CP XIII - La hora azul - Meiko (1° Jur) (3° Pop)

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CP XIII - La hora azul - Meiko (1° Jur) (3° Pop)

Mensaje por lucia »

LA HORA AZUL

*************
Mi amada Kátenka

Hoy en la recepción del príncipe S. tocaste de forma magistral nuestra canción. ¡Cuánto me ha costado no besarte allí mismo! Me angustian las horas en las que el amor debe soportar la espera de la sensualidad, me duele limitar a esta correspondencia nuestra estancia en Pyatigorsk. Pero me miraste desde el piano y tus ojos me llenaron de esperanza. ¡No dejes de mirarme nunca, nunca, nunca!

Siempre tuyo, Aliosha
*************


La hora azul avanza entre las cumbres desterrando la penumbra al límite entre la maleza y la arboleda. No comprendo cómo es posible matar o morir con el sabor de sus besos aún en mis labios, es un contraste irreal. Todavía no asoma el sol sobre las ramas pero ya se distinguen contornos y rostros en este pequeño claro del bosque.

—¿Es realmente necesario? —le digo con un temblor.

—No hay otro remedio Alekséi, nunca debiste escribir aquella horrible nota a mi Katerina Vasílieva. Debo restaurar el honor de mi apellido.

—La visibilidad ya es buena —interrumpe Sokolóv entregándonos las armas cargadas. Le veo contar con cuidado la distancia, quince pasos exactos. Marca las posiciones haciendo sendos surcos en el suelo. Es un hombre firme y ecuánime, por eso desistí de elegir un padrino. Mejor que no haya más personas al tanto de este asunto.

Mis ojos se elevan a ese azul profundo que se va difuminando cada vez más en la luminosa blancura del alba. La pistola tiene un tacto frío en mi mano, tiene el mango de caoba con finos adornos en plata. Me sorprende el contraste entre esta situación, tan tensa y solemne, y los cánticos alegres de los pájaros colmando el cielo. El aire huele fresco y las montañas se elevan en el horizonte. Se alzan sobre nosotros, ¡qué pequeños somos los humanos y nuestros problemas frente a su grandeza!

Sokolóv da la señal, el primer disparo es para Piotr en calidad de ofendido. No puedo hacer nada, sólo desear que falle. Él apunta, tiemblo, me mira desafiante, le miro temeroso. Voy a morir, se deshilachará mi alma en el viento del Cáucaso. ¿Qué puedo hacer?

Se oye un ruido y un inmenso dolor recorre mi cuerpo, me abrasa desde el estómago. Me ha dado, tiemblan mis piernas, me dejo caer, noto la tierra húmeda de rocío entre mis dedos. Me duele el abdomen, brota la sangre, densa y caliente, corre desbocada escapándose de mí, se ennegrece el universo entero alrededor. La vista se nubla, la cabeza palpita, el mundo zozobra. Cierro los ojos, me asedia la inconsciencia. Esto debe ser la muerte. Y siento latir el tiempo, la oscuridad, el cielo cobalto, el blanco amanecer, el alba que no llega, la hora azul, la noche, el grito que nace, que crece, que aprieta…

—¡Kátenka!

Y al filo de la desesperación despierto. Miro las cortinas de terciopelo, el escritorio lacado, la lámpara de aceite, el espejo en la pared, la alfombra, la hermosa cama con dosel de mi dormitorio. Y ella a mi lado, preocupándose por mí. Me palpo nervioso, frenético. No encuentro herida alguna.

—Oh Aliosha, ¡soñabas! Ardes, tienes fiebre. ¿Es por el duelo?

¿Soñaba? Sí, claro, yo estaba aquí con ella. Recuerdo el frufrú del vestido de tafetán al caer desmayado en su océano de lazos y encajes. Recuerdo el polisón, las enaguas, el corsé, las medias caladas, la blanca piel reluciendo triunfante bajo la atrevida luz de la luna, el olor a almizcle de su nuca, el delirio de su voluptuosidad…

Pero el duelo… Cierto, es hoy. Piotr encontró aquella nota en un tomo de Pushkin. Creo que es el único libro que ha abierto en su vida. Un capricho del destino, supongo. Por eso ella accedió a venir aquí, por si fuera la última vez. Me niego a aceptar esa posibilidad. Mi ropa reposa en la butaca de calicó y rebusco en los bolsillos con ansiedad. Sí, aquí está la carta:

*************
Alekséi Verjovenski

Exijo una satisfacción por la ofensa recibida. Mañana, al amanecer. Puedes discutir los detalles con Pável Sokolóv a la entrega de esta misiva.

Piotr Vasíliev
*************


Miro por la ventana. Los tonos índigos ya se extienden por el horizonte rompiendo la oscuridad nocturna. Vuelvo al calor del colchón y aparto la sábana que separa su cuerpo del mío. Sólo quiero volver a perderme en sus brazos, en la pasión, en el goce que llena de música el alma y de brillo las miradas.

Apenas salgo del dormitorio me encuentro ya en el bosque sin saber cómo, tan febril estoy. Vibra aún en mi piel el tacto de sus labios. Me parece extraño poder morir con esta sensación, con el latido del corazón pletórico de vida. Y les veo en el claro, están esperando. Oh, el duelo, el duelo…

—¿Es realmente necesario?

—No hay otro remedio Alekséi, nunca debiste escribir aquella horrible nota a mi Katerina…

Pero no escucho más, ya me ha dado esa respuesta. Una vez, en un sueño. Qué previsible es.

—La visibilidad ya es buena —interrumpe Sokolóv.

Otra coincidencia. No, no puede serlo. Se mueven igual, hacen los mismos gestos, las mismas marcas en el suelo tras contar los pasos. Tengo la pistola en mi mano, el tacto frío, el mango de madera, los detalles en plata, ¡todo es idéntico! Y sé cómo acaba esto, debo impedirlo.

—¡Al diablo el honor! No quiero batirme en duelo contigo, llámame cobarde si te place.

Arrojo mi arma a los pies de Piotr. Él la recoge del suelo y me mira atónito. Me giro y echo andar en dirección a la arboleda. Sólo he dado un par de pasos cuando oigo el ruido del disparo. Caigo sorprendido, traspasado por una punzada infinita, por mi incredulidad. ¿Cómo ha podido dispararme por la espalda sin enfrentar mi mirada? Intento hablar y no puedo emitir palabra, sólo sale de mí una bocanada de sangre caliente. Y otra vez el dolor, intenso, inmenso, la tierra mojada, el amanecer que no llega, el horizonte azulado, la noche negra, el reloj que va, que vuelve, que oscila, la vida que se escapa… ¡No!, que se retiene, y sin saber cómo el grito que al fin sale, el nombre que llena mi mente:

—¡Kátenka!

Y palpito, bañado en sudor, vivo, jadeante. No puede ser, no puede ser. Ante mí languidecen las cortinas bajo la cálida luz de la lámpara de aceite, brilla el espejo, extiende su sombra la cama con dosel.

—Oh Aliosha, ¡soñabas! Ardes, tienes fiebre. ¿Es por el duelo?

¿Soñaba? Pero he muerto…. Primero soñé, y luego morí, o morí dos veces, y ahora sueño. ¿Y si esto es el cielo? Un cielo de bordados, sábanas y lubricidad. El vestido está abandonado en la alfombra, herido en su caos de encajes y lazos, mi ropa en la butaca de calicó.

—¡Huyamos! —le digo—. Vayamos a otro país, amémonos, seamos libres.

Y ella apenas contesta, enhebra despacio posibles contratiempos. Tiene dudas al respecto. Se acerca a mí con dulzura, susurrando. Y de nuevo la carne se abre paso entre la tela, arde la fiebre, se enredan los cuerpos, se aman las almas, nacen los besos, crece el bosque alrededor, las ramas tocando el techo, las paredes que caen, cantan los pájaros, el olor del rocío, las cumbres que hablan, que me gritan, y el duelo. ¿Cómo paro este bucle? No sé si estoy dentro o fuera del tiempo. No sé si estoy encerrado en mi propia fantasía, atrapado en la hora azul, en una pesadilla que se rompe, se deforma y se contrae.

Y pruebo otra vez:

—He cambiado de opinión: ¡quiero un padrino! Aplacemos el duelo.

Piotr se niega y dispara. Vuelve a matarme, ¿por qué nunca falla?

—¡Kátenka, huyamos!

Vivo entre el éxtasis de imaginar que su corazón es mío y el miedo de que no sea así.

Puedo hacerlo mejor:

Disparo a Piotr antes de la señal. Sokolóv también tiene una pistola cargada y me mata. Tomo nota.

—¡Kátenka, deprisa, vámonos!

Su voz… Su tono dulce, melódico. Me hechiza hasta cuando sus respuestas son evasivas.

Vuelvo a probar:

—Sokolóv, sé que tienes un arma, ¡tramposo, idiota! ¿Acaso esperas poder cortejar a Katerina Vasílieva si yo muero?

No sé cuál de los dos dispara primero pero ambos lo hacen. Uno de ellos me da en un ojo, el dolor es insoportable. ¿Por qué no me acostumbro al sufrimiento?

—¡Kátenka, huyamos! No hay otra forma, lo cantan los pájaros, ¡lo dice la luna!

No se decide, piensa y piensa. ¿Por qué duda tanto?

Y otra vez:

—Piotr, ¡imbécil! ¿Sabes lo que duele una bala?

Corro campo a través, me escondo entre los matorrales. Me siguen, me encuentran, me matan.

—¡Kátenka! Tenemos que huir, ¡ahora!, antes de que amanezca.

Mi amada es azul. Es incertidumbre, nostalgia y tristeza; como el horizonte, como el preludio del amanecer que nunca llega.

Y otra más:

—Piotr, ¿puedes darte prisa? Tengo una cita con tu esposa y quisiera ser puntual.

Me mata… ¿acaso lo dudaba? ¿Por qué he dicho eso?

—¡Kátenka! Huye conmigo, aquí me condenas a la muerte… ¡No!, al infierno.

¿Qué siente su corazón por mí? No puede reducirse sólo al placer inmediato y efímero.

Intento sin éxito prolongar el rato a su lado porque sé que al mínimo descuido trepa la maleza sobre la alfombra y la habitación se torna monte, y allí siempre muero. Muero diez, cien, mil veces, para volver a perderme en ella, en su piel de marfil. Para poder decirle que la amo, que huya conmigo, que rompa esta maldición. No funciona disparar a ninguno de los dos porque me mata el otro, yo no tengo pólvora ni tiempo para volver a cargar el arma. No funciona huir ni esconderse… ¡Hasta me he caído por un barranco corriendo campo a través! ¿Cuántas veces puedo remodelar mi propia agonía? Está claro que no salgo con vida de este maldito bosque.

Siento que la arboleda se transforma, la sangre se evapora, la ropa se pierde, crecen tabiques y cortinas de terciopelo, se oscurece el cielo, el escritorio lacado brota de la hojarasca ante mis ojos. Y veo a alguien con mi traje puesto que se asoma a la puerta entre abierta del dormitorio. Al otro lado están las cumbres, los árboles, el horizonte, el duelo. Miro atónito, ¿me estoy volviendo loco?

—¡Eres yo! ¿Vuelves al bosque?

—Imbécil, ¡cómo me avergüenza ser tú! ¡Vete ya solo de Pyatigorsk!

—No iré a ningún sitio sin ella, no volveré a San Petersburgo.

—¡Pues resígnate a la muerte! —iracundo, saca del bolsillo la carta de Piotr y me la muestra con desprecio. Me veo obligado a leerla:

*************
Alekséi Verjovenski

Exijo que mueras de una maldita vez. ¿Sabes lo tedioso que es matarte tantas veces para nada? Repórtate y deja de jugar con el tiempo y la razón, resulta de todo punto indecoroso.

Piotr Vasíliev
*************


¿Qué ocurre? Es la misma letra, el mismo papel satinado. Pero es imposible, la nota original se escribió en otra época, en otra dimensión, en un lugar donde todo tenía aún significado. ¿Se altera más mi reducido mundo? Tal vez sólo yo siga enganchado en este instante, deformando el mismo recuerdo en algún lugar del espacio en el que todo sucede ahora, desde siempre y para siempre. ¿Existirá aún el universo fuera de mí? ¿Habrá quien perciba la realidad de forma lineal? Y si es así, ¿me echará alguien de menos después de todo?

La brisa huele a humedad, huele a almizcle, a pólvora y a rocío. Mi otro yo me grita desde el umbral de la puerta:

—¿Cuánto más estaremos aquí por tu culpa? La aguja del reloj va y vuelve, recorre siempre el mismo tramo. ¡Ríndete, abandona, renuncia a ella!

La señala con un gesto brusco. Está hermosa, apenas cubierta por la sábana, con sus cabellos negros desordenados y los grandes ojos castaños mirándome. Permanece quieta, lejana pese a la proximidad, con un gracioso mohín estático en su gesto. Me siento como si mirara su retrato, como si no pudiera siquiera rozarla, como si fuera ilusión irreal, sueño, pálida estatua.

No, no puedo renunciar a ella. No sé cómo, pero tengo en mis manos la pistola. Noto el tacto del mango de caoba con filigranas de plata. Junto a la ventana veo el espejo que me refleja, que le refleja a él que soy yo. Y disparo. Ninguna parte de mí debería desistir de su amor.

La fiebre me vence, le doy, me doy, sangro, crece el dolor, arden las mejillas, ella me habla, las lágrimas ruedan, el mundo gira, la hora azul, azul y blanca y, de repente, negra; los montes gritando, los cuerpos buscándose, el viento silbando, el vestido de tafetán, el duelo, la butaca, el olor a pólvora, el escritorio lacado, la tierra húmeda bajo mis manos…

Puedo convencerla, estoy seguro. Las fronteras no existen. El tiempo no es nada, el espacio se contrae en un único punto. Somos eternos. Y corro, beso, disparo, vivo, sufro, hablo, muero, amo, ruego…

—¡Huyamos, Kátenka! ¡Huyamos antes de que amanezca! Podemos irnos lejos, sabes que siempre podemos… ¡Lo dicen las montañas!
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prófugo
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Re: CP XIII - La hora azul

Mensaje por prófugo »

Estimado(a) autor(a):

Hermoso e interesante relato :-)

Está muy bien escrito y cuentas con mi complicidad. Me encantan las lecturas ambientadas en Rusia y esta, aunque pudiera haberse desarrollado en otro lugar, contar con nombres como Aliosha (aún recuerdo a Los hermanos Karamázov), Piotr y Katerina les da, a mi gusto, un punto de sal exquisito.

Interesante la hora azul...ese bucle al que siempre retorna Aliosha buscando huir con su amada y salvarse de ser asesinado por Piotr o por Sokolóv.

Esto de los espacios en el tiempo y dimensiones diferentes me cuesta siempre entenderlo pero es algo que también me llama mucho la atención...aunque quizás sea todo tan simple como el miedo y el delirio que sufre Aliosha con su fiebre y la posibilidad de morir...muerte esta que esta descubriendo decenas y decenas de veces en sus "sueños" sin dolor. Aunque la siguiente carta escrita por Piotr no sé si asociarla a sus delirios o a una realidad y de ahí lo de los espacios y dimensiones diferentes.

A ver..que me estoy haciendo un lío :-) Mira, me ha encantado tu relato y, sin duda, llevará puntos de mi parte. Escribes de lujo :60:
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raumat
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Re: CP XIII - La hora azul

Mensaje por raumat »

Este Alekséi tenía más vidas que un gato... :lol: Qué digo un gato... más vidas que una gatería entera... :lol:
Debían de ser los polvos mágicos de Katerina... que le insuflaban nueva vida... :mrgreen:
Un relato original, curioso y divertido. Bien escrito, también.
Me ha gustado. Buen trabajo.
Gracias al autor por compartirlo y suerte en el concurso.
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Mario Cavara
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Re: CP XIII - La hora azul

Mensaje por Mario Cavara »

Pese a que la trama es bastante confusa, con esos vaivenes espacio temporales que, la verdad sea dicha, no quedan suficientemente bien explicados, el relato tiene fuerza y se desarrolla con solvencia. La prosa es dinámica y el lenguaje consigue por momentos dibujar bellas estampas, algunas de gran expresividad estética, otras de encomiable profundidad.

Por otro lado, el relato en sí tiene un cierto regusto a “Los hermanos Karamazov”, ya sea porque se desarrolla en tierras rusas, ya por la vehemencia de sus personajes, ya por ese Aliosha que da nombre a uno de ellos. Es evidente que para quienes somos devotos del gran Dostoievsky, esto nos genera una sugestiva complicidad.

Hay momentos, como dije antes, de suma brillantez, como ese “No comprendo cómo es posible matar o morir con el sabor de sus besos aún en mis labios, es un contraste irreal”. Además de bella, es una frase contundente que muestra una brutal dicotomía entre el temor y el amor, entre esos labios impregnados de dulzura por los besos de la amada y la acre presencia cercana de la muerte.

Mis ojos se elevan a ese azul profundo que se va difuminando cada vez más en la luminosa blancura del alba”. Ni que decir tiene que el lector agradece y disfruta de estas pinceladas poéticas, no en vano la imaginación se complace en recrear con fruición este tipo de escenarios con la palabra dibujados.

También el autor consigue dibujar con acierto esos momentos que preceden a la muerte, asociados a dolor, desesperanza, oscuridad y pánico.

En suma, un relato bien desarrollado donde el barniz poético consigue que el lector sea condescendiente y pase por alto esa confusión que la discontinuidad temporal provoca. Mis más sinceras felicitaciones para el autor o autora.
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ACLIAMANTA
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Re: CP XIII - La hora azul

Mensaje por ACLIAMANTA »

Me gustaron mucho el título y la idea central.
Me pareció muy original, bien escrito, con expresiones bellas y poéticas y, como el mundo de los sueños, algo complicado de entender con una sola lectura pero no por eso menos interesante.
Espero volver sobre esta historia a la hora de puntuar.
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Megan
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Re: CP XIII - La hora azul

Mensaje por Megan »

Es una historia dulce, pero hay aspectos que la hacen un poco compleja.
De todas formas me gustó, pero creo que voy por una segunda lectura
para entender lo que falta.

Mucha suerte y gracias por compartirla :D
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Berlín
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Re: CP XIII - La hora azul

Mensaje por Berlín »

:cunao: No he podido evitar acordarme de esto:



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Berlín
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Re: CP XIII - La hora azul

Mensaje por Berlín »

Bah, autor, ya vendrán los sesudos a encontrar los fallos. Yo ando a caballo entre la belleza de las imágenes y las carcajadas que me has regalado. Ni una pega y te colocas muy arriba en mi lista.


¿Te acostumbraste ya al dolor Aliosha? Un gran trabajo, te felicito, marmota.
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Fernweh
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Re: CP XIII - La hora azul

Mensaje por Fernweh »

¡Hola, autor/a!

Leí tu relato anoche y me dejó en shock. No sabía muy bien cómo interpretarlo, pero encontré muchas cosas que me gustaron y algo me decía que acababa de leer un gran relato al que no había podido sacar todo su jugo a causa del sueño que ya se iba apoderando de mí.
Lo acabo de leer de nuevo y no me equivocaba. ¡Vaya pedazo de relato te has currado! Parece una ida de olla constante, pero se nota que tú tenías muy clara la idea que querías transmitir. Quizá a mí no me haya llegado con tanta claridad y haya interpretado algo que nada tenga que ver con tu idea, pero en todo caso eso es sólo culpa mía. Allá voy con la locura que has despertado en mí:

Ese bucle en el que vive Alekséi es su infierno personal al darse cuenta de que Kátenka no le quiere de la forma en la que a él le gustaría. Que para ella sólo es un entretenimiento. La tiene ahí a su lado, disfruta de sus caricias y sus besos, pero a ella parece darle igual que tenga que enfrentarse al duelo, incluso parece divertirle. Él se da cuenta cuando, por miedo a perder la vida (y con ello no volver a verla), le pide que lo acompañe en la huída, pues no hay huída posible si ella no va con él. Y ella se niega. Está claro que no lo ama, pero él se empeña en seguir intentándolo, muriendo cada vez que una punzada dentro de él le muestra la terrible verdad. Intenta camuflarlo, intenta convencerla de mil formas sin resultado alguno, e intenta convencerse a sí mismo de que ella lo ama.
Pero algo dentro de él se rebela y le muestra la verdad ante sus narices, y es cuando él dispara a ese alter ego porque no soporta que haya ni una minúscula parte de él que dude de ese amor ni tampoco tolera que lo inste a huir sin llevar a su amada con él.
Incluso... ¿puede que no exista más duelo que el suyo, el que tiene internamente con esa parte de él que le muestra la verdad? Y así seguirá, atrapado en esa hora azul hasta que al fin consiga liberarse de esa mentira, de esa esperanza de que ella lo ame... aunque ello signifique su muerte.

Y lo de la hora azul... ¿Es porque es el momento que viene tras la hora dorada? ¿Ese momento lleno de luces cálidas y agradables (mientras está con ella en la cama) que dan paso al frío y despiadado azul que le muestra la verdad?

Bueno, fuera de esta singular interpretación mía, el relato está lleno de imágenes muy potentes, de descripciones bellísimas, de sensaciones muy vívidas (he sentido todos y cada uno de los disparos, cada sonido, cada olor...), y me has arrastrado a ese bucle, a esa pesadilla, a ese no parar de rogar, sentir, morir, disparar, besar, amar, sufrir...

Luego vendrás y me dirás que en realidad te has inspirado en la canción "Bartolo tenía una flauta con un agujero sólo, y a todos daba la lata con la flauta de Bartolo tenía una flauta...", y yo haré así :icon_mutis:.

Pero sea como sea, como siempre digo, si tu versión no me convence más que la mía, con la mía me quedaré :mrgreen:.

Resumiendo: Que me ha encantado tu relato (o la ida de olla que me he imaginado leyéndolo).

Y así me hallo tras leer tu relato :marie_bow: :eusa_clap: :hipnotizado: :loco: :marie_bow:

¡Mucha suerte en las votaciones!
Última edición por Fernweh el 29 Abr 2018 06:14, editado 3 veces en total.
«El futuro es más ligero que el pasado, y los sueños pesan menos que la experiencia porque la vida no vivida es más leve, tan leve.»
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Fernweh
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Re: CP XIII - La hora azul

Mensaje por Fernweh »

Berlín escribió::cunao: No he podido evitar acordarme de esto:



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¡Totalmente! :meparto:
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Berlín
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Re: CP XIII - La hora azul

Mensaje por Berlín »

Fern, está entre esa escena de Los inmortales y Atrapado en el tiempo (el dia de la marmota) . :cunao:
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Sinkim
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Re: CP XIII - La hora azul

Mensaje por Sinkim »

Me encantan estas historias de bucles temporales :lol: Un relato magnífico, autor, y además con un toque de humor muy acertado :lol: :lol: ¡Felicidades! :60:

No sabe nada el protagonista, esa sí que es una buena manera de empezar el día y no la de Bill Murray en "Atrapado en el tiempo" :cunao:

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Genial ese vídeo, Berlín, aunque también podría haber valido éste, a partir del 3:10 :cunao: :cunao:


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"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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Berlín
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Re: CP XIII - La hora azul

Mensaje por Berlín »

Jajajajaj dragoncillo, no recordaba esa escena y se ajusta más si cabe. ¡Qué grande! Y sale Santiago Segura!

En fin, un relato magnífico. :60:
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XIII - La hora azul

Mensaje por Tolomew Dewhust »

El relato es un 10. Primero porque la idea es muy buena y segundo porque está ejecutado a la perfección.

Entonces solo puedo hacer dos cosas: reconocerlo y felicitarte (y por supuesto darte todos los puntos que tenga sin asignar).

Lo he disfrutado la primera y más la segunda vez. Me he reído y me has embelesado con tu pulcra narración, que es más afilada que el bisturí de Dexter. Como pasa con todo lo que tiene que ver con las entretelas, pellizquito, lo que se dice pellizquito no he sentido, así que en lugar de primero estarás tal vez tercero, tal vez cuarto (lo digo por no llevar a engaño a nadie).

Ahora, que el relato es de 10 está clarísimo.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XIII - La hora azul

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Te estaría mintiendo (y engañándome a mí mismo) si no te dijera que el encontrar semejanzas entre un relato y algo ya conocido (otro relato, una novela, una película... cualquier escena o anuncio de tv) a mí me supone un ligerísimo desengaño. Pero de esto, que es únicamente problema mio, ya se está ocupando mi psiquiatra. Además, que el año pasado ya leí a un colega forero decir que está por encima de esto y que él escribe lo que le apetece, sin miramientos de este tipo... y creo que hace bien (y te aseguro que yo voy por el mismo camino... si no, aguarda a leer lo que traigo el año que viene).
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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