CP XIV - La ciudad amurallada - Fernando Vidal

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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kassiopea
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CP XIV - La ciudad amurallada - Fernando Vidal

Mensaje por kassiopea »

LA CIUDAD AMURALLADA


Nuestra ciudad es amurallada. Nuestro Señor y sus videntes afirman que la muralla nos protege de los enemigos que pretenden destruir nuestra santa república. Nosotros estamos orgullosos de ella. Sin duda es imponente, con sus hileras de enormes piedras rematadas por innumerables torres de apariencia inexpugnable. Si algún extranjero la viera, tendría la impresión de que la muralla fue construida por gigantes. Nos admirarían. Pero no sé si eso pueda ocurrir algún día. Ojalá que no. Por las crónicas de nuestros abuelos sabemos cómo era la vida en nuestra propia ciudad cuando estaba regida por extraños. Muchos años de cruenta lucha nos tomó expulsarlos. Desde entonces se resolvió no permitirles morar en la ciudad, e incluso ni siquiera acceder a ella. No es un capricho de los videntes, es algo necesario para nuestra protección.
Al interior de las murallas vivimos tranquilos. No somos ostentosos, preferimos la austeridad. Nuestro Señor nos brinda lo necesario para que podamos subsistir. No nos quejamos. Sabemos que él está entregado por completo a su pueblo, sabemos que cada amanecer que presenciamos se lo debemos a él y ese premio que todos recibimos jamás podrá ser igualado por ningún otro. Por eso lo amamos. Él es nuestro padre, y cuando tenga la dicha de reunirse con el espíritu de la Madre Patria, entonces podremos recorrer a placer nuestros dominios allende las murallas. La esperada paz perpetua por fin habrá llegado.
Confieso que en contadas ocasiones he tenido el deseo de contemplar nuestro hermoso valle. Recorrerlo al menos por un instante para maravillarme con lo que nos narran los videntes. ¡Dichosos ellos que pueden llegar hasta el valle por medio de revelaciones! Debe ser fascinante apreciar sus verdes prados y sus floridas colinas, bañarse en aquel río de aguas diáfanas que es solo nuestro (pues expira antes de atravesar la frontera). Pero pronto me doy cuenta de mi error y voy corriendo a arrodillarme ante el altar de la Madre Patria que he levantado en el jardín de mi casa (no es exclusividad mía, todos los ciudadanos tenemos un altar). Allí rezo y pido perdón a nuestra madre por haber deseado salir de la ciudad. Le prometo una ofrenda y solo me retiro cuando siento que ella me absuelve de la falta cometida. Sé que no soy una mala persona, no se me puede llamar precisamente traidor por estos deslices. Pero de todas maneras tengo a bien reconocer mis errores y sobre todo enmendarlos lo más pronto posible. En el fondo, sigo convencido de que permaneciendo aquí en el interior, y contemplando la muralla, puedo alcanzar la felicidad.
Y es que también por nuestra protección no debemos salir de la ciudad, nunca, por ningún motivo. Incluso los labriegos faenan dentro de la muralla. Solo las milicias están exceptuadas. Nuestros soldados se arriesgan al peligro cuando salen a tomar sus puestos de vigilancia en la frontera; eso es lo que afirma Nuestro Señor, así nos lo dicen sus videntes. Por eso uno de nuestros deberes es atenderlos sin esperar ninguna retribución inmediata. Les damos posada cuando lo solicitan y también los apoyamos obsequiándoles víveres. Sabemos que no tienen oportunidad de apreciar el valle, todo el tiempo están con sus miradas puestas en territorio enemigo, atentos a cualquier movimiento sospechoso. Por eso, cuando regresan, no son capaces de contarnos nada acerca del paradisiaco paisaje. Tampoco les exigimos que cuenten lo que ven. No podemos preguntarles. Por error o emoción, podrían revelar alguna información confidencial a los pocos desquiciados que alaban al enemigo. El secreto castrense hace parte de nuestra seguridad.
Al exterior de las murallas, más allá de los límites de nuestro fértil valle, habitan los bárbaros impíos. Todavía me parece increíble que tales bestias alguna vez nos esclavizaran. Felizmente en lo que llevo de vida nunca he visto a ninguno, quizá nadie de mi generación los haya visto. No tenemos por qué verlos, tampoco. Sabemos cómo son. Las crónicas cuentan que su aspecto era atroz, con largas barbas que nunca estaban limpias, y unos ojos oscuros que revelaban la crueldad irracional de sus espíritus, que solo se apaciguaban después de venerar, ebrios y vociferantes, las estrellas de las noches despejadas. Incluso hay testimonios del nauseabundo olor que despedían al pasar cerca de nuestros compatriotas y de sus brutales sonrisas doradas por su afición a rellenar sus dientes con oro, con nuestro oro.
Por mis labores he tenido la oportunidad de intercambiar algunas palabras con los desquiciados. Tienen la osadía de afirmar que nuestros ojos, oscuros también, son seguramente idénticos a los ojos de los bárbaros. ¡Idiotas! No son capaces de entender que, según las crónicas, nuestros ojos son más calmos y lúcidos, sin viso alguno de perfidia. No contentos con eso, dicen que nuestras barbas son igual de largas y sucias. Esos enajenados no entienden que nosotros llevamos las barbas con recato, cosa que no hacían los bárbaros cuando dominaban la ciudad, y si no nos las lavamos todos los días, es porque debemos usar el agua de las fuentes con discreción, de acuerdo a las recomendaciones de los videntes. También dicen que esa afición bárbara de rellenarse los dientes con oro no responde a un capricho primitivo sino a un afán de reemplazar las piezas perdidas, y que nosotros somos los errados al dejar nuestras bocas desdentadas. Son unos ignorantes, no entienden razones. Todo está en las crónicas claramente explicado. ¡Acaso las crónicas mienten! La locura de esos sujetos les ha consumido el seso.
Pese a lo que dicen, no me enfado con los desquiciados como sí lo hacen otros siervos. Más bien me dan pena. Ni siquiera sus familiares se preocupan por ellos cuando los detienen. Eso no hace más que confirmar que los desprecian. No se les puede reprochar esa actitud. Son buenos patriotas. Yo mismo desconocería a un hijo mío enfermo de locura.
De todos modos, esas pequeñas conversaciones no duran mucho. Usualmente estos dementes no pasan más de dos noches en las celdas. Es inútil retenerlos más tiempo, buscarles una cura. Los sabios aseguran que no tienen remedio. Entonces procedemos como se estipula para estos casos. Les arrancamos los ojos y la lengua. Los ojos porque se han hecho indignos de apreciar nuestra ciudad y la lengua porque no podemos permitir que propaguen sus locuras, sobre todo a la juventud que se está formando. Una vez sin vista y sin voz, los dejamos marchar. Ya no representan ningún peligro. Son inocuos, como niños pequeños. Deambulan por las calles y los mercados, la gente caritativa los alimenta, algunos les brindan un techo permanente. De esa manera, por un lado prevenimos la propagación de la locura, porque está demostrado que los jóvenes que contemplan a estos enfermos, ya sin ojos ni lengua, hacen todo lo posible por renunciar a la locura y refuerzan su amor por la ciudad; y, por el otro, al menos conservamos con vida a estos individuos perdidos que de otro modo serían eliminados. Es algo que da resultados, de manera que los locos no son numerosos. Desde que sirvo aquí no he visto más de veinte casos. Tengo entendido que el sabio que gobierna nuestro nosocomio tuvo el privilegio de ser felicitado por los videntes y, sobre todo, de postrarse ante Nuestro Señor como recompensa por idear y poner en práctica este procedimiento, ya hace varios años atrás.
A veces me pregunto cómo es que los vigías detectan a estos dementes entre nuestro pueblo. Los capturan mientras patrullan los diferentes barrios vestidos de paisano, y excepcionalmente cuando son hospedados por algún sospechoso de locura. Tengo esa curiosidad porque cuando camino por las calles, no veo a ningún demente que exija ser sometido a las extirpaciones. Y eso que hablo con gente de ocupaciones diversas: carpinteros, herreros, maestros de escuela, tenderos de mercados. Pero en el momento de mayor intriga, cuando siento que mis conjeturas se extravían en un laberinto oscuro, recuerdo siempre que no soy ningún experto, solo soy un enfermero, un siervo de la república, como mi padre y como dicen que fue mi abuelo. No me corresponde inmiscuirme en tales asuntos, dejémoslos para los sabios.
Esta es pues mi ciudad y mi vida. No sé con certeza qué me ha motivado a escribir estas páginas, como si fueran a ser leídas por personas de naciones ignotas. Tal vez lo haya hecho por el placer que siento al contar algo por escrito, pero tengo claro que tendré que deshacerme de ellas. El ejercicio de la escritura está vedado para el común de los ciudadanos. Gente como yo solo debe limitarse a leer. También lo sabios han probado que un ciudadano que domina la pluma corre el riesgo de perder la razón y con el tiempo es propenso a irrespetar a la Madre Patria. Pero yo no tengo ese problema. He trabajado muchos años con los sabios y sé cuándo una persona está loca y cuándo no. De todas maneras no me hago problemas y lo poco que termino escribiendo siempre lo arrojo a la lumbre de mi chimenea, justo antes de acostarme.
¡Que el espíritu de la Madre Patria nos mantenga siempre alejados de caer en la locura!

La noche del día quinto del mes tercero del año sesenta de la liberación concedida por Nuestro Señor, el siervo Lucio Alba fue sorprendido en su vivienda con un manuscrito en sus manos redactado por él mismo. Una vez confesada la falta, fue incapaz de justificar los motivos que lo llevaron a escribir el documento. Después de la intervención, tanto el texto como el autor fueron remitidos al nosocomio correspondiente para la evaluación que exige nuestra ley. Según el sabio local, el texto evidencia que el siervo padece de un estado de extravío que, aunque aún es incipiente, inevitablemente irá carcomiendo su entendimiento hasta convertirlo en un individuo peligroso para nuestra ciudad, una fuente de contaminación para otros, por lo que se hacen perentorias las extirpaciones que se acostumbran en estos casos.
El siervo se encuentra recluido en una de las celdas del nosocomio a la espera de que le extraigan los ojos y la lengua, operación que tendrá lugar mañana, el día séptimo del mes tercero del año sesenta.
De tus decisiones dependerá tu destino.


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Mister_Sogad
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Re: CP XIV - La ciudad amurallada

Mensaje por Mister_Sogad »

Extraña historia la tuya, autor/a! He estado todo el tiempo pensando que revelarías algo del lugar o la época, o incluso de la creencia, pero... Porque creo que eso, en mi mente, hubiera coronado una idea que iba aflorando y que puede que se acerque a lo que tú querías, o eso creo. La idea es simple, en cierto modo, y sería el que tu relato trata de exponer con cierta ironía la realidad o realidades del "lo que nos cuentan es lo que es, no pensemos por nosotros mismos".

Peeeero, no has revelado lo que esperaba, lo que me hace pensar que necesito una segunda lectura para aclararme mejor.

Suerte primaveral. :60:
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XIV - La ciudad amurallada

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Un par de cosillas para que ganes el año que viene, porque este... :no:.
Es broma


Un tipo escribiendo un documento a través del cual se nos presenta una sociedad distinta: se describe un tanto la ciudad, su muralla, los alrededores que están siendo controlados por la milicia, los enemigos que la acechan; y la manera en que está organizada internamente, desde aquel que la gobierna hasta los desviados, pasando por los videntes, artesanos y demás estratos de la sociedad.

Bien, está claro que al prota (y al resto) les están vendiendo la moto, :cunao:.

Tiene un curro bueno, pero (al menos a mí) deja al final un tanto indiferente.

Ahora viene el consejo:

CONSEJO PARA QUE GANES EL AÑO QUE VIENE: lo que nos ofreces no es suficiente para entrar en la historia, pasamos por ella de manera superficial, sin entrar del todo, porque no tenemos sino a un tipo escribiendo sobre su cotidianidad. Terminas de leer y dices: "Pues muy bien", y te vas a por otro relato. AHORA BIEN, si, en lugar de hacerlo así, nos hablas de un tipo en tercera persona, y nos muestras, con sus actos, dejando caer sus fobias y ralladuras mentales, cómo es y cómo está organizada la ciudad en la que vive, entonces sí te lo compramos, empatizamos con él, nos da pena, lástima o lo que sea... Se trata más de mostrar que de narrar, de dejar caer, insinuar...

OTRO CONSEJO PARA QUE GANES: esto no lo he dicho aún, pero es vital para alzarse con el premio. Separa los parrafitos con doble espacio.

El año que viene me lo agradeces.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
lunaroja
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Re: CP XIV - La ciudad amurallada

Mensaje por lunaroja »

Mientras te leía iba pasando como por diferentes épocas,para ver si podía encuadrarlo en alguna.
Pensé en la colonización española en Sudamérica, luego,pensé en la Edad Antigua protegiéndose de las invasiones de otras civilizaciones. Pensé incluso en un relato futurista después de algún cataclismo.
Es un relato denso y oscuro, que está bien escrito, y que quizás es a propósito que el encuadre sea el que el lector quiera imaginar.
Mucha suerte!
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ACLIAMANTA
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Re: CP XIV - La ciudad amurallada

Mensaje por ACLIAMANTA »

:hola: a todos! Comienzo por aquí.

La idea central no me pareció la más atractiva pero la historia está bien escrita, la lectura es fácil y el desenlace no riñe con la sensación que transmite el relato sobre un protagonista algo trastornado.

Sin embargo al finalizar la lectura sentí que a la historia estaba incompleta, no sé si es que da para más que un relato breve pero me quedó la sensación de que faltaba algo.

Suerte para el autor!
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XIV - La ciudad amurallada

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Vengo a contradecirme yo mismo, :cunao:.

Es curioso, pero el relato me suena mejor hoy que ayer, y no tanto por lo que está escrito sino por todo lo demás. Eso es la idea, que es buena, y por tanto se queda flotando días después de haberla leído.

En lugar de "...es amurallada, me inclino por: "Nuestra ciudad está amurallada."
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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rubisco
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Re: CP XIV - La ciudad amurallada

Mensaje por rubisco »

Hola, autor. Hola, autora :hola: :

¿Eh?

Eso es lo primero que he pensado al terminar el relato. Es un “¿eh?” de incomprensión, de desorientación, de extravío. He pasado por tu relato sobrevolando las palabras, sin llegar a aterrizar en ellas.

Está claro que el protagonista, que habla en primera persona, nos trata de describir su civilización y lo hace, además, como en Derecho comparado, poniendo contraste con los bárbaros, que se supone que son un antagonista que nunca acaba teniendo presencia propia. Curiosamente, al final se muestra que la barbarie la toma su propia civilización contra el prota, que será ajusticiado por dominar la escritura.

Lo que sucede es que, como he dicho antes, no he logrado aterrizar en el relato. Eso significa que lo he vivido con la misma intensidad con la que veo una película en la que no creo. He hechado en falta una trama que seguir y un altibajo de ritmos.

La trama es el alma del relato, y no la he encontrado. Hay un personaje que habla y que lo hace, en mi opinión, muy bien, pero que se limita a describir un mundo. Es (perdona la comparación) como si estuviera en clase de Geografía. Con un universo no nace una historia.

Si la trama es el alma del relato, el ritmo es su cuerpo. Un relato necesita siempre toboganes que hagan al lector sentir un vacío en el estómago y llanuras que le permitan respirar para ir haciéndose a la idea de lo que ha ocurrido y anticipar qué va a ocurrir. Y debe haber agua para que el golpe sea menor y para que el lector salga empapado. Sin embargo este relato me parece más una atracción de río lento, donde he estado en un estado de constante relajación, como si el profesor de Geografía me diera la lección con un hilo de música clásica de fondo mientras me narra las batallas de la Segunda Guerra Mundial en susurros.

Si has leído hasta aquí quiero que te detengas un momento. Bien. Ahora te pido perdón. ¿Perdón?, preguntarás. Sí, perdón. No acostumbro a ser duro, y lo que estoy escribiendo es duro y para algunas personas puede llegar a ser hiriente. Puede que para ti lo sea, y por eso me disculpo. Podría matizar más el comentario, claro. Podría, incluso, y como decimos en mi tierra, “darte la papita suave”. Pero no sería lo mismo, porque estaría enmascarando en bellas palabras la sensación tan indiferente que me ha dejado el relato. Y no. Lo que quiero es que entiendas en qué creo que ha fallado para no llevarse mis puntos.

¿Sigues leyendo? ¿Aún no me has mandado al carajo? Estupendo. Porque ahora tocan las cosas buenas:

Tu relato está muy-bien-escrito. Mucho. De todos los relatos que he leído hasta ahora es el que, en mi opinión, consigue un mejor equilibrio entre vocablos raros, intención del mensaje y claridad de la descripción. Y eso no es fácil, porque a poco que uno quiera hacer florituras con las palabras puede acabar escribiendo un espagueti, y tú has huido de eso.

Además de bien escrito, y te va a resultar extraño, me he creído a tu personaje. El protagonista, por algún motivo, ha sabido transmitirme poco a poco la angustia de lo que ha vivido y, sobre todo, de lo que va a vivir. Sabes transmitir sentimientos, y eso es un don que no mucha gente tiene y que pocos explotan a la perfección.

Y añado: coincido con Tolo en que hubiera estado mejor en una perspectiva en tercera persona. Que fuera un narrador el que cuenta toda la historia en general. Luego podrías haber intercalado párrafos del texto del protagonista o hacer que el narrador contara de su propia voz lo que aquél iba escribiendo. Con eso hubieras tenido la oportunidad de dar algún respiro a la descripción del mundo, incluso podrías haber puesto algún diálogo en el que el prota maldijera a todo lo que se menea y hubieras evitado el extraño giro final que se produce al cambiar el punto de vista narrativo de primera a tercera persona.

Haz caso a Tolomew :chino: :chino: con los consejos para ganar. Él sabe algo de eso. Además, a mí nunca me ha dado esos consejos porque sabe que yo puedo usarlos para superarlo, pero no sabe que tú también puedes, así que aprovecha que está a pie cambiado para batirlo en el próximo concurso.

Muchas gracias por compartirlo y buena suerte :60: .
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XIV - La ciudad amurallada

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Espera, espera, espera... ¿me estás diciendo que si yo le dejo un mensaje al autor de este relato, por ejemplo dándole pistas para ganar el año que viene, todos los que entráis aquí podéis leerlo igualmente?

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Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Mario Cavara
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Re: CP XIV - La ciudad amurallada

Mensaje por Mario Cavara »

Relato curioso que, tras su lectura, no deja mal sabor de boca, lo cual ya es positivo.

Eso sí, observo que, salvo en contados momentos, apenas hay desarrollo de las frases. El relato en sí me ha parecido una continua sucesión de oraciones cortas, elaboradas casi todas con una estructura básica de sujeto, verbo, predicado, sin mayor despliegue. Un estilo muy válido para el periodismo, pero que, literariamente hablando, adolece de parvedad sintáctica. Las frases cortas son necesarias para dar cierto dinamismo a un texto, qué duda cabe, pero si se abusa de ellas, el texto termina pareciendo una sucesión de teletipos. Por eso en la mayoría de los talleres de letras ponderan que se equilibre el uso de tales frases contundentes con otras donde un más amplio desarrollo sintáctico se traduzca en, por decirlo de algún modo, mayor enjundia literaria.

Eso sí, el texto está muy bien escrito en el aspecto gramatical, sin apenas errores ortográficos ni sintácticos, lo que dice mucho de las buenas maneras de su autor o autora :)
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raumat
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Re: CP XIV - La ciudad amurallada

Mensaje por raumat »

Pero Lucio, hombre… ¡quién te mandaba escribir! :colleja:
Con lo bien que vivías en tu tranquila ciudad amurallada… con tu Señor y sus videntes…
Pues vete preparando… ¡Sin ojos y sin lengua! :cunao:
Interesante y bien llevado alegato contra las dictaduras.
Gracias por compartirlo y suerte en el concurso.
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Megan
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Re: CP XIV - La ciudad amurallada

Mensaje por Megan »

Autor/a, no sé qué decirte, pero es eso, no sé qué comentar.
Considero que aún sigo en el jardín de infantes en esto de la escritura.
Pero me estoy acostumbrando a leer relatos y a ponderarlos más o menos en su justa medida.
Sucede que cuando no logro entender el relato, me hace sentir muy mal, porque creo que soy yo el problema.
Y con tu relato me pasa eso, no lo entiendo, lo logro saber qué quisiste decir en cada frase, porque
noto que cada oración es independiente, no forma parte de un relato global, a ver si me explico mejor.
Son como frases separadas y no logro conjugarlas en un sólo relato.

Prometo volver, por lo que ya te dije, aún no pasé ni siquiera a primer año, sigo en infantes.

Nos vemos :hola:
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rubisco
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Re: CP XIV - La ciudad amurallada

Mensaje por rubisco »

Regreso a ti.

Había dejado pendiente una re-re-relectura más sosegada y al fin la he conseguido.

Mi impresión sobre tu relato mejora algo, aunque tengo que decir que con la técnica de la lectura diagonal (la cual, insisto, ejecuté sin percatarme) me bastó para hacerme con el hilo conductor de la historia.

El texto funciona muy bien como un capítulo de situación. Describes una sociedad de acuerdo a su historia, sus costumbres y sus miedos, pero no existe más trama que la que se sugiere al final. Hubiera preferido un relato en el que todo lo que nos cuentas se fuera desgranando a medida que el protagonista hace algo.

Es cuestión de gustos, claro. Si éste es el relato que querías crear no veo motivos para retocarlo.

:60: :60: :60:
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Berlín
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Re: CP XIV - La ciudad amurallada

Mensaje por Berlín »

No tengo muy claro si lo que cuenta el narrador es cierto o solo ocurre en su cabeza, por lo tanto tampoco tengo claro si esa ciudad amurallada es una ciudad al uso o es una mole sanitaria, porque mencionas varias veces ese nosocomio. Un nosocomio es un lugar donde se trata a los locos.
“Nuestro Señor y sus videntes afirman que la muralla nos protege de los enemigos que pretenden destruir nuestra santa república”
.
Pero ni su generación ha visto a esos enemigos bárbaros que viven fuera de esas murallas, con lo cual tampoco es probado que existan.
“Muchos años de cruenta lucha nos tomó expulsarlos. Desde entonces se resolvió no permitirles morar en la ciudad, e incluso ni siquiera acceder a ella”
Y yo me pregunto si los ha visto alguien.
“Felizmente en lo que llevo de vida nunca he visto a ninguno, quizá nadie de mi generación los haya visto”.
Luego, no pueden salir de la ciudad, la milicia sale solo a vigilar, pero curiosamente tampoco ven a los bárbaros, pero los internos no les preguntan. No deben hacerlo. Raro, volvemos a lo mismo. Más cosas:
"Felizmente en lo que llevo de vida nunca he visto a ninguno, quizá nadie de mi generación los haya visto. No tenemos por qué verlos, tampoco. Sabemos cómo son. Las crónicas cuentan que su aspecto era atroz, con largas barbas que nunca estaban limpias, y unos ojos oscuros que revelaban la crueldad irracional de sus espíritus, que solo se apaciguaban después de venerar, ebrios y vociferantes, las estrellas de las noches despejadas. Incluso hay testimonios del nauseabundo olor que despedían al pasar cerca de nuestros compatriotas y de sus brutales sonrisas doradas por su afición a rellenar sus dientes con oro, con nuestro oro".
Ellos no los han visto, no tienen por qué verlos, pero les han enseñado a odiarlos, porque además parece ser que en otro tiempo los esclavizaron, con los cual a esos bárbaros los pintan como unos tiranos que los esclavizaron y que además se quedaron con su oro.
Luego, el narrador, que se declara como un enfermero trabajador de ese nosocomio dice haber tratado con los "desquiciados". Los desquiciados van por ahí chismorreando que los internos de la muralla son parecidos a los bárbaros, que tienen los mismos ojos, que se asemejan, y por esto son castigados, les sacan los ojos y la lengua, supongo que propagar esa igualdad no interesa al gobernador. Y aquí no sé qué pensar, vuelve a olerme a secta donde el gran líder prohíbe, pero a la vez provee, castiga, pero les hace pensar qué dónde van a estar mejor que ahí.
Más cosas: en el interior de la muralla no se puede leer, no se puede escribir, no quieren gente que piense. La gente que piensa es castigada con esa operación quirúrgica de la extracción de ojos y lengua. La gente que escribe propaga ideas.
"El ejercicio de la escritura está vedado para el común de los ciudadanos. Gente como yo solo debe limitarse a leer. También lo sabios han probado que un ciudadano que domina la pluma corre el riesgo de perder la razón y con el tiempo es propenso a irrespetar a la Madre Patria".
Así que llegado a este extremo, autor, te diré que me gusta mucho tu relato, pero que ando dando vueltas como un pollo sin cabeza. ¿Secta? ¿Nosocomio? ¿Te fumaste un canuto de María? ¿Me das?
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Gavalia
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Re: CP XIV - La ciudad amurallada

Mensaje por Gavalia »

No sé si toda la historia viene a ser un símil de la vida en un manicomio o se trata de una ciudad quimérica donde la represión es tan brutal como el adoctrinamiento.
Como relato prefiero lo segundo y lo encuadraría en un distópico futuro donde el personal ha perdido toda capacidad de razonar.
Lo he leído sin problemas y es bastante fluido. La redacción es ágil y me ha parecido bien tanto el tono como la forma. La construcción de algunas frases me ha chirriado un poco, poca cosa.
Un saludo y suerte.
En paz descanses, amigo.
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Iliria
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Re: CP XIV - La ciudad amurallada

Mensaje por Iliria »

Esta propuesta resulta atractiva: nos presentas una situación original, donde los habitantes de la ciudad no pueden salir de ella, como si fuese un pecado. Yo también prefiero ubicarlo en una época antigua o no tanto, pues por desgracia siempre habrá sociedades totalitarias que se pasen el libre pensamiento por el forro...
En todo caso, no es una mala critica.
Analizas muy bien lo que es la "otredad" y los problemas que causa entre los pueblos.
También me ha gustado el giro para mostrar que estos "civilizados" son en realidad unos salvajes (mutilando a quienes no piensan ni actúan igual) En una cosa tienen razon: cuidadin con los escritores :cunao:

Un par de pegas: dale un repasito y corrige detalles como "al interior" (me suena mejor "en el interior". Y también muestras una contradicción: si no pueden escribir y sólo les está permitido leer, como consiguen los escritos?

Por lo demás, buen trabajo, autor/a. Suerte :hola:
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón :101:
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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