CP XIII - La sonrisa de la luna - Nínive (3° Jur)

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CP XIII - La sonrisa de la luna - Nínive (3° Jur)

Mensaje por lucia »

La sonrisa de la luna

Los pies descalzos hicieron crujir la hierba y el frío ascendió en espiral por sus pantorrillas. Saltaba bordeando el camino marcado por los pasos de otros muchos. Apoyó el peso en una pierna y dio una vuelta completa, canturreando con la voz rota: «Niño de azul, niño de azul, entra por la ventana. Elige a una pareja y baila».
Aferró la cadena del columpio y con un pequeño impulso se sentó. Miró hacia el edificio del que había salido, parpadeó y comenzó a balancearse suavemente. Al principio, con las plantas apoyadas en el suelo de tierra, encogía y estiraba los dedos, removía el poso de años de juegos infantiles. 
La oscuridad emanaba de la casa por cada hueco abierto en la madera: los cuadrados de las ventanas sin cerrar, la puerta entreabierta, las grietas entre los tablones vencidos por el tiempo. Era un negro profundo y denso, viscoso como lenguas de petróleo que se hubieran ido derramando lentamente, escapándose de un yacimiento aún ignoto.
La silueta se recortaba contra el aura pálida del cielo cubierto de estrellas y, solo tras una de las ventanas, una luz anaranjada temblaba, fuera de lugar.
Miró hacia delante y levantó el rostro ajado hacia la luna llena. Refulgía, redonda y plateada, con una gran sonrisa de suficiencia. Casi podía imaginarse que era mediodía en un mundo en dos colores. Las guedejas de su cabello, áureas, y las palmas de sus manos, negras, y negras las manchas en su camisón de franela.
Levantó los pies y se dio impulso. El columpio la arrancó de la tierra para posarla de nuevo en ella con su vaivén. Un suave balanceo y la casa se ladeó. La luna le rozó la frente un momento y luego se separó. Una y otra vez, cada vez más cerca, cada vez más lejos.
—¿Por qué te ríes? —le preguntó con un mohín de disgusto.

Recordó la misma luna con aquella sonrisa enorme a través del cristal de su ventana. «Tranquila, mi vida, silencio y duerme. Ella te vigilará mientras yo trabajo, siempre la encontrarás en el cielo», le dijo su madre llevándose un dedo a los labios. Sus ojos de niña se abrieron con cada golpe y cada grito que retumbó en las paredes finas desde la parte de abajo. Hubo muchas noches más en las que se quedó al cuidado de la reina del cielo: el motor de un coche anunciaba desde el camino otra visita y otra voz masculina resonaba zalamera o furiosa o suplicante o rabiosa. La de su madre se agitaba en suspiros rítmicos, a veces de dolor, otras como si se le escapara la vida en un aullido, y luego el silencio repentino. Otro que se va. Y la cara de la luna mirándola impasible cuando las lágrimas mojaban la almohada, anticipándose al morado de las mejillas que recibirían su beso de buenos días a la mañana siguiente. Una vez se atrevió a preguntar por qué dejaba que le hicieran daño, pero la luz que se apagó tras las pupilas cansadas acalló su boquita, hasta que la muerte silenció para siempre cualquier respuesta de aquella que le dio la vida. Esa vida. 

—Me ayudaste cuando te lo pedí, pero te seguiste riendo de mí. —Le gritó a la esfera brillante. La casa volvió a escorarse, la luz naranja se hizo más intensa tras la ventana y la luna enorme bañó su cuerpo enjuto y gastado. 
Años atrás, cuando ese cuerpo era pleno y su piel brillaba de primavera, esa misma luz plateada se derramaba sobre una cama en la que luchaban dos. Eran batallas fingidas en las que las risas de los amantes eran las que mataban el silencio nocturno. No buscó a la luna cuando recibió la primera promesa de amor, por primera vez se sentía acompañada y llena, pero sí lo hizo cuando las sábanas se enfriaron con la despedida. Una guerra real llamó a su puerta y se llevó lo que más quería. «Tráemelo de vuelta, mantenlo a salvo», rogaba a la señora del cielo acurrucada en el poyete de la ventana y fantaseaba con los pequeños gestos que aún no le había dado tiempo a saborear: un desayuno a destiempo, la primera discusión, contemplar sus párpados hinchados vencidos por el sueño al despertar. Y la luna, como siempre, sonreía. 
Se preguntaría después si ella se limitó a mirar desde arriba cómo caía el cuerpo amado atravesado por una bala perdida, o si le tocó con sus dedos de plata para cerrar el agujero que se abría en su costado. Fue el Vietcong, leyó en aquella carta que le remitió el ejército, pero nunca les creyó. No podía pensar que algún hombre tuviera el deseo de arrebatarle la vida de forma consciente. ¡Ah! Pero su protectora esférica cumplió el deseo que había lanzado desde su ventana día tras días durante quince ciclos completos y se lo trajo de vuelta. Un cuerpo herido y un alma muerta. Supuso que el astro sabría dónde había quedado tendida la esencia de quien la enamoró una vez, mezclada con la sangre y el barro, enterrada quizá bajo los huesos de muchos, porque el que regresó a su lado no era él.
Un impulsó más de sus piernas estiradas y los nudillos se le blanquearon por el esfuerzo de agarrarse a las cadenas heladas. Cada vez más alto. El viento le revolvía los cabellos, separándolos del rostro al avanzar hacia el cielo, convirtiéndolos en una cortina sobre su frente cuando se acercaba a la casa.
—¿Has intentado jugar conmigo durante todos estos años? ¿Es eso? ¿Cuánto valen tus promesas? ¿Cuánto vale la promesa de nadie? ¡Niño de azul! ¿Tienes a tu pareja? ¡Una, dos y tres, cuatro, cinco y seis! ¡Ya la tuve… La tuve! 

Noche tras noche, contemplaba la mengua del arco brillante y cómo se volvía a llenar mientras ella se vaciaba de lágrimas. Cada vez más delgada, más pequeña, más hueca de anhelos, ella esperaba que se le borrara esa sonrisa perpetua que dibujaba el cielo, por una vez. No soportaba que la luna le mirara con ese gesto de superioridad, como si estuviera por encima de los sentimientos que marcaban de arrugas y pozos negros sus ojos ya secos. «La soledad es mala consejera», se dijo. Cuidó a ese cuerpo ausente que le devolvieron los hombres de verde. Le tendió en su cama yerma y abonó su tierra, regó sus palmas, le habló con todo el amor que había guardado para él, por si despertaba, por si prendía de nuevo la vida en su pecho. A veces tenía que atarle al cabecero para que no le hiciera daño cuando despertaba de sus pesadillas de muerte y charlie, de los sueños fríos llamando a maydy. Era entonces cuando intentaba cobrarse su deuda y así, sujeto, cabalgaba sobre él como si nada hubiera ocurrido, como si aún fuera el hombre de su vida. Y él respondía como el hombre que era, pero no la reconocía. Descargaba en su interior el líquido lechoso que parecía la sangre de la luna sonriente que les espiaba tras el cristal, y luego lloraban los dos. Él, perdido en alguna batalla quemada por el napalm; ella, porque se estaba perdiendo a sí misma. Aún esperaba que el calor naciera en su vientre y parir un regalo que oliera a leche y a seda. Pero era tarde para que nada creciera en su interior. Eso sí, la luna volvió a traérselo de vuelta, cuando en el cabello de los dos se enhebraban vetas de plata. Despertó de su guerra. Despertó un monstruo. 
En el cielo, curva blanca de sonrisa perpetua contra la noche; en la habitación; dientes apretados para retener la sangre en la boca por los golpes que el alcohol arrancaba sin querer a su compañero. Eso le aseguraba él cuando pasaba mediodía y la resaca azuzaba su conciencia. «Estoy enfermo, mi vida. Volví del infierno...», le decía mientras acariciaba la mejilla tumefacta que continuaba marchitándose. Y el perdón sonaba igual que la primera bofetada, que la primera hemorragia que se fue por el desagüe, que el último polvo que le robó bajo la luz plateada. 
—Me has visto ¿verdad? Como cada noche... allá... sin hacer nada. Tú solo me sonríes y callas.  

Aquella noche, mientras se ahogaba bajo las sábanas empapadas en ese sudor que sabía a bourbon, la marea se desbordó y rompió el dique de sus recuerdos. Empuñó el arma de doble filo que un día escondió bajo el colchón, por si las pesadillas en las que moraba el hombre que dormía a su lado eran capaces de romper sus ataduras, y cerró los ojos. Volvió a ser niña cuando empujó el cuerpo inerte: rodó sobre ella y quedó tendido en el suelo con un nuevo pliegue borboteante en el cuello. Al principio, ausente, tan solo contempló cómo la sangre se derramaba por la tarima, pero luego se fue quitando capas de dolor. Y cuando se hubo desecho de la última, de la que la separó de su madre sin decirle que la quería, se pintó las mejillas con la sangre caliente y fue indio, pirata y ladrón. Abrió el cajón donde el desconocido que había dormido tantos años junto a ella guardaba el tabaco al que se aficionó en la selva y encendió una cerilla. La tiró sobre la cama con una mueca traviesa y salió para saldar la última cuenta pendiente con su compañera de juegos, desde aquella primera noche en la que su madre la dejó sola en la habitación. «Yo jugaré contigo y siempre sonreiré para ti», le dijo con cascabeles de plata, soplando las nubes a su alrededor.

La casa casi desapareció de su vista con un nuevo impulso del columpio y, cuando regresó, las llamas lamían la madera desde dentro. Las cadenas temblaban por el esfuerzo y el camisón amenazaba con desprenderse de aquel cuerpecillo hecho de huesos y piel, para salir volando. Las puntas de los pies rozaban las estrellas, que se estremecían sin poder moverse. 
—No quiero que me sonrías. No te quiero como amiga. ¡No eres mi amiga!
El fuego rugió y tiñó de naranja el camino, el columpio y el cielo. Un revoloteo pálido se alzó en lo alto como una mariposa nocturna y, un soplido de viento más tarde, el asiento se mecía vacío y la luna se volvió roja.
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Mario Cavara
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Re: CP XIII - La sonrisa de la luna

Mensaje por Mario Cavara »

Admito que me gustó mucho este texto. Está muy bien escrito, con un barniz poético que lo hace, sin duda, merecedor del calificativo literario. Algunas figuras retóricas resultan impactantes, como ese excelente “negro profundo y denso, viscoso como lenguas de petróleo”. También me resultó muy significativa esa imagen de la luna asomándose continuamente en el cielo con “una gran sonrisa de suficiencia” que provoca una dicotomía del mundo en “dos colores”.

En cambio, la frase “Las guedejas de su cabello, áureas, y las palmas de sus manos, negras, y negras las manchas en su camisón de franela”, encerrada entre dos puntos, se me antojó de algún modo truncada.

Los roces de la luna sobre la frente de la protagonista al compás de su balanceo en el columpio se me hicieron también muy poéticos.

En general, ese papel de la luna como espectadora silenciosa, pero a su vez protagonista de todo el relato, confiere a este un halo poético que lo enriquece muchísimo, haciéndolo evolucionar hacia lo sublime.

Más allá de las continuas referencias selenológicas, he gozado con otros momentos del relato, reflejados en estampas tan bien conseguidas como esas risas de los amantes que matan el silencio nocturno, o las vetas plateadas que enhebran el cabello de estos, o las capas de dolor de las que va desprendiéndose la protagonista a medida que corre la sangre de su víctima por la tarima, o esa misma sangre aún caliente con la que esta se pinta las mejillas (aunque, a mi juicio, sobraría el “fue indio, pirata y ladrón”, ya que de golpe rompe el profundo dramatismo de la escena).

También me pareció muy lograda la asociación del semen con la sangre de la luna, si bien, en este concreto punto hubiese sustituido el adjetivo lechoso por otro distinto (tal vez argénteo, o simplemente blanco), tanto por su poca eufonía como por el apunte que, casi a continuación, la narradora hace a la esperanza de parir un regalo que huela a “leche” y seda (demasiada referencia lactosa, en mi opinión).

Otras frases que me resultaron de enorme contundencia fueron la del “cuerpo herido y el alma muerta”, o “la marea se desbordó y rompió el dique de sus recuerdos”, o “las puntas de los pies rozaban las estrellas”, o “el perdón sonaba igual que la primera bofetada, que la primera hemorragia que se fue por el desagüe”. Esta última me habría parecido soberbia de no ser por ese “último polvo que le robó bajo la luz plateada”, que me gustó ya menos, más que nada porque pienso que ese último polvo (algo placentero al fin y al cabo) no casa demasiado bien con la bofetada y la hemorragia que anteceden.

También he detectado alguna que otra aliteración fácilmente subsanable, como en la frase “un impulsó más de sus piernas estiradas y los nudillos se le blanquearon por el esfuerzo de agarrarse a las cadenas heladas”, donde la coincidencia sonora entre “estiradas” y “heladas” podría entenderse un defecto de estilo. No obstante, bastaría para arreglarlo suprimir sin más el “estiradas” (que a mi juicio no aporta nada a la frase) o, en todo caso, optar por “piernas extendidas” o por “frías cadenas”.

Tampoco me han sonado demasiado bien las expresiones con referencias a otras lenguas, como esas “pesadillas de muerte y charlie” o “los sueños fríos llamando a maydy”. Yo lo habría dejado en pesadillas de muerte y sueños fríos, de por sí suficientemente impactantes, sin necesidad de añadidos foráneos que, a mi juicio, deslucen el contenido poético. Pero eso es simplemente una cuestión de gustos y el mío queda de este modo expuesto.

Otra frase que no termina de sonarme bien es esta: “En el cielo, curva blanca de sonrisa perpetua contra la noche; en la habitación; dientes apretados para retener la sangre en la boca por los golpes que el alcohol arrancaba sin querer a su compañero”. La veo incompleta.

La última frase: “Un revoloteo pálido se alzó en lo alto como una mariposa nocturna y, un soplido de viento más tarde, el asiento se mecía vacío y la luna se volvió roja” habría sido más impactante, según yo lo veo, suprimiendo el “en lo alto” (que es un poco pleonasmo) y el soplido de viento, de tal forma que quedase algo así como : “Un revoloteo pálido se alzó como una mariposa nocturna; el asiento se mecía ya vacío y la luna se había vuelto roja”.

En todo caso, mis felicitaciones por este estupendo relato que, como ya he dicho, me ha resultado magnífico, escrito con una sensibilidad que, desde luego, dice muchísimo en favor de su autor o autora. Un fortísimo aplauso :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap:
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Gisso
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Re: CP XIII - La sonrisa de la luna

Mensaje por Gisso »

Una historia poética, triste y cruel, de esas que tanto me gustan a mí. Me encanta como embelleces la narración en algunos momentos duros y tiene unas imágenes estremecedoras a la par de bellas, de esas que se graban en la mente.
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prófugo
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Re: CP XIII - La sonrisa de la luna

Mensaje por prófugo »

Relato poético bonito, triste y melancólico.

Mi lectura ha sido muy superficial...reconozco que me cuesta profundizar y entender mejor este tipo de trabajos...pero lo que leí me ha gustado y me he dejado llevar por tu prosa.

Luego, muy cómodamente, veré los comentarios de otros compañeros..aparte de los de Mario y Gisso...e intentaré entender todo mejor.

Un fuerte abrazo y gracias por compartir con nosotros tan buen relato :60:
Última edición por prófugo el 03 May 2018 14:07, editado 1 vez en total.
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ACLIAMANTA
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Re: CP XIII - La sonrisa de la luna

Mensaje por ACLIAMANTA »

Otra historia dura aunque menos árida que El péndulo, con frases hermosas e imágenes impactantes, muy bien escrita, que deja ver la experiencia del autor en la creación de textos literarios.
Para mi gusto, me riñe un poco el tema con lo poético del relato , empezando por el título, pero sin duda disfruté leyéndolo.
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XIII - La sonrisa de la luna

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Bueeeenaaaaas.

Dos cosas súper breves:

-Cosa uno. No soy sospechoso de nada pues yo acostumbro a escribir de la misma forma que tú. Tal vez más contenido, pero adjetivando mucho (y, a veces, muy bonito). Te voy a decir pues lo mismo que un buen samaritano me dijo last year o tal vez el anterior, que no recuerdo, que en su día me sentó seguro (tampoco lo recuerdo con claridad) como una patada en los cojones pero que ahora agradezco como si me hubiesen echado una bendición: adjetivas demasiado, adjetivas todo, no hace falta poner apellido a cada sustantivo.

He cogido un folio en blanco y un boli azul, y esto es lo que me ha salido: pies descalzos, voz rota, juegos infantiles, negro profundo, yacimiento ignoto, áurea pálida, luz anaranjada, rostro ajado, guedejas áureas, palmas negras, suave balanceo, sonrisa enorme, paredes finas, voz masculina zalamera o furiosa o suplicante o rabiosa, suspiros rítmicos, pupilas cansadas, esfera brillante, luz naranja, luna enorme, cuerpo enjuto y gastado, luz plateada, batallas fingidas, silencio nocturno, guerra real, párpados hinchados, cuerpo amado, bala perdida, dedos de plata, protectora esférica, cuerpo herido, alma muerta, piernas estiradas, cadenas heladas, arco brillante, cuerpo ausente, cama yerma, sueños fríos, líquido lechoso, curva blanca, sonrisa perpetua, dientes apretados, luz plateada, sábanas empapadas, cuerpo inerte, sangre caliente, mueca traviesa, revoloteo pálido y mariposa nocturna.

¿Qué te parece?

Bien, como te decía antes, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Tal como lo veo ahora, de esos cincuenta adjetivos te sobran cuarenta y tantos, porque enfarrangan (esto no existe, ¿verdad?) y además cansan. Para hacerlo bonito, prosa poética, igual hay que echar menos cuenta a la cantidad y sí a su calidad. Lo último lo tiene el texto, y lo primero le sobra, porque hay demasiados adjetivos que, además, son comunes.

Resumiendo: menos es más, y, sobre todo, si, por ejemplo, te inclinas por apellidar a una luz, en lugar de llamarla luz naranja, luz etérea, luz plateada (algo que cualquiera barrunta), dale otra vuelta al asunto y llámala luz capicúa, o luz irrisoria, o luz cuadrada... algo que nos choque.

Cosa dos. El caso es que la historia, limpiándola un poco, pese a lo trágica que resulta, a mí me interesa y me apetece saber cosas de la prota. Resulta que su madre se dedicaba al oficio más antiguo del mundo y la dejaba sola casi cada noche, y luego se enamoró de un muchacho que volvió de aquella manera de la guerra, y que cuando se recuperó de la paranoia al tipo le dio por empinar el codo y abrir la mano... y ella pues le trincha como a un pavo y le mete fuego... y ella parece que también cogió algo de esas brasas... Vamos, que hay una historia currada detrás, por eso mismo pienso que no hace falta rizar además el rizo con la manera de presentarla (manda huevos que diga yo esto... :dragon:.)

Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Berlín
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Re: CP XIII - La sonrisa de la luna

Mensaje por Berlín »

A mi me hubiera gustado un tono más crudo, más amargo, para una historia de este calibre. En mi caso al menos me habría sacudido y emocionado mucho más. Todo el tema de la luna está muy bien, es bonito, pero me cansa. Tenemos a una niña que se quedaba sola mientras su madre vendía su cuerpo para darles de comer. Una niña que oía a su madre trabajar, que veía luego los moratones, que olía tal vez ese olor agrio de su madre que dejaban esos cuerpos pagadores. Luego la guerra, esa guerra le devolvió un amor que no era el que se fue. Le trajo un cascarón roto, amargado, con mil miedos y desilusiones. Y a mi ya no me importaba la luna, ni sus colores, ni sus fases, yo quería más, pero quería otra cosa.

No creas por lo que te cuento que el relato no me ha gustado, que sí, pero es lo que he echado de menos. Un abrazo y suerte.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Sinkim
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Re: CP XIII - La sonrisa de la luna

Mensaje por Sinkim »

Me ha gustado mucho esta historia, bastante dura pero contada tan bellamente que logras disimularlo :lol: Puede que, como dice Tolo, sí que haya demasiados adjetivos pero es algo bastante normal cuando se intenta darle un aire poético y mágico a un texto :lol: Está claro que escribes maravillosamente y que le has dedicado bastante tiempo al relato :D ¡Felicidades! :60:
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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Fernweh
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Re: CP XIII - La sonrisa de la luna

Mensaje por Fernweh »

¡Hola, autor/a!

Sin duda, el relato ha ganado mucho con la segunda lectura. Lo leí ayer y pensé que estaba demasiado recargado, que había demasiada poesía, demasiadas descripciones... y no me enteré muy bien de la trama (también es que me pilló cansada).
Hoy no me he perdido y me ha gustado mucho más, aunque sigo pensando que, para mi gusto, podría haberse escrito un poco más ligero para poder llevarme de la mano sin hacer que me pierda entre tanto adjetivo o tanta frase bañada de poesía.

Las imágenes que narras con la mujer en el columpio son geniales, muy bellas y potentes. También me encanta cómo cuentas la manera en la que, siendo niña, la protagonista ve la vida que lleva su madre. Muy bellas también las imágenes de ese amor en su pleno apogeo, y luego cuando él regresa de la guerra siendo otro y ella intenta hacerle volver a base de cariño. También me gusta mucho la parte del asesinato, la locura de ella, y ese final tan llamativo.
Bueno, es que todas las imágenes tienen su aquel, y todas me gustan, pero he tenido que ir leyendo muy despacito para poder verlas bien claras, siendo consciente de que estaba leyendo un relato, y a mí lo que me más me gusta es que la narración me engulla.
Pero también creo que esto es cuestión de preferencias y a mí, si bien me gusta encontrarme con un lenguaje poético de vez en cuando, un texto creado en base a ese lenguaje se me torna demasiado recargado, y hace que no consiga apreciar bien la belleza de cada frase por separado, porque intentas darles a todas tanto brillo que al final acaban deslumbrándose unas a otras y, lo que es peor, no te dejan apreciar la belleza natural que se esconde detrás de tanto adorno.

Pero, pese a todo, me ha gustado bastante, y te tendré en cuenta para las votaciones.

Resumiendo: Aunque prefiero otros estilos, me has ganado.

Y así me hallo tras leer tu relato :eusa_clap: :402:.

¡Mucha suerte en las votaciones!
«El futuro es más ligero que el pasado, y los sueños pesan menos que la experiencia porque la vida no vivida es más leve, tan leve.»
Marie Luise Kaschnitz
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Nínive
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Re: CP XIII - La sonrisa de la luna

Mensaje por Nínive »

Autor, creo que tu relato es bastante simple. Me explico, es una gran descripción en la cual se van encadenando los recuerdos de la vida de esa mujer, pero no utilizas ningún recurso narrativo para romper el ritmo. Y no hay ninguna vuelta de tuerca. Por eso creo que no te has complicado mucho la vida. Esa falta de recursos narrativos lo intentas compensar con el lenguaje poético e imágenes que intentan ser diferentes.
Creo que es la propia protagonista la que elige ese lenguaje y la poesía para eludir su propia historia. Porque leo que no culpa a nadie de nada, solo a la luna. Una forma de echar balones fuera, desviar su propia realidad de alguna forma. Y así vivir la desgracia mediante la belleza de las imágenes, incluso el asesinato y su propia muerte. Por eso es importante la luna acompañante en toda la narración.
Pero creo que aún te faltan tablas para que todo ese potencial lo utilices de otra diferente: más trasgresora, menos trillada.

Berlín, creo que eso le falta crudeza. Es la mujer la que la obvia.

Tolomew, se nota que no le guardas ningún tipo de rencor a quien te hizo esa crítica. El copiar detalladamente cada adjetivo da fe de ello y ese recuerdo de la patada en los webs, también... :mrgreen:

¡Ala, autor! ¡A seguir escribiendo! :60:
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XIII - La sonrisa de la luna

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Nínive escribió:Tolomew, se nota que no le guardas ningún tipo de rencor a quien te hizo esa crítica. El copiar detalladamente cada adjetivo da fe de ello y ese recuerdo de la patada en los webs, también... :mrgreen:
Tan es así y tanto lo quiero, que tengo a ese forero en mi mesita de noche a modo de muñequito de buenas noches, y nunca me acuesto sin darle un fuerte abrazo...

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Tolomew Dewhust
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Re: CP XIII - La sonrisa de la luna

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Estoy buscando en internet y en youtube por si lo de "Niño de azul" fuese una canción infantil... de momento con resultado negativo. Seguiré informando.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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raumat
Me estoy empezando a viciar
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Re: CP XIII - La sonrisa de la luna

Mensaje por raumat »

A esta chica le pasa de todo... Hija de una madre maltratada... Al marido lo envían a la guerra y vuelve hecho un asquito... Cuando se recupera el colega, se convierte en maltratador y la zurra... Le había tocado la negra a la pobre mujer...
Casi que hizo bien en encender la cerilla, me parece a mí... :shock:
Un relato muy emotivo, un drama total.
Muy bien escrito. Buen trabajo también.
Gracias al autor por compartirlo y suerte en el concurso.
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Onomatopeya
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Re: CP XIII - La sonrisa de la luna

Mensaje por Onomatopeya »

Otro relato más muy bien escrito, casi poético sobre una tragedia, pero ese es su gran problema que ya hay varios. Creo que necesitáis salir un poco más, que os de el aire, pasear por un parque bajo el canto de los pájaros, que os roben un beso (alguien deseado) o que os cojan de la mano :P

Pues eso, voy a revisar mis puntuaciones y bajárselas a todos estos relatos del estilo, que tenían las mejores, hasta que me di cuenta de que había muchos.

Suerte
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Isma
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Re: CP XIII - La sonrisa de la luna

Mensaje por Isma »

:hola:

Desde que lo leí, se me ha pegado la música de aquel Hijo de la luna de Mecano...

He echado en falta en toda la narración algún tipo de enlace más potente entre la luna y la mujer. Porque parece haber un pacto (como en la canción) pero no lo hay: solo esa petición para que el amado volviera de la guerra vivo. Y da la impresión de que el precio de ese pacto es el engaño de un retornado sin alma. Pero eso no explica qué papel tiene la luna en la infancia de la niña: la trama está incompleta. Tampoco me queda nada claro lo del niño azul. Y en el final, después de toda la sangre y la congoja, ¿le dice a la luna que ya no es su amiga? ¿No es una salida un poco infantil?

Por la parte buena, me gustan esos cortes al columpio, aunque quizás esa imagen confunda más que ayude. La mujer que narra no es una niña. Es raro que quiera volver al columpio, una regresión a un pasado que no se nos ha mostrado como puerta de escape, como feliz.

¡Suerte!

Aquí te pongo el relato comentado de mi puño y letra (con estas reglas de interpretación que comentaba en el foro general).
-> La sonrisa de la luna (comentarios Isma)
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