CP XI El círculo de plata - Topito

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
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CP XI El círculo de plata - Topito

Mensaje por lucia »

El círculo de plata

«La tierra es redonda como una Esfera,
y las aguas se adhieren a ella y se mantienen así
merced a un equilibrio natural que no sufre variación alguna.»
Muhammad al-Idrīsī, siglo XII


Por fin, tras varios meses de sondeos infructuosos, lo habían detectado, o al menos así lo esperaba Jacob. Se había despertado al alba, nervioso, pensando que aquella mañana culminaría la empresa que había iniciado tantos años atrás. Sin embargo, aún permanecía tumbado sobre la cama, sin que se decidiera a levantarse, mientras contemplaba el grácil movimiento del visillo con cada ráfaga de brisa marina que penetraba por el balcón. La empresa fue ardua y aún recordaba, como si hubiera sido ayer, las cientos de puertas llamadas para recaudar fondos, las otras tantas cruzadas para reunirse con autoridades tediosas e ineptas, los numerosos sobres cerrados y entregados bajo la mesa y los cientos de impresos burocráticos rellenados. Pero todo aquello ya pasó, y en apenas una semana, a lo sumo dos, los trabajos de excavación terminarían, junto a las largas noches de insomnio y las reiteradas jaquecas, y entonces hallarían la pieza que tanto había anhelado, aquel círculo de plata que los historiadores daban por perdido tras la toma del palacio de los normandos por los rebeldes diez siglos atrás, el 9 de marzo de 1161.

Jacob decidió levantarse cuando el sol ya se encontraba a medio camino de su cenit. Caminó hasta el escritorio, situado a la diestra de la cama y se sentó frente a él. Entonces, sacó el manuscrito del cajón y lo abrió con suma delicadeza. El aroma que desprendía embriagó sus pulmones. Inició la lectura y en apenas unos minutos se halló tan absorto como tantas otras veces le había ocurrido al tenerlo entre sus manos. El escrito de Rakin ibn al-Akadhib situaba el yacimiento en lo más alto de Yabal al-Mina, el monte que abrigaba Madīnat Sabtal. Jacob se desanimó la primera vez que lo leyó, hacía ya una década, pues la referencia era vaga, además de situar la ubicación del círculo de plata en una zona militar y, por tanto, restringida a los civiles. Sin embargo, si era cierto y conseguía encontrarlo, no solo hallaría una de las piezas más importantes de la cartografía universal, elevando a al-Idrisi al lugar que le correspondía, sino que, además, le daría esa fama que tanto necesitaba para conseguir sin apenas esfuerzo patrocinadores para las siguientes excavaciones que iniciara.

De repente, un golpe seco interrumpió la quietud de la habitación, sobresaltando a Jacob. El arqueólogo dirigió de inmediato la vista hacia el suelo y allí encontró El Libro de Roger abierto por su página central. Sin darse cuenta lo había deslizado con el codo hasta la esquina y, tras varios segundos suspendido, se había precipitado al vació. Jacob se inclinó, extendió el brazo y lo asió, colocándolo de nuevo en su sitio. Entonces, antes de continuar leyendo el manuscrito, sin saber muy bien por qué, cerró los ojos y deslizó las yemas de los dedos sobre la tapa, sintiendo las letras grabadas del título.

Al-Idrisi abrió los ojos. Solo los había cerrado un instante. Solo uno. Mientras tomaba una bocanada de aire antes de entrar en la sala del trono. Siempre había sido un hombre tranquilo, sosegado, sin embargo, en el preciso momento que abrieron las puertas y resonó su nombre en aquella sala, un leve temblor recorrió su cuerpo. No obstante, calmó los nervios y comenzó a caminar sobre la majestuosa alfombra que cubrían el suelo de mármol. La corte lo observaba en silencio hasta que el joven y esbelto rey de Sicilia, Roger II, engalanado al estilo bizantino, se levantó de su trono para ir al encuentro de su invitado. De súbito, la serenidad que había reinado hasta entonces en la sala se desvaneció ante el tintineo de las perlas que colgaban sobre los hombros del monarca y el creciente murmullo de la corte.

Salam aleikum, amigo mío —le saludo, mientras alzaba los brazos y le mostraba su sonrisa más afable.

El ceutí tragó saliva, al tiempo que inclinaba la cabeza y musitó un saludo cortes. Así permaneció unos segundos, pues no sabía muy bien cómo reaccionar ante el gesto del monarca, ya que, como bien sabía al-Idrisi, no era propio de un rey ir al encuentro de su invitado. No obstante, ahí no finalizó la gesta, pues, acto seguido, el rey normando le aferró la mano con efusividad y le invitó a tomar asiento junto a él en el trono, una acción que avivó aún más los murmullos de la corte.

—Cuando supo bien contestar a mi misiva, debo confesarle, amigo mío, que mi alma se hinchó de júbilo. Conozco bien la calidad de sus escritos y la gran reputación que han alcanzado entre los más reconocidos maestros musulmanes. Por ello, no creo que haya un hombre más capacitado para dirigir el proyecto que con tanta urgencia deseo emprender, pues sé bien que responderá con acierto a las dudas que surjan una vez iniciado el camino.

Su invitado asintió con humildad, pues nunca había sido amigo de los halagos. Después, tras comprobar que el monarca deseaba una respuesta, dijo:

—Vuestra majestad es generoso con mi persona, pero debo ser sincero ante vos, pues solo soy un hombre que describe sin dar repuesta a lo que ve.
—Lo sé, amigo mío, y por esa razón se halla ante mí.

El monarca sabía bien lo que decía, ya que conocía a la perfección los tratados que el ceutí había redactado de joven describiendo con gran detalle la geografía física, económica y política de las tierras musulmanas bañadas por el mediterráneo. Y eran precisamente estos tratados, y no los de botánica o farmacología, el motivo principal por el cual lo había elegido.

Al-Idrisi, confuso, observaba el risueño rostro de Roger II, sin comprender aún el motivo de su llamada. ¿Qué trabajo le deseaba encomendar aquel rey cristiano que hablaba el árabe tan fluido como cualquier hijo de Allah?

—¡Por el amor de Dios! —exclamó, pues nunca había soportado las interrupciones cuando examinaba un manuscrito o redactaba un informe arqueológico.

Aferró el paquete de tabaco y el mechero y se levantó, dispuesto a ver la partida del ferry hacia Algeciras y, de paso, fumarse el primer cigarrillo de la mañana. Sonó de nuevo la sirena y, cuando se asomó al balcón, el barco se encontraba en medio del barco y, tras él, una estela blanca que llegaba hasta el muelle. Encendió el cigarrillo y le dio una larga calada, sintiendo la dulce nicotina penetrar en su cuerpo. Mientras, observó con detenimientos un grupo de pasajeros que miraban hacia Ceuta desde la cubierta y pensó que al-Idrisi debió hacer lo mismo desde la embarcación que le llevaría a al-Ándalus, cuando debió partir de su ciudad natal para continuar sus estudios en Córdoba. Lo cierto era que los historiadores árabes apenas lo mencionaban, anotando en sus tratados escasas referencias biográficas del ceutí y describiendo con ligereza su trabajo geográfico, pues siempre fue considerado un hijo de Allah vendido a un rey cristiano y, por tanto, no merecía mayor transcendencia. Por ello, para Jacob, el manuscrito de Rakin Ibn al-Akadhib era mucho más que unas simples memorias de un joven árabe del siglo XII, sino la llave que le permitía entrar al palacio normando y conocer de primera mano al gran geógrafo ceutí.

—Toma la llave que cierra el armazón que hay en la biblioteca y deposita allí el Kitab de al-Yaquibi —indicó al-Idrisi a su joven asistente, señalando el libro que tenía sobre la mesa de trabajo situada al fondo de la sala—. Después, ve a la biblioteca y solicita al eunuco los de Ibn Jurdadhbih y Ibn Hawqal, él sabrá dónde encontrarlos, y luego ven presto, me oyes, Rakin, sin distracciones por el camino, pues debemos cotejar esta mañana sin falta las descripciones narradas de los últimos mercaderes que han visitado aquellas tierras.

Cuando comenzó el proyecto, allá por el año 523 de la Hégira, hasta la fecha de hoy, quince años más tarde, el trabajo de documentación, comparativa y confirmación había sido colosal: en primer lugar, al-Idrisi y sus asistentes consultaron la obra Geographia de Ptolomeo, tomando prestado la metodología para la representación cartográfica; luego, analizaron la geografía descriptiva en la obra Historiæ adversus paganos de Orosius, junto a los diez libros de caminos más populares en aquellos años, como el del persa Ibn Jurdadhbih, escrito hacía ya cuatro siglos, o el del musulmán Ibn Hawqal hacía solo dos. Por último, llegó lo más tedioso, los interrogatorios a marineros y mercaderes, a los emisarios procedentes de los países cristianos del norte, y las expediciones para cotejar de primera mano todos los datos geográficos transcritos en cientos de pergaminos. No obstante, el esfuerzo enorgullecía al ceutí, pues siempre había sentido la necesidad de mostrar el mundo, aunque fuera a través de la palabra, a todos aquellos que nunca tendrían la oportunidad de viajar más allá del horizonte que limitaban los campos que cultivaban o las murallas de las medinas que protegían sus hogares.

Rakin, que siempre acataba las órdenes a la perfección, no se demoró, pues tardó apenas la mitad de tiempo que los eunucos en prender las antorchas de palacio.

—¡Aquí los tiene, maestro! —pregonó a voz en grito, mientras entraba rauda a la sala.
—¡Cuidado, hijo del demonio! —espetó uno de los plateros encargados de labrar la esfera cuando pasó a su lado.
Al-Idrisi indicó al joven asistente que depositara los libros sobre su mesa de trabajo y se reuniera con él en la sala contigua.
—Maestro, ya está. ¿Desea que efectué algún otro quehacer?
—No, mi joven Rakin. Ahora debemos alimentar tu mente, pues ya sabes que el hombre no solo se nutre de viandas.
Los ojos del joven brillaron, mientras sonreía al-Idrisi al contemplarlos.
El ceutí lo tenía en gran estima, ya que era tan curioso y despierto como lo fue él de joven.
—¿Recuerdas que hablamos de Eratóstenes?
—Sí, maestro, el antiguo que supo que el mundo no era plano.
—Muy bien. ¿Y recuerdas también dónde moraba?
Rakin frunció el ceño.
Al-Idrisi le dejó unos instantes para recordar.
—¿Lo sabes?
—No lo recuerdo, maestro —contestó, sumamente abatido.
—Residió en Al-Iskandariyah. ¿Y sabes que otro sabio antiguo nació en esa ciudad?
—¿Quién, maestro?
—Ptolomeo. Recuerdas que hace tiempo te hable del Kitab que escribió?
—Sí, Geographia se llamaba.
—Excelente. Ahora, acércate al disco de plata. ¿Ves las líneas trazadas en él? ¿Ves la línea más larga labrada de este a oeste?
El joven asistente se acercó y examinó el mapa del mundo orientado hacia el sur que estaba labrado en su interior.
—Sí.
—Esa línea es la equinoccial, la línea más larga que divide la esfera, al igual que el zodíaco es la línea más larga que existe en los cuerpos celestes. Observa ahora las líneas paralelas.
Rakin se inclinó.
—¿Son los climas, maestro?
—Cierto. Los siete climas de Ptolomeo. ¿Y sabes que zonas dividen los climas?
—Las zonas de la tierra donde la inclinación de la luz del sol es la misma.
—Excelente, Rakin.

El ceutí, a continuación, le instruyó sobre la metodología para la confección de un mapa, refiriéndose una y otra vez al sistema ideado por Ptolomeo, además de acentuar la importancia de las observaciones astronómicas para dibujar con exactitud la situación de cualquier medina. Y, como siempre había hecho, solo terminó la lección cuando el sol se desvaneció y Venus parpadeó en el cielo.

Jacob terminó el cigarro y entró en la habitación. Se sentó en el escritorio y continuó leyendo el pasaje donde Rakin Ibn al-Akadhib narraba con todo lujo de detalles la metodología utilizada por el geógrafo ceutí para la confección de los setenta mapas que adjunto a El Libro de Roger.

Hasta ahora, se sabía con certeza que el mapa lo había dividido en siete latitudes, los siete climas tradicionales de Ptolomeo, además de las diez secciones horizontales; que la confección sigue una línea mucho más científica, basada en las observaciones astronómicas del griego y de las realizadas por astrónomos musulmanes, persas e indios coetáneos al geógrafo ceutí; que el contorno costero es más cercano a la realidad, con algunas excepciones, como, por ejemplo, la isla de Sicilia, representa a una escala mayor; y que el espíritu crítico del ceutí a la hora de cotejar los datos documentales y astronómicos había conseguido ofrecer la descripción más exacta del mundo hasta la fecha. Sin embargo, en el manuscrito se detallaba el método de trabajo, la utilización de la brújula y el compás para establecer por medio de las coordenadas astronómicas la ubicación exacta de las medinas y ciudadelas y la representación de las cordilleras, lagos, ríos y mares, todos ellos con sus topónimos correspondientes.

No obstante, para Jacob, lo más revelador del manuscrito era la descripción del disco de plata, pues otorgaba veracidad a al-Safadi, historiador musulmán, cuando relataba que el rey siciliano ordenó entregar 40.000 dracmas de plata al geógrafo ceutí, quien a su vez mandó a los plateros fundirlas y fabricar un disco de plata, donde labrarían el mapa del mundo, pues la tierra era redonda como una esfera, como obsequio al monarca. Y la reseña de su destino final, ya que daba respuesta a un enigma de la historia, cuando desaparición tras la toma del palacio de los normandos por los rebeldes el 9 de marzo de 1161, creyendo hasta ahora que había sido fundido.

—No sé si seré capaz de llevar a cabo la tarea que me ha encomendado —dijo con voz quebrada.
—Lo serás —afirmó, mientras estrechaba con fuerza los hombros de Rakin.
—Mi señor, ya hemos abierto el pasadizo —informó uno de los eunucos a al-Idrisi.

Mientras tanto, en el patio, los rebeldes no cesaban de llevar los libros de la biblioteca a la hoguera, al tiempo que gritaban de júbilo e hinchados de ansias de venganza.

—Maestro, Temo por su vida. Venid con nosotros, se lo ruego.
—Debo ir en busca del Kitab al-Ruyari.
—Por favor, maestro…
—Parte tranquilo, Rakin. Mi vida está en manos de Allah. Él me protegerá.

De súbito, el móvil sonó, y Jacob dio un respingo sobre la silla.

—¿Sí? —preguntó, ya levantado y con el móvil en la oreja.
—…
—¡No puede ser!
—…
—¿Un obús?
—…
—¿De la guerra civil?
—…
—¡No puede ser! En el manuscrito decía que…
—…
—¿El comandante dices?
—….
—Bien, bien, tranquilo.
—…
—¡Voy para allá!

El guardia cerró el pasadizo cuando pasó el último eunuco. Los asistentes ayudaban a transportar el pesado cargamento y los dos guardias que presidían la comitiva se adelantaron para comprobar la salida.

Rakin, mientras, no cesaba de mirar atrás, pensando que sería de su maestro y, ante todo, anhelando saber cuándo sería el reencuentro. Una lágrima se deslizó por su mejilla e intentó no pensar en ello, concentrándose en las indicaciones de su maestro:

—El barco os llevará a Madīnat Sabat, mi ciudad natal. Una vez allí, debes guardar el disco de plata en la cueva más alta del Yabal al-Mina.

Así lo hizo Rakin, escondiendo el círculo de plata bajo las tierras donde se alzaría muchos siglos después la denominada fortaleza del Hacho.
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Landra
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Re: CP XI El círculo de plata

Mensaje por Landra »

No entiendo el relato. No te preocupes, es cosa mía. La parte "histórica", por decirlo de alguna forma, me atrae. Cuando desconecta y aparece el que creo que es el "escritor o lector" me hace perder toda la atracción y/o atención.

No entiendo a donde quieres llegar, no entiendo el final... en fín, me habré levantado obtuso.

Un saludo!
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Frigg
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Re: CP XI El círculo de plata

Mensaje por Frigg »

Hola Autor/a,

Imagino que te habrás documentado bastante para dar ambientación y credibilidad al hecho histórico que nos quieres contar, en esa parte creo que has hecho un buen trabajo. Pero lo que es el relato, se me queda cojo por varios motivos:
Hay veces que haces unos saltos que me despistan, como cuando cae el libro al suelo y comienzas a contar lo que ocurre en la cámara del palacio. He tenido que releer varias veces para entender ese cambio, (también puede ser problema mío) pero hasta aún todo me resultaba fluido.
La parte histórica se me ha hecho un poco tediosa, quizá porque me faltaba entender más qué estaba sucediendo; es un tema complejo para acotarlo en un relato.
También he visto algunos fallitos de puntuación y alguna frase que se te ha escapado y que seguro que con un repaso hubieras podido subsanar.
“el barco se encontraba en medio del barco” ¿¿¿???
Creo que la idea no está mal pero que le falta algo más de pasión. A veces sentía que estaba leyendo un tratado histórico más que un relato en sí.

Lo siento, creo que tienes talento, pero que en este caso a la historia le falta trabajo.
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Mister_Sogad
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Re: CP XI El círculo de plata

Mensaje por Mister_Sogad »

Qué delicia leer tu relato, autor/a. Mira mis estudios fueorn sobre historia en su mayor parte así que me gusta, pero siempre soy raro para todo y uno de los géneros que apenas leo o he leído es el de histórica, sí, te lo aseguro, un enigma que aún no he logrado desentrañar. Pero eso no significa que no pueda quedarme absorto leyendo un texto de este tipo, y aquí ha sucedido, porque la historia me seduce, sobre todo contada como tú lo has hecho, a ver me refiero a la narración en sí. Porque tu apuesta por meter pasado y presente no me convence del todo, me ha faltado algo, no sé, quizá una conexión más compleja, ah y creo que deberías haber separado con mayor facilidad ambos momentos, bien por medio de asteriscos o bien poniendo en cursiva las partes del pasado. Opinión mía claro, pero te lo digo porque así, al menos yo, hubiera disfrutado mucho más la lectura. Con este estilo pausado que has elegido me he dejado transportar a estos pedacitos de historia que nos has ofrecido, y me ha encantado, tal vez, solo tal vez, hecho de menos una mayor soltura al ambientar y escenificar, pero como yo no sería capaz de hacerlo tal y como me gustaría no me hagas mucho caso.

Me tendrás de vuelta autor/a. :60:
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Isma
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Re: CP XI El círculo de plata

Mensaje por Isma »

Fantástico. He intentado leerlo varias veces antes, pero desistí: necesitaba estar despejado para sumergirme en esta historia.

Es una lectura muy fluída y riquísima en detalles y ambientación. Los datos históricos engalanan el texto. Yo no soy de la opinión que todo relato debe tener el famoso conflicto de marras: eso son los cuentos, que tienen una estructura más tradicional. Un relato debe contar una historia, y este lo hace. La historia de Al-Idrisi y cómo satisfizo la curiosidad de aquel rey normando. Que haya dos historias saltando entre el pasado y el presente me parece genial, y me encanta que no haya separación entre ellas. Creo que se entiende bien quién habla en cada momento.

Ojalá que el autor -que sospecho tiene conocimientos militares, a tenor del conocimiento que tiene de una fortaleza militar- lea y comente también los demás relatos, pues me encantaría saber lo que opina de ellos que una persona tan meticulosa y apasionada con la literatura. Eso es lo que yo percibo con este relato.

Hay algunos fallitos tontos, y pienso que una historia como esta podría fácilmente extenderse a muchas más páginas. Desarrolladas con la misma minuciosidad y detalle podría quedar una novela corta apasionante.

Hay dos personas que participan en el concurso y a quienes creo que encantará el texto: Topito es topógrafo, y Ciro es el moderador del subforo de literatura histórica. Estaré pendiente de lo que comentan cuando lo lean.

Pues eso, magnífico. Felicidades por este pedazo de relato. ¡Suerte!
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ciro
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Re: CP XI El círculo de plata

Mensaje por ciro »

Aspecto formal: Mejorable.
Argumento: Debería gustarme, ya que me gusta la novela histórica, pero a la vez soy muy exigente con este género.
Creo que hay que alabar la valentía del autor/a por escribir algo histórico, con lo que, casi con seguridad, se cierra las puertas para ganar, entre otras cosas porque el relato histórico es muy complicado. Pero, encuentro que le falta emoción, que no me dice nada, salvo que al-Idrisi ya pensaba que la Tierra era redonda, que el intercalar momentos actuales tampoco creo que le aporte demasiado. Lo siento, no me acaba de llegar.
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Isma
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Re: CP XI El círculo de plata

Mensaje por Isma »

Isma escribió:Hay dos personas que participan en el concurso y a quienes creo que encantará el texto: Topito es topógrafo, y Ciro es el moderador del subforo de literatura histórica.
Bueno, siempre nos quedará Topito :cunao:
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ciro
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Re: CP XI El círculo de plata

Mensaje por ciro »

Isma escribió:
Isma escribió:Hay dos personas que participan en el concurso y a quienes creo que encantará el texto: Topito es topógrafo, y Ciro es el moderador del subforo de literatura histórica.
Bueno, siempre nos quedará Topito :cunao:
Seguro que Topito es más benévolo que yo. :mrgreen:

Es muy complicado escribir un relato histórico corto que llegue al lector. Lo histórico requiere recreación, longitud y trabajo arduo. Si observáis el concurso de relatos históricos que se hizo, comprobaréis que casi ningún relato acabó de llegar del todo a la gente. Difícil. Más fácil escribir sobre asesinatos, maldiciones, escenas de aventuras,...Pero el atrevimiento también puntúa. Aquí puntúa todo: la originalidad (que algunos dicen que está sobrevalorada :shock: ), el buen hacer, la excelencia literaria, y el valor (por supuesto).
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Isma
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Re: CP XI El círculo de plata

Mensaje por Isma »

Por cierto, me queda una pequeña duda que tal vez alguien con conocimiento de proyecciones y topografía me pueda resolver. ¿Cómo pensaba Al-Idrisi representar con precisión la tierra, que es esférica, sobre un disco?
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JavierYuste
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Re: CP XI El círculo de plata

Mensaje por JavierYuste »

Como interesado en la Historia naval y en el desarrollo de la cartografía, este texto prometía. Las continuas referencias a esos grandes hombres me han agradado, sin embargo la narración salta entre el Pasado y el Presente de forma un tanto abrupta y poco desarrollada; por no decir que el relato sufre un vacío, que nos succiona hacia un precipitado final, pues estamos tan cómodos y, sin comerlo ni beberlo, hay que salir por piernas.

Reconozco que cinco páginas (ese dichoso límite) no da para todo.

Supongo que la idea del/la autor/a es la de hacer una novela corta y ésta ha sido una prueba del comienzo y final.
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Fernweh
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Re: CP XI El círculo de plata

Mensaje por Fernweh »

:hola:
La verdad, me ha costado terminarlo. Está muy bien escrito y ambientado, pero me aburre, y es que ni en el colegio ni en el instituto pude con la Historia. Lo siento, pero no puedo apreciar correctamente tu relato, aunque seguro que recibes muy buenas críticas de otros compañeros más aventajados que yo en cuanto a Historia se refiere.
:60:
«El futuro es más ligero que el pasado, y los sueños pesan menos que la experiencia porque la vida no vivida es más leve, tan leve.»
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indigeitor
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Re: CP XI El círculo de plata

Mensaje por indigeitor »

La novela histórica no es mi rollo, lo lamento. El relato no ha conseguido engancharme en ningún momento y tampoco me ha dicho nada que me interesase. Escrito, supongo que bien escrito está. Documentado, vete tú a saber... Los historiadores son otros que siempre andan a palos, ¿no?
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Gavalia
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Re: CP XI El círculo de plata

Mensaje por Gavalia »

Eres un valiente :133:
Creo que atreverse con un relato histórico merece un aplauso. Yo ya me demostré a mi mismo que en seis páginas es muy difícil completar semejante maniobra y salir bien parado. O la cagas en los datos históricos, asunto controlable si uno se lo propone, o metes la patita a la hora de enlazar esos hechos de forma que se convierta en una historia que reuna lo necesario para gustar. Escribir sabes escribir, así que huelga decirte lo bien que lo haces a pesar de esos fallos tontos que he observado. Tengo sensaciones encontradas con tu trabajo. Por una parte da la impresión que lo escribe alguien que sabe muy bien de lo que habla con respecto a la información que aporta y su forma de manejarla, sin embargo, en otros momentos del relato me parece estar leyendo el esfuerzo impagable de alguien que sin controlar tanto, como parece logra transmitir el global de tu trabajo, ha conseguido a base de esfuerzo documental y pericia con las palabras confeccionar un trabajo bastante bueno. Sin embargo, ay, sin embargo, cuando digo bueno me refiero al fonfo, pero no a la forma, ya sabes, la segunda forma de cagarla que también conozco yo y muchos de los que rondamos por aquí. Está bien, todos menos RAOUL. Esperaba algo más del personaje Job, esperaba una trama apasionante de misterios y descubrimientos que me sobrecogieran el alma, pero la verdad, me ha parecido más un documental histórico donde de vez en cuando se escucha hablar a los cámaras. El texto tiene que emocionar o hacerte sentir algo especial y creo que no lo consigues. No obstante me quito el sombrero ante semejante trabajazo. Gracias por compartir.
2-2-2
En paz descanses, amigo.
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ACLIAMANTA
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Re: CP XI El círculo de plata

Mensaje por ACLIAMANTA »

Las primeras lecturas que recuerdo fueron hisóricas (los cuentos infantiles no los leia, los escuchaba) y tal vez por eso la historia siempre me ha gustado. Durante varios años ( hace raaaaatooo) fui una afiebrada lectora de literatura histórica, luego, leí tu relato con agrado.
Y bueno, pues me gustó aunque me descolocó un poco el cambio de pasado a presente y eché de menos algún matiz que transmitiera un poco más de emoción (en especial para aquellos a quienes les aburre este tipo de historias, que los hay), pero bien por tu relato, autor.
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MomoEnSilencio
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Re: CP XI El círculo de plata

Mensaje por MomoEnSilencio »

Autor/a:
yo soy un poco rarita con la novela histórica porque me gusta encontrar pinceladas contextuales y disfruto si me emociona. Si no, se me queda algo gris, como ha sido el caso.

Como han dicho otros lectores, hay que ser valiente para concursar con un relato histórico, así que valoro tu decisión.

Me han despistado algunas cosas, como los saltos de presente a pasado. Quizá cambiando la forma, por ejemplo utilizando cursiva en uno de los dos tiempos, sería más cómoda la lectura.

En mi opinión le falta algo de emoción, pero claro, eso es muy subjetivo.

De todas formas, bravo por el atrevimiento. Yo lo usaría para hacer algo más largo y detallado.

Saludos!
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