I Fantasía: La rueda de la fortuna -SHardin

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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Felicity
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I Fantasía: La rueda de la fortuna -SHardin

Mensaje por Felicity »

LA RUEDA DE LA FORTUNA

[…] y vendrán días aciagos, el imperio se sumirá en negro pozo, los infortunados hijos perderán la forma de vida de sus padres y ya no recordarán la de sus abuelos. Pero Héroe y Dama se unirán por primera vez en la historia y de esta unión vendrá el Elegido que será inmortal. Portará justicia en una mano y futuro en la otra, futuro que volverá si la sangre caliente que dio vida al Elegido es derramada por éste.

Profecía X del Dios Ciego.


Aunque los vestigios de la lucha se evidenciaban en todo el palacio, no había muchos muertos dado que esta invasión era algo simbólico una vez caídas ya todas las defensas. Entraron a palacio más ciudadanos, vestidos ellos con togas formales y ellas con túnicas festivas, que rebeldes milicianos. Nadie se quería perderse el espectáculo, aunque para decepción de muchos, ningún civil pudo pasar a la intimidad de la sala de preparación donde ocurrió el encuentro. Esta sala era la única comunicada con la cámara de los sacrificios donde el verde fuego del Dios Vida (en el imperio los dioses no tenían sexo pues eran seres completos) arrancaba con ardiente dolor la vida de los antaño voluntarios (hoy en día la voluntariedad era obligatoria) y la entregaba al Héroe o la Dama alargando la vida de estos en proporción al tiempo pasado en la cámara (que solía ser en el mayor de los casos solo unos meses, pues contaban con orgullo los que habían sacrificado algún tiempo de su existencia en la cámara que eran muchos los horrores que se padecían a manos de la llama del Dios Vida). Este no era el único lugar donde se encontraba la llama esmeralda, pero si el más usado.

Dentro de la sala, Destino se acercó al vencido dueño del palacio quien había heredado este de su padre, Justo (que fue Héroe durante muchos prósperos años) y de su madre, que dejo el palacio, dejo a Justo y también dejó los derechos sobre su patrimonio (palacio incluido) a su infantil hijo al ofrecérsele el cargo de Dama pues en el imperio estaba prohibida cualquier relación carnal entre Héroe y Dama. Destino sacó a Verdad, el amuleto que necesitaba para realizar el hechizo que permitía hacer una pregunta a los recuerdos de una persona, estos le hablarían si esa era su voluntad. Tras unas místicas palabras acercó el amuleto a la frente de su padre y le hizo una pregunta.

¿Acaso sé yo la respuesta? Creo que te has ganado el derecho de conocer, de que hablen mis recuerdos y sepas lo que todo lo que pasó. Juzga tú mismo si hay un porqué y cuál es este.

Mucho han cambiado las cosas en estos ciento treinta años y aquel día no era un día cualquiera pues empezaba el Mandato, una antigua fiesta, una excusa como otra cualquiera para celebrar juegos, estrenar dramas en los teatros y dejar los foros y las tribunas a los filósofos, poetas y músicos. Pero aquel año era diferente ya que se había solicitado un injusto cambio de Mandato, el primero desde que el mundo es mundo.

La responsabilidad de gobernar en aquellos tiempos recaía en los dos únicos inmortales sobre la tierra, es decir, sobre mí y sobre tu madre. Como Héroe en mi persona recaía la tutela de lo masculino: La responsabilidad de la milicia, el culto a los dioses, la ingeniería y la diplomacia. Como Dama, tu madre, tenía el honor de aliviarme de las tareas de gobierno más simples y más adecuadas para la mujer: Abastecimiento, comercio, religión y eso tan despilfarrador e inútil llamado cultura. La mismísima Dama en persona, la más bella y la más cruel entre las mujeres decidió que me había excedido en mis funciones y declaró que en la fiesta del Mandato de este año se me sometería a juicio y se me obligaría a abdicar. Querían arrebatarme todos mis privilegios, incluido la regencia y los sacrificios. Sin estos últimos como sabes dejaría de ser inmortal, volvería a envejecer.

Recuerdo Ramun aquella mañana, que por aquel entonces no era un país como ahora sino la capital del mundo conocido, la gloriosa ciudad-imperio (y todo gracias a mí porque yo mismo comande la última anexión, la postrera socialización de la barbarie). Ya no quedaba enemigo en el mundo conocido, solo quedaba sitio para los aliados de Ramun o para las provincias. A mi memoria acude Ramun vestida con sus mejores galas: balcones engalanados de flores rojas; calzadas limpias y adornadas de postes amarillos y azules; los dorados venían de las vallas, muros y fachadas donde hasta la gente más humilde colgaba las joyas de la familia en ofrenda a los mandatarios (joyas que nunca serian reclamadas y que siempre volvían a los dueños por gracia de los mandatarios). El camino desde la puesta norte (donde tu amada madre me obligo a acampar hasta el día del juicio negándome la entrada a mí o cualquiera de los militares a mi mando) hasta el templo del Dios Ciego se convirtió para mí en una marcha triunfal improvisada pero no por ello menos merecida. Los ciudadanos libres me vitoreaban, lanzaban hojas de sauce a mi paso, se postraban ante la visión del Héroe, del más grande entre los grandes que ha existido y suplicaban mi bendición o la de los generales que me escoltaban.

Mi pecho estaba hinchado por el orgullo hacia mis siervos, aquel era mi sitio. Pero eso no aplacó el odio que sentía y que aumentaba con cada nueva humillación, como la sufrida cuando llegue al templo. Mi atuendo elegido para acudir al juicio era el propio de mi singular rango, portaba la legendaria armadura Boca del bosque y la todopoderosa espada de Héroes Dragón, pues bien, me esperaban con mi violácea toga y con el encarnado fajín de mandatario, me vistieron aunque yo me sentía desnudo y obligaron a que un feo siervo del Dios Ciego me acompañara portando a Dragón en sus manos indignas (mucho más feo con su nuevo ojo morado, nadie dijo la velocidad a la que tendría que producirse la entrega de mi espada y suerte que la entregué enfundada).

Mi estado de ánimo era tan contradictorio como el alma y el cuerpo de una mujer poco agraciada. Caminé sobre sandalias nuevas procurando mantener la dignidad (cosa harto difícil cuando vistes una toga, y cuánto no más cuando es una toga ceremonial). Una vez dentro de la inmensa cúpula del templo del Dios Ciego se diferenciaban dos espacios:



En el gran altar presidido por una enorme mesa de piedra que me recordaba a las barricadas en la que se parapetaba el enemigo, la mesa se encontraba llena de pergaminos, tablas de cera y velas. Sentados al otro lado de la mesa estaban el jurado y Palabra, la Dama, tu madre. A Palabra se la podía describir como la mujer más bella del imperio, de porte elegante, mediana estatura, rostro de juventud eterna cincelada en frío mármol, ojos de anciana tristes pero sabios, pelo largo que hoy lucía de color negro-azulado como mandaba el protocolo y sobretodo lo que más me llamo la atención después de tantos días sin verla: El vaporoso vestido violáceo con fajín color sangre que no escondía la figura que durante más de una centena de años ha servido de inspiración a los mejores escultores. Palabra contaba con ciento veintisiete años de edad aunque dejó de envejecer a los veinte años o lo que es lo mismo tres años después de parirme, los tres únicos años que quiso ser mi madre. Sí, allí estaba tu madre, tan majestuosa, tan letal.

Gobernando todo el inmenso espacio que no ocupábamos las criaturas terrestres se encontraban los ojos flotantes, los cuales se podían contar por centenares. Tienes alrededor de unos ciento treinta años por lo que conoces la existencia del hechizo de invocación “ojos flotantes” que aunque fue el primer hechizo que prohibí creo que no hace tantas décadas de ello. Pues bien, no puedes hacerte una idea de lo que había degenerado este hechizo concebido para comunicarse entre la milicia, que se continuó usando para que el cada vez más ocioso populacho se entretuviera viendo como matábamos y morían en el campo de batalla y que termino también por usarse para desnudar ante todos esos cotillas ignorantes las antes privadas sesiones políticas y juicios importantes. Aquel día serviría para que mi vergüenza fuera pública si mi caída era ratificada por el jurado. ¿Qué sabrán ellos de gobernar? ¿Por qué hacer el juicio público, negándoseme así la salida de cesar alegando algún pretexto? ¿Por qué no me daban opción de conservar mi buen nombre antes de ser el primer Héroe expulsado del cargo?

Por primera vez en mi vida me sentí vulnerable: Por aquellos ojos que transmitirían imagen y sonido fiel tanto a inmensos auditorios como a pequeños templos repartidos por todo el imperio; por aquella penumbra que parecía convertir a los vivos en lémures, penumbra que no quería saber nada del sol que como potente dios bendecía con su luz matinal todo Ramun; pero sobretodo, por tener que enfrentarme en lucha dialéctica a la única persona que me podía igualar en tales lides. Que mi futuro dependiera de que mi oratoria fuera capaz de superar a la de Palabra era toda una ironía. Porque en aquella ya decadente sociedad, en los juicios poco importaba la realidad o la justicia, solo importaba quien supiera contar mejor su verdad y quien supiera evidenciar mejor las mentiras del oponente, ya ves lo pútrido que estaba el amado imperio del pueblo. Perdido en tales temores mi vista deambulaba libre del peso de mi conciencia cuando súbitamente recobré ésta al ver el objeto que se hallaba en la gran mesa, allí estaba a dos pasos de mí, medio desenvainada, Dragón. Todo temor me abandonó con solo imaginarme empuñando mi espada, acordándome de como impartía justicia ella o como silenciosamente arrancaba vida o como era castigo de mi voluntad o, es más, como imponía la ley del inmortal con solo su presencia, pues quien te teme será tu más fiel siervo y en aquel decadente imperio todo el mundo temía mi mágico acero.

El juicio empezó con las consabidas ceremonias rituales. Otro mal que he erradicado pues las ceremonias eran una de tantas enfermedades de las que adolecía aquella sociedad de antaño ya que se usaban antes de realizar cualquier cosa útil, menos para evacuar, aunque algún religioso ya propuso alguna imponer una nueva ceremonia alegando que tal acto sin bendecir ofendía a no sé que insulso dios. Yo estaba casi dormido cuando sentí que se me preguntaba, al parecer Palabra consideró que tras un largo discurso acusatorio podría soportar que otra voz que no fuese la suya hiciese acto de presencia y se acordó de éste que reposaba en la única silla en aquel lado de la mesa.

-Te estaba preguntando si admites tus crímenes –me recordó haciendo uso del trato informal, ya que la Dama era legalmente la única persona que yo no podía castigar por no dirigirse hacia mi persona con el debido respeto.

-¿Cuál de ellos? Perdona pero me he perdido con la absurda y abundante enumeración de crímenes –dije imitando su anterior énfasis en dicha palabra- que acabas de leer. –Me gusta atacar el punto en el que se cree fuerte el adversario, pues si llega el golpe el daño es doble. La oratoria lo es todo si es recitada y no leída.

-Cierto que mi lista es extensa, pero no te preocupes ya he terminado de aburrirte con mi lectura y empezaré mi interrogatorio concretando lo más grave. Se te acusa de secuestrar y matar a varios familiares de altos cargos a tu mando valiéndote de recursos que posees gracias a ser el Héroe, el elegido por tu pueblo.

-No y no. Mis manos están limpias y también niego la mayor, aquí se me está acusando de actuar como defensor de mi pueblo -dije recalcando estas dos últimas palabras- Sino por actuar al ver como esta sociedad amada por mí está pudriéndose en tus narices, en las narices de la Dama la que vela por todos menos por los verdaderos ciudadanos de Ramun. Yo en cambio no puedo soportar ver como se degrada gracias a tu desprecio lo que me es amado. Por estar intentando sostener la luz ante la oscuridad que amenaza el Imperio has montado este insulto hacia mí, este juicio, agarrándote a arcaicas leyes ya olvidadas que nunca –palabra que recalqué levantándome de la silla y golpeándome con el puño derecho la mano izquierda– repito, nunca se habían invocado hasta este desafortunado día. –Debo decirte que sí, sí había dado la orden de matar a esos pocos, poquísimos familiares de mandos a mi cargo (aunque no mentí pues mis manos seguían limpias, siempre hay maneras de no ensuciárselas aunque trabajes con inmundos cerdos), eso sí nunca he ordenado un secuestro (¿para qué? Podía saber donde estaba cualquier persona en cualquier momento, mis espías son legendarios). Ejecutar unas cuantas familias junto al General, Cónsul o Coronel de turno (no hay que confiar en alguien que te da la razón después de enviarle la cabeza de sus herederos porque o no es sincero o no tiene sangre en el cuerpo y cualquiera de estas cualidades son las que no puede tener una persona de mi confianza) es totalmente necesario, créeme, cómo quedo comprobado al no volver a escuchar una queja sobre mi levantamiento contra la Dama. Que Palabra demostrase que yo estaba involucrado con estas muertes, los autores materiales ya nunca confesarían.

-Sé que tú estás detrás de esos crímenes pero antes de demostrarlo hablemos del tema que propones pues solamente por esta desobediencia que tu llamas “actuar” está más que legitimado que nos entregues ahora mismo tu mando. Intentas usar el ejército del pueblo contra el pueblo por mucho que disfraces los hechos.

-Es mi ejército mujer y también es mi pueblo ¿Por qué me acusas de querer el mal para éste? Yo siempre haré lo mejor para el pueblo.

-¿Saltándose las pocas las normas que posee el pueblo para controlar su mayor arma?- Me pregunto enfatizando con dedo acusador.

-Yo soy el primero en acatar normas –con nuestros años se ha de entender que Héroe y Dama fuéramos conservadores- pero en momentos de dificultad se requieren medidas extraordinarias.

-¿Y que dificultades son esas? Somos más fuertes ahora que nunca. Y de todas formas ¿por qué no he sido informada para participar en esas medidas extraordinarias? Estar informada de tales temas y dar mi opinión es lo mínimo que merezco según mi cargo.

-Parte del problema no puede ser la solución. Tú has quitado las tierras a las gentes nobles del imperio para repartirla entre extranjeros (plaga que alientas y ayudas) y entre gente sin méritos familiares. Has ido apropiándote de cargos que me correspondían con excusas, todo lo que huele a dinero es un nuevo consejero para la Dama o lo que es lo mismo un consejero menos para el Héroe. Has acortado el servicio militar de cinco años con argucias y sustituciones civiles. Estás llevando a nuestra casta guerrera hacia el pozo sin fondo que narran las profecías mediante la pérdida de disciplina que mata el espíritu del luchador, cambiando estos valores por placeres y ocios vacuos. Has logrado hacer que proliferen actores, escritores, filósofos y demás gentes dedicadas a la nada. Dejas que te critique cualquier titiritero con marionetas soeces hechas de harapos y castigas a tu superior por recriminarte tus malas acciones -en el mismo Ramun había visto yo representaciones, antes clandestinas y ahora con la nueva ley totalmente legales, de títeres representando a la Dama sodomizada por un sátiro cuyo miembro viril era suspiro para las espectadoras y envidia-suspiro para los espectadores.

-Te recuerdo que cualquier ciudadano de una provincia o región aliada de Ramun es un ciudadano del imperio de pleno derecho, nunca un extranjero. Por otro lado, la cultura y libertades para opinar son un orgullo para mí. Por cierto tengo entendido que antaño en las campañas militares dormías en una esterilla dentro de una tienda, cabalgabas a lomos de un caballo, bebías y comías lo mismo que la tropa y te acostabas con prostitutas y mancebos de libre comercio. Vamos que compartías todo con tu tropa. Hoy en día solo viajas si antes se ha construido una fortaleza con lecho de plumas, en lentos palanquines te desplazas, te atiborras a manjares que haces cocinar con tu cada vez más numeroso sequito, sequito que incluye tus amantes oficiales y demás gentes con cargos ganados en tu cama. Sí, en el imperio hay algo que degenera y eres tú, querido. –Golpe bajo, la bruja sacó la poción de matar y se quitó el disfraz de hechicera.

-¿Acaso una mujer sabe lo que es la guerra? Es bonito ver las imágenes que proyectan los ojos flotantes y tener la sensación de que se está ahí, que se está a mi lado derramando sangre pues a mí se me pide que mate y en eso soy el mejor –En la sala se rompió el escrupuloso silencio y se oyeron aplausos, yo me complací imaginando como sería en los demás lugares donde no se tuviera que respetar el severo protocolo pues es mencionar la sangre y todo Ramun ruge- pues éste que te habla si sabe lo que es la guerra y también sabe lo que es sentirse ofendido al no poder manejar fondos propios y tener que recibir una paga como un vulgar asalariado –un golpe algo arrabalero, lo sé, pues teníamos un acuerdo privado en el que yo acepte recibir una paga (sin fijar, por lo que seguía administrándome igual) y así poder dar una imagen al populacho de austeridad (empezaban a preguntarse si sus impuestos no eran demasiado elevados por mi causa. ¡Ingratos!)-. Y te recuerdo que tú también viajas con inmenso sequito en misiones “secretas” o eso dices. ¿Me puedes decir donde estabas dos años antes en estás fechas? Tu pueblo te es querido hasta que te produce hastío y te escapas con absurdas excusas –Había estado casi un año fuera, yo creía conocer el verdadero motivo. Me amaba y no fue capaz de dejarme de otro modo.

-Yo también tengo una paga y por primera y última vez, soy tu igual Héroe y no es ningún desprecio ser mujer. ¿Acaso desprecias a esta mujer, hombre? –dijo con voz dulce y sensual contoneándose como solo una mujer sabe hacerlo.

No contesté y se hizo el silencio. No sé cuánto tiempo pasó, en mi cabeza fue todo tan rápido. Recordé los últimos rumores de cama que hablaban del nuevo amante de Palabra, los desprecios a los que me sometía negándome sus ansiados favores, negándome que la tocase o sintiera, recordé este juicio que en mi mente no era más que una excusa para destruirme, pagada con exiguas monedas de cobre y ni siquiera por verdaderos los motivos políticos. Y todo porque me odiaba, porque se odiaba, porque odiaba tener relaciones con su hijo y me lo haría pagar con incontables monedas de oro. Todo esto fue una simple gota, pero la gota que colma la jarra llena de hiel. Hiel influida por antiguas profecías, por el odio a una madre que te vuelve a abandonar abriendo una herida que gracias a recibir otra clase de amor, claramente inferior al materno, se logra mal cerrar. Y que decir del poder y el respeto que me iba a arrebatar, pues yo creí honestamente que después de aquella pregunta venía la confesión de nuestro crimen, su odio la haría inmolarse con tal de obtener mi total destrucción pues si hay algo más horrible que Héroe y Dama sean amantes (no comprendo el porqué de este horror ¿cómo no querer al único ser humano que no envejecerá o morirá ante tus ojos?) eso es la relación carnal entre hijo y madre. Todo esto hizo saltar un resorte que yo había cargado, pero que no estaba en mi ánimo de activar en público y sin sutileza alguna.

Al igual que me pareció rápida la decisión, recuerdo mis movimientos como afectados por algún hechizo que ralentizara mi cuerpo. No debió de suceder así pues me impulsé en un salto prodigioso que me aupaba a la mesa, cogí mi espada a la vez que me volvía a impulsar hacia delante, desenfundé a Dragón golpeando lateralmente la nada, di otro paso más, otro nuevo golpe esta vez frontal y fin de mi destino. En este plazo de tiempo Palabra solo dio un leve paso hacia atrás y después no movió más que sus hermosos ojos para abrirlos en mueca de asombro, mueca que quedo impresa para siempre en su rostro al venir la muerte a buscarla, muerte con nombre de Dragón, y con mano de Héroe para así cumplir la profecía.

Destino con lágrimas en los ojos apartó el amuleto rompiendo así el hechizo. ¿Tenía alguna respuesta su pregunta? Daba igual, se prometió ser ecuánime en la única vez que iba a aceptar ser justiciera, juez y verdugo.

-Padre y hermano, has cometido innumerables crímenes en tu vida y hoy serás castigado por ellos. Que tu nombre, el nombre de Tirano se retire de todos los ciudadanos muertos o vivos que lo dignificaron y solo se quede como memoria de quien manchó tan hasta ahora apreciado nombre. Que ningún ciudadano ponga tal nombre a un hijo. Que “tirano” sea el mayor insulto para un gobernante. –Dicho esto desenvainó la espada.

-Espera, ten clemencia hija mía. He sido victima de ocultamientos y mentiras, el destino me ha engañado, yo tendría que haber sido el Elegido, no se la causa de mi derrota, se supone que yo soy el Elegido y no tú, yo también soy hijo de Héroe y Dama. –Silencio. Tirano tras tantos años de vida había comprendido su error al interpretar la profecía- Un engaño, todo un engaño. Tu madre me oculto tu nacimiento, yo no tenía manera de saber que nunca hubiera hablado de mi relación con ella, pues eso te pondría en peligro. Todos me engañaron para convertirme en lo que soy, me obligaron a convertirme en lo que soy ¿no lo ves?

-¿Sabes por qué las profecías no usan nombres? ¿Acaso leíste tu nombre en alguna de ellas? Las profecías no nos obligan a nada, son el futuro y como está escrito sucederá. Las predicciones son una advertencia y una esperanza cuando no se ve la luz, pero eso no obliga a nadie, si tú o yo hubiéramos realizado otros actos, otros actores hubieran puesto rostro a lo que el Dios Ciego vio. Pues sabed padre y hermano que el destino está escrito, pero el hombre es libre de aceptarse y aceptarlo, es libre girar en una rueda de la fortuna o en otra. Tú eres un monstruo y lo hubieras sido cambiándote por un campesino o un comerciante. Hubieras matado engañado y violado, con la diferencia que tú tenias el poder, demasiado poder para una sola mano –Dicho esto la espada se movió velozmente hacia produciendo una fina mancha carmesí en el blanco muslo de Tirano-. Dios Ciego aquí está la sangre profetizada. ¡Que entren los sacrificios! -Gritó.

-¿Piensas hacerme inmortal? Es un buen castigo Destino, te reconozco como hija de tu madre.

-No, ese no será tu castigo Tirano pues también soy hija tuya.

-No comprendo.

-Ya no habrá más sacrificios. Éstos y algunos pocos más serán los últimos voluntarios y tú el último obligado a sacrificarse. Por cada año de sufrimiento con el que un voluntario te otorga un año más de vida, tú tendrás que devolver con sufrimiento ese año a su dueño. Volverás a envejecer, pero desde el día de hoy hasta tu muerte dentro de muchos años, vivirás en la cámara de los sacrificios. Tengo miles de voluntarios deseando sufrir, pero con los veintisiete años que partes no creo que pueda dar más que unos meses a cada uno. Que los dioses me perdonen pues he pervertido el regalo ideado para intercambiar vida convirtiéndolo en un instrumento para intercambiar sufrimiento.

Los ojos de Tirano estaban abiertos en gesto de asombro, al igual que el último gesto de la infortunada Palabra solo que el juvenil rostro de Tirano si pudo cambiar de expresión, cambió lentamente a una mueca de profundo horror que permanecería inamovible por horas en su faz y a perpetuidad en su alma.

FIN
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Última edición por Felicity el 05 Nov 2008 22:00, editado 2 veces en total.
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SHardin
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Re: I FANTASÍA: LA RUEDA DE LA FORTUNA

Mensaje por SHardin »

Leído. No salen elfos ni enanos. Aunque no me disgusta y tiene más de un acierto le falla el alma del relato (al menos a mi me dejo algo frío). Me gustaron los nombres, tanto de los cargos como de los personajes:)
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1452
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Re: I FANTASÍA: LA RUEDA DE LA FORTUNA

Mensaje por 1452 »

¡Brutal! Además está magníficamente narrado.
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Arwen_77
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Re: I FANTASÍA: LA RUEDA DE LA FORTUNA

Mensaje por Arwen_77 »

Parte de una buena idea, contando una historia tremenda al estilo de la tragedia griega. La profecía al principio queda muy resultona. No obstante el desarrollo es demasiado farragoso, y el lenguaje muy ampuloso para mi gusto personal. No me ha enganchado. Algunas frases están mal construidas, como si faltase una segunda lectura para corregir erratas.
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ciro
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Re: I FANTASÍA: LA RUEDA DE LA FORTUNA

Mensaje por ciro »

Me gusta, en general, el relato, tanto el ambiente como los potentes dialogos. Lo que encuentro descuidada es la forma de redaccion , que adolece de un repaso, y el excesivo abuso de los parentesis. Puntuacion 8.
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Ororo
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Re: I FANTASÍA: LA RUEDA DE LA FORTUNA

Mensaje por Ororo »

Me ha resultado algo pesado de leer, no consiguió engancharme.
Puede que falte claridad en la expresión.
:D
takeo
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Re: I FANTASÍA: LA RUEDA DE LA FORTUNA

Mensaje por takeo »

Complejo, enrevesado, frases mal construidas, problemas con los acentos, demasiado largo.
Habría que darle algún repaso
"Saltándose las pocas las normas"
"Y cuánto no más cuando"
"Ya propuso alguna imponer una nueva"
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Desierto
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Re: I FANTASÍA: LA RUEDA DE LA FORTUNA

Mensaje por Desierto »

Se hace algo pesado de leer, el lenguaje es demasiado lento para mi gusto.
Es el terreno resbaladizo de los sueños lo que convierte el dormir en un deporte de riesgo.
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Jaime
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Re: I FANTASÍA: LA RUEDA DE LA FORTUNA

Mensaje por Jaime »

Buena base, pero no consigue enganchar todo lo que debería y a ratos se hace un poco tedioso. Con algunos cambios sería perfecto.
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Matu
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Re: I FANTASÍA: LA RUEDA DE LA FORTUNA

Mensaje por Matu »

Está buena la historia, pero me resultó muy pesado. Abusó de los parentesis; no me enganchó del todo. Habrá que releerlo con tranquilidad...
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Gabi
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Re: I FANTASÍA: LA RUEDA DE LA FORTUNA - SHARDIN

Mensaje por Gabi »

Shardin te debo una re-lectura, porque tu relato quedó entre los últimos y lo leí a las corridas.
Felicitaciones por presentarte! En breve te dejo mis comentarios :P
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Desierto
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Re: I FANTASÍA: LA RUEDA DE LA FORTUNA - SHARDIN

Mensaje por Desierto »

Muy buenas, SHardin. Me sorprende que este relato sea el tuyo, la verdad. Si no hubiera sido por el elogio tan visceral que hace Mil, hubise pensado más bien que era de ella. Ahora que releo mi comentario me parece que se quedó en demasiado escueto. Tuve que volver a cometnarlos todos y no los había guardado, así que...
Ya sabes qué fue lo que no me gustó. Lo que me gustó fue la ambientación tan trabajada, con una sociedad totalmente nueva organziada alrededor de dos personajes inmortales gracias a los sacrificios de los ciudadanos. Eso es absolutamente original y genial, sin término medio. Y me encanta la nota de introducción, la Profecía X del Dios Ciego. Hace que empieces entrando en el mundo desde ya.
Como pega lo que te he dicho ya, un lenguaje un poco demasiado lento que lo hace pesado de leer en algunas partes.
Es el terreno resbaladizo de los sueños lo que convierte el dormir en un deporte de riesgo.
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SHardin
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Re: I FANTASÍA: LA RUEDA DE LA FORTUNA - SHARDIN

Mensaje por SHardin »

Saludos.

Gabi se dura y gracias por releerlo que es toda una hazaña :lol:

Desierto no te preocupes me acuerdo de tu primera crítica y la comparto (bueno y la 1452 que uno es muy egocéntrico :mrgreen: ). Creo que me pasó como a Nelly pero sin escribir, pensé la historia en verano (aunque tenía una mejor para romántica) y me monte tal historia en la cabeza que no supe escribirla toda en 6 páginas. Mucho mérito tienen todos los que han conseguido escribir algo.

Gracias a todos por vuestros comentarios tomo nota de todo para los siguientes concursos en donde espero sorprenderos, unos me dais muchos ánimos para seguir y los otros me indicáis el camino por donde hacerlo.
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Alejandro Castroguer
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Re: I FANTASÍA: LA RUEDA DE LA FORTUNA - SHARDIN

Mensaje por Alejandro Castroguer »

Me lo dirá el autor que la forma de hablar de los personajes es la propia
para el tipo de historia... pero es que a mí los diálogos que parecen
sobreactuados o dramatizados en exceso no cuadran con mi (y digo mi) forma
de entender la literatura.
Mi crítica constructiva: rebajar el tono de esos diálogos, hacerlos más de andar
por casa
(que se me entienda, más naturales).
Seguramente en Fantasía sea más corriente de lo habitual.

Enhorabuena por escribir, por competir. Un saludo.
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SHardin
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Re: I FANTASÍA: LA RUEDA DE LA FORTUNA - SHARDIN

Mensaje por SHardin »

Saludos. Tranquilo K.581 no hace falta que midas palabras, no ofendes y agradezco muchísimo la crítica que así aprendo. Cierto es que pretendía hacer fantasía con tintes clásicos y tras un tiempo leyendo al abogado petulante de Cicerón sólo se me ha pegado lo malo y me pasé de artificioso (como gustaban en aquella época). Gacias K.
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