Pues yo también ya lo he leído, aunque conocía el relato de... si mal no recuerdo... escucharlo en algún programa de Radio 3, salpicado con música.
Una delicia: un canto a la conservación de la naturaleza y a la generosidad humana (sobre la generosidad acabo de intercambiar unas palabras con jilguero en su bujío), como bien han dicho Giada y Arden; y, añado, a la soledad buscada de algunas personas, que en el caso de Elzéard Bouffier, el verdadero protagonista de esta narración,
es un duelo por la pérdida de su esposa y su única hija. |
Por cierto, Vergons, uno de los pueblos resurgidos de entre las ruinas que se cita en el texto, existe. Su fuente, de la que volvió a manar el agua después de mucho tiempo, también. Y quizás también sea un tilo lo que crece en una esquina de su plaza, pero no lo distingo porque no he encontrado una foto mejor.