El desierto es real y es simbólico. Está vacío y el héroe espera muchedumbres.
Este libro es una novela épica, y a mí no me gustan nada las novelas épicas. Por suerte es una novela épica existencialista, y muy bien escrita además. Es una novela épica porque habla de "la llamada de las armas" pero de una manera positiva, de cómo los sueños de valor y heroísmo llevan a algunos hombres a olvidarse del mundo y de sus semejantes. Y es existencialista porque esa llamada de las armas no les lleva a ninguna parte,
todos permanecen encerrados en una fortaleza esperando a un enemigo mítico que no existe y que solamente se percibe como una amenaza. |
Del desierto septentrional debía llegar su fortuna, la aventura, la hora milagrosa que al menos una vez toca a cada cual. Para aquella eventualidad vaga, que parecía volverse cada vez más incierta con el tiempo, hombres hechos y derechos consumían allí arriba la mejor parte de la vida. (pg. 68)
Lo que veo menos claro es el paralelismo entre esta novela y "Esperando a los bárbaros" de Coetzee. Sería más bien su reverso, o su imagen positiva:
aquí la espera es un sueño de gestas heroicas que hace renunciar a los hombres al mundo cotidiano, en la novela de Coetzee es el terror ciego a lo desconocido que deshumaniza a los hombres que se dejan arrastrar por él. |
Aunque en la segunda mitad me estaba esperando lo peor, me ha terminado gustando el final porque supone un triunfo de la ética sobre la épica. Como debe ser, en mi opinión personal y subjetiva.
Un gran libro. Sospecho que es más un libro para chicos que para chicas, pero es un gran libro sin duda alguna.