La carrera de Decker como flautista era prometedora, sin más. Una eterna promesa que quedaría sin cumplir; así lo veía Decker quien, desde un principio, vio en Raquelina y en ésta agrupación Sinfónica la posibilidad de figurar como estrella, como aquel cantante lírico que con su voz firme pero melancólica y anhelante, evocaba los más tristes y románticos recuerdos, preludiando un beso... un amor olvidado.
Y el sabía de lo que era capaz, de los efectos que su melodiosa voz causaba a sus oyentes que indiscutiblemente sería el cantante lírico de cualquier agrupación que se respete y que cualquier director de una sinfónica desearía tenerle como estrella; por ello nunca creyó que éste don que Dios le había dado, iba a ser ignorado por Raquelina.
No contaba Decker con lo subjetiva que se había vuelto Raquelina, cómo creaba (queriendo o no) un aire de discordia y envidia entre sus músicos, y como había ésta pérdido la ética profesional al superponer los intereses de unos sobre otros.
Raquelina había apadrinado a Persephone; no podía disimular las preferencias que tenía con ésta joven, que la vio crecer en el seno de su orquesta y convertirse en una de las violinistas más prometedoras del país; quien se vio envuelta en un escándalo amoroso con
El Gato, ese picaflor que no perdía chance alguno con la chica que se le atravesara, pero que encontró en Perse el amor que siempre le fue negado
. Escándalo que no llegó a más gracias a Raquelina quien, con su talante y buenos dotes de actriz, supo encaminar aquellos rumores (ciertos todos) hacia otro lado.
Por derecho de accesión se convirtió pues, El Gato, como el segundo apadrinado por Raque, quien en busca de proteger los intereses de su pupila, la hija que Dios y la naturaleza le habían negado, había intercedido por Jonathan, colocándolo en la cúpula de la Orquesta, lanzándolo al estrellato y de ésta forma asegurándole a Perse una vida próspera y llena de lujos que se reflejarían con el indiscutible éxito de Jonathan.
Deckard, por tanto, fue testigo pasivo durante mucho tiempo de ésta injusticia que ocurría en la Orquesta. Su necesidad de sustento e incluso su aspiración a un posible cambio de parecer de Raquelina o la ilusión de que ésta tuviere un atisbo de sensatez hizo que Deckard hubiese neutralizado su ira y sus ansias de venganza.
La noche anterior al concierto fue la gota que derramó el vaso. Raquelina, producto del estrés y los nerviosismos, despotricaba a raimundo y todo el mundo, criticaba crudamente los dotes de los músicos, los hacía sentir humillados... incluyendo a Deckard.
- Deberías calmarte Raquelina, estás perdiendo los papeles. - dijo Deckard con aire desenfadado.
- Pero... ¡¿Y quién te crees tu?! da gracias a Dios que por lo menos tengas el papelito de flautista... fracasado! - respondió Raquelina ya desquiciada. - Si, todos sun unos fracasados que están a mis pies y a mi servicio... pero tú, Deckard, eres el que más... ¡tonto jaja! venías con esas ínfulas de estrella, pero mírate... estás en el lugar que te mereces. - culminó Raquelina, dirigiéndose luego hacía Luis para lanzarle, nuevamente, toda clases de improperios.
Deckard mientras tanto se retiró a su habitación, con el corazón lleno de ira y llorando de la impotencia. Esa "bruja" tenía razón, era un músico frustrado y todo gracias a ella, a su egoísmo, a su orgullo que cuando la embriagaba la hacía irritable, intolerable a más no poder.
Definitivamente no permitiría que el ego de Raquelina aumentara aquella noche en el concierto de Viena... quién la soportaría. Ella le frustró sus sueños de cantante, era justo que, por lo menos, el pudiera truncarle su mayor deseo: dirigir la orquesta en el Teatro de la Ópera de Viena.
Y así lo hizo.
Antes de comenzar la función, aprovechó la dispersión de los músicos para escabullirse tras el escenario y poder materializar su venganza. Nadie notó la ausencia de Deckard en la tarima... estaban extasiados por el aplauso caluroso que les recibía.
Aplausos que hacían vibrar el teatro a la entrada de El Gato, siendo tal ruido el cómplice del asesinato, que tras el telón, se cometía; no siendo oídos los gritos de auxilio de Raquelina mientras era estrangulada por el frenético Deckard, quien a feliz término, consumaba su plan.
Asesino: Deckard
Arma: Manos
Motivo: Ira porque Raquelina truncó su carrera de cantante.