CP IX - Un abrigo lleno de piedras - Aradia
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CP IX - Un abrigo lleno de piedras - Aradia
Un abrigo lleno de piedras
Una interpretación
El río fluye densamente y se pliega, burdo y plomizo, con la rigidez de un budín de gelatina. Alrededor se cuaja el aire con el frío y la calina, goteando en los juncales a lo largo de la ribera, gotas lentas como el tiempo, como el pensamiento. No puedo pensar. La esterilidad me agota. No puedo escribir. Mil voces me sacuden por dentro, tan ininteligibles como dolorosas. Nada. Nada más. Nunca más. Solo este abatimiento en el que ahogarme. Olas que rompen contra mi dignidad. Estoy enferma. Ocupar el tiempo no me sirve. Me observo, me regodeo en la observación. El viento reverbera entre las ateridas hojas de los sauces; la locura reverbera entre los angustiados recovecos de mi alma. Impulso inexorable contra el que no cabe pelea. El junco se dobla, sometido, en una genuflexión que le salva de romperse. ¿He de doblarme yo, someterme, dejar que este miedo salga victorioso? No creo que pudiera soportarlo. Sin pensar, sin leer, sin escribir. Vencida por la inutilidad más humillante. Dependiente de una voluntad ajena. Una carga, una maldita carga. ¡No quiero, no!
Querido, querido mío, hemos sido felices, tú y yo, pero ya no hay felicidad, sólo esta locura que me atrapa, que te condenará.
Influencia negativa de la introspección. Me busco en el pozo, el irredento pozo de la soledad, y cuando me encuentro soy yo más que nunca. Existo con todas mis imperfecciones, que son muchas, más de las que nadie ve. No me merezco tantos elogios, sesgada visión de unas cualidades en las que intento creer, lo intento, pero este dolor en el ánima me frena. Me impide respirar. Tengo miedo de no volver a sentir el éxtasis, ese vuelo por encima de las cumbres de la satisfacción, subir y subir y no pensar en caer. Coso mis alas con letras, más resistentes que la cera, y el impulso me lleva al otro lado del sol. Desde allí, el resto del mundo queda en sombras. Demasiada luz ciega.
Te miro en el jardín, podando con paciencia los rododendros, pero no te veo. Sé que me sonríes, una sonrisa solícita, y me gustaría responderte pero soy incapaz de hacerlo. Este exilio tan lejos de todo, tan dentro de mí, me impide fluir como quisiera. Camino y camino, con ese deseo de alejarme del mundo poniéndole grilletes a mi mente. Hoy paseo sola, prefiero hacerlo sola. Dijimos, más de una vez, que moriríamos juntos si llegaba el momento. Pero ahora es distinto. Esta inquietud me concierne solo a mí, no puedo castigarte con ella. De Ícaro a Sísifo en un instante; empujo mi pena con la desesperación de quien sabe que volverá a rodar, que volverá a aplastarme y no sé si querré, entonces, intentar ponerme en pie de nuevo para alejarla. ¿Y si no era talento sino solo habilidad para fingirlo? No puedo haber perdido lo que no tuve nunca.
Esta soledad no me ayuda a concentrarme, no soy nada porque nada sale de mí. En mi propia habitación soy una extraña. Alfombras y bacalao, una fiebre de actividades domésticas. No me basta. Las ideas vienen y se van igual que arañas asustadas, se escurren entre los resquicios de mi mente después de haber marcado las minúsculas huellas de sus patitas, ahuyentadas por las voces. Es el miedo quien me grita, el miedo a esta parálisis que me domina y me impide seguir adelante. No podré superar un nuevo ataque.
Querido, querido mío, tu infinita bondad es mi consuelo, pero no puedes salvarme de mí misma.
Hoy vengo preparada. Fallé en el primer intento; solo fue un ensayo entre los dos actos que son el deseo y la consumación. Un deseo volátil, escurridizo como el tacto de la piel de la amante, como yo. Quería ser amada y, sin embargo, no sabía cómo amar. No está en mi naturaleza tanta carnalidad, no cuando la memoria trágica de esa infancia llena de ambigüedades me alcanza. El recuerdo me lastra, como me lastrarán las piedras con las que he llenado los bolsillos del abrigo. Esta vez no flotaré, no regresaré a casa chorreante y mortificada por esa íntima vergüenza de no haber sabido morir.
Avanzo lenta, al principio, el agua cosquillea la tierna piel de los tobillos. Noto en la planta de los pies el contorno desigual del fondo del cauce, ramas rotas y cantos rodados. A mi alrededor el río se siente espeso y voy abriéndome huecos como si de un molde se tratara, dejando mi forma en la corriente. La sensación de gravidez me aturde un poco mientras me dejo cubrir paso a paso, pero hay algo relajante en esa pérdida de percepción. No oigo las voces que antes se alzaban desde mi negrura, ni veo en la otra orilla más que una amalgama de sombras descoloridas. Solo existe este momento impreciso de suspensión de la conciencia.
El agua es aún más fría cuanto más profunda. Corta la piel, el aliento. Dejaré de respirar y de sentir, acabará este miedo que me agarrota. Hielo picado, mi pensamiento. Cóctel de ideas sin aflorar, ahora congeladas. Fluirán con el agua hacia el mar, se diluirán, morirán conmigo. Noto el peso de las piedras en el fondo de los bolsillos. Si no las sujeto desde fuera del abrigo, me golpean los muslos recordándome la inminencia del momento. Hundirme en el vacío de un sinsentido. Ofelia sumergida, escondiendo su vergüenza entre el lodo y los guijarros. Esa belleza romántica queda muy lejos de mí. No hay poesía en este gesto, sino sordidez tan solo. Se ha deshecho el moño y el cabello se enredará con los hilos del río, este cabello entretejido con los años. Un poco más. Tan solo un poco más. Entonces bajaré la cabeza para inhalar la humedad y llenarme de un perpetuo silencio. El río me arrastrará hasta el final de mi viaje.
Querido, querido mío, he dejado de luchar...
Una interpretación
El río fluye densamente y se pliega, burdo y plomizo, con la rigidez de un budín de gelatina. Alrededor se cuaja el aire con el frío y la calina, goteando en los juncales a lo largo de la ribera, gotas lentas como el tiempo, como el pensamiento. No puedo pensar. La esterilidad me agota. No puedo escribir. Mil voces me sacuden por dentro, tan ininteligibles como dolorosas. Nada. Nada más. Nunca más. Solo este abatimiento en el que ahogarme. Olas que rompen contra mi dignidad. Estoy enferma. Ocupar el tiempo no me sirve. Me observo, me regodeo en la observación. El viento reverbera entre las ateridas hojas de los sauces; la locura reverbera entre los angustiados recovecos de mi alma. Impulso inexorable contra el que no cabe pelea. El junco se dobla, sometido, en una genuflexión que le salva de romperse. ¿He de doblarme yo, someterme, dejar que este miedo salga victorioso? No creo que pudiera soportarlo. Sin pensar, sin leer, sin escribir. Vencida por la inutilidad más humillante. Dependiente de una voluntad ajena. Una carga, una maldita carga. ¡No quiero, no!
Querido, querido mío, hemos sido felices, tú y yo, pero ya no hay felicidad, sólo esta locura que me atrapa, que te condenará.
Influencia negativa de la introspección. Me busco en el pozo, el irredento pozo de la soledad, y cuando me encuentro soy yo más que nunca. Existo con todas mis imperfecciones, que son muchas, más de las que nadie ve. No me merezco tantos elogios, sesgada visión de unas cualidades en las que intento creer, lo intento, pero este dolor en el ánima me frena. Me impide respirar. Tengo miedo de no volver a sentir el éxtasis, ese vuelo por encima de las cumbres de la satisfacción, subir y subir y no pensar en caer. Coso mis alas con letras, más resistentes que la cera, y el impulso me lleva al otro lado del sol. Desde allí, el resto del mundo queda en sombras. Demasiada luz ciega.
Te miro en el jardín, podando con paciencia los rododendros, pero no te veo. Sé que me sonríes, una sonrisa solícita, y me gustaría responderte pero soy incapaz de hacerlo. Este exilio tan lejos de todo, tan dentro de mí, me impide fluir como quisiera. Camino y camino, con ese deseo de alejarme del mundo poniéndole grilletes a mi mente. Hoy paseo sola, prefiero hacerlo sola. Dijimos, más de una vez, que moriríamos juntos si llegaba el momento. Pero ahora es distinto. Esta inquietud me concierne solo a mí, no puedo castigarte con ella. De Ícaro a Sísifo en un instante; empujo mi pena con la desesperación de quien sabe que volverá a rodar, que volverá a aplastarme y no sé si querré, entonces, intentar ponerme en pie de nuevo para alejarla. ¿Y si no era talento sino solo habilidad para fingirlo? No puedo haber perdido lo que no tuve nunca.
Esta soledad no me ayuda a concentrarme, no soy nada porque nada sale de mí. En mi propia habitación soy una extraña. Alfombras y bacalao, una fiebre de actividades domésticas. No me basta. Las ideas vienen y se van igual que arañas asustadas, se escurren entre los resquicios de mi mente después de haber marcado las minúsculas huellas de sus patitas, ahuyentadas por las voces. Es el miedo quien me grita, el miedo a esta parálisis que me domina y me impide seguir adelante. No podré superar un nuevo ataque.
Querido, querido mío, tu infinita bondad es mi consuelo, pero no puedes salvarme de mí misma.
Hoy vengo preparada. Fallé en el primer intento; solo fue un ensayo entre los dos actos que son el deseo y la consumación. Un deseo volátil, escurridizo como el tacto de la piel de la amante, como yo. Quería ser amada y, sin embargo, no sabía cómo amar. No está en mi naturaleza tanta carnalidad, no cuando la memoria trágica de esa infancia llena de ambigüedades me alcanza. El recuerdo me lastra, como me lastrarán las piedras con las que he llenado los bolsillos del abrigo. Esta vez no flotaré, no regresaré a casa chorreante y mortificada por esa íntima vergüenza de no haber sabido morir.
Avanzo lenta, al principio, el agua cosquillea la tierna piel de los tobillos. Noto en la planta de los pies el contorno desigual del fondo del cauce, ramas rotas y cantos rodados. A mi alrededor el río se siente espeso y voy abriéndome huecos como si de un molde se tratara, dejando mi forma en la corriente. La sensación de gravidez me aturde un poco mientras me dejo cubrir paso a paso, pero hay algo relajante en esa pérdida de percepción. No oigo las voces que antes se alzaban desde mi negrura, ni veo en la otra orilla más que una amalgama de sombras descoloridas. Solo existe este momento impreciso de suspensión de la conciencia.
El agua es aún más fría cuanto más profunda. Corta la piel, el aliento. Dejaré de respirar y de sentir, acabará este miedo que me agarrota. Hielo picado, mi pensamiento. Cóctel de ideas sin aflorar, ahora congeladas. Fluirán con el agua hacia el mar, se diluirán, morirán conmigo. Noto el peso de las piedras en el fondo de los bolsillos. Si no las sujeto desde fuera del abrigo, me golpean los muslos recordándome la inminencia del momento. Hundirme en el vacío de un sinsentido. Ofelia sumergida, escondiendo su vergüenza entre el lodo y los guijarros. Esa belleza romántica queda muy lejos de mí. No hay poesía en este gesto, sino sordidez tan solo. Se ha deshecho el moño y el cabello se enredará con los hilos del río, este cabello entretejido con los años. Un poco más. Tan solo un poco más. Entonces bajaré la cabeza para inhalar la humedad y llenarme de un perpetuo silencio. El río me arrastrará hasta el final de mi viaje.
Querido, querido mío, he dejado de luchar...
Re: CP IX - Un abrigo lleno de piedras
Debo decirte que tienes momentos muy bellos donde no importan las interrupciones continuas de tus comas que creo ayudan más al caos que al entendimiento, o eso me ha parecido a mi, así que tampoco te preocupes mucho por mi comentario. Sin embargo aunque demasiado introspectivo para mi gusto (claro que si se trata de un suicidio no puede ser de otra froma cansino.....esto es para mi mismo autor jajaja) tiene una prosa muy sugestiva en ciertos momentos.
Buen trabajo
No digas a nadie que me recordaste a algún personaje de Poe y quizá esa sea tu perdición....jajajajaja |
Buen trabajo
En paz descanses, amigo.
Re: CP IX - Un abrigo lleno de piedras
Bueno, elegir este tema para un relato debe ser muy seductor, pero es que para mi la carta de despedida de Virginia a su esposo es tan lacerante que me parece una tarea complicada añadir nada más, ya sea modo versión, interpretación o qué sé yo...
La idea me parece estupenda, el modo de escribir es bonito y pausado, atormentado y visual. Por mi parte -pobre desgraciada aficionada- muy bien.
La idea me parece estupenda, el modo de escribir es bonito y pausado, atormentado y visual. Por mi parte -pobre desgraciada aficionada- muy bien.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
- doctorkauffman
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Re: CP IX - Un abrigo lleno de piedras
es un tema que en estos momento la verdad es que no me apetece leer. el suicidio es un tema que he tratado (el pasado concurso de primavera, sin ir más lejos) pero ahora no sería capaz de volver a tocarlo. ese aspecto personal ha jugado en contra de este relato, que está muy bien escrito, aunque al principio abuses de las comparaciones.
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- Tolomew Dewhust
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Re: CP IX - Un abrigo lleno de piedras
Dice el autor que no hay poesía en el gesto (del suicidio) pero yo he hallado mucha en su relato. Y no solo por eso me ha gustado, también por la elegancia, la amabilidad en las palabras. A mí no me sobra un símil, epíteto o metáfora.
Lamento el título, porque ya predispone o hace intuir de qué va la historia antes incluso de comenzar.
Lamento el título, porque ya predispone o hace intuir de qué va la historia antes incluso de comenzar.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
Re: CP IX - Un abrigo lleno de piedras
Una historia triste pero escrita con mucho cariño y mucho amor hacia los personajes y es algo que se nota Me ha gustado como está escrito aunque la historia de la pobre mujer sea bastante dura, me he quedado con la duda de qué enfermedad tiene exactamente la mujer
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)
Re: CP IX - Un abrigo lleno de piedras
Estimado(a) autor(a):
Has elaborado una criatura muy bien escrita...rebosa poesía y adjetivos complejos que le dan un brillo y una calidad enorme a tu relato.
Confieso, a pesar de todo, que no soy muy amante de la poesía...creo que hay que tener un nivel altísimo de léxico e imaginación para sobresalir en esta rama de la literatura como también muchas luces para entenderlo y disfrutarlo. Siempre he comparado la poesía con el jazz ...si..vaya chorrada... solo a paladares muy finos les gusta el jazz y/o la poesía...es como el caviar...comida de ricos y de gustos muy refinados
yo con un buen arroz a la marinera o mi cocidito gallego soy feliz |
Y bueno, redactar un tema sobre el suicidio en primera persona es complicadísimo en todos los sentidos. Has sido muy valiente, escribes como los Dioses y te doy mi enhorabuena
Re: CP IX - Un abrigo lleno de piedras
Está claro que es un buen relato y muy bien escrito. Por gustos personales no es mi tipo, no eres tú, soy yo Buen relato.
Ronda de noche. Mundodisco 29. Terry pratchett
La sombra de Ender (Ender 5) - Orson Scott Card
El asombroso Mauricio y sus roedores sabios. Mundo disco 28. Terry Pratchett
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- jilguero
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Re: CP IX - Un abrigo lleno de piedras
¿Qué me está pasando? Las cavilaciones de Juan Mute
El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
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Re: CP IX - Un abrigo lleno de piedras
Tristeza, decepción, depresión y oscuridad. Todo ello a raudales. Me ha impresionado la capacidad de mantener el tono depresivo durante todo el relato. Si es que nos hundes cada vez más. Enhorabuena por esa capacidad de transmitir, sin repetir, conceptos secundarios, adornando y dándole forma a la evidente distimia que avanza a depresión y termina con la vida del personaje.
Saludos,
Emisario
Saludos,
Emisario
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Re: CP IX - Un abrigo lleno de piedras
Ummm... una carta escrita mentalmente y, por tanto, nunca leída?
Una de mis mejores amigas se suicidó hace tres años, dejó una nota (uno de cada seis suicidas, leí, lo hacen) y su madre la rompió antes de leerla. Nunca hemos sabido el por qué. No, no, creo que siempre lo hemos sabido: el mismo motivo que tu protagonista, exactamente el mismo. Y ése, autor, ese es mi miedo.
Gracias por el escrito.
(demasiados adjetivos para una mente destrozada, según mi interpretación)
Una de mis mejores amigas se suicidó hace tres años, dejó una nota (uno de cada seis suicidas, leí, lo hacen) y su madre la rompió antes de leerla. Nunca hemos sabido el por qué. No, no, creo que siempre lo hemos sabido: el mismo motivo que tu protagonista, exactamente el mismo. Y ése, autor, ese es mi miedo.
Gracias por el escrito.
(demasiados adjetivos para una mente destrozada, según mi interpretación)
Re: CP IX - Un abrigo lleno de piedras
Precioso y difícil texto. Habláis de carta. Yo no lo veo así. Por el subtítulo más bien lo veo como un monólogo interior, una reflexión, un repaso a su situación,una introspección, una "interpretación".
Me queda la duda de si el motivo del suicidio es por enfermedad, por locura, por tedio,...
Me ha gustado mucho y espero irlo entendiendo mejor con las una relectura pausada y las explicaciones del autor.
Enhorabuena, gracias por compartir y suerte
Me queda la duda de si el motivo del suicidio es por enfermedad, por locura, por tedio,...
Me ha gustado mucho y espero irlo entendiendo mejor con las una relectura pausada y las explicaciones del autor.
Enhorabuena, gracias por compartir y suerte
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- jilguero
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Re: CP IX - Un abrigo lleno de piedras
noramu escribió:Precioso y difícil texto. Habláis de carta. Yo no lo veo así. Por el subtítulo más bien lo veo como un monólogo interior, una reflexión, un repaso a su situación,una introspección, una "interpretación".
Me queda la duda de si el motivo del suicidio es por enfermedad, por locura, por tedio,...
Me ha gustado mucho y espero irlo entendiendo mejor con las una relectura pausada y las explicaciones del autor.
Enhorabuena, gracias por compartir y suerte
http://hemerotecamundial.blogspot.com.e ... d-por.html
¿Qué me está pasando? Las cavilaciones de Juan Mute
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Re: CP IX - Un abrigo lleno de piedras
He dejado arriba algunas perlas que he encontrado en este relato. Sencillo, duro, pero que consigue su objetivo a la perfección.autor escribió: Alrededor se cuaja el aire con el frío y la calina, goteando en los juncales a lo largo de la ribera, gotas lentas como el tiempo, como el pensamiento...
...En mi propia habitación soy una extraña. Alfombras y bacalao, una fiebre de actividades domésticas. No me basta. Las ideas vienen y se van igual que arañas asustadas, se escurren entre los resquicios de mi mente después de haber marcado las minúsculas huellas de sus patitas, ahuyentadas por las voces...
...Esta vez no flotaré, no regresaré a casa chorreante y mortificada por esa íntima vergüenza de no haber sabido morir...
...Dejaré de respirar y de sentir, acabará este miedo que me agarrota. Hielo picado, mi pensamiento. Cóctel de ideas sin aflorar, ahora congeladas...
¡ESO ES BUENÍSIMO! ¡Me lo reservo para un relato!pulp escribió: Una de mis mejores amigas se suicidó hace tres años, dejó una nota (uno de cada seis suicidas, leí, lo hacen) y su madre la rompió antes de leerla.
Re: CP IX - Un abrigo lleno de piedras
Oye, qué bien está
Va del divagueo inicial a esa pena dura que consume al narrador. Y muy esa última oración
En momentos se me ha hecho monótono, y en otros desgarrador. Enhorabuena.
Va del divagueo inicial a esa pena dura que consume al narrador. Y muy esa última oración
En momentos se me ha hecho monótono, y en otros desgarrador. Enhorabuena.