"A ninguno nos extrañaría ver el nombre de Salvador Dalí en una lista de las grandes personalidades del siglo XX, pues por todos es conocida su labor ingente en el campo de las artes y el papel clave que desarrolló… Pero, ¿nos extrañaría verlo en un anuncio de televisión o como creador de logotipos para famosas marcas comerciales?
Pues bien, el genio catalán vino al mundo en 1904 y, casi desde su infancia tuvo claro a dónde quería llegar y la certeza de que sería alguien reconocido por todos inundó sus tiernos años de juventud. En París se afilió al Movimiento Surrealista en torno a 1929 y dejó para la posteridad grandes obras, pero su amor por el beneficio económico conllevó su expulsión de este movimiento y a ser tildado de “Avida Dollars” (anagrama con las letras de su nombre y apellido). Desde este momento, y tras un sabio programa de escándalos públicos, excentricidades y fuertes dosis de narcisismo, que en realidad escondían una gran inseguridad, se hizo un hueco entre las élites, que deseaban a toda costa tener obras salidas de su prodigioso pincel para engalanar sus salones. Dalí se dio cuenta de lo bien que vendía y aprovechó su tirón comercial para convertirse en una firma, una marca que tocara cualquier objeto para convertirlo en oro, unas veces con más acierto que otras.
Retrató a la aristocracia burguesa de la pujante potencia americana, sobre todo a las señoras, que aparecían en paisajes imposibles, como hizo con Helena Rubinstein, dueña de un imperio cosmético. También para estas sofisticadas damas creó joyas en las que, una vez más, recurría a sus temas más habituales, aquellos que le habían hecho célebre, como es el caso de unos “pendientes teléfono” o un “broche labios”. Pero sin duda Dalí empezó a expandirse hasta en infinito cuando se convirtió en colaborador más o menos asiduo en las publicaciones más populares en los Estados Unidos, creando portadas e ilustraciones para publicaciones como Vogue, Harper’s Bazaar o Town and Country, entre otras. Se valió de sus recurrentes dobles imágenes y era común encontrar su firma en números especiales de Navidad o que conmemoraban algún evento particular".
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Amén de todo lo que pone aquí arriba Dalí era un intelectual con una mente prodigiosa una rara avis en el mundo de los pintores.
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