Primera cosa que leo de Gordon R. Dickson. En cierta manera me ha recordado mucho al universo de Miles Vorkosigan y creo que es innegable la deuda que Lois McMaster Bujold tiene con este autor y este estilo de escribir ciencia-ficción militar. Está muy alejado de Joe Haldeman o Heinlein, por poner dos ejemplos clásicos que controlo; donde estos últimos abordan cuestiones morales, humanas y políticas desde el individuo ordinario expuesto a una situación extraordinaria (guerra), incluyan o no set pieces grandiosas, Bujold y Dickson optan por recrear el sabor contradictorio de la jerarquía rígida militar lanzada de lleno en una serie de intrigas políticas. Un estilo favorece la catarsis reflexional a través de la acción, y el otro busca el sabor de la aventura o la caracterización carismática siendo el mensaje de fondo algo más hueco.
Dado que la sinopsis oficial no explica mucho del libro, tampoco yo diré demasiado. Básicamente se va narrando el ascenso meteórico de Donal Graeme, un joven cadete del pueblo mercenario de los Dorsai, a través de diversos contratos y aventuras mientras busca derrotar a un oponente tan competente como él. En este sentido, el libro es entretenido, pasan muchas cosas y se lee con bastante interés como para no hacerse pesado. Los cambios de escenario frecuentes, o de status quo, favorecen que no decaiga la atención.
En cierto sentido se me ha hecho mucho más ameno que algunos libros de la saga Vorkosigan, demasiado inflados para mi gusto, porque el recuento de páginas es muy manejable y compacto para contar una historia. Cierto es que un libro moderno contaría con amplio margen para extenderse en algunas escenas, como
| la conquista de la noche a la mañana del planeta Ceta, que el autor despacha en una página y media |
pero esto no es necesariamente algo siempre positivo y aprecio mucho la brevedad de Dickson, así como el hecho de que este libro sea por sí solo una historia completa con final cerrado. Sí es cierto que Bujold maneja la caracterización con más garra que Dickson (hasta tal punto, que creo que le interesa mucho más que la trama), pero Dickson sabe esconder sus defectos mejor; la presentación del worldbuilding es lo bastante suave como para ser impecable, pero quizás no es demasiado innovadora y no veo "ruptura conceptual".
No me ha disgustado, aunque quizás coincido con la opinión de Julián Díez en que Dickson parece un escritor correcto, pero no brillante... pese a que por contexto histórico y relevancia se agrupa dentro de la "aristocracia" del género en aquellos años. Básicamente la novela entra fácil, pero igual de fácil puede llegar a olvidarse y me deja un poco frío. Es posible que parte de lo que quería hacer el autor se explore un poco más en otros libros de la saga, y creo que picaré con el tiempo con los dos siguientes (la primera parte de "Soldado, no preguntes" ganó un Hugo), sobre todo por ese planteamiento de novelas independientes inter-conectadas que hace más fácil el acceso.
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