Llevo días, desde que empezaste a leerlo, intentando poner un comentario, pero me lío con chorradas por todos lados y me olvido
Lo terminé hace un par de semanas, y, como dice Lifen, muy Tana French. Nada de sobresaltos ni asesinatos sangrientos, violencia a tutiplén o bandas paramilitares/mafiosas con planes elaboradisimos para hacerse con dinero y poder. Lo suyo es la introspección en la vida cotidiana, en este caso de un pueblo irlandés “tranquilo” y sin pretensiones donde no todo es lo que parece y cada uno lleva sus demonios como puede con ayuda (o no) de sus vecinos.
Se centra en la relación entre, Cal, policía norteamericano jubilado que busca olvidarse de sus diablos personajes lejos de Chicago, y Trey, adolescente con problemas más serios de los que corresponden a su edad. Las ganas de ayudar por parte del primero desencadenarán, en plan bola de nieve, un montón de acontecimientos inesperados para un lugar tan supuestamente poco conflictivo.
Y es que ese primer pequeño drama familiar que Trey le confiesa al forastero irá sacando a la luz, inevitablemente, todo el entramado de historias antiguas, rencillas y miedos que “oculta” cualquier pequeño grupo humano con una larga historia común, sea en un pueblo de Irlanda o de La Mancha profunda.
La naturaleza, como siempre con esta autora, tiene mucha importancia. Se nota que conoce de lo que habla, y que está enamorada de su país natal, aunque no hasta el punto de no saber ver el lado oscuro que contrarresta tanto verdor. Y los personajes que crea son complejos, muy de darles vueltas a las cosas, sobre todo los protagonistas.
Como ya he dicho, la acción transcurre sin grandes sobresaltos, dándole tanta importancia a la trama como a las relaciones, y reacciones humanas, para terminar con un desenlace tan lógico como abierto. La condición humana es así de imprevisible, pero la lógica, para bien o para mal, suele presidirlo casi todo.
Muy entretenida, aunque, para mi gusto, le falta algo más de thriller y le sobra un pelín de “psicológico”.