CN1 - Demasiado tarde - Kharonte

[lucia]

DEMASIADO TARDE

Daniel camina de un lado para otro, recorriendo el salón de punta a punta. Girando sobre sí mismo un segundo antes de golpear las paredes de arce, sólo para proseguir con ese continuo pim-pam-pum.

—... y 48 —murmura, tras recontar las cuatro docenas de velas que titilan, repartidas entre los muebles y las ventanas, para crear una atmósfera de película.

Sus pasos se imponen al resto de sonidos en la cabaña. El crepitar de los leños en la chimenea; el tamborileo gélido de la ventisca contra los cristales; las últimas burbujas de champán jugueteando en las copas.

La interminable ronda le dirige hacia la puerta de la cocina. Allí, sobre la mesa de fresno estilo colonial, salseras, ensaladeras y fuentes de cristal persisten en arrojar seductores aromas al aire. Daniel alarga la mano por encima de una coreografía de escarola, brócoli, espárragos y salsa de mostaza, ignorando su exhuberancia para asir la tapa de cristal esmerilado que cubre el plato principal.

De inmediato, una vaharada escapa flotando hacia su nariz como un fantasma. Acidez de grosella mezclada con untuoso fetta, envolviendo el suculento olor de los delgados filetes de cordero perfectamente alineados por el plato. El plato preferido de Eva; una delicia de la que se enamoró durante un viaje de estudios a Grecia. Con el dedo meñique captura una porción infinitesimal de la salsa, procurando no estropear el aspecto del conjunto, y se lo acerca a los labios.

—Se ha enfriado —bufa, dejando caer la tapa. La boca se le cierra en una mueca nerviosa, al tiempo que frunce el ceño y aprieta los nudillos ante el espectáculo de ese ágape echándose a perder. Aunque la idea le hace hervir la sangre, sabe que sólo está postergando lo inevitable. Antes o después, tendrá que tirar todo al saco de la basura.

De vuelta al salón, se bebe una copa de champán de un trago mientras da vueltas en torno al sofá; sus pesados pasos amortiguados al pisar la alfombra de piel dispuesta frente a la chimenea.

Tum tum tum tum tum

Coloca un pliegue de la manta de viaje, desplegada sobre el sofá por si necesitaban abrigarse, sin detenerse. Haciendo crujir de nuevo el suelo de roble.

TUM TUM TUM TUM TUM

Al devolver la copa junto a su gemela, repara en el objeto que descansa también sobre la pequeña mesa auxiliar. A toda velocidad, sujeta el cuchillo por la empuñadura y sube las escaleras hacia el baño.

El bote de lejía sigue donde lo dejó, junto al resto de artículos de limpieza. Le quita el tapón, vierte una generosa cantidad de líquido por la hoja de la macheta y, tras usar el estropajo a conciencia, repasa el metal con un metro de papel higiénico. Sólo tras una minuciosa inspección se queda satisfecho y, procurando no posar la mirada en la bañera, apaga la luz.

La calidez de la planta baja le permite recuperar una ligera sensación de tranquilidad. Un efecto momentáneo, pues se disipa en cuanto contempla el magnífico decorado que ha organizado allí. Horas y horas de esfuerzo desperdiciadas.

Vuelve a apretar la mandíbula, esta vez de rabia.

En una esquina, el abeto se rodea de azul, amarillo o rojo a intervalos regulares. Ha meditado mucho si colocarlo o no, pero a Eva le habría disgustado una mañana de Navidad sin árbol. Hubiese sido como robarle una tradición que le recuerda a su infancia. A sus padres. Así que ha luchado contra el miedo que le causa el viejo desván, buscando entre las cajas la que estaba marcada como “adornos”, y se ha puesto manos a la obra.

Bajo las ramas, los regalos reposan perfectamente envueltos y organizados. Incluso ha colgado alguno entre el espumillón y las bolas de colores. “El premio gordo”, en cambio, no está a la vista. Pegado al tronco, casi escondido bajo el resto de los paquetes, hay un bulto minúsculo. Una cajita cuadrada, envuelta en papel y atada al extremo de una cinta dorada.

Eva sólo tendría que seguirla por el salón, recorrer el pasillo y salir por la puerta trasera.

Al escultor le bastó una foto para captar a la perfección los rasgos de ella. Ese rostro juvenil que desmiente su edad. La sonrisa “a lo Marilyn” de la que lleva enamorado tantos años. Hasta la coqueta postura le recuerda a su bomba rubia favorita. En una versión de hielo, eso sí, protegida de las inclemencias bajo un toldo.

La cinta dorada avanza sobre la nieve, asciende por el cuerpo translúcido enroscándose desde la cintura hasta el brazo derecho, y termina justo en el diminuto objeto que permanece ceñido al dedo anular.

"Te aprecio mucho, pero llevo tiempo pensándolo y creo que debemos dejarlo ahora, antes de que nos hagamos más daño."

De forma inconsciente, cierra el puño en torno a la empuñadura de la macheta.

"Antes de que nos hagamos más daño."

Impulsado por su enfado avanza a grandes zancadas hasta la escultura; pero, al tirar del anillo, le resulta imposible sacarlo. Está firmemente pegado al dedo.

Gruñendo vuelve a tirar, sin éxito.

"Llevo tiempo pensándolo."

Son la sonrisa y los ojos de hielo burlándose de él, de su patético intento por recuperar ese objeto que, ahora, ya no significa nada, los que disparan la reacción.

Ni siquiera es consciente de lo que está haciendo hasta que siente la salpicadura rociándole la mejilla y, al pasarse los dedos por la cara, toca los diminutos fragmentos de hielo adheridos a la piel. Recupera entonces el dominio de su cuerpo. De la mano que, negándose a soltar la macheta, sostiene el cuchillo clavado contra el torso helado.

Un corte ha perforado la suave superficie en el hombro derecho; otro desciende desde la mejilla hasta el pecho. La mano con el anillo yace junto a sus pies, amputada a la altura de la muñeca. Sin pensárselo, pisa los dedos y escucha satisfecho cómo crujen.

La sortija, esta vez sí, sale a la primera.

Dos horas después, el sol se apaga en las ventanas. La segunda botella de champán descansa en la cubitera y algunas de las velas comienzan a extinguirse.

Daniel, sin embargo, no descansa. En contra de lo que hubiese querido, tendrá que esperar a que pase la noche. Con suerte, para entonces habrá amainado la nevada. Se remueve inquieto, capaz tan sólo de permanecer sentado unos segundos. Rehuye la cocina en su errabundo caminar para no volver a ver la macheta, e igual ocurre con la puerta del garaje. Mirar ese rectángulo sombrío le hace pensar en el arcón frigorífico que zumba en la oscuridad. Pone ante sus ojos la imagen de los paquetes que ha introducido allí, y eso le hace sentir la necesidad de volver a limpiarse las manos a conciencia.

Más que nunca, desea marcharse lejos. Aquel lugar le da escalofríos desde que, siendo un niño, su tío le contó la leyenda del monstruo que acecha en la nieve. Una criatura ávida de sangre, invocada por los antiguos indios para vengarse de quien les hiciera daño.

"El Wendigo tiene el corazón de hielo, Daniel. Recorre el bosque de punta a punta, alimentándose de los huesos de los muertos..."

Mascullando una grosería, dedicada a su tío y su estúpida costumbre de asustarle, se sirve otra copa de champán. La última, puesto que la botella entrega lo poco que le queda dentro. Esperando que la borrachera le haga dormir, deambula por el pasillo. Sumido en el dolor y la rabia hasta que, al mirar por la ventana que da al patio trasero, siente las piernas flaquear.

Porque allí, donde las luces del porche se recrean sobre la piel cristalina de la estatua, ha descubierto algo.

El rostro de hielo está girado hacia él. Mirándole de frente.

Desearía estar equivocado, pero sabe que no es así. Escogió su foto favorita de Eva para el modelo de la escultura. Conoce la pose al detalle y, por imposible que parezca, no hay otra explicación para lo que ve.

Así que procura hacer caso omiso al creciente nudo de su estómago, al tiempo que da un paso atrás. Los ojos fijos en esos rasgos súbitamente deformados.

"...huele la sangre de las víctimas, y las revive con su magia para que puedan vengarse de los asesinos que les mataron. Para eso le trajeron los chamanes desde el infierno."

La idea le hace apartar la vista una fracción de segundo, mientras busca cualquier cosa que pueda empuñar.

El tiempo de un parpadeo.

Para entonces, la estatua se ha girado por completo en su dirección. La insinuante pose original mudada en el simple gesto de la determinación. El ceño fruncido y la boca torcida en una mueca.

La misma expresión que le ha dedicado desde el fondo de la bañera.

Sin dejar de vigilar al monstruo, desliza los pies hacia atrás. Ansioso por alcanzar el garaje. Rogando por que la distancia sea suficiente para subir al coche y escapar; para huir de las imágenes ensangrentadas que le traen a la memoria esos ojos muertos, mezcladas con el olor a vísceras y el sonido de la macheta segando carne.

Pero, cuando las lágrimas empiezan a correrle por las mejillas, parpadea. Y al mirar de nuevo, la estatua ya no es Eva. La figura de hielo, a mitad de camino de la puerta trasera, alarga su brazo mutilado hacia él mientras la boca entreabierta le muestra una hilera de colmillos afilados.

Inmóvil.

Presta a saltar encima de él.

"Si te atrapa, te arrancará la carne primero. Dejará tu corazón para el final, y masticará los huesos como postre."

Al dar otro paso atrás, los nervios le traicionan. Tropieza con la cinta dorada, lanzando un gañido de terror al escuchar la puerta abrirse mientras se debate por recuperar el equilibrio.

Ni siquiera consigue levantar la cabeza.

Antes de ponerse en pie, siente el frío aliento de la ventisca clavándose en su garganta.

[Isma]

Qué bueno. Muy, muy bien escrito y muy bien narrado. La ambientación es espectacular y la escena de la cabaña muy bien trazada, la petición de mano con su escultura de hielo en un ambiente idílico. Que sin embargo se trastoca en horror-ah, ahora que caigo, esa línea de diálogo me descuadra un poco. La mención al Wendigo, esa leyenda fantástica, me hace suponer la autoría del relato... estoy seguro de que se trata de alguien a quien le gusta la fantasía, los cómics o los juegos de rol.

Está muy bien, una historia que pone los pelos de punta y una narración fabulosa. Un mínimo, mínimo detalle; al final habría indicado que la ventisca se clava en su nuca, lo que enfatiza que él no ve al horror echándose encima suya, dando un poco más de miedo si cabe.

¡Un relato fantástico!

[ukiahaprasim]

Me ha costado leerlo, o mejor dicho, me ha resultado incomodo hacerlo, porque la ausencia de una estructura normal de frases, parrafos, capitulos, etc... me impide captar el ritmo que el autor quería imprimir a este relato, y eso me hace sentirme extremadamente incomodo... para mi, en este tipo de relatos, el ritmo es crucial..
Asi pues, querido autor, estoy deseando que acabe el concurso para pedir que se publique este relato en formato original.. (si es que no es posible hacerlo antes, querida Lucia... )..

Porque sinceramente, ME HA ENCANTADO. Tanto la historia, como la manera de contarlo, y especialmente el inesperado final...
pero la incomodidad de la lectura me ha impedido disfrutarlo realmente..

ISMA, el Wendigo es una leyenda indioamericana que podemos considerar tambien un clasico de la literatura de terror... Stephen King y Lovecraft tambien han hecho uso de ella.. por lo que correponde abrir el abanico de posibilidades.

Ukiah

[Isma]

El Wendigo es un monstruo simpatiquísimo y es verdad Ukiah, también lo menciona Lovecraft. De Stephen King no he leído mucho así que me puedo esperar cualquier cosa. Pero me mantengo en mis trece, un Wendigo con corazón de hielo no sale en tantos sitios y es una pista muy clara.

Y como me ha encantado que el autor lo mencionara, pongo aquí algunos garabatos que he encontrado;

Aquí, haciéndose el inocente:


Éste es el Wendigo que sale en los cómics de Hellboy. No creo que sea su representación clásica:


Pero esta imagen quizás lo representa mejor, en la distancia, insinuándose. Sale mejor a distancia que en los primeros planos:

[ukiahaprasim]

. Pero me mantengo en mis trece, un Wendigo con corazón de hielo no sale en tantos sitios y es una pista muy clara.

Una curiosidad al respecto que me ha dado google...


En 2005, en España , Claudia Franco hizo alusión al Wendigo como un ser que se alimentaba a base de corazones humanos. Según su libro (El Wendigo) era una criatura oscura similar a un lobo en la noche y por el día , un atractivo joven que atrae a sus víctimas hasta el atardecer donde les arranca el corazón. La leyenda también cuenta que el primer wendigo se originó cuando un hombre traicionado por su amada le arranca y se alimenta del corazón de esta, y es así como el hombre queda maldito haciendo que su corazón se convierta en hielo y la razón por la cual se alimenta de corazones humanos es porque al haber sido traicionado necesita destruir el amor que hay entre las personas.


Ukiah

[lucia]

YA tenéis una versión mejorada, con comillas en vez de las cursivas, que me han hecho llegar para que se comprenda mejor.

[Ratpenat]

He visto errores de puntuación y de gramática que no me han gustado mucho. Más allá de eso lo encuentro bueno. El ritmo al final está bien cogido.

[Gavalia]

Algo me dice que es bueno, pero debo leérmelo de nuevo. Me he perdido en algun momento, y es que me cuesta seguir el ritmo que ofrece la historia. Sea como sea le daré otra oportunidad. A lo mejor es que estoy algo espesito esta tarde.

[Ayrween]

Creo que tarda un poco en entrar en materia, pero después gana interés. No sé si será porque ando cansada, pero lo he tenido que leer dos veces para enterarme bien.
Yo sí he leído sobre el Wendigo en algún relato y me imagino que otros muchos también, no sé si eso será una buena pista sobre la autoría.
El final está muy bien resuelto. Sin necesidad de meterse demasiado a contarnos detalles escabrosos crea tensión y podemos imaginarnos muchas cosas no dichas. En definitiva, buen relato, me ha gustado.

[Yuyu]

Me ha parecido bueno,pero muy abstracto.No vale para mí .Se me hizo corto,me hubiera gustado conocer más detalles.Felicidades igualmente por la creación!!!!!!!!!!

[jilguero]

¡Muy bueno, autor! De los leídos hasta ahora es el primero que de verdad me ha producido cierto terror. Dibujas de maravilla la personalidad sicótica de Daniel y casi que Jilguero se ha metido en su piel, hasta entender lo mal que se ha debido sentir cuando, después de preparar todo para ella, esta le comunica que se acabó. Y qué bien describes la situación y los sonidos... También, que él mismo se sienta atrapado y aterrado por una historia de la infancia, es un buen final. De momento, el mejor en conjunto de los leídos (llevo siete).

[Berlín]

Muy bueno. Recuerdo la novela de Cementerio de animales vagamente, pero la idea general la tengo en la cabeza. Recuerdo la leyenda de los indios y el lugar sagrado donde se supone que éstos enterraban a sus seres queridos y tras una noche los muertos volvían a la vida en condiciones muy poco humanas. Pero lo que más me viene a la cabeza es la imagen del bosque que parecía vivo en su malignidad. ¿Era la maldad del bosque la figura del Wendigo?
De Lovecraft he leído relativamente poco, y en concreto Los mitos de Cthulhu aún no los he leído, y creo que es en estos relatos donde se menciona a esta figura.

Me gusta que al terminar de leerlo me quede la idea de que esta criatura de los bosques sólo viene a resaltar que todos llevamos un monstruo dentro de nosotros.

Estupendo.

[Shigella]

La ambientación está muy lograda, pero cuando ha terminado me he quedado esperando más. En cierta manera me ha sabido a poco.

[shirabonita]

Es un relato muy curioso. Entiendo que Eva

ha sido ahogada en la bañera por Daniel

, por la referencia posterior a los paquetes metidos en el arcón congelador.
El hecho del asesinato , para mí , es previsible desde que aparece la palabra "Macheta" (¿tenemos a un autor latinoamericano aquí?) pero la historia del Wendigo me ha gustado especialmente. Me ha hecho recordar también a un viejo episodio de la serie X-Files , con el mismo título.
Pero lo que no me esperaba para nada es que el wendigo utilizara la estatua de hielo como vehículo para atacar a Daniel.
El único fallo , a mi modo de ver, es el uso de la palabra infinitesimal para referirse al poquitín de salsa que Daniel toma del plato de cordero.
Es una palabra usada en matemáticas y física, que se refiere a algo tan sumamente pequeño que se puede dar por equivalente a cero. En este contexto me parece demasiado hiperbólica.
Por lo demás, un final magnífico . Muy buen trabajo, autor/a!

[Shigella]

Es un relato muy curioso. Entiendo que Eva

ha sido ahogada en la bañera por Daniel

, por la referencia posterior a los paquetes metidos en el arcón congelador.

No tiene por qué

haberla ahogado. Para eso están las bañeras, para asesinar y descuartizar sin manchar mucho