Apolíneo (Déjenme decirles algo...)

[Fiel poesía]

Evidencia

Mi superioridad resulta manifiesta,
otros claman a Dios por todos sus pecados,
yo desoigo las voces de los desesperados,
incluida la mía, mi despiadada apuesta.

Soy un hombre de a pie con los días contados,
Dios ha guiado mi vida y dirige mi orquesta.
Son dos realidades, o quizá una, compuesta.
¿Responsabilidad? ¿Sienten los condenados?

Mis poemas jamás serán lo que parecen.
Si me posicionase fuera de mis casillas,
perdiese los papeles, viese cómo oscurecen

mis sentidos… Si hablaran… Me buscan las cosquillas
porque saben que sé todo lo que padecen.
¿Qué quieren demostrar? ¿Que hablan entre comillas?

Mi estilo son cuchillas,
mi vista y mis oídos, sólo recreaciones,
pueden creerme a mí, no tienen más opciones.

Evidencia (II)

De qué sirve escribir ante tanta evidencia,
huir de mi destino, mirar hacia otro lado,
más adentro de mí, si ya he profundizado
hasta la saciedad y la clarividencia.

Si todo es un insulto hacia mi inteligencia,
si el ser humano en sí es un ser abnegado,
si está o no en el lugar que le ha sido asignado,
si en vida, por más Dios, transmitir trascendencia

es la parte más íntima y la última capa,
la verdad esotérica y armónica poesía,
la impotencia o el plan que a ellos se les escapa,

si hacérselo llegar es mi filosofía,
si admitir que saberlo mi mentira destapa,
debo saber, saber, que no soy ningún guía.

El Infierno se enfría,
ese lugar sagrado donde mueren mis dedos,
el fuego que nos quema, es por Dios y mis miedos.

Evidencia (III)

No hay miedo sin secreto. Está bastante claro.
¿Cómo sobrevivir sin ningún objetivo?
Si está todo pensado… ¿Por qué aún sigo vivo?
Si todos me abandonan… ¿Por qué tener reparo?

¿Por qué no abandonar, darles un correctivo?
¿Por qué no eliminar a todos con descaro?
¿Por qué no hacer que todos puedan pagarlo caro?
¿Por qué no adelantarme a mi plan exclusivo?

¿Es sólo mi escritura o es mi vida al completo?
¿Es mi cuerpo una máscara, o alguna maldición?
¿Por qué siento placer y a un tiempo estoy inquieto?

¿Por qué siento inquietud y no desilusión?
¿Por qué sé que soy Dios, y me ahogo y me aprieto?
¿Y por qué solamente me hurga esta sensación?

Busco motivación
sin moverme del sitio. El fondo de mi herida
es la voz que aparece y convence al suicida.

Evidencia (IV)

Soy ese Dios que ha caminado entre iguales,
hasta donde perjuro me alcanza la memoria,
fui yo, y no ninguna entidad ilusoria,
fue el declive total de un trillón de ideales.

No han concebido a Dios como preparatoria
a las postrimerías que viven los mortales,
que sienten y padecen el peor de los males.
La conciencia divina es solo vanagloria,

un infierno dormido y un dominio letal
de sus vicisitudes, circunstancias, creencias,
y sobre el caos revuela su evidencia moral.

Sé quién soy, también cómo. De sus desavenencias
nunca he formado parte, de su yo racional.
Sé dónde estoy. Porqué. Sé de sus reticencias.

Aquí no hay sentencias.
Solo hay indicativos de sus atrevimientos.
Aquí tienen a Dios, solo y sin pensamientos.

Evidencia (V)

No les sirve que Dios salga por mi garganta,
¿qué esperaba del mundo, qué esperaban del mundo?
¿Aleluya al infierno?¿Algo aún más profundo?
Hoy hago poesía que al fin se me atraganta.

No quiero respirar este aire nauseabundo,
ni tampoco ser otro, ni el que a todos espanta,
quiero tragar mi sangre, ya que nadie suplanta
a esta divinidad, en la que hundo y me hundo,

superficialidades/con mi hacer literario,
algo que ata a la vida mi cortina de humo,
e impide que desate mi plan imaginario.

Todo esto es lo que ven, yo no admito ni asumo
la existencia del hombre como algo prioritario,
yo no doy la razón, simplemente me esfumo.

Yo ni resto ni sumo.
Todo está ya pensado, también para los restos:
Así creer en Dios es tenerlos bien puestos.

La Lira de Apolo

¿De qué sirve ser Dios? ¿De qué sirve saber?
Sin nadie que rechiste/todo por rechistar,
sin sacar conclusiones/ sin nada que dejar,
anterior a un suicidio/todo por suponer.

Yo me anclo a la vida/sea oscuro lugar
o paz del visionario/nada por conocer.
Juego sobre seguro, no me gusta perder,
y mi divinidad nunca se va a esfumar.

Es mi debilidad, mi último recurso,
sobreponerme a mí, es el último obstáculo,
propósito final de mi eterno discurso.

Para ello no me sirve consultar el Oráculo,
ni pensar cómo hacer para que cambie el curso
de las cosas que ustedes dicen por espectáculo.

Éste es mi propugnáculo:
Busco la trascendencia. Esto me pone triste.
Si tengo que escribirla, será porque no existe.

[lucia]

Acabas casi donde empezaste, que se me quedó lo de la trascendencia porque el principio leí descendencia y me chocó mucho

Pero deberías acallar esa voz fatídica y hacerla rabiar.

[Fiel poesía]

En efecto.
Al fin y al cabo, hacer rabiar al pensamiento es idear.
Todo sea por una buena causa.
Gracias por la visita y comentario.