CV6 - El señor Nicolás - Raumat
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CV6 - El señor Nicolás - Raumat
El señor Nicolás
Con los ojos bañados en lágrimas Nicolás se sentó en la vieja silla que tenía en el porche de su casa, no muy lejos de la playa. Hacía tiempo que no lloraba. Más de cinco años, cuando murió su esposa, la mujer con la que había convivido más de tres décadas, la mujer que le devolvió la ilusión por vivir y madre de su único hijo.
A éste no le veía con demasiada frecuencia. Vivía a tres horas de coche, tenía su familia y sus obligaciones, de modo que Nicolás comprendía que sus visitas no fueran muy habituales. Aunque vaya que le gustaría poder disfrutar de sus nietos un poquito más. Pero, ¿qué se le iba a hacer? Con que se encontraran bien de salud y le fueran a ver de vez en cuando se daba por satisfecho. Próximo a la jubilación y sin agobios económicos, disponía de mucho tiempo libre para hacer lo que le viniera en gana. Un rato de lectura, un paseo por la playa, las faenas imprescindibles del hogar y unos apaños al pequeño huerto que rodeaba la casa. Y así, uno tras otro, iban escapando los días con el sereno consentimiento de Nicolás. Ya en el declinar de su vida, se conformaba con disfrutar de esa tranquilidad de la que nunca había gozado en sus años mozos.
Sin hacer demasiados esfuerzos para que amainara el llanto, Nicolás dejó vagar su mirada entre las casitas que rodeaban a la suya. En varias de ellas aún seguían celebrando la noticia. Nicolás supuso que era eso lo que celebraban. Aunque no fuera eso, le reconfortaba pensar que efectivamente lo era. También él lo había festejado. Apenas una hora antes la botella de champán que tenía dispuesta desde hacía mucho tiempo para la ocasión, guardaba todavía en su interior el último chupito. Cuando acabó de rematarla, inmensamente feliz por dentro, Nicolás recogió los restos de la cena y se puso a fregar los platos. No hacía más de diez minutos que había vuelto al comedor y se había hundido satisfecho en su gastado sillón, frente al televisor. Fue justo cuando empezó el documental ese, o lo que fuera.
Narraban la vida del muerto. La vida, la humanidad, los méritos, las grandes obras del muerto. Y Nicolás intentó hacer oídos sordos a lo que para él era una sarta interminable de mentiras. ¿Qué iba a decir la televisión? ¿A quién pretendían engañar? Y, sin quererlo, su mente retrocedió casi cuarenta años, al día que le comunicaron que tenía que incorporarse obligatoriamente al ejército nacional. Para luchar contra los rojos. Y Nicolás qué sabía entonces, en aquel pueblucho perdido entre las montañas, quiénes eran los rojos y quiénes eran los nacionales. Allí la vida se concretaba en labrar los campos y ordeñar las vacas, en recoger la cosecha cuando tocaba y llevar el ganado a pastar. Esa guerra no era la suya. Que la ganaran unos u otros le importaba un carajo. Así pensaban también sus padres. Así pensaba el pueblo entero. A cuento de qué tenían que arrancarle unos extraños de su vida y llevarle al frente, con un fusil en la mano, a matar muchachos que probablemente sentirían lo mismo que él. ¿Qué objeto tenía aquella barbarie? ¿Qué había que ganar? ¿Qué había que defender? ¡Qué gran absurdo era todo aquello!
Volvieron a sus oídos las palabras de su padre, decidiendo por él, ordenando que se marchara al monte para librarse de la guerra. Otros dos muchachos del pueblo, de la misma quinta que Nicolás, correrían la misma suerte. Debían regresar al cabo de una semana, cuando los militares se hubieran ido y no pudieran echarles el guante.
Siguiendo el mandato de sus padres, cogieron los escasos ahorros familiares para no pasar hambre y se fueron los tres al monte. Ni siquiera aguantaron la semana entera; al quinto día ya estaban vigilando el pueblo a ver si sucedía algo raro. Y como nada extraño parecía acontecer se atrevieron a bajar a sus casas. No llegaron a entrar en ellas. Las hubieran hallado vacías. Los primeros vecinos que les vieron llegar salieron a su paso para comunicarles lo sucedido. En represalia por no haberles encontrado, los nacionales habían fusilado a sus familias. Y el mundo se hundió bajo sus pies. Y lloraron como críos que eran, sepultados por un dolor infinito, llenos de rabia y frustración, indefensos ante su existencia rota.
Sentado en el porche de su casa Nicolás seguía derramando amargas lágrimas. De la televisión ya no llegaba más que un leve rumor, demasiado lejano para seguir hurgando en esa herida que sólo se cerraría el día que Nicolás muriera. Era el veinte de noviembre de mil novecientos setenta y cinco, y la cadena estatal de televisión seguía ausente a cualquier hecho que no fuera el fallecimiento del hasta pocas horas antes Jefe del Estado español.
Con los ojos bañados en lágrimas Nicolás se sentó en la vieja silla que tenía en el porche de su casa, no muy lejos de la playa. Hacía tiempo que no lloraba. Más de cinco años, cuando murió su esposa, la mujer con la que había convivido más de tres décadas, la mujer que le devolvió la ilusión por vivir y madre de su único hijo.
A éste no le veía con demasiada frecuencia. Vivía a tres horas de coche, tenía su familia y sus obligaciones, de modo que Nicolás comprendía que sus visitas no fueran muy habituales. Aunque vaya que le gustaría poder disfrutar de sus nietos un poquito más. Pero, ¿qué se le iba a hacer? Con que se encontraran bien de salud y le fueran a ver de vez en cuando se daba por satisfecho. Próximo a la jubilación y sin agobios económicos, disponía de mucho tiempo libre para hacer lo que le viniera en gana. Un rato de lectura, un paseo por la playa, las faenas imprescindibles del hogar y unos apaños al pequeño huerto que rodeaba la casa. Y así, uno tras otro, iban escapando los días con el sereno consentimiento de Nicolás. Ya en el declinar de su vida, se conformaba con disfrutar de esa tranquilidad de la que nunca había gozado en sus años mozos.
Sin hacer demasiados esfuerzos para que amainara el llanto, Nicolás dejó vagar su mirada entre las casitas que rodeaban a la suya. En varias de ellas aún seguían celebrando la noticia. Nicolás supuso que era eso lo que celebraban. Aunque no fuera eso, le reconfortaba pensar que efectivamente lo era. También él lo había festejado. Apenas una hora antes la botella de champán que tenía dispuesta desde hacía mucho tiempo para la ocasión, guardaba todavía en su interior el último chupito. Cuando acabó de rematarla, inmensamente feliz por dentro, Nicolás recogió los restos de la cena y se puso a fregar los platos. No hacía más de diez minutos que había vuelto al comedor y se había hundido satisfecho en su gastado sillón, frente al televisor. Fue justo cuando empezó el documental ese, o lo que fuera.
Narraban la vida del muerto. La vida, la humanidad, los méritos, las grandes obras del muerto. Y Nicolás intentó hacer oídos sordos a lo que para él era una sarta interminable de mentiras. ¿Qué iba a decir la televisión? ¿A quién pretendían engañar? Y, sin quererlo, su mente retrocedió casi cuarenta años, al día que le comunicaron que tenía que incorporarse obligatoriamente al ejército nacional. Para luchar contra los rojos. Y Nicolás qué sabía entonces, en aquel pueblucho perdido entre las montañas, quiénes eran los rojos y quiénes eran los nacionales. Allí la vida se concretaba en labrar los campos y ordeñar las vacas, en recoger la cosecha cuando tocaba y llevar el ganado a pastar. Esa guerra no era la suya. Que la ganaran unos u otros le importaba un carajo. Así pensaban también sus padres. Así pensaba el pueblo entero. A cuento de qué tenían que arrancarle unos extraños de su vida y llevarle al frente, con un fusil en la mano, a matar muchachos que probablemente sentirían lo mismo que él. ¿Qué objeto tenía aquella barbarie? ¿Qué había que ganar? ¿Qué había que defender? ¡Qué gran absurdo era todo aquello!
Volvieron a sus oídos las palabras de su padre, decidiendo por él, ordenando que se marchara al monte para librarse de la guerra. Otros dos muchachos del pueblo, de la misma quinta que Nicolás, correrían la misma suerte. Debían regresar al cabo de una semana, cuando los militares se hubieran ido y no pudieran echarles el guante.
Siguiendo el mandato de sus padres, cogieron los escasos ahorros familiares para no pasar hambre y se fueron los tres al monte. Ni siquiera aguantaron la semana entera; al quinto día ya estaban vigilando el pueblo a ver si sucedía algo raro. Y como nada extraño parecía acontecer se atrevieron a bajar a sus casas. No llegaron a entrar en ellas. Las hubieran hallado vacías. Los primeros vecinos que les vieron llegar salieron a su paso para comunicarles lo sucedido. En represalia por no haberles encontrado, los nacionales habían fusilado a sus familias. Y el mundo se hundió bajo sus pies. Y lloraron como críos que eran, sepultados por un dolor infinito, llenos de rabia y frustración, indefensos ante su existencia rota.
Sentado en el porche de su casa Nicolás seguía derramando amargas lágrimas. De la televisión ya no llegaba más que un leve rumor, demasiado lejano para seguir hurgando en esa herida que sólo se cerraría el día que Nicolás muriera. Era el veinte de noviembre de mil novecientos setenta y cinco, y la cadena estatal de televisión seguía ausente a cualquier hecho que no fuera el fallecimiento del hasta pocas horas antes Jefe del Estado español.
Re: CV6 - El señor Nicolás
Mola. Es una narración sencilla que consigue su objetivo. Me sobra el arranque, con esos ojos bañados en lágrimas (tópico) y Nicolás sentado en el porche, algo desconectado del hecho de que pasa por el comedor para ver la tele. Pero bueno, la cosa es que el recuerdo está bien traído y bien conectado con el presente, dibujando una de las muchas facetas de un periodo histórico. Me gusta.
Aun así yo hubiera alterado el orden de las escenas. Piensa cómo habría tenido más fuerza. Quizás, si la subida a los montes no se viera desde la distancia sino desde un tiempo presente, ganaría más fuerza. El viejo lo recuerda en primera persona, al fin y al cabo, y no como un hecho de un libro de texto. Pero bueno, ya es algo subjetivo.
Aun así yo hubiera alterado el orden de las escenas. Piensa cómo habría tenido más fuerza. Quizás, si la subida a los montes no se viera desde la distancia sino desde un tiempo presente, ganaría más fuerza. El viejo lo recuerda en primera persona, al fin y al cabo, y no como un hecho de un libro de texto. Pero bueno, ya es algo subjetivo.
- Seltima
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Re: CV6 - El señor Nicolás
El relato me ha gustado mucho y está bien escrito, sobre todo a partir de la televisión, pero me ha faltado algo con ese llanto sin motivo del principio... también me parece que hay un salto brusco por la falta de nexo de unión entre la introducción (recuerdos familiares) con el texto que surge a partir de la televisión, y que en mi opinión es el relato principal.
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- Edgardo Benitez
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Re: CV6 - El señor Nicolás
No sé que tan verídica es esta historia. Anduve merodeando en la red y no me parecen los datos para identificar el personaje y saber su paso por la historia. Es posible que esté yo queriendo hacer más interesante la historia de lo que ha sido escrita. Como sea, me ha gustado leerla y espero saber más adelante las respuestas a mis dudas.
¡Hay vida antes de la muerte!
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
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Re: CV6 - El señor Nicolás
Me ha gustado la historia pero opino como Isma, un cambio de orden de las secuencias seguramente le hubiera dado más fuerza y personalidad al relato, aún así es una historia muy potente
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)
Re: CV6 - El señor Nicolás
Hubo quien lo celebró con champán también
Este está bastante bien. Quizá menos tristón lo hubiera disfrutado más, pero eso es cosa mía.
Este está bastante bien. Quizá menos tristón lo hubiera disfrutado más, pero eso es cosa mía.
Re: CV6 - El señor Nicolás
Este relato se disfruta más con una segunda lectura, sabiendo el día que es. Comprendo las lágrimas de Nicolás y yo las interpreto, más que por el dolor por las pérdidas, por todo lo que debió de hacer en el pasado. Por mucho que le obligarán, luchó en el bando que asesinó a sus padres (o eso entiendo donde dices "su mente retrocedió casi cuarenta años, al día que le comunicaron que tenía que incorporarse obligatoriamente al ejército nacional"...) y eso tal vez es lo que más me choca, aunque justifica de sobra esas lágrimas. Interpreto que ese mismo día regresaron a su aldea y se enteraron de que sus padres fueron fusilados, pero ese mismo día acabaron por reclutarlos. De todas formas, un día para celebrar...
Mucha suerte!!
Re: CV6 - El señor Nicolás
Autor/a.
Me gustó tu relato, está muy bien narrado.
Pero opino como algunos foreros, creo que hubiera sido bueno
que los hechos tuvieran otro orden.
Por lo demás me parece una historia muy interesante, sobre todo,
que puede tener mucho de real.
Mucha suerte y gracias por compartirlo
Me gustó tu relato, está muy bien narrado.
Pero opino como algunos foreros, creo que hubiera sido bueno
que los hechos tuvieran otro orden.
Por lo demás me parece una historia muy interesante, sobre todo,
que puede tener mucho de real.
Mucha suerte y gracias por compartirlo
Re: CV6 - El señor Nicolás
Pues me ha gustado mucho..quizás el que más.
Me recordó a esos relatos de "A sangre y fuego" de Chaves Nogales...salvando las distancias.
Hermoso y triste el sacrificio de esos padres...y a la vez duro, triste y traumatizante lo que le toca a esos hijos luego de conocer las noticias
¡Enhorabuena!
Me recordó a esos relatos de "A sangre y fuego" de Chaves Nogales...salvando las distancias.
Hermoso y triste el sacrificio de esos padres...y a la vez duro, triste y traumatizante lo que le toca a esos hijos luego de conocer las noticias
¡Enhorabuena!
Re: CV6 - El señor Nicolás
Una historia muy emotiva.
El tema, trascendente también... la guerra civil española, la muerte de Franco...
Me queda la duda de si es una historia verídica o no. Se cometieron tantas barbaridades en la guerra (por parte de ambos bandos), que bien pudiera ser ésta una de esas barbaridades.
Gracias al autor por compartirlo y suerte en el concurso.
El tema, trascendente también... la guerra civil española, la muerte de Franco...
Me queda la duda de si es una historia verídica o no. Se cometieron tantas barbaridades en la guerra (por parte de ambos bandos), que bien pudiera ser ésta una de esas barbaridades.
Gracias al autor por compartirlo y suerte en el concurso.
Re: CV6 - El señor Nicolás
Pues a mí me ha gustado mucho así, tal cual. Sin saltos temporales. Narras de una manera concisa, bastante distante a pesar de las lágrimas de Nicolás, unos hechos que bien hubieran podido sucederle a Nicolás y sus compañeros, como a muchos otros. Transmites mucho en poco espacio y con un vocabulario preciso y correcto, bastante de andar por casa. Como tu protagonista. Me parece coherente. Y la celebración solitaria, el 20 de noviembre de 1975, ignorando los panegíricos de la televisión, la compartieron muchos.
Ese día mi hermano cumplía 11 años así que fue doble celebración y mi madre amenazaba con volver a España. Lo hizo, finalmente, en el 82. Con Felipe |
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- Onomatopeya
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Re: CV6 - El señor Nicolás
A mí no me ha acabado de enganchar. Veo algunso errores de puntuaciones que me dispersan mucho, luego está la mezcla que si el hijo, la soledad, etc que luego no aportan nada al relato. Tendría que haberme involucrado más con los sentimientos de Nicolas, pero no lo he conseguido. Lo siento.
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Re: CV6 - El señor Nicolás
Se me hace raro. Mi abuelo luchó en el bando republicano, sobrevivió y tengo en casa papeles de su participación en la guerra que algún día pondré en orden. Además he leído mucho sobre la guerra, la postguerra y la España franquista, no sólo de libros y de documentales sino también de la experiencia de mi abuela y de mi padre. Por esa parte tengo la suerte de ver la historia en contexto.
Y ahora, contextualizada y todo, tengo que decir que desde que se decía lo del brindis y el documental empecé a imaginarme de qué iba, y al final no sólo lo acerté sino que el desarrollo no me deparó ninguna sorpresa.
Escribir una novela pegada a un acontecimiento histórico es todo un reto porque requiere dos cosas: por una parte, una importante labor de documentación para no cometer errores garrafales; y, por otra, un ejercicio de ficción inteligente para no convertir el texto en una especie de ficción documental.
En mi opinión, el relato peca de lo segundo. En todo momento no he entrado en la historia, sino que la he visto como un espectador, exactamente igual que ocurre con los documentales. Creo que parte de culpa la tiene el orden de aparición de los distintos elementos (algo ya señalado por los compañeros) y en parte el hecho de que en ningún momento me he sentido conducido a lo largo de la historia, en una trama continua, sino que he sido testigo de una especie de narración en la que los elementos se han ido presentando poco a poco. De hecho me falta conexión, por ejemplo, entre el llanto del protagonista y la historia de su niñez. Sí, imagino que llora por haber rememorado esa situación, pero no encuentro sentido al por qué la rememora de pronto. Si es por la muerte del dictador, he de decir que no me lo creo: me parece un llanto forzado.
No me gusta ser explícito en cómo hubiera enfocado yo el relato, porque eso es algo muy personal, pero en este caso haré una excepción. Hubiera optado por eliminar explicaciones y situar al protagonista directamente en su niñez mediante un flash-back, que la historia se desarrollara allí enteramente y al regresar podría terminar de la forma en que lo has hecho. Eso quizá le hubiera quitado aroma a documental y le hubiera dado un aspecto más "literario", si me permites la expresión. No obstante, eso no resuelve lo del llanto repentino, que habría que explicarlo de alguna forma, a mi juicio, más convincente.
Y dejo las disculpas para el final: de verdad que no me gusta ser tan duro. De verdad de la verdadera. De la buena. De la fetén.
Y ahora, contextualizada y todo, tengo que decir que desde que se decía lo del brindis y el documental empecé a imaginarme de qué iba, y al final no sólo lo acerté sino que el desarrollo no me deparó ninguna sorpresa.
Escribir una novela pegada a un acontecimiento histórico es todo un reto porque requiere dos cosas: por una parte, una importante labor de documentación para no cometer errores garrafales; y, por otra, un ejercicio de ficción inteligente para no convertir el texto en una especie de ficción documental.
En mi opinión, el relato peca de lo segundo. En todo momento no he entrado en la historia, sino que la he visto como un espectador, exactamente igual que ocurre con los documentales. Creo que parte de culpa la tiene el orden de aparición de los distintos elementos (algo ya señalado por los compañeros) y en parte el hecho de que en ningún momento me he sentido conducido a lo largo de la historia, en una trama continua, sino que he sido testigo de una especie de narración en la que los elementos se han ido presentando poco a poco. De hecho me falta conexión, por ejemplo, entre el llanto del protagonista y la historia de su niñez. Sí, imagino que llora por haber rememorado esa situación, pero no encuentro sentido al por qué la rememora de pronto. Si es por la muerte del dictador, he de decir que no me lo creo: me parece un llanto forzado.
No me gusta ser explícito en cómo hubiera enfocado yo el relato, porque eso es algo muy personal, pero en este caso haré una excepción. Hubiera optado por eliminar explicaciones y situar al protagonista directamente en su niñez mediante un flash-back, que la historia se desarrollara allí enteramente y al regresar podría terminar de la forma en que lo has hecho. Eso quizá le hubiera quitado aroma a documental y le hubiera dado un aspecto más "literario", si me permites la expresión. No obstante, eso no resuelve lo del llanto repentino, que habría que explicarlo de alguna forma, a mi juicio, más convincente.
Y dejo las disculpas para el final: de verdad que no me gusta ser tan duro. De verdad de la verdadera. De la buena. De la fetén.
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Re: CV6 - El señor Nicolás
Hay muchas maneras de contar las cosas y la tuya me parece bastante buena, tanto por la redacción , gracias a un vocabulario sencillo y más que aceptable, como también por el fondo. En aquellos tristes días de nuestra historia hechos como el narrado eran bastante habituales gracias a la sinrazón de la guerra.
Me la he apurado en un santiamén. Enhorabuena y suerte.
Me la he apurado en un santiamén. Enhorabuena y suerte.
En paz descanses, amigo.
Re: CV6 - El señor Nicolás
Matización, autor o autora. La habría incluido como edición del mensaje anterior, pero creo que se verá mejor si la separo en otro mensaje:
Mi crítica (en sentido constructivo) de tu relato está basada en mis impresiones. Tú, como autor, tienes las tuyas, y desde tu punto de vista la historia puede estar perfectamente presentada y colmar todas tus expectativas, en cuyo caso mi crítica no merece mayor atención.
Lo apunto, sabedor de que he hecho una crítica dura (pero bienintencionada), siendo consciente de que mi contexto como lector puede ser muy diferente de tu contexto como escritor y con la experiencia de lo que es recibir una crítica dura de alguien que no ha entendido mi punto de vista.
Mi crítica (en sentido constructivo) de tu relato está basada en mis impresiones. Tú, como autor, tienes las tuyas, y desde tu punto de vista la historia puede estar perfectamente presentada y colmar todas tus expectativas, en cuyo caso mi crítica no merece mayor atención.
Lo apunto, sabedor de que he hecho una crítica dura (pero bienintencionada), siendo consciente de que mi contexto como lector puede ser muy diferente de tu contexto como escritor y con la experiencia de lo que es recibir una crítica dura de alguien que no ha entendido mi punto de vista.
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