camino, de repente todos me evitaban. No obstante, entre la gente de color se respiraba un profundo odio dirigido a mí persona.

—Ven conmigo —requirió Griff en compañía de cuatro hombres de raza blanca con el torso al aire y tatuados hasta las cejas. Juro que daban miedo de verdad.

—Así que tú eres, Mike —Un tipo que frisaría los sesenta años con una puntiaguda barba blanca y lentes de color oscuro. Se encontraba sentado en uno de los bancos más soleados del patio rodeado de una camarilla de presidiarios. Me habló directamente sin mediar saludo alguno.

—Sí, señor. Me han dicho que quería verme. Usted dirá —El gran jefe se disponía a trabajarse al nuevo.

—Bien, ya te habrá dicho Griff de que va todo esto. ¿Qué has decidido al respecto? ¿Solo o en compañía? —La verdad es que no lo tenía muy claro. Decir que sí, supondría mucho más de lo que yo pensaba. Con el tiempo aprendería que el tributo que tendría que pagar excedería con mucho el teórico beneficio que me reportaría aquel maldito trato. Decir que no, pensé que no sería buena idea. Si quería seguir de una pieza mientras estuviera encerrado entre aquellas bestias.

Un maldito día, pasados ya ocho meses desde mí llegada a la prisión, y por fin de vuelta de la enfermería, donde tuve que pasar una temporada a cuenta de una puñalada que recibí en una reyerta con los violadores del joven Will. Desde ese mismo día ya nos les quedarían más ganas de abusar del muchacho. Alguien se me acercó en el comedor y puso en mi bandeja una pequeña bolsa de color claro junto a las patatas de ración. George, me ordenó que lo escondiera rápidamente y que no me preocupara. Según me dijo Griff después en la celda, al día siguiente debería entregársela a alguien que se me acercaría en el patio, y que debería hacerlo con discreción. Me pareció algo sencillo de realizar, lo que no sabía es que todo era una trampa.

Cuando salí a la platea, los guardias me detuvieron sin mediar razón alguna y comenzaron a cachearme. Aquello llamó la atención de todos los presos. La gente de color animaba a gritos a los guardias para que me dieran una paliza durante el registro, eso encendió los ánimos de todo el mundo montándose un jaleo de narices. La maniobra de distracción estaba en marcha. Lo que sea que tuvieran planeado mis supuestos hermanos les había salido de perlas gracias al novato de turno. Yo acabé de nuevo en la celda de aislamiento, y como consecuencia final, mi condena aumentó un par de años por tráfico de estupefacientes. Ese mismo día, según me enteraría más adelante, uno de los guardias moriría desangrado en un rincón del patio por un corte en la femoral. Nadie vio nada. Las cámaras de seguridad no sirvieron tampoco de ayuda. El asesinato se cometió en un rincón bastante apartado que no tenía ángulo suficiente de visión para esos aparatos. Todo había sido perfectamente planeado.

—Tranquilo hombre. No te mosquees. Los hermanos te cuidaremos —espetó Griff cuando volví de mi castigo— El jefe está contento, a partir de ahora te ira mejor.

—¿¡Qué me ira mejor!? ¿¡Qué me vais a cuidar!? ¡Eres un pedazo de mierda Griff! Me acaban de caer dos años más. ¿Cómo crees que se sentirán mi mujer y mi hija cuando se enteren? ¡¿Qué les voy a decir?!

—Así son las cosas chaval. ¡Qué te jodan! —espetó con frialdad— Ha sido tu primer encargo serio y lo has hecho bien. Es lo que hay, y hazte a la idea de que vendrán más.

—¡¿Quieres decir que nunca saldré de este agujero?! ¡¿Qué la puta hermandad ha decidido hacerme su esclavo?! —No Pude detenerme. Un impulso irracional se apoderó de mí. La imagen de mi niña se hizo presente en mi cerebro. La rabia que sentía estalló como un volcán y empecé a golpear a Griff como un poseso.

Finalmente el calvo acabaría en el hospital, y yo, claro está, otra vez en la celda de aislamiento.
La comisión de evaluación del presidio se planteó trasladarme a un centro de presos especiales al considerarme un peligro para el resto del mundo por aquella brutal agresión que le costó un ojo de la cara al maldito Griff. Gracias a dios, alguien movió los hilos, y se conformaron con tenerme cinco meses encerrado en aquella celda especial, que tan bien conocía, y que por lo visto se había convertido en mi segunda casa. Tuve que prometer ante la junta que no me volvería a meter en ningún lío para que pudieran reintegrarme de nuevo en la comunidad. Ya no sabía muy bien si yo era peor que aquellos animales.

—¿Qué tal Mike? —Me preguntó el gran jefe cuando regresé al patio. Era curioso el gesto, porque el capo de la hermandad blanca nunca te buscaba personalmente, siempre mandaba a alguien para los recados. Algo había cambiado —Por cierto, no me des las gracias por evitar que te enviaran a la “Cueva” —dijo con aire de superioridad. Al parecer, así llamaban el lugar donde enviaban a los presos conflictivos— Dejaste hecho unos zorros a Griff, pero no pasa nada, seguro que se lo merecía.

Me chocó bastante asimilar que los presidiarios tuvieran tanto poder allí dentro. Por lo visto todo el mundo estaba comprado; políticos, alcaide, guardias… y el que no se dejaba sobornar, fallecía de forma irremediable.

Pasaron tres años más desde aquel día entre peleas, más celda de aislamiento, algún que otro intento de asesinato, y encargos varios, dignos del más cruel de los sicarios. Acciones que siguieron aumentando mi condena sin poder evitarlo. La hermandad extorsionaba a todo el mundo usando cualquier medio, dentro, o fuera del presidio.

Le pedí a mi mujer la separación. Ella, entre lágrimas amargas, me recordó que teníamos una hija ¿Qué cómo se me ocurría tal cosa? y aunque me dolió en el alma hacerlo, le ordené que jamás volviera a verme y que apartara a la niña de mi vida. Era lo mejor para ellas. Me preocupaba y mucho la seguridad de ambas. La hermandad era capaz de todo. Ella debía desaparecer y rehacer su vida lejos de mí junto a mi pequeña. Yo me sabía perdido. La maquinaria del presidio me había envuelto de tal forma que ya no tenía muy claro quién era. El antiguo abogado, ahora era un ser lleno de rabia que sabía que tarde o temprano acabaría muerto por una puñalada traicionera.

Por aquellos días, ya era toda una leyenda entre los hermanos blancos. Los tatuajes adornaban mi cuerpo, algo impensable para mí cuando estaba fuera. Incluso mi cabello desapareció por completo rasurado al cero. Las cicatrices poblaban mi cuerpo. El lechuguino había desaparecido poco a poco, como diluido en un sueño.

—Prepárate porque vas a salir del talego, Mike —Me dijo una mañana el gran jefe— Te van a trasladar en breve. Llegado el momento recibirás instrucciones. No preguntes ahora. No cambies tu modo de actuar y sigue como siempre.

Me quedé perplejo ante aquellas palabras. Al parecer, el grado de confianza que había depositado en mí la organización era muy alto. El plan que tenían en mente suponía mi fuga durante el traslado. No es que se hubieran apiadado de mi persona, ni mucho menos, solo eran negocios. Por lo visto, una vez en la calle, debía hacerme cargo de una delicada operación. Tendría que matar a un político que luchaba por sanear la corrupción dentro de los presidios gracias a una reforma de la ley penitenciaria que quería poner en marcha, y que parecía, se iba a aprobar, si no se ponía remedio.

—Ellos creen que manejan los hilos, Mike, pero nada más lejos de la realidad, créeme —Me dijo el capo cuando recibí las instrucciones que tanto temía. Eso significaría para mí perder cualquier hilo de esperanza en una futura reinserción en la sociedad. Ya había matado en varias ocasiones bajo la batuta de la organización, pero una cosa era sobrevivir en mis circunstancias llevando a cabo actos más que reprochables, y otra muy diferente, convertirme en el asesino de un hombre a todas luces honrado.

Por supuesto, me opuse por completo a cumplir semejantes órdenes, pero los muy cabrones me amenazaron con liquidar a mi esposa y a mi hija si me resistía. La advertencia era real, pero yo no lo permitiría de ninguna de las maneras. No volvería fallarle a mi familia.

—Se supone que somos hermanos. Siempre he llevado a cabo todo lo que me habéis pedido sin rechistar. Sabéis que podéis contar con mi vida sin necesidad de amenazas, y aun así, no siendo suficiente para vosotros. ¡Amenazas con liquidar a los míos si no trago! —Le espeté a la cara a aquel capullo engreído. Desde ese preciso momento supe que tenía que actuar y pronto.

Podían amenazarme. Podían pegarme, incluso podían castrarme si ese era su deseo, que yo no me opondría. Todo fuera por la hermandad que me había mantenido vivo allí dentro, pero amenazar de muerte a mi mujer y a mi niña, fue demasiado para el lechuguino, que ya no era tal.

Supe que antes de mi supuesto traslado traerían a un nuevo recluso que había estado cumpliendo condena en la Cueva. Se trataba de la Sombra, ese era su apodo de guerra por lo visto, para la justicia, un preso readaptado que ya no era necesario tener aislado. Para la hermandad, era el tipo que tenía todo el poder de decisión dentro de la organización a nivel global. Su fama le precedía. Sus directrices se cumplían sin excusas, y hay de aquel que se opusiera lo más mínimo. Era el instigador de mi teórica fuga para dar muerte al político rebelde que no se dejaba sobornar.

Cuando por fin llegó el capo de capos, los jefes más representativos se reunieron en concilio. Una escolta de hijos de puta los rodeaba en el patio. Johnson, capataz de la galería. Sadler, jefe hasta ese entonces en el presidio. La cobra, mano derecha de este último,y finalmente, el cabrón de Griff. Situado junto al recién llegado en actitud sumisa. Hablaron y hablaron sobre cómo se llevarían las cosas a partir de ese momento en la hermandad. Se repartieron saludos, risas, secretos y todas esas mierdas que hacen los que mandan cuando se juntan para urdir maldades de todo tipo.

Fui llamado al finalizar la reunión. Algo que esperaba. La Sombra quería conocerme. Habían decidido darme un lugar entre ellos. Parecían muy seguros de sí mismos y se habían relajado. No fue buena idea dejarme acercarme tanto. Nunca se me presentaría una oportunidad mejor para resolver mi problema de una vez por todas.

Finalmente fui trasladado a la prisión de alta seguridad, la Cueva, encadenado de pies y manos, y sujeto por un collar como si fuera un perro de presa. Incluso me colocaron una máscara a modo de bozal. Me calificaron como “reo extraordinariamente peligroso” y tomaron la decisión de reunirme con otros angelitos de mí mismo perfil, por lo visto, ahora yo era el peor de todos. Cada vez que lo pienso, me sorprendo de cómo han cambiado las cosas. Antes un lechuguino. Ahora, un mal nacido de cuidado, complacido de saber, que a partir de ahora mi familia estaría a salvo. Eso era lo único que me importaba.

El famoso día del concilio fue el último de sus puñeteras vidas. Me cargué a los cinco con una frialdad total, y la rapidez propia de un profesional de las armas entrenado por las fuerzas especiales. El pincho que me había preparado con antelación en la celda atravesó sus cuellos sin piedad alguna.
La cara de Griff, era todo un poema cuando la Sombra caía de bruces ante sus perplejos ojos. Fue el primero. Los demás, uno tras otro, acabaron muriendo sin saber muy bien que les estaba pasando. Sadler, fue el último en palmar. El muy cabrón intento arrebatarme el arma y casi lo consigue. El pincho saltó por los aires gracias a un manotazo inesperado que no vi venir. Forcejeamos durante unos pocos segundos mientras Sadler me gritaba con espumarajos en la boca que mandaría violar a mi mujer y a mi pequeña antes de cortarlas a trozos. Los guardias ya se movilizaban para detenernos. Sabía que si lo hacían, la amenaza se llevaría a cabo de forma irremediable. Fue entonces cuando le agarré por el cuello y, ante la estupefacción de todo el patio, le arranqué la nuez de un mordisco como si fuera un lobo hambriento.

Cuando terminé mi orgía de muerte, escupí con violencia el sanguinolento trozo de carne, y grité al cielo mi hegemonía como si fuera un demonio salido de las llamas del infierno. Estaba completamente ensangrentado. Supongo que debía ser la misma estampa del horror por las caras que pusieron mis convecinos. Que no dudaron en salir corriendo como gallinas sin cabeza hacia todas partes para alejarse de mí.

No estaba dispuesto a liquidar a un hombre honrado. Tenía claro, que con la nueva reforma penitenciaria nada iba a cambiar mientras la gente se pudiera comprar, pero. ¿Qué sería de este mundo si no hubiera cierto equilibrio entre el bien y el mal? Por supuesto, tampoco iban a tocarles ni un pelo ni a mi mujer ni a mi dulce niñita. Ella crecería feliz junto a su madre a pesar de que su progenitor fuera el peor de los padres, además del nuevo jefe de la hermandad. A partir de entonces yo daría las órdenes. Cuestión de respeto, nada más y nada menos.

FIN
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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ACLIAMANTA
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Re: CP XIII - Condenado

Mensaje por ACLIAMANTA »

Nada más al comenzar imaginé que no sería fácil de leer. Ese punto seguido de la primera frase me descolocó y al avanzar encontré varias faltas de puntuación que cada tanto me sacaban de la historia y me dificultaban la lectura.
Aunque el relato me atrapó, se lee un poco a trompicones, sobre todo al principio y hacia la mitad se torna un poco aburrido tal vez porque le sobran un par de párrafos.
Ya finalizando se recupera el interés y, en general, si bien la historia no es de lo más novedoso, tampoco deja la sensación de haber perdido el tiempo dedicado a su lectura.
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Onomatopeya
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Re: CP XIII - Condenado

Mensaje por Onomatopeya »

Un relato tipo medio.
No está mal escrito, aunque tiene fallos, palabras repetidas, puntuaciones etc.
La historia me parece excesiva para un relato con lo que consigues que no me implique con el protagonista.. Vamos, que me da igual que se carguen a su mujer e hija. Creo que deberías haber elegido un pasaje de esa historia y haberte centrado en él.

Como curiosidad, me hizo gracia lo de considerar tareas domésticas el recoger a tu hija: poner la lavadora, recoger el lavavajillas, planchar, recoger a la niña, pasar la mopa... :wink:
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prófugo
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Re: CP XIII - Condenado

Mensaje por prófugo »

Estimado autor:

Buen relato sobre un caso de tantos en las cárceles norteamericanas.

El tal Mike es un tipo duro, a lo Chuck Norris, que por un infortunio o pequeño despiste ha tenido que pagarlo caro.

Me gusta como marcas esos grupos que se forman en las cárceles y toda esa mafia interna que lo rodea...donde muchas veces el cabecilla mayor se encuentra afuera.

El relato tiene algún que otro error de puntuación debido a despistes, ya sea en correcciones o fallos del subconsciente...supongo...pero nada grave desde mi punto de vista. Es más, percibo una prosa fluida, fácil de seguir y adecuada para este tipo de texto.

Me ha gustado. ¡Enhorabuena!
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Sinkim
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Re: CP XIII - Condenado

Mensaje por Sinkim »

Una historia dura sobre el descenso a los infiernos de un buen hombre, me ha gustado la idea de que su transformación física con los tatuajes va a juego con su caída moral :D Me hubiera gustado que te recrearas un poco en la pelea final, al fin y al cabo aunque les pille por sorpresa es uno contra cinco :lol: :lol: Me ha parecido que tiene un estilo muy audiovisual, me lo he estado imaginando todo el rato como si fuera una película carcelaria tipo "Cadena perpetua" :lol: ¡Felicidades, autor, me ha parecido un relato muy bueno! :lol:
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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konchyp
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Re: CP XIII - Condenado

Mensaje por konchyp »

:hola:

Estoy de acuerdo con Sinkim e iba a decir lo mismo. Me ha parecido estar viendo una película, pero no se si ha sido la forma o qué, no ha llegado a calarme. No he conseguido sentir pena por el prota (que corazón más duro he de tener! mea culpa!) ni por su familia (peor aún!). La verdad es que no te sabría decir por qué por más vueltas que le de al asunto. Supongo que esto a veces pasa, conseguimos llegar a algunos lectores y a otros no, a pesar de que la historia sea buena y sea interesante.

:60:
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Berlín
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Re: CP XIII - Condenado

Mensaje por Berlín »

Pero amigo, es que me vas cortando las frases por la mitad. Mira:
Perdido en mis pensamientos. Observaba a través de la sucia ventanilla del bus que nos transportaba el oscuro cielo que reinaba aquella triste tarde de finales de enero. Las nubes, preñadas de agua vaticinaban tormenta.
¿Qué tal así? :

"Perdido en mis pensamientos, observaba a través de la sucia ventanilla del bus que nos transportaba, el oscuro cielo que reinaba aquella triste tarde de finales de enero. Las nubes, preñadas de agua, vaticinaban tormenta".

Bueno, intuyo que todo el relato va a ser igual, porque aquí veo más de lo mismo:
Lo cierto era, que desde el momento en que me ordenaron subir al autobús. Sentí que la vida me golpeaba con su mejor gancho y que en esta ocasión era del todo imposible esquivarlo.
Debería ser más o menos así:

"Lo cierto era que, desde el momento en que me ordenaron subir al autobús, sentí que la vida me golpeaba con su mejor gancho y que, en esta ocasión, era del todo imposible evitarlo".

Y esta:
El miedo entre los que acabábamos de llegar era patente, sobre todo en Will. Un muchacho de unos veinte años condenado por estafa que no paraba de temblar y que esa misma noche sería violado por cuatro indeseables.
"El miedo entre los que acabábamos de llegar era patente sobre en todo en Will. Will era un muchacho de unos veinte años condenado por estafa, que no paraba de temblar y que esa misma noche sería violado por cuatro indeseables".

O bien ....."patente sobre todo en Will, un muchacho de unos veinte años condenado..."

No sé autor, cortas frases por la mitad y sacas al lector de una patada de la lectura. Piensa que los lectores que además somos aficionados a la escritura aún nos fijamos más en la forma. A mi me pasa hasta con los consagrados.
En fin, dicho esto te diré que el relato no está mal, que me ha recordado a un sinfín de películas o de series (Prison Break, Cadena perpetua, Pena de muerte, El expreso de medianoche y más), que se me ha hecho entretenido y que me ha parecido, como comentan los demás compis, estar viéndolo como si fuera una película.

Conclusión: la historia no está mal, pero la forma es terrible.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XIII - Condenado

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Abusa un tanto de estereotipos y los personajes son algo planos, sin matices, a pesar de lo cual, la historia tiene su curro detrás. Eso sí, tengo la ligera impresión de que hace falta un poco más de espacio para desarrollarla, por lo que, en caso de que hubiese sido mía, tal vez hubiera optado por lo que te sugieren más arriba: centrarme en una escena o un capítulo de la vida del prota en lugar de contar la película entera.

Estoy dando una primera vuelta a los relatos, así que seguro que vuelvo más adelante a decir más tonterías, :hola:.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XIII - Condenado

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Berlín escribió:Conclusión: la historia no está mal, pero la forma es terrible.
Lo realmente terrible, Ber, es conocerte y no besarte.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Fernweh
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Re: CP XIII - Condenado

Mensaje por Fernweh »

¡Hola, autor/a!

Desde luego, el tema de la puntuación te ha jugado una mala pasada. Creo que algunos de los errores han sido despistes por haber escrito muy deprisa y sin pararte a releer ni dar un serio repaso en busca de fallos, como por ejemplo en este fragmento:
Un maldito día, pasados ya ocho meses desde mí llegada a la prisión, y por fin de vuelta de la enfermería, donde tuve que pasar una temporada a cuenta de una puñalada que recibí en una reyerta con los violadores del joven Will. Desde ese mismo día ya nos les quedarían más ganas de abusar del muchacho. Alguien se me acercó en el comedor y puso en mi bandeja una pequeña bolsa de color claro junto a las patatas de ración.
La frase azul la dejas sin terminar porque te entretienes hablando de otras cosas. En la frase verde haces un inciso sobre algo de la frase azul, y al fin, en la frase roja, parece que quieres dar fin a esa primera frase que empezaba con "Un maldito día..."
Seguro que, de haberla releído, te habrías dado cuenta.
Veo más cosillas, pero no te quiero saturar.
y es que cuando la fatalidad te acecha, aun siendo consciente de ello, como la presa que se sabe observada por el depredador y siempre guarda cierto grado de ilusión de que logrará huir a tiempo del peligro.
Aquí igual, dejas la frase sin terminar. Cuando la felicidad te acecha, ¿qué es lo que ocurre? Otra vez, falta de repaso.

Otros fallos creo que los tienes más arraigados, como cuando separas por una coma el sujeto del verbo (cuando el sujeto es muy largo a mí también se me cuela a veces ese fallo :silbando: ).

Pero, aparte de la puntuación, creo que tu relato tiene otras cosillas que hacen que no fluya del todo, como por ejemplo, redundancias, explicaciones innecesarias para el desarrollo de la historia (la mayoría porque se sobreentienden, y otras porque realmente no aportan mucho), o adelantarnos cosas que van a pasar quitando tensión al relato (esto a veces es bueno, pero luego hay que saber jugar mucho con la tensión del ¿cómo pasará?)

Pero, igual que he dicho antes, muchos de esos detalles se te han colado por haber escrito deprisa y sin repasar, o repasando sólo una vez y nada más terminar de escribir, cuando aún se hace difícil ver los fallos porque tenemos la idea de lo que hemos querido transmitir demasiado reciente en nuestra cabeza, y nos ciega.

Todo esto te lo digo porque creo que, puliendo un poco tu prosa, podrías captar mucho mejor la atención del lector, y porque me recuerdas mucho a mí las primeras veces que me puse a escribir y me gustaría hacer por ti lo que otros hicieron por mí al señalarme ciertos errores.
Sólo si quieres, cuando se conozcan la autorías, me comprometo a ir frase por frase explicándote dónde veo esos detalles de los que te he hablado y demás cosillas... Ya me dirás. Aunque no soy ninguna profesional y sigo cometiendo fallos a diestro y siniestro, creo que podría ayudarte en algunas cosas.
Por otro lado, la trama es muy similar a otras que ya he visto en algunas películas, series... Me suelen gustar mucho las historias que transcurren en cárceles, pero esta la he visto un poco básica :roll: .

Resumiendo: Le falta trabajo, pero sólo por recordarme mi forma de escribir en mis comienzos, te has ganado este abrazo :60:.

Y así me hallo tras leer tu relato :petting: (yo soy el bicho verde).
¡Mucha suerte en las votaciones!
«El futuro es más ligero que el pasado, y los sueños pesan menos que la experiencia porque la vida no vivida es más leve, tan leve.»
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Isma
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Re: CP XIII - Condenado

Mensaje por Isma »

:hola:

La verdad por delante: no me ha gustado. Por qué, quizás por el tema, o quizás porque la voz del protagonista se ajusta al cliché del tipo duro. Al lector le gustan enfoques nuevos, personajes que se salen del guión. No necesariamente original, pero sí diferente. De eso aprendemos.

Los compañeros te han indicado temas formales y de puntuación. Yo he marcado alguno en el archivo adjunto. Así que voy a comentarte cosas distintas.

Tómate como ejercicio acabar con las frases hechas. Es divertido, obliga a pensar en maneras alternativas de decir algo, nos empuja y nos motiva. Y generalmente solemos encontrar una forma nueva y más divertida de decirlo. Es un caramelo oculto.

Corta. Piensa si algo realmente aporta información valiosa al lector. De acuerdo, todo aporta información. Pero piensa en los diálogos. Si es una conversación más o menos trivial, cárgatela. Haz como con las frases hechas: busca otra manera de transmitir lo mismo. Reta al lector, no intentes dárselo mascado.

Ten muy clara la personalidad del protagonista. En este caso, en el que narras en primera persona, yo interpreto que se engaña a sí mismo. Se ve como un pobre hombre arrastrado hacia el mal, y sin embargo no le importa matar, eso sí, siempre que no sea alguien honesto. Jua jua. Te propongo un diagrama, una tabla de dos por dos. En cada casilla: qué sabe el prota de sí mismo que no sabe nadie más; qué saben los demás y el prota de sí mismo; qué saben los demás que no sabe el prota; y qué no saben ni los demás ni el prota de sí mismo (por ejemplo, el prota no sabe cómo va a reaccionar ante determinada situación). Mantente enfocado en eso. Y deja claro el cambio en caso de que se produzca.

Por la parte buena, pese a todo lo del tema formal, yo intuyo que hay un considerable esfuerzo detrás. Guiones de diálogo, acotaciones, comillas angulares ¡sííí!. Y eso se nota.

¡Suerte!

Aquí te pongo el relato comentado de mi puño y letra (con estas reglas de interpretación que comentaba en el foro general).
-> Condenado (comentarios Isma)
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Megan
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Re: CP XIII - Condenado

Mensaje por Megan »

Está muy bien. Coincido en que parece una película muy repetida,
pero la hiciste con buen tino de principio a fin.
Hay algunos errores de ortografía que un buen corrector hubiera eliminado.
Y estoy de acuerdo en tener cuidado con las puntuaciones, sobre todo en la primer frase.

A pesar de esto, autor/a me gustó tu relato.

Mucha suerte y gracias por compartirlo :D
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Nínive
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Re: CP XIII - Condenado

Mensaje por Nínive »

La historia me resulta una concatenación de hechos sin que las motivaciones del protagonista me resulten demasiado creíbles... Es decir su evolución no me la creo. Es la típica de las pelis americanas, pero creo que en un relato hay que darle más profundidad, más capas...
Por otra parte, la narración en primera persona y que los hechos vayan sucediéndose sin que haya ninguna ruptura, hace que leerlo se haya un pelín pesado.
Autor, creo que debes desnelenarte un poquito más y ofrecernos personajes que podamos sentir de carne y hueso, con los que podamos identificarnos en algún momento o situación.
Sobre la puntuación ya te han dicho mucho. Yo quiero que trabajes el quién y el porqué, ¿vale?

¡Ala! ¡A seguir escribiendo! :60:
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Meiko
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Re: CP XIII - Condenado

Mensaje por Meiko »

Vale, tranquilo, no voy a repetir lo mismo sobre el apartado técnico, ya lo sabes además. Seguro que te has torturado a ti mismo con el tema.

Mira, no estés triste, son las prisas seguro. Has escrito decenas de relatos mejores y lo volverás a hacer en el futuro, no te preocupes por un bache :wink:

El tema a mí no me gusta, pero ya sabéis que son gustos personales así que no me lo tomes en cuenta. Si fuera un cerebrito que aprovecha su ingenio para librarse de los tipos violentos que valoran a las personas por su fortaleza física me llamaría más la atención. Pero entiendo el objetivo, demostrar que una persona normal puede acabar degenerando en un monstruo bajo determinadas circunstancias. El mensaje sí me atrae, que lo sepas, sólo que yo creo que tu protagonista ya apuntaba maneras antes de la cárcel :lol:

Gracias por compartirlo y por estar ahí, mucho ánimo :60: :beso:
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Achocthulhu
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Re: CP XIII - Condenado

Mensaje por Achocthulhu »

Hola autor, autora. El relato aunque esta lejos de ser una condena leerlo, me ha aburrido un poco, lo veo tipico y no ha hecho que me meta en la trama, lo siento, quizas yo sea el culpable. Suerte en las votaciones.
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