CP XIV - Los equilibristas - Tolomew (2º Jurado)
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CP XIV - Los equilibristas - Tolomew (2º Jurado)
Los equilibristas
Como encerrarse en una caja de cartón junto a un enjambre de meteoros, así describiría Daniel las sensaciones que experimentaba atravesando la atmósfera terrestre a cuarenta y tres mil kilómetros por hora, a bordo de la nave espacial Lucero IV.
—Fase 2 desacoplada con éxito.
—Recibido, Helms.
Mientras el ingeniero de vuelo ejecutaba la maniobra que terminaría arrojándolos al espacio exterior, el especialista en hidrogeología, Daniel Wilmore, se visualizaba ya caminando sobre el manto de polvo que cubre la superficie lunar.
Treinta y nueve años aguardando aquel instante, observando cómo una pequeña pelota de caucho orbitaba su cuna, esculpiendo un trozo de plastilina a modo de cuarto menguante, una luna creciente tallada en aluminio sobre su escritorio, el globo cobáltico con campo gravitacional para la clase de ciencias del instituto, la beca Lisa Nowak, su estudio sobre lixiviación de la roca lunar recogida en la Formación Cayley... Una vida soñando en blanco, marfil y plata.
—A este paso colmaremos el satélite de hombres pequeños —, soltó sin más.
—Prométanme algo, señores — respondió el comandante—: regresaremos todos.
Las siguientes sesenta y tres horas discurrieron en ausencia de gravedad. Como un funambulista al que de pronto le arrebataran su alambre, deambularon por la cápsula realizando labores de mantenimiento: examinando vectores de dirección, comprobando instrumentos e indicadores...; se alimentaron según el horario terrestre y descansaron en turnos dispares.
Sin embargo Daniel apenas conseguía dormir. Cada vez que se introducía en la cabina de sueño y cerraba los ojos, acudían a él los fantasmas de Nyberg, Virts y Wiseman.
El Programa Lucero había sido puesto en marcha por la NASA siete años antes con el objetivo de establecer una base permanente en la Luna. Recreadas las condiciones que hacen posible la vida en la Tierra, aquellas instalaciones servirían de avanzada a los primeros humanos que habrían de visitar el planeta rojo una década más tarde.
Todo se fue al traste cuando el comandante de la misión Lucero II, Edy Wiseman, y el especialista de carga, Nohan Virts, no regresaron a la cápsula de mando que debía llevarlos de vuelta a casa. Ambos perdieron la vida en la superficie lunar, convirtiéndose en los primeros humanos fallecidos en el satélite.
No serían los últimos.
Nueve meses más tarde, Henry Nyberg, piloto del módulo lunar de la misión enviada ex profeso para recuperar los cuerpos de los astronatuas, pereció horas después de alunizar sin causa aparente que lo justificase. El resto de la tripulación de la Lucero III recibió entonces la consigna de abandonar el satélite sin mayor dilación.
Tras la debacle de las dos últimas misiones y con el proyecto primigenio desterrado de la psique colectiva, se sucedieron las investigaciones sobre lo acontecido. Se abordaron cuestiones legales, deontológicas, científicas, religiosas... ¿Cuán ético era abandonar aquellos restos humanos en la superficie lunar? ¿Cuál sería su impacto en la atmósfera del satélite? ¿Qué implicaciones procesales acarrearía para el gobierno federal?
Se actualizaron los protocolos de emergencia y se llevó a cabo una exhaustiva selección de personal para lo que estaba por venir: la reinvención del proyecto Lucero. Su nuevo objetivo sería averiguar qué estaba sucediendo en aquella gigantesca esfera cercada de luz cenicienta, y por qué la vida de esos hombres se había visto truncada a trescientos ochenta y cuatro mil kilómetros de sus hogares.
La tarea fue encomendada a un joven doctor en hidrogeología, quien, cuando apenas levantaba dos palmos del suelo ya pretendía alcanzar con sus manos la pelota plomiza que contemplaba suspendida en el cielo.
Andando sobre el aire, así se dirigía Daniel a la escotilla cuando el resto de la tripulación descansaba. Un plástico no más grueso que lo que dura un eclipse lo separaba del universo. Más allá..., los cometas.
Entonces la vio.
Salpicada de montañas, de roca antigua y basalto, no encontró en su superficie polvo lunar sino plata. Las cordilleras, que serpenteaban aquel mundo cual arterías, parecían trazos de plata. Cada uno de los mares, las tierras altas, sus planicies... no eran ceniza, también plata. Igual sucedía con las brechas, los agujeros profundos, sus circos. El regolito era plata. Los rayos cósmicos, de plata. Su núcleo no podía ser hierro, lo intuía Daniel plata.
Un día en órbita circumpolar no bastaba para absorber cuanto ofrecía. Aun faltando colores, sobraban valles, pantanos y lomas, cráteres perfectos, derruidos, fantasmales...
El ingeniero de vuelo, Nash Vande Hey, y el especialista Daniel Wilmore se introdujeron en el módulo lunar Lira y procedieron a su desconexión de la Lucero IV.
Como nube que no soporta su peso y cae, descendieron.
Ciento dos horas y cuarenta y siete minutos después del despegue en Cabo Cañaveral alunizaron en Mare Nubium.
Montañas sin nieve, llanuras, riachuelos... «Yo también vine de allí», parecía decirles la Luna. A bordo del todoterreno, pero sin distanciarse nunca demasiado de Lira, recorrieron los meandros como quien camina sobre la corona de un diente, hasta que divisaron una mancha blanca brotando de la tierra muerta.
Daniel se apeó del vehículo y se acercó a ella.
Como si los hubiese vomitado un agujero negro yacían los tres astronautas. De pie, sin vida, incólumes, aferrados los unos a los otros: comparsa muda frente a un teatro vacío.
Edy Wiseman, medio agachado, con la rodilla izquierda tocando el firme y ambas manos sobre la otra pierna, el torso erguido y la cabeza alta: contemplando los planetas de helio. A su derecha, Nyberg, de pie y con los brazos caídos —en aquel paraje sin brisa todo se mantenía ileso, también los muertos—, los ojos abiertos, la boca cerrada, el gesto suave..., la mirada ausente. A la izquierda de Wiseman, sentado sobre su equipo de soporte vital y con una mano rozando la de su compañero, Nohan Virts completaba la escena.
Daniel se estremeció al intuir lo ocurrido.
La Lucero III iba a suponer la última misión para Henry Nyberg. Ya le habían comunicado su nuevo destino y no le cautivaba en absoluto permutar la unidad de movilidad extravehicular por un turismo de cuatro ruedas, ni desgustar agua corriente en lugar de aquella tratada por un reactor de oxidación catalítica, o nunca más experimentar el cultivo vertical en un ambiente de gravedad cero. Enamorado del cosmos y sus prodigios, Nyberg optó por no regresar.
Nueve meses atrás habían tomado la misma decisión Wiseman y Virts, quienes, poco antes de anular el sistema de depuración de oxígeno de su equipo portátil, se habían preguntado si en otros cuerpos celestes habría más seres muriendo de amor.
Daniel miró atrás y observó a Vande Hey comunicándose con el módulo de mando; delante tiritaba Neptuno como un niño con fiebre. Se giró pensando que sería una pena perder la vida sin haber visitado antes la cueva de los cristales gigantes, sin mojarse en el Atlántico, sin contemplar otra puesta de sol tornando a destello verde... Se volvió a girar, allí donde la voz se detiene, los astronautas muertos pronunciaban su nombre. Delante, una estrella fría; detrás, las corrientes oceánicas. Tras de sí, el Tránsito de Mercurio, la luz de otoño, las aves de paso..., pero frente a él se abrían camino, una a una, mil perseidas.
Un meteoro rasgó el firmamento salpicando su infinito negro de migas de pan. Daniel, un cometa más viejo, se sentó junto a Nohan para observar la Tierra naciendo frente a ellos... apagó su equipo y sonrió una última vez. Una fuerza densa, de trece mil setecientos millones de años, le dio la bienvenida.
En Mare Nubium, la tierra oscura de su cráter más antiguo se asemeja a la carpa de un circo. Dentro ofrecen su espectáculo los equilibristas, haciendo malabares sobre una cuerda de polvo esparcida en el suelo de una roca. La roca orbita un planeta, el planeta una estrella y la estrella una galaxia. Por todo público, la materia oscura, brotes de rayos gamma, las hipernovas...
Como encerrarse en una caja de cartón junto a un enjambre de meteoros, así describiría Daniel las sensaciones que experimentaba atravesando la atmósfera terrestre a cuarenta y tres mil kilómetros por hora, a bordo de la nave espacial Lucero IV.
—Fase 2 desacoplada con éxito.
—Recibido, Helms.
Mientras el ingeniero de vuelo ejecutaba la maniobra que terminaría arrojándolos al espacio exterior, el especialista en hidrogeología, Daniel Wilmore, se visualizaba ya caminando sobre el manto de polvo que cubre la superficie lunar.
Treinta y nueve años aguardando aquel instante, observando cómo una pequeña pelota de caucho orbitaba su cuna, esculpiendo un trozo de plastilina a modo de cuarto menguante, una luna creciente tallada en aluminio sobre su escritorio, el globo cobáltico con campo gravitacional para la clase de ciencias del instituto, la beca Lisa Nowak, su estudio sobre lixiviación de la roca lunar recogida en la Formación Cayley... Una vida soñando en blanco, marfil y plata.
—A este paso colmaremos el satélite de hombres pequeños —, soltó sin más.
—Prométanme algo, señores — respondió el comandante—: regresaremos todos.
Las siguientes sesenta y tres horas discurrieron en ausencia de gravedad. Como un funambulista al que de pronto le arrebataran su alambre, deambularon por la cápsula realizando labores de mantenimiento: examinando vectores de dirección, comprobando instrumentos e indicadores...; se alimentaron según el horario terrestre y descansaron en turnos dispares.
Sin embargo Daniel apenas conseguía dormir. Cada vez que se introducía en la cabina de sueño y cerraba los ojos, acudían a él los fantasmas de Nyberg, Virts y Wiseman.
El Programa Lucero había sido puesto en marcha por la NASA siete años antes con el objetivo de establecer una base permanente en la Luna. Recreadas las condiciones que hacen posible la vida en la Tierra, aquellas instalaciones servirían de avanzada a los primeros humanos que habrían de visitar el planeta rojo una década más tarde.
Todo se fue al traste cuando el comandante de la misión Lucero II, Edy Wiseman, y el especialista de carga, Nohan Virts, no regresaron a la cápsula de mando que debía llevarlos de vuelta a casa. Ambos perdieron la vida en la superficie lunar, convirtiéndose en los primeros humanos fallecidos en el satélite.
No serían los últimos.
Nueve meses más tarde, Henry Nyberg, piloto del módulo lunar de la misión enviada ex profeso para recuperar los cuerpos de los astronatuas, pereció horas después de alunizar sin causa aparente que lo justificase. El resto de la tripulación de la Lucero III recibió entonces la consigna de abandonar el satélite sin mayor dilación.
Tras la debacle de las dos últimas misiones y con el proyecto primigenio desterrado de la psique colectiva, se sucedieron las investigaciones sobre lo acontecido. Se abordaron cuestiones legales, deontológicas, científicas, religiosas... ¿Cuán ético era abandonar aquellos restos humanos en la superficie lunar? ¿Cuál sería su impacto en la atmósfera del satélite? ¿Qué implicaciones procesales acarrearía para el gobierno federal?
Se actualizaron los protocolos de emergencia y se llevó a cabo una exhaustiva selección de personal para lo que estaba por venir: la reinvención del proyecto Lucero. Su nuevo objetivo sería averiguar qué estaba sucediendo en aquella gigantesca esfera cercada de luz cenicienta, y por qué la vida de esos hombres se había visto truncada a trescientos ochenta y cuatro mil kilómetros de sus hogares.
La tarea fue encomendada a un joven doctor en hidrogeología, quien, cuando apenas levantaba dos palmos del suelo ya pretendía alcanzar con sus manos la pelota plomiza que contemplaba suspendida en el cielo.
Andando sobre el aire, así se dirigía Daniel a la escotilla cuando el resto de la tripulación descansaba. Un plástico no más grueso que lo que dura un eclipse lo separaba del universo. Más allá..., los cometas.
Entonces la vio.
Salpicada de montañas, de roca antigua y basalto, no encontró en su superficie polvo lunar sino plata. Las cordilleras, que serpenteaban aquel mundo cual arterías, parecían trazos de plata. Cada uno de los mares, las tierras altas, sus planicies... no eran ceniza, también plata. Igual sucedía con las brechas, los agujeros profundos, sus circos. El regolito era plata. Los rayos cósmicos, de plata. Su núcleo no podía ser hierro, lo intuía Daniel plata.
Un día en órbita circumpolar no bastaba para absorber cuanto ofrecía. Aun faltando colores, sobraban valles, pantanos y lomas, cráteres perfectos, derruidos, fantasmales...
El ingeniero de vuelo, Nash Vande Hey, y el especialista Daniel Wilmore se introdujeron en el módulo lunar Lira y procedieron a su desconexión de la Lucero IV.
Como nube que no soporta su peso y cae, descendieron.
Ciento dos horas y cuarenta y siete minutos después del despegue en Cabo Cañaveral alunizaron en Mare Nubium.
Montañas sin nieve, llanuras, riachuelos... «Yo también vine de allí», parecía decirles la Luna. A bordo del todoterreno, pero sin distanciarse nunca demasiado de Lira, recorrieron los meandros como quien camina sobre la corona de un diente, hasta que divisaron una mancha blanca brotando de la tierra muerta.
Daniel se apeó del vehículo y se acercó a ella.
Como si los hubiese vomitado un agujero negro yacían los tres astronautas. De pie, sin vida, incólumes, aferrados los unos a los otros: comparsa muda frente a un teatro vacío.
Edy Wiseman, medio agachado, con la rodilla izquierda tocando el firme y ambas manos sobre la otra pierna, el torso erguido y la cabeza alta: contemplando los planetas de helio. A su derecha, Nyberg, de pie y con los brazos caídos —en aquel paraje sin brisa todo se mantenía ileso, también los muertos—, los ojos abiertos, la boca cerrada, el gesto suave..., la mirada ausente. A la izquierda de Wiseman, sentado sobre su equipo de soporte vital y con una mano rozando la de su compañero, Nohan Virts completaba la escena.
Daniel se estremeció al intuir lo ocurrido.
La Lucero III iba a suponer la última misión para Henry Nyberg. Ya le habían comunicado su nuevo destino y no le cautivaba en absoluto permutar la unidad de movilidad extravehicular por un turismo de cuatro ruedas, ni desgustar agua corriente en lugar de aquella tratada por un reactor de oxidación catalítica, o nunca más experimentar el cultivo vertical en un ambiente de gravedad cero. Enamorado del cosmos y sus prodigios, Nyberg optó por no regresar.
Nueve meses atrás habían tomado la misma decisión Wiseman y Virts, quienes, poco antes de anular el sistema de depuración de oxígeno de su equipo portátil, se habían preguntado si en otros cuerpos celestes habría más seres muriendo de amor.
Daniel miró atrás y observó a Vande Hey comunicándose con el módulo de mando; delante tiritaba Neptuno como un niño con fiebre. Se giró pensando que sería una pena perder la vida sin haber visitado antes la cueva de los cristales gigantes, sin mojarse en el Atlántico, sin contemplar otra puesta de sol tornando a destello verde... Se volvió a girar, allí donde la voz se detiene, los astronautas muertos pronunciaban su nombre. Delante, una estrella fría; detrás, las corrientes oceánicas. Tras de sí, el Tránsito de Mercurio, la luz de otoño, las aves de paso..., pero frente a él se abrían camino, una a una, mil perseidas.
Un meteoro rasgó el firmamento salpicando su infinito negro de migas de pan. Daniel, un cometa más viejo, se sentó junto a Nohan para observar la Tierra naciendo frente a ellos... apagó su equipo y sonrió una última vez. Una fuerza densa, de trece mil setecientos millones de años, le dio la bienvenida.
En Mare Nubium, la tierra oscura de su cráter más antiguo se asemeja a la carpa de un circo. Dentro ofrecen su espectáculo los equilibristas, haciendo malabares sobre una cuerda de polvo esparcida en el suelo de una roca. La roca orbita un planeta, el planeta una estrella y la estrella una galaxia. Por todo público, la materia oscura, brotes de rayos gamma, las hipernovas...
- Iliria
- Foroadicto
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- Registrado: 23 Jul 2014 23:13
- Ubicación: En la Torada Mágica, para siempre
Re: CP XIV - Los equilibristas
Hola, autor/a
Otro relato que me ha convencido a la primera
Creo que has reflejado muy bien lo que es una misión espacial. No es que esté muy versada en el tema, pero me has convencido. Manejas unas frases muy potentes y bellas, como esta: "Una vida soñando en blanco, marfil y plata". Además lo expresas todo con un vocabulario rico, variado, amplio. Otro plus
Quizá por esa riqueza de vocabulario me ha chocado un poco la repetición de la palabra "plata" en un párrafo tan breve (suena a tirón de orejas, ya que aunque percibo que puede ser algo intencionado, me ha chirriado un pelín )
Me ha llamado la atención el final, pero entiendo que el influjo que causa la belleza del Universo en estos astronautas hace que no quieran regresar... al menos en este contexto me convence. Algún puntillo rascas.
Gracias por participar
Otro relato que me ha convencido a la primera
Creo que has reflejado muy bien lo que es una misión espacial. No es que esté muy versada en el tema, pero me has convencido. Manejas unas frases muy potentes y bellas, como esta: "Una vida soñando en blanco, marfil y plata". Además lo expresas todo con un vocabulario rico, variado, amplio. Otro plus
Quizá por esa riqueza de vocabulario me ha chocado un poco la repetición de la palabra "plata" en un párrafo tan breve (suena a tirón de orejas, ya que aunque percibo que puede ser algo intencionado, me ha chirriado un pelín )
Me ha llamado la atención el final, pero entiendo que el influjo que causa la belleza del Universo en estos astronautas hace que no quieran regresar... al menos en este contexto me convence. Algún puntillo rascas.
Gracias por participar
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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- Tolomew Dewhust
- Foroadicto
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- Registrado: 16 Ago 2013 11:23
Re: CP XIV - Los equilibristas
Los colegas, flipando con Saturno...
Última edición por Tolomew Dewhust el 23 Abr 2019 15:04, editado 1 vez en total.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
- Mister_Sogad
- Tigretón
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- Registrado: 20 Dic 2009 10:04
- Ubicación: Perdido en mis pensamientos
Re: CP XIV - Los equilibristas
Buena historia la tuya, autor/a! Me ha gustado mucho tu idea, la verdad. Lo curioso es que lo veo del todo realista. No creo que yo hiciera lo de tus personajes, pero sí pienso que hay personas que durante toda su vida tienen un objetivo o meta tan fuerte, tan importante para ellas que, una vez alcanzada está meta deben plantearse dos opciones: o bien buscarse otro objetivo vital o bien sentir plena satisfacción de lo logrado y seguir adelante felizmente. La tercera vía que tú planteas también puede existir, han sido, son y serán muchos los que ya no ven más allá de lo obtenido y deciden que ya está. Yo apuesto por seguir añadiendo metas y objetivos, claro.
Ah, me ha seducido ese punto romántico, por cierto.
Suerte primaveral.
Ah, me ha seducido ese punto romántico, por cierto.
Suerte primaveral.
Re: CP XIV - Los equilibristas
Muy buen relato, y eso que no me interesa nada el tema, sin embargo has logrado envolverme en esta atmósfera tan especial que has ido entretejiendo a medida que avanzaba en la lectura.
Muy bien escrito,con imágenes bellísimas!
Mucha suerte!
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Mucha suerte!
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- Tolomew Dewhust
- Foroadicto
- Mensajes: 4987
- Registrado: 16 Ago 2013 11:23
Re: CP XIV - Los equilibristas
Como encerrarse en una caja de cartón... / Como un funambulista al que de pronto... / Como nube que no soporta su peso y cae... / ...como quien camina sobre la corona de un diente. / Como si los hubiese vomitado un agujero negro...
Houston, tenemos un problema... Nos gusta mucho esta estructura, ¿no? Tal vez, demasiado, .
En una primera lectura, la historia es buena. Cuando lees el relato dos veces ya te preguntas cómo es posible que vayan cayendo un astronauta tras otro en la Luna. ¿Todos son suicidas en potencia? ¿No lo vio la NASA cuando hizo el casting? Si llegas a la tercera lectura (mi caso, que soy un cansino) ya te chirría tela y te arañas la cara o te quemas con un mechero los pezones cuando lees que aquel a quien mandan para investigar lo que está sucediendo en el satélite tenga también un porrazo en la cabeza y prefiera quedarse sin oxígeno allí arriba rodeado de polvillo ceniza a volver y tomarse una cocacola zero viendo el mundial de snooker.
Salvando la historia, que no hay por donde cogerla, lo demás está muy bien.
Houston, tenemos un problema... Nos gusta mucho esta estructura, ¿no? Tal vez, demasiado, .
En una primera lectura, la historia es buena. Cuando lees el relato dos veces ya te preguntas cómo es posible que vayan cayendo un astronauta tras otro en la Luna. ¿Todos son suicidas en potencia? ¿No lo vio la NASA cuando hizo el casting? Si llegas a la tercera lectura (mi caso, que soy un cansino) ya te chirría tela y te arañas la cara o te quemas con un mechero los pezones cuando lees que aquel a quien mandan para investigar lo que está sucediendo en el satélite tenga también un porrazo en la cabeza y prefiera quedarse sin oxígeno allí arriba rodeado de polvillo ceniza a volver y tomarse una cocacola zero viendo el mundial de snooker.
Salvando la historia, que no hay por donde cogerla, lo demás está muy bien.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
- Mario Cavara
- Foroadicto
- Mensajes: 3745
- Registrado: 08 Oct 2016 18:26
Re: CP XIV - Los equilibristas
Tengo que confesar que el tema que toca este relato me resulta muy ajeno y, por tanto, no he sabido captar en su integridad su esencia. Tampoco ayuda el hecho de utilizar nombres foráneos para los protagonistas; reconozco que a mí personalmente me cuesta empatizar con alguien llamado Nyberg o Virts, y si el autor o la autora es, además, hispanohablante, me chirria aún más (ojo, yo lo he hecho en un relato que escribí hace tiempo, aunque era una exigencia obligada del guion). Pero bueno, el narrador está en su derecho de bautizar a sus personajes como más le guste, faltaría más. Al menos el proyecto se llamaba Lucero y no Shining Star o algo así
Más allá de eso, la historia me ha gustado, me ha resultado entretenida, aun dentro de mi ignorancia sobre el tema tratado.
No es de muy de mi agrado, en cambio, el uso de frases cortas para copar todo un párrafo, tipo “No serían los últimos”, “Entonces la vio”, etcétera. Lo veo algo prosaico.
Advierto cierta incoherencia en la frase: “De pie, sin vida, incólumes”, más que nada porque si están muertos, ya no pueden estar incólumes, sin perjuicio de que los daños no resulten aparentes. Eso sí, me resultó muy grato el cierre de dicha frase: “comparsa muda frente a un teatro vacío”. Muy significativa y meritoria.
Tampoco me parece bien construida esta oración: “Se volvió a girar, allí donde la voz se detiene, los astronautas muertos pronunciaban su nombre”. Por más que la releo, no le encuentro coherencia sintáctica ni semántica.
Detecto también algunos otros errores de concordancia, como cuando escribes: “Como un funambulista al que de pronto le arrebataran su alambre, deambularon por la cápsula realizando labores de mantenimiento”. O el funambulista se pluraliza, o el verbo deambular se singulariza, pero ambas cosas no tienen encaje sintáctico.
Tampoco está bien construida esta frase: “Su núcleo no podía ser hierro, lo intuía Daniel plata, a menos que el apellido de Daniel fuese "Plata", como el John Nieve de Juego de Tronos
Los últimos párrafos del relato me han parecido, sin duda alguna, los más potentes del texto. Incluso por momentos me han recordado el estilo enloquecido (y sumamente bello) de Arthur C. Clarke. Solo por ese cierre tan bueno ya merece un fuerte aplauso.
Más allá de eso, la historia me ha gustado, me ha resultado entretenida, aun dentro de mi ignorancia sobre el tema tratado.
No es de muy de mi agrado, en cambio, el uso de frases cortas para copar todo un párrafo, tipo “No serían los últimos”, “Entonces la vio”, etcétera. Lo veo algo prosaico.
Advierto cierta incoherencia en la frase: “De pie, sin vida, incólumes”, más que nada porque si están muertos, ya no pueden estar incólumes, sin perjuicio de que los daños no resulten aparentes. Eso sí, me resultó muy grato el cierre de dicha frase: “comparsa muda frente a un teatro vacío”. Muy significativa y meritoria.
Tampoco me parece bien construida esta oración: “Se volvió a girar, allí donde la voz se detiene, los astronautas muertos pronunciaban su nombre”. Por más que la releo, no le encuentro coherencia sintáctica ni semántica.
Detecto también algunos otros errores de concordancia, como cuando escribes: “Como un funambulista al que de pronto le arrebataran su alambre, deambularon por la cápsula realizando labores de mantenimiento”. O el funambulista se pluraliza, o el verbo deambular se singulariza, pero ambas cosas no tienen encaje sintáctico.
Tampoco está bien construida esta frase: “Su núcleo no podía ser hierro, lo intuía Daniel plata, a menos que el apellido de Daniel fuese "Plata", como el John Nieve de Juego de Tronos
Los últimos párrafos del relato me han parecido, sin duda alguna, los más potentes del texto. Incluso por momentos me han recordado el estilo enloquecido (y sumamente bello) de Arthur C. Clarke. Solo por ese cierre tan bueno ya merece un fuerte aplauso.
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Re: CP XIV - Los equilibristas
No sé por qué, pero me ha venido un tufo a payasos y a trompetas que pa qué.
¿Tú qué opinas, Tolo de mi arma?
Ya vengo.
¿Tú qué opinas, Tolo de mi arma?
Ya vengo.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
Re: CP XIV - Los equilibristas
Hola, autor . Hola, autora:
Veo que has disfrutado del placer que se siente cuando creas un personaje cuyo destino es la muerte. Supongo que te sentirás bien y que has podido dormir sin ningún tipo de cargo de conciencia.
En líneas generales no he encontrado fallos insalvables o complicados de resolver, aunque sí quiero decir que la metáfora del último párrafo me parece que desentona con el resto del relato. Tengo la sensación de que se te había ocurrido y querías incorporarla de alguna forma, pero lo cierto es que a mí no me ha gustado y me ha dejado un regustillo agridulce .
Digo agridulce porque todo lo anterior es dulce. Muy dulce. El relato está muy bien escrito, dando la información a cucharadas y construyendo la historia poco a poco. Apenas hay diálogos, pero los que usas sirven no sólo para hacer progresar la trama, sino para definir la personalidad de los personajes.
Otro detalle que me ha encantado es la documentación subyacente. No sé si te has documentado ex profeso o si es un tema que controlas mucho y has querido usar para facilitarte la redacción, pero en todo caso ha funcionado muy bien. A eso tengo que contrapesarle, como cosa negativa, lo mismo que señala Tolomew: el que haya habido varios astronautas que se hayan suicidado en la Luna resulta algo difícil de encajar en el modelo tan exhaustivo de selección que se le presupone a la NASA.
Por otra parte, se trata de un relato que creo que es original porque, sin complicarte en exceso, has metido todo un enorme dilema moral ante el hecho de qué ocurriría si tras un alunizaje quedara un cadáver en la superficie lunar.
En resumen, creo que has creado un relato muy bueno y con muchas posibilidades.
Gracias por compartirlo y mucha suerte .
Veo que has disfrutado del placer que se siente cuando creas un personaje cuyo destino es la muerte. Supongo que te sentirás bien y que has podido dormir sin ningún tipo de cargo de conciencia.
En líneas generales no he encontrado fallos insalvables o complicados de resolver, aunque sí quiero decir que la metáfora del último párrafo me parece que desentona con el resto del relato. Tengo la sensación de que se te había ocurrido y querías incorporarla de alguna forma, pero lo cierto es que a mí no me ha gustado y me ha dejado un regustillo agridulce .
Digo agridulce porque todo lo anterior es dulce. Muy dulce. El relato está muy bien escrito, dando la información a cucharadas y construyendo la historia poco a poco. Apenas hay diálogos, pero los que usas sirven no sólo para hacer progresar la trama, sino para definir la personalidad de los personajes.
Otro detalle que me ha encantado es la documentación subyacente. No sé si te has documentado ex profeso o si es un tema que controlas mucho y has querido usar para facilitarte la redacción, pero en todo caso ha funcionado muy bien. A eso tengo que contrapesarle, como cosa negativa, lo mismo que señala Tolomew: el que haya habido varios astronautas que se hayan suicidado en la Luna resulta algo difícil de encajar en el modelo tan exhaustivo de selección que se le presupone a la NASA.
Por otra parte, se trata de un relato que creo que es original porque, sin complicarte en exceso, has metido todo un enorme dilema moral ante el hecho de qué ocurriría si tras un alunizaje quedara un cadáver en la superficie lunar.
En resumen, creo que has creado un relato muy bueno y con muchas posibilidades.
Gracias por compartirlo y mucha suerte .
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- ACLIAMANTA
- No puedo vivir sin este foro
- Mensajes: 584
- Registrado: 29 Oct 2014 13:01
Re: CP XIV - Los equilibristas
A pesar de que no es un género de los que prefiero, la historia me pareció interesante y bien escrita,desde la primera frase me atrapó y a lo largo de la lectura en ningún momento decayó el interés.
Como pega, la presencia de tantos personajes (con nombres complicados) en un relato tan corto dificulta la lectura y tal vez la comprensión de la historia, pero por lo demás el relato me gustó.
Suerte para el autor!
Como pega, la presencia de tantos personajes (con nombres complicados) en un relato tan corto dificulta la lectura y tal vez la comprensión de la historia, pero por lo demás el relato me gustó.
Suerte para el autor!
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Re: CP XIV - Los equilibristas
Como encerrarse en una caja de cartón... / Como un funambulista al que de pronto... / Como nube que no soporta su peso y cae... / ...como quien camina sobre la corona de un diente. / Como si los hubiese vomitado un agujero negro...
Es la marca de la casa. Y los circos, y las miguitas de pan.
Que sí, que ya vengo.
Es la marca de la casa. Y los circos, y las miguitas de pan.
Que sí, que ya vengo.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
Re: CP XIV - Los equilibristas
Autor/a, es medio repetitivo, pero no es un género que me guste.
No obstante, tengo que decirte que me dejó una sensación agradable.
Me gustó la poética con que rodeaste a esos astronautas, les diste un toque
de dulzura que me gustó mucho y se apoderó de mí.
La narración es muy buena y las descripciones muy bonitas.
Suerte y gracias por compartirlo
No obstante, tengo que decirte que me dejó una sensación agradable.
Me gustó la poética con que rodeaste a esos astronautas, les diste un toque
de dulzura que me gustó mucho y se apoderó de mí.
La narración es muy buena y las descripciones muy bonitas.
Suerte y gracias por compartirlo
Re: CP XIV - Los equilibristas
¿Y por qué no Karen Nyberg? ¿Es verdad eso que dicen de que los astronautas llevan una pastillita de cianuro por si el asunto sale mal no estar flotando por los restos de los restos? Como flotandooooooooooooooo.
Me ha gustado mucho tu relato, funambulista sin cuerda, a mí, que tan pegada estoy en asuntos espaciales, pero claro, le has puesto una dosis de poesía que me ha hecho suspirar un poquito. Plata, blanco y marfil, qué bueno. De los asuntos técnicos, ni idea, yo leo poca cifi, de las visiones de la luna que me ofreces muy bien.
EL POETA LOCO DICE: Salpicada de montañas, de roca antigua y basalto, no encontró en su superficie polvo lunar sino plata. Las cordilleras, que serpenteaban aquel mundo cual arterías, parecían trazos de plata. Cada uno de los mares, las tierras altas, sus planicies... no eran ceniza, también plata. Igual sucedía con las brechas, los agujeros profundos, sus circos. El regolito era plata. Los rayos cósmicos, de plata. Su núcleo no podía ser hierro, lo intuía Daniel plata.
Esta gata, cuando se asoma a mirarla, en el último cigarrillo de la noche, es lo que ve: gracias. Si se me ocurren mas cosas, ya vuelvo. Por cierto, creo que fue Virts que al pasar por encima de Boston hizo ese gesto característico de las manos para homenajear a Leonard Nimoy.
Me ha gustado mucho tu relato, funambulista sin cuerda, a mí, que tan pegada estoy en asuntos espaciales, pero claro, le has puesto una dosis de poesía que me ha hecho suspirar un poquito. Plata, blanco y marfil, qué bueno. De los asuntos técnicos, ni idea, yo leo poca cifi, de las visiones de la luna que me ofreces muy bien.
EL POETA LOCO DICE: Salpicada de montañas, de roca antigua y basalto, no encontró en su superficie polvo lunar sino plata. Las cordilleras, que serpenteaban aquel mundo cual arterías, parecían trazos de plata. Cada uno de los mares, las tierras altas, sus planicies... no eran ceniza, también plata. Igual sucedía con las brechas, los agujeros profundos, sus circos. El regolito era plata. Los rayos cósmicos, de plata. Su núcleo no podía ser hierro, lo intuía Daniel plata.
Esta gata, cuando se asoma a mirarla, en el último cigarrillo de la noche, es lo que ve: gracias. Si se me ocurren mas cosas, ya vuelvo. Por cierto, creo que fue Virts que al pasar por encima de Boston hizo ese gesto característico de las manos para homenajear a Leonard Nimoy.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
Re: CP XIV - Los equilibristas
El relato es entretenido y la lectura es fácil, pero esperaba otra cosa, más allá de tu capacidad para crear párrafos de una belleza incuestionable. La historia avanza bien, tiene ritmo y me introduces con facilidad en el ambientillo, como en las pelis de Lucas. La vas dotando de la terminología adecuada para hacerla más creible, en cfi es algo obligado, supongo. La sensación de aventura flota en el ambiente, pero ese desenlace me desinfla a pesar de tu buena prosa. Quizá sea la inacción lo que me mata. Cosas mías, puedo parecer bruto, pero no tanto.
Un canto a la muerte o la locura. Vaya usted a saber...
Saludos y suerte.
Un canto a la muerte o la locura. Vaya usted a saber...
Saludos y suerte.
En paz descanses, amigo.
Re: CP XIV - Los equilibristas
un relato muy bello, me encanta tu forma de narrar, muy poética. Y el relato muy bien construido, te va llevando desde que era pequeño, me gusta. Pero no acabo de pillar el mensaje... o quizá sí, pero mi mente prosaica insiste en negarlo ¿morir de amor? ¿ante la belleza del mundo? Espero salir de dudas cuando se conozca la autoría, si tienes a bien explicarlo
total, que me encanta, mucha suerte!
total, que me encanta, mucha suerte!
Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias. Eduardo Galeano
Recuento 2024
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