I Fantasía: Siguiendo la luz - Emperatriz_Infantil

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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Felicity
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I Fantasía: Siguiendo la luz - Emperatriz_Infantil

Mensaje por Felicity »

SIGUIENDO LA LUZ

En un tiempo que nunca pasó, en un lugar que nunca existió…

La lluvia del día anterior había provocado que esa mañana la bruma fuera más espesa que nunca. Doug marchaba a trabajar, aún algo dormido, con su hatillo bajo el brazo y el sombrero bien calado, pues hacía bastante frío para ser primavera.
Apenas se había alejado unos metros de su casa cuando lo vio. Al principio creyó que eran imaginaciones suyas. Se mezclaba entre la niebla y parecía no tener forma ni consistencia. Brillaba, con un brillo pálido y verdoso, como una vela a punto de consumirse. Y estaba justo en su camino. Un pequeño punto de luz que flotaba de forma misteriosa. Doug lo miró sorprendido. Las hadas no solían dejarse ver por aque-llos bosques, tan cerca del poblado, y menos en días de niebla. Además el punto de luz se mantenía en el mismo lugar, impasible, tranquilo…
Algo lo atraía hacía él. Sin pensarlo, alargó la mano hacía aquella luz, que si-guió sin mostrar reacción alguna. La luz se acomodó entre las manos de Doug. Era extrañamente cálida y etérea, como formada de vapor que no se dispersaba.
“¡Qué agradable!” – pensó – “Podría llevársela a Mabel como regalo. Ella sabe mucho de estas cosas y quizás sepa lo que es.”
Con cuidado, depositó la luz en su hatillo, que no opuso resistencia alguna, y continuo marchando al trabajo, con una sensación alegre y llena de optimismo, pen-sando que aquel sería un buen día.

Pero se equivocaba. La niebla no se despejó hasta media tarde, lo que ralenti-zó mucho la construcción. Los duendes se divertían cambiando todas las herramientas de sitio y uno de sus compañeros tuvo un accidente al caer por las escaleras, por lo que hubo más trabajo que nunca.
Por suerte, ya era hora de volver a casa, y eso hizo que se animara. Todo el pueblo estaba de acuerdo en una cosa: No había en toda la región una pareja más feliz y más enamorada que Doug y Mabel. Llevaban tan solo un par de meses casa-dos, y eran la envidia de todos. Cuando se miraban a los ojos, parecía que el mundo dejaba de dar vueltas para contemplarlos a ellos.
Mabel era una muchacha preciosa, de largos cabellos rojizos, y muy inteligen-te, además. Su abuela era la bruja del poblado y le había enseñado sobre las plantas que crecían por la zona y como preparar menjunjes y pócimas. Las chicas envidiosas comentaban que Mabel había preparado un filtro de amor para que Doug se enamora-ra de ella. Pero a ella no le interesaba la brujería. Solo tenía ojos para su marido.
Doug era un muchacho muy atractivo. Había llegado al pueblo un año atrás, buscando aventuras. Al conocer a Mabel, se enamoró tan profundamente de ella, que se acabaron las aventuras y se hizo una casa en las afueras del poblado para vivir con ella. Y no se había arrepentido.
El sol ya se escondía cuando Doug llegó a casa. Ya no recordaba nada del en-cuentro de esa mañana con la misteriosa luz. Mabel lo esperaba sonriendo en la puer-ta de la cabaña. Había encendido el hogar y todo resplandecía con tonos dorados. Después de una estupenda comida, los enamorados se sentaron delante de las lla-mas, y se contaron las aventuras de aquel día. No tardaron mucho en acostarse, esta-ban realmente cansados.
- Tengo la sensación – comentaba Doug – de que se me olvida algo. Pero no sé que puede ser… como si hubiera perdido algo importante.
Mabel ya no le escuchaba. Se había dormido.

A media noche, algo despertó a la muchacha. Notó que Doug no estaba a su lado, y se asustó un poco. Esperó despierta un buen rato, pero al ver que no aparecía salió a buscarlo por los alrededores de la cabaña. No encontró a nadie, y volvió a la casa para esperarle. Cuando el sol empezó a salir, y Mabel notaba que iba a morir de los nervios, llegó Doug. Se encontraba de un humor excelente. En cuanto entró, abrazó a Mabel, levantándola por los aires y girando feliz.
- No me vengas con juegos – dijo la chica, mostrándose enfadada, aunque aliviada por verlo de nuevo - ¿Se puede saber donde has estado toda la noche?
- La verdad – contestó Doug tras unos momentos de silencio – es que no lo recuer-do. No, no te enfades – se apresuró a añadir al ver la cara de escepticismo de Ma-bel – lo digo en serio, no recuerdo nada. Solo sé que venía a casa y que estoy muy feliz de verte de nuevo.

Doug le dio un beso apasionado, le dijo que estaba perfectamente. Ya era la hora de ir a trabajar, y después de recoger algunas cosas, se marchó silbando, dejando a la chica más confundida que nunca.
Mabel no pudo evitar preocuparse cuando vio que lo mismo volvía a ocurrir aque-lla noche, y decidió tomar cartas en el asunto. Cuando aquella tarde, Doug regresó a casa, Mabel le tenía preparado un caldo especial, que hizo que el muchacho se dur-miera sobre la mesa mientras lo tomaba. La droga había surtido efecto. Mabel lo arras-tró con mucho trabajo hasta el lecho y se sentó junto a la chimenea. A pesar de que se había prometido no dormir en toda la noche, el calor de las brasas y el silencio hizo que al cabo del rato cerrara los ojos un momento.
Despertó sobresaltada y miró a la cama. Se tranquilizó al comprobar que Doug se-guía allí. Pero algo la asustó de nuevo. Sobre el cuerpo de Doug flotaba una pequeña luz, pálida y de color verdoso. Mabel la miró con curiosidad. La luz se mantenía inmóvil y el resplandor que emitía era tan atrayente, que sin darse cuenta empezó a avanzar hacia ella.
No podía hacer otra cosa que observar la luz. No se dio cuenta de que comen-zó a andar, salió de la cabaña y atravesó el bosque. Caminaba por un sendero que se iba creando a su paso, y desaparecía a su espalda. Los árboles, flores y setos se apartaban de su camino movidos por una magia extraña.
De pronto, el paisaje cambió. Mabel volvió a la realidad y se dio cuenta donde se encontraba. Era un claro del bosque bastante amplio, intensamente iluminado por luciérnagas, bolas de luz mágicas y fuegos fatuos, donde había pequeños puestos de mercado que se extendían por todo el claro en desordenadas filas, en los que los duendes vendían toda clase de alimentos, plantas y otros objetos fantásticas. Mabel comenzó a caminar extasiada, intentando que sus ojos abarcaran todo lo que allí había: los frutos de las tiendas, raros y deliciosos, desde fresas salvajes y grosellas, hasta extraños frutos de colores y formas indescriptibles, hermosas flores de aroma perturbador, dulces campanillas de cristal y metal que susurraban sus cantos con el viento. Los duendes pregonaban su mercancía a las hadas, ninfas, trasgos y elfos, que mezclaban sus voces melódicas en el ambiente. Todo era una sinfonía de soni-dos, colores y olores embriagadores, que atraparon a la muchacha y en un momento quiso probarlo todo.
¡Ya sabía donde estaba! ¡Aquello era el Mercado de los Duendes! Su abuela le había advertido muchas veces sobre los peligros que conlleva acercarse al Mercado de los Duendes: si pruebas su comida, te atraparán y quedaras convertido en feérico, un ser del bosque… Sin saber muy bien lo que hacía, comenzó a retroceder asustada. La comida la tentaba, pero aquello era peligroso. Tenía que salir de allí. Cruzándose con los distintos personajes que le ofrecían exquisitos manjares y refrescantes bebidas aromatizadas, Mabel pudo volver al bosque y atravesarlo hasta llegar a su cabaña, donde Doug seguía durmiendo profundamente.

A la mañana siguiente, cuando Doug marchó a trabajar, esta vez algo pálido y malhumorado, Mabel fue a ver a su abuela, que vivía en una casita en las montañas, algo alejada del poblado. Al contarle la historia, la abuela se mostró preocupada y con-firmó los temores de Mabel: Doug había sido hechizado. Seguramente, las dos noches anteriores había ido al Mercado de los Duendes. Si iba una vez más, ya no volvería, se convertiría en un feérico, esclavo de los duendes.
- ¿Qué puedo hacer, abuela? ¿Cómo puedo salvarle?
- Hay una manera. Es dolorosa, pero es lo único que funcionaría. En el Lago Siempre Helado que hay bajo estas montañas, crece un extraño coral azul que posee la propiedad de hacer olvidar lo más importante para una persona. Si se lo das a Doug mezclado en su comida, olvidará todo lo relacionado con el Mercado de los Duendes… pero también te olvidará a ti.

Mabel se fue pensativa de la cabaña de su abuela. No quería perder a Doug de ninguna de las maneras. Pensaba en que si lo hacía dormir profundamente, como la noche anterior, no pasaría nada, y seguirían estando juntos. Así que eso fue lo que hizo. Durante los primeros días, todo fue más o menos bien. Mabel se pasaba las no-ches despierta, vigilando el sueño de Doug, pero este, a pesar de que por las noches dormía profundamente, cada día se encontraba más débil y alicaído. Por más que co-mía, nada le llenaba, y aunque dormía profundamente, siempre estaba cansado, triste y de mal humor. Mabel finalmente se dio cuenta de que esa no era la solución.

Una mañana, después de que Doug se hubiera ido, de nuevo malhumorado y sin ni siquiera despedirse, Mabel salió rápidamente de la cabaña y se dirigió al Lago. Se encontraba en una gruta, a la que se accedía por un pasaje angosto que había junto al manantial que abastecía al pueblo. La gente lo consideraba un lugar que traía mala suerte, por eso nadie se adentraba por él. Mabel comenzó a descender por las frías y húmedas piedras hacía el interior de la tierra. Era un camino fácil, y no tardó mucho en llegar al Lago Siempre Helado. Su nombre provenía de una fina capa de hielo que lo cubría durante todo el año. Este hielo, era muy difícil de romper, a pesar de ser tan fino. Se decía que estaba encantado. Mabel se acercó a la enorme exten-sión helada. Desde la orilla se podía ver el fondo donde se encontraba el coral azul del olvido. Paseó de un lado a otro nerviosa, como un tigre enjaulado, pensando en la mejor manera de llegar al coral, y en si podría romper el hielo.
“Lo mejor” – se dijo al rato – “Es saltar sobre él. Un impacto fuerte puede que lo rompa”
Decidida, saltó con todas sus fuerzas sobre la capa helada… que se rompió sin más. Mientras se hundía, el agua helada la atravesó como mil puñales, y casi se que-dó sin oxígeno de la impresión. Siguió bajando, por suerte, el coral no estaba dema-siado lejos de la superficie y pudo alargar la mano para arrancar un trozo. Un último esfuerzo… ¡Ya lo tenía! Pero cuando quiso subir a la superficie, vio que su vestido se enganchaba en las ramas nudosas del coral y le impedía seguir subiendo. El poco oxigeno que le quedaba le quemaba el pecho. Necesitaba aire, y tenía mucho frío. Mientras luchaba por soltarse, comenzó a marearse y todo se volvió negro…

Cuando despertó, estaba tumbada sobre la orilla del lago. No sabía muy bien como había logrado salir del agua, pero suspiró aliviada al ver que en su mano aún tenía agarrada el trozo de coral azul. Sus ropas ya estaban casi secas, por lo que no pudo calcular cuanto tiempo había estado inconsciente. Al ponerse de pie, vio una sombra plateada que se movía en la superficie del lago. Una cabeza de hermosos rasgos salió a la superficie, y pudo oír la voz de la sirena susurrando dentro de su ca-beza.
“Mabel, he leído en tu corazón por lo que estas pasando, por eso te he sacado de las aguas. Solo un alma pura puede romper el hielo que cubre este lago, por eso he visto que tus intenciones son nobles, pero debes saber algo más: Aunque logres que Doug olvide el mercado de los Duendes, la Reina de las Hadas no consentirá que le robes su presa, cuando ya está tan cerca de poseerla. Toma este trozo de hielo, no te preocupes, no se romperá ni derretirá. Con él puedes intentar que la Reina abandone la idea de ir tras Doug”
Mabel no sabía como darle las gracias a la sirena, pero esta volvió a insistir pa-ra que se fuera. Tomó con cuidado el hielo roto, que tenía el tamaño de una puerta pequeña, pero a pesar de su tamaño, era extrañamente ligero y resistente, de un color blanquecino nacarado, muy hermoso. Al llegar a la superficie, se dio cuenta de que ya estaba anocheciendo. El cielo empezaba a adquirir tonos rosados, lo que la preocupó aun más. Con el hielo a su espalda, Mabel corría y corría atravesando el bosque para llegar a lo más profundo, donde habitaba la Reina de las hadas.
Ya era noche cerrada cuando Mabel alcanzó sus dominios. Pequeñas hadas la vieron, y al poco tiempo, todo el bosque sabía quien era y porque estaba allí. La Reina de las Hadas es una criatura muy especial. Posee una belleza fría, casi mística, pero es caprichosa y muy voluble. Solo se deja ver por quien ella quiere. Y esta vez, si que-ría que Mabel la viera, ya que tenía algo que le interesaba, por lo que dejó que encon-trara su hogar al adentrarse en el bosque.

Al principio, Mabel quedó muda por el asombro de encontrarse ante la gran Re-ina Hada, pero pronto recuperó el habla y se echó a sus pies para pedirle por la vida de Doug.
- Pero es mío – canturreó el hada con dulce voz – ha probado la comida de los duendes.
Tal como le dijo la sirena, Mabel le ofreció a cambio el trozo de hielo que había tomado del lago. La Reina, difícilmente pudo aparentar indiferencia. Aquel cristal de hielo era muy difícil de conseguir, y con el se fabricaban los espejos mágicos de las hadas: pórticos para viajar entre distintos lugares del mundo. ¡Quería ese cristal! Pero no iba a renunciar tan fácilmente a un nuevo súbdito. Mabel respiraba de forma entre-cortada. Su corazón palpitaba con fuerza. Toda su felicidad dependía de aquel mo-mento crucial.
- Me gusta tu regalo… pero pienso que no es suficiente… ¿Qué más pue-des ofrecerme a cambio de que deje ir a tu amado?
- No tengo más que ofrecerte, no poseo nada, solo soy una campesina…
- Muy bien – le respondió la Reina, tras unos minutos de silencio, que para Mabel fueron muy largos – hagamos un intercambio. Dejaré ir a Doug, y tú te quedaras con nosotras. Necesito una guardiana de la Puerta, ahora que tengo una nueva puerta…

Mabel, todavía de rodillas, agachó la cabeza resignada. Su corazón se encogió mientras dos gruesas lágrimas recorrieron sus mejillas, con una mezcla de tristeza y alivio.

Aquella noche, Doug no había encontrado a Mabel en la cabaña cuando volvió de trabajar. Se preocupó, pero finalmente, el sueño le pudo y acabó durmiéndose. A media noche, lo despertó una pequeña luz verdosa que flotaba en medio en la cabaña. La miró con curiosidad y cuando se dio cuenta, volvía a encontrarse en el Mercado de los Duendes. Sin saber por qué, aquello le hizo inmensamente feliz. Se paseó entre sus calles, mirando con ojos golosos todo lo que allí había, preguntándose que come-ría esa vez. De pronto la vio. Era una misteriosa mujer, preciosa, de largos cabellos rojizos, envuelta en un resplandor brillante que le daba un aspecto etéreo. Se acerca-ba hacía él. Sus enormes ojos negros poseían el brillo de todas las estrellas. Le ofre-ció un cuenco que tenía un líquido espeso de color azul que todavía humeaba. Antes de tomarlo, quiso preguntarle si la conocía de algo… pero se le olvidó.

Cuando despertó en su cabaña a la mañana siguiente, Doug se dio cuenta de que esa aldea era muy aburrida. Estaba cansado de estar allí. Él se había marchado de casa para buscar aventuras, ¡Y aun estaba allí! Preparó rápidamente un hatillo y se marchó sin rumbo fijo, tarareando una cancioncilla, sin comprender qué era lo que le había retenido tanto tiempo en aquel lugar. Nadie volvió a verle más.

Las malas lenguas de la aldea dicen que Doug se liberó al fin del hechizo de Mabel, y que por eso ella nunca sale ahora de casa. A veces alguien la ha visto por el bosque, envuelta en una extraña luz que emana de su propio cuerpo, y la mirada tris-te. De vez en cuando, sale de su casa algún extraño, o alguien entra en la casa, pero no vuelve a salir. Dicen que está hechizada, y que ahora tiene que guardar una de las Puertas de las Hadas… Pero claro, todo eso no son más que habladurías…
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Última edición por Felicity el 05 Nov 2008 22:07, editado 2 veces en total.
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ciro
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Re: I FANTASÍA: SIGUIENDO LA LUZ

Mensaje por ciro »

Muy correcto en la redacción, una bonita leyenda, pero suena a ya leido. Reina de las Hadas, duendes, luces brillantes,... le quitan originalidad al relato. Puntuacion 6.
La forma segura de ser infeliz es buscar permanentemente la felicidad
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Ororo
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Re: I FANTASÍA: SIGUIENDO LA LUZ

Mensaje por Ororo »

Me ha parecido un relato intrigante y cautivador.
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Milo
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Re: I FANTASÍA: SIGUIENDO LA LUZ

Mensaje por Milo »

Es una historia fantástica, para mí de los mejores relatos que llevo leídos, enseguida te atrapa esa intriga de la luz verde, y está genial escrito, me encanta toda la historia, la sirena, la abuela de Mabel, ¡¡enhorabuena al autor!! :eusa_clap:
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Roland
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Re: I FANTASÍA: SIGUIENDO LA LUZ

Mensaje por Roland »

Me ha gustado. Tiene ese aire a cuento infantil, lleno de criaturas mágicas y fantásticas. Se lee muy bien y rápido, con el ritmo rápido y directo, parco en descripciones, propio de los cuentos. Una bonita historia, que se coloca muy arriba en mi ranking, si bien el final me ha parecido un poco precipitado, como si el autor tuviera prisa por terminar.
Escritor, autor de la saga de Fantasía "La senda del destino".
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SHardin
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Re: I FANTASÍA: SIGUIENDO LA LUZ

Mensaje por SHardin »

Leído. Un cuento de hadas y salen elfos (aunque no enanos). Me ha encantado, tiene todo lo que un buen cuento oscuro tiene que tener incluido el triste final. Me gusta como está escrito y si hubiera que ponerle una pega es que parece algo comprimido en algunos trozos. Un relato mágico, tiene alma eso que no se puede explicar y diferencia unos escritos que llegan de otros que son buenos y de calidad y que no llegan.

P.D.: Aprovecho para decir que es uno de los mejores en mi ranking ahora que he leído todos.
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takeo
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Re: I FANTASÍA: SIGUIENDO LA LUZ

Mensaje por takeo »

Relato tradicional que peca de faltas de ortografía y en las tildes.
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Desierto
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Re: I FANTASÍA: SIGUIENDO LA LUZ

Mensaje por Desierto »

Ya lo dije antes: uno de mis favoritos. La más purita esencia de los cuentos europeos de hadas. Me ha encantado.
Es el terreno resbaladizo de los sueños lo que convierte el dormir en un deporte de riesgo.
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Arwen_77
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Re: I FANTASÍA: SIGUIENDO LA LUZ

Mensaje por Arwen_77 »

¡Qué potito! Con todos los elementos de los cuentos de hadas clásicos mezclados y agitados para conseguir algo de lo más resultón. ¡Enhorabuena!
A corregir algún pequeño error en los tiempos verbales
:101: El trono maldito - Antonio Piñero y José Luis Corral

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Gabi
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Re: I FANTASÍA: SIGUIENDO LA LUZ

Mensaje por Gabi »

Me parece un cuento muy entretenido y logrado. Quizás podría extenderse un poco.
Felicitaciones al autor!
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Jaime
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Re: I FANTASÍA: SIGUIENDO LA LUZ

Mensaje por Jaime »

Este es el primer relato que leo y ha estado bastante bien. Un cuento de hadas diferente y con final amargo, triste y feliz a partes iguales. Ortografía correcta y buena calidad en general.
Como ya te han dicho, en ocasiones lo que quieres contar está un poco comprimido y pasa demasiado rápido, pero no es algo que le reste muchos puntos. Me ha gustado.

Nota: 6'75 (puntuado en tres parámetros diferentes, 2'5/3, 3/5 y 1'25/2, sumado 6'75/10).
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Askat
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Re: I FANTASÍA: SIGUIENDO LA LUZ

Mensaje por Askat »

Me ha gustado, un cuento de hadas de los de toda la vida :D Como te han dicho, hay trozos en los que está demasiado comprimido, si se alargara un poco creo que estaría mejor.
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Lacedemonia
Me estoy empezando a viciar
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Re: I FANTASÍA: SIGUIENDO LA LUZ

Mensaje por Lacedemonia »

Formalmente bueno según mis baremos, sobre todo en lo referente a calidad narrativa. Donde me ha parecido más flojo ha sido en la originalidad de la historia y en el final, un final que incluso peca de confuso y acelerado. Me da que este autor ha de sentirse más cómodo escribiendo un relato más largo, incluso una novela, para poder desarrollar con tranquilidad su capacidad. Nota de 0 a 12: 8.
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Matu
Me estoy empezando a viciar
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Re: I FANTASÍA: SIGUIENDO LA LUZ

Mensaje por Matu »

Está bien redactado. La historia es buena, pero le falta algo de originalidad. Me gustó el final, deja un sabor amargo bien logrado :)
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Emma
La Gruñ
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Re: I FANTASÍA: SIGUIENDO LA LUZ

Mensaje por Emma »

Precioso cuento de nuestra Emperatriz Infantil particular :P
Feli, cuando puedas, ponlo en el título. :wink:
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