CP XV - Arrepentimiento (+18) - Rubisco (mención Jurado)

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CP XV - Arrepentimiento (+18) - Rubisco (mención Jurado)

Mensaje por lucia »

Arrepentimiento

Con el cielo aún regalando trazas anaranjadas atravesó el portalón y aminoró su paso para permitir que sus ojos se adaptaran a la oscuridad. Después de tres segundos recuperó el ritmo y se mantuvo paralela al muro, como un barco que hace cabotaje, hasta que se adentró en la estancia aledaña.

Tuvo que detenerse y cerrar los párpados al quedar encandilada por la luz que atravesaba las vidrieras. Aprovechó y se retiró con los dedos los restos de legañas que pudieran quedar en sus ojos. Le pareció increíble que hubiera podido generar tantas con solo dos horas de sueño.

Sus ojos eran lo que más destacaba de su cara. Ojos grandes y pupilas de carbón que monopolizaban una tez angulosa, fruto de una fuerte influencia árabe en su genética. El cabello, oscuro y tan largo que caía a la altura de los riñones, solía tener mechones que descansaban sobre su pecho, discreto bajo aquella blusa larga, pero llamativos cuando iban ceñidos o al aire. Las piernas, de gruesos muslos, la hacían parecer más alta de lo que era, a pesar de la robustez, que no gordura, de su tronco.

Cuando por fin pudo abrir los ojos descubrió una sombra negra en la yema de su pulgar. Se había vestido tan deprisa que había olvidado quitarse el maquillaje. ¡Me cago en Dios!, musitó justo antes de encogerse de hombros presa del temor por haber soltado tal blasfemia.

Todavía se sentía culpable cuando decidió reanudar el paso. Tomó aquel ancho pasillo y se adentró en una zona oscura. La había frecuentado muchas veces pero aún le seguía pareciendo estremecedora.

No era para menos. Aquella sección era la cueva donde revivían sus remordimientos; la boca del lobo que devoraba su autoindulgencia; el agujero negro que se tragaba todas sus sonrisas.

Al llegar a la penumbra se percató del crujido de sus zapatillas de esparto al roce con el suelo de piedra. También sintió incrementarse el frío que se adhería a sus pies, aunque no lograba distinguir si era una verdadera sensación térmica o una primitiva forma de sentir miedo hacia aquel lugar.

Después de muchos metros recorridos ya sólo distinguías sombras ligeramente más oscuras que la propia oscuridad, pero le bastó para divisar su objetivo. Se aproximó y se agachó, apoyando las rodillas en aquella madera que se quejaba a base de restallidos.
Guardó silencio por unos instantes, los justos para que su vientre tronara de hambre. Cuando éste decidió dejar de protestar, pudo adivinar una respiración al otro lado de aquella rejilla de madera. Llenó sus pulmones de aquel aire que apestaba a humedad, se convenció de que le convenía hacer lo que estaba a punto de hacer e inició el rito con voz temblorosa:

—Ave María purísima… —Se percató de que tenía la voz ronca.
—…sin pecado concebida —contestó en susurros una voz todavía más ronca.

Ambos siguieron intercambiando frases hechas repetidas domingo tras domingo, pero ella no escuchó nada. Sintió que aquella voz la abofeteaba, pero no supo ubicarla en el tiempo ni en el espacio. Sin embargo, su cuerpo comenzó a temblar y a punto estuvo de ponerse en pie y salir corriendo, pero algo más fuerte la mantuvo pegada a aquel confesonario.

—Tranquila. Has hecho esto muchas veces —sonó al otro lado de la madera.

Ella no contestó. Se limitó a respirar hondo para controlar el creciente nerviosismo de su cuerpo y, cuando por fin se sintió más relajada, tomó la palabra.

—Han pasado… —Su mente estaba tan bloqueada que tuvo que contar de cabeza— …siete días desde mi última confesión.

De nuevo se hizo un silencio prolongado. Había olvidado qué más debía decir. Desde el otro lado de aquella rejilla de pino pareció tan evidente que sonó un «¿de qué pecados te acusas?» que pareció más un apuntador dando pie al diálogo que un sacerdote dirigiendo la confesión.

—Padre, me acuso de ser hija de republicanos.

Creyó sentir un respingo, porque el confesonario se sacudió de pronto.
—¿Y tú lo eres?
—No —mintió.

No le había hecho falta pensarse la respuesta. Tampoco habría sido necesaria la confesión —sus padres habían sido fusilados tras concluir la Guerra Civil por haber sido sindicalistas en la Unión General de Trabajadores— pero tenía la esperanza de que la desvincularan de sus progenitores para, de una vez por todas, empezar a vivir sin ser señalada.

—Hija, la cruzada contra el marxismo y el libertinaje es, sin duda, una de las obras supremas que puede acometer el hombre, como bien muestra el Caudillo. ¡Viva España!
—¡Viva! —contestó tratando de aparentar fervor.
—Pero también es una causa a la que puede adherirse cualquier enemigo de la paz y de la concordia para, desde dentro, impedir que la Palabra del Señor salve a todos los pecadores de esta tierra dichosa.

Tardó en procesar aquellas palabras. ¿Estaba perdonada, o no? Como solía decir su tía, con quien convivía desde el fusilamiento de sus padres, más sabe el diablo por viejo que por diablo, pero no estaba segura de si su confesor le otorgaba el perdón.

—¿Qué quiere decir, padre?
—Para el Señor no basta con una confesión. Tiene que haber arrepentimiento y el Señor no cree que estés arrepentida porque sabe que sigues pecando en nombre de los enemigos de España y de Jesucristo.

Sintió un nuevo temblor. ¡Hostias, pues claro que peco, como todas las personas!, pensó justo antes de arrepentirse.

—He blasfemado, padre —confesó de inmediato.
—El señor te dará fuerzas para no volver a hacerlo. ¿Qué más?
—Anteayer racaneé dos trozos de pan a mis hermanos.
—Sí, bueno. Son tiempos de hambre y el Diablo hizo débil al hombre. ¿Qué más?

La voz del sacerdote sonaba cada vez más desesperada. Supuso que estaba apurado porque se estaba acercando la hora de oficiar misa, así que dejó para el final el pecado del que más se arrepentía con la intención de concluir de inmediato y sentarse en los bancos del final de la capilla.

—Trabajo de ramera, aunque quiero dejarlo.

Por un momento se hizo silencio. Tal vez lo haya incomodado, pensó, acostumbrados como están los curas a una imperturbable vida de celibato y opresión.

—¿De ramera? ¿Qué clase de pecados has cometido? —Su voz de pronto sonó más melodiosa y, por supuesto, más relajada.
—Pecados capitales, supongo.
—Explícate.

Se sintió violentada con la pregunta, pero el peso de la culpa la mantenía adherida al confesonario. Explicó al sacerdote que su trabajo originalmente había consistido en servir copas a las tropas nacionales para las que se organizaban lupanares improvisados, pero la escasez de meretrices la había convertido de forma involuntaria en una puta más. Por sus manos, por su boca, por su vagina y por su ano habían pasado hombres de todos los estamentos sociales: militares de alto rango, soldados rasos, empresarios, comerciantes, campesinos y hasta padres que traían a su hijo y de quien mentían sobre su mayoría de edad.

Como si de esa forma su peso se aliviara, entró en más detalles: la habían usado de uno en uno, de dos en dos y hasta de tres en tres. Había tenido sesiones de ocho horas con clientes infatigables. Había sido rociada con fluidos corporales de toda clase. La habían hecho ingerir puñados de pastillas cuando dejaba de venir el período para deshacer cualquier atisbo de embarazo. Incluso había sido usada como cebo para pillar in fraganti a adversarios políticos, personales y empresariales.

Aquello le había parecido bastante información como para que el célibe sacerdote quisiera detener la confesión, exculparla de sus pecados y encomendarle que siguiera una vida más casta, pero la voz ronca sonó ahora un poco más clara y con tono curioso:

—¿Y cuándo fue la última vez que te entregaste a la prostitución?
—Padre, ¿es necesario? —preguntó sin disimular su incredulidad.
—El Señor necesita conocer hasta qué grado has reiterado en tu pecado para saber cuánto has de hacer para ser perdonada.

Dudó. Nunca había hablado de aquello con nadie, por más que los familiares que le quedaban supieran de sus andanzas por boca de los vecinos, que o bien cuchicheaban sobre aquella moza, o bien se beneficiaban directamente de sus cualidades carnales.

Dudó entre ponerse en pie, marcharse y no volver más a un confesonario o acceder a los designios de Dios Todopoderoso, que seguro que quería perdonarla a través de la mediación del sacerdote. Un atisbo de culpa volvió a caer sobre sus hombros y aquello la hizo mantenerse arrodillada ante la malla de madera que la separaba de su confesor.

Y sin embargo dudó una vez más hasta que llegó a la conclusión de que sólo había una forma de acabar con aquel diálogo tan incómodo: siendo explícita.

—Anoche, padre. Anoche fui otra vez a la taberna de don Gustavo.
—¿Y no temes que te vean los vecinos?

La pregunta la desconcertó. ¿Que no escondiera su condición de fulana era más pecado que el mero hecho de serlo? Prefirió no averiguar la respuesta y prosiguió con su plan:

—No me da miedo que me vean; me da miedo que me usen. Cuando frecuentaba los burdeles de los pueblos de al lado no paraba de encontrarme con vecinos de aquí, pero a los locales del pueblo sólo vienen foráneos.
—Entiendo. ¿Qué pasó en la taberna?

La voz del cura ya no disimulaba la curiosidad de ninguna manera. Ella lo aprovechó convencida que de esa forma lo atraería hacia su trampa.

—La taberna se vuelve un burdel a medianoche. Dejan de servir cafés y torreznos y empiezan a despachar aguardientes y puros. Y mujeres, claro. —Aguardó un momento. La pregunta que habría esperado era «¿Sólo mujeres?», pero el sacerdote no dijo nada y ella cayó en seguida en el porqué: en los seminarios estaban servidos de hombres jóvenes en su despertar sexual, así que prosiguió—: Para excitarme con los clientes necesito al menos tres copazos de orujo.
—¿Te excitas con los clientes?
—Sí, claro. Necesito disfrutar de mi trabajo —contestó intentando dar a su voz ronca un tono seductor—. Entonces llegó un hombre misterioso.
—¿Misterioso?
—Sí.

Contó que aquel hombre llevaba un gabán que le tapaba el mentón y un sombrero que ocultaba sus ojos. El visitante4, sin mediar palabra, la había tomado de la mano y la había llevado al almacén, que servía de cuarto oscuro.

—¿Ese hombre trabajaba allí?
—No, creo que no. Era un cliente, supongo que habitual porque se conocía el recorrido.

Siguió contando que los labios del hombre sabían a whisky y a habano. Que su lengua era experta en el arte del beso de tornillo, en el repaso a las aureolas de los senos y en la degustación del coño. Que cuando ella, desnuda en aquella noche fría, sentía el calor brotar de sus poros, él se abrió la parte baja del gabán, se bajó los pantalones y mostró un miembro erigido a duras penas y con un prominente prepucio.

Detalló cómo había tomado el balano con una mano, había retraído la piel hasta dejar a la vista el glande y se había introducido aquel cabezón grueso en la boca.

—¿A qué sabía?
—¡¿Qué?!
—El Señor necesita conocer tu grado de arrepentimiento.

Respiró hondo y trató de recordarlo. Aquel cura, ya indudablemente cachondo, iba a saber lo que era bueno.

—Aquella polla sabía a rancio. Era asquerosa, pero a la vez no podía dejar de chuparla. La lamí por fuera y por dentro de mi boca; le tiré del pellejo con los dientes y lo volví a retraer con mis labios. De pronto, él me agarró la cabeza con las manos y empezó a dar embestidas. —Hizo una pausa; dudó, pero al final se decidió—: Empezó a follarme la boca hasta que se corrió.

En ese momento se percató de que el confesonario temblaba. Se congratuló en silencio, convencida de que el sacerdote al fin había entrado en shock. Sin embargo, se desengañó de inmediato:

—¡Me corro! —musitó la voz ronca.

Aquellas palabras, seguidas de un golpe viscoso contra la madera, le hicieron recordar algo de la noche anterior. Esa voz, esa misma voz había pronunciado esas palabras con la misma ronquera con la que acababa de oírla de nuevo.

Oyó un suspiro y un ruido de servilleta. Su boca se llenó de pronto del mismo sabor salado y rancio que había notado anoche y sintió una arcada. Un pinchazo se apoderó de su vientre, se dobló sobre su abdomen y vomitó un líquido transparente y espeso mezclado con ácido estomacal.

—Yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo —dijo el sacerdote entre jadeos y, sin esperar al correspondiente «Amén», se despidió de su confesada—: Hasta siempre.

Aún con el estómago dolorido se puso en pie como pudo, se limpió con una manga de la rebeca y salió corriendo mientras juraba no volver a pisar una iglesia en su vida.
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Raúl Conesa
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Re: CP XV - Arrepentimiento (+18)

Mensaje por Raúl Conesa »

Estoy algo encontrado con este relato. Por un lado se entrevé que el autor tenía alguna intención, algún mensaje concreto que quería plasmar, pero por otro lado atisbo cierta contradicción. Algunas partes sugieren que la mujer entra al confesionario de forma sincera, para confesarse, pero otras indican que ha entrado para tender algún tipo de trampa fallida al cura putero. ¿Que intentaba conseguir, exactamente? No veo cómo excitarle sexualmente afecta a ninguno de los dos.

Además, hay un 4 en la palabra visitante, cuando está narrando de la visita del cura. Que vale que todos cometemos errores, ¿pero un número? Por ahí sí que no paso, mi buen señor/a: esto es literatura, no matemáticas.
Era él un pretencioso autorcillo,
palurdo, payasil y muy pillo,
que aunque poco dijera en el foro,
famoso era su piquito de oro.
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rubisco
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Re: CP XV - Arrepentimiento (+18)

Mensaje por rubisco »

Hola, autora; hola, autor :hola: :

Vaya, por Dios (nunca mejor dicho). Llevo dos relatos y en los dos hay un cura. Y en los dos el cura no es trigo limpio. ¿Qué les han hecho a ti y al otro autor los pobres e inocentes curas?

Bueno, vamos allá: una joven prostituta acude a la iglesia para confesarse. Empieza a mencionar pecados menores para dejar el más gordo para el final y evitar así que el sacerdote, que debe empezar la misa, le pida muchas explicaciones, pero el plan se trunca cuando el cura se muestra primero curioso y después excitado, hasta que ella descubre que el cura se está masturbando con el relato, momento en el que ella se percata que él fue su último cliente la noche anterior.

A ver por dónde empiezo… :dragon:

El argumento me ha parecido un pelín manoseado (perdón :lol:). Ubicas la historia en la posguerra española, época en la que la Iglesia había acumulado bastante poder y los abusos no eran raros. La forma de enfocarlo me parece algo mejor lograda, aunque sin complicarte en exceso con flashbacks ni técnicas similares.

La forma de escribir, por otra parte, me ha gustado mucho. La lectura me ha parecido todo lo fluida que un relato así de oscuro puede permitir y has conseguido que se me hiciera corto pese a su lentitud. Además, por momentos he estado en la piel de la protagonista y he sentido su mismo agobio y desconcierto.

La descripción de la protagonista me ha gustado mucho. No entras en más detalles de los necesarios y vas postergando ciertos datos al momento en que entran en acción. Cierto es que la descripción física quizás es muy detallada, pero estamos hablando de una mujer que ofrece su cuerpo a cambio de dinero, así que me parece lógico que contaras sus formas al lector.

Al cura, sin embargo, no lo has descrito. Tampoco aparece en escena sino que está dentro del confesionario. Supongo que queda mejor así porque así queda el aura de misterio, aunque no me importaría haber visto una descripción del clérigo.

Los diálogos también me han gustado, aunque algunos se me han antojado un pelín ampulosos (quizás peguen con la época; me minidocumentaré antes de votar), pero en la parte cochina me han resultado bastante más logrados. (Pregunta inocente: ¿el me corro ya se estilaba por esa época? :roll: ).

Te has apoyado mucho en metáforas y otras figuras literarias, y creo que para bien. Voy a destacar tres que, directamente, me enamoraron: se mantuvo paralela al muro, como un barco que hace cabotaje, Ojos grandes y pupilas de carbón y el agujero negro que se tragaba todas sus sonrisas.

Lo que no te voy a perdonar tanto es que no hubieras borrado ese 4 a tiempo. ¿Cómo se te pudo colar un error tan garrafal? Como dice Raúl Conesa, esto no son matemáticas.

Y ahora vamos con la parte pornográfica. Porque es pornográfica. No es erótica, no. No sugieres: relatas, de forma cruda, lo que ocurrió.

Y lo cierto es que tengo sentimientos encontrados:
  • Por una parte, me parece un exceso. Quiero decir, tengo la sensación de que la historia hubiera funcionado razonablemente bien sin esas escenas explícitas.
  • Y, por otra parte, si lo que querías era llevar a la máxima expresión la repulsión que genera el sacerdote, por mi parte lo has conseguido. Y eso quizás merezca su premio en forma de puntos.
Una aclaración: las escenas sexuales no me parecen mal relatadas, para nada. Al contrario, creo que es una parte en la que se corre (perdón :lol:) el riesgo de contar más de lo necesario y tú no lo has hecho, y eso te honra. Bueno, te honra eso y también te honra que no hubiera un culo de dos segundos.

En definitiva, creo que es una historia muy bien planteada, muy bien estructurada y muy bien contada, que flaquea en un tema algo manido y un uso de la parte sexual que tal vez fuera accesorio.

Más adelante hablaremos de putos. ¡Perdón, de puntos! De puntos. Puntos. Puntos.

Gracias por compartirlo y mucha suerte.
69
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Gavalia
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Re: CP XV - Arrepentimiento (+18)

Mensaje por Gavalia »

Me gusta lo que cuentas y cómo me lo cuentas. El personaje principal lo encuentro bien dibujado. El cura, no tanto, salvo que es un salido. A la feligresa parece haberle salido el tiro por la culata. No sé muy bien cual era su intención al ir a confesarse, se me ocurre que va a una cosa y las circunstancias le sugieren u obligan a otra.
Los diálogos me han parecido bien tratados y el conjunto del relato me ha entretenido. La prosa sirve a la época y se entiende perfectamente.
Suerte
En paz descanses, amigo.
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Iliria
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Re: CP XV - Arrepentimiento (+18)

Mensaje por Iliria »

Yo hubiese aligerado un poco más narrativa, sobre todo al principio, cuando tratas de describir las sensaciones de la protagonista al acercarse al confi. He echado en falta que las hubieses explorado mejor, en el sentido de centrarte más en el estado nervioso (y decir que el dolor de estómago y la sensación de frío venían por ese nerviosismo) y no irte por el hambre. Ahí me he sentido un poco dispersa.
Al resto del relato no le pongo pegas. También tengo que decir que no es de mi tipo de escenas preferidas, pero a nivel formal está bien escrito. Por otro lado reflejas bastante bien la época.

Gracias por participar y suerte :hola:
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón :101:
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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Mister_Sogad
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Re: CP XV - Arrepentimiento (+18)

Mensaje por Mister_Sogad »

Vaya. ¿Sabes, autor/a? Es curioso, en mi mente mientras leía me decía <<este relato es de los que no me suelen gustar, cuando comente diré esto al inicio>> y, sin embargo, ese pensamiento ha cambiado pronto a otro y creo justo decirlo: pienso que tu relato acierta a la hora de exponer con claridad el contexto y todo lo que rodea a la época en el que lo colocas, y ese es el punto fuerte de tu historia, lo bien llevado del contexto, lo que no siempre es fácil. Buen trabajo en ese punto.

Pero, sigue siendo un tema, el que tratas, de esos que no me gustan, y no hablo de que me resulte un tema inaceptable, ojo, de hecho no "calificaré" tu relato con mis gustos en mente. Pero hay que decirlo porque, en mi caso, si influye en la lectura. Así que, en mi opinión muy particular, creo que hay maneras y maneras de contar las cosas, que causan el mismo efecto y a mí me resultaría más entretenido o, digamos, me haría engancharme a la historia.

Narrativamente está bien , tal vez se te han escapado un par de cosas en el último repaso, pero poca cosa.

Espero que saques algo constructivo de mis comentarios, que es mi intención. Mucha suerte en el concurso!! :60:
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Jarg
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Re: CP XV - Arrepentimiento (+18)

Mensaje por Jarg »

Muy bien escrita (ni un fallo en ese sentido, quitando quizás ese "4"). Las descripciones son acertadas y te meten en esa atmósfera oscura y opresora.

Sin embargo, la historia en sí me ha resultado un poco plana. Si lleva sólo siete días sin confesión, ¿por qué necesita confesar su profesión? ¿No la confiesa cada semana? Por el modo y el pudor con el que se comporta, yo habría dicho que lleva una vida sin entrar en un confesionario... No sé, no he terminado de entender la actitud de la protagonista en ese sentido.

Lo de que el cura no es tan santo como quiere hacer creer se ve venir desde el principio. Lo de que él fuera el cliente tiene más efecto, pero la trama me ha dejado un poco indiferente. No entiendo bien lo que lleva a la protagonista a aguantar cada semana que la juzguen de esa manera en una confesión. Y, sobre todo, no entiendo que lo único que la haga despertar y renegar de ir a la iglesia sea descubrir que el cura era el cliente misterioso.

No te lo tomes como una crítica a la historia en sí, autor/a, es probable que sea porque no es el tipo de relato que suelo preferir. Como he dicho, está muy bien narrada y estoy seguro de que te llevarás bastantes puntos en las votaciones. Buena suerte y gracias por compartirlo.
Yo amo a la humanidad. Es la gente lo que no soporto.
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Mister_Sogad
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Re: CP XV - Arrepentimiento (+18)

Mensaje por Mister_Sogad »

Bueno, autor/a, aquí estoy en mi segunda vuelta. Digo yo, ¿y si hubieras apostado por que tu protagonista no hubiera pisado una iglesia antes? o quizá solo de pequeña. Así, podías haber narrado algo que creo hubiera sido interesante, la visión de ella como prostituta, de un lugar religioso en una época tan opresiva como en la que vive.

Te digo esto porque hay algo que no advertí en mi primera lectura. Hay una serie de inconsistencias en tu historia: la mujer ha ido muchas veces a esta iglesia, se ha confesado muchas veces y, sin embargo, no solo no conoce al cura, sino que nunca parece haber confesado sus pecados, ... Es más, al final sale despavorida de allí, cuando se supone que sus vivencias superan todo aquello, o es mi impresión tras el esfuerzo que has realizado narrando de una manera descarnada y desnuda su vida como prostituta.

De modo que, en mi caso, teniendo en cuenta que creo narras bien, me seduce por ejemplo que esta mujer hubiera sido entre despectiva e irónica describiendo la iglesia.

Suerte!!
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Megan
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Re: CP XV - Arrepentimiento (+18)

Mensaje por Megan »

Autor/a, me gustó tu relato.
Describiste muy bien a la chica y en medio de su confesión, se notó que quería hacerle algo al cura. O que el mismo había hecho algo malo. Eso está muy bien contado. Y la forma de descubrirlo como su cliente de la noche anterior, fue acertada. Creo que para ser dos personajes "conversando" está muy bien logrado.

Mucha suerte y gracias por compartirlo :D
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Re: CP XV - Arrepentimiento (+18)

Mensaje por raumat »

Ese sacerdote resulta ser al final un golfo pecador... :cunao: ¡Cómo le va la marcha al jodío!... Si es que está la vida que no se puede fiar uno de nadie...
Bien escrito. La historia, interesante; la confesión, perturbadora... :boese040:
Gracias al autor por compartirlo y suerte en el concurso.
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Isma
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Re: CP XV - Arrepentimiento (+18)

Mensaje por Isma »

Pues como llevo dos que tratan sobre la culpa, he pensado que podía seguir con este que parecía tratar del arrepentimiento... :lol:

La narración me ha parecido entretenida, pero no me quedo con buena sensación.

El tema me parece confuso. ¿De qué me está hablando? No del arrepentimiento, como puede parecer por el título. Creo que en el fondo lo que transmite es una intención de morbo, al dar transparencia al sórdido mundo de la prostitución y presentar la transgresión del cura. Pero es un tema medio oculto, como si el autor quisiera realmente tratarlo pero no se atreviera, o se viera necesitado de un subterfugio para hacerlo. Queda, a mi juicio, un poco confundido por el argumento.

Y es que el argumento no me queda muy claro. Así, a primera lectura, la chica va a confesarse, cosa que hace con regularidad, pero la iglesia le intimida. Plantea al cura ¿una trampa? O no. ¿Es hija de republicanos? Sí o no, pero no es algo de lo que se pueda arrepentir uno. ¿Se excita con los clientes después de todo lo que ha pasado? Obviando todo eso, quedaría resumido como algo así: la protagonista va a confesarse de sus pecados y descubre que el mismo cura es un pecador a través de ella misma.

La trama es buena. La línea temporal se rompe para explicarnos su trabajo como meretriz y también al final saltamos a esa taberna para dar pie al misterioso cliente que resulta ser el cura. Bien.

En cuanto a la forma, nada que destacar. Me vuelvo blando, ya ni siquiera menciono las comillas angulares. Creo que la ambientación es buena y que la sordidez del mundo de la prostitución queda reflejado algo, aunque hubiera sido más visceral y quizás más realista si hubieras omitido aquello de la excitación por orujo.

En fin, ¡suerte!
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XV - Arrepentimiento (+18)

Mensaje por Tolomew Dewhust »

La verdad es que está muy bien narrado, peeeeeeero, te4 voy a decir lo que ningún autor9 quiere nunca escuchar:

Me gusta tu pluma, amigo/a, así que estoy seguro2 de que me conquistarás en otra ocasión, con otra prop1puesta.

Me gusta regular: sensaciones encontradas. Buen trabajo, pero la propuesta, el hilo, el meollo, el argumento, no me seduce en absoluto. Cuestión de gustos personales. Sooooorryyyyy2.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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ACLIAMANTA
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Re: CP XV - Arrepentimiento (+18)

Mensaje por ACLIAMANTA »

De acuerdo en que la idea central es interesante, que el autor acertó en el contexto en que la ubicó y en que, leída despacio, se encuentran algunas inconsistencias que la hacen tambalear.
En lo tocante a la situación sexual que contempla, estoy de acuerdo en que el relato es demasiado explícito (casi rayando en la pornografía). Agregaría que esto último es una lástima porque, a mi juicio, la historia no perdería nada si el autor tratara con mayor cuidado y sutileza ese aspecto y ganaría al ser menos repelente para algunos lectores.

Lamento decirlo pero no me gustó :(
Te deseo suerte, autor!
1
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blinder
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Re: CP XV - Arrepentimiento (+18)

Mensaje por blinder »

Hola!

Este relato me ha dejado un poco con ganas de más. Con ganas de más acción quizá o darme cuenta que quizá no sé leer entre líneas porque no lo entiendo bien. Lo que si es verdad es que la forma de escribirlo es muy correcta,no es tu primer relato, sin duda. Solo que su argumento a mi no me ha llegado.

Quizá no me pilló en un momento exacto o la temática no es de mi predilección porque, como te digo, tu estilo si me gusta.
:batman:
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Edgardo Benitez
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Re: CP XV - Arrepentimiento (+18)

Mensaje por Edgardo Benitez »

Un sacerdote que vive una doble moral no es un tema recurrente. Es más, lo considero hasta ofensivo para algun tipo de lector que profesa esa secta religiosa. Me parece que si deseabas denunciar algo, debe ser de manera distinta, con más sentimiento. He conocido argumentos de sacerdotes que, enamorados, haces tremendas experienciasno sexuales, sino que sentimentales. Eso es algo de lo que tu historia adolece. Pero qué se puede esperar de una muchacha que ejerce la prostitución. Dice que ha abandonado la iglesia después de esto, me extraña.
Pero, la historia es creíble y la acepto como tal. Recuerda que todos los cuentos son ganadores.
¡Hay vida antes de la muerte!
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
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